En honor a la escritora costarricense Yolanda Oreamuno.
En honor a la escritora costarricense Yolanda Oreamuno.
Contenido Prólogo 7 “Sobre el costarricense-intelectual y el ambiente” Por: Victor Gabriel Carvajal
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LA RUTA DE UNA EVASIÓN Invisibilización, violencia y literatura en Costa Rica Por: Vera Smith Pacheco
PALABRA U 2017 Coordinación: Nathalia Retana Rojas. Revisión filológica: Guadalupe Vargas Díaz, Jose Esteban Ruiz Araya. Diagramación: Daniel Valverde Corrales.
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Prólogo Escribir es un acto político. Al enlazar una serie de palabras y tratar de transmitir un mensaje que, se espera, conecte con el lector, -por no decir que en realidad se anhela que conecte con varios-, estamos tomando la decisión de buscar convencer a un tercero sobre una idea, una tesis. Escribir no es una actividad cualquiera, requiere preparación, estudio, análisis, planeamiento, por lo tanto, se debe lograr un dominio de la materia que se requiere interpretar para poder generar un diálogo con la propiedad necesaria del caso. Si bien, existen hoy muchas personas que escriben, son pocos los verdaderos escritores, estos que cumplen con su función: desarrollar una idea y transmitir conocimiento desde una nueva perspectiva. Bajo esta definición, Yolanda Oreamuno es una escritora. Oreamuno fue una mujer sobresaliente del círculo costarricense del siglo XX, una adelantada a su época, esta estudiante del Colegio Superior de Señoritas desde joven comenzó a generar interrogantes incómodas para una sociedad marcadamente patriarcal, así pues, a sus 16 años presenta su primer texto titulado, ¿Puede tener la mujer los mismos derechos políticos que el hombre?, el cual se fundamentó con ideas de una adolescente inmersa en un país de hombres tradicionales y conservadores, pertenecientes a una democracia liberal. Así pues, Oreamuno, quien se instruirá en los saberes humanistas y de género, entra en un descontento a partir de estas primeras divagaciones suyas, para después no detener su ojo crítico nunca, lo cual la condenó a la ruta de la escritura solitaria. En consecuencia, fue poco apreciada en su época, su aporte fue visto únicamente desde una perspectiva literaria y no se tomaron en consideración sus análisis sobre cuestiones de educación y política hasta lecturas posteriores. 7
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Por otra parte, su obra se vio influenciada por escritores y escritoras costarricenses, a los cuales consideró mentores hasta el día de su muerte; por lo tanto, su contacto con el Círculo de Amigos del Arte, donde destacan figuras como Carlos Salazar y Francisco Amighetti, le dio raíces en el materialismo histórico y le abrió puertas como colaboradora en el Repertorio Americano, la revista cultural de San José publicada por Joaquín García Monge. Así pues, Oreamuno envía algunos de sus cuentos y textos, como: 40º sobre cero, 18 de setiembre y Vela urbana, a Joaquín García Monge quien se convierte en su amigo y editor; de esta manera, Yolanda encuentra su lugar en las letras, a las cuales no abandonará ni en su traslado a Chile, ni en su prematura viudez o en su regreso a las tierras costarricenses. Su obra, junto la de Joaquín Gutiérrez y la Fabián Dobles, rejuvenece la literatura de Costa Rica, ya que Yolanda, quien se apegó a un estilo más introspectiva y a un amplio interés en encontrar aquellas motivaciones últimas detrás de cada personaje y agente sobre el cual ella escribía. En sus textos se nota la esencia humanista y sensible de sus mentores y, por lo tanto, poco a poco, su escritura se sumerge más profundamente en la búsqueda de la liberación de la mujer en su papel como “objeto de decoración” y reivindica su rol como un agente activo, lo cual contribuyó a dejar atrás a la joven que a sus 16 años temía que una mujer dejara de ser mujer al meterse en asuntos de política y leyes. En 1939, Oreamuno escribe el texto El ambiente tico y los mitos tropicales, el cual es un recuento de la plétora de los pecados costarricenses atribuidos al ambiente. Con un elocuente discurso, la escritora secciona el problema del costarricense, donde lo declara un conformista tanto inactivo como indiferente. Al ser este el modelo de costarricense, es natural entonces que nada de lo que suceda negativo en el país recaiga en el tico, por el contrario, es culpa del lugar y de la circunstancia. De allí que el tico viva en un dícese de democracia, que está demasiado arraigada a la naturaleza poco participante de sí mismo y por tanto no cambiará. 8
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Y para ello la autora se justifica en el simple y llano hecho de que al tico se le ha dado todo en la mano y nunca ha luchado realmente por nada. Desde el modo de vida del costarricense, el cual se deriva de la civilización europea que administra nuestra sociedad moderna y contemporánea sin mucha resistencia por parte del tico; además, apunta hasta la facilidad que el mismo clima y paraje que Costa Rica ofrece, cría costarricenses sin espíritu de lucha y perseverancia: “el espíritu antiagresivo se manifiesta en un miedo campesino a lo grande y en un gusto esporádico por lo pequeño” (Oreamuno, 1939). El tico solo conoce la “chota” como medio de mitigación a su inagresividad; así pues, el “choteo” es un juego de palabras sutil en donde se termina escudando el sarcasmo indirecto y en donde la hipocresía es validada. La chota parece tener gracia, pero no requiere esfuerzo. Es el único campo de especialidad del tico. Pero Costa Rica lo único que vende es una tierra de hermosa mujeres y vastas playas, donde todo es perfecto, Costa Rica es solo vista desde los mitos tropicales. Una imagen que no nos atrevemos, como buenos ticos, a desmentirle al mundo, pero que Oreamuno, con simples frases, se trae abajo junto con nuestro idilio de la Suiza centroamericana. Y así logra abrir un proceso de crítica muy necesario en todos los periodos, lo cual evidencia la alarmante falta de análisis y deconstrucción en la que estamos inmersos al sentirnos cómodos con nuestro título del país más feliz del mundo. Por otro lado, parte importante de estos procesos, es incitar a otros a cavilar sobre los mismos problemas señalados. Y allí es donde entran los textos que se presentan a continuación en esta propuesta. Así pues, por medio de dos ensayos, a partir de la pluma de Oreamuno, los autores proponen una sistemática búsqueda de responsables de uno de los males que se le vende al extranjero sobre Costa Rica y que este país se vende a sí mismo; por otro lado, el el ninguneo que una escritora como Yolanda Oreamuno sufre en su 9
