SR 17 Dúo a cuatro voces • La reunión (Mariano Cariñena)

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MARIANO CARIÑENA

DÚO A CUATRO VOCES LA REUNIÓN


DÚO A CUATRO VOCES • LA REUNIÓN

Mariano Cariñena

Primera edición diciembre 2013 TITIRILIBROS – SERIE ROJA

Ilustraciones de portada e interiores: Mariano Cariñena Portada: Escenografía preparada para La casa de Bernarda Alba, trabajo en la Escuela Municipal de Teatro

Agradecemos la importante labor que Marisol Albiac ha tenido en la publicación de estas obras, así como a lo largo de la vida de Mariano Cariñena.

© De los prólogos: Rafael Campos y Francisco Ortega © De los textos: Mariano Cariñena © De las ilustraciones: Mariano Cariñena Edita: Teatro Arbolé Director de la colecciÓn: Esteban Villarrocha Imprime: Sansueña Industrias Gráficas, S.A. • Río Guatizalema, 6 • 50003 Zaragoza DepÓsito Legal: Z-1844-2013 Isbn: 978-84-935501-9-3


Pienso que la Escuela de Teatro fue para Mariano, como para todos los que compartimos con él tantos años de enseñanza, una ocasión incesante de aprendizaje. En realidad lo es el teatro, cualquiera de los lenguajes que el teatro utiliza para conformarse como narración sirve además para una dimensión autorreflexiva, por así decir; en esa medida, Mariano, como todos nosotros, sometía su continua práctica de la enseñanza a nuevas propuestas, tentativas, opciones, etc., sugeridas por el ambiente envolvente de la propia escuela, en la que el trabajo de enseñar era apasionante como lo es la construcción de una pieza teatral. Esta afirmación es fácil para mí, porque recuerdo bien las inacabables conversaciones sobre la cuestión de la enseñanza, la pedagogía, los modos y caminos para enseñar mejor lo que para nosotros era una materia tan apasionante como la interpretación teatral. La Escuela fue pues, en ese sentido, una fuente constante de inspiración, de autoexigencia y de contraste permanente de cada solución escénica, siempre provisional, porque cada dinámica de cada grupo era cambiante como lo eran sus integrantes. Era complejo aferrarse a un corpus de doctrina, por así decir, en una actividad cuyo proceso es casi del todo divergente, o sea, un mismo punto de partida ha de ser desarrollado por cada alumno de manera original, y eso era ya justamente un objetivo: lograr de cada alumno su propia y personal respuesta a un estímulo inicial, hasta completar un recorrido que acabaría en la construcción de un personaje, dentro de una escena, dentro de una narración teatral. Pues bien, todo este enunciado, someramente dicho, daba lugar a una trama, un laberinto de formulaciones y experiencias en las que —3 —


andábamos inmersos a la vez que sometíamos al contraste de la experiencia práctica cada una de las aportaciones imaginadas en cada curso, con cada grupo, en cada ejercicio y en las diferentes propuestas para la elaboración de improvisaciones como en la construcción de escenas: el público, los compañeros de curso o de otros cursos, y en ocasiones el público real, externo, que acudía a algunas muestras de trabajo, eran nuestro espejo real, nuestra prueba de contraste, que cumplía el papel de responsabilizarnos y de autoexigirnos en un anuncio de lo que habría de ocurrir con los estudiantes cuanto por fin se enfrentaran al público espectador, una vez convertidos ya en actores y en actrices. Mariano, disfrutaba de un modo palpable de esta dimensión del oficio del teatro. Él que había dirigido antes a actores como Eduardo González, María José Moreno, y todo el largo elenco de su Teatro Estable, y antes incluso con el Teatro de Cámara; que había puesto en escena grandes títulos del mejor repertorio, y que había escrito además un puñado de textos para su compañía, para sus actores, a los que adoraba –lo vi, en algunos ensayos a los que asistí, pude ver cómo quería Mariano a sus actores, cómo celebraba su talento en cada paso de su desarrollo sobre el escenario, con la generosidad de quien realmente admiraba su trabajo y lo decía y lo expresaba en una sonrisa especial, que, repito, pude ver. Pues bien, esa sonrisa, esa admiración que sentía por sus actores, pude verla también reflejada en su relación con sus estudiantes, en su expresión ante algunos momentos de su práctica como pedagogo en la Escuela. Y no pocas veces comentamos cuántos momentos extraordinarios de excelente teatro, cuántos destellos inesperados de buena interpretación pudimos contemplar en algunos de los muchos momentos de nuestro trabajo en la Escuela, en alguna muestra, en alguna clase de interpretación incluso; momentos fugaces, irrepetibles, como si el teatro asomara su verdadero espíritu para regalarnos un ins— 4—


tante de luz, a través del talento afilado de algún estudiante en un buen y luminoso día de trabajo. Mariano valoraba esos pellizcos de verdad, y se alegraba con estos pequeños grandes acontecimientos teatrales, como alguna vez dijo, y los amaba, y le inspiraban constantemente para hacer mejor su trabajo y para entregar a la Escuela todo lo que sabía, que era tanto, no solo armando escenas para los ejercicios de interpretación, sino creando espacios escénicos, eligiendo músicas con su extraordinario conocimiento de melómano, o como en el caso que sigue, escribiendo, a modo de ejercicio dramático, y seguramente sugerido por la particularidad de un grupo de estudiantes, pequeñas obras para "democratizar" un reparto, o sencillamente como regalo para los alumnos y muestra de su capacidad, imaginación y talento para la escritura. El texto que sigue es uno de aquellos ejercicios de generosidad y de entrega a su labor de profesor. Una escritura sugerida seguramente por un grupo concreto de estudiantes, conformada en una obra para padres e hijos que empieza como un juego ingenuo de descubrimientos infantiles y termina en un final abrupto, bastante inesperado y radical. Y añadiría que muy del gusto de su autor, que parece señalar en la obra una especie de resumen, en el que una vez más, la ignorancia y la mentira desencadenan la tragedia de una comedia aparente, en la que no hay inocentes, sino ignorantes, y en la que, al cabo, la causa de la desdicha no es otra que la misma irresponsabilidad y el miedo a la sencilla y natural verdad del amor; la estupidez de unos padres incapaces, una vez más, desencadena la fatalidad de los hijos. Este Dúo a cuatro voces, compuesto por Mariano como ejercicio de algún grupo de alumnos de la Escuela, habla de algo de lo que trato de subrayar aquí: de cómo su pasión por el teatro, vivida como una verdadera y absoluta vocación, le llevaba a — 5—


añadir a su enseñanza toda su capacidad de hombre de teatro en todas las dimensiones, autor, director, escenógrafo; y cómo esa misma pasión contribuyó a hacer de Mariano Cariñena un maestro cada vez mejor. En él sí se cumplió nuestro deseo de que el teatro fuera capaz de hacer mejores a las personas, y estoy seguro de que también él pensaba eso, de la cultura en general y del teatro en particular. Por eso tuvo nuestro cariño, y por eso lo echamos de menos. Rafael Campos

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MARIANO CARIÑENA: AUTOR (TAMBIÉN…) DE TEATRO DEL ABSURDO

– Yo creo que…, podríamos empezar a hablar. – No. Hemos de estar todos. Para eso se nos ha convocado. – Será mejor esperar a que vengan. – Es lo mejor. Esperemos. – Pero, entre tanto, podemos hablar de cualquier cosa. – Bueno. Yo no veo inconveniente. – Pues lo hay. ¿Sabéis alguno de qué tenemos que hablar? – No… No…. No… – Entonces no podemos hablar de nada. – ¿Y eso? – Porque si lo hacemos, podríamos hablar precisamente de lo que hemos de hablar. En la ya larga vida de la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, La reunión, texto escrito y dirigido por Mariano Cariñena, fue el taller número cuarenta y uno que se presentaba ante espectadores de la ciudad en uno de los llamados talleres de tercero. Concretamente el estreno tuvo lugar en febrero de 1998 en el Teatro del Mercado, y en el reparto participaron Javier Bruna, Javier Carrascosa, Daniel Durán, María Ferrer, Paco Formento, Silvia García de Pe, Lucía Grafal, Arancha Martín, Susana Miranda, Beatriz Ortez, Ana María Pavía, Marian Perea y Amanda Recacha. — 7—


Para los que no lo sepan, puedo afirmar que los profesores de interpretación nos morimos de ganas de dirigir talleres. Es un trabajo específico y diferente al que normalmente realizamos dentro de las aulas. Y lo es por su doble condición de trabajo público, que exige que el resultado no solo sea digno, sino que aspire a rozar la profesionalidad, y porque es también un momento en que los alumnos ponen en juego las habilidades aprendidas a lo largo de los tres años que dura su adiestramiento. Aquel año le tocó a Mariano, y eligió su propio texto. Un texto que tiene una larga historia, que yo contaré, sin embargo, brevemente. Mariano no solo adaptaba magistralmente textos de otros –de autores como su querido Arrabal, o Shaw, o Fassbinder–, sino que escribía… de todo. Letras de canciones, narraciones breves, poemas satíricos, artículos de opinión, obras teatrales, y expedientes, muchos expedientes, porque su condición de director de la Escuela de Teatro le obligaba a ello. Y todo lo hacía con un estilo propio, meticuloso, perfeccionista, producto de su sabiduría, su intuición y su conocimiento de las leyes internas de la dramaturgia. Y, además, con persistente tendencia a proyectar en lo que hacía, un desbordante sentido del humor. Desde hacía años –me atrevo a aventurar que más de quince– sacaba a relucir este del que ahora estoy escribiendo. Yo he visto a chicos y a chicas de muchas generaciones peleándose contra sus palabras y sus silencios. Porque inicialmente La reunión fue concebida como un simple ejercicio en donde alumnos y alumnas debían defender y expresar un personaje, que siempre se llamaba Manuel, y que, en realidad era un número. Mariano modificaba el número de Manueles en función de alumnos y alumnas que en ese momento asistían a sus clases de interpretación. Hubo que esperar hasta 1998, por tanto, para dar el texto por concluido, porque ya iba a ser puesto de largo en un teatro de la ciudad. Y, que yo recuerde, nunca más volvió a utilizarlo después. — 8—


La reunión es… una reunión. Una reunión de personas citadas de un modo absurdo, que están en un lugar absurdo, por una razón absurda, con el objetivo de hablar de algo que desconocen. Situación teatral sencilla y, a la vez, enormemente compleja, que obliga al actor y a la actriz a crear un personaje desde las desnudas palabras que le tocó en suerte decir. Nada más y nada menos. Porque de un plumazo Mariano se pasa por la piedra las teorías manidas de la construcción del personaje, de la elaboración a partir de una cierta verdad, una cierta sicología, un cierto porqué. Mariano con La reunión les hacía la faena a sus alumnos de tenerse que enfrentar con algo diferente a lo que estaban acostumbrados, y los situaba justo en el ojo del huracán, en el corazón de la intemperie. No hace falta ser muy culto teatralmente hablando, para descubrir el aroma del mejor teatro del absurdo, de Ionesco, en particular, de Beckett, o del propio Fernando Arrabal, a quien Mariano ya había estudiado en profundidad, tanto en la Escuela como en el Teatro Estable, y de quien ya en mayo de 1966 había montado Pic Nic en campaña con el Teatro de Cámara, siendo la primera vez en su carrera en que se encargaba de todo: de la adaptación, de la escenografía y de la dirección de escena. Léase este texto sin complejos. El lector tiene el permiso de reírse desde el principio, si así lo desea. El lector tiene también permiso, si lo prefiere, para angustiarse, y no le faltarán razones poderosas para ello. Porque angustioso es estar en un lugar en donde no sabes exactamente porqué estas; es decir, algo bastante parecido a la vida misma, ¿no les parece? Paco Ortega

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DÚO A CUATRO VOCES de

Mariano Cariñena

Plano de escena de Infanticida


D R A M AT I S P E R S O N A E / P E R S O N A J E S

FINTA, una mujer joven TONDO, un hombre joven, su hermano EL PADRE LA MADRE

PIEZA EN UN ACTO

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ESCENA I

Una habitación. En el lateral derecho una puerta, que da a la habitación de Finta. En el foro, a la izquierda, otra puerta. En el centro dos taburetes. Tondo está sentado, aburrido. Al otro lado de la puerta se oye cantar a Finta. Finta

(Cantando.) Le he pedido a la luna Que no se vaya a los campos. Las flores de mi alma Se abren. Las flores de mi cuerpo Se abren. Amor, Si quieres amor, Yo te daré amor. Tondo escucha, parece gustarle. Silencio. Tondo escucha. Se levanta, se acerca a la puerta con sigilo. Silencio. Escucha. Luego, mira por el ojo de la cerradura. Retrocede asustado. Se oye cantar a Finta suave la misma canción. Tondo vuelve silenciosamente junto a la puerta. Mira con temor por la cerradura. Se confía. Ahora parece divertido. Luego entusiasmado. Por fin mira con gran atención, sin moverse un cierto tiempo. Silencio. Se incorpora. Está consternado, perplejo. Vuelve al centro. Se sienta. Medita. Tondo

No lo entiendo (Pausa.) no lo entiendo. (La puerta se abre. Entra Finta. Él no la ha visto.) Es extraño (Pausa. Ella se le acerca.) muy extraño. — 13 —


Finta

(Bruscamente, con alegría.) ¿Estoy guapa?

Tondo

(Asustado.) ¡No! ¡No!

Finta

(Triste.) ¿No estoy guapa?

Tondo

(Con cierto temor.) ¿Cuándo?

Finta

(Alegre, posando.) Ahora.

Tondo

(Más tranquilo.) Sí. Claro que sí. (Pausa.)

Finta

Estás muy raro. ¿En qué pensabas?

Tondo ….. Finta

¿Qué es lo que es extraño?

Tondo Nada. Finta

Cuando entré lo estabas diciendo.

Tondo

¿YO?

Finta

Sí: “Es extraño… muy extraño.”

