Los amigos

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Los amigos Eduardo Blandón

Como muchas cosas han cambiado desde que estrenamos “la era digital”, me pregunto también si el concepto de amistad y ella misma son diferentes. Al parecer sí. Sobre la idea de amigo, algunos muestran mutaciones. Primero, dicen, la red se ha ampliado. ¿Recuerda usted quiénes eran sus amigos? Los de la clase, los vecinos, si mucho, si viajaba, los de esa región en donde dejó establecidos contactos. ¿Eran amigos en verdad? Es un decir. Nunca han sido demasiado. “Un número impar que no llega a tres”, decía un ocurrente cura. Se trataba más bien de colegas, compañeros de juerga, coetáneos con quien jugar. Sí, era posible que con los años las cosas cuajaran, pero en realidad, solo se daba en circunstancias extrañas y únicas. ¿Recuerda usted a amigos de infancia, amigos de verdad? Seguramente poco. Tal vez teníamos un concepto romántico de amistad. Como mínimo, menos idílica de la de ahora en donde éstos se han reproducido como conejos. Veo Facebook y tengo 687 amigos, una bagatela, si consideramos que Ronaldo tiene 117 millones, Shakira 104.5 y Vin Diesel 100 millones. Ni ellos ni yo deberíamos sentirnos solos, hay bastante preocupados por nuestra salud emocional, física, financiera y moral. Pare de sufrir.


Ojalá fuera así la cosa. O tal vez no. ¿Para qué querríamos tantos amigos? Bastaría uno, dos o quizá tres a lo sumo. Que fuera algo así como la amistad bíblica entre David y Jonatán. ¿Se acuerda? Parecían novios, pero no lo eran (demasiado edulcorado cariño para mi gusto). En el mundo erotizado de hoy y tan lleno de sospechas, algunos apostarían de que eran gais hechos y derechos. Nada disimulados. Mire qué lindo: “Jonatán dijo a David: Lo que deseare tu alma, haré por ti”. “Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba, pues le amaba como a sí mismo”. “¡Qué pena me has dejado, hermano mío, Jonatán! ¡Me eras tan querido! Tu amor me era más dulce que el amor de las mujeres”. Sí, quizá los amigos sean escasos. Con el tiempo hasta se van transformando. La ley de la entropía. La maldita decadencia, nuestras rarezas, vaya usted a saber. El punto es que cada vez nos sentimos más solos para refugiarnos en nuestro pequeño círculo familiar. Tantos “Brutos” sueltos, dan miedo. ¿Consuelos? Las redes sociales. Pienso que con 687 seguidores pudiera construir una iglesia y hacerle la competencia a Cash Luna. ¿Por qué no?


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