29 de junio 2018. Suplemento Cultural.

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro Carmín Q.

Guatemala, 29 de junio de 2018

Marta Elena Casaús Arzú El racismo en Guatemala


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presentación

l racismo en Guatemala es un tema del que muchos no quisieran hablar. Hay temor en algunos, en otros, la conveniencia por no verse afectados por razones oprobiosas. Sin embargo, mientras no conozcamos de qué se trata, cómo opera y la manera en que lo reproducimos socialmente, no podremos superarlo para el bien de una convivencia pacífica en el país. Por fortuna, Marta Elena Casaús Arzú es una intelectual guatemalteca que se ha dado a la tarea de explicarnos en qué consiste el racismo, ha explorado sus causas, los mecanismos estructurales y las prácticas de poder contra comunidades que, incluso, fueron exterminadas por la intolerancia en distintos niveles. Para La Hora es importante la reflexión en un tema que puede abrirnos a horizontes nuevos. Guatemala necesita superar los esquemas mentales que han condicionado prácticas de exclusión para la generación de un espacio con oportunidades para todos. Todo ello es posible si al examinarnos críticamente, extirpamos las conductas que nos impiden el acceso al humanismo del siglo XXI. El Suplemento presentará en dos entregas el ensayo de Marta Elena, no solo por la extensión de su propuesta, sino por las pausas necesarias exigidas para una adecuada asimilación de sus contenidos. Esperamos que los lectores se sientan estimulados por la lectura y compartan el gozo producido por una reflexión de crítica social. Por lo demás, deseamos que disfrute los otros artículos que se ofrecen en los que no faltan la creación literaria, los ensayos y el análisis estético. Que tenga un reparador descanso. Hasta el próximo viernes.

es una publicación de:

La persistencia del racismo en Guatemala Marta Casaús Arzú Académica e investigadora

“El racismo ha muerto” era la consigna de muchos intelectuales en las décadas de 1960 y 1970. Con ella se enarbolaba la falsa idea y la esperanza de que el racismo había dejado de existir como un problema en las sociedades postmodernas y la creencia de que todo lo que quedaba de esa etapa oscura de la sociedad eran unas actitudes discriminatorias o unos neorracismos que no tenían un carácter racial sino cultural.

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in embargo, ya Taguieff nos advertía del peligro de banalizar el fin del racismo o su mutación, atribuyéndolos a comportamientos de índole cultural y no racial (1995: 152 y ss.). Wieviorka también señalaba lo que suponía un recrudecimiento del racismo en las sociedades europeas, con su nueva focalización en el inmigrante, el islamista o en determinados extranjeros; en otras palabras, en “el bárbaro”, es decir, en aquel que no habla nuestra lengua, no practica nuestros usos y costumbres, no es asimilable a la sociedad occidental porque tiene un comportamiento cruel e inhumano hacia el resto de sus congéneres (1995: 205-223, 2009; 21). La miopía de Occidente, al no distinguir el racismo como una corriente soterrada que se esconde bajo comportamientos o actitudes “políticamente correctos”, no ha podido ver que este ha permanecido latente en todas nuestras sociedades. El precepto falso de que se podía paliar con multiculturalidad o interculturalidad nos ha llevado a enfrentarnos, de improviso y como quien despierta de una pesadilla, con un racismo manifiesto y brutal, conducido y expresado por el Estado y los partidos políticos, cuya máxima expresión la tenemos en los Estados Unidos y su actual administración.1 La complacencia de intelectuales, 1 El racismo en Estados Unidos es una de las ideologías con mayor presencia en su historia y que se ha exacerbado desde la llegada del presidente Donald Trump con un retorno de la idea de la supremacía blanca y del destino manifiesto. La reciente manifestación del 12 de agosto de 2017 en Charlottesville, Virginia, de grupos neonazis que defienden, precisamente, la supremacía blanca y que se saldó con un muerto y 19 heridos no es más que una prueba de ello.

