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I love poutine ...y todo lo demás que ofrece Montreal

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poutine...y todo lo demás que ofrece Montreal

Caminando por las calles de Montreal observo desde el aparador una camiseta con la leyenda que da título a este artículo, y que describe letra a letra uno de los motivos por los que la visita a este destino canadiense se lleva a casa no sólo en la mente, como un grato recuerdo, sino también en el estómago, por los kilitos de más que te acompañan de regreso.

Por: Yazmín Vargas Montesano

FOTO: © QUARTIER DES SPECTACLES, MARTINE DOYON

Sólo había dado unos cuantos pasos al interior de la habitación 1922 del Fairmont The Queen Elizabeth cuando un olor familiar y seductor me ataca de golpe, cual león agazapado hace con su presa. El aroma desempeñaba muy bien su papel de carnada llevándome lentamente hacia la trampa que había sido plantada sobre la mesita del fondo: ¡Un platón con chocolates!

La emoción me invade y es entonces cuando la gula aniquila mi fuerza de voluntad. Así empieza mi recorrido por Montreal, un destino donde la glotonería ha sido usada como su mejor arma para atraer al turista, y la táctica en verdad que funciona. El primer “golpe” a la dieta había sido certero, pero no sería el único pues este legendario hotel construido a finales de los años 50 –y que en otoño de 2017 recibiera su más reciente “manita de gato”– había guardado su mejor artillería para el momento de la cena, la escena de “la masacre al intestino” fue el Rosélys Bistronomie, de apariencia elegante y seductora, tal como luciera Fred Astaire, interpretando su papel en “La alegre divorciada”. Este restaurante es más certero en la primera estocada si el convite presenta tintes grupales, ya que en el afán del meeting planner por mostrar ampliamente la gastronomía propia del destino, puede recurrir a la vieja y conocida estrategia de guerra de poner los platillos al centro y que cada quien elija lo que se llevará a la boca, que a simple vista parece inofensiva pero que al final los glotones pagarán los platos rotos si se excedieron en las porciones.

FOTOS: FAIRMONT THE QUEEN ELIZABETH

INSTALACIONES PARA MEETINGS

37

salones

7,881 m²

de espacio total para conferencias y reuniones

37 m2

en espacios abiertos

372 m2

de piso de exhibición

Tel: (514) 861 3511 queenelizabethhotel@fairmont.com

FOTOS: FAIRMONT THE QUEEN ELIZABETH

LA CÁPSULA DEL TIEMPO

Y si bien, la reciente remodelación dotó al Fairmont The Queen Elizabeth de tecnología y las comodidades de la vida moderna, pensar en tocar la habitación 1742 sería cometer sacrilegio, al menos para los melómanos, pues aquí se desarrolló uno de los episodios más importantes de la música, protagonizado en 1969 por John Lennon y Yoko Ono a través del movimiento de protesta contra la guerra de Vietnam, Bed-In, donde se escribió la canción “Give Peace a Chance” y se tomó la controversial foto donde la pareja sale de espaldas, desnuda, y que más tarde fuera la imagen de portada del álbum “Two Virgins”.

Así que ya estando aquí era imperativo conocer la suite, que para mi sorpresa ha sido preservada, tal cual aparece en el documental “Bed Peace”. Sin embargo la experiencia va más allá de una inspección visual con la incorporación de realidad aumentada que literalmente me trasladó al momento de los hechos y no sólo eso, ¡me convirtió a mí en el ex beatle!, de un momento a otro me veo rodeada por cámaras y micrófonos, todos me cuestionan. Sorprendida giro la cabeza y veo entrar a más gente a la habitación, el bullicio va en aumento… me detengo en cada detalle: observo en las paredes mensajes en pro de la paz, esas que el mismo cantante esbozara a manera de consigna; me levanto de la cama y por curiosidad tomo el teléfono de disco –vaya que me trae muchos recuerdos de mi niñez–, y entonces… otra sorpresa: oigo alguna de las conversaciones que Lennon tuviera con la prensa internacional a lo largo de los siete días que estuvo en el hotel. Me retiro el visor y regreso al presente, todavía exhorta por lo que acabo de experimentar, pues como diría el vecinito de “Los Increíbles” ¡Esto es otra onda!