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contexto como medio de silenciación. Ambos textos responden a una convocatoria que buscaba llevar a estudiantes de la Universidad de Costa Rica a pensar guiados por los ojos de Oreamuno, para que se tamizaran los malestares que expone dicha escritora y nos dieran un nuevo punto de vista contemporáneo sobre los mismos. En su texto Sobre el costarricense-intelectual y el ambiente, Víctor Carvajal nos ofrece una disyuntiva sobre lo complejo que escribir sobre los males de Costa Rica desde la perspectiva de un tico. Entonces, en una carismática propuesta, se plantea hablarles a dos desconocidos: el intelectual y el extranjero, para utilizar una voz neutral que evite el problema del arraigo. Desde este punto de vista, analizará por qué en realidad no hay una dificultad en ver los problemas del tico desde estos ojos del otro, ya que a simple vista la ausencia de filosofía y de construcciones de procesos sociológicos convierten al tico en un ser involucionado, atrapado en su propio eterno retorno ante su inagresividad. Vera Smith, por su parte se centrará en La ruta de su evasión, texto de Oreamuno escrito en 1948, Smith realiza un análisis académico sobre los motivos por los cuales la obra no fue recibida con nada más que indiferencia en su época. Para ello, plantea un contexto de la Costa Rica de la Generación del Olimpo y comenta sobre la construcción familiar-social del país, marcada por tendencias patriarcales. Se expone cómo a partir de ello, La ruta de su evasión, es un texto contestatario que trata de desestabilizar el discurso de desigualdad de la época. No obstante, fue acribillado por el silencio, una nueva forma de violencia planteada y justificada en la que el texto no aplica al contexto costarricense, ya que la autora no era capaz de adaptarse a un imaginario social específico después de vivir en lugares como Chile, Estados Unidos y México. Usando de ejemplo estos dos ensayos que se podrán lee a continuación, es que podemos recalcar que escribir es un acto político. Es un acto de acción, por más redundante que esto parezca. No es solo plasmar palabras sobre un canvas en blanco, 10
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es darles un sentido y un fin último; asimismo, Oreamuno en su momento no dudó en recalcar los problemas de una Costa Rica que ella veía hipócrita. Así pues, este ejercicio puede resultar útil para vernos en la necesidad entonces de escribir nosotros también, de no quedarnos en un eterno silencio y criticar. Por último, en ánimo de no extender esta lectura demasiado, es deber de la Editorial Estudiantil de la Universidad de Costa Rica agradecer tanto a los participantes de esta propuesta como al equipo de trabajo de diseño y revisión, que hacen posible esta publicación. Son todas personas comprometidas con buscar ese cambio, con transmitir conocimiento a través de estas plataformas para la expresión. Retomando una idea del ensayo que da origen a este pequeño proyecto, me veo en la obligación de exhortar a cualquiera que lo lea a ver en perspectiva todos los caminos que existen, y que, ojalá, tomen aquel que no va a favor de nuestras patologías sociales, sino hacia una ruta de cambio y transformación positiva.
Nathalia Retana Rojas Coordinadora Editorial Estudiantil
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Si hay algo demostrado en los intelectuales, es que podéis ser muy brillantes, y no tener ni idea de lo que pasa por el mundo. Alvy Singer en “Annie Hall” (Woody Allen)
“Sobre el costarricense-intelectual y el ambiente” Por: Victor Gabriel Carvajal Cada vez que me daba a la tarea de escribir sobre el texto “El ambiente tico y los mitos tropicales” terminaba sustituyendo cualquier punto y aparte por un frustrante borrón de todo lo escrito. Es cierto que la autora lograba persuadirme sobre el origen y permanencia de los yerros nacionales, pero a la vez no lograba llevarme a la convicción de la existencia de un ser costarricense incapaz adrede, carente de luchas asiduas e inerte continuo. Ahora, después de lograr el primer párrafo, creo que aquella contradicción no era para menos, el texto conseguía que abordase una suerte de resorte literario que rebotaba por un lado contra el ser costarricense reproducido por el discurso oficial y aprendido durante mi escolaridad; y por otro, lado daba saltos, que consideraba injustos, sobre las luchas férreas y sinceras que emprenden costarricenses día a día y de los cuales, para bien o para mal, también formo parte. Dada la dificultad encontrada, advertí que para lograr abstraerme del contexto nacional sin caer en sentimentalismos, aficiones desmedidas y protestas, era necesario atender las figuras propuestas 12
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por la autora para luego poder realizar una interpretación de sus palabras. De esta forma trato de explicarme al extranjero y al intelectual propuesto por Oreamuno en los primeros párrafos de su ensayo. Al primero, lo aprehendo como aquel agente capaz cuestionar o advertir conductas que pasan desapercibidas por el gran conglomerado social costarricense. Suerte de una cotidianidad que aletarga e incapacita; representa la contaminación propia y los males nacionales derivados del mismo. Es importante advertir que aquel extranjero debe de cumplir dos cualidades, a saber, ser inquieto y estar un poco familiarizado con nuestro medio. Lo anterior es una sutileza importante dado que este sujeto debe de sentirse interpelado por las condiciones ajenas que le hacen ser “el otro” y que además cuestionar o rechazar el ser/estar en el país. Nótese, que la cualidad primera del extranjero es ser inquieto, en contraposición de la inactividad inherente al costarricense descrito. Aquel sujeto debe de estar un poco familiarizado con nuestro medio, lo que le hace tener la valentía de atreverse a indagar sobre la realidad nacional. ¿Qué hay de valiente en cuestionar al costarricense? Adviértase luego que la búsqueda empieza por la ubicación de la parada de la calle central, lo que asumo como una metáfora para introducir la crítica a los medios de prensa nacionales que carecen de parcialidad política, es claro cuando la charla se lleva a cabo bajo el Diario de Costa Rica y se admite que el indagador al hacerlo peca de inexperto. La prensa parece ser que no es buen referente para esclarecer el origen de los errores nacionales, por el contrario, le interpreto como una de las instituciones que les pregona, justifica y normaliza. La prensa nacional también es presa nuestro ambiente. 13