académicos, elites simbólicas, medios de comunicación y de los ciudadanos nos hace reflexionar sobre la connivencia de algunos de ellos, como apunta Van Dijk (2001) en sus escritos sobre racismo y discurso. Ello ha conducido a la situación actual, es decir, a la presencia explícita en todo el mundo de un racismo -que se expresa ya no solo en las redes sociales- contra el inmigrante, el “moro”, el “indio”, el “negro” o el “mexicano”. En otras palabras, contra todo aquel catalogado como “bárbaro” no solo por su forma diferente de usar el idioma o de compartir la cultura hegemónica, sino porque desata el acoso y el miedo. Así, el Otro termina por ser percibido como una amenaza para nuestras sociedades, como un peligro público que hay que erradicar. La dicotomía que no ha variado en su esencia es la de civilización versus barbarie, en la que la primera corresponde siempre a Occidente y a la “raza blanca”. Desde esta perspectiva se juzgan y valoran las demás culturas y es aplicada a escala jerárquica con subniveles de barbarie y, también, de grados de civilización. La ideología racista es uno de los instrumentos más poderosos que explican por qué actos y prácticas racistas y otras formas de violencia pudieron derivar en genocidios, como sucedió en Guatemala, Ruanda o Bosnia Herzegovina. Esta ideología racial y racista posee una larga historia, que desgraciadamente pervive y se ha ido fortaleciendo en los últimos veinte años en Europa y en América Latina. Conscientes de ello, durante todo este tiempo hemos continuado denunciando, padeciendo y combatiendo esta corriente de pensamiento. En especial Guatemala en las últimas

décadas ha sido enfrentada y ha dejado de ser negada y quizá por ello se ha producido un recrudecimiento del racismo en los medios. Ello nos ha vuelto más conscientes de su magnitud, de cómo nos afecta y de la importancia de combatirla. Guatemala es, sin duda, una de las sociedades más racistas de toda América Latina y una de las que más le ha costado reconocer un hecho evidente para todos los discriminados, aunque menos para el resto de la población no indígena. Por ello llevamos más de veinticinco años denunciando este racismo, gracias a lo cual se ha conseguido integrar su problemática como parte de la agenda pública y política. Por lo mismo, este tema se ha convertido también en un campo de batalla, especialmente en la prensa y en las redes sociales. En otros artículos hemos barajado muchas hipótesis sobre las causas de este racismo persistente y poco moldeable, aunque resulta muy difícil aventurar con entera certeza las razones de su enquistamiento en la sociedad y en el Estado. Algunas de las razones que hemos planteado en otros libros y artículos2 son: * El arraigo de las raíces históricas del racismo. Por ser un elemento históricoestructural que se inicia con la Colonia y mantiene una continuidad a lo largo de 2 Marta Casaús Arzú, “La representación del Otro en las élites intelectuales europeas y latinoamericanas: Un siglo de pensamiento racialista, 1830-1930”, Iberoamericana, Nordic Journal of Latina American and Caribean Studies, vol. XL, núm. 1-2, 2010, pp. 13-45. También, de la misma autora, Guatemala, linaje y racismo, F&G Editores, Guatemala, 2010, y “El racismo y la discriminación en el lenguaje político de las elites”, en Teun Van Dijk (coord.), Racismo y poder en América Latina, Gedisa, Barcelona, 2008.


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toda la historia del país, el racismo, en lugar de desaparecer, se ha reforzado debido a la persistencia de la ideología dominante y su fuerte presencia en las instituciones del Estado. * La ideología de la clase dominante, que se dispersó por el conjunto de la sociedad, tuvo desde sus inicios un fuerte componente racista que se reforzó durante la época liberal con las teorías darwinistas, en sus versiones más radicales del degeneracionismo y la eugenesia, y que se consolidó aún más durante la etapa contrainsurgente. En ese momento este rasgo se exacerbó con el postulado de que “todos los indios”, por el hecho de pertenecer a “un grupo étnico como tal”, eran “enemigos públicos”, lo que desembocó en un genocidio. * La construcción de un discurso racista con la aplicación de una serie de tópicos contra los indígenas que apenas han variado desde la Conquista hasta la actualidad. Los epítetos solo se han ido modificando con el paso del tiempo, pero manteniendo siempre como finalidad la descalificación del Otro y su humillación para justificar un sistema de dominación basado en las desigualdades económicas, políticas y sociales. * La ideología racista de la clase dominante guatemalteca es peculiarmente manifiesta y agresiva y se fundamenta en un racismo biológico-racial. Este es utilizado como mecanismo de amalgama de dicha clase y de reconocimiento de sí mismos como “blancos o blanco-criollos”, por autoadscripción. Con ello justifican una supuesta superioridad racial frente a los Otros, los indígenas y/o mayas, que avala todo un sistema de explotación. * La escasa presencia de una ideología del mestizaje -lo que en México recibió el nombre de “mestizofilia”- que permitiera valorar tanto la cultura de los pueblos ancestrales como la hispánica y diera como resultado la identidad del mestizaje como superación de ambas. * La naturaleza misma del Estado de Guatemala, fundamentada en un racismo de Estado que empieza a operar como tal desde el siglo XIX, en la medida en que excluye, desconoce y minusvalora a los pueblos indígenas y que trata de homogeneizar la nación por la vía de la eugenesia o del blanqueamiento. En el peor de los casos, cuando se producen sublevaciones de las poblaciones indígenas, acude a su exterminio. * El tránsito de un Estado racial a uno racista, basado en la jerarquización de las razas y en un modelo estatal monoétnico y monocultural, se produce cuando los aparatos represivos e ideológicos del Estado comienzan a obedecer a una lógica de discriminación racial, de exclusión social y política e incluso de exterminio físico o cultural hacia otros grupos étnicos, comunidades o pueblos, con el fin de mantener un dominio de clase, etnia o género, bajo el argumento de la superioridad racial de un grupo frente a los otros. La culminación de este racismo de Estado se produce con el genocidio en la década de 1980. * El miedo ancestral al “fantasma del indio irredento” –a que el día en que “el indio se

