Comentario Bíblico Hispano 2.0 - Marcos

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Los comentarios exegéticos-expositivos de la Biblia son sumamente importantes por el apoyo que nos brindan para entender mejor las Escrituras. Esta serie de comentarios del Nuevo Testamento escrita por el pastor Pablo A. Deiros es especialmente valiosa para pastores, misioneros y líderes de la Iglesia de Jesucristo. El Dr. Deiros es pastor, historiador, misiólogo, educador, escritor y estudioso de la Biblia, que ha dedicado toda su vida y todo su ministerio a entender, enseñar y predicar la Palabra de Dios en forma profunda, actualizada, concreta, misiológica, latinoamericana y pastoral. Escritos por un pensador latinoamericano, basados en la versión NVI (la Biblia de los jóvenes), estos comentarios son únicos por la gran bendición que ofrecen al liderazgo latinoamericano. Todo pastor y líder de la iglesia encontrará aquí un tesoro de inspiración y sabiduría, que profundizará su relación con Cristo, su inspiración del Espíritu Santo, su conocimiento de la Biblia y sus estudios bíblicos y sermones. —D r. C harles (C huck ) Va n E ng en , P h. D. Arthur F. Glasser Senior Professor Emeritus de Biblical Theology of Mission, School of Intercultural Studies, Fuller Theological Seminary (Pasadena, California). Fundador, Presidente y CEO de Latin American Christian Ministries y su programa PRODOLA.

Este es un trabajo extraordinario y un aporte colosal a aquellos que amamos comunicar la Palabra de Dios a las nuevas generaciones, con fidelidad a Dios y a su texto sagrado. Pablo A. Deiros no solo escribe como un estudioso de la palabra escrita, sino como un investigador de la historia de la iglesia y en particular, como alguien que conoce el mundo de habla hispana y las diferentes expresiones de la iglesia contemporánea. Este es un comentario nuestro y para nosotros. Viaja al pasado, vuelve al presente y propone un futuro exhibiendo un análisis minucioso y a la vez, un matiz pastoral práctico. Gracias Pablo por tantas horas de trabajo para facilitar el nuestro. — D r. Lu cas L eys , P h. D. Fundador del ministerio e625 y destacado líder juvenil internacional.

Le doy la más cordial y grata de las bienvenidas al nuevo comentario del Nuevo Testamento de la serie Comentario Bíblico Hispano, del buen amigo y colega Pablo A. Deiros. Se trata de un proyecto teológico extraordinario, de naturaleza exegética y expositiva, que responde efectivamente a


los reclamos e inquietudes de las juventudes y las iglesias latinoamericanas. Se basa en el texto bíblico de la Nueva Versión Internacional, y toma muy seriamente en consideración, no solo las necesidades de las nuevas generaciones, sino que aprecia el mundo carismático, incentiva las misiones, propicia la educación cristiana relevante, y fomenta la predicación transformadora. Y ciertamente puede ser muy útil para líderes de jóvenes, predicadores y predicadoras, y para maestros y maestras que deseen presentar a la sociedad contemporánea un mensaje bíblico, pertinente, claro y contextual. Gracias, Pablo, por invertir tus energías y dones en la construcción del Reino. — D r. Sa mu el Pag á n Traductor de la Biblia y escritor Decano de Programas Hispanos Centro de Estudios Bíblicos en Jerusalén Jerusalén y Lakeland

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Comentario Bíblico Hispano 2.0 Marcos Dr. Pablo A. Deiros 1a edición Editorial Peniel Boedo 25 Buenos Aires, C1206AAA, Argentina Tel. 54-11 4981-6178 / 6034 e-mail: info@peniel.com www.peniel.com ISBN 978-1-949238-17-4

Las citas bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI), salvo que se indique otra. Copyright © 1999 por Bíblica, Inc. Edición y corrección: Norma H. Calafate Diseño de portada e interior: Arte Peniel • arte@peniel.com ©2019 Editorial Peniel Impreso en Colombia Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial, la distribución o la transformación de este libro, en ninguna forma o medio, ni el ejercicio de otras facultades reservadas sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes vigentes.


P R E SE N TAC I Ó N DE LA SERIE

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ara alguien que ha predicado y enseñado el Nuevo Testamento por más de medio siglo, escribir un comentario exegético y expositivo del mismo es una manera maravillosa de coronar su ministerio profético y de enseñanza. No pretendo con esta serie de comentarios competir con las obras clásicas y eruditas de las que, gracias al Señor, ya disponemos en nuestro idioma. Pero sí es mi objetivo contribuir con los resultados de mi estudio, meditación y comunicación de la Palabra de Dios en el Nuevo Testamento a la edificación de la iglesia (1 Co. 14.3). El Señor me ha bendecido enormemente a través de cada pasaje de esta segunda parte de la Biblia, y es mi oración y deseo compartir con mis lectores los incalculables tesoros que el Espíritu Santo me ha dado a través de la lectura, estudio, predicación y enseñanza de su Palabra. Así como toda traducción del texto bíblico es una interpretación, de igual modo toda exposición del mismo es también una comprensión revestida de la experiencia personal de quien la hace. En mi caso, la mayor parte del material que comparto en esta serie es el resultado de mis experiencias personales como pastor y maestro de la Palabra. Pero también resulta de lo mucho que he aprendido de otros a través de sus propios ministerios proféticos y de enseñanza, como voceros del Señor. El lector atento podrá detectar ambas vertientes que circulan a lo largo de cada libro de este Comentario del Nuevo Testamento. Un elemento significativo de mi aporte en este campo bastante transitado es la perspectiva desde la que me aproximo al texto neotestamentario. 19


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Lo hago como latinoamericano que vive y sirve en este precioso continente, y bien embebido de su cultura y cosmovisión. Me identifico con una fe evangélica y todo lo que esto significa para mí como heredero de la Reforma Protestante, especialmente en el marco de la tradición anabautista. Mi perspectiva es esencialmente misiológica, ya que considero que el eje de la vida y acción del cristiano y la iglesia es y debe ser el cumplimiento de la misión cristiana en el mundo, conforme a la voluntad revelada de Dios. Además, mi compromiso es con la proclamación de un evangelio integral, que consiste en el anuncio de la buena noticia tocante a Jesús a todo ser humano en la totalidad de su ser y relaciones. Mi aproximación exegética al texto bíblico procura llevarse a cabo con las pautas más recientes de la ciencia hermenéutica, y mi exposición del mismo procura presentar herramientas útiles a quienes hoy tienen la responsabilidad de enseñarlo y predicarlo con todo celo y claridad. Gracias al Señor, hoy contamos con herramientas extraordinarias y sumamente útiles para llevar a cabo esta tarea con total precisión. Para esta serie de comentarios he escogido el que me parece el mejor texto disponible en nuestra lengua: la Nueva Versión Internacional, producida por la Sociedad Bíblica Internacional (1999). Considero que esta traducción satisface plenamente la necesidad de disponer de un texto claro y exacto, que garantiza una gran fidelidad al sentido y mensaje de los escritores originales. En este sentido, recomiendo al lector y estudiante utilizar este comentario junto con el texto de la NVI y, en particular, la Biblia Nueva Reforma, que he tenido el honor de editar (2017). De todos modos, la tarea exegética la he llevado a cabo desde el texto griego original y utilizando las mejores fuentes secundarias disponibles.1 El lector notará que de tanto en tanto introduzco, en la lengua original (griego), una palabra o frase utilizando letras latinas y la transcripción mayormente aceptada. Hago esto para que el lector con cierto acceso instrumental al griego del Nuevo Testamento tenga un elemento más para su comprensión, y para que quienes no han tenido la oportunidad de estudiar esta lengua sean introducidos de algún modo a la misma. 1.

The Greek New Testament, 4ta. ed. rev., ed. por Barbara Aland, Kurt Aland, Johannes Karavidopoulos, Carlo M. Martini y Bruce M. Metzger (Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 2001).

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Presentación de la serie

Esta serie de comentarios exegéticos y expositivos del Nuevo Testamento es una obra en varios volúmenes, escrita por un conocido teólogo, historiador y biblista latinoamericano (argentino). No pretendo ser un erudito en este campo, pero sí alguien que ha predicado expositivamente y enseñado con rigor exegético todo el Nuevo Testamento con una perspectiva misiológica y un ordenamiento homilético. Esta colección enfatiza la comprensión y exposición del texto bíblico, con el propósito de ofrecer a los lectores materiales confiables que ayuden a la predicación y enseñanza del Nuevo Testamento, en el contexto hispanoamericano actual. El mundo hispanoparlante padece de un déficit alarmante en cuanto a la predicación y enseñanza expositiva del texto bíblico. La mayor parte de quienes cumplen este ministerio no cuentan con la formación suficiente y necesaria para hacer una exégesis y exposición adecuada de la Palabra. Este comentario espera llenar estas necesidades: •

Al hacer una contribución significativa e instrumental proveyendo de materiales de comunicación fácil y clara.

Al ofrecer al lector las mejores y más recientes herramientas para la comprensión del texto bíblico.

Al permitir a predicadores y maestros utilizar todo el Nuevo Testamento en sus presentaciones y no tan sólo algunos pasajes más conocidos.

Al elevar el nivel de comprensión del texto bíblico y mejorar su propia capacidad expositiva del mismo en nuestra lengua.

Al ayudar al lector de la Biblia a tener una experiencia más satisfactoria en la lectura y comprensión de la Palabra de Dios

Este Comentario del Nuevo Testamento está redactado para personas con un nivel medio de educación (secundario), que están comprometidos con algún ministerio en la iglesia (pastoral, docente, evangelizador, misionero, de servicio, etc.) Será también de valor para todo creyente que desee leer y estudiar la Palabra de Dios con inteligencia, bajo la guía del Espíritu Santo. A su vez, este comentario del Nuevo Testamento presentará una aproximación única y singular al texto de la Biblia, desde una perspectiva hispanoamericana y pastoral, con énfasis sobre los aspectos exegéticos, expositivos y abundantes elementos homiléticos. Esto 21


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ayudará a los predicadores y maestros de la Palabra en nuestra lengua a contar con herramientas útiles para cumplir con su misión de proclamar “todo el propósito de Dios” (Hch. 20.27). — Pa b l o A . D ei ro s

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CAPÍTULO 1

EL REINO DE DIOS SE HACE PRESENTE 1.1-15, 21-22, 32-39; 6.14-29

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uchos lectores de la Biblia sienten que Marcos salta demasiado rápido a su relato de las acciones y obras poderosas de Jesús, y que hubiera sido interesante que incluyera algo sobre la infancia del Señor o algún otro dato introductorio. Pero, como se indicó, Marcos no está escribiendo una biografía de Jesús. Su propósito es contar a sus lectores la obra poderosa de Jesús, que resultó en su muerte y resurrección por toda la humanidad. Su propósito básico es mostrarnos de qué manera el poder del reino de Dios se hizo evidente a través de sus acciones. Un grupo de lectores muy inteligentes estaba conversando acerca de una novela muy conocida. Uno de ellos dijo: “Estoy de acuerdo en que es un libro que se puede disfrutar después del primer centenar de páginas.” Lo que quería decir es que el autor había usado cien pá­ginas en una larga y tediosa introducción, que estaba totalmente fuera de lugar. No obstante, nadie puede acusar a Marcos de tal desperdicio de palabras. La acción que Jesús desplegó es el interés fundamental del autor, y “acción” es precisamente la palabra clave de este Evangelio. No nos sorprende, entonces, que el autor rápidamente pase por los prolegómenos y se apresure por iniciar su narración de las acciones de Jesús, el Hijo de Dios. Como indica Carlos Mraida: “El Evangelio de Marcos nos interpela mostrándonos, quizás como ningún otro Evangelio, a Jesús actuando poderosamente entre la 54


