Dra. Ma Carmen Martínez Tomás
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el espíritu de aloha Portada: Luis Tinoco Diseño: Jordi Galeano Edición: Pere Romanillos Edición digital: Jose González Edición a cargo de Esther Sanz ISBN: 978-84-7556-848-5 Depósito legal: B-14296-LVI Impreso en España 9003734011013 © Mª Carmen Martínez Tomás, 2013 © Editorial Océano, S. L., 2013 Grupo Océano Milanesat 21-23 — 08017 Barcelona Tel: 93 280 20 20 — Fax: 93 203 17 91 www.oceano.com Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Este libro estĂĄ dedicado con profunda gratitud a la memoria de los hombres y mujeres de las antiguas tradiciones espirituales de todos los tiempos, que han sido los guardianes de la sabidurĂa ancestral y la han preservado a lo largo de los siglos para que llegara hasta nuestros dĂas.
Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 Huna: la sabiduría ancestral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 El espíritu de Aloha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Amarnos y ser felices juntos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Las leyes universales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 El círculo como símbolo de unidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 Los círculos de sanación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Experiencias y testimonios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Ser luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152 Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
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Prólogo El punto de vista Conocí a Mª Carmen Martínez en el estudio de Catalunya Ràdio (Barcelona), en el programa «L’ofici de viure» (El oficio de vivir). Me disponía a escuchar a una doctora hablando de síntomas, medicamentos y máquinas, y me sorprendí, porque Mª Carmen iba mucho más allá. Siempre desde el respeto a la medicina convencional, su punto de vista era amplio, espacioso y elevado. También me sorprendió encontrarme ante una gran comunicadora, que habla de lo que sabe, de lo que ha vivido y experimentado, sin transmitir nada que no haya demostrado su eficacia en su propia experiencia personal. Mª Carmen Martínez transmite una visión del mundo, con la intención de contribuir a mejorarlo. Divulga herramientas. Como decía en su anterior libro, las herramientas sirven cuando son útiles y obtenemos resultados satisfactorios con ellas. Si no es así, son pura entelequia. La segunda mitad de este libro, con algunos testimonios de personas que han participado en los círculos de sanación, demuestra que estas herramientas no solo son útiles, sino que además resultan muy poderosas. No se trata de creer o no creer sino, como dice la autora, de ser coherentes con las leyes que rigen la naturaleza y el cosmos. En Hawaii lo tuvieron claro hace mucho tiempo. Hoy estos conocimientos están al alcance de todos gracias a la globalización. Y este libro nos acerca a ellos con claridad y sencillez. Pero lo que más admiro de Mª Carmen es su coraje y su apertura de miras. Va más allá de los prejuicios, de las convenciones y, libro tras libro, de-
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muestra que la profesión médica está cambiando. No todo lo deprisa que querríamos. Sin embargo, eso no le impide hablar alto y claro. Al fin y al cabo, como dice el Dr. Joe Dispenza, no debemos esperar nunca que la ciencia nos dé permiso para hacer algo inusual; de lo contrario, estaremos convirtiéndola en otra religión más. Lo que explicó en su anterior libro Ho’oponopono, sin cortarse, ya me pareció digno de elogio. Una doctora dedicando un ensayo a cuatro palabras sanadoras: lo siento, perdóname, te amo y gracias. En este libro va más allá. Que alguien que se ha formado científicamente afirme que por debajo de la aparente separación entre las personas existe otra realidad metafísica que es invisible, más allá de la materia en la que estamos todos unidos («no estamos separados unos de otros, aunque a simple vista lo parezca»), o que se refiera al «ser divino que hay en ti», o a los programas que nos limitan, y, sobre