Suplemento cultural

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 25 de mayo de 2018

EducaciĂłn, propiedad intelectual y derechos de autor


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presentación nvadida por la producción de contenidos en la era digital, la educación ha emprendido el camino de la sustitución de libros físicos para adoptar las opciones del universo virtual. Frente a ello, se abre el problema de los derechos de autor, la propiedad intelectual y, por supuesto, el debate moral sobre el significado de esas acciones. El profesor universitario, José Manuel Monterroso Padilla, nos ofrece en el artículo central, algunas ideas que iluminan el uso de la producción bibliográfica en la educación y las formas que pueden salvaguardarse los derechos de autor (y la creatividad misma de los autores de contenidos), a efecto de que puedan usarse sin infringir la ley o sintiendo escrúpulos morales. El aporte de Monterroso es importante por la orientación que ofrece al trazar, asimismo, la lógica jurídica que salvaguarda el respeto de la obra creadora. Sin ocultar, evidentemente, las dificultades producidas no solo por la semántica normativa, sino por la casuística infinita resultado del avance de la tecnología. El autor dice lo siguiente: “No obstante lo expuesto anteriormente, muchas de estas leyes tienen algunos vacíos, pues no aclaran términos como ‘libro de texto’, ‘pequeños fragmentos’, ‘uso en las aulas’, etc. A este respecto, cabe señalar que en la actualidad la educación no se circunscribe a un espacio físico, por cuanto está tomando auge el así llamado e-learning, (cuya traducción literal del inglés es ‘aprendizaje electrónico’), el cual implica actividades educativas abiertas que conllevan la publicación y uso de múltiples materiales y recursos con reconocida autoría. Es esto último lo que nos da pie para hacer un breve análisis sobre el tema modular que nos ocupa, como lo es el conflicto que puede surgir entre la necesitad de democratizar la educación (educación para todos y todas) y el respeto a los derechos de autor”. El Suplemento recoge, seguidamente, los textos de Carlos René García, Juan José Narciso Chúa y Miguel Flores. Cada uno de ellos, representa el esfuerzo por explicar el universo según la metodología y los contenidos con que ejercen la crítica o la producción estética del acto creativo. Buena lectura y que le aproveche.

es una publicación de:

Democratización de la educación y los derechos de autor Como todos los años, en diversos lugares y medios, el pasado 23 de abril, se conmemoró el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. Dos conmemoraciones que se han unido y no por casualidad. La primera data de 1995 y en el texto constitutivo la Conferencia General inicia por reconocer que el libro es el “más poderoso medio de difusión [y conservación] del conocimiento” y, luego, considera que una de las “maneras más eficaces para la promoción y difusión del libro […] es el establecimiento de un ‘día del libro’. Basados en esta consideración, la UNESCO suscribió el 23 de abril de cada año como “Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”. Este día fue elegido, según se declara en el texto constitutivo, porque en 1616 murieron tres grandes de las letras: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.

José Manuel Monterroso Padilla Académico

L

a segunda conmemoración, es decir, la del Derecho de Autor es mucho más antigua que la primera pues data de 1952, aunque entró en vigencia tres años más tarde, en 1955. Actualmente está ratificada por 100 países, entre los que se encuentra, claro está, Guatemala. Pues bien, es sobre esta declaración de la UNESCO y su relación con la democratización de la educación que quiero verter algunas consideraciones en este espacio. En países, especialmente en los cruel e injustamente llamados “tercermundistas” −como el nuestro−, existen enormes brechas que dividen a los que tienen más y mejores oportunidades de los que solo sueñan con alcanzar alguna. En el caso que nos ocupa, una educación integral que conduzca al éxito está al alcance de unos pocos. La mayoría, por el contrario, se debate al otro lado de la brecha en lugares y circunstancias en los que no se ofrecen más que precarios, retrógrados y alienantes procesos de aprendizaje y de enseñanza. Frente a estas circunstancias, surgen las luchas por “democratizar la educación”. Conforme este panorama, pareciera que los derechos de autor y la defensa de la propiedad intelectual se convierten en

una cortapisa que pone cuesta arriba el acceso a la información para las grandes mayorías. Sin embargo, es preciso hacer notar que los derechos de autor no son más que el conjunto de normas que protegen a los autores y a sus creaciones con vistas a compensar su esfuerzo intelectual y artístico, así como motivarlos a seguir produciendo, para que luego todo ello esté de manera fácil y legalizada al alcance de más usuarios. Esta normativa, no obstante, colisiona con el desarrollo digital tan en auge en la época actual, por lo que se hace necesario que las instituciones educativas se conviertan en entes que informen y asesoren sobre los derechos de autor para que tanto docentes como discentes lleven a cabo sus actividades formativas sin perjudicar a los autores ni transgredir la norma establecida. Decimos esto porque los procesos educativos no están exentos de tener vinculación con ciertas áreas jurídicas, como la ley de los derechos de autor. La mayoría de actividades académicas implican el uso de obras protegidas por dicha normativa legal, pues se tiene que recurrir a la reproducción, comunicación y publicación de libros y toda clase de materiales escritos. A criterio de muchos expertos en este tema, el primer problema al que se enfrentan las comunidades educativas es la falta de conocimiento de la normativa, por cuanto que ignorantia juris non excusat, esto es,