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Por último, el extranjero experto logra encontrar respuestas cuando busca a los intelectuales nacionales. Hay que señalar que las respuestas encontradas son justificaciones y conductas que llevan a la incapacidad local. Lo anterior significa que los problemas son ampliamente conocidos por los expertos, el ambiente es el gran culpable. El intelectual nacional se comporta como el aquel sujeto que comprende la realidad socio-política del país, pero al mismo tiempo la vive, la reproduce, la crítica y la justifica. Es importante hacer notar que a diferencia del extranjero propuesto, el intelectual criollo, no evoluciona dentro del texto, es decir, él tendrá las explicaciones, conocerá los motivos y sabrá argumentar las razones de los problemas, pero para encontrarles no necesita más cualidad que ser primero costarricense luego intelectual. Ahora bien, el ambiente es la respuesta/justificación a los odiosos males nacionales, es una suerte de conducta interiorizada, inconsciente y reproducida. Culpable a ojos que quien puede explicar el acontecer socio-político del país, el ambiente es una suerte de mal interno que imprime sobre cada acción del costarricense desgano, mediocridad y mezquindad. Lo anterior no puede ser superado en desgracia hasta que se sabe que el costarricense se siente a gusto con sus acciones al punto de despreciar cualquier amenaza contra su quietismo. De ese antecedente vendrá la valentía del extranjero de cuestionar al costarricense, puesto que según la perspectiva del nacional todo marcha bien y la indagación solo es una pérdida de tiempo. La crítica que provenga del “otro” en cuanto externo podrá ser una ofensa. Ya se puede establecer alguna diferencia entre los elementos presentados y hacer notar que el costarricense común, el intelectual nacional y el ambiente son producciones inmóviles en el tiempo, a diferencia del extranjero que evoluciona cuando indaga y busca 14
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respuestas. Entonces ¿A qué se debe la quietud expuesta? La respuesta la encuentro en la idealización del ser costarricense. El costarricense asumido como un ser completo en su realización como ser humano es cuando menos amante de la paz, pacifico, democrático y trabajador; no tendrá motivos para indagar sobre sus propias suciedades, pues no podrá percibirlas bajo esos preceptos. Si se logra alguna sospecha que se están cometiendo errores, entonces serán ocultas bajo las dos falacias que acompañan la producción del ambiente: ¡Así se ha hecho siempre¡ y ¡Todos lo hacemos así! Lo anterior será advertido por la autora al explicar la demoperfectocracia, ¿Quién se atrevería a dudar del máximo producto de la perfección costarricense? Esto no sería tan preocupante si no nos condicionara a vivir una realidad que nos perjudica en la cotidianidad. Entender al costarricense como un ser acabado en su experiencia y su realización le aleja de cuestionarse sobre sí y es por ello que no evoluciona, siempre se que da estancado e inmóvil, excepto para salvar su alma, al fin y al cabo su vida terrenal está resuelta. Resulta innecesario entonces cualquier ejercicio de duda, indagación, abstracción de lo nacional. La interpelación no es quehacer del costarricense idealizado, pues lleva consigo los valores más altos de la región, por lo tanto solo le queda exaltar la moral y vivir la fe religiosa. Cualquier intento por ser humano, que es el deseo de saber y de superar las incógnitas propias del serestar en el mundo serán exclusivas del otro (extranjero) o de quien le estudia o sale del país y con ello se logra abstraer de la realidad (el intelectual). ¿Qué es el costarricense? A mi parecer el costarricense planteado, en su mayoría, no logra incomodarse por su existencia, es decir no se siente afectado por 15
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algún condicionamiento social, del cual se puede buscar escapar, enfrentar o al menos comprender mejor las condiciones que le atañen. Lo anterior, quiere decir el costarricense no forma parte del filosofar, porque se ocupa de sus propias luchas individuales, lo social lo sabe resuelto, dado y no debatible. La manera de ser/estar en el mundo y el querer/desear están resueltos y constantes en el medio nacional, por eso no es posible identificar/desear otras realidades, por ello no es indagador, las tramas sociales están claras y definidas por medio del sistema político que se resume la demoperfectocracia propuesta. Ahora bien, existirá algún costarricense que dude o no esté conforme con la realidad que percibe, de este se encargará la moral perfecta y la sutileza de la conducta nacional, pues el producto de la indagación o de la crítica deberá de ser comunicado y debatido, en el país ese escenario será eliminado y poco a poco se cerraran las puertas a las indagaciones. Así entonces, la función de transformación a cargo del conocimiento se bloqueará y el comunicar para evolucionar a otro ser humano mejor en el país no será posible, pues el proceso socio-histórico no existe, las preguntas son mal vistas y repuestas censuradas. Retomando, se logró señalar el carácter metafísico del ser costarricense como productor del ambiente y el reflejo de este en sus acciones. También se identificaron como conductas marginales que no corresponden con al comportamiento propio serán calladas, ignoradas o censuradas. Sin embargo, lo anterior no explica la duda inicial, ¿Por qué se logra identificar costarricenses que se levantan día a día y se esmeran por salir adelante. ¿Acaso la madre soltera o el padre trabajador no vive una lucha? ¿Acaso el estudiante no encuentra en sus evaluaciones problemas? ¿Acaso al empresario no le preocupa su próximo