subleve” va a acabar con todos los ladinos y blanco-criollos a causa de su “ser vengativo y resentido”– se agudizó durante la etapa contrainsurgente, al punto que el indígena se convirtió en enemigo de la nación y sujeto de exterminio. Sin duda alguna, estos argumentos tenían como finalidad mantener el férreo control del poder por parte de una elite vinculada por redes familiares de larga duración, a la que hemos denominado núcleo oligárquico. Ellos han sido los propietarios de la tierra y han controlado el comercio, la industria y las finanzas. La ideología descrita les ha asegurado un sistema de explotación y de mano de obra barata, tanto en el campo como en la ciudad, y les ha permitido, sobre todo, mantener el control del Estado como su feudo. Múltiples son los argumentos que podríamos esgrimir, pero lo cierto es que, en cada ocasión que hay un conflicto social o económico, cada vez que los pueblos indígenas manifiestan sus justas demandas por la tierra, por los derechos ancestrales, por el pluralismo jurídico o simplemente el derecho a ser respetados y reconocidos como pueblos indígenas, los discursos y las prácticas racistas recobran fuerza y despiertan la alarma social del “fantasma del indio irredento y vengativo”. Con el fin de la guerra y la firma de la paz en 1996 con base en los Acuerdos Sustantivos de la Paz Firme y Duradera, en especial del Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas (AIDIPI), firmado el 23 marzo de 1995, se abrieron algunas ventanas y se lograron ciertas conquistas para los pueblos indígenas, a saber: la oficialización de los idiomas indígenas, el reconocimiento de su religión, cosmogonía y lugares sagrados y del uso de sus trajes, el reconocimiento de las toponimias en idioma maya y la ley de educación bilingüe e intercultural. Sin embargo, aquellos artículos del AIDIPI sobre la protección del patrimonio cultural maya y la propiedad y posesión de la tierra nunca fueron abordados pues en 1999 se perdió la consulta para la reforma constitucional que debía declarar a Guatemala como una nación multiétnica, multilingüe y pluricultural, por lo que las reformas quedaron suspendidas. No obstante, la aprobación de la Ley contra la discriminación de los pueblos indígenas y la creación de instituciones afines, como la Defensoría de la Mujer Indígena (1999), la Comisión Presidencial contra el Racismo y la Discriminación de los Pueblos Indígenas (CODISRA) (2002), el Consejo Asesor Indígena para la Presidencia (2004) y la Unidad de Desarrollo para los Pueblos Indígenas, fueron algunas conquistas que marcaron un camino sin retorno. El fracaso de la Consulta Popular en 1999 que supuso, como ya dijimos, un varapalo para que se pudieran concretar y llevar a cabo todas las reformas previstas en el Acuerdo, se debió, en gran parte, a la agresividad del discurso racista durante la campaña por el NO de las elites políticas y simbólicas, así como a la falta de información y divulgación de las preguntas del referéndum y a graves errores del movimiento maya en su momento.

