LA SENTENCIA DE MUERTE DE SER UNA NIÑA Ebrima Sajaw GTU (Sindicato de Docentes de Gambia)
La historia sobre la que quiero escribir es entre mi humilde persona y mi hermosa esposa, originaria del pueblo fula, llamada Fatoumatta. Conocí a Fatoumatta en 1988 cuando tenía un puesto de enseñanza en su aldea. Me atrajo su belleza. Así que decidí acercarme y finalmente le pregunté si sería la reina de mi vida, pero sólo bajo una condición – que, si alguna vez tuviéramos una niña, no deberá someterse a la mutilación genital femenina (MGF). En nuestra tribu es una creencia tradicional que cada niña debe someterse a dicho acto, tan horrible y degradante. Sin embargo, su respuesta fue que esperemos hasta que llegue ese día. Atamos el lazo y nos convertimos en marido y mujer. Más tarde, fuimos bendecidos con dos niñas. Gass tenía cinco años y Abbie era tres años menor. Todos vivíamos felices. De repente un día, mientras estábamos juntos en la cama, mi esposa me dijo que había llegado el momento de circuncidar a nuestras niñas. Estaba tan conmocionado de escucharle decir esas palabras. Le dije que nunca más vuelva a decir esas palabras. Ella empezó a llorar y a hacer todo tipo de ruidos. No podía dormir porque no lo esperaba de ella, pero estaba listo para el desafío. Para sorpresa mía, la comunidad había fijado la fecha para que las niñas sean circuncidadas, sin mi conocimiento. Cuando estaba en la aldea, un amigo mío llamado Ousman me preguntó si había concluido con los preparativos necesarios para mis niñas. En dos semanas sus hijas también irían y él estaba verdaderamente
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