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balance de ventas? ¿Acaso al sindicalista no le incomoda el vaticino de un aumento salarial raquítico? Luego se logra advertir que las luchas que se viven en el país son de carácter individual, nunca colectivas. Lo anterior es producto de la consecuencia social de tratar alzar la cabeza, pues vendrá el bajonazo de piso. Lo que quiero decir es que la lucha individual esta socialmente permitida en el país porque remite al carácter individual del ser estar y de vivir mi propia realidad (salvar mi alma), no del ser/estar en el mundo y realizarse como una sociedad cohesionada (vivir mejor en el mundo). Lo más interesante de ese proceso de individuación es identificar que como producto de las luchas individuales las instituciones nacionales cometen errores que evidencian la falta de cohesión nacional. Ejemplos de esto son difundidos casi todos los días con cierta incapacidad asombro. Como abrir grietas para reparar una tubería averiada hace un tiempo en una calle recién asfaltada, como la abusiva evasión fiscal o bien como las situaciones que evidencian la corrupción política-social. En relación con lo anterior el carácter idealizado del costarricense le hace pensar que cualquier lucha individual o de su interés será en beneficio del conglomerado, de ahí que sea frecuente identificar la repetición de frases que siempre empezaran o culminaran con la expresión por el bien del país, seguido o antecedido de su deseo individual. Por ejemplo: por el bien del país se debe rechazar la regulación de la técnica de fecundación in vitro, o bien, hay que mantener el precio del arroz por el bien del país. En honor a la verdad, creo han existido luchas en el país que han tomado algún carácter de lucha colectiva, pero no han logrado establecerse como tal en el tiempo. Ellas han sido aplacadas por el desgaste político, han fracasado en sus objetivos inmediatos y carecido de objetivos a largo plazo, respondían a intereses particulares o fueron borradas de la memoria colectiva. 17
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Un ejemplo claro de este tipo de luchas fue el olvido o desaparición de los llamados Comités Patrióticos que participaron contra la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Esta característica nacional de asumir luchas individuales como colectivas provoca la imposibilidad de negociación entre los diferentes actores sociales y con ello el estancamiento en cualquier departamento de la realidad nacional. Cada uno abogando por cuidar lo otorgado, que en el caso costarricense, sería la lucha férrea individual por proteger lo que le hace le ratifica como el costarricense, inmóvil en su propia existencia. Aún así se puede asegurar un mejor espacio en la experiencia de vivir ser el costarricense. Ampliamente divulgado como motivo de orgullo y ratificación de aquello que hace ser portador de lo sublime, permitido y bueno. Encontrado en dos frases reproducidas e institucionalizadas: “En Costa Rica el ejército son sus maestros y su masa trabajadora” y “Donde sea que haya un costarricense habrá paz” . De lo anterior es importante destacar la noción metafísica del ser costarricense garante de lo propio y dado, como lo es la paz. Luego no habrá razones suficientes para cambiar una realidad que está resuelta entera o parcialmente. ¡El resto del mundo busca paz! El costarricense en cambio encontrará un problema en cuidar su moral y no tratar de cambiarla. Luego Costa Rica adquiere por auto determinación el imaginario de ser el mejor de los países posibles, en el mejor de los mundos posibles. Gozar de tales cualidades solo puede ser ensalzado cuando se logra pulir la esencia de ser costarricense, esto está vinculado a ser aquel que instruye, conoce, explica y se diferencia de la masa trabajadora. Nótese el distanciamiento entre los diferentes costarricenses, uno instruye y el otro puede ser o no intuido, pero en sentido estricto el maestro no formará parte de la masa trabajadora y la masa trabajadora no podrá ser parte de ser maestro. 18
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El criterio es mutuamente excluyente, pero por añadidura toman en el imaginario costarricense el papel de defensa de la soberanía y el orden constitucional establecido. Ahora los maestros y la masa trabajadora se desempeñan en las tareas que imaginamos como un ejército. Observe ahora que en los ejércitos en principio no hay posibilidad de duda, están y existen para recibir órdenes del sistema previamente establecido y legitimado. Posteriormente se puede comprender aun mas por qué el extranjero es valiente cuando se atreve a cuestionar sobre lo que observa en el país, hacerse odiar por soldados nunca es buena idea. Pero al igual que con el costarricense común, existen conductas marginales en la experiencia de ser maestro y se puede adquirir de alguna forma sensibilidad. Es entonces cuando el maestro común puede convierte en intelectual, suerte de jerarquía similar a la del ejercito imaginario, los intelectuales no solo instruyen, sino pueden explicar, dar órdenes y estudiar los diferentes problemas que aquejan al país, y es ahí cuando se vuelve a encontrar al intelectual costarricense como esperanza de reflexión y cambio. El intelectual costarricense está en la capacidad de explicarse, por lo tanto logra indagar sobre su génesis y apartarse de la tradición mística. Tiene la oportunidad y el deseo de irrumpir en la sociedad como promotor del desafío por descubrir respuestas nuevas y consistentes con las diferentes tramas que se presentan en la supuesta trivialidad costarricense. Esta ruptura puede ser posible e instituciones autónomas pueden responder con diferentes argumentos sobre la crisis que aqueja a las luchas colectivas que pueden llevar a un cambio efectivo de la realidad, quizá no se deba llamar a estas acciones luchas sino movimientos sociales que busquen la inflexión y creación de respuestas consensuadas por objetivos comunes y reconociendo que la experiencia costarricense está inacabada y lejos de ser superior al resto de la experiencia centroamericana.