La Secretaría de la Paz (SEPAZ), después de 22 años transcurridos desde la firma de los Acuerdos, acaba de presentar una valoración, a mi juicio, excesivamente positiva de los avances del AIDIPI, en la que considera que más de la mitad de sus artículos han sido cumplidos y llevados a la práctica.3 Sin embargo, la persistencia del racismo es un hecho evidente. Para dar cuenta de esto, me centraré en tres episodios donde el racismo se ha exacerbado y que casualmente coinciden con momentos en que los pueblos indígenas han reivindicado sus derechos más elementales, entre ellos el derecho a la vida, a la justicia por las graves violaciones de los derechos humanos de los que fueron víctimas y por el genocidio, a su soberanía territorial y al reconocimiento del pluralismo jurídico. El primero de ellos es el juicio por genocidio del Pueblo Maya Ixil en contra de Efraín Ríos Montt y Mauricio Rodríguez Sánchez realizado en 2013. Cuando se inició el juicio, la opinión pública se dividió entre los sectores negacionistas y los que demostraban estupor al conocer lo que había sucedido. Entre los más radicales y extremistas del primer grupo, claramente vinculados a la Fundación contra el Terrorismo creada por Ricardo Méndez Ruiz y Avemilgua (2013),4 se dejaron oír las siguientes opiniones: ∑ “Es una traición a la patria, la familia y la nación”, “supone dividir al país y revivir la guerra y la confrontación”. ∑ “Es una venganza y revanchismo de los indios y un linchamiento jurídico contra el Ejército y el pueblo de Guatemala”. ∑ “Es un invento de las indias como Rigoberta, esa ‘india Tishuda’ que debería de estar vendiendo papas en La Terminal”.5 En cuanto aparecía en la prensa un escrito de alguna intelectual maya, como Rigoberta Menchú o Irma Alicia Velásquez, la respuesta de las elites simbólicas y de las redes sociales era virulenta y la lectura de blogs arrojó, una vez más, un profundo racismo hacia los pueblos indígenas en comentarios como el siguiente: 3 Según la valoración de la SEPAZ (2017), se han cumplido más del 60% de lo establecido por el AIDIPI: 23 artículos cumplidos en su totalidad, 2 cumplidos y sostenidos, 56 cumplidos parcialmente y solo 26 incumplidos, evaluación que nos parece excesivamente favorable. 4 Los principales comentarios negacionistas, cuya similitud con el negacionismo del Holocausto es sorprendente, procedieron de fuentes publicadas, precisamente, por la Fundación contra el Terrorismo, como las siguientes: “La farsa del Genocidio: un buen negocio” (2013b) y “Los rostros de la infamia” (2013a). 5 Estos son algunos de los tópicos racistas vertidos por intelectuales de las elites de poder como Pedro Trujillo (2013b) y “Leguleyo Lego”, Prensa Libre (2013d); Marta Altolaguirre, “Soberanía en venta”, El Periódico, (2013); Ricardo Méndez Ruiz, “Al César lo que es de César” (2013) y Acisclo Valladares (2013a, 2013b).

“Al indio hay que sacarle del vientre de la madre, porque si nacen se van a la montaña, es difícil agarrarlos, acaso no fue la filosofía de los militares”; [con el juicio lo que se quiere es] “desprestigiar a nuestra patria con el indeleble calificativo de genocidio”. De nuevo nos encontramos con el racismo histórico estructural que hemos denunciado en otras investigaciones (Casaús, 2002, 2007), pero en esta ocasión hemos podido comprobar que no solo entre las elites intelectuales y políticas, sino también en las clases medias urbano-ladinas se expresa un rechazo hacia la población indígena, a la cual se le niega el derecho a hablar, contar su historia y enjuiciar a los responsables de semejantes atrocidades. Una de las declaraciones explícitas de mayor odio y resentimiento lo encontramos como comentario a un artículo de opinión donde se expresaba claramente un discurso racista y de odio en contra de la población indígena que en cualquier otro país hubiera sido penalizado: ∑ “Que viva la justicia, vamos General Ríos Montt, estos indios parásitos ya se les está cayendo el teatro de sus testigos falsos, con su presión a la juzgadora. Malaya la hora en que en verdad no fue genocidio, ojalá se hubieran muerto todos los indios que ahora andan bloqueando las carreteras” (énfasis nuestro).6 Este tipo de comentarios abarcó casi un 40% de los discursos publicados en la prensa escrita y en los blogs, lo que indica que el racismo no solo no se ha frenado sino que se ha recrudecido y que se está evidenciando un racismo renovado y exacerbado. 6 Sobre este tema, véase “Las expresiones de odio y racismo en la opinión pública guatemalteca durante el juicio por genocidio contra el general Ríos Montt” (DATOS BIBLIOGRÄFICOS?). En este artículo se muestra la actitud negacionista y racista de la población de clase media urbana, expresada especialmente en las redes sociales de Guatemala y de las elites de poder.