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la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento. En el caso de Guatemala, está vigente, a partir del 21 de junio de 1998, el decreto número 33-98, Ley de Derecho de Autor y Derechos Conexos y sus Reformas, y cuyo objetivo primordial, expresado en su artículo 1 es velar por la “protección de los derechos de los autores de obras literarias y artísticas, de los artistas intérpretes o ejecutantes, de los productores de fonogramas y de los organismos de radiodifusión”. Para entrar en materia, es necesario acotar que esta ley reconoce dos tipos de derechos de autor: los derechos morales y los derechos patrimoniales. Los primeros son inalienables, imprescriptibles e irrenunciables. Confieren al autor la potestad para pedir que se reconozca la paternidad de su obra, oponerse a cualquier alteración de la misma, así como mantener la obra, si así lo desea, en el anonimato o de forma inédita. Los segundos, es decir, los derechos patrimoniales –también llamados pecuniarios− permiten al autor usar directa y personalmente la obra, […] ceder total o parcialmente sus derechos sobre la misma, y autorizar o prohibir su utilización y explotación por terceros. Por otra parte, en el artículo 15, esta ley aclara que “se consideran obras todas las producciones en el campo literario, científico y artístico, cualquiera que sea el modo o forma de expresión, siempre que constituyan una creación intelectual original”. Esta misma ley, pero en su artículo 63, aclara que “las obras protegidas […] podrán ser comunicadas lícitamente, sin necesidad de la autorización del autor ni el pago de remuneración alguna”, siempre y cuanto la reproducción o comunicación se dé, entre otras, en las siguientes circunstancias: Cuando “se realice en un ámbito exclusivamente doméstico, siempre que no exista un interés económico, directo o indirecto, y que la comunicación no fuere deliberadamente difundida al exterior, en todo o en parte, por cualquier medio”. Cuando sea realizada “por bibliotecas o archivos que no tengan fines de lucro, cuando el ejemplar se encuentre en su colección permanente, con el objeto de preservar dicho ejemplar y sustituirlo en caso de necesidad, o bien para sustituir un ejemplar similar, en la colección permanente de otra biblioteca o archivo, cuando este se haya extraviado, destruido o inutilizado, siempre que no resulte posible adquirir el ejemplar en plazo o condiciones razonables”. Por último, me interesa recalcar que es posible utilizar las “obras lícitamente publicadas, para la enseñanza o la realización de exámenes en instituciones educativas, siempre que no haya fines de lucro y que tal utilización no interfiera con la explotación normal de la obra ni cause perjuicio a los intereses legítimos del autor”. No está de más hacer énfasis en que, por razones de ética académica y para evitar que una producción sea tachada de plagio,

es importante que para el uso de materiales protegidos se recurra a la citación de la fuente, lo cual, por otra parte, exime al usuario de toda exacción y de caer en ilegalidad. No obstante lo expuesto anteriormente, muchas de estas leyes tienen algunos vacíos pues no aclaran términos como “libro de texto”, “pequeños fragmentos”, “uso en las aulas”, etc. A este respecto, cabe señalar que en la actualidad la educación no se circunscribe a un espacio físico, por cuanto está tomando auge el así llamado e-learning, (cuya traducción literal del inglés es “aprendizaje electrónico”), el cual implica actividades educativas abiertas que conllevan la publicación y uso de múltiples materiales y recursos con reconocida autoría. Es esto último lo que nos da pie para hacer un breve análisis sobre el tema modular que nos ocupa, como lo es el conflicto que puede surgir entre la necesitad de democratizar la educación (educación para todos y todas) y el respeto a los derechos de autor. Los conflictos que pueden surgir entre las actividades formativas y las leyes para la protección de los derechos de autor pueden ser muy diversos, así como los motivos que los causan: desde el respeto a los derechos morales y patrimoniales que tiene el autor, el acceso a obras protegidas por medio de sistemas digitales conocidos como DRM (Digital Rights Management), hasta la dificultad para contactar con los autores y solicitarles el permiso para hacer uso de sus obras. Formas para esquivar esta serie de obstáculos y evitar así el conflicto ya mencionado hay muchas. Por razones de espacio, únicamente me detendré a hacer un breve análisis sobre el uso de las licencias llamadas Creative Commons (CC). Creative Commons, es una fundación no lucrativa iniciada en el 2001 en San Francisco, EE. UU. y que busca favorecer el libre acceso al conocimiento. Gracias a esta fundación existen por ahora varias licencias para que los autores intelectuales las puedan utilizar y así decidir sobre sus obras aspectos como los siguientes: lo que se puede y no se puede hacer con ellas, limitar su uso comercial, realizar reproducciones, evitar modificaciones, etc. Lo más importante de esta licencia es que favorece a los autores, pero sobre todo a los usuarios, ya que facilita el acceso a la información y la realización de las labores formativas que se llevan a cabo en los centros de investigación y de estudio, amén de que fortalece los avances tecnológicos y sociológicos a todo nivel y en diferentes lugares. El uso de esta licencia es fácil y gratuito. Basta con conocer los íconos que están diseñados para cada uno de los niveles de restricción que los creadores, llamados licenciatarios, deseen darle a sus producciones. En la página de estas licencias, cuyo enlace para acceder a ella es creativecommons.org, se presentan los íconos y se explica el significado de cada uno, tal como se indica a continuación.