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Adviértase ahora que el intelectual debió haber superado el estadio de ignorancia sobre la realidad costarricense. Entonces ¿Por qué su esfuerzo es insuficiente para lograr siquiera conmocionar a la realidad nacional? La respuesta es que el intelectual costarricense no podrá devenir ningún cambio efectivo, pues este no estará interesado en cambiar las condiciones del medio, ya que le favorecen, política y ecónomamente, primero le resuelven las condiciones materiales, luego le ratifican su estatus. Es decir quién se encuentra en un lugar privilegiado dentro de la sociedad tendrá más dificultades para advertir situaciones que le atañen y no tendrá mayores incentivos para cambiar o pensar sobre su existencia como ruptura de su propio ser, pues sus peleas parecen resueltas o de otra índole, ajenas a la sobrevivencia diaria. El intelectual costarricense, no solo toma el carácter de inmovilidad metafísica común sino estará unos escaños más arriba, pues comprenderá y vivirá consciente de su medio, lo que llevará a explicar los errores del costarricense como ajenos a él y con toda imposibilidad de corregirlos. Volviendo a la metáfora de los ejércitos, el intelectual será el comandante o el representante superior del ser costarricense, luego adquirirá el carácter común de los ejércitos latinoamericanos y encontrará la manera para reprimir a quien en principio estaba en deber de proteger. Y lo hace manteniendo el orden constitucional, político y social que no le conviene transformar, que juro mantener y proteger. Hay que sumarle a lo anterior que generalmente el intelectual costarricense forma parte del sector político empresarial, político, académico, prensa y sindical, por citar algunos pocos. Luego se entenderá por qué se atienden problemas que parecen aislados férreamente y en franco distanciamiento con lo que 20
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aqueja a la realidad nacional, pues con el tiempo todos quisimos ser intelectuales y cuidar esa trinchera que nos mantiene en la condición de superior del medio. Luego y en correspondencia al pasado de soldado raso el intelectual logra acertar con facilidad golpes de palo a todo lo que parezca una amenaza al ambiente y ahí se encuentra la explicación del por qué para el nuevo político lo que ayer parecía una catástrofe, hoy se suma a la inmutable realidad y en contraposición el político desbancado arremete contra las mismas acciones pregonadas durante su mandato. A fuerza sutil de palo así acaban las intensiones de llevar a cabo nuevos proyectos, de modificar la realidad y de superar rencillas. El que asome la cabeza y atente contra lo que me pulió se le destrozará a como dé lugar, la idea es siempre mantener el ambiente. Hay intelectuales además, que se dedican a estudiar la realidad del país y podrían tener la intensión de cambiarla, esos son los que escriben artículos académicos y desean que nadie los lea, pues de hacerlo esperarían los golpes académicos de sus colegas. Por ello no es de extrañarse que el país no tenga cohesión, pues tampoco tiene la noción de lo que es la academia y el aprendizaje en conjunto. Adicional al costarricense no le agrada leer, por lo que esos textos los atenderá con algún grado de suerte un estudiante universitario martirizado por la obtención de una calificación. Formar parte del estudiantado universitario tiene como recompensa la oportunidad de colarse entre el sector intelectual del país, sea lo que sea que esto signifique, deriva en la masificación de costarricenses pulido con algún grado de estudio. ¿Y qué pasa entonces durante la época de ser estudiante universitario? A estos no se les menciona como maestros o como masa trabajadora, tienen en principio la capacidad de plantear nuevas preguntas y extirpar de lo que la autora llama ambiente. 21
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Pero el problema es que evolucionan en intelectuales que van a sufrir los mismos problemas de los académicos planteados. Nótese que la realidad muestra que los estudiantes actuales desean pertenecer/ trabajar como primera opción en instituciones públicas, es decir ser rápidamente generales dentro de la estructura imaginaria nacional. Otros estudiantes no serán tan exitosos y pelearan sus propias luchas individuales, lo que les involucionará en costarricenses ordinarios pero al menos un poco pulidos. Al fin y al cabo, siempre ha sido así y además la mayoría ya han hecho lo mismo.
Bibliografía. •
Annie Hall. (1978). [DVD] Hollywood: Woody Allen.
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Oreamuno, Y(1938). El ambiente tico y los mitos tropicales, Repertorio Americano, San José.
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LA RUTA DE UNA EVASIÓN Invisibilización, violencia y literatura en Costa Rica *Arabella Ulloa “Si en verdad al morir toda nuestra vida regresa merced a un violento recobrar de la memoria, aquello que estaba recordando era su vida, y lo que estaba viviendo era su muerte”. La ruta de su evasión -Yolanda Oreamuno
Por: Vera Smith Pacheco Resumen El presente trabajo analiza el recibimiento de la novela La ruta de su evasión (1948) de Yolanda Oreamuno en el contexto histórico político de la sociedad costarricense. Se estudia la invisibilización que sufrió el texto debido a su carácter de respuesta política frente al discurso de identidad nacional perfilado en la época. Asimismo, se muestra como dicha invisibilización fue producto de una racionalidad proveniente de la clase dirigente y su sector intelectual de tendencia liberal. Abstract This article analyzes the reception of Yolanda Oreamuno’s novel La ruta de su evasión (1948) in Costa Rican society within its historical and political contexts. The article shows how this text was disregarded since it was a political response to the national identity discourse of that time. Likewise, the article shows how