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Gedeón el redentor Víctor Muñoz Premio Nacional de Literatura

Grave susto sufrí al ver aparecerse a Gedeón con la cabeza medio rapada, con un ojo casi cerrado y con evidentes muestras de haber sufrido algún accidente. –¿Y ahora qué te pasó? –quise saber. –Pues qué te parece –me dijo– que me fui con los cuates a echarme un par de tragos y a platicar, y estuvo tan alegre la plática que no sentí pasar el tiempo, y si no hubiera sido porque de pronto se apareció la mesera a avisarnos que ya iban a cerrar, ahí nos hubiéramos quedado platicando. –¿Y en dónde estabas metido, pues? –le pregunté. –En un restaurante de chinos. Vieras que ambiente más alegre, había mariachis, a cada rato sonaba la rocola y solo buenas rolas vos, solo buenas rolas. He de confesar que de alguna manera conozco los gustos de Gedeón, ya que durante algún tiempo sostuvimos una muy buena amistad sustentada en tragos los fines de semana, partidos de fútbol los domingos y otros eventos similares. Luego de que me casé me fui separado de él porque comprendí que mi situación había cambiado. Ahora bien, ocurre que este mi amigo es un individuo buena gente, amable e incapaz de hacerle daño a nadie, pero que le gusta andar metido en lugares que yo ya no frecuento. Es que últimamente las cosas se han puesto sumamente peligrosas. Uno anda por ahí por la calle sin hacerle daño al prójimo, sin pensar en nada malo y del aire le vienen los problemas. La gente se ha vuelto muy violenta y eso a mí me da miedo. –Entonces –prosiguió– le preguntamos a la muchacha por qué iban a cerrar el restaurante tan temprano y nos respondió que ya era la una de la mañana, que después de esa hora ya no se permitía vender licor y que además, el personal se tenía que ir a descansar. No muy de nuestro gusto aceptamos su petición de desalojar, pero era evidente que no lo haríamos pronto, ya que la plática estaba alegre; sin embargo, nos fuimos dando cuenta de que los clientes de las otras mesas se estaban retirando, y para como se veía la cosa, no iba a tardar mucho para que nos quedáramos solos nosotros ahí.

Alguien propuso que pues no, señor, no nos vamos de aquí hasta que amanezca, pero otro de los cuates se puso a explicarle que no era conveniente armar problemas donde no los había, por lo que luego de un rato más, y cuando efectivamente ya no quedaban más clientes que nosotros, decidimos levantarnos e irnos para nuestras casas. Todavía nos terminamos de despedir en la banqueta. Como vos sabés, yo no tengo carro y le pedí favor a Arturo, que vive cerca de mi casa, que me diera jalón. Aquel me dijo que con mucho gusto y nos despedimos definitivamente. El problema fue que tanto el Arturo como yo ya andábamos picados y nos pusimos a dar vueltas por ahí para ver en dónde encontrábamos algún lugar para terminar la noche, pero no encontramos nada. No conviene la cosa vos, me dijo aquel, por lo que agarramos camino para la casa. Para que no se molestara mucho, cuando llegamos por mi casa le dije que me dejara en la esquina y que yo caminaría la media cuadra que me hacía falta para llegar. Aquel estuvo de acuerdo, me bajé del carro, le di las gracias y comencé a caminar. Y había caminado apenas unos diez pasos cuando de pronto no sé ni por dónde se aparecieron cuatro individuos con que les entregara mi celular y mi cartera. Como vos sabés, a mí no me gusta andar de pleito con nadie por lo que les dije que no había problema y les di lo que me pedían, pero aproveché para decirles que lo que ellos estaban haciendo no era correcto, que recapacitaran, que no desperdiciaran su vida de la manera en que lo estaban haciendo, que dejaran los malos pasos en los que andaban, que la sociedad necesitaba gente de bien, que nuestro país siempre se ha caracterizado por ser de gente correcta y honrada, que buscaran sus oportunidades para desarrollarlas en bien de la humanidad, que con actitudes como las que ellos estaban exhibiendo no llegaríamos a ninguna parte, que la imagen de nuestro país dentro del concierto