1.

Atribución CC BY CC BY

Es la más flexible de todas las licencias. Permite a los usuarios −llamados licenciatarios desde el momento que hacen uso de la herramienta− distribuir, retocar, remezclar y crear una obra nueva a partir de la que esté bajo esta licencia. Lo único que pide el creador, llamado licenciante, es que se le reconozca el crédito de la autoría. 2.

Atribución-CompartirIgual CC BY-SA

También es una licencia con bastante flexibilidad. Permite a otros remezclar, retocar, y crear a partir de la obra protegida por la licencia, incluso para fines comerciales, pero reconociendo la autoría original y adscribiendo las nuevas creaciones a la misma licencia y con las mismas condiciones. 3.

Atribución-SinDerivadas CC BY-ND

Esta licencia, según se explica en la página de Creative Commons, “permite la redistribución, comercial o no comercial”, siempre y cuando no se altere la obra y se reproduzca tal como fue elaborada por su autor, dándole, además, el crédito correspondiente.

4.

Atribución-NoComercial CC BY-NC

Permite a otros modificar la obra y compartirla sin fines comerciales, reconociendo y mencionando el nombre del autor, pero sin licenciar las nuevas creaciones. 5. At r i b u c i ó n - No C o m e r c i a l CompartirIgual CC BY-NC-SA Otorga los mismos permisos que la anterior, reconociendo el crédito de la obra, pero obliga a quienes la utilicen a licenciar las nuevas creaciones. 6.

Herramienta CCO

Esta licencia permite al autor dejar su obra con completo dominio público. Con ello permite que otros usuarios puedan utilizarla sin restricción alguna. Como esta licencia, hay otras. La persona interesada en publicar sus creaciones y protegerlas de un uso inadecuado podrá encontrar muchas más en internet. La invitación a hacer uso de estas herramientas queda abierta. La democratización de la educación es posible, siempre y cuando exista la voluntad de los autores y usuarios para manejar adecuadamente y con responsabilidad los derechos de autor vigentes.


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Apuntes para un comentario a la novela “Caín” de José Saramago Una nueva hermenéutica ha surgido a través de la lectura de esta novela. La llamaríamos “la hermenéutica de Saramago”. Según Umberto Eco (1992:5) citado por Mariflor Aguilar Rivero (1998:19-20), el término proviene del mito griego de Hermes, una divinidad destinada a ser la mensajera de los dioses y a su vez volátil y ubicua. Lo que significa la habilidad de movilizarse libremente y en este sentido se trasladó a la posibilidad de remover el sentido de los textos y de las palabras.

Carlos René García Escobar Antropólogo-Escritor

H

. G. Gadamer (Aguilar Rivero, 1998: ibid), describe la hermenéutica en tres momentos históricos: desde la antigüedad se especializó en la filología resolviendo los problemas del lenguaje textual (vocabulario y gramática); luego como exégesis bíblica resolviendo los problemas de la interpretación de los textos sagrados y también en la interpretación de las leyes; modernamente se encontró con el problema durante el siglo XVIII de que la interpretación de los textos sagrados trascendió lo dogmático por lo que se empezó a contextualizarlos históricamente, de este modo la problemática hermenéutica redundó entonces en interpretar la historia. Hablando del lenguaje en términos lingüísticos y siguiendo a Gadamer para los objetivos del presente análisis, se afirma que la comprensión hermenéutica correcta reúne las opiniones previas acerca del texto a interpretar que han sido convalidadas por la distancia en el tiempo, mediante la formulación de preguntas adecuadas que al plantearse como auténtica apertura hacen posible que se escuche la voz de la tradición. (Aguilar Rivero, 1998: 159-160) y (Mendoza, Edgar: 1992,84).