Tondo

(Pausa. Luego muy rápidamente.) Te oí cantar.

Finta

Siempre lo hago.

Tondo

No como hoy. — 14 —


Finta

Lo hago siempre al desnudarme.

Tondo

(Pausa.) Te vi… cantar. (Pausa.) Miré por el ojo de la cerradura.

Finta Y ¿me viste desnuda? Tondo Sí. Finta

¡Eres muy malo! Eso no se hace.

Tondo

¿Por qué?

Finta

Ahora, tengo vergüenza.

Tondo

Eres mi hermana…

Finta

(Llorando.) Tengo vergüenza!

Tondo

No llores. Te juro que no quería verte. Solo oírte cantar. Era una canción preciosa.

Finta

¿De verdad te gustó?

Tondo

De verdad.

Finta

Estoy muy contenta.

Tondo

¿Y ya no estás enfadada?

Finta NO. Tondo Y ¿ya no tienes vergüenza? — 15 —


Finta

(Llorando.) Tengo vergüenza!

Tondo

No seas tonta. No tiene importancia. Soy tu hermano.

Finta

(Deja poco a poco de llorar. Pausa. Luego de repente. Suave.) ¿Estaba guapa?

Tondo ….. Finta

¿Estaba guapa desnuda?

Tondo

Sí, mucho.

Finta

¡Eres malo! ¡Te gusta mirar a las mujeres desnudas por la cerradura!

Tondo

¡No es verdad!

Finta

¡Sí. Sí que te gusta. Confiésalo!

Tondo

Solo he mirado una vez.

Finta

Pero te ha gustado. (Llora.)

Tondo

No es porque yo sea malo. Es que era bonito.

Finta

¿Me lo prometes?

Tondo

Te lo prometo.

Finta

¿No lo harás nunca más?

Tondo ….. — 16 —


Finta

Si no lo juras… me desnudaré siempre con la luz apagada.

Tondo

(Apresuradamente.) ¡Lo juro!

Finta

¿Y tampoco mirarás a ninguna otra mujer, mientras se desnuda?

Tondo No. Finta

¿Aunque no sea tu hermana?

Tondo

Aunque no lo sea.

Finta

(Pausa.) Y ¿no te dará pena?

Tondo

(Pausa.) No.

Finta

(Pausa.) ¿Por qué dijiste que es extraño?

Tondo

Me da vergüenza decirlo.

Finta

Soy tu hermana.

Tondo

Es que … tienes … otras cosas.

Finta

¿Cosas?

Tondo

Sí. Eres distinta. Tienes la piel blanca y … pareces muy suave y …

Finta

¿Y?

Tondo

…Tienes dos cositas redondas aquí (Se señala el pecho.) el cabello largo sedoso, y… las manos y los pies pequeñitos. — 17 —


Finta

¿Eso es todo?

Tondo

(Apresuradamente.) Sí.

Finta

No me lo creo. Me ocultas algo.

Tondo

Y también… (Le dice algo al oído.)

Finta

¡Pues claro! ¡Si no, no podría hacer pipí!

Tondo

Pero yo… (Le dice algo al oído.)

Finta

¡Mentira! Eres un presumido.

Tondo

Te juro que es cierto.

Finta

¡Pues yo quiero verlo!

Tondo

No. Eso está muy mal.

Finta

Pero, ¡somos hermanos!

Tondo

Sí pero ya somos mayores.

Finta

No importa. Quiero verlo. Además seguro que es mentira. Todo el mundo tiene nariz y boca y orejas y de todo lo mismo.

Tondo

¡Si no te lo crees peor para ti!

Finta

Bueno, me lo creo. Pero quiero verlo. Si no, es trampa porque tú me has visto a mí. Quiero que te desnudes! — 18 —


Tondo

Pero yo te vi por la cerradura.

Finta

Ya verás: yo me quedo aquí y tú vas a mi cuarto y te desnudas.

Tondo Pero ¿mirarás? Finta ¡Claro! Tondo

Entonces, no quiero. Me da mucha vergüenza.

Finta

Pues tú me miraste!

Tondo

Pero tú no lo sabías.

Finta

Bueno, ve a mi cuarto y te desnudas sin que yo lo sepa.

Tondo

¡Sí que lo sabes!

Finta Y ¿qué importa? Somos hermanos. Tondo

Voy. Pero me desnudaré a oscuras.

Finta

No. Eso no vale.

Tondo

Solo mirarás un poco ¿eh?

Finta

Está bien. ¡Vamos! ¿A qué esperas? (Tondo sale por la puerta. Finta corre a la cerradura. Mira. Retrocede asustada. Vuelve a mirar. Se confía. Parece divertida; luego entusiasmada. Protesta.) ¡No vale que te pongas de espaldas! ¡Quiero verlo bien! (Mira ahora con atención. No se mueve. Un tiempo. Luego se incorpora. Está consternada, perpleja. Vuelve al centro. Se siente. Medita.)

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No lo entiendo. (Pausa.) No lo entiendo. (Se abre la puerta. Tondo permanece en el umbral. Está avergonzado. Finta no lo ve.) Es extraño… muy extraño. (Tondo se acerca y se sienta a su lado.) Era verdad.

Tondo

Ya te lo dije.

Finta

No acabo de entenderlo.

Tondo

Es muy raro.

Finta

Como la gente va vestida, nunca se piensa en esas cosas.

Tondo

Es difícil imaginarlo.

Finta Sí. Tondo

(Pausa.) ¿Y los demás…?

Finta

¿Cómo?

Tondo

Los otros. ¿Serán como tú, o como yo?

Finta

A lo mejor tendrán otras cosas diferentes.

Tondo

Habrá que preguntarles.

Finta

No querrán decirlo. (Pausa.) Estoy pensando… que puede ser que los hombres sean todos como tú y las mujeres como yo.

Tondo

Sí, y así se podría distinguirlos fácilmente. — 20 —


Finta

Solo cuando estuvieran desnudos.

Tondo

Lo difícil es la primera vez. Luego se les viste de hombre o de mujer y ya se sabe para siempre.

Finta

(Pausa.) ¿Sabes lo que pienso? Que tal vez todo eso sirva para algo.

Tondo

¿El qué?

Finta

Bueno… todas esas cosas tan distintas.

Tondo

Sí, pero ¿para qué?

Finta

Para algo divertido.

Tondo

O para algo malo.

Finta

O para algo práctico.

Tondo

A lo mejor no sirve para nada.

Finta

Pues entonces es una complicación inútil.

Tondo

Claro. Todas las cosas sirven para algo.

Finta

Todas no. Hay, por ejemplo, el apéndice.

Tondo

Tienes razón.

Finta

Le podríamos preguntar a papá.

Tondo

No. Me da vergüenza. Además, si es algo malo, nos reñirá. — 21 —


Finta

Entonces, no se lo preguntamos.

Tondo No. (Pausa.) No lo entiendo (Pausa.) cuando te estaba mirando… Finta

¿Por qué te callas?

Tondo

…Me dieron …muchas ganas de abrazarte.

Finta

Eso es porque eres mi hermano.

Tondo

Sí, claro, pero…

Finta

¿Por qué te callas?

Tondo

No lo entiendo. Nunca me había ocurrido nada parecido.

Finta Y ¿qué te ocurrió? Tondo …… Finta

Quieres intrigarme. Lo haces para darte importancia.

Tondo

No. Es cierto. Verás: sentí algo muy extraño, y una sensación… como de ternura y … de hambre.

Finta

¿De hambre?

Tondo

De algo parecido. No. De algo muy distinto. Fue como … ¡Qué rabia! No consigo explicarlo.

Finta

Tal vez es que me encontraste bonita. — 22 —


Tondo

¡Eso es! Y de repente te quise mucho más que antes.

Finta

Y eso te ocurrió ¿al verme desnuda?

Tondo Sí. Finta

¡Qué raro!

Tondo

Sí, mucho.

Finta

Ahora que lo pienso, a mí me ocurrió lo mismo al verte.

Tondo

¿Y me quieres más que antes?

Finta

Mucho más.

Tondo

ES mucho mejor así.

Finta

¿Cómo?

Tondo

Pues así. Queriéndonos más que antes. Yo estoy muy contento.

Finta

Yo también.

Tondo

(Pausa.) ¿Sabes lo que me gustaría?

Finta …… Tondo

Darte un beso.

Finta

¿Ahora? — 23 —


Tondo

Sí, ahora.

Finta

¿A pesar de que esté vestida?

Tondo

A pesar de eso.

Finta

¿Y por qué no lo haces?

Tondo

Me da vergüenza.

Finta

Somos hermanos.

Tondo

Sí. Es una suerte. Siendo hermanos no hay nada malo en besarse.

Finta

Claro que no.

(Tondo la besa en la frente muy rápidamente. Luego se queda avergonzado. Una pausa.) Tondo

(Tímidamente.) ¿Te ha gustado?

Finta

Sí. Es muy agradable. Tienes los labios templados. (Pausa.) ¿Quie­ res que te bese yo a ti?

Tondo …… Finta

(Le besa en la frente muy despacio.) ¿Te ha gustado?

Tondo

Sí. Es muy agradable.

Finta

Es un juego muy bonito. ¿Sabes lo que podríamos hacer?... Besarnos los dos al mismo tiempo. — 24 —


(Cada uno intenta besar al otro en la frente; lo que les lleva, subiendo poco a poco, a ponerse en pie.) Tondo

No se puede.

Finta

Es una lástima. ¡Hubiera sido tan divertido!

Tondo

Bueno. No importa. Desde ahora, cuando queramos, nos besare­ mos por turno.

Finta

¡Ya verás qué bien lo pasaremos!

Tondo

Y luego, todos los días, nos veremos desnudos para querernos más que antes.

Finta

Todos los días no puede ser. No quiero que me veas cuando tengo la regla. Y yo tampoco quiero verte cuando tú la tengas.

Tondo

Cuando tengamos ¿qué cosa?

Finta

Pues… eso tan feo.

Tondo

No te entiendo.

Finta

Eso que… se asusta uno tanto la primera vez. Yo ya no me asusto desde que mamá me dijo que les pasa a todos.

Tondo

¿A mí también?

Finta

Claro, todos los meses. Ya sabes… — 25 —


Tondo

(Casi enfadado.) ¡A mí no me pasa nada!

Finta

¿Quieres decir… nada, nada?

Tondo Nada. Finta

¡Mentira! Lo dices para hacerme rabiar. (Pausa.) ¿A ti no te sale sangre?

Tondo

Bueno, eso sí. Pero no tantas veces como dices. Solo cuando me corto un dedo.

Finta

¡Eso es trampa! Mamá dijo que le ocurría a todo el mundo. Es una injusticia.

Tondo

Yo no tengo la culpa.

Finta

No. Pero me da mucha rabia.

Tondo

Es mejor para ti. Así tu podrás verme todos los días.

Finta

A pesar de eso no me gusta.

Tondo

(Pausa.) ¿Estás enfadada?

Finta No. (Pausa.) Pero es muy feo. Tondo

No te preocupes. Yo te querré lo mismo.

Finta

¿Me lo juras? — 26 —


Tondo

Te lo juro. (Una larga pausa. Tondo y Finta parecen estar pensando, alternativamente sonrientes y serios.) ¿Tú la entiendes?

Finta

¿El qué?

Tondo

La canción. Una muy bonita que tú cantabas mientras. Mientras yo miraba por la cerradura.

Finta

No. No la entiendo. Pero me gusta mucho. ¿Quieres que la cante para ti?

Tondo

Sí. Cántala.

(Mientras Finta canta se hace poco a poco la oscuridad.)

Oscuro

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ESCENA II

En primer plano cuatro sillas dispuestas con absoluta simetría de la forma siguiente: en el centro dos sillas casi juntas por el respaldo. Frente a cada una de ellas otra situada a unos dos metros. Todo esto paralelamente a la embocadura. Entran simultáneamente por la derecha Tondo y el padre, y por la izquierda Finta y la madre. Naturalmente ambas parejas se ignoran. Los padres se sientan en las dos sillas del centro dándose la espalda. Los hijos permanecen de pie junto a las otras sillas. Cuando los padres o los hijos hablan a dúo lo hacen con gran precisión y con idénticos gestos. Cuando el diálogo transcurre solamente en un lado del escenario la parte callada actua simétricamente. En el dúo las palabras que así lo requieran serán dichas por Finta y la madre en el género femenino. Padre

Hijo, he de hablarte de hombre a hombre.

Madre

Hija, he de hablarte de mujer a mujer.

Los padres Siéntate. (Los hijos se sientan simultáneamente.) Los hijos

Sí, papá. Sí, mamá.

Los padres

Ha llegado el momento de que sepas algunas cosas. Hasta ahora eras muy joven. Yo soy un padre / una madre consciente de su deber. No permitiré que mis hijos aprendan ciertas cosas por sí mismos. Te sorprenderá lo que vas a oír. Quiero pues que sepas que todo es natural y bueno. Todo ha sido dispuesto así por Dios.

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Empezaré por el principio: Los niños no vienen de París. ¿Te sor­ prende? Has de perdonar esta mentira piadosa, que he mantenido hasta ahora para conservar tu inocencia. ¿Me perdonas?

Los hijos

Sí, papá. Sí, mamá.

Los padres

Sigamos. Sin embargo, los niños vienen al mundo. Ya eres mayor y debes saber cómo tiene lugar este hecho maravilloso.

Madre

Los niños vienen del vientre.

Finta

¿Del vientre?

Madre

Sí. Del vientre de su madre.

Finta

¿Quieres decir que se hacen allí dentro?

Madre

Eso es.

Finta

¡Qué gracioso!

Madre

Al contrario. Se trata de un proceso absolutamente serio y largo. ¡Un proceso que dura nueve meses!

Finta

¿Y se pasan todo ese tiempo metidos allí?

Madre Sí. Finta

¡Qué aburrido! — 29 —


Madre

Ellos no se enteran de nada.

Finta

¡Menos mal! (Pausa.) ¿Y yo también he estado ahí?