todo, al amor expresado en el presente, ahora y aquí, y a todo el mundo («bien dice de todos») solo puede despertar la admiración de este lector. Hay una realidad más real de la que perciben nuestros sentidos. De ella se ocupa Mª Carmen Martínez. Desde el más alto punto de vista. Como dice el maestro espiritual Mooji, desde el más alto punto de vista no hay mente que destruir, ni acción que realizar, ni peregrinación que hacer, ni persona que despertar, ni enseñanza que seguir, ni sadhana que completar: sólo el inquebrantable reconocimiento de que el Ser de Uno es la consciencia inmutable dentro de la cual todas estas cosas son vistas como danza de la manifestación. Gaspar Hernández
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Introducción
Desgrano las palabras en estas páginas obedeciendo a un impulso irresistible, imposible de retener, a la luz de las extraordinarias experiencias que se están dando y estoy viviendo durante el transcurso de todas las actividades que ofrezco alrededor de la enseñanza y la práctica del Ho’oponopono. El gran interés y aceptación que ha despertado mi primer libro sobre el Ho’oponopono me han inspirado para ofrecer a las personas interesadas y a los practicantes de esta metodología una nueva obra, esta vez sobre el espíritu de Aloha. Un libro que profundiza en la filosofía de vida del alma secreta de las islas Hawaii con el propósito de celebrar la vida y ser felices juntos. Una obra que nos introduce en el conocimiento de las leyes que rigen en la naturaleza y el cosmos, además de mostrarnos la forma de reunirse en círculo a la manera del Ho’oponopono tradicional para sanar y progresar unidos mientras practicamos Ho’oponopono y profundizamos en la filosofía del espíritu de Aloha. Desde mi experiencia en la organización y participación en círculos de sanación con Ho’oponopono, he tenido el privilegio de ser testigo directo de las transformaciones que se han producido en las vidas de las personas participantes, al pasar del juicio a la aceptación y del sufrimiento a la paz de espíritu, por medio de la práctica del perdón. De igual modo, también he podido constatar la transformación personal de muchos de los asistentes
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que, a través de la unión y la fuerza del grupo, han recuperado su poder personal y la confianza en sí mismos. Una hermosa experiencia de unidad que ha dado a luz a este nuevo libro.
Un punto de encuentro Mientras transitamos a través de los procesos de perdón, nos podemos sentir enfadados, desorientados, confundidos, desanimados o todo al mismo tiempo. En estas circunstancias, participar en un círculo de sanación con Ho’oponopono puede ser de gran ayuda, ya que crea un espacio emocionalmente seguro donde todas estas emociones pueden ser acogidas sin ningún juicio ni condenación. Los círculos de sanación proporcionan un punto de encuentro donde tenemos la oportunidad de reunirnos con otras personas que están pasando por procesos similares a los nuestros. He comprobado que esto tiene un gran efecto sanador porque nos proporciona un profundo sentido de hermandad y de pertenencia a la familia humana. Unidos nos hacemos más plenamente conscientes de que los retos que nos plantea la existencia no son más que aprendizajes de crecimiento personal para adquirir las cualidades que cada uno necesita desarrollar para ser una persona mejor. En el círculo nos damos cuenta de la unidad que se crea entre todos, percibimos que por debajo de la aparente separación existe otra realidad metafísica que es invisible (más allá de la materia) en la que nos sentimos todos unidos. No estamos separados unos de otros, aunque a simple vista lo parezca. Esta es una ilusión de la mente.
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Entre todos creamos un precioso caleidoscopio de luces y sombras en el que nos reflejamos unos a otros. Juntos danzamos la sagrada danza de la vida para ayudarnos a tomar la total responsabilidad de nuestra existencia mientras disfrutamos de la experiencia y afrontamos el reto de manifestar nuestra verdadera esencia espiritual en este mundo material.