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gente y transformando la realidad. Por eso, debemos pensar en la reforma permanente de la iglesia, de manera que nos encaminemos hacia una iglesia que muestre a Jesús en acción.”1 Seis cosas se destacan en los versículos que consideraremos en este capítulo: (1) la preparación para el Mesías (1.1-8; 6.14-29); (2) la preparación del Mesías (1.9-13); (3) el mensaje del Mesías (1.14-15); (4) la autoridad del Mesías (1.21-22); (5) la misión del Mesías (1.35-39); y, (6) los milagros del Mesías (1.32-34; 3.10-12; 6.5-6, 56). L A PREPARACIÓ N PARA E L MESÍAS (1.1-8; 6.1 4 -2 9 ) En unas pocas y breves declaraciones, Marcos bosqueja el trasfondo de la preparación para la manifestación pública de Jesús. Así, nos presenta el comienzo del evangelio. El relato no se inicia con el nacimiento de Jesús en Belén, sino antes. La venida del Mesías iba a ser precedida por un mensajero, cuya tarea sería la de preparar el camino para el Rey y presentarlo. Es así como Marcos introduce en su relato el ministerio de Juan el Bautista. El relato que hace Marcos del ministerio de Juan el Bautista es más breve que el de Mateo o el de Lucas. Sin embargo, incluye las características esenciales de este ministerio. Según él, Juan predicó un “bautismo de arrepentimiento.” Juan fue un predicador singular y fue genuinamente honesto en su predicación. Marcos introduce el trasfondo de la preparación para la manifestación poderosa de Jesús indicando dos cosas: Jesús es el Hijo de Dios y los seres humanos deben arrepentirse (1.1-8). El comienzo del evangelio (1.1-2) La primera frase del libro es pionera e inauguró una nueva forma literaria, la de los Evangelios. “Comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios” (1.1). Quizás este primer versículo del Evangelio más temprano funcione como un título, que declara de qué se trata el resto del escrito y cuál es su tema. Puede también ser simplemente una referencia directa al 1.

Mraida, “Marcos: hacia una iglesia que muestra a Jesús en acción,” 1529.

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comienzo del ministerio de Juan el Bautista como el verdadero comienzo del evangelio. Pero lo más probable es que sea un encabezamiento introductorio, dado que no abarca una oración completa. Este evangelio tiene un principio histórico (v. 1). Dios lleva a cabo su obra redentora en la historia. El poder del reino de Dios se manifiesta en el tiempo y en el espacio. Nótese que el relato no comienza con el nacimiento de Jesús en Belén, sino antes. Hay tres cosas que destacar aquí: El evangelio. El escrito se titula como “evangelio” o buenas noticias. El vocablo griego (euaggélion) literalmente significa “la buena noticia.” La palabra puede referirse a: (1) el libro que estamos estudiando (el Evangelio de Marcos); (2) el mensaje predicado por Jesús (1.14); (3) la buena noticia que proclamamos acerca de Jesús (16.15). Aquí, Marcos se refiere a lo tercero. Este Evangelio de Marcos encierra un mensaje acerca de Jesús, un tipo de predicación del ministerio de Jesús, que sigue una cierta secuencia cronológica y está centrado en el relato de la crucifixión. Algunos eruditos han especulado que el primer Evangelio se desarrolló hacia atrás, con el segmento intenso y relativamente extenso de la pasión escrito primero, en razón de la predicación misionera, al que se le agregó después el relato previo del ministerio de Jesús en Galilea. De esta manera, Marcos es un Evangelio porque contiene el evangelio, pero como forma literaria es una pieza cristiana original. Como tal, no es una simple biografía de Jesús, si bien tiene algunas características biográficas. Lucas se refiere a otros Evangelios en existencia como relatos históricos (Lc. 1.1). Juan se caracteriza claramente como un libro (Jn. 20.30). Mateo también se presenta como un libro (1.1, RVR, BA, BJ). Sólo Marcos introduce su escrito como un Evangelio, es decir, una buena noticia. Y esta noticia es “buena” por dos razones. (1) Nos habla de cosas que Dios ha hecho, especialmente a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús. (2) Nos habla de cómo Cristo nos puede liberar del poder del pecado a través del poder de su obra. Jesucristo. Este es un nombre compuesto (gr. Iēsoū Jristoū). Jesús era un nombre común entre los judíos y significa “Salvador” (Mt. 1.21). El 56


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historiador judío Flavio Josefo menciona a más de veinte personas que tenían este nombre. Pero para el segundo siglo, casi en toda cultura dejó de usarse este nombre por entender que era “el nombre que está sobre todo nombre” (Fil. 2.9). Cristo es la traducción griega del hebreo Mesías, y significa el Ungido de Dios. La presentación de Jesús como el Cristo es uno de los temas cruciales de este Evangelio (Mr. 8.29-38). Al unir ambos nombres, Marcos está diciendo: Jesús es el Mesías esperado por los judíos para su liberación. Para nosotros hoy, Jesús libera no sólo a los judíos, sino también a los gentiles. Él lo hace por medio de su muerte en la cruz y no por la fuerza. Y nos libera no de un poder político o humano, sino del poder del pecado y de Satanás. Guillermo Cook y Ricardo Foulkes: “Únicamente aquí, y en los vv. 14-15, el autor identifica el ‘evangelio’ explícitamente con la persona y autoridad de Jesucristo. Con esta declaración escrita, Marcos desafía al aparato ideológico del Imperio Romano. Apropiándose de las imágenes legitimadoras del Imperio y de la tradición judía, Marcos anuncia el advenimiento de un líder ‘ungido,’ que ha sido confirmado por Dios y quien proclama un ‘reino’ (vv. 14, 15).”2

Hijo de Dios. Algunos de los manuscritos antiguos y de los Padres tempranos no incluyen la designación aposicional que se agrega a la frase anterior, “el Hijo de Dios” (gr. huioū theoū). Pero la mayor parte de las mejores fuentes la contienen. Puede haber sido un agregado de algún escriba, pero lo más probable es que perteneciera al autógrafo, es decir, al escrito que salió de la pluma de Marcos. Después de todo, Jesús como el Hijo de Dios es uno de los temas cruciales proclamados por el evangelista por todas partes en su Evangelio, alcanzando su clímax con el soldado junto a la cruz (1.11; 3.11; 8.38; 9.7; 12.6; 13.32; 14.36; 15.39). Además, Marcos sabía que Jesús era el Hijo de Dios. Lo sabía porque para cuando él escribió ya habían pasado varios años de la muerte, resurrección y ascensión del Señor, y la iglesia ya había desarrollado una teología incipiente a la luz del testimonio apostólico. Pero quienes se 2.

Cook y Foulkes, Marcos, 38.

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encontraron con Jesús por primera vez (sus primeros discípulos), no tenían la misma convicción y claridad al principio. Sus seguidores pensaban que él era un buen hombre enviado por Dios. Más tarde, Pedro reconoció que Jesús era el Mesías (8.29). Pero fue recién después de Pentecostés, que los creyentes se dieron cuenta de que él era más que el Mesías, y lo reconocieron como el Hijo de Dios. Marcos escribió su Evangelio para afirmar esta verdad. Este evangelio tiene un antecedente profético (v. 2). El evangelista Marcos proclamó las buenas noticias de Jesucristo (v. 1), y el proclamador, Juan el Bautista (vv. 2-11) anunció las buenas nuevas del reino. De esta manera, los dos mensajes o evangelios están interrelacionados creativamente. El cristiano predica el mensaje de Jesucristo y a Jesucristo mismo, en lugar de optar entre uno y el otro. ¿Quién ha sido más prominente o influyente en nuestra experiencia religiosa? Algunos cristianos se centran en la persona de Jesucristo, mientras que otros ponen el énfasis sobre las enseñanzas de Jesucristo. Quizás lo mejor es tomar seriamente en cuenta las dos cuestiones. Una observación más. Las palabras del v. 3 son de Isaías (Is. 40.3), pero las del v. 2 vienen de Malaquías 3.1. ¿Se equivocó Marcos? Algunos críticos ponen en duda la autoridad de la Biblia porque, según dicen, “contiene errores de este tipo.” Admitimos que Marcos no menciona a Malaquías. Pero lo importante no es que el autor atribuye erróneamente ambos versículos a Isaías, sino que es claro en señalar que Cristo vino al mundo a morir y resucitar por nuestros pecados. Marcos escribió inspirado por el Espíritu Santo, pero él no era divino, sino humano. Su error humano no invalida el mensaje divino del evangelio sobre el que escribe. Estas palabras nos enseñan que los eventos que se narran no ocurrieron por casualidad. Dios hizo sus planes desde la eternidad, y profetas como Isaías y Malaquías comprendieron algo de estos planes. Es así que el Señor envió a Juan en el momento justo. Dios también ha hecho planes para nosotros, y lo que nos ocurre no es por pura casualidad. Él tiene un propósito para nuestras vidas y está muy dispuesto a cumplirlo (Sal. 138.8).

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El ministerio de Juan el Bautista (1.3-8) El mensaje profético era que la venida del Mesías iba a ser precedida por un mensajero, cuya tarea sería la de preparar el camino para el Rey y presentarlo. Marcos dice que este alguien fue Juan, y que el Señor era Jesús, de modo que la profecía se cumplió. El relato que hace Marcos del ministerio de Juan es más breve que el de Mateo y el de Lucas. Sin embargo, nuestro autor considera las características esenciales de ese ministerio. De hecho, Marcos muestra mucho interés en el ministerio del Bautista, ya que aparece 16 veces en su Evangelio (1.6, 9, 14; 2.18; 6.14-25; 8.28; 11.3032). No obstante, no nos ofrece datos sobre su familia y nacimiento, lo cual puede deberse a que Juan era muy conocido por sus lectores. Flavio Josefo destaca que su ministerio fue muy famoso y causó gran impresión en el pueblo.3 Marcos lo presenta como “el bautizador” (1.4; 6.14, 24) y también como “el Bautista” (6.25; 8.28). Juan fue un predicador pionero (vv. 3-5). Su misión fue la de preparar a la gente para recibir la enseñanza de Jesús. En este sentido, su ministerio fue en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Si se comparan los vv. 2-3 con los vv. 4-8 se puede ver el paralelismo. El anuncio profético había sido que Dios mismo intervendría en la historia de su pueblo. Pero su venida (Mal. 3.1) sería anticipada por un precursor (“mi mensajero,” “mi ángel”). Según la interpretación de los rabinos, este mensajero sería el profeta Elías. De allí que Juan encarnara en su personalidad y costumbres al Elías histórico. La descripción de su vestimenta y comida coincide con la de algunos profetas (Zac. 13.4) y especialmente con Elías (2 R. 1.8; Mr. 9.13). Juan llevó a cabo este ministerio preparatorio de varias maneras. Juan bautizaba en agua. Juan no invento el rito del bautismo. Éste era una práctica bastante común entre los judíos, para admitir al judaísmo a aquellos que no eran judíos. La persona era sumergida en agua en señal de limpieza de sus pecados y de estar en armonía con Dios. Lo novedoso del bautismo de Juan es que era él quien bautizaba y los bautizados eran judíos y no conversos del paganismo. A su vez, el bautismo de Juan era diferente del que posteriormente se practicaría en las comunidades cristianas 3.

Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos, 18.5.2.