de naciones civilizadas siempre había sido la de un país de gente amable y servicial, que lo que nuestro pueblo necesitaba urgentemente es cultura y educación para lograr un desarrollo sustentable y digno. Y ellos allí escuchando, cosa que me hizo sentir bien porque como vos sabés, uno tiene la obligación de hacer el bien a sus semejantes. Que buscaran un oficio saludable y honrado, les dije. Y en ese parlamento estaba yo cuando uno de ellos, sin mediar amenaza alguna se me acercó y me dijo que comiera mierda, viejo cerote, y sacó una pistola y me metió un pistolazo aquí, mirá, y no solo me jodió el ojo sino me abrió la cabeza. Y sin decir más se fueron y me dejaron ahí tirado. Menos mal que como mi mujer estaba atenta a mi llegada escuchó que yo estaba hablando y salió a ver qué era lo que estaba pasando. Como pudo me llevó hasta la casa, llamó

a los bomberos, me llevaron al hospital y ahí me hicieron estas curaciones. –¿Y eso cuándo fue? –le inquirí. –Hace dos noches –me dijo–, ¿pero ni sabés qué?, he estado pensando que hice muy bien al haber tratado de hacer conciencia en esos individuos y hasta se me ocurrió que nada más salgo de estas molestias y voy a tratar de buscar a toda esa gente que anda en malos pasos para que se integren a la sociedad y sean útiles y personas de bien. Es que algo hay que hacer, vos. Por si te interesa le entramos juntos a esta noble empresa. ¿Qué me decís? Le dije que sí, que claro, que con mucho gusto. Y se lo dije para que se sintiera bien pero yo ni loco me meto a hacer semejante cosa. Es que a este Gedeón le viven pasando cosas extrañas y no sería raro que uno de estos días aparezca muerto o mal golpeado.


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De “La casita de mis viejos” a la biblioteca-hogar Jorge Carrol Director de la Red de Bibliotecas Landivarianas Presidente de la Asociación Enrique Gómez Carrillo

De niño, de muy pibe dirían mis contemporáneos, descubrí en la flamante y muy porteña Escuela Nº 24, del C.E. III “José Pedro Varela”, que lo más parecido a mi casa, era la pequeña biblioteca que estaba en el primer piso. No diré que en ella me refugiaba, pero sí que allí me encontraba con las aventuras de Salgari o las fieras de la selva misionera de los cuentos de Horacio Quiroga, que en casa escuchaba por la radio, antes de irme a dormir. “Barrio tranquilo de mi ayer, como un triste atardecer, a tu esquina vuelvo viejo... Vuelvo más viejo, la vida me ha cambiado... en mi cabeza un poco de plata me ha dejado.” “La casita de mis viejos” – tango letra de Enrique Cadícamo. ace un par de años regresé a “mi” escuela y a mi tranquilo barrio, y la casa donde pasé los primeros 7 años de mi ya larga vida había cedido lugar a un estacionamiento frío y feo. Aún así tuve la suerte de que me permitieran ingresar a la escuela (que había cambiado de nombre) y recorrer sus aulas y su enorme patio, y obviamente, entrar en la biblioteca, que en su pequeñez continuaba cálida como aquel hogar donde Tarzán llamaba a la mona Chita por la bocina de una antañona radio Marconi. Setenta y tantos años después, el destino me puso al frente de una biblioteca –la del Campus Central de la Universidad Rafael Landívar– donde me propuse brindar el calor que los estudiantes acaso no encuentran en sus casas. Y sin saberlo me dije –como el cardenal Jorge Bergoglio se preguntaba en setiembre de 1999 (1): –Educar ¿y después qué?, pues una biblioteca no puede ser un cementerio de libros, donde todo está prohibido. Y recordé aquellas bibliotecas de mi adolescencia con funcionarias que tenían bigotes hasta en los dientes, que te hacían esperar una eternidad para decirte que el libro que buscás, no estaba. Y también aquellas otras – como la del Maestro o la del Congreso de la Nación, donde pasaba tardes enteras leyendo sobre la vida de Moreno, Castelli o Monteagudo, mientras le hacía el quite al frío y a la humedad porteña. (1) –“En tus ojos está mi palabra –Homilías y discursos de Buenos Aires 1999-2013”– Madrid, 2016 – Publicaciones Claretianas. Doce años después, orgullosamente puedo decir que en la biblioteca de La Landívar, los estudiantes se encuentran como en su casa, haciendo trizas “la hora chapina”, pues