Madre Claro. Finta

Pues no me acuerdo.

Madre

Porque eras muy pequeñita.

Finta

Sí. Además siempre he tenido mala memoria. (Pausa.) ¿Y luego salí fuera?

Madre Sí. Finta

¿Por dónde?

Madre

Pues… por el agujero.

Finta

¿Qué agujero?

Madre

El de hacer pipí.

Finta

¡Qué porquería! (Pausa.) Pero no es posible. Es demasiado pequeño.

Madre

No creas. Cuando llega el momento se dilata.

Finta Y ¿entonces aprovechan los niños para salir? Madre Sí. Finta

¿Y no resulta difícil y complicado? — 30 —


Madre

No demasiado.

Finta

No lo entiendo (Pausa.) Si los niños están ahí dentro, primero habrá que meterlos de algún modo…

Madre

¡Es una reflexión acertada! Y con ello llegamos a la parte más deli­ cada del asunto. Antes, los niños no están ni totalmente fuera ni totalmente dentro. Hay una parte de ellos en cada sitio.

Finta

¿Están partidos en dos?

Los padres

No. Antes de ser engendrados, los niños son pequeñísimos y están la mitad dentro del padre y la mitad dentro de la madre. Entonces se juntan y… ¡ya está!

Los hijos

No entiendo.

Padre

Es muy sencillo. Dentro del padre se forman millones y millones de medios niños…

Tondo

¿Y qué hacen los padres con tantos medios niños?

Padre

Bueno, la mayor parte no sirven para nada.

Tondo

¿Y se tiran?

Padre

No exactamente. Se pierden.

Tondo

¡Pobrecillos!

Padre

No se enteran de nada. Ni siquiera son. — 31 —


Tondo

Todo eso es muy raro.

Padre

Al contrario. Es lo natural.

Tondo

¿Y tú tienes todos esos medios niños?

Padre

Claro está. ¡Yo soy tan hombre como el que más!

Tondo

¿Y qué haces con ellos?

Padre

Eso no te importa. ¡Preguntas demasiado!

Tondo

Como dijiste que soy mayor…

Padre

A pesar de ello, esto no es asunto tuyo. No nos desviemos del tema. Dentro de las madres están los otros medios niños.

Tondo

¿Se trata de los mismos niños o de otros?

Padre

Solo son medios niños. Luego cuando se juntan son el mismo.

Tondo

¿Y eso cómo se hace?

Padre

Eso constituye la parte más delicada el asunto (Pausa.)

Los padres

Los hombres y las mujeres son distintos.

Los hijos

(Muy contentos.) ¡Claro!

Los padres

No me refiero a su aspecto externo o a su vestimenta. Tienen órga­ nos distintos.

Los hijos

(Muy contentos.) ¡Claro! — 32 —


Los padres

¿Cómo que claro? ¿Y tú qué sabes? Digo que donde los unos tienen una cosa, las otras tienen otra.

Los hijos

(Ríen muy divertidos y satisfechos.)

Los padres

¡Esto no es gracioso! Se trata de algo muy serio: un agujero y un… mejor dicho, una … bueno, no. Es decir un… cilindro, o sea un canuto, o más bien un apéndice. Eso es, apéndice.

Los hijos

(Risas contenidas.)

Madre

No te rías. Se trata de algo muy serio. Que por otra parte tiene su utilidad práctica. Gracias a estos dispositivos los medios niños pue­ den juntarse los unos con los otros. No entraré en pormenores. Puedes imaginar el resto. ¿No es eso?

Finta

No muy bien.

Madre

No importa. Lo cierto es que de este modo el niño se forma dentro de la madre. Luego, va creciendo y por fin nace.

Finta

¿Y yo también tengo de esos medios niños?

Madre

Claro hija.

Finta

¡Pues quiero verlos!

Madre

No es posible.

Finta

¡Son míos y quiero verlos! — 33 —


Madre

Ya los verás algún día cuando te cases.

Finta

¿Con un hombre?

Madre

Pues claro.

Finta

¿Y si no encuentro marido?

Madre

Entonces, nunca tendrás hijos. Pero, claro que lo encontrarás. Eres muy guapa.

Finta

¿Y eso qué importa?

Madre

Atraerás a los hombres.

Finta

Y eso ¿cuándo será?

Madre

Algún día.

Finta

¿Y ahora no?

Madre

No. A su debido tiempo.

Finta

¡Yo lo quiero ahora!

Madre

No puede ser.

Finta

¡Vaya lata!

Los padres

Debes tener paciencia. Todo está dispuesto para que los hombres se sientan atraídos por las mujeres y viceversa.

Los hijos

¿Y yo también atraeré a alguien? — 34 —


Los padres ¡Naturalmente! Los hijos

¿Y ella / él también me atraerá?

Los padres

Por supuesto.

Los hijos

¿Y si no coincidimos?

Los padres

Entonces hay que esperar otra ocasión.

Los hijos

¡Pues, vaya!

Padre

El amor, hijo mío, santifica esta unión del hombre y la mujer y añade la satisfacción de la posesión del ser amado y de la propia entrega a lo que no sería sino un placer corporal.

Tondo

No entiendo.

Padre

La atracción mutua procede del instinto de perpetuación y del hecho de que el hombre y la mujer sienten placer en su unión.

Tondo

¿Quieres decir que resulta divertido?

Padre

No exactamente. Agradable. Eso es. NO. Satisfactorio. NO. Bue­ no, causa placer. Eso es lo que quiero decir.

Tondo

¡Yo quiero probarlo!

Padre

No es posible. Es pecado.

Tondo

¿Pecado? — 35 —


Padre

Sí. Y el cura se enfada, y también el párroco y el obispo. Y hasta el Papa.

Finta

¿También el Papa?

Madre

También y el Niño Jesús y la Virgen María y Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Finta

Si es así mejor no lo pruebo.

Tondo

Pero tú lo has probado.

Padre

Yo estoy casado.

Tondo

¿Y has probado con mamá?

Padre

De estas cosas no se habla!

Tondo

Pues yo quiero saber si te ha gustado.

Padre

Ya tendrás ocasión de comprobarlo tú mismo, a su debido tiempo.

Tondo

¿Cuando me case?

Padre Exactamente. Tondo

¿Y antes tengo que enamorarme?

Padre

Claro. Solo el amor justifica el uso del amor.

Tondo

¿Y cómo sabré cuando estoy enamorado? — 36 —


Padre

Eso, lo sabrás tú solo.

Tondo

¿Seguro?

Padre Seguro. Los padres

Hijo mío / Hija mía, ya ves que te he hablado como a un hombre / una mujer. No escuches a los demás. Solo yo quiero para ti el bien y la felici­ dad. Aprovecha honestamente los dones que has recibido del Señor y la verdad de mis palabras. Y ahora recibe mi bendición en este beso de padre / madre.

(Los cuatro de pie. El padre y la madre besan a Finta y Tondo en la frente. Luego salen dignamente cada uno por donde entró. Tondo y Finta permanecen de pie frente al público.) Tondo

(Medita unos segundos, luego muy contento.) Tengo que contárselo todo a Finta.

Finta

(Medita unos segundos, luego muy contenta.) Tengo que contárselo todo a Tondo.

Los hijos

(Muy seriamente.) Ya sabía yo que todo esto tenía que servir para algo. Oscuro

— 37 —


ESCENA III

Como en la escena primera. Hay además un espejo grande. Tondo

Sí. A mí papá me ha dicho lo mismo.

Finta

Debe ser verdad.

Tondo

Además, eso lo explica todo.

Finta

Sí. Seguro que es así.

Tondo

¿También te ha dicho lo del placer?

Finta También. Tondo

Yo eso no acabo de entenderlo.

Finta

Ni yo.

Tondo

¿Y también que es pecado?

Finta Sí. Tondo

Es una complicación.

Finta

Una lata.

Tondo

Claro que estando enamorado…

Finta

Sí. Pero eso es difícil. — 38 —


Tondo

Muy difícil.

Finta

¡Tengo unas ganas de enamorarme!

Tondo

¡Y yo!

Finta

¡Es muy sencillo decir que es cuestión de paciencia!

Tondo

¡Los padres son así! Primero te cuentan cosas divertidas y luego…

Finta

…¡Te dicen que es pecado!

Tondo

Sí. Pero se enfadó mucho. Por lo visto, no se puede probar, ni siquiera un poco.

Finta

Nada en absoluto.

Tondo

¿No preguntaste si se puede siendo hermanos?

Finta

No. Pero no creo. (Pausa.) Y luego, hay otra cosa que me fastidia; eso de que yo también tengo medios niños y no puedo verlos.

Tondo

A lo mejor se parecerían a ti.

Finta

Seguro. Los hijos siempre se parecen a los padres.

Tondo

Siempre no.

Finta

Casi siempre. (Pausa.) Claro que eso de que luego tengan que salir debe ser muy molesto. — 39 —


Tondo

Pero queda compensado con lo del placer.

Finta

¡Claro! ¡Como los hombres no tenéis que pasarlo!

Tondo

No creo que sea para tanto.

Finta

¡Porque no sabes lo pequeño que es el agujero!

Tondo

No importa. ¿No ves que luego se dilata?

Finta

Sí. Pero no me fío.

Tondo

Pues, todos los niños nacen.

Finta

Pero las madres tienen que ir a la clínica. Como cuando me opera­ ron de apendicitis.

Tondo

Ya ves que no te pasó nada.

Finta

Pero me hicieron mucho daño.

Tondo

¡Mentira! Tú estabas dormida.

Finta

Cuando me quitaron los puntos me hicieron daño.

Tondo

Poco rato. Además lo de los niños no es lo mismo. Es una cosa natural. Como hacer pipí.

Finta Entonces ¿por qué se va a la clínica? Tondo

No sé. — 40 —


Finta

Pues a mí me da mucho miedo.

Tondo

Eso es porque las mujeres os asustáis fácilmente.

Finta

Si tuvierais que pasarlo los hombres, ya veríamos. Eso es; lo justo sería tener los niños por turnos.

Tondo

Qué tontería. Hacer niños es cosa de mujeres. Para eso tenéis agu­ jero.

Finta

Pues me da mucha rabia. Y además, ¿sabes lo que te digo? Que eres un egoísta y un presumido.

Tondo

¿Yo?

Finta

Y todo porque tienes ese ridículo… apéndice o lo que sea.

Tondo

Más ridículo es tener un simple agujero, lo que pasa es que te pudres de cochina envidia.

Finta

¿Quién, yo? Vergüenza me daría llevar semejante colgajo.

Tondo

¿Colgajo? Eso es lo que tú te crees.

Finta

Lo vi perfectamente, por el ojo de la cerradura.

Tondo

Puede ser. Pero no lo has visto cuando…

Finta

¿Cuando qué?

Tondo

(Dándose importancia.) Cuando cambia de aspecto. — 41 —


Finta

(Muy intrigada.) ¿Cómo? (Pausa.) ¡Bah, déjate de cuentos!

Tondo

Pues te digo, que cambia y mucho.

Finta

No lo creo. Solo lo dices para darte importancia. Eres un tonto.

Tondo

Y tú una infeliz, y una ingenua y una cursi.

Finta

Pues tú un majadero y un creído. Además un chulo; eso es lo que eres.

Tondo

Si no fuera porque eres una chica te daba un par de bofetadas.

Finta

Atrévete, y verás qué patada te doy.

Tondo

¿Tú a mí?

Finta

Sí, en el colgajo.

Tondo

Pues yo a ti en … en …

Finta

Vamos, dilo.

Tondo

Yo no me rebajo en pegar a las chicas.

Finta

Lo que tienes es miedo. ¡Cobardica, que eres un cobardica! Caguetas, calzonazos, gallina.

Tondo

¡A que te doy!

Finta

¡Bah! — 42 —


Tondo

Puedes dar gracias de que eres mi hermana.

Finta

Pues sí que es una suerte. Ahora que si lo llego a saber… tapo el ojo de la cerradura y apago la luz.

Tondo

¡Para lo que hay que ver…!

Finta

Pues bien que miraste y remiraste.

Tondo

Simple curiosidad (Pausa.) ¿Y tú?, ¿acaso no miraste?

Finta

Simple curiosidad.

Tondo

Estás mintiendo.

Finta

Claro. Y tú también. A los dos nos gustó.

Tondo

Sí. Era muy divertido.

Finta

Y bonito.

Tondo

Y excitante.

Finta

No sé a qué viene tanta discusión tonta.

Tondo

Ni yo. La verdad es que los dos miramos y nos gustó.

Finta

Esa es la verdad.

Tondo

Es mucho mejor así (Pausa.) pero conste que tú empezaste.

Finta

Mentira. Fuiste tú, que no aceptaste tener los niños por turno. — 43 —


Tondo

Lo que dije es que eso no es posible.

Finta

Y que para eso nosotras tenemos el agujero.

Tondo

¿Acaso no es cierto?

Finta

Pero lo dijiste con desprecio.

Tondo

Y tú con el colgajo, ¿qué?

Finta

Bueno. Basta ya. Los dos empezamos al mismo tiempo.

Tondo

Está bien. No vamos a discutir otra vez.

Finta

No, es mejor que no. Ven, siéntate aquí a mi lado. (Pausa.)

Tondo

¿Sabes una cosa? Al besarte creo que sentí placer.

Finta

¿Cómo lo sabes?

Tondo

Sentí algo agradable.

Finta

Yo también. Pero no pensé que eso pudiera ser placer.

Tondo

Pues lo es. (Pausa.) Y lo otro debe ser mejor.

Finta

¿Tú crees?

Tondo

Sí. Seguro que es aún más divertido.

Finta

¿Quieres que nos enamoremos? — 44 —


Tondo

¿De quién?

Finta

Yo de ti y tú de mí.

Tondo

¿Y cómo haremos?

Finta

No sé.

Tondo

Podíamos probar a mirarnos.

Finta

Sí. Verás qué divertido.

(Finta y Tondo se miran a los ojos. Lo hacen primero con curiosidad, luego con entusiasmo y por fin con aburrimiento.)