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tempranas. Con Juan, el bautismo es un sacramento escatológico, que anticipa la llegada del reino de Dios, mientras que el bautismo cristiano es un testimonio de haber sido objeto de la gracia redentora de Dios en Cristo y la oportunidad para ser lleno del Espíritu Santo.4 Así, pues, el bautismo de Juan era para remisión de pecados, siempre y cuando el arrepentimiento fuese sincero y auténtico. Como indica José Alonso Díaz: “La remisión de pecados era real en virtud de la metánoia, no en virtud del rito de la inmersión. El rito externo era una expresión simbólica del acto del arrepentimiento y de sus efectos de purificación espiritual.”5 Además, nótese que, según el texto, esta práctica ocurría “en el desierto.” Sin embargo, como señala Willi Marxen: “El desierto no es un lugar geográfico. No debemos rompernos la cabeza pensando de qué desierto podía tratarse. Este giro no pretende indicarnos el lugar en que estaba el profeta (ni tan siquiera en el sentido generalísimo de una determinación adverbial), sino que en tēi erēmōi califica al Bautista de cumplidor de profecías veterotestamentarias.”6 Juan predicaba arrepentimiento. El vocablo “arrepentimiento” (gr. metánoia, arrepentimiento, cambio de vida) implica también un cambio de mente o mentalidad, que resulta, a su vez, en un cambio de conducta. Esto es conversión. A menos que la gente se arrepintiera, no estaba en condiciones de recibir la enseñanza de Jesús o de vivir conforme a sus demandas. El arrepentimiento involucra tres cosas: (1) reconocer que es nuestro pecado el que está arruinando nuestras vidas y no echarles la culpa a las circunstancias o a otras personas; (2) confesar nuestros pecados a Dios y no quedarnos con un mero remordimiento por ellos; (3) cambiar de rumbo abandonando la práctica del pecado y deseando vivir la vida conforme con la voluntad de Dios, y no volver a caminar en desobediencia al Señor. 4.

Ver Josef Schmid, El Evangelio según San Marcos, en Biblioteca Herder (Barcelona: Editorial Herder, 1981), 37-38.

5.

José Alonso Díaz, “Evangelio de San Marcos,” en La Sagrada Escritura: Nuevo Testamento II, Evangelios, 3ra ed. (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1973), 337.

6.

Willi Marxen, El evangelista Marcos: estudio sobre la historia de la redacción del Evangelio (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1981), 33-34.

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Juan demandaba confesión. Quienes se reconocían como pecadores confesaban en voz alta sus pecados (gr. exomologoúmenoi tas hamartías autōn). El verbo “confesar” (gr. exomologéō, confesar; reconocer), según el contexto, tiene una acepción jurídica (1 Jn. 1.9) y señala al reconocimiento y confesión de los pecados. Dieter Fürst: “El que confiesa sus pecados reconoce un estado de cosas sin tratar de encubrirlo o siquiera de discutirlo. Dios manifiesta su fidelidad y justicia para con aquel que reconoce y confiesa su culpa perdonándole sus pecados. Las declaraciones sobre la confesión de los pecados (a excepción de 1 Jn. 1.9, aparece siempre el verbo exomologéō), que es la señal del arrepentimiento y, con ello, el signo distintivo de la nueva vida en la fe, continúan la tradición de los Salmos penitenciales. Esto queda especialmente patente en Marcos 1.5, en donde, como en los Salmos, la confesión pública de los pecados es a la vez una liberación de ellos.”7

La confesión de pecados es importante por dos razones: (1) porque nos mueve a examinarnos primero a nosotros mismos y ver qué es lo que está mal en nosotros; (2) porque si confesamos en la presencia de otros, ellos nos pueden ayudar a vencer el pecado. La confesión pública de los pecados es bíblica (Stg. 5.16), si bien no siempre es conveniente. Lo importante es que haya confesión. La falta de ella es quizás la razón principal de la debilidad espiritual de muchas iglesias. Juan fue un predicador singular (v. 6). Lo fue en su manera de vestir y de comer, propias de un habitante del desierto, de un asceta vegetariano o nazareo (Lc. 1.15). Pero esto no era simplemente para llamar la atención sobre sí mismo o por esnobismo. Más bien, su propósito fue el de parecerse lo más posible a un gran profeta precursor, como fue Elías (2 R. 1.8; cf. Zac. 13.4), y cumplir de esta manera la profecía de las Escrituras (Mal. 4.5). Quizás en aquella época fuera este el vestido que se esperaba de un profeta. Es posible, también, que esto explique por qué Marcos nos 7.

Dieter Fürst, “Confesar la fe,” en Diccionario teológico del Nuevo Testamento, ed. por Lothar Coenen, Erich Beyreuther y Hans Bietenhard (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1980), 294.

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presenta una descripción tan detallada de la dieta y vestimenta de Juan, y no hace lo mismo en relación con Jesús.8 Sea como fuere, todos los Sinópticos y Juan destacan las características singulares del precursor de Jesús. Juan el Bautista llamó la atención por su excentricidad (Mt. 3.4), por su popularidad (Mt. 3.5), por su práctica del bautismo (Mt. 3.6), por su valentía (Mt. 3.7-10), por su obediencia (Mt. 3.13-15), por su grandeza (Mt. 11.11), por su integridad (Mt. 14.3-4), por ser profeta (Mt. 14.5), por su martirio (Mt 14.10), por ser predicador de arrepentimiento (Mr. 1.4), por su humildad (Mr. 1.7), por su justicia y santidad (Mr. 6.20), por ser más que profeta (Lc. 7.24-27), por su luminosidad (Jn. 5.35), y por su veracidad (Jn. 10.41). Juan fue un predicador humilde (vv. 7-8). Hay varios elementos indicadores de esta humildad en Juan el Bautista. (1) Fue humilde, porque se comparaba con Jesús (v. 7a; ver Jn. 3.30). La diferencia entre Jesús y Juan era que el segundo, como los profetas del Antiguo Testamento, recordaba al pueblo las leyes divinas que transgredían y les advertía del juicio venidero. Jesús enseñó acerca del juicio, pero habló más del amor de Dios y de la entrega de su Espíritu Santo para ayudarnos a vivir conforme con su voluntad. Notemos que Jesús no sólo habló acerca del Espíritu, sino que nos dio de su Espíritu para fortalecernos. Juan vino con una advertencia, mientras que Jesús vino con un regalo. (2) Fue humilde, porque no se consideraba digno de ser esclavo de Jesús (v. 7b). La tarea de “desatar la correa de las sandalias” de alguien era propia de los esclavos y era considerada como uno de sus trabajos más humillantes e indicativos de su condición de esclavo. (3) Fue humilde, porque reconocía sus limitaciones (v. 8). Su mensaje era de juicio, mientras que el de Jesús era un mensaje de gracia. Nosotros somos seguidores de Jesús y no de Juan. Comenzamos testificando de la gracia de Dios y de la entrega de su Espíritu. Luego advertimos de las consecuencias negativas de transgredir las leyes de Dios. El bautismo “con (en) el Espíritu Santo” (gr. en pneúmati hagíōi) se refiere a la recepción del Espíritu de Cristo, que viene con la conversión a él. No se trata aquí de una segunda experiencia de gracia 8.

R. H. Lightfoot, The Gospel Message of St. Mark (Oxford: Clarendon Press, 1950), 19.

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posterior a la conversión, sino de la unción del Espíritu sin la cual no podríamos ser creyentes (1 Jn. 2.20-21, 27). Es la presencia del Espíritu Santo en la vida lo que nos constituye en cristianos e hijos de Dios (Ro. 8.9-11). La muerte de Juan el Bautista (6.14-29) El ministerio de Jesús ya estaba en plena marcha. Los Doce ya habían sido enviados a su primer viaje misionero, y esto les dio oportunidad a muchas personas de oír acerca de Jesús por primera vez. Es muy probable que la fama de Jesús se agigantara y el relato de sus acciones poderosas llegara a todos los rincones de Galilea, incluso al rey Herodes. La información recogida por este monarca parece que lo llenó de un temor supersticioso, porque estaba bastante confundido. Él pensaba que quizás Jesús era Juan el Bautista resucitado, puesto que él lo había mandado a matar. Es probable que, en razón de esto, Herodes procurara arrestar o matar a Jesús, y quisiera hacerlo desaparecer como había hecho con Juan. De hecho, después de este incidente, Jesús tuvo que operar fuera de las regiones de Galilea y Perea, sobre las que gobernaba Herodes. El temor de Herodes (vv. 14-16). Es importante tener en cuenta que hay tres gobernantes llamados Herodes en el Nuevo Testamento. Está Herodes el Grande, que fue el que ordenó la matanza de los niños de Belén (Mt. 2.16). Está Herodes Antipas, hijo del anterior, que es el gobernante al que se refiere este pasaje. Está Herodes Agripa, nieto del primero (Hch. 12.1). En el v. 14, Marcos califica al segundo como “rey” (gr. ho basileus), pero en realidad era sólo el gobernante o “tetrarca” de Galilea y Perea, y los romanos le habían prohibido usar el título de rey. ¿Se equivocó Marcos al llamarlo rey? Según Alessandro Pronzato sí, porque este título no le pertenecía. Él era apenas señor de la cuarta parte del territorio de Galilea y Perea, regiones que le habían tocado al morir su padre, Herodes el Grande, que lo había tenido de su cuarta mujer, la samaritana Malthake.9 Más allá de estos desórdenes y caos familiar, el temor culpable y supersticioso de Herodes Antipas estaba fundado en la opinión de mucha gente que consideraba a Jesús como Juan el Bautista resucitado, quizás por 9. Pronzato, El Evangelio de Marcos, 1:307.

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el coraje que manifestaba. Otros decían que era Elías, porque Malaquías 4.5 dice que este profeta retornaría a la tierra en orden a anunciar el reino de Dios venidero. Otros decían que él era “un profeta, como los de antes” porque enseñaba usando parábolas al igual que aquellos recordados predicadores. En otras palabras, todo el mundo decía “Él es como alguien que yo conozco.” Pero, paradójicamente, esto mismo denunciaba su desconocimiento del verdadero Jesús y especialmente de él como el Mesías. Jesús era diferente de cualquier gran profeta que haya venido antes de él. Esto es lo que Pedro de alguna manera reconoció más tarde (8.28-29). Jesús era el Mesías. Él era el Ungido de Dios. El temor de Herodes estaba fundado sobre sus fantasmas y culpas. Cabe preguntarse si él y otros creían que el espíritu de Juan había retornado y se había reencarnado en Jesús. Quizás tenían esta idea, típicamente pagana, de algún tipo de reencarnación. El temor de Herodes, entonces, era que pudiera haber alguna venganza, ya que él había matado a Juan con violencia. No eran pocos los judíos que creían en la reencarnación, especialmente aquellos que estaban muy influidos por la filosofía griega (ver Sabiduría 8.19-20). El asesinato de Juan (vv. 17-29). Unos seis meses antes del envío de los Doce, Herodes había arrestado a Juan (1.14), en parte porque tenía miedo de que Juan pudiera conducir una rebelión en su contra, y en parte porque Juan lo acusaba de cometer adulterio con Herodías, que era su cuñada. De esta manera, Juan fue silenciado y metido en una mazmorra en una cárcel llamada Maqueronte, al este del Mar Muerto. Allí permaneció hasta que fue asesinado como indica el texto. Herodías es mencionada como la “esposa de Felipe su hermano,” pero en realidad ella era la esposa de otro hermano de Herodes, cuya hija estaba casada con Felipe. ¿Será éste otro error de Marcos? Evidentemente sus fuentes históricas sobre este tetrarca no eran muy confiables. De todos modos, las relaciones dentro de la dinastía herodiana eran un verdadero caos, casi imposible de entender. Alessandro Pronzato: “Como se ve, el caso de Juan se inserta en una rama de lazos familiares bastante complicados, aparte las valoraciones de orden moral. Una mujer se casa con su tío y lo deja para unirse al 64


El Reino de Dios se hace presente cuñado, que es tío también. Se vale de la hija para conseguir del marido (respectivamente padrino, tío y tío-abuelo de la muchacha) la cabeza del profeta que denuncia una unión ilegítima. Y, por si fuera poco, esta hija se casará con uno que es, al mismo tiempo, hermano de su padre y tío de su madre. … Para volverse loco.”10

Pero fuera de estos detalles escandalosos y confusos, Marcos es coherente con los datos históricos generales y, además, ¡él era evangelista y no historiador! El pasaje nos muestra varias instancias reveladoras. La denuncia de Juan (vv. 18-19). Como buen profeta que era, Juan no dejaba de denunciar el pecado humano y proclamar la palabra divina. Su amor al Señor lo llevaba a atacar a quienes quebrantaban sus leyes. La primera esposa de Herodes era hija del rey de los nabateos (en Arabia), Aretas. Pero se divorció de ella tan pronto como conoció a Herodías, con quien se casó, a pesar de que ella seguía siendo todavía la esposa de su hermano, Herodes de Roma (también conocido como Felipe o Herodes Felipe). Herodías estuvo de acuerdo en casarse con Herodes Antipas si él se divorciaba de la hija de Aretas, mientras ella se divorciaba de su esposo (lo que estaba en contra de la ley judía). Esto enojó mucho a los judíos y al rey Aretas. Más tarde hubo una disputa fronteriza entre Antipas y Aretas, en la que el segundo derrotó al primero. Los judíos, según Flavio Josefo, consideraron a esto como una retribución divina por la maldad de Herodes Antipas al ejecutar a Juan el Bautista. Con coraje profético, Juan denunció el pecado de Herodes y Herodías. No es extraño que al temor culposo de Herodes se sumara el odio culposo de Herodías, y los reiterados intentos de neutralizar a Juan y sus denuncias. Jesús admiraba el valor de Juan de profetizar de esta manera radical (Mt. 11.7-11a). Como resultado de tal ministerio, Juan terminó encarcelado, y si bien sus discípulos podían ir a visitarlo, estaba solo y sin noticias en cuanto a Jesús. Quizás por eso mismo se sintió tentado a dudar de si Jesús era realmente el Mesías (Mt. 11.2-3), hasta que finalmente fue asesinado.