Somos uno Hace muchos años asistí a un taller de respiración holotrópica de Stanislav Grof. Durante el transcurso del mismo experimenté un estado alterado de consciencia en el que me expandí más allá de los límites impuestos por mi cuerpo físico y me fusioné con la totalidad del universo. Sentí que me disolvía en el espacio, que era una con todos los participantes del taller, a los que no conocía de nada. Una con la vida, la naturaleza, el cielo y la Tierra, el Sol, las nubes y las estrellas… Una con cada partícula y con la totalidad de todo lo que me rodeaba. Me convertía al instante en aquello en lo que mi consciencia se enfocaba. Yo era todo y todo formaba parte de mí, sin límites. Fue una extraordinaria experiencia que cambió para siempre mi percepción de la realidad, un regalo de la vida que jamás olvidaré. Así que, cuando afirmo que todos estamos conectados y en realidad somos uno, no lo digo desde una creencia intelectual aprendida de los libros de texto o profundizando en el estudio de las tradiciones místicas espirituales. No es que lo crea. ¡Es que lo sé! Los chamanes kahuna también lo saben.
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Todos los seres humanos somos uno porque estamos conectados a través de una sola mente universal El poder de elegir Al encarnarnos como seres humanos en el planeta Tierra, nos introducimos de lleno en la experiencia de la polaridad, procedentes de una existencia expandida en el universo como espíritu en unidad. Al nacer, poco a poco vamos olvidando nuestro origen y empezamos a experimentar la ilusión de la separación. Y es entonces cuando empieza el juego cósmico que nos plantea la vida en la Tierra. Todo ello forma parte del plan de la encarnación. Porque solo en un mundo de polaridad podemos experimentar los extremos opuestos de una misma energía: amor-odio, frío-calor, luz-oscuridad… Esto nos da la posibilidad de elegir, podemos escoger en cada momento entre diferentes opciones. Es la ley del libre albedrío que opera en el mundo. ¡Tenemos el poder de elegir! Creamos la realidad que experimentamos a través de la calidad de nuestras elecciones. Aprendemos en la escuela de la vida aplicando el método del ensayo y el error, de manera que equivocarse y rectificar es el modo en que operamos para aprender y progresar. No existe la culpa, solo hay experiencia y responsabilidad. Si la experiencia nos disgusta o daña a otros, tenemos el poder de cambiar, restituir el daño y elegir de nuevo otras opciones más en armonía con las leyes uni-
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versales que constituyen ¡las reglas del juego! Su ignorancia no nos exime de su cumplimiento. Es cierto que también tenemos el poder de elegir el papel de víctimas, dramatizar tanto como queramos, culpabilizar a los demás, hacer juicios de valor o quejarnos de todo y de todos. Pero si decidimos ser los auténticos creadores de nuestra existencia, del modo y manera que queremos vivirla hasta la completa realización de nuestros propósitos, entonces estamos ante un gran reto. Si elegimos este objetivo en la vida, haremos bien en prestar atención a nuestro espíritu con el fin de reconocer nuestra esencia espiritual para manifestarla en nuestra existencia terrena, más allá de la personalidad y de las trampas del ego.
Creamos la realidad que experimentamos a través de la calidad de nuestras elecciones Restaurar la luz Cuando elegimos este camino de transformación personal, el Ho’oponopono es un aliado extraordinario porque al limpiar y borrar las memorias del pasado que nos bloquean, de nuevo damos paso a la luz para que pueda fluir libremente y así nos abrimos a la inspiración de nuestra esencia espiritual. Los hawaianos expresan de una forma hermosa y con una sola palabra el resultado de practicar Ho’oponopono, dicen: kala, que significa «restaurar la luz». Restaurar de nuevo la luz para que podamos llegar a desvelar
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cuál es el propósito de nuestra alma es emprender los primeros pasos del camino para vivir una vida plena, un estado de felicidad entendida como la realización en el plano material del ser único y perfecto que cada uno es. Hasta que no despertamos a la consciencia de nuestra verdadera naturaleza espiritual, somos como niños frente a un tablero de ajedrez. Ignorantes de las reglas del juego, de qué lugar ocupan las piezas y de cómo se mueven en el tablero, es muy poco probable que disfrutemos jugando y, desde luego, que podamos salir victoriosos de la partida. Saber cómo se crea la realidad que percibimos y conocer cuáles son los principios fundamentales que subyacen en el orden que se expresa en el mundo que nos rodea, es un antiguo conocimiento que nos confiere la capacidad de comprender cómo funciona y se organiza el mundo en el que existimos y, en consecuencia, de qué manera debemos actuar para mantenernos centrados en armonía interior y en paz con el exterior. La creación es pura armonía, se rige por un orden perfecto y es producto de una inteligencia superior. Los planetas no colisionan entre sí, el Sol no aparece por la tarde y la Luna no se presenta al mediodía. Eso explica que los ancestrales pueblos de la Tierra que poseían el conocimiento de estos principios pudieran hacer sus predicciones basadas en conocimientos matemáticos y astronómicos con miles de años de anticipación, algo que llena de asombro y deja perplejos a los incrédulos ignorantes de estos conocimientos.