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such rejection was due to the reasoning of the hegemonic as well as the liberal intelectual group of that time. Palabras claves: La ruta de su evasión, literatura, Yolanda Oreamuno, violencia, identidad. Key words: La ruta de su evasión, literature, Yolanda Oreamuno, violence, identity. Costa Rica ha sido un país que se reconoce a sí mismo como pacífico. Esto se inscribe dentro de un imaginario social, una reputación a nivel global y una producción de conocimiento que lo fundamenta. Los enfrentamientos, guerras y alusiones a las armas, que han sucedido históricamente, se recuerdan como actos de valentía y de lucha por el territorio nacional. Sin embargo, estos se ven como excepciones históricas dentro de un país que sobresale por la cordialidad entre sus habitantes, la utilización del diálogo razonado, antes que la “pasión ilógica”; y el sentimiento de hermandad, inculcado entre sus habitantes. Estos adjetivos han sido construidos históricamente, y se respaldan, como afirma Acuña, con una nueva perspectiva, adquirida en la modernidad: “la nación costarricense fue una creación de sus élites políticas e intelectuales de finales del siglo XIX”. (Acuña, 2002, p. 192). Igualmente, anterior a la independencia, Costa Rica resalta por su “fidelidad” a la Corona Española y su oposición a las ideologías, que se levantaron, en contra del mandato español. Estas construcciones de conocimiento, dan paso a acciones concretas, que por sí mismas refuerzan una determinada identidad nacional. Por ejemplo, para mantener un discurso de “paz y tranquilidad”, se prohibieron los “juegos prohibidos” como el pedir limosna y las conversaciones “obscenas” que tendieran a “deshonrar a las autoridades, familias y personas”.1 1
Ver Díaz, 2008. 24
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En 1902 se inicia el período de la democracia liberal; en donde la llamada Generación del Olimpo, recurre constantemente a un discurso democrático para promover cambios en la política costarricense. Este discurso democrático, como bien plantea Díaz, poseedor de aires mesiánicos, se caracteriza por la promoción de un “programa de fomento al capitalismo y escultor de la razón, de la moral secular y del orden…”. (Díaz, 2008, p. 46). Las ideas reproducidas dentro de este período liberal, y elaboradas en el seno de las élites anteriores, son impregnadas dentro de la conciencia social costarricense y su discurso de identidad social. La “tranquilidad”, la “paz”, el “orden” y las “costumbres uniformes” se convirtieron en los términos de la identidad cultural moldeadora de un Estado incipiente. Ahora bien, ¿cuál es el objetivo último de esta peroración adquirida a nivel nacional? Como bien establece Acuña (2002), no es producto de la mera “consecuencia de un imaginario”, ni de una simple invención sin razón de ser, sino que es resultado de intereses materiales claros y concretos. Estos intereses se pueden compendiar en utilidades económicas y aspiraciones políticas, tal como afirma Díaz: “a través de ese discurso se abocaba a la legitimación de su proyecto político [de las clases dirigentes], le brindaba una base discursiva a sus aspiraciones económicas y tendía una manta sobre su mirada multicolor que se advertía en su población”. (2008, p. 62). Por consiguiente, se sostiene que la llamada “invención cultural de la Nación”2 posee el objetivo de perfilar un sistema económico e ideológico que requiere de un discurso manejado por la población; esto con el fin de que dicho discurso sea legitimado tanto a nivel nacional como internacional. 2 Concepto utilizado por David Díaz en el escrito “Construcción de un Estado moderno Política, Estado e identidad nacional en Costa Rica 1821-1914” (2008). 25
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Construir este sistema ideológico requiere de muchas herramientas. En un primer grupo, se pueden distinguir los discursos políticos, los medios de comunicación, las políticas económicas y educativas, entre otros, mostrando todos ellos explícitamente su intención de ejecutar un proyecto político. El segundo grupo está conformado por las producciones culturales, artísticas y literarias, las cuales suelen tomarse por un quehacer meramente estético y exento de contenido ideológico.3 En lo particular la literatura evidencia, a través del relato, cómo un imaginario discursivo se particulariza en la cotidianidad. Urbano engloba dicha idea afirmando lo siguiente: [s]e ha dicho que la literatura es una institución social que utiliza como medio propio el lenguaje, también creación social, pero que, además, la literatura representa la vida, y la vida es una realidad social 4 que abarca tanto el mundo natural como el mundo interior o subjetivo del individuo. (Urbano, 1968, p. 176). ¿Es siempre usada esta realidad social que postula la autora, representada en el texto literario, para reforzar el imaginario social construido desde la oficialidad? De contestar afirmativamente, se estarían dejando por fuera una gran multitud de textos literarios que muestran una realidad social no para reforzar una oficialidad discursiva, sino para ir en detrimento de la misma. Materiales de este tipo permiten identificar la forma en que las instancias oficiales lidian con los discursos alternos y por ende, los mecanismos que emplean para conservar su poder frente a la amenaza. 3 Es importante mencionar que estas herramientas ideológicas no solo provienen desde el interior del país, sino que también pueden provenir de fuera. Casos típicos de producciones elaboradas por figuras nacionales son: Pío Víquez, Aquileo J. Echeverría y Francisco María Oreamuno. Por su parte, un interesante ejemplo de cómo desde el exterior también se puede generar un discurso de identidad es el recopilado por Díaz (2008) sobre la tesis doctoral de Dana Gardner en torno al desarrollo político y económico de Centroamérica. 4 Itálicas propias. 26
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Un ejemplo paradigmático de lo anterior es la novela La ruta de su evasión de la escritora Yolanda Oreamuno, la cual merece un estudio de su confrontamiento con la ideología imperante para la época de su publicación. Para cumplir con este cometido, la investigación constara de dos ejes principales. El primero de ellos trabaja la novela como una forma de violencia, en tanto va en contra de la sensibilidad cultural de su época. Por su parte, el segundo eje se dedica al estudio de la recepción que ha tenido la obra por parte de la crítica literaria desde el momento de su publicación. Una vez establecidos estos dos aspectos será posible comprender el manejo que se le ha dado a la obra. La ruta de su evasión: novela y violencia Más que un texto literario, esta novela representa una protesta política reveladora de una verdad no contemplada dentro del discurso oficial de identidad nacional. Una verdad relacionada con el ser mujer dentro de una sociedad patriarcal caracterizada por la violencia intrafamiliar y la exclusión social.5 Para Macaya (1997) la novela señala al silencio femenino como un vehículo de introspección, autodescubrimiento y aceptación del cuerpo y mente del género. El escrito ahonda en las ideas existenciales de diversas mujeres, colocándolas como sujetas pensantes y activas en las formulación de interrogantes de sus vidas. Makenbach reconoce esto y resalta la trascendencia de la obra para la actualidad, afirmando lo siguiente: [l]a novela de Yolanda Oreamuno es aún más radical y al mismo tiempo actual. Cuestiona este proyecto basado en la construcción de una sociedad más justa en el Valle Central, 5 “…(La ruta de su evasión fue la primera novela en tratar específicamente el tema de la violencia doméstica desde el punto de vista de una mujer), antes que por académicas y políticas, como Ángela Acuña, más respetuosas del orden establecido e identificadas con él”. (Molina, 2010, p. 23-24). 27