10. Ibid., 308.

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¡Cuánta falta hacen en nuestro continente profetas como Juan que no teman denunciar la injusticia, la corrupción, el narcotráfico, la violencia sexual y doméstica, la inseguridad, el abuso infantil, la violación de los derechos humanos, y mil pecados más, que ofenden a Dios y destruyen a la sociedad y a sus miembros! El carácter de Herodes (vv. 20-23, 26). Mientras Herodías “deseaba matarlo,” pero “no había logrado hacerlo” (v. 19), Herodes “temía a Juan y lo protegía.” La personalidad de Herodes Antipas es un verdadero catálogo de patologías. (1) Era un hipócrita, porque sabía que había actuado mal al casarse con Herodías y arrestar a Juan, pero al mismo tiempo admiraba el hecho de que Juan “era un hombre justo y santo.” (2) Era un insensible, porque era un hombre famoso por su crueldad, tan cruel como un zorro (Lc. 13.32), pero disfrutaba de oírlo predicar a Juan (“lo escuchaba con gusto”), si bien no hacía lo que él le decía. (3) Era un pecador serial, porque permitió que un pecado llevara a otro, y éste a otro, y así sucesivamente. Se divorció de su primera mujer, se casó con su cuñada, se dejó seducir por su sobrina y terminó por decapitar a Juan. (4) Era un degenerado, porque permitió que una muchacha de diecinueve años bailara sola en una habitación llena de hombres borrachos (v. 22). (5) Era un mitómano, porque de manera jactanciosa prometió “cualquier cosa,” cuando no tenía mucho, y la mitad de su reino, cuando no era rey (v. 23). (6) Era un orgulloso, porque mantuvo una promesa terrible y mandó matar a Juan, para no dar el brazo a torcer delante de sus invitados (v. 26). (7) Era un “pobre tipo,” porque hacía cosas que lejos de llenarlo de felicidad y satisfacción, lo llenaban de angustia y vergüenza. (8) Era un enfermo mental, porque manifestaba una paranoia persecutoria y obsesiva, propia de quien se considera culpable de algo grave, en este caso, el asesinato de una persona inocente. Herodes era como Félix en Hechos 24.25. Su conciencia estaba profundamente perturbada. Pero no aprovechó la oportunidad de limpiar su conciencia de pecado, ni siquiera en sus conversaciones con Juan, a quien escuchaba con atención y placer. En definitiva, era un hombre que claudicaba entre dos pensamientos y luchaba con dos tendencias en sí mismo. Por un lado, quería seguir las enseñanzas de Juan y hacer lo correcto; por otro lado, se sometía a las presiones de Herodías y terminaba haciendo lo incorrecto. 66


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La perversidad de Herodías y de su hija (vv. 24-25, 27-28). La perversidad de Herodías está ilustrada en todo este pasaje como expresión de su deseo de matar a Juan y sus reiterados intentos por lograrlo. Finalmente, encontró la oportunidad de hacerlo y con macabra inteligencia urdió el asesinato del profeta, y de la manera más sanguinaria. Ni siquiera consideró que al pedir “la cabeza de Juan el Bautista” estaba haciendo cómplice de su acción criminal a su joven hija Salomé (así la llama Flavio Josefo). Ella, por cierto, era lo suficientemente grandecita como para saber muy bien que estaba haciendo algo terrible. De hecho, su crueldad superó a la de su madre, porque al volver al salón no se limitó a pedir la cabeza de Juan, sino que exigió que la decapitación se hiciera de inmediato (“ahora mismo,” gr. exautēs, inmediatamente, en seguida; en este momento) y que le trajeran la cabeza en “una bandeja.” Nótese que el pedido fue cumplido tal como ella lo exigió (vv. 2728), con lo cual se puede medir el rigor y firmeza de su demanda criminal. Más allá de la imagen negativa de Herodías en la narración de Marcos, es interesante notar que el evangelista no parece muy afecto a destacar el papel de las mujeres en el relato evangélico. De hecho, hasta este pasaje, Marcos no menciona a ninguna otra mujer por nombre, salvo a María, la madre de Jesús, y lo hace también en un contexto peyorativo (6.3). En todos los demás casos, las mujeres aparecen en relación a un varón: la suegra de Pedro (1.29), la madre de Jesús (3.31), las hermanas de Jesús (3.32), la hija de Jairo (5.23), y una de las criadas del sumo sacerdote (14.66). En otros casos, las mujeres son mencionadas en relación con algún evento o condición particular: la mujer hemorrágica (5.25), la mujer sirofenicia (7.26), la viuda pobre (12.42), y la mujer con un frasco de alabastro (14.3). El hecho de que las mujeres sean anónimas en Marcos es comprensible en razón de los prejuicios culturales de su sociedad androcéntrica y patriarcal. Pero también parece que Marcos tiene la intención de hacer de los discípulos varones los personajes principales de su Evangelio.11 La misericordia de los discípulos de Juan (v. 29). Estos seguidores del profeta (2.18) habían tenido oportunidad de visitarlo durante su 11. Hisako Kinukawa, “Women Disciples of Jesús (15.40-41; 15.47; 16.1),” en A Feminist Companion to Mark, ed. por Amy-Jill Levine (Cleveland, OH: The Pilgrim Press, 2004), 172.

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encarcelamiento (Mt. 11.1-3). No es extraño, pues, que se les haya permitido darle sepultura a su cuerpo decapitado. La pregunta que surge aquí es, ¿qué pasó con estas personas después de la muerte de su líder? Algunos de los primeros discípulos de Jesús habían sido discípulos de Juan (Jn. 1.35, 40), de modo que probablemente otros hayan seguido su ejemplo. En realidad, éste era seguramente el deseo de Juan (Jn. 3.22-30). De hecho, después de darle una honrosa sepultura al cuerpo del Bautista, estos discípulos “fueron y avisaron a Jesús” (Mt. 14.12), con lo cual probablemente ya formaban parte del grupo de seguidores del Señor. Floyd V. Filson: “Su muerte no puso fin a su influencia. Su ministerio encontró un lugar permanente en la historia del evangelio. Algunos de sus seguidores continuaron considerándolo como su líder y ganaron nuevos discípulos que lo siguieran. Su influencia se esparció fuera de Palestina. Cuando Apolos, un judío de Alejandría, vino a Éfeso (Hch. 18.24-26), sabía del ministerio de Juan y del rito del bautismo, y practicaba el bautismo como uno que había seguido a Juan. (Parece que no conocía el mensaje cristiano.) Si él oyó de Juan en Egipto o en alguna otra parte, y muy probablemente en Palestina, no podemos decirlo. Más tarde, en Éfeso, Pablo encontró a doce judíos que habían sido bautizados con el bautismo de Juan (Hch. 19.1-7). Probablemente, ellos habían sido bautizados por Apolos. Si no fue así, entonces son evidencia de que otros, además de Apolos, habían traído el mensaje de Juan a Éfeso. La atención que se le presta a Juan en el Evangelio de Juan muestra que su influencia todavía continuaba cuando ese Evangelio fue escrito, tarde en el primer siglo; su autor se sintió obligado a enfatizar que Juan estuvo subordinado a Jesús (Jn. 1.6-8, 15, 19-27; 3.27-30). Todo esto indica que por décadas había no cristianos que consideraban a Juan el Bautista como el profeta cumbre de la historia.”12

12. Filson, A New Testament History, 61.

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L A PR EPARACIÓ N D EL MESÍ AS (1 . 9 -1 3 ) Marcos nos introduce rápidamente al ministerio público de Jesús. No podemos estar seguros de cuándo ocurrieron muchos de los eventos relacionados con este ministerio público de Jesús, que puede haber tenido una duración de dos años y medio a tres años. Algunos han dividido su ministerio en tres de la siguiente manera, tomando en cuenta la respuesta de la gente al mismo: (1) el año de la oscuridad; (2) el año del favor público; y, (3) el año de la oposición. De todos modos, conviene tener presente que no tenemos un registro completo de todo lo que Jesús hizo. Marcos espigó ciertas experiencias, de acuerdo con su propó­sito principal al escribir su Evangelio. El relato que Marcos hace de la preparación de Jesús para su ministerio de poder es muy breve y consta de dos partes: el bautismo y la tentación. El bautismo de Jesús (1.9-11) Hasta los treinta años, Jesús vivió en Nazaret (Lc. 3.23), un pueblo pequeño, pero estratégicamente ubicado cerca del camino real entre el norte y Jerusalén. Alrededor del año 27 d.C. le llegaron a Jesús noticias del ministerio de Juan. Jesús se unió a su grupo, después de viajar unos 130 Km., por unos cinco o seis días. El pasaje levanta algunas preguntas. ¿Qué era lo que Jesús sabía de sí mismo antes de su bautismo? La única información que tenemos para responder a este interrogante es Lucas 2.49, donde a la pregunta desesperada de sus padres, que lo habían estado buscando angustiados al salir de Jerusalén en ocasión de la visita al templo, él les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” De todos modos, a la luz del testimonio de los Evangelios, parece ser que Jesús era bien consciente de su vocación mesiánica. Al menos, ésta era la comprensión que tenía la comunidad de fe temprana en cuanto a la autoconciencia de Jesús sobre la cuestión. De todos modos, no parece posible que los hechos históricos comprueben los artículos de fe.

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C O M E N T A R I O B Í B L I C O H I S PA N O 2 . 0 Rudolf Bultmann: “El reconocimiento de Jesús como aquél en quien la palabra de Dios sale al encuentro del hombre de una manera decisiva, démosle el título de Mesías o el de Hijo del hombre o designémoslo como el Señor, es un puro acto de fe, independiente de la respuesta de la cuestión histórica de si Jesús se consideró a sí mismo como el Mesías. Sólo el historiador puede responder a esta pregunta, en la medida en que es posible dar una respuesta; y la fe como decisión personal no puede depender de su trabajo.”13

¿De qué tomó Jesús consciencia plena con su bautismo? Podemos decir que, según el testimonio unido de los Evangelios Sinópticos, la comunidad cristiana temprana tenía una fe bien profunda en el mesianismo de Jesús, y esta convicción hubiera sido ininteligible, si Jesús mismo no se hubiese sabido Mesías y sin que se hubiese manifestado como tal, al menos frente a los discípulos. Así, pues, a la pregunta planteada debemos responder con tres afirmaciones. Jesús tomó consciencia plena de que él era el Mesías. Los judíos enseñaban que el derramamiento del Espíritu de Dios era una señal de que el Mesías había venido (Is. 61.1). A la luz de las palabras del texto, podemos levantar varias otras preguntas. ¿Qué significa que “el cielo se abría”? ¿Qué quiere decir que “el Espíritu bajaba sobre él como una paloma”? ¿Cómo explicar la frase “se oyó una voz del cielo”? Nótese que Marcos no dice que los cielos se abrieron, sino que “Jesús vio” eso. Tampoco dice que descendió una paloma, sino que el Espíritu descendió como una paloma. Y aparentemente, sólo Jesús oyó la voz celestial. Para Jesús, ésta fue una profunda experiencia espiritual personal. Muy probablemente, se trató de una visión (ver Lc. 10.18), que más tarde él compartió con sus discípulos. Jesús tomó consciencia plena de que él era el Hijo de Dios. Las palabras “Tú eres mi Hijo amado” (gr. Su eī ho huiós mou ho agapētós) recuerdan a un salmo mesiánico (Sal. 2.7), muy popular entre los judíos. La presencia del Espíritu Santo le ayudó a Jesús a comprender que no estaba solo para 13. Rudolf Bultmann, Teología del Nuevo Testamento (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1981), 66.