Al salir de la habitación me digo, “si yo fuera meeting planner y quisiera sorprender a un grupo pequeño, lo haría con esta experiencia”. Sigo mi camino y voy recorriendo el hotel imaginando cómo podría en estos espacios montar un evento, llego al lobby, es muy llamativo, sin duda alguno de sus espacios sería maravilloso para albergar un coctel en petit comité, sin perturbar a los demás huéspedes; me entero que tienen una terraza al aire libre y me imagino a los invitados desde lo alto observando las peculiaridades de esta ciudad británica, cuyos edificios han adquirido una tonalidad verduzca a consecuencia de la oxidación del cobre con el que fueron recubiertos la mayoría de sus tejados.

DELICIAS DE ALTOS VUELOS

Dicen que el estómago es un órgano que tiene la cualidad de expandirse temporalmente para almacenar la comida, lástima que mi ropa no tenga dicha condición, porque vaya que hubiera sido infinitamente valorada después de la visita al Les Enfants Terribles Restaurant, donde hubiera sido imperdonable no probar el platillo por excelencia de la gastronomía quebequense: La poutine o putin (en francés europeo).

Llega hasta la mesa del rincón un enorme platillo –como percibo que suelen ser las porciones en Canadá– entonces exclamo: ¡uff y ésta es la entrada! La miro fijamente e inhalo profundo “para agarrar valor” y clavo decididamente el tenedor hasta el fondo del plato, pinchando de un sólo tajo un gran trozo de papas fritas; en este momento recibo la recomendación de tomar al mismo tiempo un cubito del queso semi fundido y de salsa de carne con la que está bañado, siguiente paso, a la boca y así sucesivamente hasta ver el fondo.

Mientras sirven el plato fuerte, seguido de una gama de deliciosos postres, es momento para admirar la vista del restaurante, el cual se renta para realizar eventos privados, sin duda tus invitados –excepto los que sufren de acrofobia– disfrutarían mucho de la panorámica del edificio 1 Place Ville Marie, uno de los cuatro rascacielos más altos de Montreal. La entrada es por el Boulevard Robert-Bourassa.

No sé qué tan recomendable es atiborrarme de las delicias de la cocina típica canadiense y minutos después pararme en la orilla de un piso 46, pero sucedió. Por unos segundos tuve que soportar el vértigo, pero en verdad valió la pena ir un nivel arriba, al Observatorio. Lo primero que llama mi atención es el puente atirantado Jacques-Cartier que cruza el Río San Lorenzo; camino luego en círculos por la terraza resguardada por ventanales de piso a techo y noto que la arquitectura en la ciudad es una mezcla muy singular: destacan las cúpulas de La Basílica-Catedral de María Reina del Mundo y de Santiago, que fuese construida como una réplica de la Basílica de San Pedro, en Roma, sólo que ésta es tres veces más pequeña; también veo las torres gemelas de la Basílica de Notre-Dame, copia fiel de la asentada en París, que según el programa del viaje mañana visitaré.

Respecto de los rascacielos me entero de un dato curioso y es que ninguna construcción debe sobrepasar los 223 metros de altura, para no estar por encima de la cumbre del Mont Royal, la montaña que se observa al norte de la ciudad. Ojalá todos los gobiernos mostraran el mismo interés por preservar el orden paisajístico y regular el crecimiento de sus ciudades. ¡Si esto pasara en donde yo vivo!

■■ La Basílica de Notre-Dame.

FOTO: © TOURISME MONTRÉAL, STÉPHAN POULIN

SABÍAS QUE...

EL PARQUE MONT ROYAL ES OBRA DE FREDERICK LAW OLMSTED, QUIEN TAMBIÉN DISEÑÓ CENTRAL PARK, EN NUEVA YORK.

FOTO: © PARTENARIAT DU QUARTIER DES SPECTACLES, STÉPHAN POULIN

CHALET MONT ROYAL

Y ya que mencionamos a Mont Royal y sin olvidar la misión que me trajo hasta el norte del continente americano, que es conocer la infraestructura, servicios y productos turísticos dirigidos al mercado MICE, no puedo dejar de ver al chalet que está en la cúspide de la montaña como una venue, de estilo francés Beaux Arts, que seguramente dotaría a cualquier reunión de una ambientación señorial. En el chalet se permite realizar eventos de 300 a 700 personas.

ANDO VOLANDO BAJO

Y como esto de estar en las alturas me agradó, pues por qué no dar una vueltecita –literalmente– por La Grande Roue de Montreal, la rueda de observación que desde el año pasado se ha convertido en una de las principales atracciones para los turistas. Pero como ya pudieron notar, mi espíritu es un tanto masoquista porque el miedo me emociona y los nervios me atacan incluso momentos

El itinerario se ha desarrollado en la zona Ville Marie, que es el Centro Histórico de la ciudad, por lo que ha sido muy fácil llegar a pie hasta El Palais des Congrès, ahí me entero que tiempo atrás fue considerado para ostentar el título de World’s Best Congress Center, además recibió el reconocimiento Quality Standards Gold, en 2015, otorgado por la Asociación Internacional de Centros de Convenciones.