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La creación es pura armonía, se rige por un orden perfecto y es producto de una inteligencia superior La propia sabiduría Este libro está consagrado al encuentro de la felicidad. Despierta la sabiduría que se encuentra en tu interior para manifestar el verdadero ser que eres en realidad: pura consciencia en unidad. Trata de cómo crear y habitar el propio paraíso que, por suerte, no se encuentra en ningún lugar lejano. Es una manera de ser y de estar en la vida, una actitud, una frecuencia de vibración cuya naturaleza esencial es de puro amor. Un estado que podemos alcanzar cuando, liberados del dolor del pasado, nos dejamos guiar por la sabiduría de nuestro propio corazón. Metafóricamente hablando, podemos decir que se trata de llegar a pensar como piensa Dios (consciencia universal), llegar a conocer cómo son sus pensamientos. En otras palabras, se trata de ver cómo podemos mantener la mente limpia de falsas ideas y de programas limitantes para conseguir una mente en punto cero. Un estado en el que la mente humana (consciencia individual) se encuentra expandida y vacía de contenidos en sintonía con la mente universal, sin límites impuestos por ideas preconcebidas, juicios de valor ni creencias erróneas de ningún tipo. Es entonces, cuando inspirados por nuestra propia divinidad, despertamos a la cons-
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ciencia y podemos iniciar un camino de autotransformaciĂłn para crear una vida plena que tenga sentido para nosotros y de esta manera acceder a un estado de autĂŠntica felicidad.
Este libro despierta la sabidurĂa que se encuentra en tu interior para manifestar el verdadero ser que eres: pura consciencia en unidad 15
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Huna: la sabiduría ancestral
El origen del hombre es un misterio que no ha sido desvelado todavía en la actualidad. Un secreto conocimiento que aún permanece oculto por los incontables velos que los acontecimientos de la historia de la humanidad han tejido sobre su verdadero origen. Los ancestrales pueblos de la Tierra han sido los guardianes de la antigua sabiduría que las diferentes tradiciones del planeta han preservado y transmitido a la humanidad a lo largo de todos los tiempos. La mayor parte de este saber se ha perdido irremediablemente a consecuencia de los desastres y cataclismos que ha sufrido el planeta a lo largo de los siglos, como la destrucción y la pérdida del contenido de la Biblioteca de Alejandría. Un conocimiento que estamos recuperando a base de recordar quiénes somos y de dónde venimos. Llegar a descubrir quiénes somos en verdad forma parte del gran despertar de consciencia que los seres humanos estamos viviendo como humanidad en la actualidad. Esta sabiduría ancestral ha llegado hasta nuestros días a través de la transmisión oral de los pueblos nativos y de las enseñanzas místicas y filosóficas de las tradiciones espirituales. Un saber que enseña al ser humano el camino para llegar a reconocer y manifestar su verdadera identidad espiritual en el mundo material.