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hacer su obra, sino que contaba con el amor y el poder del Padre por el Espíritu Santo. F. F. Bruce: “No hay dudas en cuanto a las palabras de la voz celestial que saludó a Jesús en su bautismo, y que Marcos reporta unas pocas oraciones más abajo: ‘Tú eres mi hijo amado,’ dijo la voz, ‘estoy muy complacido contigo’ (Mr. 1.11). El evangelista informa que ésta es una confirmación personal dirigida a Jesús. A mitad de camino a través de su Evangelio, él reporta una declaración similar desde el cielo, esta vez dirigida a los discípulos que estaban con Jesús en el momento de la transfiguración: ‘Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!’ (Mr. 9.7). Desde su bautismo hasta su crucifixión, entonces, Jesús es presentado por Marcos como el Hijo de Dios.”14

Jesús tomó consciencia plena de que él tendría que sufrir. La voz celestial le dijo: “Estoy muy complacido contigo” (gr. en soi eudókēsa). Esto significaba que él tendría que sufrir y morir para cumplir con la misión que el Padre le había encomendado. La expresión viene de Isaías 42.1, que habla del Siervo Sufriente, que da su vida por los pecadores. De esta manera, la voz del cielo es un eco de las profecías antiguas, al menos tres de ellas. Primero, “Tú eres mi hijo … hoy mismo te he engendrado” (Sal. 2.2, 7, 11-12) destaca la entronización del Rey-Mesías frente a la rebeldía de los “reyes de la tierra.” Segundo, durante el exilio, Isaías cantó acerca de la misión salvífica universal del Siervo del Señor, en relación con quien el Señor señaló: “Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones” (Is. 42.1). Tercero, siglos antes, Dios había ordenado a Abraham: “Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré” (Gn. 22.2) De esta manera, la voz celestial resumió, en una declaración breve y sugestiva, la totalidad del evangelio del reino y la necesidad del sufrimiento vicario del Mesías.

14. F. F. Bruce, The Real Jesus (Londres: Hodder and Stoughton, 1987), 157.

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¿Por qué se bautizó Jesús? Según Alberto F. Roldán, ésta es la pregunta clave. “Este bautismo de Juan era ‘para perdón de pecados.’ Partimos de la premisa de que Jesús no tenía pecados que confesar, tal como lo atestigua el Nuevo Testamento varias veces (por ejemplo, Jn. 8.46). Evidentemente, la única explicación viable es que Jesús en el bautismo se está identificando con los pecadores, un anticipo de lo que hará en la cruz, al cargar con el pecado de todos nosotros.”15 Así que, no fue porque él fuera pecador, sino porque había pecado en la humanidad y él era parte de ella. Nos amó tanto, que se identificó totalmente con nosotros (Is. 53.12; 2 Co. 5.21). Él pudo hacerlo porque era realmente un ser humano. Como señala Alessandro Pronzato: “En la fila con los pecadores. Solidario con su pueblo, puesto en el camino de la conversión. Jesús se presenta no ‘separado’ de los otros, sino en la hilera de los pecadores.”16 Además, el bautismo de Juan fue para él una oportunidad de compromiso y dedicación a la misión de su Padre en la tierra. Guillermo Cook y Ricardo Foulkes: “Jesús se sometió al bautismo de Juan porque estaba consciente de quién era y del carácter único de su misión. Por medio de este acto, tan inusitado que Mateo consideró necesario hacer una apología para sus lectores judíos (Mt. 3.14, 15), Jesús señaló su identificación total con la misión del reino. Marcos enfatiza la profundidad del compromiso de Jesús por medio del bautismo con un juego interesante de preposiciones y de declinaciones del sustantivo ‘Jordán.’ Juan bautizó a las multitudes en toi Iordánei (dativo), ‘en’ o dentro del Jordán. Pero Jesús fue bautizado eis ton Iordánēn (acusativo), ‘en’ o penetrando el río.”17

La tentación de Jesús (1.12-13) Después de su bautismo, Jesús fue a un lugar apartado para orar. Mientras estaba allí, fue atacado por las fuerzas del mal y tentado para llevar a cabo la misión de Dios de manera equivocada. La fuente de este 15. Roldán, Jesús en acción, 1:29. 16. Pronzato, El Evangelio de Marcos, 1:47. 17. Cook y Foulkes, Marcos, 46-47.

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relato es Jesús mismo. Marcos registra la experiencia para mostrar que Jesús era realmente un ser humano, así como él era Dios, y que el mal que opera en el mundo debe ser resistido. ¿Qué es lo que ocurrió? El texto dice que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser probado y que Satanás lo tentó (gr. peirazómenos). Hay una diferencia entre prueba y tentación. La prueba (gr. dokimē) tiene como fin producir fortaleza y es obra del Espíritu Santo. La tentación (gr. peirasmós) tiene como fin producir pecado y es obra de Satanás. Marcos no da detalles en cuanto a las tentaciones, pero Mateo y Lucas sí. En su bautismo, Jesús supo cuál era la obra que tenía que hacer, y se dedicó a llevarla a cabo. Pero ahora, él confronta el problema de cómo hacerlo. Llama la atención la brevedad y parquedad del relato de Marcos. Puede ser que dé por conocido el episodio por parte de sus lectores, o que desconocía los detalles de lo ocurrido y se limitó a repetir lo que se enseñaba en las iglesias con las que estaba ligado. Para él, todo lo sucedido se resume en que Jesús fue tentado por Satanás durante cuarenta días, y que lo venció. Los “cuarenta días” (gr. tesserákonta hēméras) recuerdan las experiencias de Moisés (Éx. 34.28) y Elías (1 R. 19.8). La expresión “estaba entre fieras” (gr. ēn meta tōn thēríōn) no es fácil de entender. Quizás se usa para enfatizar la soledad del lugar y su condición salvaje. Otra explicación puede ser que, en el Antiguo Testamento, la presencia de fieras salvajes está asociada con los demonios o espíritus malignos (Sal. 22.11-21; Ez. 34.5, 8, 25) y con el triunfo de la justicia (Job 5.22-24; Is. 11.6-9). El Salmo 91.11-13 asocia la lucha contra el diablo, el dominio de las bestias salvajes y el cuidado de los ángeles. El texto dice que “los ángeles le servían.” El verbo en gr. es diakonéō, que es frecuente en Marcos (1.31; 10.45; 15.41), y aquí define un aspecto importante del ministerio de los ángeles respecto a los seres humanos. Consideremos cada una de las tres tentaciones en particular. (1) Jesús fue tentado a convertirse en un mesías económico. Esto significaba usar su poder para satisfacer las necesidades físicas y materiales de las personas (Lc. 4.3). Este es el mesías del evangelio de la prosperidad. Pero Jesús reconoció que había necesidades más profundas que éstas (Lc. 4.4). (2) Jesús fue tentado a convertirse en un mesías político. Es decir, a usar su poder 73


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para armar un ejército y conducirlo en contra de los opresores romanos. Esto era lo que esperaban los judíos del Mesías (Mal. 3.1-4). Si lo hacía así, Jesús ganaría popularidad (Lc. 4.5-8). Este es el mesías del evangelio de la liberación. Pero la libertad que él quería ganar para los suyos era más que una libertad política. (3) Jesús fue tentado a convertirse en un mesías mágico. Si él se ponía a hacer portentos extraordinarios, la gente lo iba a seguir asombrada esperando ver más trucos y mayores prodigios (Lc. 4.912). Este es el mesías del evangelio milagrero. Pero no era con magia que él conquistaría el corazón humano, sino con su amor en acción y sufriendo por cada pecador. ¿Cómo se describe lo que ocurrió? Como se indicó, la versión de Marcos de este episodio es la más sintética de todas, casi telegráfica. No obstante, el evangelista nos describe la experiencia diciendo dos cosas con claridad. Jesús fue tentado por Satanás. ¿Quién es Satanás? Los judíos lo consideraban como una persona y le daban varios nombres: diablo, maligno, adversario. Satanás es una transliteración del nombre en arameo, pero de origen persa, y significa “el acusador” de los seres humanos (Job 1.6-19; 2.1-8; Zac. 3.1-2) o “adversario” de Dios. En 1 Crónicas 21.1 es considerado como un poder de maldad que conspira contra el pueblo de Dios. Marcos utiliza varias veces el nombre Satanás (3.23, 26; 4.15; 8.33), que parece es el que prefiere usar. Hay un poder de maldad en operación en el mundo. ¡El mal no es simplemente la ausencia de bien! Más que hablar de “el mal” deberíamos hablar de “el Malo,” es decir, una criatura en rebeldía contra Dios y su creación, que sólo tiene la intención de “robar, matar y destruir” (Jn. 10.10). Esta persona maligna no se propone otra cosa que destruir por todos los medios posibles la obra de Dios. Pero el Señor nos ha dado el poder para resistirlo y vencerlo (Stg. 4.7). Jesús fue servido por los ángeles. Así como los judíos consideraban que Satanás era una persona creada por Dios, también consideraban a los ángeles como personas y criaturas de Dios. Según la Biblia, los ángeles son los mensajeros de Dios, enviados a los seres humanos para guiarlos. Ellos también adoran a Dios permanentemente (Ap. 7.11). El vocablo “ángeles” 74


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(gr. oí ággeloi) significa ángel, mensajero, persona enviada. Es el nombre que se le da a los seres espirituales celestiales y puros creados por el Creador (Sal. 148.2-5; Neh. 9.6; Col. 1.16), y considerados como intermediarios entre Dios y los seres humanos (Éx. 23.20, 23). Son criaturas vivientes del mundo espiritual, que no se reproducen ni mueren. La Biblia menciona en numerosos pasajes una variedad de estos seres celestiales, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Las actividades de estos seres celestiales son variadas. Ellos son los encargados de dar mensajes de parte de Dios (Mt. 1.20; Lc. 1.11-20; Hch. 1.10-11), ayudan en los juicios (2 S. 24.16; Hch. 12.23; Ap. 16.1-12), ministran de manera especial a los creyentes (1 R. 19.6-8; Sal. 34.7; Dn. 3.28; Hch. 12.5-10; He. 1.14), adoran a Dios de manera permanente (Lc. 2.13-14; He. 1.6) y sirvieron a Jesús después de sus tentaciones (Mr. 1.13; Lc. 22.43). Ambos Testamentos los presentan como un orden de vida creada que difiere de los seres humanos, pero que son como nosotros en muchos aspectos. Se los presenta como superiores a los seres humanos en poder e inteligencia, fuerza y conocimiento (2 P. 2.11; 2 S. 14.17, 20; Sal. 2.7). Aparentemente, constituyen un rango inferior en la jerarquía celestial. No obstante, la Biblia explícitamente prohíbe su adoración (Col. 2.18; Ap. 19.10; 22.9). Su función es la de servir como agentes para expresar y revelar la poderosa voluntad de Dios. El hecho importante en Marcos 1.13 es que Dios envió su poder y presencia para fortalecer a Jesús en el desierto. Y también es un hecho que nosotros hoy podemos recibir ese poder en medio de nuestras tentaciones. Él continúa enviando a sus ángeles para cuidarnos y defendernos (Sal. 34.7). ¿Qué aprendemos de lo que ocurrió? Podemos aprender tres lecciones importantes. (1) La tentación no es pecado. En realidad, cuanto mejor es una persona, tanto mayores serán sus tentaciones. La tentación es como alguien que golpea la puerta: cometemos pecado sólo si la invitamos a entrar (Ro. 12.21). (2) La tentación puede fortalecernos. Cuando somos tentados y no somos vencidos, resultamos con mayor fortaleza que antes, y somos más capaces de resistir la próxima tentación (Stg. 1.2). (3) La tentación puede ser resistida. El Señor puede ayudarnos a vencer nuestras tentaciones, porque él mismo fue tentado y venció (He. 4.15).

