Así es Alagón

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Todos los pueblos fueron fundados por gentes que vinieron de otro lugar.

Edita:

Excmo. Ayto. de Alagón © del texto e imágenes: Edu Flores edufloresmarco@yahoo.es apila@apilaediciones.com Impreso en Gráficas Jalón Primera edición: diciembre 2010 ISBN: 978-84-606-5212-0 DL: Z-4136-2010 Reservados todos los derechos Para las ilustraciones de este álbum, Edu Flores utilizó acuarelas, témperas y aplicaciones informáticas.

Financiado con cargo al Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local del Gobierno de España.



¡TACHAAAAAAÁN! ¡Aquí la tenemos!

Alagón es una villa muy antigua.

En ella han habitado íberos, romanos, musulmanes, cristianos y judíos. A todos ellos les gustaba vivir aquí porque Alagón está rodeada de agua, que, como ya sabéis, es el elemento fundamental para la vida. Por el norte pasa un enorme río: el Ebro; por el este discurre el río Jalón y por el sur pasan las aguas del Canal Imperial de Aragón. También tiene dos piscinas: la de mayores y la de pequeños, y pronto tendrá una piscina cubierta. Hay además cuatro iglesias, media docena de plazas, más de siete mil habitantes y un montón de cigüeñas.




Hasta hace pocos años, las cigüeñas sólo iban a Alagón para veranear. Ahora se han quedado a vivir y sus nidos están por todas partes: en lo alto de los campanarios, en los tejados, en las chimeneas y en las antenas de la televisión. Les gusta ver la vida desde las alturas a pesar de los inconvenientes. En Alagón, como en todo el valle del Ebro, hace mucho viento. Por eso las cigüeñas deben construir sus hogares con mucha maña para evitar que salgan volando cuando el cierzo sopla enfadado. Aquí tenemos una pequeña muestra de las cigüeñas que viven en Alagón. Don Felipe y Sara Estropajosa vinieron desde Francia y fueron los primeros en establecerse. Carrasco y Pancho llegaron más tarde, porque en Zaragoza no encontraban ningún sitio libre donde poder construir su propio nido. Samuel viajó desde el sur porque le encanta la fruta y la verdura, y en esta villa, al haber tanto regadío, hay una huerta estupenda. La Lola, Domingo, Piluca, Nico y Peláez nacieron aquí.


A Peláez le gusta la gente, por eso vive en la espadaña de la iglesia de San Juan. Se llama así porque en la Edad Media perteneció a los Caballeros Templarios de la Orden de San Juan de Jerusalén. Fue también un hospital y un convento. Desde allí se entretiene mirando pasar a la concurrencia. En invierno observa a los niños que van y vienen del colegio y en verano a los que vienen y van a la piscina. También a los que hacen deporte y a los que van a comprar. Desde allí no hay nada que se le escape.




La Lola es una cigüeña bastante cotilla pero lo hace casi sin querer. No puede evitar fisgonear en los asuntos de los demás. Por eso vive en la torre de la parroquia de San Pedro, uno de los lugares más adecuados para no perder detalle. Esta torre es muy importante porque es de estilo mudéjar. Algunos creen que era el alminar de la mezquita desde la que llamaban a la oración, cuando Alagón era musulmana. Los franceses le pegaron un cañonazo en la Guerra de la Independencia. ¿Adivináis dónde?



La vieja Azucarera es el barrio residencial de las cigüeñas alagonesas. Se trata de un lugar tranquilo, con amplias zonas verdes y de esparcimiento. Además no hay que soportar el molesto ruido de las campanas, algo de lo que siempre se quejaba la cigüeña Carrasco y que invariablemente le hacía estar de mal humor. Domingo se mudó a este arrabal para poder hacer su deporte favorito, que es dormir. Piluca, como es madre soltera, dejó su morada de la antena de Telefónica y buscó un nido adosado en esta zona. Y es que en la Azucarera se siente más acompañada y siempre encuentra vecinos que le puedan echar una mano con el pequeño Nico. Samuel se trasladó al extrarradio porque desde aquí tiene más cerca las fincas y el Ebro, que es donde pasa casi toda la jornada. En otra época la Azucarera fue un lugar de mucho ajetreo. Aquí se fabricaba azúcar con la remolacha que se cosechaba en los campos de toda la ribera. Domingo no hubiera podido dormir tan plácidamente con el ruido de aquella factoría y de sus cientos de trabajadores, ni con el humo de su gigantesca chimenea. Un buen día se cerró, y aquellos trabajadores dejaron de hacer azúcar y tuvieron que aprender a fabricar otras cosas, como por ejemplo coches.


Don Felipe y Sara Estropajosa prefieren vivir en el centro. Sus nidos están sobre el campanario de la Iglesia de San Antonio. Este templo fue construido por la Compañía de Jesús y formaba parte del colegio de los Jesuitas. Sirvió como hospital cuando la villa fue ocupada por los franceses en la Guerra de la Independencia. Una de las cosas más llamativas es el color de sus tejas. ¿A que se parecen a las del Pilar de Zaragoza? Desde allí no se pierden ningún acto de las fiestas patronales en honor de San Antonio de Padua. A Don Felipe lo que más le gusta son las jotas de la misa cantada y el baile del “paloteao”. Sara Estropajosa es más moderna y disfruta con la charanga y la comparsa de gigantes. Todos los meses de junio, cuando llegan estas fiestas, se maquilla, se peina, estira el cuello todo lo que puede y se imagina que es como la princesa mora o cristiana, le da igual, y que desfila bailando, dando vueltas y vueltas, mientras todo el mundo la admira y aplaude.




