Pies pintas y onzas contra el sistema métrico decimal

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Pies, pintas y onzas contra el sistema métrico decimal La reivindicación del modelo imperial de pesos y medidas refleja el apego de los británicos a su identidad. El recelo al cambio se tiñe de euroescepticismo.

Tradición. Orgullosos de su herencia, los británicos se resisten a abandonar su propio sistema, al que llaman imperial (AP/Archivo). •

Por Walter Oppenheimer (El País, de Madrid)


Londres. ¿Sabía usted que una legua antiguamente era la distancia que suele recorrer una persona a pie en una hora? ¿O que un pie tiene casi 28 centímetros y una pulgada, que viene del dedo pulgar, algo más de 23 milímetros? ¿Sabía usted que una tonelada equivale a cuatro quintales, que un quintal son cuatro arrobas, que una arroba son 25 libras y una libra pesa 16 onzas? Todo ese galimatías de medidas y muchas otras, con las que el peso, la distancia, el volumen y el área eran calculados a partir de la experiencia humana, y que arrojaban medidas distintas en diferentes países e incluso en diferentes zonas dentro de un mismo país, fueron sustituidas poco a poco por un patrón universal, el sistema métrico decimal, que empezaron a introducir los revolucionarios franceses desde 1799. Hay un país en Europa, sin embargo, que siempre se resistió a abandonar su propio sistema, al que llaman imperial: Gran Bretaña. Lo más curioso es que la resistencia de muchos británicos al sistema métrico es casi igual a la que sienten hacia Europa en general y la Unión Europea en particular. Reconocen algunas ventajas, pero se resisten a renunciar a su sistema y, sobre todo, a lo que perciben como una imposición de afuera. “Cada país tiene su cultura y su herencia, su identidad. Y esta es una cuestión que forma parte de la identidad británica”, afirma Warwick Cairns, un escritor de 52 años que en sus ratos libres hace de portavoz de la Asociación Británica de Pesos y Medidas (BWMA).


Cairns asegura que “para la vida diaria es mejor un sistema que se basa en lo que mide el pie de un hombre, o su dedo pulgar, como hacían los romanos hace miles de años”. “No se puede ser racional con todo”, ironiza. Detrás de su lógica palpitan muchas de las ideas que alimentan el euroescepticismo. No el euroescepticismo populista que odia a los inmigrantes, sino el que siente que la UE les roba el alma con decisiones que no comprenden y sienten como impuestas. Ejemplos sobran Aunque su uso es obligatorio en cuestiones oficiales, el sistema métrico no es en absoluto hegemónico. El sistema imperial todavía se usa en las señales de tráfico, en las que las distancias se expresan en millas, yardas, pies y pulgadas. La pinta imperial aún es la medida corriente para la cerveza, la sidra y la leche; el acre para la compra y venta de tierra; y la onza troy para pesar los metales preciosos. Las agencias inmobiliarias suelen utilizar pies cuadrados en lugar de metros cuadrados. Los diarios más conservadores tienden a usar el sistema imperial y los más liberales el sistema métrico. En las temperaturas se suele utilizar el sistema Fahrenheit cuando las temperaturas son muy altas y el centígrado cuando son muy bajas. En 2001 saltó a los medios el caso de un vendedor de frutas y verduras que fue procesado por pesar la mercancía utilizando el sistema imperial. El comerciante perdió el caso, conocido como el de los Mártires Métricos, pero esa polémica mató la idea de eliminar por completo el sistema


imperial en el comercio. Se puede utilizar, pero de forma conjunta con el sistema métrico. El sistema imperial es de enseñanza obligada en las escuelas y el ministro de Educación, el conservador y tradicionalista Michael Gove, se comprometió a reforzar esa enseñanza y la comprensión de las equivalencias entre ambos sistemas.


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