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E L M ENSAJE D EL MESÍAS (1 . 1 4 -1 5 ) En estos versículos vemos cómo Jesús comienza a predicar. Cuando la voz de Juan quedó silenciada, allí comenzó el ministerio de Jesús. Lejos de sentirse deprimido por el arresto del Bautista, Jesús quedó galvanizado para la acción. Hay aquí un problema cronológico, que surge cuando comparamos a Marcos con el Evangelio de Juan, en razón de que en el cuarto Evangelio los ministerios de Juan y de Jesús van paralelos y se superponen. Es posible acomodar en Marcos algunas actividades previas de Jesús, insertándolas entre los versículos 13 y 14. De todos modos, Jesús tomó con coraje la antorcha aun cuando el portador anterior de la misma, como vimos, fue a parar a prisión y eventualmente terminó ejecutado (6.14-29). Este pasaje muestra las cosas que Jesús decía durante su ministerio en Galilea, es decir, en estas palabras encontramos el mensaje del Mesías. El Nazareno se mostró bien intencional al establecer el curso mesiánico de su proclamación. Jesús salió de sus tentaciones, en las que había rechazado ciertas alternativas mesiánicas erróneas, y afirmó su propio sentido de identidad y misión a la luz de la voluntad de Dios y las Escrituras. El relato de Lucas dice que regresó a Galilea en el poder del Espíritu (Lc. 4.14) y comenzó a predicar. Lo hizo con una gran confianza en que los oyentes iban a responder. De hecho, cuatro pescadores le dieron el sí inmediatamente (1.16-20). Y así asumió el riesgo inherente al compartir las buenas nuevas. Los versículos 14 y 15 son un resumen de lo que, en general, estaba ocurriendo, como hace Marcos en otros pasajes (3.1-12; 4.33). El cuadro que sigue sintetiza las acciones y palabras de Jesús según los vv. 14-15: Acciones Tiempo: después que encarcelaron a Juan. Lugar: Galilea. Persona: Jesús de Nazaret. Acción: fue a anunciar las buenas nuevas. Palabras Un par de declaraciones paralelas: 76


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“Se ha cumplido el tiempo.” “El reino de Dios está cerca.” Un par de imperativos: “¡Arrepiéntanse!” “¡Crean las buenas nuevas!” El mensaje se está anunciando Estas primeras palabras públicas del discurso inaugural de Jesús encierran una declaración y lanzan un llamado. El sermón creó un drama de confrontación y encuentro. La composición que hace Marcos provee material para ver y para oír, porque en su carácter dramático, el relato contiene acciones y palabras. Es notable la manera en que Marcos encierra poderosos significados teológicos en pocas palabras. Las acciones y palabras de Jesús parecen ser una teología descrita de manera taquigráfica. El mensaje que Jesús enunció resultó ser el cumplimiento de la profecía de Isaías. Este profeta había proclamado buenas nuevas, cuando profetizó el retorno de los exiliados. Tres veces en Isaías (40.9; 41.27; 52.7), Dios prometió a alguien que traería buenas nuevas. Es interesante notar la relación entre Isaías y Jesús respecto al mensaje que anunciaron: “¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: ‘Tu Dios reina’!” (Is. 52.7). El profeta anunció a Sión shalom y yeshua, paz y salvación. El texto describe a un mensajero que anuncia shalom (paz) a Sión, tov (buenas [noticias]) y yeshua (salvación), un mensaje que es resumido con las palabras: “¡Tu Dios reina!” El tiempo se ha cumplido Es decir, el tiempo para que Dios envíe a su Mesías y para que comience su reino o, mejor dicho, su reinado. Así, pues, en el tiempo señalado por Dios, Jesús vino a Galilea predicando sobre el reino de Dios, que irrumpía decisivamente en la historia y anticipaba el comienzo de una nueva era. Con la venida de Jesús, Dios estaba comenzando a reinar. El heraldo del reino de Dios era también su portador: el reino del Dios encarnado. Después de siglos de espera, el tiempo había venido, la hora 77


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había irrumpido. El momento estratégico por fin había arribado. Jesús comenzó su ministerio en Galilea declarando que los seres humanos se encontraban en el filo de una hora decisiva de la historia. La gran profecía de Isaías 52.7 (Dn. 2.44) se estaba haciendo realidad. La era del reino de Dios, que profetas y reyes habían anhelado ver, ahora estaba comenzando (Lc. 10.23-24; Mt. 13.16-17). El verano de la salvación de Dios estaba cerca (Mr. 13.28-29). Su cosecha ya estaba en marcha (Lc. 10.2; Mt. 9.37-38). Hay dos cosas para notar aquí. La paciencia de Dios. Él hizo planes por anticipado, pero esperó el momento justo o perfecto antes de enviar a Jesús (Gá. 4.4; Ef. 1.10). Las comunicaciones romanas, el idioma y la cultura griega, y la religión judía fueron parte de esa preparación. Cuando se consideran estas y otras condiciones favorables del primer siglo, se entiende mejor que el tiempo que finalmente Dios escogió fue el mejor, el “tiempo pleno” o perfecto (gr. peplērōtai ho kairos) para su manifestación en Cristo. José Alonso Díaz: “Mientras Juan en su profecía anuncia un futuro, Jesús anuncia ya lo que ha sucedido: Se ha cumplido, se ha acercado. El tiempo perfecto para anunciar el acercamiento de una consumación escatológica futura. El reino se ha movido de una vaga distancia a una posición cercana. Ese parece ser el significado propio de perfecto.”18

La respuesta humana. La palabra griega distintiva que se usa para tiempo en este pasaje (kairós) significa “oportunidad.” En el Antiguo Testamento, la palabra sugiere el tiempo justo o decisivo según está determinado por Dios para su propósito redentor (Dn. 7.22; Ez. 7.12). La decisión de Dios hace de un determinado momento particular un kairós, un tiempo cargado de significado redentor. Este “tiempo” se usa en el Nuevo Testamento para ese momento cuando Dios, que observa lo que ocurre en el mundo, espera que actuemos. El “tiempo” más grande es la venida de Jesús. Dios

18. José Alonso Díaz, Nuevo Testamento I, Evangelios 1, en La Sagrada Escritura, 3ra ed. (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1973), 337.

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espera que los seres humanos lo acepten. Si lo hacen, son redimidos del pecado. Si no lo hacen, son condenados. El reino se ha acercado El otro aspecto de la declaración en la predicación de Jesús tiene que ver con el concepto fundamental del reino de Dios. La idea central de todo lo que Jesús enseñó tiene que ver con este reino. En Mateo, la referencia expresa a este reino es como “reino de los cielos,” seguramente para evitar mencionar el nombre de Dios en un contexto judío, donde esto sería ofensivo. Este reino tiene que ver con la soberanía o majestad de Dios, y no con una región o pueblo. La palabra “reino” era muy usada por los judíos en tiempos de Jesús. Su país estaba oprimido por los romanos, pero ellos se consideraban un pueblo elegido por Dios para su servicio. En su angustia y deseo de libertad, muchos alentaban al pueblo diciendo: “Algún día Dios nos libertará y establecerá un nuevo reino.” Entonces apareció Jesús predicando: “El reino de Dios está cerca.” Podemos imaginar con cuánto interés lo escuchó la gente. ¿Qué podemos aprender nosotros hoy de la enseñanza de Jesús acerca del reino de Dios? Lo primero que debemos entender es que el reino de Dios no es otra cosa que el gobierno de Dios sobre la humanidad, que ya ha comenzado a hacerse efectivo. El reino de Dios es algo que él hace. Es Dios reinando sobre los corazones de los hombres y mujeres arrepentidos. Quizás es oportuno considerar aquí varias teorías sobre el reino de Dios. Agustín de Hipona, por ejemplo, identificaba al reino con la iglesia institucional. Los líderes del evangelio social (Walter Rauschenbusch) entendían al reino en términos de una comunidad socialmente transformada. Albert Schweitzer veía al reino como algo radicalmente futuro, mientras que el erudito C. H. Dodd interpretaba las palabras “El reino de Dios ha venido” como indicación de que este reino tuvo su cumplimiento completo o realizado en el ministerio de Jesús. Quizás la mejor manera de entender al “reino de Dios” es cambiar la frase por “la voluntad de Dios,” tal como parece sugerir la manera paralela en que Jesús las coloca en el Padrenuestro: “Venga tu reino, hágase tu voluntad” (Mt. 6.10).

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El evangelio es predicado Después de la proclamación del reino de Dios viene el llamado al discipulado: “¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!” Frente a este evangelio sólo caben dos posibilidades. Arrepentimiento. Jesús estaba diciendo, en efecto: “Respondan a las buenas nuevas de Dios cambiando. Nadie debe quedarse con la manera en que él o ella son. Respondan aceptando. Pueden decir sí a la invitación.” Parte de lo bueno de las buenas nuevas está en la posibilidad de un cambio y de aceptación, lejos de una consideración cínica de la naturaleza humana. El discipulado incorpora tanto arrepentirse como creer. Los pescadores (vv. 16-20) respondieron al sermón no sólo a través de una decisión, sino también de un seguimiento (discipulado). El relato de los pescadores respondiendo describe modelos de respuesta y ejemplos de la demanda. El reino mismo era la realidad que demandaba arrepentimiento. Arrepentirse es cambiar. Es una reorientación de la vida alrededor del reino de Dios. Involucra compromiso con las cosas que importan y las cosas que duran. La palabra griega arrepentimiento (metánoia) significa literalmente un cambio de mente y corresponde al término hebreo shub, que significa “darse vuelta” o regresar, como en el caso del hijo pródigo. Es un retorno a Dios con todo el ser. Negativamente, arrepentimiento significa un volverse de o alejarse del pecado y del mal. De esta manera, el arrepentimiento no denota meramente un concepto religioso, sino una reevaluación dinámica de todas las cosas. William Temple sugirió en cierta oportunidad que el mundo es como una vidriera en la que las cosas realmente preciosas son valoradas en poco. El arrepentimiento significa volver a colocar el precio que les corresponde a las cosas más valiosas de la vida humana y de la relación con Dios. John Donne recomendaba que el creyente debía dormir siempre con las manos limpias, ya sea por mantenerlas limpias durante todo el día por medio de la integridad o, si se ensuciaban, limpiándolas con el arrepentimiento. Cuando nos congregamos como cristianos, nuestra oración debería ser por una revolución o cambio radical en nuestra manera de vivir. Cuando predicamos y enseñamos sobre el arrepentimiento, debemos hacerlo tomando en cuenta todo el consejo de Dios registrado en su 80