Tondo

Me aburro.

Finta

Yo también.

Tondo

Debe ser porque no lo hemos conseguido.

Finta

Sí. Eso debe ser. (Pausa.) ¿Nos cogemos de la mano a ver qué ocu­ rre? (Lo hacen. Un tiempo.) Esto es más divertido.

Tondo Sí. (Pausa.) Pero también me canso. (Se sueltan.) Finta

Me parece que no nos amamos.

Tondo

Es que no creo que se empiece así, de repente. Al principio todo el mundo debe tener dificultades. — 45 —


Finta

No hay que desanimarse.

Tondo

A lo mejor lo que pasa es que hoy no nos hemos mirado por la cerradura.

Finta

Puede ser. Probaremos otras cosas y si no resultan lo haremos.

Tondo

¿Quieres que te diga un verso?

Finta

¡Sí! ¡Sí!

Tondo

Lo malo es que no sé ninguno.

Finta

Puedes hacer uno para mí. Como hacen los enamorados.

Tondo

Voy a probar. (Piensa.) Tus ojos son grandes como… ¿como?... como… ¡No! Este no vale. (Piensa.) Tus ojos son… (Muy contento.) ¡verdes como las hojas!

Finta

¡Pero, no son verdes!

Tondo

¿Cómo son?

Finta

Son pardos.

Tondo

(Triste.) No sé hacer versos con ojos pardos.

Finta

Prueba a ver con otra cosa.

Tondo Bueno. (Piensa.) Tus cabellos son ondulados como… — 46 —


Finta

¡Pero, no lo son! Son lisos.

Tondo

(Enfadado.) ¡No se pueden hacer versos a los cabellos lisos!

Finta

Tienes razón, es culpa mía.

Tondo

Habrá que probar otra cosa.

Finta

Sí. Además, no me gustan los versos.

Tondo

(Pausa.) Si quieres puedo sacar bola…

Finta

(Entusiasmada.) ¿En el brazo?

Tondo

(Satisfecho.) Sí. Mira. (Saca bola.) Toca. (Lo hace.)

Finta

Qué divertido. (Pausa.) Ahora haz otra cosa.

Tondo

No sé hacer nada más.

Finta

¿No sabes ponerte cabeza abajo?

Tondo

(Avergonzado.) No.

Finta

Es lo mismo. Además… no me gusta. Es una tontería ponerse cabeza abajo.

Tondo

(Tímidamente.) Sé silbar.

Finta

(Entusiasmada.) ¿De verdad?

Tondo

(Satisfecho.) ¡Por supuesto! Verás… (Silba torpemente la canción de Finta.) — 47 —


Finta

¡Qué bonito! (Pausa.) Pones los labios igual que para besarme.

Tondo

¿Quieres que te bese?

Finta

¿Como ayer?

Tondo

Sí. Como ayer. (Besa a Finta en la frente.) ¿Te ha gustado?

Finta

Sí. Es muy agradable. Tienes los labios templados. ¿Quieres que te bese yo a ti? (Lo hace.) ¿Te ha gustado?

Tondo

Sí. Es muy agradable.

Finta

¿También has sentido placer?

Tondo Sí. Finta

Entonces… A lo mejor, sí que nos amamos ya un poquito.

Tondo

Puede ser.

Finta

Hasta ahora esto es lo más divertido de lo que hemos probado. ¿Quieres que nos besemos los dos a la vez?

Tondo

Ya probamos ayer y no se puede.

Finta

Es verdad. No me acordaba.

Tondo

(Pausa.) ¿Y ahora qué hacemos?

Finta

No sé. — 48 —


Tondo

Me parece que esto de no estar enamorados es un aburrimiento.

Finta

Sobre todo ahora que conocemos bien los detalles.

Tondo

Como ya somos mayores ya podemos saberlo.

Finta

No es como ayer que todavía éramos pequeños.

Tondo

¡Es una lata eso de ser pequeños!

Finta

También era bonito. Claro que no como ahora que ya soy una mujer.

Tondo

Sí, pero aunque somos mayores no nos sirve para nada.

Finta

¡Claro! Porque no estamos enamorados.

Tondo

Yo en cuanto me enamore pienso probarlo enseguida.

Finta

Primero tendrás que casarte.

Tondo

¿Como el primo Baltasar?

Finta

¡Pues, claro! Y habrá muchas velas y flores y tocará la música, y la novia irá vestida de blanco.

Tondo

A mí me gustan más las novias vestidas de colores.

Finta

(Enfadada.) ¡Las novias vestidas de colores no existen!

Tondo

¿Y las novias desnudas? — 49 —


Finta

Tampoco. No les dejarían entrar en la iglesia.

Tondo

¡Qué rabia! Tendré que aguantarme. Pero en cuanto que salga de la iglesia, cogeré a la novia y la desnudaré.

Finta

No se puede. Porque la novia no podría ir al banquete desnuda.

Tondo

Entonces lo haré cuando salga del banquete.

Finta

No se puede. Luego tendréis que coger el tren.

Tondo

¿Para qué?

Finta

Para el viaje de bodas. NO es decente pasar la noche en la ciudad en que se vive. Todo el mundo lo conoce a uno y se pasa mucha vergüenza.

Tondo

NO es posible que sea tan complicado. Yo antes de meterme en semejante jaleo, pienso probar.

Finta

¡Pues irás al infierno por malo!

Tondo

¿Y también mi novia?

Finta También. Tondo

¿Y ella sabrá lo que le va a pasar?

Finta Claro. Tondo

Entonces, no querrá dejarme probar. — 50 —


Finta

Es inútil que le des más vueltas al asunto. ¡No se puede y ya está!

Tondo

Bueno no te enfades.

Finta No. Tondo

¿Quieres que hablemos de otra cosa?

Finta

Será mejor.

Tondo

Podríamos hablar sobre… el amor.

Finta

De eso ya hemos hablado.

Tondo

Entonces, no hablaremos del amor.

Finta No. Tondo

¿Y qué hacemos?

Finta

Vamos a probar a estar callados.

Tondo

Sí. Vamos a no decir nada. Será muy entretenido.

Finta

¡No vale! Tú estás hablando.

Tondo

¿Yo?

Finta

Sí. Has dicho: “Vamos a no decir nada. Será muy entretenido.”

Tondo

Solo ha sido para ponernos de acuerdo. — 51 —


Finta

Y ahora ¿por qué hablas?

Tondo

Para explicarte por qué no me he callado antes.

Finta ¡Chist! Tondo ¡Chist! (Permanecen los dos callados muy seriamente. Luego muy con-

tentos. Poco a poco ponen cara de aburridos.) ¿Puedo hablar ya?

Finta ¡Chist! Tondo

(Silencio. Luego tímidamente.) Me aburro de estar callado.

Finta

¿Ves? ¡Contigo no se puede hacer nada seriamente!

Tondo

Me pareció que a ti también te cansaba.

Finta

Y eso ¿qué te importa?

Tondo

(Pausa.) Quiero que estés contenta cuando estés conmigo.

Finta

¿Para qué?

Tondo

Para nada. Para que lo estés. ¿No te gusta estar contenta?

Finta …… Tondo

¿Quieres que te diga cosas bonitas?

Finta

Sí. Me gustaría mucho.

Tondo

(Piensa largo rato.) No sé. — 52 —


Finta

¡Pues yo quiero que las digas!

Tondo

(Triste.) No se me ocurren.

Finta

No importa. Léelas en algún libro.

Tondo

¿En cuál?

Finta

En uno muy grande y con tapas de oro, que son los más bonitos.

Tondo

(Muy contento.) ¡Voy a buscarlo! (Sale Tondo por la puerta del foro. Finta se levanta. Se dirige al espejo. Se mira de frente, de perfil, de espaldas. Ensaya algunas posturas. Todo sin obscenidad alguna. Vuelve satisfecha con pasos ondulantes a su taburete. Permanece quieta. De repente se dirige de puntillas a la puerta de su cuarto. Mira por la cerradura. Entra por el foro Tondo. Finta sorprendida disimula y vuelve a su sitio.) ¿Te gusta este libro?

Finta

Sí. Es precioso.

Tondo

Te voy a leer cosas bonitas. Algo al azar (Lee.) “El hombre que ha conocido a la mujer, lavará con agua todo su cuerpo, y quedará inmundo hasta la tarde. Con agua lavará el vestido y la piel que tuviera puestos, y piel y vestidos serán inmundos hasta la tarde. La mujer con quien se habrá unido, se lavará con agua y quedará inmunda hasta la tarde”.

Finta

¡Eso es muy feo! — 53 —


Tondo

¿Quieres que te lea lo que está escrito con letra pequeña, que es más bonita?

Finta

A ver.

Tondo

(Lee.) “De los versos 18 y 24 se deduce que se habla del uso del matrimonio. Con las molestias de tales purificaciones, quería Dios refrenar la incontinencia, aún entre las personas casadas, contraria al buen orden y al fin mismo del matrimonio.”

Finta

¡Ese libro no me gusta! ¿Ves como es mejor estar callados?

Tondo

Tienes razón. (Pausa.) Deberíamos mirar por la cerradura que es lo más divertido.

Finta

¡Sí, eso! Ve a mi cuarto.

Tondo

No. Me toca a mí mirar porque lo he dicho primero.

Finta

(Refunfuña.) Tú siempre tienes que ser el primero en todo.

(Se va Finta a su cuarto. Canta muy suave. Tondo se acerca despacio a la puerta. Mira por la cerradura. Parece divertido. Luego entusiasmado. Por fin mira con gran atención. De repente abre la puerta y entra cerrando de un portazo. La escena permanece vacía unos segundos. Silencio total. Poco a poco va haciéndose la oscuridad.) Oscuro

— 54 —


ESCENA IV

El padre entra por la derecha y la madre por la izquierda. Se sientan en los taburetes. Padre

¿Le has hablado?

Madre Sí. ¿Y tú? Padre

Por supuesto.

Madre

¿Cómo lo ha tomado?

Padre

Oh, muy bien, ¡naturalmente! Yo sé hacer las cosas.

Madre

Lo mismo te digo.

Padre

Somos unos padres ejemplares.

Madre

¡Si todos fueran como nosotros…!

Padre

El mundo sería un paraíso.

Madre

Sin maldad.

Padre

Sin malicia.

Madre

Todo en orden.

Padre

Todo natural. Ese es mi sistema; ¡la Naturaleza! ¡la Vida! ¡la Especie! ¡el Instinto de Perpetuación!... luego … las diferencias funcionales de los sexos… su aplicación en la reproducción… y por último, como algo sin importancia, la atracción sexual y… ¿por qué no? el placer. ¡Claridad! Y sobre todo, ¡naturalidad en la exposición! — 55 —


Madre

Hay padres que carecen del sentido de la responsabilidad.

Padre

Dejan que sus hijos aprendan solos.

Madre

Por frases que oyen…

Padre

Por miradas que sorprenden…

Madre

Por espectáculos indecentes…

Padre

¡Y por el comportamiento no menos indecente de las gentes en plena vía pública!

Madre

¿Y qué me dices de los animales? Esta mañana sin ir más lejos, he contemplado un espectáculo vergonzoso. Menos mal que la perrera se llevó presos a los protagonistas.

Padre

La inocencia de los jóvenes corre graves peligros.

Madre

Y lo peor es que los padres no los comprenden.

Padre

Una buena educación es la única garantía.

Madre

Y unas palabras a tiempo.

Padre

Nosotros, podemos estar tranquilos.

Madre

Nuestros hijos han sido debidamente informados.

Padre

Con informes directos y lógicamente ordenados. — 56 —


Madre

Y en el momento oportuno.

Padre

No como en el caso de esos padres inconscientes que se apresuran a borrar en sus hijos la inocencia.

Madre

¡Y luego se sorprenden de tener nietos naturales!

Padre

Se lo tienen merecido.

Madre

¡Y cuando llega la tragedia no saben perdonar!

Padre

No comprenden su parte de culpa. Olvidan lo que ellos pasaron de jóvenes.

Madre

Todos los padres debieran pensar a menudo en esas cosas.

Padre

Eso es.

Madre

¿Recuerdas nuestra noche de bodas?

Padre

Fue perfecta.

Madre

No tanto. Yo pasé vergüenza… y casi no me enteré de nada.

Padre

Eras demasiado inocente, querida.

Madre

Estaba terriblemente asustada.

Padre

Ya te lo dije: “No estás preparada. No se puede venir al matrimonio así, sin saber de qué va la cosa!”

Madre

¡Pues no nos salió tan mal! — 57 —


Padre

Bueno. Yo era un experto.

Madre

Calla, por Dios, no sé como puedes decir esas cosas delante de mí. Ofendes mis oídos. Y me haces imaginar escenas horribles.

Padre

No me digas que eras tan ingenua como para creer que yo era un espíritu puro. Soy un hombre, ¡qué caramba!

Madre

Al menos podías tener un poco de delicadeza y no recordarme tus obscenas andanzas de soltero.

Padre

No creas que fue tan agradable. Además era inevitable. Tú solo tenías diecinueve años y eras virgen, ¡claro está!

Madre

Lo que se dice totalmente virgen…, como la madre de Cristo.

Padre

Yo por supuesto no lo era. Un hombre no puede permitirse ese lujo. Si a los veinte años aún no se ha estrenado, puede acabar siendo un mariquita.

Madre

Por eso abundan tanto.

Padre

Además, un hombre debe prepararse para que, cuando llegue el momento de enfrentarse al matrimonio, pueda asumir su respon­ sabilidad de varón.

Madre

Menos mal que las cosas están así previstas. Sería terrible que las mujeres tuviéramos que prepararnos para tal responsabilidad.

Padre

No creo que pudierais resistirlo. Por eso yo tuve la precaución de ilustrarme, a su debido tiempo. — 58 —


Madre

Siempre has sido muy previsor.

Padre

De modo que fui a una casa de lenocinio.

Madre

¡Pobrecito! ¡Lo que tendrías que pasar!