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que todavía se valía de los recursos (también literarios) de la armoniosa familia costarricense rural-patriarcal, desde adentro, desde la situación “casera” y familiar que se basa en la supresión y humillación de la otredad costarricense femenina, cuyos residuos han sobrevivido hasta nuestros días (basta pensar en los índices de violencia doméstica de los años recientes). (Makenbach, 2007, p. 18). La ruta de su evasión es una obra de vanguardia que en la época de su publicación se inserta como algo descosido en una sociedad que posiciona a la mujer dentro de un discurso doméstico, como fiel esposa, abnegada madre y “no interesada” en la política nacional. 6 La novela desestabiliza un orden, no sólo nacional, sino femenino. En vista de ello vale reconocer este poder desestabilizador como una forma de violencia. Hannah Arendt, en su ensayo clásico Sobre la violencia plantea que la “violencia” viene a aparecer “como último recurso para mantener intacta la estructura del poder frente a los retos individuales - el enemigo extranjero, el delincuente nativo- parece como si la violencia fuese prerrequisito del poder (…)” (Arendt,, 1970, p. 64-65). En este pasaje, Arendt analiza la violencia como proveniente de la estructura más poderosa, sin embargo, allí puede ser leído no solamente para representar la estructura de poder oficial instituida, sino que se puede entender desde la figura que “reta” al sistema. Yolanda Oreamuno disiente que su posición como costarricense y mujer está siendo “retada” desde la oficialidad, acto por lo cual ella “responde” con su obra y, específicamente, con la novela en cuestión. A la luz de la reformulación del concepto de violencia recién hecho, se puede entender que la misma representa un acto que desestabiliza cierto equilibrio o sistema propuesto. En vista de ello, una expresión de arte como la novela de Oreamuno puede 6 Sobre este último punto, revisar el texto de Carmen Lyra “Llamamiento a las mujeres de clase obrera. En: Chase, A. (1977). Relatos escogidos de Carmen Lyra, San José: Editorial Costa Rica. 28
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posicionarse como un esfuerzo por desestabilizar el discurso construido. Igualmente, constituye una forma de “poder”, que se encuentra en potencia, al buscar desmentir la oficialidad discursiva. Por ende, el texto es un tipo de violencia generada en contra del sistema y para el mismo. Ahora bien, determinar que La ruta de su evasión es violencia es tan solo una mitad del esquema. Aún hace falta tomar en consideración cómo es manejada esta violencia por parte de las instancias que la reciben7, lo cual será el próximo objeto de estudio. Recepción de la novela: Una invisibilización intencionada Si se hace una revisión de los estudios realizados sobre la novela y cercanos a su aparición, es posible observar una falta de material crítico elaborado por escritores, literatos o intelectuales. Uno de los pocos estudios es el que realiza Abelardo Bonilla que, dicho sea de paso, fue escrito casi dos décadas después de la publicación de la novela: en la obra de Yolanda Oreamuno no aparece el ambiente nacional. Ella vivió en Chile, en Guatemala, en los Estados Unidos y en México y no ha sentido preocupación por lo motivos regionales, que solo aparecen en algunos cuentos escritos en México. Es inútil, y en cierta forma desleal, reproducir trozos de su obra (…) En esta8 como en todas las obras de Yolanda Oreamuno hay audacia de concepción y de forma, pero es evidente la falta de unidad interior. (1967, pp. 328-329) La afirmación de Abelardo Bonilla es una crítica que destruye a la novela, al dictaminar que es inútil y desleal difundir trozos de la misma. Siguiendo al intelectual, la novela no logra propiciar la 7 Ha de advertirse que no se puede generalizar, a partir del caso aislado de La ruta de su evasión, cómo es que se recibió este tipo de violencia en la Costa Rica de la época. Para dictaminar esto debe emprenderse una labor mucho más exhaustiva que incluya otras obras literarias contemporáneas de esta índole. 8 Hace referencia a La ruta de su evasión 29
construcción de un imaginario social encontrado en su apogeo. Personajes como Abelardo Bonilla invisibilizan al texto en cuestión, al desviar las críticas y no reconocer el contenido de la misma, fijándose meramente en su técnica y refiriéndose solamente a su carácter “no costarricense”.9 Es posible observar cómo los planteamientos de Bonilla han tenido influjo en los estudios actuales sobre las producciones culturales costarricenses; este es el caso de lo planteado por Molina: [l]a literatura y la plástica, configuradas en la segunda mitad del siglo xx, fueron incapaces de actualizar el imaginario social para adaptar una concepción de lo costarricense10 al universo urbano en expansión (…) prefiguró en mucho el arte y la narrativa de las décadas posteriores, con sus tendencias a la abstracción, al realismo mágico y a la exploración psicológica”. (Molina ,2010, p. 8) Molina, legatario de Bonilla, establece que la literatura y la plástica “fueron incapaces de actualizar el imaginario social”, y más adelante plantea que la “exploración psicológica” fue lo que figuró principalmente.11 Frente a ello, vale preguntarse ¿fueron incapaces por sí solas o porque el discurso de identidad social construido las invisibilizó? En contraposición a lo anterior, al revisar la bibliografía de las últimas décadas concerniente a la autora y su novela, se encuentran una gran cantidad de análisis, elogios y estudios . No es sino a partir de 1962, que se despierta un entusiasmo por la obra de esta 9 No puede afirmarse que Bonilla suprima del todo el carácter crítico de Yolanda Oreamuno, pero debe señalarse que dicho carácter le es atribuido a la autora antes que a su novela. Bonilla habla de una “rebeldía contra las convenciones sociales” (1967, p. 327) pero en el contexto de un esbozo estrictamente biográfico sobre Oreamuno, 10 Cursiva propia. 11 Diversos escritos afirman que La ruta de su evasión se puede observar como un texto de contenido psicológico. Por ejemplo, el estudio de Rebeca Quirós Bonilla, La mujer, lo femenino y lo arquetipo en la novela “La ruta de su evasión”.
