

PARTE 2
EL PODER DE LA ATENCIÓN
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LA UTILIDAD DE LA ATENCIÓN
La atención puede jugar un papel no solo importante sino incluso determinante dentro de la vida de una persona. La consciencia puede llegar a adquirir un gran poder si se la desarrolla y encauza de la forma debida. Cuando se tiene la atención firmemente establecida, uno percibe mejor las cosas, se entera mejor de ellas, piensa mejor y se relaciona mejor; es energía creativa y constructiva. Solo estando atento se puede ser de verdad consciente de uno mismo y de los demás. La falta de atención conlleva desidia, inercia psicológica, descuido y apatía. Cuando se está atento, uno puede poner el énfasis en desarrollar las cosas buenas y en evitar las nocivas. Una atención desplegada y alerta conduce a una consciencia despierta, la consciencia despierta a la comprensión clara, y la comprensión clara a la visión lúcida y profunda. «No conozco nada tan poderoso como la atención», declaró Buda y ¡cuánta razón tenía! Cuán a menudo nos hacemos daño a nosotros mismos y a los demás, no de forma consciente y perversa, no, sino debido al descuido y a la simple falta de atención. Por tanto, esta siempre resultará ser de enorme utilidad y eficacia como fuerza auxiliadora en
innumerables ámbitos y aspectos, entre los que podemos destacar los siguientes:
4 El dominio de la mente.
4 La superación de las raíces de lo insano y el cultivo de las raíces de lo sano.
4 El desarrollo de esfuerzos correctos para poder controlar nuestro pensamiento.
4 Actualizar y desplegar los factores del autodesarrollo.
4 Vencer las trabas e impedimentos de la mente.
4 Permanecer más atentos a la mente, la palabra y los actos.
4 Descubrir cuáles son los hábitos nocivos y los impulsos involuntarios para irlos refrenando.
4 La exploración de la psiquis y la superación de las conductas inadecuadas.
4 Mejorar la afectividad y las relaciones con los demás.
A lo largo de toda esta segunda parte procederemos a repasar todos estos aspectos uno a uno, en un intento de definirlos con precisión de cara a poder ser conscientes de ellos y que, al estar atentos a ellos, nos sirvan para mejorar como individuos.
La consciencia es perfeccionable y desarrollable, y además puede «limpiarse» de sus contenidos distorsionantes. No es esta labor sencilla, pero para tener éxito en ella se requiere atención mental, que es la hermana gemela de la consciencia. Estando más atentos, estaremos más conscientes, y para estar más conscientes deberemos recurrir a la activación de la atención mental. Para desarrollar la consciencia y esclarecerla, es necesario «darse» cuenta de las cosas de forma más intensa, sin reaccionar ante ellas ni interpretarlas, limitándose a captar
lo que son a cada momento. De este modo, la persona se va haciendo más consciente, e incluso autoconsciente, por aplicar de forma perseverante la atención pura, es decir, aquella libre de prejuicios que se enfoca sobre las cosas para percibirlas a cada momento de forma intensa y profunda. A medida que uno se va haciendo más consciente gracias al establecimiento de una firme atención vigilante, uno va estando más capacitado para regular sus propios pensamientos, palabras y actos; para frenar sus hábitos nocivos y transformar o encauzar sus impulsos; para propiciar emociones sanas y disipar las insanas, y para construir vínculos y lazos afectivos cooperantes y fecundos, es decir, más incondicionales y desinteresados.
EL DOMINIO DE LA MENTE
La mente es una criatura rara y caprichosa. A menudo «vomita» pensamientos inconexos, que nos arrastran a su paso, sin dejamos tiempo para reaccionar u oponemos a ellos. Es propio de su naturaleza distraerse y divagar, sin centrarse en nada en particular. Se muestra ingobernable y nada dócil, oscilando siempre entre el apego y la aversión. Una persona nunca posee a su mente, sino que es esta quien le posee a ella. Nuestro afán como individuos debe ser llegar a controlar la mente todo lo posible, hasta el punto de no dejamos dominar por ella o de ser tan conscientes de sus mecanismos que podamos contrarrestarlos y aminorar enormemente los efectos nocivos que tiene sobre nuestra percepción de las cosas. La mente es, por tanto y simultáneamente, un gran misterio y un problema colosal. Tiene mucho poder, pero es un poder que puede utilizarse tanto de forma destructiva como autodestructiva, y que ella misma utiliza en un sentido u otro, sin parar mientes en si eso resulta ser beneficioso o perjudicial para la persona, ya que si se la deja suelta actúa según patrones inconscientes y limitadores de la percepción.