Padre

Sí, es realmente desagradable. Claro que yo sé hacer las cosas. NO creas que fui simplemente a un burdel, en los que has de practicar con una furcia asquerosa y analfabeta.

Madre

¡Qué horror! Eso hubiera herido tu sensibilidad.

Padre

Incluso me hubiera dado asco. Si la primera vez tienes la sensación de hacer algo sucio, estás perdido, porque te puede marcar para toda la vida.

Madre

Y más en el caso de alguien tan sensible y refinado como tú.

Padre

Por eso elegí un local de lujo, en un palacete modernista, regido por una auténtica madame francesa, licenciada por la Sorbona en Historia del Arte. Alguien con quien podías tener una conversación de alto nivel.

Madre

Y de paso practicar tu francés. Sin contar que la cultura dignifica cualquier situación. Francamente, no te imagino jugando al guiño­ te en el burdel, con una dueña asturiana y un par de putas cuarte­ leras. Nunca te lo hubiera perdonado.

Padre

Pues, lo creas o no, la cosa me resultó humillante. — 59 —


Madre

Lo imagino.

Padre

Y eso que la madame, me encomendó a una verdadera especialista en novatos, refinada y yo diría que hasta pudorosa. Nos presentó formalmente, aunque confieso que yo había dado un nombre falso.

Madre

Una precaución que te honra.

Padre

Tomamos el té, y tuvimos una charla intelectual tripartita, con un fondo musical barroco.

Madre

¡Todo muy chic!

Padre

Luego nos dejó solos. Champagne y un tiempo para intimar. Lo hicimos a oscuras.

Madre

Ya lo suponía.

Padre

No fue demasiado complicado. Ella se ocupó de todo. A decir ver­ dad, yo no me enteré muy bien de lo que hacía. Quiero decir, la primera vez; me resultó algo violento.

Madre

Claro, así, sin amor y con una extraña…

Padre

Luego, en sucesivas entrevistas me enseñó a ser… más activo.

Madre

¡Pobrecito!

Padre

Fue un cursillo intensivo. A la cuarta clase, cambié de instructora. — 60 —


Por consejo de madame, la cambiaba cada dos sesiones. Si no se toma esa precaución, se corre el riesgo de encapricharse. Además eso permite una enseñanza más ecléctica. Madre

Sí. Cada maestrillo tiene su librillo. Oye, ¿y al final te dan algún título o diploma de aptitud?

Padre

No, querida. Se trata de estudios no reglados.

Madre

ES una suerte ser mujer. Yo no hubiera sido capaz de pasar por un aprendizaje semejante. Es muy cómodo eso de que alguien aprenda por ti. Gracias querido, por todo lo que tuviste que pasar.

Padre

Sí. No es fácil ser hombre. Eso sin contar que cuesta una pasta. Más que una carrera universitaria.

Madre

¡Qué me dices!

Padre

Ten en cuenta que es una enseñanza muy personalizada, porque se puede explicar la etiología de la anemia ferropénica en un aula donde se pueden meter quinientos alumnos, mientras que en una cama…

Madre

Son como clases particulares. Y luego hay que contar el palacete, la madame, la música, el champán…

Padre

¡Una fortuna!

Madre

Y todo, por tu futura mujercita. — 61 —


Padre

Sí. Así tú has podido conservar tu virginidad hasta el matrimonio. Eso justifica todo mi sacrificio.

Madre

¡Pobrecito! ¡Pobre maridito mío!

Padre

Repite lo que acabas de decir.

Madre

¡Pobrecito! ¡Pobre maridito mío!

Padre

Disculpa, pero tu tono me resulta ligeramente irónico.

Madre

¿Ligeramente? Supón que lo es totalmente.

Padre

¿Qué quieres decir?

Madre

Imagina que la noche de bodas yo me hice la inocente.

Padre

¿Cómo?

Madre

Sí, supón que en realidad yo ya estaba de vuelta, y dominaba el asunto.

Padre

Eso no lo digas ni en broma.

Madre

Tú hiciste tu aprendizaje. Sufriste la penosa experiencia. Tal vez yo hice lo mismo, sacrificio incluido. Aunque eso sí, sin curso inten­ sivo.

Padre

¡Pero… qué es lo que dices!

Madre

O sea, que te hubiera molestado. — 62 —


Padre

Mujer, cuidado con lo que dices. Yo te elegí para madre de mis hijos.

Madre

Y yo a ti para padre de los míos.

Padre

¿No pretenderás que es lo mismo?

Madre

Pensándolo bien, creo que es bastante parecido.

Padre Pero ¿cómo te atreves? Es mejor que te calles, que mi paciencia

tiene un límite, y en este terreno no admito bromas. Madre

Eres muy amable.

Padre

No. Digo simplemente la verdad.

Madre

Es una suerte para Tondo y Finta tener unos padres como nosotros.

Padre

Claro que ellos no se dan cuenta. Pero no importa. Los padres no necesitamos que nos agradezcan las cosas.

Madre

Para eso somos padres.

Padre

Nos basta saber que nuestros hijos son felices.

Madre

Aunque hay otros padres que son unos egoístas.

Padre

Sí. Están convencidos de que los hijos son una propiedad. No comprenden que son libres, que tienen derechos…

Madre

No son comprensivos. Por raro que parezca, los hijos también son gente. — 63 —


Padre

Esa es una gran verdad.

Madre

Pero hay que enseñarles a serlo. Ser gente es algo difícil. Hay que saber un montón de cosas.

Padre

Para eso estamos los padres. ES lo que se llama educación. Hay temas especialmente difíciles y delicados. No conviene que los jóvenes investiguen por su cuenta. Sus conclusiones carecen de seriedad. Es cierto que en ocasiones llegan a la verdad, pero no la valoran. Si no se les enseña, corre un grave peligro.

Madre

Por cierto, ¿le has dicho a Tondo eso de que tiene que hacer su cursillo prematrimonial?

Padre

Por supuesto que no. Lo haré a su debido tiempo.

Madre

Claro, hay que informar con cuidado, paulatinamente y en el momento justo.

Padre

Es nuestra responsabilidad. Pero, por desgracia, hay padres irres­ ponsables. Dejan a sus hijos en la ignorancia.

Madre

Olvidan el carácter irreflexivo e impulsivo de la juventud.

Padre

¿Sabes lo que haría yo, si me viera en tal situación?

Madre

No, querido, ¿qué harías?

Padre

Asumiría mi responsabilidad. — 64 —


Madre

Bien hecho.

Padre

¡Soy un hombre de armas! Hasta cuando voy de paisano, llevo mi pistola. Si mis hijos se deshonran, si me deshonran, sacaría mi pistola…

Madre

¿Y?

Padre

¡Me levantaría la tapa de los sesos!

Madre

¡Jesús!

Padre

Pero no temas. Nosotros no corremos ese peligro. Nosotros sabe­ mos hacer las cosas. Somos responsables. Todos los padres lo somos. Pero hay algunos que no quieren darse cuenta; y luego, cuando llega el desastre, todo lo arreglan llamando a sus hijos sin­ vergüenzas, viciosos y hasta obsesos sexuales.

Padre

Lo que ocurre es que muchos padres no aman a sus hijos.

Madre

(Fuerte.) ¡No los aman!

Padre

(Más fuerte.) ¡Les tienen envidia!

Madre

(Más fuerte.) ¡Son unos padres desnaturalizados!

Padre

(Más fuerte.) ¡Indignos! (Simultáneamente.) Oscuro

— 65 —


ESCENA V

Entran por la puerta del foro Tondo y Finta cogidos de la mano. Cruzan en dirección a la puerta de la habitación de Finta. Al llegar al centro Finta se detiene y retiene a Tondo. Finta

¿Nos sentamos un momento?

Tondo

NO. Estaremos mejor en tu cuarto.

Finta

Sí. Pero es pronto aún. Quiero que todo sea como ayer. Y también a la misma hora.

Tondo

Muy bien. Lo haremos todos los días a la misma hora. Así esa hora será la más bonita.

Finta

Entonces, nos sentamos aquí a esperar.

Tondo

Sí, Finta.

Finta

(Pausa.) ¿Tendremos que esperar mucho?

Tondo

No. Solo unos minutos.

Finta

No me refiero a eso. Quiero decir para ver el niño.

Tondo

Ya sabes… nueve meses.

Finta

¡Cuánto tiempo!

Tondo

(Pausa.) Estoy pensando que eso va a ser una complicación. — 66 —


Finta

¿Por qué?

Tondo

Cuando papá vea que engordas se va a enfadar.

Finta

Es verdad. No había pensado en eso. (Pausa.) ¿Y ahora qué hace­ mos?

Tondo

Tenemos tiempo para pensarlo. Al principio casi no se nota.

Finta

(Orgullosa.) A mí me parece que ya se me nota un poquito.

Tondo

Casi nada.

Finta

¡¡¡Menos mal!!!

Tondo

Luego te puedes poner un vestido de esos que disimulan tanto.

Finta

No tengo vestido de esa clase.

Tondo

Dile a mamá que te haga uno.

Finta

No, porque entonces sospechará algo.

Tondo

Tienes razón. No te pongas un vestido de esos.

Finta No. Tondo

Será lo mejor.

Finta

(Pausa.) Me parece que me gusta más así, que viniendo los niños de París. — 67 —


Tondo

Sí. Aquello no era tan agradable.

Finta

Hemos sido tontos de no haberlo sabido antes.

Tondo

Es que éramos pequeños.

Finta

(Pausa.) Mamá me lo debiera haber dicho. ME dijo una mentira.

Tondo

Eso está muy mal. Además nos hubiéramos enamorado antes, y no hubiéramos jugado a tonterías.

Finta

Y ahora tendríamos muchos niños, que a mí me gustan mucho.

Tondo

No creo.

Finta

¿Por qué?

Tondo

Si nos lo hubieran dicho antes de ser mayores, a lo mejor no le habríamos dado importancia.

Finta

¿Y qué?

Tondo

No nos habríamos enamorado.

Finta

¡Qué pena! (Pausa.) Y ¿no me hubieras mirado por la cerradura?

Tondo No. Finta

¿Por qué no?

Tondo

Porque eres mi hermana. — 68 —


Finta

¿Y hubieras mirado a otras mujeres?

Tondo Claro. Finta

¡Pues, ahora, me enfado!

Tondo

Yo creo que hubiera sido lo natural.

Finta

¿Y yo hubiera mirado a otros hombres?

Tondo Sí. Finta

Me parece que me hubiera dado más vergüenza.

Tondo

Eso es porque todavía no eres una mujer.

Finta

¡Sí que lo soy! ¡Hasta sé hacer el amor!

Tondo

Pero solo conmigo.

Finta

Supongo que será siempre igual. Además no me gusta hacerlo con otros. No soy una prostituta.

Tondo

Sí. Es mejor que no lo seas. Eso es muy feo.

Finta

Pero seguro que sabría hacerlo.

Tondo

Eso lo dices para hacerme rabiar.

Finta

Lo digo porque me parece algo muy fácil de hacer.

Tondo

Cualquier cosa puede ser fácil o difícil. Depende de que se haga de una manera tonta o de que se quiera hacer un trabajo concienzudo. — 69 —


Finta

Sí. Eso hay que hacerlo seriamente.

Tondo

No se puede tomar a broma.

Finta

Como es divertido, aparentemente se podría tomar por un juego. Pero no lo es.

Tondo

Desde luego que no.

Finta

(Pausa.) Estoy pensando que la Madre Naturaleza es una picarona.

Tondo

¿Por qué?

Finta

Con el truco del placer, se las arregla para que toda la gente se dedique a hacer hijos.

Tondo

Sí. Es una buena triquiñuela.

Finta

Pues a mí me da mucha pena. Sería más bonito que la gente hicie­ ra a sus hijos solo para hacerlos.

Tondo

¿Y que no hubiera placer?

Finta

Sí. Pero en otra ocasión.

Tondo

La Naturaleza no se fía de nosotros.

Finta

Eso es lo que ocurre.

Tondo

¡Pues se fastidia! Porque puesta la ley, puesta la trampa. — 70 —


Finta

¿Qué quieres decir?

Tondo

Que se puede uno divertir sin riesgo de hacer niños.

Finta

¿Jugando a otra cosa?

Tondo

No, no. Haciendo lo mismo. Solo es un asunto de aritmética.

Finta

¡Pues sí que es tonta la Madre Naturaleza!

Tondo

Los hombres somos más listos.

Finta

Y tú, ¿cómo sabes esa triquiñuela? ¿Te lo dijo papá?

Tondo

Claro que no. Los padres siempre te dicen las cosas a medias, y se guardan algo en la manga.

Finta Entonces, ¿cómo lo sabes? Tondo

Bueno, me he ilustrado. He leído algunos libros prohibidos.

Finta

¿Si?

Tondo

Sí. Papá los tenía encerrados bajo llave.

Finta

Yo también quiero leerlos.

Tondo

Te he dicho que son libros prohibidos, no son para chicas.

Finta

¿Y por qué no?

Tondo

Seguro que ni siquiera mamá los ha leído. No está bien que las mujeres sepan ciertas cosas. — 71 —


Finta

¿Y por qué no?

Tondo

No lo sé, pero hay cosas que son cosas de hombres, y cosas que son cosas de mujeres.

Finta

Hablas como papá.

Tondo

Es natural, ¿no?

Finta

Pues a mí no me gusta que hables como él. Nunca lo habías hecho hasta ahora.

Tondo

Ahora soy un hombre, Finta. Y tú una mujer. Antes éramos unos niños; y claro las cosas de niños son cosas de niños.

Finta

¿Y las de niñas de niñas?

Tondo

Cosas de niñas. Ya sabes: muñecas, cocinitas, costuritas y todo eso.

Finta

Pues a mí me gustan los trenes y los soldaditos de plomo…

Tondo

¿Y también las pistolas?

Finta

Bueno, no mucho.

Tondo

¿Lo ves? ¿Y a que te gustan los vestidos rosas y con puntillas y todas esas cosas?

