La caja funeraria de Santiago, el hermano de Jesús En el otoño de 2002 una sorprendente historia, con un significado religioso muy importante sacudió los medios de noticias seculares. Eruditos afirmaban que el osario (o caja fúnebre) de Santiago, el hermano de Jesucristo, había sido descubierto en el área de Jerusalén. Tanto los principales programas como revistas de noticias publicaron la historia, basada en la información presentada en el número de noviembre-diciembre de 2002 de Biblical Archaeology Review (BAR). El osario de Santiago estuvo expuesto en el Museo Real de Ontario del 15 de noviembre de 2002 al 5 de enero de 2003.
(https://www.baslibrary.org/biblical-archaeology-review/28/6/1)
El descubridor y autor del artículo de BAR, por sus siglas en inglés, fue el Dr. Andre Lemaire, un profesor que dirige la sección de filología y epigrafía hebrea y aramea en la Sorbona de París. Lemaire es uno de los mayores especialistas del mundo en inscripciones antiguas, y ha publicado más de 400 artículos y documentos. Cuando una persona de su reputación hace una aseveración tan sorprendente, capta inmediatamente la atención de las personas. En el 2002, Lemaire estuvo durante seis meses en el Instituto de Estudios avanzados de la Universidad Hebrea en Jerusalén, donde conoció a un coleccionista privado quien tenía un osario que databa del primer siglo d.C. Cuando el Dr. Lemaire examinó la caja y leyó la inscripción, quedó sorprendido por sus posibles implicaciones e inició una investigación académica para determinar si la caja era auténtica. Osarios como el que encontró Lemaire fueron utilizados en el área de Jerusalén desde el año 20 a.C aproximadamente hasta el asalto de Roma a la ciudad en el 70 d.C. Los entierros en el área de Jerusalén normalmente tenían lugar en cuevas de piedra caliza excavadas en las laderas. El cuerpo del difunto era envuelto en un sudario de lino y puesto en una cornisa dentro de la cueva funeraria familiar. Aproximadamente un año después, la familia regresaba y depositaban los huesos del difunto dentro de un osario. La caja llevaba inscrito el nombre del fallecido y se apilaba con cajas similares que contenían los restos óseos de otros miembros de la familia que habían sido enterrados en la cueva. De ahí proviene la frase que comúnmente se utiliza en el Antiguo Testamento, cuando habla de que una persona una vez muerta “duerme con sus padres” (1 Reyes 11:21, 43). Con frecuencia, la misma cueva funeraria guardaba los restos óseos de una misma familia por generaciones.