Ricoeur, (Lojo, 1997: 46-47) como filósofo del mito, aduce que, si bien ya no vivimos inmersos en la conciencia mitológica, aun cuando se ha roto la sincronía mítica, el mito sobrevive diacrónicamente, de algún modo, en nuestra cultura, en nuestra literatura, a través de sus símbolos ya que, a estas alturas del proceso histórico, es evidente que por más retorno al mito que se quiera proclamar, resulta imposible la recuperación de lo mítico como conciencia mitológica y sistema integral de pensamiento. En todo caso creo que nuevos mitos se han formado modernamente por la fuerza penetrante de los mass media contemporáneos. Esto, empero, es ya objeto de análisis en otros lados. Es admisible, eso sí, (Lojo, 1997: 47) que ciertos “reservorios de sentido” articulados en el mundo mítico –en el modo mítico de compresión de lo real- esto es los símbolos, continúen (transformados, diversamente matizados) produciendo sentido en la literatura, (en la novela Caín, aquí en cuestión, diríase). En este sentido concordamos con las ideas de lo arquetípico en Karl Gustav Jung (Jacobi,1983:37-113) para quien los arquetipos simbólicos son las marcas ancestrales de las experiencias humanas básicas por lo que es difícil que un símbolo no esté vinculado de uno u otro modo con ellos. Para Eliade (1972:25-56) la

revelación de lo sagrado (hierofanías) es lo más importante en la manifestación de los símbolos. “Su aporte más brillante es quizá la exposición del sistema significativo complejo de cada simbolismo, que supone y revela la correspondencia entre los diversos niveles de la realidad cósmica y las modalidades de la existencia humana, y manifiesta así la secreta unidad del cosmos y de la vida”. (Lojo, 1997: 52). En relación a la documentación objeto de nuestro análisis, Eliade, (1972:ibid) refiriéndose a la gran cantidad de documentos arqueológicos, paleontológicos, antropológicos y culturales pasados y presentes obtenidos por la humanidad y que le han permitido reconstruir el pasado histórico cultural del Hombre, afirma que tales documentos históricos son esencialmente religiosos aunque cada dato contenga una significación particular por cada cultura y momento histórico del que ha sido obtenido. Por otro lado, debe tomarse en cuenta que el estudio de los datos implica también que los mismos proporcionan ideas fundamentadas de situaciones históricas distintas y de comportamientos religiosos cuyas estructuras responden a sus propios desarrollos. Asunto que pretendo atisbar en esta exposición. Saramago interpreta magistralmente el viejo testamento, su Pentateuco, a partir de la acción


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fratricida de Caín, interponiendo los tiempos y las épocas en que se suscitaron los hechos narrados en esos libros. A partir de la génesis del primer hombre y la primera mujer, Saramago va demostrando dialécticamente la historia de la evolución del género humano, ya que cuando Caín huye señalizado por el prurito de asesino de su hermano impuesto por el Señor (o sea Dios) y empieza a recorrer la tierra en calidad de paria, va encontrado pueblos y caravanas de viajeros preexistentes y desconocidos por él. Precisamente, luego de que Adán y Eva fueron expulsados del Edén, encuentran una cueva donde vivir y se unen a una caravana de viajeros dando inicio a una nueva vida para ellos, entre aquellos, obviamente ya existentes humanos por ellos casualmente hallados. Los hechos más importantes del Antiguo Testamento pentatéutico, son tratados en el devenir errante de Caín, quien los vive y presencia, como “presentes futuros” y “presentes pasados” que confluyen indistintamente en su errático y ubicuo destino. Del mismo modo los personajes importantes de esas épocas son conocidos por Caín entablando familiaridades propias con ellos. Un destino provocado por el castigo divino. De tal modo que en el Capítulo 10, Pág. 135, se lee: “Caín no sabe dónde se encuentra, no consigue distinguir si el jumento lo está llevando por una de las tantas vías del pasado o por algún estrecho sendero del futuro, o si, simplemente, va marchando por otro presente cualquiera que todavía no le ha sido dado a conocer. Mira el suelo seco, los cardos espinosos, las escasas hierbas requemadas por el sol, pero suelo seco, cardos y hierbas calcinadas es lo que más abunda por esos inhóspitos parajes. Caminos a la vista, en absoluto, desde aquí se podría llegar a todas partes o a ningún lado, como destinos que se renuevan o que tal vez hayan decidido esperar mejor ocasión para manifestarse”. En una de tantas conversaciones con su amante Lilith, (la que en el mito, ella misma lo dice en la novela, es todas las mujeres en su nombre) el diálogo se desarrolla así (Pág. 143): “…Como siempre, a las mujeres, si por un lado les llueve, por otro les viene el viento, En cualquier caso, los inocentes ya están acostumbrados a pagar por los pecadores, Qué extraña idea de lo justo parece tener el señor, La idea de quien no tiene la menor noción de lo que podría ser una justicia humana, Y tú, la tienes, preguntó Lilith, Yo no soy nada más que Caín, el que mató a su hermano y por ese crimen fue juzgado, Con bastante benignidad, dígase de paso observó Lilith, Tienes razón, sería el último en negarlo, pero la responsabilidad principal la tuvo dios, ese al que llamamos señor, No estarías aquí si no hubieras matado a Abel, pensemos con egoísmo que una cosa ha traído a la otra, He vivido lo que tenía que vivir, matar a mi hermano y dormir contigo en la misma cama son efectos de la misma causa, Cuál, Que estamos todos en manos de dios, o del destino, que es su otro nombre…” La novela es un largo relato de cuestionamientos a Dios por los destinos