Finta

Un poco.

Tondo

Pues a mí las muñecas no me gustan nada. — 72 —


Finta Pero, ¿nada, nada? Tondo

Nada. Ya ves: incluso cuando éramos niños ya éramos diferentes.

Finta

¿Y eso por qué?

Tondo

¿Cómo que por qué?

Finta

¿Por qué hay cosas de niños y cosas de niñas y cosas de hombre y cosas de mujeres?

Tondo

Pues porque sí. ¡No hagas preguntas tontas!

Finta

No son tontas. Lo que pasas es que no sabes responder. Pero es igual. Yo quiero leer esos libros y saber lo que tú sabes.

Tondo

¿Para qué? Lo sé yo y con eso basta. Ya te iré contando lo que nece­ sites saber, y así te ahorras toda la paja.

Finta

No quiero, quiero leer los libros prohibidos.

Tondo

Tal vez más adelante.

Finta

No. Ahora.

Tondo

Escucha Finta. Es mejor que yo sepa más cosas. Así podré contár­ telas. ¿O es que no te gusta que yo te cuente cosas?

Finta

Sí, pero prométeme que me las contarás todas y no te guardarás nada en la manga como mamá. — 73 —


Tondo

Te lo prometo.

Finta

¿Sabes lo que estoy pensando? Yo podría leer otros libros prohibi­ dos, y luego contártelo a ti todo.

Tondo

No, eso no.

Finta

¿Y por qué no?

Tondo

Pues porque no.

Finta

¿No te gusta que yo te cuente cosas?

Tondo

Sí, pero no esas. No quiero hacer el papel de tonto.

Finta

Pues yo tampoco.

Tondo

Las mujeres no hacen el papel de tontas cuando un hombre les cuentas esas cosas.

Finta

¿Seguro que no?

Tondo Seguro. Finta

Entonces yo, ¿qué podré contarte?

Tondo

Lo que quieras. Puedes contarme cuentos bonitos, y lo que has hecho por la mañana, y también cómo se hacen unas gachas y cómo se llama tu muñeca… y yo en cambio te contaré mis cosas y lo que dicen los libros prohibidos. Por ejemplo lo de cómo se hace para hacerlo sin hacer niños. ¿Sabes? Hay infinidad de trucos. — 74 —


Finta

Pues yo quiero saberlos todos.

Tondo

A su debido tiempo. Te los iré contando uno a uno. Y así siempre tendré cosas que contarte, y será más divertido.

Finta

¿Y podremos probar esos trucos para que yo no engorde y papá no se enfade?

Tondo

Claro que podremos.

Finta

¡Será muy divertido reírnos de la Naturaleza! (Pausa. Luego contrariada.) Pero entonces ¿no tendré niños?

Tondo

Claro que no. Ahí está la gracia.

Finta

(Enfadada.) ¡Pues yo quiero tenerlos!

Tondo

¿Y para qué los quieres? No sirven para nada.

Finta

Sirven para que yo les dé tetita. Y para que les lave el culito. Y para que los pueda vestir con puntillas y borlitas.

Tondo

Eso es bonito. Pero además chillan y te vomitan el biberón en la chaqueta nueva.

Finta

Lo dices porque no te gustan los niños.

Tondo

A pesar de todo me gustan. Pero luego se vuelven mayores.

Finta

Y entonces sirven para que yo les cuente todo eso que mamá me ha dicho, y que es tan divertido. — 75 —


Tondo

Y además lo que hemos aprendido por nuestra cuenta.

Finta

¿Y lo de los libros prohibidos?

Tondo

También, pero poco a poco.

Finta

¿Y a las niñas?

Tondo También. Finta

Entonces, tú se lo dices a los niños y yo a las niñas.

Tondo

Es lo más natural. (Pausa.) ¿Y luego nosotros les dejaremos probar?

Finta

Sí. Enseguida. ¡Y mientras nosotros miraremos por el ojo de la cerradura!

Tondo

Y como estaremos en nuestra casa, pondremos el ojo de la cerradu­ ra más grande para estar más cómodos y ver mejor.

Finta

¡Y luego los niños se llamarán Tondo! ¡Y todas las niñas se llamarán Finta!

Tondo

Y se parecerán muchísimo a nosotros.

Finta

Y todo eso ¿sabes por qué?

Tondo No. Finta

¡Porque estamos enamorados! — 76 —


Tondo

¡Es una suerte!

Finta

¿Verdad que somos felices?

Tondo Mucho. (Pausa.) ¿Sabes lo que me gustaría? Finta ….. Tondo

Darte un beso.

Finta

¿Ahora?

Tondo

Sí. Ahora.

Finta

¿A pesar de que esté vestida?

Tondo

A pesar de eso. (La besa en la frente.) ¿Te ha gustado?

Finta

Sí. Es muy agradable. Tienes los labios templados. ¿Quieres que te bese yo a ti? (Lo besa en la frente.) ¿Te ha gustado?

Tondo

Sí, es muy agradable.

Finta

¿Nos besamos los dos a la vez?

Tondo

Ya probamos. Y no se puede.

Finta

¿No te acuerdas? Ayer encontramos la solución ahí dentro.

Tondo

Es verdad. Lo había olvidado.

Finta

¡Con lo fácil que era! Pero será mejor que lo dejemos para luego. Así será todo siempre igual. — 77 —


Tondo

Tienes razón. Además, es más agradable estando acostados.

Finta

Y sin ropa.

Tondo

Es más íntimo.

Finta

Hoy también correremos las cortinas.

Tondo

Todos los días.

Finta

Sí. Todos los días. (Se cogen de la mano. No se miran. Una pausa.)

Tondo

Finta, ya es la hora.

Finta

Sí, Tondo. (Van despacio hasta la puerta del cuarto de Finta. Allí se detienen.) Hoy me toca mirar a mí.

Tondo

(Refunfuña.) ¡Siempre tienes que ser la primera en todo!

(Tondo entra en la habitación. Finta mira por la cerradura. Parece divertida, luego entusiasmada. Por fin mira con gran atención. De repente abre la puerta y entra cerrando de un portazo. La escena queda vacía. Silencio. Entra por el foro el padre. Se acerca a los taburetes. Se agacha y recoge un libro que estaba en el suelo detrás de ellos. Es la Biblia que está allí desde el final de la escena III. Se sienta. La abre y lee.) Finta

(Fuera cantando.) Le he pedido a la luna Que no se vaya a los campos. Las flores de mi alma Se abren. — 78 —


Las flores de mi cuerpo Se abren. Amor, Si quieres amor, Yo te daré amor. (El padre ha escuchado primero extrañado, luego satisfecho y por fin indignado.) Padre

¿Quién canta?... ¡Finta! … Bonita voz… Pero, esa canción… ¡Es indecente! ¡Intolerable! ¡Obscena! (Se levanta, tira el libro, corre a la puerta, la abre y desaparece. Se oyen dos tiros. Sale el padre con una pistola en la mano. Al oír los tiros la madre entra por la puerta del foro.) Padre

He tenido que hacerlo.

Oscuro instantáneo

FIN

— 79 —



LA REUNIÓN de

Mariano Cariñena

Caracterización de personajes de El médico fingido


D R A M AT I S P E R S O N A E / P E R S O N A J E S

EJERCICIO PARA 13 ACTORES

— 82 —


Espacio cerrado, una puerta de acceso. Doce sillas en escena. Actores y actrices van vestidos de forma idéntica: vaqueros, zapatillas deportivas y camisa blanca. El actor 1 está solo en la escena. Pasea impaciente. Evidentemente está esperando, un tiempo. Entra el actor 2. 2 Hola. ¿Ha venido alguien? 1

Solo yo. Pero no tardarán.

2 Esperaré.

(Pausa. El 2 se sienta. El 1 sigue paseando impaciente.)

1

Parece que se retrasan.

2

Siempre pasa lo mismo.

1

Y sin embargo, ya es la hora. Lo lógico sería que ya estuvieran todos aquí.

2

Sí. Pero la gente… ya se sabe. Unos llegamos puntuales y otros…

1

Es algo muy molesto. Quiero decir para los que hacemos lo que debe ser. Pero hay algunos que no piensan que otros los estamos esperando. Esperemos que no tarden mucho.

2

Eso espero.

(Entra el 3.) — 83 —


3

(Al 1.) ¿Qué hay? ¿Ha venido alguien?

1

Solo nosotros. Pero espero que no tarden.

3

(Al 2.) ¿Qué tal? ¿Y los demás?

2

Ya ves.

3 Esperaré. 2

Esperaremos, como siempre.

(Entran 4 y 5.) 4 y 5

(Al 1.) ¿Qué hay? ¿Ha venido alguien?

1

Aquellos dos y yo.

5

¿Y los demás?

1

Espero que no tarden.

4

Vamos con ellos.

5 Vamos.

(El 1 sigue paseando impaciente, mientras los otros hablan.) 4 y 5 Hola. 2 y 3 Hola. — 84 —


2

Sentaos. Tenemos que hablar.

4

Para eso hemos venido.

3

Hablemos pues.

5

No, habrá que esperar a los demás.

3

Sí, será mejor que estemos todos.

2

Será lo mejor.

4

Entonces esperemos.

3

Eso es, esperemos.

5

Mira, ahí llegan los otros.

4

Estupendo. Ya llegan otros.

3

Menos mal. Ya van llegando.

(Entran 6, 7 y 8.) 6 Hola. 7

¿Y los demás?

8

¿No han venido los demás?

1

No tardarán. Espero. — 85 —


6

Pues ya debe ser la hora.

2

Lo es.

7

Hay gente que siempre llega tarde.

2

Sí. Y es una lata, porque tenemos que hablar.

4

Es cierto. Y habrá que esperar a que vengan todos.

2

¿Quién falta?

1

No sé. Unos cuantos.

6

De momento somos… ocho.

5

¿Han avisado a los que faltan?

1

Se avisó a todo el mundo.

6

Nos avisaron a todos.

8

Pues entonces vendrán.

4

Sí. No creo que tarden.

2

¿Y si tardan?

7

¿Por qué habrían de tardar?

5

Cualquiera sabe. — 86 —


6

¿Y si alguno no viene?

7

¿Y por qué no habría de venir?

6

Tal vez no pueda.

3

O se le ha olvidado.

5

O simplemente, no quiere venir.

1

Vendrán. Solo es cuestión de tiempo.

3

Yo creo que… podríamos empezar a hablar.

1

No. Hemos de estar todos. Para eso se nos ha convocado.

7

Será mejor esperar a que vengan.

6

ES lo mejor. Esperaremos.

5

Pero entre tanto podemos hablar de cualquier cosa.

4

Bueno. Yo no veo inconveniente.

2

Pues lo hay. ¿Sabéis alguno de qué tenemos que hablar?

Algunos

No… No… No…

2

Entonces no podemos hablar de nada.

3

¿Y eso? — 87 —


2

Porque si lo hacemos, podríamos hablar precisamente de lo que hemos de hablar.

5

Sería mucha coincidencia.

3

Pero el riesgo existe.

5

Existe, pero es improbable.

8

No entiendo. ¿Qué habría de malo en hablar de lo que hemos de hablar?

2

Pues que no estamos todos.

7

Claro, no es serio ponerse a hablar entre unos cuantos de algo, cuando hemos sido convocados todos.

6

Y menos serio aún hablar de algo sin saber si se trata o no del tema objeto de la convocatoria.

3

Por si acaso, yo esperaría a que lleguen los que faltan.

7

Es lo mejor. Ya vendrán cuando sea.

(Entran 9, 10 y 11.) 1

¡Ya están aquí!

9

¿Ya han llegado los demás?

7

Estamos todos. — 88 —


5

Ya era hora.

1

No. Falta Manuel.

2

Es verdad, falta Manuel.

3

No podemos esperar más.

4

Yo tengo prisa.

7 Empecemos. 1

¡Falta Manuel!

6

Vaya aburrimiento.

10

Es una lamentable pérdida de tiempo.

5

Pero, si acabas de llegar.

8

Bueno, empecemos.

Varios

Empecemos. Empecemos. Empecemos.

1

Falta Manuel,

3

Es igual, no podemos esperar más.

1

No es igual. Es imprescindible que venga Manuel. Fue él quien nos convocó.

10

Pues vaya formalidad. — 89 —


11

Tantas prisas para nada.

5

Lo malo es que sin él no podemos hablar.

6

Claro. No sabemos de qué tenemos que hablar.

7

Y además, si no lo esperamos podría molestarse.

9

Después de todo, ¿qué hay de malo en esperar?

3

Pues que me aburro.

11

Hay gente a la que le gusta que los esperen.

10

Sí, especialmente los que se tienen por más importantes. Por ejemplo, Manuel.

11 Pero, ¿por qué no viene si fue él quien nos convocó? 8

¿Lo llamó alguien a él?

(Silencio.) 9

Entonces, tal vez no sabe que tenía que venir.

2

Cómo no va a saberlo, sí precisamente fue idea suya.

4

Pero el caso es que no viene.

11

A lo mejor se ha olvidado.

6

O no puede venir. — 90 —


8

Pues si no puede venir, seguro que no viene.

10

Habría que llamarlo por teléfono.

1

(Al 7.) Anda ve y llámalo.

7

¿Y qué le digo?

1

Pues que venga. Él ya sabe.

11

Y que ya estamos todos los demás.

7 Voy.

(Sale el 7.) 2

Siempre pasa igual.

9

Sí, siempre falta alguien.

10

Lo raro es que falte justamente Manuel.

4

Eso es lo peor.

9

Claro. Si faltara cualquier otro ya no sería lo mismo.

3

Sería más disculpable.

6

Y al menos podríamos hablar.

1

No. Tampoco podríamos hacerlo. — 91 —


5

Sí, puesto que sabríamos de qué.

1

No. Manuel dijo que era necesario que estuviéramos todos.

5

Pero podríamos hablar de otra cosa. Quiero decir que sabiendo de qué tenemos que hablar, podríamos hablar de algo sin peligro de hablar de lo que hemos de hablar cuando estemos todos.