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El espíritu de Aloha es una filosofía ancestral originaria de las islas de la Polinesia que se sigue practicando en la actualidad. Su esencia sigue viva, es un estilo de vida que corresponde a un chamanismo pragmático poseedor de una cosmovisión aplicable a la vida moderna para alcanzar la plenitud y la felicidad en el mundo actual que en los últimos años ha sumado millones de adeptos por todo el planeta. En el archipiélago de Hawaii, esta sabiduría se conoce con el nombre de «Huna» y es la causa del espíritu amoroso, hospitalario y feliz que caracteriza la manera de ser de los habitantes de este precioso lugar, es el alma secreta de las islas de Hawaii. En hawaiano, Huna se puede traducir como «secreto» y hace referencia a algo guardado como un misterio. Aunque también significa «oculto» y define aquello que permanece escondido, que no se percibe a simple vista. Para la cosmovisión Huna, Dios y el universo son lo mismo. La palabra hawaiana para definir el origen de la creación es «kumulipo», que se puede traducir como «fuente de vida» o también como «el gran misterio». Un misterio que es inabarcable para la limitada mente racional del hombre, pero que es la fuente del conocimiento que necesita desvelar para reconocer su verdadero origen y así integrar su esencia espiritual con su personalidad humana, creando de esta manera una unidad en coherencia para poder vivir su vida en plenitud y felicidad.
El campo cuántico de consciencia La palabra «Dios» no deja indiferente a nadie y puede responder a muy diversas interpretaciones. Para las religiones monoteístas, Dios es el Ser
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Supremo, el único Padre Celestial y Creador de todo el Universo. Mientras que para las religiones politeístas tiene infinitas acepciones que se corresponden a los múltiples atributos que se atribuyen a la divinidad. Cuando en este libro se nombra a Dios, se hace referencia a la consciencia cósmica universal, que es unidad. No tiene género ni identidad. Un campo pluripotencial de energía de infinitas posibilidades donde el ser humano vive inmerso, igual que un pez dentro de su pecera, al que influye y a su vez es influido, como espectador y protagonista, creando su propia realidad en razón del grado de consciencia que en cada momento posee.
Cuando en este libro se nombra a Dios, se hace referencia a la consciencia cósmica universal, que es unidad. No tiene género ni identidad Según la física cuántica, este campo cósmico de energía universal está constituido por fotones (la partícula más pequeña capaz de emitir luz), unas pequeñas partículas luminosas que operan de un modo fascinante. Su comportamiento resulta muy interesante porque tienen la propiedad de estar al mismo tiempo en todas partes. Es curioso observar cómo a la hora de describir el campo cuántico, los científicos emplean las mismas palabras que los místicos utilizan para describir la naturaleza de la divinidad. Pero lo más asombroso es que cada
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partícula (materia) se comporta como tal o como una onda (energía) en función del observador. Aunque lo más increíble es que, a nivel subatómico, todas estas partículas de luz se encuentran íntimamente conectadas entre sí, hasta tal extremo que es imposible separar al observador del objeto de su observación. De manera que, en realidad, el mundo material de los objetos separados que observamos con los ojos humanos ¡es una pura ilusión! Por debajo de la superficie, a un profundo nivel, todo se encuentra íntimamente conectado formando parte de un Todo mayor que es pura consciencia, un diseño suprainteligente del universo proyectado como un terreno de prácticas para que la consciencia del hombre se amplifique y se expanda a través de la naturaleza de las experiencias que vive. Al comprender que materia y energía son lo mismo y que no existe una realidad objetiva, a no ser por el observador que lo determina, estamos ante una evidencia maravillosa: todo lo que somos es una consciencia individualizada, inmersos en el campo cuántico unificado de consciencia universal cuya naturaleza es pluripotencial. Una entidad individual consciente que se experimenta a sí misma jugando en el mundo de las formas. Para expresarlo con una metáfora, es como si fuéramos niños y tuviéramos a nuestra disposición una cantidad ilimitada de plastilina de todos los colores para modelarla a nuestro antojo. El campo cuántico de energía universal está siempre disponible y es neutro. La creación depende de nosotros, de nuestra consciencia y habilidad para interactuar con esta energía y ser capaces de crear una vida que valga la pena ser vivida.