manifiestos en las personas y los hechos, en tanto no responden al egolatrismo divino y por lo cual, hechos, objetos y personas reciben el implacable castigo por no responder a los divinos intereses. Las peroratas antidivinas las hace Caín cada vez que suceden los castigos en tanto causas para sus reflexiones teológicas, digamos. Así tenemos que se recorren los tiempos entre (en diálogo con su amante Lilith): “el caso de un hombre llamado Abraham al que el señor le ordenó que le sacrificara su propio hijo, después el de una gran torre con la que los hombres querían llegar al cielo y que el señor derribó de un soplo, luego el de una ciudad en la que los hombre preferían acostarse con otros hombres y el castigo de fuego y azufre que el señor hizo caer sobre ellos, sin salvar a los niños, que todavía no sabían qué iban a querer en el futuro, a continuación el de una enorme reunión de personas en la falda de una montaña a la que llamaban Sinaí y la fabricación de un becerro de oro que adoraron, a causa de lo cual murieron muchos, el de la ciudad de Madián, que se atrevió a matar a treinta y seis soldados de un ejército denominado israelita y cuya población fue por ello exterminada hasta el último niño, el de otra ciudad llamada Jericó, cuyas murallas se derrumbaron con el sonido de las trompetas hechas de cuernos de carneros y después fue destruido todo lo que había dentro, incluidos, además de los hombres y las mujeres, jóvenes y viejos, los bueyes, las ovejas y los burros. Esto es lo que he visto, remató Caín, y mucho más para lo que no me llegan las palabras, …” (Pág. 141). Como se dice en la solapa de la contraportada, la novela es “Un irónico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular, y en cierto modo, involuntaria, entre el creador y su criatura”. Esta guerra secular se explica por cuanto luego del asesinato de Abel, Dios pacta con Caín asumiendo su responsabilidad en el hecho, y lo condena a un destierro errante hasta el final de los tiempos, según se deduce de la parte final en la última página en la que ambos, Caín y el señor continúan contra argumentándose y discutiendo hasta el final de la Historia. Fnalmente, la novela, densa pero dinámica en su proceso narrativo, es formalmente un artilugio gramatical, pues Saramago rompe con todas las reglas formales de la Redacción y los capítulos se deslizan en grandes párrafos pues, coloca los puntos y las comas según el aliento de la lectura haciendo uso de las mayúsculas y minúsculas según su capricho. Son trece capítulos (Número cabalístico, por cierto) en 189 páginas que pueden leerse en unas veinte horas a lo sumo.

Bibliografía citada Aguilar Rivero, Monteflor 1998 Confrontación, Crítica y Hermenéutica. México, Fontamara. 214 pp. Eliade, Mircea 1972 Tratado de historia de las religiones. Ed. ERA, México 462 pp. García Escobar, Carlos René 2005 Aproximación hermenéutica a las danzas tradicionales guatemaltecas. Avance semiológico en sus originales. Tradiciones de Guatemala, No. 63. CEFOL-USAC. Guatemala. Jacobi, Jolande 1983Complejo, Arquetipo y Símbolo. México, FCE. 178 pp. Lojo, María Rosa 1977 El símbolo: Poéticas, Teorías y Metatextos. México, UNAM. 152 pp. Mendoza, Edgar. S. G. 1997Hermenéutica y Antropología. Estudios, 2. Saramago, José. 2009 CAÍN. Novela. Alfaguara, México. Trad. De Pilar del Río.


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Una salida impensable Juan José Narciso Chúa Escritor y columnista

La noche apenas empezaba, era aquella zona de penumbra entre gris y negro, aquel momento en donde el día deja su espacio y su color para que la noche inicie su negrura absoluta, acompañada por el manto de estrellas y el fulgor incandescente de la luna.