2

Quieres decir que podríamos hablar de lo que no tenemos que hablar.

5

Eso es.

10

Pero eso, ¿de qué nos sirve? Hemos venido a hablar precisamente de lo que hemos de hablar.

5

Pero entretanto, pasaríamos el rato.

9

Claro. Se puede hablar de otras cosas, ¿no?

10

Por poder se puede.

6

Todo eso, naturalmente, en el supuesto de que en vez de Manuel falta­ ra otro. Pero es el caso que quien falta es Manuel. De modo que la discusión es ociosa.

9

Por eso dije que si faltara cualquier otro, ya no sería lo mismo.

10

¡Vaya situación! O sea que venimos todos especialmente para hablar y ahora resulta que no se puede.

11

Y todo eso, ¿por qué?, por la irresponsabilidad de alguno. — 92 —


6

¿De quién?

11

Yo no señalo a nadie, pero a buen entendedor…

9

Calma. NO empecemos como siempre a criticar a alguien.

5

Seamos comprensivos. Tampoco pasa nada porque alguno se retrase un poco.

4

Si hay que esperar, se espera.

3

De acuerdo, pero yo me aburro.

6

Si quieres puedo contar un chiste. Así seguro que no hay riesgo de hablar de lo que tenemos que hablar.

(Entra el 12.) 12

¡Hola! ¿Ya han llegado todos?

Varios

Ya está aquí Manuel. Ya está aquí Manuel.

12

He preguntado que si ya estáis todos.

1

A ver… uno, dos….once y doce. ¡Ahora sí!

9 Ahora. 5

Ahora sí. — 93 —


3

Por fin.

6

Ya estamos todos.

8

Me parece que no has contado bien.

1

A ver, uno, dos… y once. Falta uno.

3

Falta alguien.

9

No puede ser. Ya vino Manuel que es el que faltaba.

(Perplejidad general.)

5

¡Ya está! Falta Manuel, que se fue a llamar a Manuel.

11

Claro, fue a llamarlo.

12

¿A mí? ¿Para qué?

1

Para que vinieras.

3

Como no estabas…

1

Para poder hablar.

12

Entonces esperemos a que vuelva Manuel.

6

Hay que ir a buscarlo.

8

¿Voy yo? — 94 —


6 Sí. 8

¿Y qué le digo?

6

Que ya ha llegado Manuel, y que venga.

1

Sí, que lo esperamos.

5

Y que ya estamos todos los demás.

9

Incluso Manuel.

(Parte de los actores han acudido junto a la entrada, hay un cierto tumulto.) (Entrada del 13, que ha de pasar desapercibido en la confusión. El 8 va a salir cuando entra de regreso el 7.) 7

Manuel no está.

2

Sí que está.

7

Pues yo llamé, y en su casa me dijeron que no estaba.

8

Claro, está aquí.

3

Acaba de llegar.

5

Llegó mientras tú fuiste a llamarlo.

8

Precisamente iba a buscarte para que lo supieras.

11

Y para que volvieras. — 95 —


1

Bueno, ya estamos todos.

4

Hablemos pues.

13

Eso, hablemos.

10

Yo creo que podríamos sentarnos.

(Lo hacen todos menos el 1.) 8

(Al 13.) Esta es mi silla.

13

Lo siento, pero es la mía.

8

Estoy seguro de que lo es. La conozco perfectamente.

13

Todas las sillas son iguales.

8

Pero esta no.

4

Dejaos de discusiones tontas. Allí tienes otra silla.

8

Esta es la mía.

3

Estamos perdiendo el tiempo. Hemos venido a hablar.

4

(Al 13.) Anda, déjale la silla y siéntate en aquella, o no empezaremos nunca.

13

Está bien. Ahí la tienes. Lo que sobran son sillas. (Acude junto a la silla libre y se sienta.) — 96 —


11

Basta ya. Empecemos de una vez.

9

Cuanto antes, puesto que ya estamos todos.

(Mientras los demás van hablando, el 1 parece extrañado, perplejo.) 12

Os he avisado porque tenemos que hablar.

10

Tú dirás.

12

(Una pausa expectante.) Esto no puede continuar así.

9

¿El qué?

11

No entiendo.

12

Está bien claro. He dicho simplemente que esto no puede continuar así.

8

No entiendo.

12

¿El qué no entiendes? ¿Que una cosa no pueda continuar así?

8

Sí. Eso lo entiendo.

12

¿Entonces?

8

¿Qué cosa? ¿Cuál es la que no puede continuar así?

2

Casi todas las cosas pueden continuar así.

3

Sí. De hecho, casi todas continúan así. — 97 —


8

¿Cómo así?

3

Tal como son.

12

Pero esta, no.

5

¿Cuál?

12

Y otras cosas tampoco. Quiero decir, que por el simple hecho de que esto no pueda continuar así, no hay que excluir que otro tanto sucede con otras muchas cosas.

4

¿Qué cosas?

12

Por ejemplo… la guerra de Abisinia.

10

Pero si ya se acabó.

12

¿Y ese es un motivo para que siga siempre así? Además, ya dije que era solo un ejemplo. No hemos venido aquí para hablar de la guerra de Abisinia.

9

¿De qué pues?

12

De otra cosa, por supuesto.

13 Pero ¿cuándo vamos a hablar? 8 Eso, ¿cuándo? 3

Hablemos de una vez de lo que sea, tenemos prisa. — 98 —


12

¿Tenéis prisa?

9

Un poco.

8 Algo. 11

Tengo que hacer algunas…

4

Yo tengo bastante prisa.

5

Yo, tanto como prisa… digamos que no me sobra el tiempo.

12

En tal caso, marchaos.

10 Pero ¿no teníamos que hablar? 12

No se puede hablar con prisa. Hablar es algo serio.

3

Pero, se puede tener prisa, ¿no?

12

Sí. Pero entonces no se puede hablar.

4

¿Y hablando deprisa?

5

¿Y diciendo solo las cosas más importantes?

7

¿Y sintetizando?

6

¿Y abreviando?

13

¿Y yendo directamente al grano? — 99 —


12

¿Os dais cuenta? Esto no puede seguir así.

6

¿El qué?

11

¿El qué no puede seguir así?

12

Por ejemplo, esa manera de hablar que proponéis: “Eligiendo lo más importante…” ¿qué es lo más importante cuando hay que hablar? A ver, ¿qué es lo más importante?

3

Es que… como tenemos prisa.

12

Pues marchaos. Nadie os ha llamado.

7

Nos llamaste tú mismo.

5

Nos convocaste formalmente.

12

Para hablar. No para venir con prisa. Está claro que no queréis colabo­ rar.

10

Si fuera así, no hubiéramos venido.

9

Estamos dispuestos a colaborar.

3

Siempre lo estamos.

2

Yo ni siquiera tengo prisa.

8

Yo solo un poco. — 100 —


9

Yo algo.

4

Yo tengo bastante, pero si tenemos que hablar…

11

Bueno, hemos venido a hablar y eso es lo único que importa.

6

Con esa historia de las prisas lo que hacemos es perder el tiempo.

7

Sí. Nos estamos alejando del tema de esta conversación.

13

Y así, no progresamos nada.

12 Exacto. 6

Volvamos pues al asunto. ¿Qué es lo que no puede seguir así?

12

¿Seguro que ya no hay prisa?

10

En absoluto.

11

Tenemos el tiempo que sea necesario.

8

Y aún tendríamos más si no hubiéramos empezado con retraso.

12

¿Qué quieres decir?

8

Pues eso, que hay gente que siempre llega tarde.

12

¿Lo dices por mí?

8

Lo digo en general. — 101 —


11

Bueno, basta. Ya hemos quedado en que no tenemos prisa. Así que hablemos cuanto antes.

12

¿Seguro que queréis que hablemos?

13

Para eso estamos aquí.

5

Estamos aquí por algo, ¿no?

9

A eso hemos venido.

12

Está bien, pero no interrumpáis.

Varios

No, no, no lo haremos.

12

¿Nada de abreviar, ni sintetizar?

Varios

Nada, en absoluto. No, nada.

12

Decía… Ah, sí, estaba diciendo que esto no puede seguir así.

13

De acuerdo.

5 Claro. 6

No está tan claro.

12

Ahora me explicaré. El asunto es que…

1

¡Alto! Silencio, que nadie hable.

3 Pero, ¿por qué? — 102 —


4

¿Qué pasa?

7

Habíamos quedado en no interrumpir.

1

Sospecho que aquí hay algo anormal.

3

¿Qué ocurre?

9

¿Algo anormal?

1

Todas las sillas están ocupadas.

10 Claro ¿y qué? 1

Pero yo estoy de pie. Sin embargo hay doce sillas, luego… nosotros somos…

10 Doce. 1

¿Y mi silla?

2

Contemos: uno, dos….doce ¡y trece!

4

¿Habéis contado bien?

5

Antes solo éramos doce.

6

No, once.

1

Pero luego vino Manuel.

2

No, no. Manuel ya había venido y al contar solo estábamos once. — 103 —


7

Pero luego vine yo, que había ido a buscar a Manuel. O sea que éramos doce.

3

Claro, por eso hay doce sillas.

1

Pero ahora somos trece.

3

Por eso falta una silla.

1

No. Siempre ha habido doce sillas.

4

Entonces no falta ninguna silla.

10

Luego aquí sobra uno. Alguien se ha colado aquí, sin que nos diéramos cuenta.

7

Un intruso.

Varios

Un intruso, un intruso…

2

Entonces, no podemos hablar.

10

Hay que desenmascararlo.

2

Y cuanto antes.

11 Urgentemente. 13 Pero, ¿cómo? — 104 —


12

Vayamos por orden. Poneos todos en fila. (Lo hacen. El 12 pasa revista.) ¿Tú quién eres?

1 Manuel. 12

¿Y tú?

2 Manuel.

(La misma pregunta y respuesta para todos.) 12

………..Y yo soy Manuel. Todos somos Manuel.

1

Y sin embargo sobra uno.

7

El intruso.

12

Ya sé; el intruso se llama Manuel.

10

Todos nos llamamos Manuel.

12

O tal vez el intruso miente, y no se llama Manuel.

3

Sí, tal vez miente.

13

O tal vez no.

9

Es posible.

6

O se llama Manuel o miente. — 105 —


12

A ver, los que se llamen de verdad Manuel que den un paso al frente. (Todos lo dan.) Así no aclaramos nada.

5

Lo malo es que no podemos hablar.

Varios

NO, no. Eso no. Nada de hablar.

8

Pues no hablemos.

2

Será lo mejor.

(Larga pausa.)

6

Podríamos hablar de otra cosa para despistar al intruso.

8

Eso es lo que hay que hacer.

5

Por lo menos que se fastidie.

13

Sí, conviene desconcertarlo.

3

Y así no será tan aburrido.

5

¿Y si por casualidad hablamos de lo que íbamos a hablar?

6

No hay problema. Todo está bajo control, porque ya está aquí Manuel.

7

¿Y eso qué importa?

6

Mucho. Porque como él sabe de qué íbamos a hablar, si ve que coinci­ dimos en el tema, puede cortar y cambiar de conversación. — 106 —


7

Eso estaría muy bien.

2

Hablemos pues de lo que sea.

9

Pareces muy interesado en que se hable, ¿no?

2

Me gustaría, ¿y qué?

9

Nada, solo que aquí hay alguien que ha venido exclusivamente a ente­ rarse de lo que hablamos.

2

¿Quieres decir que sospechas de mí?

9

Yo no he dicho eso.

8

¿Pero no comprendéis que de lo que se trata es precisamente de hablar para despistarlo?

13

¿Y con eso qué ganamos?

7

Nada, puesto que él ya sabe que solo hablamos para disimular. ¿O es que te piensas que es imbécil?

3

¿Quién?

7

Pues el intruso.

2

Pues entonces podemos hablar impunemente.

7

¿Para qué? Eso no nos sirve para nada. El problema subsiste. — 107 —


6

¿Qué problema?

7

El del intruso.

9

Hay que buscar la raíz del problema.

4

La raíz del problema está en que todos somos Manuel. Si cada uno en vez de ser Manuel fuéramos otro…

3

¿Cómo, otro? No entiendo.

6

Yo soy Manuel. No puedo ser otro.

1

Además, eso no resolvería nada, porque el intruso en vez de hacerse pasar por Manuel se haría pasar por otro, y en paz.

2

Claro. Tampoco habría forma de desenmascararlo.

4

Sí. Pero tal vez en ese caso……no sería necesario.

10

¿Cómo?

4

Que no sería necesario desenmascararlo.

10

No comprendo.

9

Ni yo.

4

Digo que si cada uno de nosotros en vez de ser Manuel fuéramos otro… aunque él no fuera Manuel… daría lo mismo. — 108 —


8

No sé por qué.

3

No entiendo.

10

¿Qué importa?, puesto que ese no es el caso. Todos somos Manuel. ¿O no lo somos?

1

Sí. Claro que lo somos.

2

Desde luego.

10

Pero él no lo es.

6

Bueno, eso no lo sabemos.

3

A lo mejor sí que lo es.

7

Pero lo sea o no, es un intruso.

8

Eso sí.

9

Y entonces, ¿qué hacemos?

7 Aguantarnos. 4

Asumir la realidad.

2

Sí. Pero no podemos hablar.

3

¿Y por qué no?

7

Porque hay un intruso. — 109 —


2

Y se enteraría de todo.

11

Pues que se entere.

6

No se enteraría de todo, solo de lo que no le interesa.

3

¿Y qué es lo que le interesa?

13

Eso cualquiera sabe.

5

Le interesa el tema objeto de la convocatoria.

6

Y en cuanto salga, ¿zas!, Manuel corta por lo sano.

5

Y cambiamos de conversación.

7

O sea que podemos hablar tranquilos.

12

En todo caso, lo que está claro es una cosa.

4

¿El qué?

12

Que esto no puede seguir así.