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Somos una consciencia individualizada, inmersos en el campo cuántico unificado de consciencia universal Este campo constituye el escenario para el gran teatro de la vida. Una obra en la que todos somos los actores protagonistas, aunque la gran mayoría no seamos conscientes de ello. Contiene además el llamado «inconsciente colectivo»: un estrato colectivo de la psique humana que se vierte al campo cuántico y que corresponde a las frecuencias vibratorias que los humanos emitimos con nuestros pensamientos, palabras, sentimientos y acciones, a través de los cuales influimos poderosamente en nuestra existencia, en el entorno y en el mundo a lo largo de toda nuestra vida. Dicho estrato común está vivo, se mantiene en constante movimiento y transformación, alimentado por los cambios que se van produciendo en los pensamientos y sentimientos que vierten en él las personas a lo largo y ancho de todo el planeta. Actuamos en el inconsciente colectivo cuando unidos con intención sanadora practicamos Ho’oponopono en los círculos de sanación. De esta manera podemos influir positivamente en el mundo ingresando en dicho inconsciente pensamientos, palabras y sentimientos bondadosos inspirados por el amor. Este inconsciente es sensible a la masa crítica, de manera que cuantas más personas modifiquen la calidad de las frecuencias que ingresan en este estrato colectivo, más fácilmente podemos evolucionar y alcanzar estados elevados de consciencia en el planeta.
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El antiguo saber El origen del conocimiento es anterior al diluvio universal. Aparentemente, desapareció de la faz de la Tierra después de la gran inundación que siguió al cataclismo en el que se hundieron los continentes de Mu y de la Atlántida. Algunos sabios maestros de estas civilizaciones intuyeron la catástrofe antes de que se produjera y abandonaron el continente para dirigirse hacia zonas alejadas de la Tierra donde sabían que se encontraban poderosos vórtices de energía telúrica. En estos remotos lugares construyeron hermosos templos de piedra y grandiosos enclaves megalíticos. Su principal objetivo era preservar el conocimiento a la espera de que pudiera resurgir de nuevo ya que, después de la catástrofe, la humanidad se sumió en una profunda oscuridad de consciencia que duró miles y miles de años. Actualmente, muchas de estas construcciones todavía siguen en pie, desafiando el paso del tiempo. Científicos y expertos antropólogos no se ponen de acuerdo a la hora de datarlas o explicar la avanzada tecnología que se utilizó para su construcción. Son los lugares sagrados del planeta, centros de culto o peregrinaje que conocemos como los enclaves de poder en la Tierra que aún conservan los misterios del antiguo saber.
Conócete a ti mismo Absolutamente todas las tradiciones místicas y espirituales coinciden en este punto. Toda la verdad sobre quién eres se encuentra inscrita en tu interior. Y en ti se encuentra el conocimiento de todo el universo. Pero ¿quién se lo cree? Y lo más importante: ¿quién invierte el tiempo y la energía necesa-
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ria para llegar a descifrarlo? Escojas el camino que escojas, si es verdadero solamente puede dirigirte a un lugar: a descubrir tu esencia espiritual. Si estás buscando, lo que estás buscando es reconocer a tu propio Ser. El antiguo conocimiento es universal y no pertenece a nadie en particular, es patrimonio de la humanidad. Lo podemos descubrir en el origen de todas las religiones conocidas que, aunque en apariencia son diferentes, en el fondo comparten enseñanzas espirituales muy similares. Este conocimiento es relativo a la consciencia, que literalmente significa «con conocimiento». Se refiere al grado de discernimiento que uno tiene sobre sí mismo para poder ser capaz de ver y juzgar con objetividad sus propias actitudes y acciones. Este saber despierta al ser humano para que pueda ir más allá de los límites impuestos por su mente lógica y racional y de esta manera abrirse a niveles superiores de consciencia con el fin de llegar a reconocer y manifestar su verdadera naturaleza espiritual en el mundo material.
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