E

Recordaban estos muchachos que en esas fiestas, conseguían siempre alguna “traida”, con quien bailar, con quien pasar agradablemente la noche, acompañados por la música del Siglo XX –una banda que tocaba las canciones de Chicago, la Torre del Poder, Sangre Sudor y Lágrimas y otras piezas de la época–.

sa noche fue importante en nuestra vida, todavía hoy la siento y la recuerdo, pues al final la misma propiciaba aquella relación de amigos y cómplices, en el discurrir de la existencia. Nos habíamos conocido antes, pero hoy era diferente, pues nos encontrábamos en un compromiso político serio y sabíamos que cada acción constituía un auténtico peligro. Estábamos terminando la jornada, y a pesar del cansancio de la misma, nos llevó casi sin querer a una tienda de barrio. Ahí en la populosa zona 6, en una tienda iluminada levemente por una bombilla amarilla y atiborrada de posters publicitarios de gaseosas, cervezas, panes, dulces y cualquier cantidad de “chucherías”, entramos sin pensarlo mucho. Una fachada sencilla, las paredes de color verde oscuro, una puerta de tubos y malla permitía el ingreso y a ambos lados un pequeño jardín, que serían unos tres o cuatro metros de frente, cortados por el medio por un caminamiento peatonal, para llegar con una

señora entrada en años, a quien saludamos con cordialidad y le pedimos dos cervezas, ella contestó el saludo con seriedad, pero inmediatamente nos brindó las botellas con el líquido dorado, ambos buscamos un lugar donde sentarnos y la señora inmediatamente nos pasó dos cajas de cervezas de madera, las tomamos y nos salimos al jardincito, no era nada nuevo para ellos, principalmente cuando ambos venían de barrios marginales o bien con cierta experiencia en tomarse las cervecitas en las tiendas, sentarse sobre estas cajas era una práctica conocida y generalmente, en medio se colocaba otra caja, sólo que volteada normalmente y ahí se iban colocando uno a uno o dos a dos, los envases de cerveza que se terminaban, con lo cual se aseguraba el conteo final. Ambos tomaron sus cervezas y sus cajas e iniciaron la plática. Primero, lo coloquial, la noche fresca, estaba serena, oscura eso sí, con poca luna, muchas estrellas y poca gente en los alrededores. Segundo, la actividad estaba concluida, las “pegas y pintas”, así como la distribución de volantes, había sido un éxito, sin presencia del enemigo, ni muchas personas, pues veían a los dos muchachos, como jóvenes inquietos, que se reúnen por la noche, bajo un poste, para la plática jovial, la pérdida de tiempo normal en esa edad; el espacio para la discusión seria que terminaba en jodedera; en chistes permanentes; en los chismes de amigos y gente del barrio o la colonia, nadie los veía con sospecha, ni con muestras de rareza.

Pero ambos sabían de quién cuidarse, de qué grupos de individuos ser cuidadosos y de evitar su cercanía o bien su acercamiento, pues sabían claramente que ello podría significar un peligro grande y serio. Las instrucciones eran contundentes. No se debería entablar pláticas con desconocidos; no debería establecerse comunicación con alguien que pretendiera iniciar una conversación permanente. Se tenía conocimiento del tipo de vehículos que deberían encender la sospecha inmediata, principalmente aquellos en donde venía un grupo de individuos, con sus fachas ya conocidas, con sus movimientos sospechosos, se sabía quién era el enemigo y debería evitarse a toda costa confrontarlos o enfrentarlos, la primera medida era evitarlos, la segunda era evadirlos y la tercera era alejarse. Los dos muchachos estaban tranquilos, nada había ocasionado temores ni sospechas. Ese ambiente permitió adentrarse en una conversación más personal propia de su amistad, que iba más allá de este momento, pues se habían conocido muchos años atrás, allá en las aulas del Instituto Nacional Central para Varones, en donde el deporte, el estudio y las patojas, les había conducido a una amistad imperecedera, mientras que la militancia les había vuelto a juntar, sin querer, pararon en la misma célula, por pura casualidad, con ello la amistad potenció el trabajo clandestino y el cuidado de uno a otro era aún mayor. Las circunstancias de la vida los llevaron a tratarse de usted, un trato que llevaba más respeto entre ambos, aunque obviamente no perdían la oportunidad para hacerse bromas e igualmente para las irreverencias propias de aquellos años, que no perdían vigencia, sólo que ahora estaban mediadas por el usted, nada nuevo. Se recordaron de esos años y de amigos también de ese tiempo, aquellos a quienes veían todavía, así como de aquellos que habían perdido la pista; se recordaban de nombres, de anécdotas, de sucesos vividos y que guardaban con mucho aprecio en la memoria, se carcajearon al recordar esas anécdotas, propias de la juventud. Una de ellas se centró en las inolvidables fiestas del Instituto y Comercio, a las cuales asistían y generalmente salían hasta que terminaban, cuando ya el amanecer despuntaba, no era –recordaban ambos–, que podían parrandear hasta amanecer, no, al contrario, esto ocurría porque no había buses para moverse a las colonias después de la media noche, por ello era necesario esperar a las 6 de la mañana para tomar el primer bus del sábado. Qué tiempos aquellos, decían ambos, no había ningún temor de andar por la noche o la madrugada. No había asaltantes, ni ladrones y si existían eran pocos, pero tampoco existía la violencia de ahora que se complicaba con su misma presencia en las calles, en donde convergían ambos bandos, con propósitos diferentes, ello le otorgaba a la noche un