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Palabra. ¿Qué significa esto? (1) El arrepentimiento es prescrito a todos por Dios (Hch. 3.19). (2) El arrepentimiento es concedido por Dios (Hch. 11.18). (3) El arrepentimiento produce alegría en el cielo (Lc. 15.10). (4) El arrepentimiento debe ir seguido de conversión a Dios (Hch. 26.a). (5) El arrepentimiento debe ir seguido de buenas obras (Hch. 26.b). (6) El arrepentimiento debe ir acompañado de humillación (Stg. 4.9-10). (7) El arrepentimiento se produce por la tristeza que proviene de Dios (2 Co. 7.10). (8) El arrepentimiento es algo que Dios manda a todos (Hch. 17.30). (9) El arrepentimiento trae perdón de pecados (Hch. 5.31). (10) No arrepentirse es perecer (Lc. 13.3, 5). Fe. El clímax del sermón resuena con su llamado a la fe: “Crean las buenas nuevas.” En otras palabras, “acepten el gobierno de Dios.” Crean en la proclamación de Jesús. La fe viene por el oír la Palabra. La fe comienza simplemente como una respuesta a las buenas nuevas. A veces, llegar a la fe involucra una lucha contra la incredulidad. Para C. S. Lewis, el paso decisivo para llegar a la fe fue un paseo por el zoológico. Por años él había sido ateo, pero no muy convencido. Comenzó leyendo algunos libros que eran contrarios a su manera de pensar, y escogió a algunos amigos que eran cristianos. Lewis había oído el evangelio como joven, pero años más tarde durante su paseo aceptó a Cristo y fue sorprendido por el gozo. Otros han tenido que luchar para abrirse camino a la fe o dentro de ella. Paul Tournier, un conocido psiquiatra suizo, advierte que sin fe la vida carece de propósito y la sociedad queda sin principios. Una persona puede discutir la fe a lo largo de toda su vida y recibir poco a cambio. Para recibir la verdadera recompensa, es necesario actuar y creer las buenas nuevas. En este contexto fe significa “tener confianza en.” Confiamos en Cristo cuando, reconociendo y confesando nuestros pecados, tomamos la decisión de cambiar de vida y lo recibimos como Salvador y Señor. Su Espíritu Santo viene a morar en nuestro cuerpo y nos regenera para vida eterna. La experiencia de entrar a formar parte del reino de Dios por la fe tiene profundas consecuencias éticas para los creyentes. Por un lado, si Dios es el Rey que ya está reinando sobre el mundo, entonces debemos confiar y “creer las buenas nuevas.” Cuando pensamos en el mal que hay en el mundo, nos desesperamos. Pero tenemos esperanza 81


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y gozo cuando pensamos que Dios ha comenzado a vencer al mal. Somos como soldados que participan de la última batalla de una larga guerra. Pero a diferencia de ellos, nosotros sabemos que ésta es la última batalla y que la guerra terminará en victoria. Esta es la esperanza que anuncian las “buenas nuevas” y debe ser también nuestro mensaje. Por otro lado, si Dios es el Rey que ya está reinando sobre el mundo, entonces debemos obedecerlo. Si Dios es el soberano sobre toda realidad, entonces debemos guardar sus leyes. Seres humanos y naciones se comportan como si Dios no fuese Rey. Lo desobedecen toda vez que pueden. Pero dado que él ya es Rey, nadie puede transgredir sus leyes sin sufrir las consecuencias. Finalmente, si Dios es el Rey que ya está reinando sobre el mundo, entonces debemos prepararnos. No podemos crear el reino, pero sí podemos prepararnos para vivir en él. El reino ya ha comenzado a venir, pero no está plenamente en vigencia. Debemos prepararnos para ese día y orar con Jesús: “Venga tu reino” (Mt. 6.10). Debemos hacerlo así, de modo que otras personas también lo reconozcan como Rey y lo obedezcan. El reino viene en la medida en que los seres humanos reconocen al Señor como el único Rey de sus vidas, y lo obedecen. L A AUTO R IDAD D EL MESÍAS (1 . 2 1 -2 2 ) Con cierto coraje, Jesús reveló su estrategia de alcanzar al pueblo de Israel y llamarlos a su misión divina, a través de una visita a la sinagoga de Capernaúm, donde una vez más él se sintió compelido a predicar. El poder de su predicación quedó evidenciado por el hecho de que “la gente se asombraba de su enseñanza” y también por la sanidad de “un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno” (v. 23). La cuestión de quién era Jesús está presente en todo el relato. Una enseñanza asombrosa Su enseñanza el día sábado provocó asombro y posiblemente alarma. Los miembros de la sinagoga de Capernaúm se asombraron (v. 22) porque él hablaba con una autoridad bien evidente y “no como los maestros de la ley.” Un erudito judío ha sugerido que la autoridad en cuestión era la de 82


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los maestros inferiores (escribas) a diferencia de la de un rabino debidamente ordenado. Esto es, la congregación en Capernaúm no esperaba la enseñanza autoritativa de un rabino de Jerusalén y por eso se asombraron. Presumiblemente, Jesús no había recibido la capacitación rabínica tradicional y sólo contaba con la instrucción de la escuela sinagogal local y la dirección de sus padres. Esencialmente, él era un estudiante del Antiguo Testamento, pero autodidacta. Jesús era un ser humano muy inteligente y posiblemente superaba en su coeficiente intelectual a todos sus coetáneos. Pero lo más importante en él era el hecho de que vivía permanentemente lleno del Espíritu Santo y contaba con todos sus dones poderosos y sobrenaturales. Sin embargo, es más probable que la autoridad por la que los miembros de la sinagoga se sorprendieron era más parecida a la de los profetas de la antigüedad, que proclamaron el consejo de Dios. Es decir, lo que asombró a los asistentes a la sinagoga aquel sábado fue la autoridad intrínseca de Jesús. Él no citaba a las autoridades humanas, como lo hacían los maestros de la ley, porque su autoridad procedía directamente de Dios y él era la autoridad en la materia. Una enseñanza nueva De todos modos, la enseñanza de Jesús era nueva y muy diferente. Era bien original y estaba expresada con absoluta certidumbre personal. Jesús fue un intérprete de la Torá (ley), pero con un sentido preciso de la intención original de Dios. Muchas personas inteligentes se han visto atraídas a Jesús por el poder de sus enseñanzas. Individuos que pueden haber sido críticos de la iglesia y que rechazaron los credos, se han mostrado profundamente impresionados por las cosas que Jesús dijo y que sostuvo como verdad. Gandhi quedó asombrado por el Sermón de la Montaña. Varios filósofos modernos, escépticos en cuanto a la fe cristiana, han confesado sentirse atraídos en admiración a Jesús por sus palabras llenas de autoridad. Si una persona reflexiva en nuestros días quiere saber quién es Jesús, debería meditar en sus enseñanzas. El orden de culto en una sinagoga judía en tiempos de Jesús era bastante parecido a lo que hoy es un culto en una iglesia evangélica. El culto comenzaba con el recitado del Shema: “Escucha, Israel: El Señor nuestro 83


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Dios es el único Señor” (Dt. 6.4-5) y continuaba con la Tefilla, que consistía de 18 bendiciones dentro de una oración. Luego venía la bendición: “El Señor te bendiga y te guarde” (Nm. 6.23-26), que era continuada con la recitación de varios Salmos por parte de la congregación. Acto seguido, se leía la Ley y los Profetas del texto hebreo o se repetía una paráfrasis aramea del texto hebreo. A esta lectura seguía el sermón, que consistía en una homilía sobre el texto y se comunicaba en arameo. Finalmente, venía el Kaddish u oración de cierre: “Exaltemos a una su nombre” (Sal. 34.3). El culto en la sinagoga estaba a cargo de un líder de los ancianos, quien designaba a alguien de la congregación para conducir las oraciones. También nombraba a otro para interpretar el texto hebreo en el lenguaje común (arameo). Este presidente designó a Jesús para que fuese el predicador y presentara la homilía. Como era la costumbre, Jesús se sentó para dar el sermón, que asombró a todos no por su oratoria, sino por su contenido (“la gente se asombraba de su enseñanza”). Ernesto Trenchard: “Los versículos 21 y 22 indican claramente que el Maestro acostumbraba asistir a los cultos de la sinagoga los sábados y aprovechaba las oportunidades para enseñar, basándose sin duda en los pasajes del Antiguo Testamento que se leían según el orden establecido. Los escribas hacían lo mismo, pero interpretaban las Escrituras de segunda o tercera mano, citando siempre la ‘tradición de los Ancianos’. … En cambio, el Señor sacaba el verdadero sentido espiritual de las Escrituras, sin alegar más autoridad que la suya propia. De ahí el asombro de las gentes.”19

L A MISIÓ N D EL MESÍAS (1 . 3 5 -3 9 ) La predicación en Capernaúm creó bastante inquietud y dejó una impresión muy fuerte. La gente clamaba por Jesús y lo buscaba por todos lados, pero él decidió dejar Capernaúm y extender su ministerio de predicación del reino por toda la región de Galilea. 19. Ernesto Trenchard, Una exposición del Evangelio según Marcos (Madrid: Editorial Literatura Bíblica, 1971), 26.

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“A Dios orando…” Antes de emprender su circuito misionero por toda Galilea, Jesús hizo una pausa para orar. De manera característica, Marcos nos ofrece el detalle de la hora en que esto ocurrió (“muy de madrugada”) y como si esto fuera poco, completa el cuadro señalando que “todavía estaba oscuro.” Estas expresiones son únicas de Marcos. De igual modo, el autor destaca que “Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario.” Nótense los verbos y la dinámica de la acción, que culmina en la oración de Jesús. Marcos menciona con frecuencia a Jesús orando (6.46; 14.35, 39). Llama la atención que Lucas, quien se refiere a esta práctica de Jesús con más frecuencia (3.21; 5.16; 6.12; 9.18, 28; 11.1; 22.41, 44), omite esta referencia de Marcos. Ernesto Trenchard: “Estos preciosos versículos nos admiten a la intimidad de la vida de oración del Maestro y nos hacen ver cómo solía librarse del bullicio de las multitudes, madrugando mucho con el fin de salir a lugares solitarios y poder así disfrutar de la comunión con su Padre que tanto anhelaba. En cierto sentido, la comunión no sufría interrupción durante su ministerio terrenal (excepto en la Cruz), pero su humanidad era real y, como nosotros, necesitaba tranquilidad de espíritu para que la comunión se realizara plenamente. Como Hijo siempre estaba ‘en el seno del Padre,’ pero como Siervo despertaba su oído cada mañana para oír como quienes aprenden, según el precioso cuadro profético de Isaías 50.4-8 (VM).”20

Si el Mesías entendió que la oración era necesaria antes de iniciar un largo e intenso viaje misionero, cuánto más debemos sus discípulos hacer de la oración nuestro primer paso de preparación para la tarea de proclamación del evangelio del reino. Así se preparó Jesús para su ministerio en Galilea. Pero a la oración hay que sumar la acción. “…y con el mazo dando” El ministerio de predicación de las buenas nuevas requiere salir en misión. La estrategia de Capernaúm fue seguida por la primera fase de la 20. Ibid., 29.