1

¿Pero qué?

Varios

¿Qué? ¿Qué cosa?

13

¿Qué es lo que no puede seguir así?

12

Pues, por ejemplo, que haya un intruso entre nosotros. — 110 —


10

Eso por supuesto.

12

Y sin embargo, lo hay.

3

¿Qué es lo que hay?

11

Pues un intruso.

6

Eso ya estamos hartos de saberlo.

13

Y además, está claro que no podemos descubrirlo.

6

Pues vaya.

9

¿Y qué importa? Yo lo que quiero saber es por qué se nos ha convocado.

12

Ya os lo dije; porque tenemos que hablar.

9

¿Pero, de qué?

12

Ahora ya carece de importancia. Ha surgido un asunto mucho más urgente. Quiero decir que, ante la convicción de la presencia de un intruso, cualquier otra cuestión parece superflua.

9

Te lo parecerá a ti. Pero para mí es prioritario saber el tema origen de la convocatoria.

10

Eso es, porque cuando lo sepamos, podremos valorar la mayor o menor trascendencia de una y otra cuestión.

3

No entiendo. ¿Cuáles una u otra cuestión? — 111 —


9

A) La del intruso. B) La de la convocatoria.

6

La verdad es que con la historia del dichoso intruso, seguimos sin saber de qué tenemos que hablar.

12

Pues yo no voy a ser tan irresponsable como para hablar de algo que solo nos incumbe a nosotros, en presencia de un extraño, que además oculta su condición de tal.

11

Pues tú nos has convocado, y tienes la obligación de decirnos lo que nos tenías que decir.

12

Pero no la de decírselo a él.

10

Está bien. Dínoslo a los demás, lo peor que puede ocurrir es que, de paso, él lo oiga también. ¿Y qué? Por lo menos tendremos ocasión de opinar.

12

¿Y si a él se le ocurre opinar a su vez?

10

Pues que opine.

12

¿Y quién es él para opinar? ¿Acaso nos interesa su opinión sobre algo que solo es asunto nuestro?

13

Eso… quién sabe. Tal vez se trate de algún tipo inteligente.

10

Bueno, que opine y luego ya veré si me interesa o no.

12

¿Y cómo sabrás que se trata precisamente de su opinión? Tú no lo cono­ ces. Y por lo tanto, entre las diversas opiniones que oigas, no podrás saber la que corresponde al intruso. — 112 —


10

Pero es el caso que a mí de las opiniones lo que me interesa es que sean sensatas y útiles, y no quién las expone.

11

Lo mismo digo. Mejor es que opinemos todos, aunque sobre una opi­ nión, que no pueda opinar nadie.

6 Bueno. ¿En qué quedamos? ¿Se puede hablar o no se puede? 3

Yo creo que sí.

11

Habla pues.

3

¿Quién yo?

11

Sí, a ver qué se te ocurre.

3

Yo personalmente no tengo nada especial que decir.

11

(Al 7.) ¿Y tú?

7

Pues la verdad, no sé.

11

A ver si ahora, después de tanto jaleo, resulta que nadie quiere hablar.

6

¿A qué habéis venido entonces?

9

A hablar. Pero cuando estemos de acuerdo.

13

Yo me considero preparado para opinar de cualquier tema. Pero no tengo preferencias. — 113 —


6

No nos vamos a poner a hablar de fútbol, digo yo.

7

¿Y por qué no? ES un tema serio.

10

Y de gran transcendencia social.

3

El vicepresidente del Gobierno ha dicho que el fútbol es de interés general.

11

¡Qué estupidez! ¿Y por qué no de los escándalos de los famosos?

3 Eso, ¿por qué no? 6

Porque esto no es una peluquería de señoras.

5

Eso es una observación machista. ¿O es que en las de caballeros se habla de filosofía y macroeconomía?

6

En las barberías solo se habla de tías.

1

Seguimos perdiendo el tiempo. ¿Por qué no averiguamos de una vez quién es el intruso, y así podemos hablar por fin de lo que queremos hablar.

13

Ya lo intentamos y se vio que no era posible descubrirlo.

1

Pero no probamos un método contrastado y científico: “La reconstruc­ ción de los hechos”.

3

¿Qué hechos? — 114 —


6

¿Qué reconstrucción?

7

Como en las películas.

6

Claro, como hacen los polis.

5

Se va al lugar de los hechos y se reconstruyen.

3

¿Qué lugar?

5

Esta habitación.

3

¿Y qué hechos?

6

Tú calla y ya te irás enterando.

1

Partamos de la siguiente premisa indiscutible. El intruso está aquí, entre nosotros ¿cierto?

9 Cierto. 10

Sí, sí. Cierto.

4

Es cierto.

1

Eso nos lleva a una realidad incuestionable.

4

¿A cuál?

13

¿A qué realidad?

1

“El intruso” entró, ¿cierto? — 115 —


Varios

Cierto, cierto…

1

La pregunta es: ¿Cuándo entró? Cuando sepamos cuándo entró, sabre­ mos quién es ¿cierto?

Varios Cierto. 1

Procedamos pues a la reconstrucción de los hechos.

4

¿Y eso será muy largo?

12

NO empecemos otra vez con las prisas. Durará, más o menos, lo mismo que duraron los hechos.

10

Bueno, cuanto antes empecemos antes acabaremos.

13

Ante todo habría que poner las sillas como estaban.

11

Cualquiera sabe.

7

¿Las pongo yo?

9

Yo, si me dicen dónde, las puedo poner.

8

Vaya, de modo que confiesas que no sabes cómo estaban las sillas.

9

NO confieso nada, solo lo digo.

8

Pues mira, me resulta sospechoso.

9

No lo sé porque yo no entré el primero, y ya se habían movido las sillas. — 116 —


7

¿Y eso cómo lo sabes?

9

Me lo imagino.

2

En este rincón había tres.

5

Había tres en cada esquina.

(Entre 7, 9, 2 y 5 las colocan.) 5

Ya están todas en su sitio.

11

Empecemos pues.

1

Poneos todos en ese rincón, como si estuvierais fuera.

5

No entiendo.

11

Y no sería mejor ponernos fuera directamente.

1

No. Porque entonces no podríais ver la reconstrucción de los hechos.

2

Y tenemos que verla.

4

Basta de interrumpir y vamos al grano.

1

Bien. Pongámonos todos aquí, a un lado, aceptando la convención de que estamos fuera. Solo estamos aquí para ver cuándo va entrando cada uno. Veis, ahora en la habitación no hay nadie. Yo llego con la llave, abro y entro por la puerta.

— 117 —


(Entra directamente al espacio.)

11

¿Y por qué no entras por la puerta, como dices?

1

Por la convención. ¿No entiendes? Yo entro por aquí, como si entrara por la puerta.

10

¡Pues vaya reconstrucción de los hechos!

1

Está bien. Lo haré de forma que puedan comprenderlo todos.

11

¡Oye, que no soy un imbécil! Precisamente planteaba una cuestión de sentido común.

8

¿De sentido común? Mejor será que te calles.

9

No interrumpáis, o no acabaremos nunca.

5

¿No veis que estamos reconstruyendo? Eso exige concentración y silen­ cio.

8

Pues empieza por callarte tú.

(El 1 sale por la puerta.) 1

(Desde fuera.) Como veis estoy fuera.

11

Eso no lo vemos.

10

Pero podemos deducirlo, puesto que lo oímos y no lo vemos.

4

Basta ya. Es obvio que está fuera. — 118 —


1

Estoy fuera. ¿De acuerdo?

Varios

De acuerdo.

1

Ahora, abro la puerta y entro. (Lo hace.) Aquí no hay nadie. Por lo tanto, aún no ha entrado el intruso. ¿Cierto?

4 Cierto. 3

Sí, claro.

6

No está tan claro. Porque tú podrías ser el intruso.

(Risas generalizadas.)

1

Los intrusos no tienen llaves.

4

Ni van a ser tan tontos de hacerse notar entrando el primero.

7

Bien admitamos, provisionalmente, que tú no eres el intruso.

11

Pero solo provisionalmente.

1

Sigamos. Yo paseo durante un buen rato. (Lo haces.) ¿Quién fue el pri­ mero en entrar?

8 Tú. 1

¿Después de mí?

2 Yo. — 119 —


1

¿Pues a qué esperas? Vamos, entra.

2

Primero tengo que salir. (Cruza el espacio y sale.)

1

Ahora, entra.

2

(Lo hace.) ¿Ha venido alguien?

4

¡Esto no sirve de nada!

1

¿El qué?

4

La reconstrucción. Porque si entramos como entramos y hacemos lo que hicimos, volverá a ocurrir lo mismo. El intruso se colará como lo hizo, y nadie nos enteraremos, como pasó en su momento.

1

No. Porque ahora estamos sobre aviso. Sabemos que va a venir y esta­ mos al acecho.

13

Ahora nos fijaremos cuidadosamente.

6

Y además como el intruso sabe que lo esperamos, entrará acojonado.

3

Y se le notará en la cara.

4

Lo que hará es disimular y poner cara de póquer.

3

Pues si no lo reconocemos haremos el ridículo.

5

Vaya papelito. — 120 —


4

Así que más nos vale pasar de reconstrucciones.

1

Entonces, tú ¿qué propones?

4

Que nos larguemos.

1

¿Sin averiguar quién es el intruso?

2

¿Sin hablar de lo que teníamos que hablar?

6

¿Y a qué hemos venido, pues?

4

Eso solo lo sabe Manuel.

7

¿Qué Manuel?

4

El que nos convocó.

12

¿Yo?

4

Sí, tú. ¿Para qué nos convocaste?

8

Vamos, habla de una vez.

12

Para hablar. Pero así no hay manera.

4

Por eso digo que nos marchemos.

1

Perdona, pero tu actitud es puramente destructiva.

8

Y antisocial. — 121 —


11

E insolidaria.

10

Y lo que es peor, individualista.

4

¿Y eso qué tiene de malo? Soy un individuo, ¿no? Y puedo tener mi opinión personal.

12

Tu opinión no tiene ningún valor si no se contrasta debidamente con la de los demás.

4

Pues dad cada uno la vuestra.

1

¿Delante del intruso?

4

¿Y por qué no? Si no lo podemos desenmascarar, tenemos que aceptarlo.

2

Eso que dices es muy sospechoso.

6

¿No serás tú el intruso?

4

Pudiera ser. Como podrías serlo tú o cualquier otro.

8

¿Eso me lo dices a mí o es una acusación general?

4

No es ninguna acusación.

7

No lo tomes tan a pecho. Solo habla por hablar.

8

No aguanto a la gente que sospecha de todo el mundo. — 122 —


13

Hay que admitir que todos somos sospechosos.

7

Tanto como todos…

5

Lo que somos es presuntos inocentes.

8

Y presuntos culpables.

5

ES lo mismo.

8

Todo esto pasa por lo que pasa.

9

En eso tienes razón.

3

No comprendo.

13

Está muy claro. Los que somos inocentes lo sabemos, y por eso sospe­ chamos de los demás.

9

Yo no sospecho de nadie.

10

Tal vez, porque tú eres el intruso.

9 Yo, ¿por qué? 13

El intruso es el único que seguro que no sospecha.

11

Sí, no sospechar resulta sospechoso.

9

Bueno, en realidad, algo sospecho.

11

¿De quién? — 123 —


9

De nadie en particular.

13

Seguro que todos sospechamos de alguien.

10

Sí, la situación es muy desagradable.

12

Ya os lo dije. ¡Esto no puede seguir así!

4

Entonces, vámonos. O mejor aún, yo me largo. Vuestro problema es que sois doce como siempre. Ya podéis hablar de lo que teníais que hablar. Señor intruso, le ofrezco mi puesto. (Inicia la salida. El 12 la interrumpe.)

12

¡Espera! No puedes irte en un momento como este. Ni tú, ni nadie. Estamos ante un problema serio y hemos de afrontarlo. Volvamos al punto en que estábamos.

1

Eso, a la reconstrucción de los hechos.

4

Ya habéis visto que es inútil. NO se parece en nada a los verdaderos hechos. Aquí se han hecho y se han dicho cosas que no se hicieron ni se dijeron.

11

¿Y sabéis por qué? Por ese lío de estar todos dentro como si estuviéra­ mos fuera.

2

Sí, eso lo complica todo.

3

Claro, porque cada cual, para entrar en su momento, primero tiene que salir. — 124 —


9

Eso es un follón.

3

Demasiado trasiego de gentes.

8

Y eso ya al principio. Imagínate luego cuando tengan que entrar dos o tres a la vez….

7

¡Vaya tráfico!

5

Un manifiesto desorden.

1

La verdad es que resulta poco científico.

10

Volvamos a empezar. Pero hagamos todo tal como fue.

9

Sí, es mejor que no hacerlo como no fue.

3

Será mucho más fácil.

11

Sobre todo para algunos.

13

Estamos de acuerdo, ¿no? Pues adelante.

1

Primero, salgamos todos fuera.

2

ES lo mejor.

13

Salgamos pues.

11

Pero entonces, ¿quién verá la reconstrucción de los hechos? — 125 —


12

Pues todos, los que vayan entrando desde dentro, y los que aún estén fuera… por algún agujero del decorado.

2

¿Cómo del decorado?

(Nerviosismo general.)

12

Perdón, quise decir de la pared.

4

Cuidado con lo que dices.

13

Lo que sobra son agujeros.

12

Salgamos todos.

5 Salgamos.

(Salen todos por la puerta.) 1

(Fuera.) Recomencemos.

(El 1 abre la puerta y entra. A partir de aquí se repite el principio de la obra. El ritmo se va acelerando. Se sobrepone poco a poco una música muy agresiva, que va aumentando de volumen hasta que ya no se oye a los actores. Sobre la pantomima a cámara rápida cae el TELÓN.)

— 126 —


El presente libro se terminó de representar en el teatro de Sansueña Industrias Gráficas durante el solsticio de invierno de 2013 bajo la rebelde dirección de Mariano Cariñena



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