H

De la casita de mis viejos de ayer al “estacionamiento” de hoy

doy fe que a pesar de que la apertura es a las 6:00 AM muchos esperan ingresar desde las 5:30 AM. Ellos saben que en la Red de Bibliotecas Landivarianas se ha prohibido prohibir, que, si tienen frío, pueden ingresar con sabroso cafecito caliente y que, si tienen apetito, no está prohibido comer. Como no está prohibido el uso del celular o la computadora. Ni mucho menos echarse una siestita. Exactamente como lo hacen en sus hogares, donde pueden estudiar y hablar con sus compañeros en voz baja o trabajar en silencio. Y para los que se extrañan que el objetivo de la Biblioteca Landivariana sea ser una extensión de la casa, que poco va sirviendo de modelo a otras bibliotecas fuera de los límites de Guatemala, es bueno conocer que el incremento de asistentes se incrementó en más de un 300% en los últimos tres años y que su permanencia-promedio es cercano a las dos horas. Datos estadísticos que pueden ser comprobados gracias al Programa Aleph que la Red de Bibliotecas Landivarianas tiene contratado y que permite conocer –merced al carné que la URL entrega a estudiantes, administrativos y catedráticos, sin costo alguno– quién y cómo se llama el usuario de los muchos recursos que se brindan; qué carrera cursa y de qué Facultad es; a qué hora ingresa y sale; qué libros se le prestan a domicilio y cuándo los debe devolver a la Biblioteca. Biblioteca que, por otra parte, en sus dos niveles dispone de tres áreas de lectura (Salas Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, y Rafael Landívar), amén de la Terraza de la Restauración. “…cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria”

La escuela que cambió de nombre enrejó sus ventanas y, cámaras de TV, “controlan el acceso y salida de un establecimiento inaugurado en 1940”.

Las puertas de esta biblioteca-hogar en el Campus Central de La Landívar, en la zona 16, se abren de lunes a viernes de 6:00 a 22:00 horas y los sábados de 7:00 a 17:00. Horarios que, durante el fin de ciclos, para comodidad de los examinandos, se amplían.

La Red de Bibliotecas Landivarianas dispone en sus anaqueles abiertos (es decir no hay que perder tiempo en pedir un libro y que se lo vayan a buscar, si es que está en el anaquel correspondiente según la clasificación RDA) de más de 500 mil volúmenes y en línea, más de 16 millones de títulos, los cuales pueden ser consultados desde los celulares de los landivarianos, dónde y cuándo quieran.


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Tres cartas enamoradas

Frida Kalho a Diego Rivera

Diego: Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio. Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos.

Mi Diego: Espejo de la noche. Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Todo tú en el espacio lleno de sonidos - En la sombra y en la luz. Tú te llamarás Auxocromo el que capta el color. Yo Cromóforo - La que da el color. Tú eres todas las combinaciones de números. La vida. Mi deseo es entender la línea la forma el movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que son mi luz.

Mi Diego: Ahora que hubiera dado la vida por ayudarte, resulta que son otras las “salvadoras”... Pagaré lo que debo con pintura, y después aunque trague yo caca, haré exactamente lo que me dé la gana y a la hora que quiera... Lo único que te pido es que no me engañes en nada, ya no hay razón, escríbeme cada vez que puedas, procura no trabajar demasiado ahora que comiences el fresco, cuídate muchísimo tus ojitos, no vivas solito para que haya alguien que te cuide, y hagas lo que hagas, pase lo que pase, siempre te adorará tu Frida.