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carácter más estratégico, así como la hacía sinuosa y difícil. No se les olvidaba que a veces las fiestas terminaban antes de amanecer, por ello se dirigían al Dairy Queen, que estaba abierto las 24 horas, ahí se terminaba con un helado, un batido, una hamburguesa o un pastel, lo que pudieran comprar con sus exiguos centavos, era un ambiente agradable, pero todos mostraban señales evidentes de cansancio, así como algunos con vestigios obvios de una noche de copas, por lo que las condiciones eran aún más deplorables, pero en un ambiente de jodedera permanente. Recordaban estos muchachos que en esas fiestas, conseguían siempre alguna “traida”, con quien bailar, con quien pasar agradablemente la noche, acompañados por la música del Siglo XX –una banda que tocaba las canciones de Chicago, la Torre del Poder, Sangre Sudor y Lágrimas y otras piezas de la época–, de la Marimba Conejos –que los llevaba a la época de los papás, quienes les habían enseñado el gusto por este tipo de música, así como la podían bailar–, con ello la noche y la fiesta propiciaban un ambiente de convergencia, de acercamiento, de alegría, de pasarla bien. Por supuesto el nombre de patojas de la época no fue la excepción y ambos convergieron en el recuerdo de amigas o patojas que fueron parte de ese espacio de vida. Los nombres, los recuerdos y los hechos fueron parte de esta agradable plática, lo cual atizado por la nostalgia vinieron a proveer de un ambiente cálido a la tertulia que se vio mejorada con la suma de las cervezas. Siguió la noche caminando y aquel par de

amigos siguió platicando y pidiendo el elixir dorado, hasta que la visión rápida de un vehículo que pasó enfrente los puso en alerta inmediata. Ambos preguntaron qué habían visto y los dos coincidieron en un vehículo sospechoso y también que adentro iba no una persona sino que tres o cuatro. La alarma fue el primer detonante que rompió la tertulia; la toma de medidas al respecto fue el siguiente paso. Le dijeron a la señora de la tienda cuánto debían, ella les dio la cantidad, pagaron inmediatamente y se retiraron rápidamente. Ambos salieron al lado contrario en donde vieron pasar el vehículo, la calle estaba vacía, recorrieron algunos metros buscando el carro en donde ellos se movilizaban, afortunadamente quedaba en la dirección que ahora recorrían. Las calles estaban con carros estacionados de ambos lados, cosa común en colonias populares, lo cual les otorgaba cierta cobertura para movilizarse. De repente vieron las luces de un carro que venía frente a ellos, lo identificaron inmediatamente y sabían que era el mismo que habían visto hace unos minutos. Ambos se agacharon instintivamente, pero buscando observar con mayor detenimiento y el resultado fue el mismo, sin duda se trataba de un vehículo del enemigo, había que salir de ahí inmediatamente. El carro que llevaban era propiedad de uno de ellos, justamente para evitar dar sospechas, era una camionetilla Fiat, anaranjada que habían dejado parqueada en una calle interna de la colonia y que quedaba en subida. Llegaron al carro, lo abrieron y se subieron rápidamente; en ese momento vieron de nuevo el mismo vehículo, que circulaba más despacio,

les aligeró su sospecha y provocó miedo inmediatamente. Cuando terminó de circular el carro del enemigo, una vieja camioneta de factura americana, encendieron la camioneta, que arrancó inmediatamente y se movilizaron hacia adelante y hacia arriba, sin saber a ciencia cierta hacia dónde los llevaba esa angosta calle. A pesar del susto, buscaron movilizarse sin mayor aspaviento, fuera que el carro tampoco se prestaba para correr, enfilaron hacia arriba, pues era mejor evitar retornar a la calle en donde vieron pasar el vehículo que quedaba atrás y abajo. Se movían despacio pero consistentemente sin saber exactamente si adelante habría una salida, pues al llegar, se pensó ser discreto y dejarlo como si fuera otro carro de la colonia. Al llegar al final de la subida, el susto fue mayor, pues contrariamente a existir una salida, había una escalera peatonal de varios metros, se detuvieron, observaron cuidadosamente y Sergio, sin pensarlo, se abalanzó hacia las gradas, no hubo tiempo de decir nada, ambos entendieron lo extremo de la acción, ameritaba sin duda hacerlo, pues abajo se divisaba una calle. El primer escalón fue tal vez el más duro, y de ahí para abajo el bamboleo que el carro hacía, derivado de lo sinuoso de la superficie fue mayúsculo. A partir de este momento, la situación del miedo se convirtió en hilaridad, pues los tumbos y saltos irregulares, provocaron la risa en ambos, lo cual sumado a las cervezas, convirtieron este suceso en una cuestión cómica, pues al llegar al final, se desternillaron de la risa ambos, tomaron la calle oscura y se alejaron a toda prisa del lugar.

