5 minute read
Aplica medidas de seguridad en la PELUQUERÍA
from EspeciesPRO 262
by Grupo Asís
¿Están nuestros clientes seguros? ¿Y nosotros? Cuando montamos una peluquería canina tenemos que pensar en muchísimos supuestos que puedan suceder, en los que los animales puedan lastimarse o fugarse. Cuantas más medidas de seguridad pongamos más difícil resultará que suceda un percance.
Xandra Martínez Barbudogs
Imágenes cedidas por la autora
Por norma, tenemos la errónea idea de que la peluquería es un servicio que no puede provocar ningún daño al animal salvo por negligencia. Sin embargo, es mucho más complejo que cortar simplemente el pelo a los perritos, y el cliente debe ser previamente informado y estar de acuerdo con los riesgos que supone el servicio para su mascota.
Por muchas medidas de seguridad y protocolos de actuación que tengamos, siempre hay posibilidades de que sucedan errores y/o accidentes que desemboquen en un disgusto de menor o mayor calibre.
La seguridad de los animales
Lo primero en lo que debemos pensar es en la seguridad de los animales. Todo nuestro trabajo se va a desarrollar sin perder detalle para que su estancia sea lo más segura posible: • Instalaciones
Debemos tener unas instalaciones con el mayor número posible de barreras para evitar fugas, peleas o montas indeseadas (figura 1). Y para que esas barreras sean efectivas, hay que seguir un protocolo, por ejemplo, no se abre una puerta sin que la anterior esté cerrada, no se abre la puerta de la calle sin comprobar que las vallas o puertas estén todas cerradas y no haya ningún perro suelto en la recepción (figura 2). • Elementos de contención
Por supuesto las estancias, barreras, jaulas... Todo elemento de contención debe ser seguro (figura 3), pensado para que no haya la más mínima opción de que el animal pueda lastimarse con barrotes o elementos cortantes o punzantes, pudiendo tener un desenlace fatal. • Supervisión continua
Mientras se trabaja en las mesas o bañeras se debe velar por la seguridad del animal para que no se dañe en caso de querer saltar. Para ello lo ideal es no dejarles nunca solos sin supervisión.
Posibles daños o lesiones
Cuando controlamos al 100 % estos tres puntos anteriores, viene la segunda parte, en la que suceden daños derivados de la peluquería por: • Una mala praxis: lesiones por saltos de la mesa o infecciones por usar material sin desinfectar. • Lesiones por cosmética: irritaciones, alergias de contacto, etc. • Problemas derivados del lamentable estado del manto del animal: foliculitis, otohematomas, irritaciones... • O simplemente por una causa fortuita de la que nadie es culpable: rotura de tumores viscerales, ligamentos en animales mayores -sin haber hecho manipulaciones que lo provocasen-, o que el propio estrés que supone la peluquería desencadene la acumulación de líquido en los pulmones de un perro cardiópata y tenga un final fatal.
Figura 2. Hay que seguir un protocolo de seguridad: no se abre la puerta de la calle sin comprobar que las vallas o puertas estén todas cerradas y no haya ningún perro suelto en la recepción.
Démosles información
Los propietarios tienen que saber y ser conscientes de que la peluquería tiene unos riesgos, algunos muy improbables, pero no inexistentes, y muchos muy comunes. • Ellos también son parte clave y deben informarnos sobre cualquier enfermedad o padecimiento puntual de su animal para así nosotros valorar si prestar o no el servicio hasta que haya aprobación veterinaria. • Deben ser conscientes de que los animales tienen el derecho de que se cubran sus necesidades higiénico-sanitarias, de lo contrario, nos encontramos con muchos perros en un lamentable estado de abandono doméstico que tras la peluquería pueden presentar lesiones cutáneas o incluso detectarlas nosotros mismos, y no por ello somos culpables nosotros, al contrario.
También hay que contar con la posibilidad remota de que podamos realizar también algún corte con las herramientas. Ninguno queremos cortarles, pero a veces el azar nos visita de vez en cuando haciendo que el perro haga un gesto brusco en ese momento que estabas perfilando una oreja, que saque la lengua cuando le estabas recortando el hocico, o que al cortarle las uñas dé una coz y cortes de más.
Debemos asegurarnos
Todo esto puede parecer algo muy lógico y normal para nosotros los profesionales, pero los clientes, propietarios de una mascota que te llevan para recoger un peluchito, por nada del mundo se esperan que su perro pueda resultar dañado en algún momento.
Y por eso es necesario cubrirnos bien las espaldas haciéndoles firmar un consentimiento informado sobre los riesgos que existen en la peluquería. Llevamos varios años haciéndolo y aún la gente se sorprende de que todas esas cosas puedan suceder, además diciendo que nunca les habían hecho firmar “semejante cosa”. Alguno se ha ido a casa nada más leerlo, y es precisamente de lo que se trata, de quedarse con los clientes que entiendan y comprendan que nuestra profesión no es un juego como la mayoría piensa, con el típico comentario “¡Ay! ¡Trabajas con perritos! ¡Qué divertido!”.
Todos identificados
Por último, me gustaría hablar sobre la importancia de identificar debidamente con su cartilla a cada animal que disfrute de los servicios de peluquería. Nuestra experiencia con diversos tipos de personas nos ha demostrado que algunos hacen con los perros lo que les da la gana, desde cuidadores de residencias que sacan perros sin el consentimiento de los dueños, a dueños que poco les importa a dónde va su perro, ni quiénes le tratan.
Pedir la cartilla en la primera visita garantiza un compromiso del cliente con tus normas. No le supondrá ningún problema al igual que cuando debe enseñar su DNI en establecimientos. Puede ser además un buen filtro para no atender animales robados, de modo que, si todos lo hiciéramos, no podría ser atendido en ningún centro y ante las sospechas podríamos avisar a las autoridades.
En definitiva, si protegemos a nuestros clientes, estaremos protegidos nosotros mismos.
Figura 3. Todos los elementos de contención deben ser seguros de modo que aseguren que el animal no pueda lastimarse.