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Poesía Escogida Gustavo García Fong Escritor

El mensaje esperado I Cuando el mensaje esperado llega… invita a la esperanza, alegra el día, arropa el alma, devuelve a la vida. Cuando el mensaje esperado llega… aunque no imaginado ya se atisba; aunque a destiempo, es muy oportuno; aunque no importe el motivo, motiva; aunque sea breve, parece tan extenso que marea. Cuando el mensaje esperado llega… inicia la fiesta, amanece otra vez, la “flor de un día”, pasó a ser “de dos”, el perfume del jazmín se manifiesta. Cuando el mensaje esperado llega… una piedra se vuelve nube, los libros hablan, las rosas sonríen, el llanto cesa. II Cuando el mensaje esperado llega… adormece el corazón, engaña a los sentidos, sube la tensión, agita la respiración. Cuando el mensaje esperado llega… congela el espíritu, fomenta la frustración, invita a la soledad, hunde en la desesperación. Cuando el mensaje esperado llega… aniquila la voluntad, empuja al pesimismo, roba la paz, acerca al abismo. Cuando el mensaje esperado llega… la noche no termina, la tormenta permanece, el frío lastima, la mar languidece.

Tu inalcanzable belleza El ímpetu se me desborda todo junto en la atalaya del desconsuelo. A vinagre sabe mi boca. Al viento se pasean mis ilusiones, casi difuntas en pos de un féretro. Antes de ti la belleza deambuló errante sin poder asentarse en mujer alguna, que las otras mujeres, frente a ti, la belleza mendigan.

Incapacidad Me declaro absolutamente incapaz de distinguir el cielo del lago y el lago del cielo. Lo único que distingo con meridiana claridad, en el punto de confluencia de ambos, es a ti.

CREPÚSCULO Ignoro ante qué crepúsculo rendirme; si ante aquel que me alegra el corazón al elevar la mirada al cielo. O ante aquel que me roba el alma, me hace perder la razón, y que llevas clavado a tu cuerpo.


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La importancia de darse por vencido (2010) Mario Santizo.

La fotografía actual y su deslizamiento a lo queer

Más de una vez han sido censuradas, o por lo menos alguien ha arqueado una ceja frente a estas imágenes. La gran mayoría de los guatemaltecos aun no pueden ver que el mundo ha dado pequeños o grandes pasos hacía la diversidad sexual. En Guatemala y sin proponérselo el tema ha sido abordado también por el arte y en especial la fotografía desde finales del siglo XX y los cinco lustros del siglo XXI.

Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

L

o queer nace en la academia e st a d ou n i d e ns e, es una categoría posidentitaria de los grupos gay, trans, de lesbianas y transexuales. Es un concepto que desafía intrínsecamente la identificación genérica estable, masculinofemenino. Judith Butler, Eve Sedgwick y Paul Preciado han sentado las bases teóricas de los estudios queer. Daniel Hernández-Salazar presentó en los ochenta del siglo XX las primeras imágenes, desnudos masculinos que proyectaban gran erotismo y que fueron criticados especialmente por varones, a quienes estas fotos desestabilizaron la masculinidad de más de uno. Luego introdujo en su producción imágenes de la realidad y personalidad de sujetos transgénero y recientemente aborda el tema desde una perspectiva más amplia en su serie: Guatemala se rev(b)ela. Conforme pasan los años, es evidente que las nuevas generaciones de fotógrafos dan un paso más en la representación de diversas actividades íntimas de una relación enmarcada dentro de lo queer, los enunciados son directos. Los

fotógrafos han apuntalado ideas de diversidad, antes que otra disciplina. Hay atisbos de llevar su producción a la acción política, con una visón del género fuera de los parámetros naturalistas, binarios y patriarcales. Un ejemplo de esto lo constituye Jorge Luis Chavarría, que expone la realidad trans en el mundo indígena, o de creación de fantasías palaciegas en su serie Reinas. Mario Santizo en su obra La importancia de darse por vencido, pone de manifiesto la dura realidad de las parejas gay ante la fuerza de los discursos religiosos católicos y/o evangélicos, que finalizan por dejar a las personas en soledad. La

mirada de Andrea Aragón permite un acercamiento a la intimidad trans, sus espacios, su estética y sus vivencias. José Manuel Mayorga ha realizado una memoria de los desfiles del orgullo gay desde sus primeras ediciones, llevando su discurso documental al campo del arte. Queda un mensaje que resuena en todas estas obras, existe algo más allá de la tradición genérica de hombre o mujer, y es el concepto de ser humano, como lo expresó Ortega y Gasset, es él/ella y sus circunstancias.

Sin título (2011) Andrea Aragón.


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