LA ENSEÑANZA ES UN TRABAJO DE AMOR Mpule Dorcas Sekabate SADTU (Sindicato Democráticos de Docentes de Sudáfrica)
En la escuela, nos aconsejaron pensar en las carreras que queríamos seguir cuando termináramos la escuela. Estaba en matemáticas y ciencias y quería ser ingeniera química y, si eso fallaba, dentista. La enseñanza fue mi último recurso cuando todo lo demás falló. Supongo que el universo tenía otros planes para mí. En mi formación como maestra, nunca estuve preparada para el hecho de que la enseñanza requiere algo más que solo interactuar con el alumnado en el aula. Si una va a hacer un cambio significativo en la vida de un niño o niña, requiere involucrarse con ese alumno más allá del aula. Exige que el maestro comprenda al alumnado y el entorno del que provienen. Comencé a enseñar a la edad de 21 años. La emoción y, así como, la ansiedad, eran abrumadoras. Me preguntaba si sería una buena maestra. Según la norma de la escuela, me dieron una clase a cargo. Durante mis años de entrenamiento, me dije que no me gustaría ser esa maestra a la que los alumnos temen hablar, incluso si tienen problemas o desafíos con el tema. Cuando conocí a mi clase, les di reglas para su comportamiento. Algunas de las cosas que esperaba del alumnado, respeto mutuo, dedicación a su trabajo escolar, apoyo mutuo y lo más importante, disciplina en todo momento. Les aseguré que, mientras yo fuera su maestra de clase, también era su hermana, su madre y, lo más importante, su mejor amiga. Me tomó tiempo entender a cada uno de mis alumnos. Supervisé su comportamiento y su desempeño en diferentes materias. Solo les estaba enseñando matemáticas, pero para mí fue importante que se desempeñaran bien en todas sus materias. 97