A Pancho le encanta la naturaleza, por eso vive en el campanario de la ermita de la Virgen del Castillo. Le gusta sentarse al atardecer y disfrutar de las vistas. Esta pequeña ermita se encuentra ubicada en la parte más alta de la localidad y se cree que allí estaba la fortaleza musulmana que dominaba todo el valle. El castillo es muy importante para Alagón ya que aparece en el escudo que lo representa. En septiembre, cuando llegan las fiestas en honor a la Virgen del Castillo, Pancho no se pierde el desfile de los cabezudos. Lo que más le divierte es escuchar las canciones que los niños cantan para que les encorran. Se las sabe todas.



Pero, por supuesto, las cigüeñas no viven solas en Alagón. Hay gente también. A las personas les ha ocurrido lo mismo que a las cigüeñas: de un tiempo a esta parte muchas familias han encontrado su hogar en Alagón. Los papás de Nerea vivían en Zaragoza y se instalaron aquí porque se dejaban el jornal en subir y bajar a trabajar en la fábrica de coches de Figueruelas. Los de Omar vinieron de Argelia porque su papá encontró trabajo de albañil en Cabañas y los de Paquita llegaron de Samper de Calanda porque a su mamá la destinaron al Colegio Público de maestra. Luis, Pedro, Orlando, Joaquín, Noelia y Paula nacieron aquí.



La fiesta del Jueves Lardero es la que más les gusta a Orlando, Paquita, Joaquín y Omar. En ella se come un bocadillo muy especial en compañía de la familia, amigos y vecinos. Normalmente es en febrero y se celebra justo antes del Carnaval. Aunque suele hacer mucho frío, todos acuden a la ribera del río Jalón, a un paraje llamado “El Caracol”. El bocata de Omar es de tortilla de patata porque su religión le impide comer longaniza, chorizo y panceta.


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“El Caracol” se encuentra a unos tres kilómetros del centro del pueblo. Muchos vecinos hacen el recorrido a pie o en bicicleta aunque la mayoría prefiere ir en coche. Es un lugar muy especial. Allí, el Canal Imperial, pasa por encima del río Jalón gracias a un ingenioso puente-acueducto diseñado por el ilustrado caballero Don Ramón Pignatelli, hace más de doscientos años. El nombre de este lugar se debe a la escalera de caracol que comunica el interior del puente con la parte superior, que es por donde transita el canal.



Pero no todo van a ser fiestas. También hay que ir a estudiar. En Alagón hay una Guardería Municipal, dos Colegios, un Instituto de Secundaria y Bachillerato y un Centro de Formación Profesional. El problema es que casi todos están en el mismo sitio y los de los más pequeños abren a la misma hora. Menos mal que los guardias organizan muy bien el tráfico.


En la Casa de Cultura se pueden hacer muchas actividades a la salida del colegio. A Noelia desde pequeñita le agradaba dibujar. Tanto le gustaba que en su casa pintaba en cualquier sitio: sobre las paredes, en el sofá y hasta en los recibos del banco. Por eso, su mamá le compró un cuaderno y la apuntó a las clases de dibujo.

La Casa de Cultura está en el antiguo Colegio de los Jesuitas, junto a la Iglesia de San Antonio. Es un auténtico palacio de tipo aragonés. Tiene una hermosa y ancha escalera, coronada por una cúpula en la que hay una pintura muy especial: “La Exaltación del nombre de Jesús”. Los que saben, han dicho que la pintó nada más y nada menos que el mismísimo Don Francisco de Goya. Así se le quedó la cara a Noelia cuando se enteró.



Pedro, Paula y Luis prefieren hacer otras cosas cuando salen del colegio. Si hace buen tiempo les encanta pasar la tarde en la Plaza de la Alhóndiga. En ella está la Casa de Cultura y la Biblioteca Municipal. Así pueden jugar un rato hasta que abre la biblioteca y luego leer sus cuentos favoritos a la sombra de los árboles. El nombre de la plaza se debe a la palabra “alfondega” que significa “hostal de los moros”.

Este lugar ha sido tradicionalmente un espacio para vender y comprar cosas. Hasta hace muy poco era el sitio para el mercadillo de los miércoles. Los domingos, si os levantáis temprano, podéis comprar churros en la plaza. Y ahora, para terminar, me gustaría invitaros a mi lugar preferido de Alagón...



La Plaza de Espa単a. El sitio donde todos nos juntamos.


Seguramente os habréis preguntado por qué sé tantas cosas de Alagón. ¿No adivináis quién soy? Si me buscáis me encontraréis. Os daré una pista: llevo un medallón y mi mejor amigo se llama Raboso.

FIN





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