Se carcajearon al recordar esas anécdotas, propias de la juventud. Una de ellas se centró en las inolvidables fiestas del Instituto y Comercio, a las cuales asistían y generalmente salían hasta que terminaban, cuando ya el amanecer despuntaba.


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Fotografía de Sergio Valdés Pedroni.

Roberto Cabrera en su estudio.

Biblioteca Roberto Cabrera a disposición de todos

Roberto Cabrera además del artista que fue, compartió su tiempo con los libros, así como el estudio detenido, comparativo de los valores plásticos de su momento histórico y de los de la cultura visual guatemalteca. Él forma parte de esa línea de creadores que antes de las TIC vivía lo que hoy se conoce como lo glocal, lo global y lo local. Siempre informado de lo que pasaba en ciudades como Nueva York, o Berlín a través de las escasas revistas que pedía por correo, además su perpetua investigación de las diversas culturas de Guatemala. Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

S

u labor docente en Guatemala en la Universidad de San Carlos, pero también en Costa Rica, en la Universidad Nacional, le permitió hacer consciencia en numerosos alumnos, hoy profesionales, de los valores culturales de Guatemala a finales del siglo XX. En Costa Rica, le permitió poner su mirada en un nuevo campo de artistas, a los cuales colaboró y de una forma u otra consagró con sus escritos. Esta labor de enseñar continuó a su regreso a Guatemala y en los últimos tiempos la cercanía con jóvenes artistas a los que orientó en esta intrincada lucha que es vivir entre creadores, galerías y escasas instituciones dedicadas al estudio del arte. Como creador introdujo en la década de los setenta, variaciones técnicas en la pintura y generó las primeras instalaciones, arte objeto y performances. Cabrera

es un artista que vivió en carne propia el cambio y lucha de paradigmas de la tradición del arte moderno y el arte actual. Basta ver su obra y la producción final. Se puede decir que su trabajo artístico se adelantó a su tiempo, especialmente en su discurso, diametralmente opuesto a los gustos del mercado de la época y donde el guatemalteco marginado tomó protagonismo. Una biblioteca personal brinda información personal de su propietario. En cierta forma es tener acceso a preocupaciones, intereses y a la construcción cognoscitiva de su propietario. Gracias a la generosidad de la familia Cabrera se tiene la oportunidad de apreciar esos apartados de la mente de Roberto Cabrera, ya que su biblioteca fue cedida a la Universidad Rafael Landívar (URL). De todos estos volúmenes, junto a su laboriosidad en investigación generó importantes textos, en forma especial el ensayo escrito para el libro pintura naïve, patrocinado por la UNESCO, donde hace un recorrido histórico por ese arte a veces invisible de ciudades lejanas a la capital. Esta colección es fruto de una continua búsqueda, junto a ejemplos del arte popular guatemalteco –todo integrado– como una metáfora de su mente. La biblioteca de la URL es la que tiene la responsabilidad, su resguardo, también lo es su estudio, para guiar en la búsqueda de las diferentes circunstancias que hacen al arte guatemalteco como es hoy en día. Del arte de Guatemala hace falta muchísimo por investigar bajo los

Edificio de la Biblioteca Isidro Iriarte en la Universidad Rafael Landívar, Campus Central.

parámetros académicos y situar a creadores como Roberto Cabrera en el sitial que le corresponde en la Historia del Arte de Guatemala, estoy seguro de que estos libros que tanto quería este gran artista sabrán orientar al investigador. La colección Roberto Cabrera está situada en el segundo piso de la biblioteca de la Universidad Rafael Landívar, es de libre acceso, al recorrer la mirada sobre la colección es posible visualizar la riqueza de temáticas que interesaban a este artista y se intuye una búsqueda de los valores visuales de las culturas originarias. Quienes investiguen sobre el arte en Guatemala tendrán en esta colección una fuente especializada de consulta. Horario de atención: de lunes a viernes de 6:00 a 22:00 horas. Sábados de 7:00 a 17:00 horas. Biblioteca Universidad Rafael Landívar, Campus Central, Vista Hermosa III, zona 16. Edificio G.


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