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campaña en Galilea. La sinagoga funcionó como el punto de contacto con el pueblo de Israel. Jesús se concentró en las aldeas principales. El historiador judío Flavio Josefo describe a Galilea como una tierra de grandes aldeas. Estas aldeas tenían poblaciones del tamaño de pequeñas ciudades (15.000 habitantes), pero estaban estructuradas como una aldea. La palabra griega que Marcos utiliza (kōmopóleis) puede referirse a un pequeño pueblo de campo, que sólo tiene el estatus de una villa o aldea. Los capítulos que siguen en Marcos hasta el capítulo 8 narran lo ocurrido durante el ministerio de predicación de Jesús en Galilea. Es muy probable que Jesús haya recorrido toda Galilea a lo largo de su ministerio allí. Es posible detectar al menos tres recorridos: por primera vez (Mr. 1.39), por segunda vez (Lc. 8.1) y por tercera vez (Mr. 6.6; Mt 11.1). Cabe destacar que en los Evangelios Sinópticos no se menciona el ministerio inicial de Jesús en Judea, que se menciona en Juan 2.13—4.3. De hecho, el pasaje paralelo de Lucas 4.44 tiene “Judea,” según los tres manuscritos más antiguos y otros documentos valiosos (cf. RVR, “Galilea;” Mt. 4.23). Puede ser que, por escribir a los gentiles, Lucas usara “Judea” en un sentido general, para referirse a la tierra de los judíos, es decir, Palestina (23.5; Hch. 10.37; 11.1, 29; 26.20). Quizás por esto, la NVI traduce Lucas 4.44, “siguió predicando en las sinagogas de los judíos.” Vincent Taylor: “En comparación con 1.28, el ministerio ahora se ha extendido ampliamente por toda Galilea. … Marcos quería dar un relato resumen de la actividad de Jesús que está libremente relacionado con el contexto inmediato. Una referencia similar al exorcismo en 6.13 sugiere que la alusión es algo convencional. Mateo extiende el resumen considerablemente (4.23).”21

Marcos ubica el ministerio de Jesús en dos regiones geográficas bien definidas: Galilea y Jerusalén. A su vez, estos marcos espaciales están ligados a marcos temporales. Galilea corresponde a la primera etapa de su ministerio, mientras que Jerusalén fue el ámbito de la segunda etapa y la más importante. Como señala Willi Marxen: “Ahora bien, en el marco de 21. Vincent Taylor, The Gospel According to St. Mark (Londres: Macmillan, 1959), 184-185.

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Marcos se distinguen dos épocas: principio en Galilea, final en Jerusalén. La delimitación es difícil. Quizás lo mejor sea tomar para el primer complejo los capítulos 1-9 y para el segundo los capítulos 11-16. El capítulo 10 sería de transición.”22 LOS MIL AG ROS D EL M E SÍ AS (1.32-34; 3.10-12; 6 . 5 -6 , 5 6 ) En los próximos capítulos de esta Unidad, estaremos considerando una diversidad de milagros que el Señor llevó a cabo a lo largo de su ministerio terrenal. Estas acciones de poder de Jesús operaron sobre las enfermedades físicas, la naturaleza, los demonios y la muerte misma. Hay en Marcos tres relatos que tienen que ver con la liberación de personas endemoniadas. Si bien su Evangelio no es el que más milagros de este orden contiene, de todos modos, se trata de tres casos bien característicos. Hay también cinco milagros que tienen que ver con la naturaleza creada (sin duplicar el milagro de la multiplicación de los alimentos). Hay diez curaciones milagrosas: la suegra de Pedro, el leproso, el paralítico de Capernaúm, el hombre en la sinagoga, la mujer con el flujo de sangre, la hija de Jairo, la hija de la mujer sirofenicia, el sordomudo de Decápolis, el ciego de Betsaida y el ciego Bartimeo. A estos relatos, Marcos adiciona cuatro resúmenes de acciones milagrosas (1.32-34; 3.10-12; 6.5-6 y 6.56), descontando uno que no se refiere propiamente a Jesús, sino a la acción de los apóstoles (6.13). José Ignacio González Faus: “Podríamos encerrar en tres palabras la teología marcana de los milagros de Jesús: los milagros son praxis, son fuerza y son revelación. En primer lugar, los milagros son praxis: ‘acción.’ … El Evangelio más corto es el que contiene narraciones más largas de milagros. Y es fácil comprobar que casi todos los fragmentos con que Marcos alarga sus relatos milagrosos están constituidos por detalles o pinceladas narrativas. En cuanto acción, los milagros de Marcos no van a glorificar a Jesús (como es el caso en Mateo) ni a autentificar su mensaje 22. Marxen, El evangelista Marcos, 51.

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C O M E N T A R I O B Í B L I C O H I S PA N O 2 . 0 (como quizás en Lucas), sino que van a ponerlo por obra. … Dentro de este carácter práxico, los milagros de Marcos no están desvinculados de la persona de Jesús. … Esta acción es expresión de una fuerza (gr. dúnamis). Marcos ha elegido esta palabra sorprendente para calificar a los milagros; mientras que la palabra ‘signo’ es, para Marcos, lo que piden a Jesús tentándole y lo que no se dará a aquella generación (Mr. 8.11-12). … Los milagros son una fuerza que no es tanto fuerza cristológica cuanto la fuerza del mensaje-praxis, es decir: fuerza del reino. No es la fuerza de una determinada palabra o persona, sino la fuerza del mensaje cuando es vivido con la totalidad de entrega con que lo vive Jesús. … Y … los milagros son también revelación, tal como la concibe Marcos: revelación del Dios escondido o del que es Hijo de Dios en la anonimidad.”23

Los milagros como característicos de Jesús Cuando se lee el Evangelio con detenimiento es posible destacar ciertas características llamativas en relación con los milagros del Mesías. Por un lado, la aparición de los milagros en este Evangelio es muy temprana y abundante, cuando se la compara con la narración de los otros Sinópticos. Hay una especie de irrupción de lo milagroso en el ministerio de Jesús en la primera mitad del Evangelio, que concuerda con el énfasis que Marcos pone sobre la irrupción y provocación del Mesías en sus días. En contraste con este marcado énfasis en la primera parte del Evangelio, la segunda parte está casi desprovista de milagros, lo cual también se corresponde con el énfasis de Marcos sobre el camino oscuro que recorre Jesús tras la crisis de Cesarea y su culminación en la cruz. Por otro lado, Marcos destaca en los milagros de Jesús el contacto físico, su presencia comprometida en la operación de los mismos, y las motivaciones presentes en la ocurrencia del milagro: la fe de las personas y la misericordia del Mesías. Alberto F. Roldán: “La lección más importante para nosotros, discípulos del Maestro, es que nuestra incredulidad no resulte el impedimento para que él haga milagros en nosotros y a través de nosotros. Por supuesto, 23. José Ignacio González Faus, Clamor del reino: estudio sobre los milagros de Jesús (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1982), 53-57.

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El Reino de Dios se hace presente debemos entender que la realización de milagros depende de varios factores y no de uno solo. En efecto, depende, fundamentalmente de la soberanía de Dios en actuar para realizar una obra de portento y, también de la fe de quien debe recibir ese milagro. Lo llamativo es que, a manera de contraste con el asombro positivo de Jesús por la fe de la mujer sirofenicia (ver Mt. 15.28), aquí [Mr. 6.5-6] el asombro es motivado por la incredulidad.”24

Los milagros como obras de Jesús De todos modos, para Marcos, los milagros no parecen ser lo más importante, sino Jesús que los obró. Toda vez que se presentó un conflicto o rechazo no fue de la acción milagrosa, sino de la persona de Jesús y su pretensión de ser el Mesías, que el milagro fundamentaba. De allí que en Marcos sobresalen las amonestaciones del Señor a que la gente beneficiada con algún milagro guardara silencio, a fin de no exponer precipitadamente su condición de Mesías y acarrear con ello una muerte anticipada. Así, pues, se ve en Marcos cómo se multiplican estas admoniciones en la primera parte del Evangelio, donde abundan los milagros, pero van espaciándose en la segunda parte, donde éstos ya no son tan frecuentes. José Ignacio González Faus: “[Los milagros] brotan de la fuerza del reino que está ya en acto con la presencia de Jesús y con su anuncio del reino. Esto concuerda con el hecho de que el Jesús de Marcos no es un maestro o un enseñante, sino un ‘profeta,’ en el sentido de anunciador o proclamador: su predicación se reduce prácticamente al anuncio del reino; y los milagros realizan este mismo anuncio que no puede ser mera enseñanza. O mejor formulado: realizan ese anuncio cuya enseñanza es su praxis. … Que los milagros son acción quiere decir: ellos hablan por sí mismos y no por (o con) las palabras que los acompañan. Por eso son difíciles: porque el lenguaje de la acción es más oscuro y más ambiguo, aunque sea también más interpelador.”25

24. Roldán, Jesús en acción, 1:100. 25. González Faus, Clamor del reino, 54.

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Los milagros como manifestaciones del reino Para Marcos, los milagros de Jesús son una manifestación de la fuerza del reino de Dios. El evangelista ve a los milagros como la praxis (acción con sentido) del reino. Por eso, el Evangelio más corto contiene los relatos más largos de milagros de Jesús. Como se indicó en la Introducción, Marcos es el Evangelio de la acción. Los milagros son la praxis propia del Mesías, no para ganar glorificación o reconocimiento, ni siquiera para autenticar su mensaje, sino porque son la expresión de la naturaleza y propósito del reino de Dios. Jesús no aparece en Marcos como un Maestro, sino como un Profeta. Como tal, su tarea fundamental es la de anunciar al reino, y los milagros son una manera de hacerlo. Los milagros son una manifestación concreta y palmaria de la presencia del reino de Dios. De allí que no se los pueda desvincular de la persona de Jesús, porque ellos son la acción (praxis) de Jesús. Esto explica también el énfasis que pone el evangelista sobre la compasión o misericordia de Jesús, y las diversas maneras en que tomó contacto directo y personal con quienes fueron objeto de sus milagros (toque, mirada, gestos, emociones). En otras palabras, los milagros, como acciones de Jesús, hablan por sí mismos y no necesitan de un discurso que los acompañe o explique. Los milagros como expresiones de poder El evangelista ve también los milagros como expresión de poder (gr. dúnamis). Este es el término preferido del evangelista para referirse a estas acciones de Jesús (Juan prefiere hablar de “señal”). Los milagros son la fuerza del reino que opera con el poder de Dios y no con el poder de las palabras o los gestos. Es la fuerza del mensaje cuando es vivido con la totalidad de entrega con que lo vivió Jesús. Es por esto que se destaca en Marcos la confrontación de poderes, entre el poder del Mesías y el poder de las tinieblas. Las acciones milagrosas de Jesús se presentan como verdaderas acciones de combate y confrontación. “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?” (3.23-26) es la manera en que Marcos ve a los milagros como señal del reino. Gregory A. Boyd: “El ministerio milagroso de Jesús … no fue simplemente simbólico del esjaton—en principio logró el esjaton. Él en 90


El Reino de Dios se hace presente principio ganó la guerra, pegó el golpe mortal decisivo, terminó con Satanás, restauró a la humanidad, y estableció el reino. No obstante, todavía deben ser peleadas algunas batallas antes de que esta victoria final se manifieste plenamente. De aquí que Jesús no sólo llevó a cabo su ministerio de guerra; él comisionó, equipó y empoderó a sus discípulos, y a la totalidad de la iglesia posterior, para hacer lo mismo. Él puso en movimiento la creación de una nueva humanidad, una que nuevamente ejerce dominio sobre la tierra, al darnos su poder y autoridad para proclamar y demostrar el reino, así como él lo hizo (por ejemplo, 2 Co. 5.17-21; Mt. 16.15-19; Lc. 19.17-20; ver Jn. 14.12; 20.21).”26

Los milagros como revelación de Dios Finalmente, el evangelista ve a los milagros como una revelación, la revelación del Dios escondido o del que es Hijo de Dios en el anonimato. En Marcos, esta revelación del Mesías coexiste con los mandatos de silencio, la oposición desatada y la incomprensión de los discípulos. José Ignacio González Faus: “Revelación que es así de discreta y de anónima no sólo por el contexto demoníaco o de dureza de corazón en el que se presenta, sino también porque, en este mundo ambiguo y negativo, la presencia de Dios no es un factor exterior, sino el milagro mismo de lo humano llevado a su profundidad última, quizás entrevista o sospechada, pero increída. Esta es la razón por la que Marcos sigue viendo la fe como una ‘milagrosa fuerza humana’ en el sentido que hemos dicho. Y por eso cabría concluir parodiando el milagro que describe Marcos, con la letra de una acción muy actual: ‘con vosotros está y no le conocéis.’ Esto es lo que revela el anuncio del Reino, y esto es lo que encarna la persona de Jesús que, precisamente en esto, es efectivamente Hijo de Dios.”27

26. Gregory A. Boyd, God at War: The Bible and Spiritual Conflict (Downers Grove, Ill: InterVarsity Press, 1997), 214. 27. González Faus, Clamor del reino, 57-58.

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