Me gustaría decir que conocí el recinto por dentro pero no quiero engañarlos, indagué de sus servicios con el personal que encontré en la entrada y que amablemente mencionó que el inmueble tiene ocho niveles y que en total ofrecen 51,280 m² de espacio de alquiler, divididas en 113 salas. Lo que sí pude constatar es que el recinto goza de un diseño moderno con mucha iluminación.

antes de subir a una de las 42 cabinas para ocho personas, que son prácticamente una pecera de cristal para que sin importar en qué lugar te coloques siempre tengas oportunidad de ver la ciudad desde un ángulo de 360 grados. La duración de esta experiencia es de alrededor de 15 minutos.

AHORA EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA

Cuando me contaron que Montreal tenía una ciudad subterránea la curiosidad me invadió y más aún al enterarme que el principal recinto ferial forma parte de esta red de túneles, que además está conectada con el metro y numerosas tiendas comerciales ¡uff!, no necesito más razones para salirme un poco del programa, lanzarme a investigar y de pasadita a ejercer mi deporte favorito: el shopping, porque quienes me conocen no me dejarán mentir, puedo ser merecedora de la medalla de oro en esta disciplina.

CONTACTO:

info@congresmtl.com Tel: 1514 871 8122

CONOCIENDO MONTREAL A SORBITOS

Después de correr por los túneles me ha dado “sed de la mala”, así que vamos a buscar cómo calmarla, y qué mejor espacio que el Barrio Latino para brindar con una cerveza artesanal, cuyo auge ha dado pie a la creación de un tour cervecero, visitando varios bares donde muestran el arte de catar cervezas, y como nunca falta quien se niegue a formar parte de la dinámica pues yo como buena compañera me ofrezco a tomar lo que le corresponde. Para eso estamos los amigos ¿no?

La experiencia no estaría completa si no descubrimos de forma directa los secretos de su preparación, así que ataviados con cofia y tapabocas entramos hasta la fábrica de una microcervecería.

■■ Platillo del restaurante Rosélys dentro del Fairmont The Queen Elizabeth.

FOTO: © ORLANDO G. CEROCCHI

FOTO: © TOURISME MONTRÉAL, STÉPHAN POULIN

TOMA NOTA

Desde la Ciudad de México, Air Canada brinda servicio con dos rutas a la parte Este de Canadá: a Toronto con dos frecuencias diarias y a Montreal en verano, con hasta seis frecuencias por semana.

NO NECESITAS VISA

La Visa ya no es un requisito para que los mexicanos podamos viajar a Canadá, sin embargo, si tu acceso al país será vía aérea deberás solicitar la Autorización Electrónica de Viaje (ETA, por sus siglas en inglés), la cual tiene un costo de 7 dólares. El trámite se realiza vía electrónica a través del portal www.cic.gc.ca/english/visit/eta-start-es.asp. y la respuesta la recibirás por email casi de forma inmediata.

ENTRE DULCE, SALADO, ÁCIDO, AMARGO… LA ELECCIÓN SE HACE DIFÍCIL

Conforme pasan los días, la estancia va sumando experiencias gastronómicas y kilitos de más a mi cuerpo, lo bueno es que la aerolínea cobra por el equipaje extra no por el sobrepeso del viajero, así que seguimos, pues veo que en todos lados hay algo bueno que probar, sólo que a estas alturas me he hecho de una aliada dispuesta a compartir desde especialidades, hasta aperitivos y fina repostería, como los chocolates franceses y macarrones de todos los tamaños y colores, y pienso que para un meeting planner definir un banquete o incluso los canapés del coctel de inauguración de su evento no será tarea sencilla.

Además los cafés más populares de la zona son reflejo de la personalidad de Montreal, cada uno de ellos destaca por su atractivo y sabor propio, así que si el número de invitados a tu evento lo permite, llévalos a uno de estos establecimientos para que puedan empaparse de la vida local de la ciudad.

De esta manera nos queda claro por qué Montreal presume ser un destino gourmet, título sustentado por más de 5 mil restaurantes. Más los tours gastronómicos con la participación de tiendas locales, las cuales siempre tendrán algo rico para compartir a través de degustaciones o en forma de apetecibles regalitos.

FOTO: © MONTRÉAL CONVENTION CENTRE

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