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escritora y se le lee con fervor y pasión. Escritoras de la talla de Emilia Macaya y Victoria Urbano se dedican a estudiar a Oreamuno y sus textos. Existe en estas autoras un consenso al reconocerla como una figura de trascendencia en la literatura costarricense12. Ahora bien, resulta imprescindible señalar que la mayoría de estos textos y escritos analizan a Yolanda desde una perspectiva filológica o literaria. Son pocos los textos que analizan la obra como un acto político o una revolución desde las letras, tal y como es el caso de Rima de Vallbona, al establecer lo siguiente: [c]ríticas acerbas13 llovieron contra su actitud revolucionaria y moderna, pero Yolanda Oreamuno indiferente, continuó abriendo el camino a una nueva, rica y profunda literatura en la que el hombre moderno iba a estar presente con sus inquietudes y circunstancias vitales (…) criticó con fundamento errores nuestros, tanto literarios como sociales y vitales. (1995, p. 19). Vallbona señala el hecho de que fue criticada por sus “actitudes revolucionarias” pero no estable cuáles fueron esas críticas, el porqué de las mismas, de dónde provienen y si fueron compartidas en unanimidad. Otro escritor que se acerca al análisis del aspecto político es Alfonso Chase quien sostiene lo siguiente: ahora es muy fácil hablar, o escribir, sobre Yolanda Oreamuno. Antes, hubo un manto tendido sobre el valor de su obra literaria, de sus extraños y valiosos cuentos 12 Llama poderosamente la atención que este gran reconocimiento que se le dio póstumamente a Oreamuno fue predicho por ella misma en las líneas dedicadas a Max Jiménez, que afirman: “[e]n Costa Rica es necesario morirse para recoger el reconocimiento póstumo de este pueblo desdeñoso y pasivo”. (Vallbona, 2006). 13 Itálicas propias. 31
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y una combinación de desprecio, e ignorancia14, sobre sus opiniones periodísticas, que algunos juzgaban demasiado duros para un ambiente aldeano y escurridizo que ella comprendía, desde muy joven, como el mayor obstáculo para su desarrollo como ser humano, y como mujer, genéricamente. (2006, s, p.) Chase refiere que la combinación de desprecio e ignorancia fue la garante del “manto tendido sobre el valor de su obra”.15 Ahora bien ¿por qué se da esta combinación de desprecio e ignorancia? ¿Es, en efecto, una combinación de estos dos conceptos? Es necesario separar quiénes despreciaron la obra de Oreamuno por ignorancia de quiénes, a sabiendas del valor de la misma, la despreciaron intencionadamente16. Pareciera haber un consenso en la crítica según el cual fue la ignorancia la culpable de la desvalorización de la novela. Muestra de ello es la siguiente afirmación proveniente de Victoria Urbano : Las obras publicadas de nuestros autores no llegan, casi nunca, a ediciones de miles ejemplares, y los pocos que se tiran no alcanzan fama ni gloria, no por falta de méritos propios, sino por la tremenda incapacidad crítica de algunos individuos que, teniendo acceso a la prensa, no hacen uso de ella para evaluar la cultura del país (…) Obra crítica no se encuentra ni en la prensa ni en manuales 17. (Urbano, 1968, p. 10). Siguiendo lo propuesto por Urbano, el hecho de que una novela como La ruta de su evasión no haya figurado para su época, ni en la prensa ni en manuales , se debe a una falta de pericia crítica por parte del sector intelectual. Esta incapacidad puede ser leída 14 Itálicas propias. 15 Chase, 2006. 16 Recuérdese el pasaje citado arriba, el cual muestra la reticencia que tenía Abelardo Bonilla por la novela. 17 Cursivas propias. 32
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como la deficiencia o, en un caso extremo, la inexistencia de un aparato discursivo que, por un lado, sepa identificar la calidad de las obras y, por otro, las reconozca públicamente como tales. Ciertamente, una obra puede no ser reconocida porque fue pasada por alto por la crítica literaria, sin embargo, ha de recordarse que el campo literario no está compuesto únicamente por los escritores y los críticos, sino que existen además intereses y actores políticos de por medio. Igualmente, otra escritora, Lilia Ramos, de manera asertiva, saca a relucir un argumento que demuestra cómo son opacadas las creaciones literarias de Oreamuno. Ramos indica que las personas que “alababan la belleza y prestancia” de la escritora, contribuían a la creación de un “velo grueso y oscuro sobre la autora espléndida”. (Ramos, 2013, p. 121). En definitiva, el resaltar constantemente los atributos físicos de la autora, consiste en una evasión a emitir criterio sobre su inteligencia, obra literaria, capacidad crítica y análisis social. Por medio de estos argumentos, y este repaso histórico crítico se alcanza la conclusión de que, el hecho de que se haya escrito sobre La ruta de su evasión como obra crítica e ilustre dentro de la literatura nacional, y que se mencione que la novela fue rechazada en su tiempo, no es sinónimo de que se haya alcanzado una profundidad a la hora de analizar las razones del rechazo. Sin analizar a fondo la historia, se plantea, dentro del discurso instaurado, que la novela fue descartada por la ignorancia de las personas que no la supieron “entender en su momento”. A través de este ensayo, se intenta desmentir esta última idea y se argumenta que la obra se rechaza no por las razones popularmente entendidas, sino porque representa lo que es “violencia literaria”; siendo concebida como una amenaza del discurso del pacifismo, igualdad, educación, amor a la patria, respeto y “buena imagen”, que intenta posicionar el país. Como se estableció anteriormente, este discurso está respaldado dentro de una lógica liberal que no acepta que las ideas “revolucionarias” “manchen” el nombre, “bien 33
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construido”, de Costa Rica. Los argumentos para concluir con esta posición, como se ha demostrado, surgen a partir del ejercicio confrontativo realizado entre la novela y los ideales establecidos en la época en la cual surge la misma. Epílogo Para Alain Badiou cuando se habla de política, la criticidad y la ubicación de responsables es esencial. Así establece: “decir que la barbarie no piensa, implica de hecho una declaración de inocencia disimulada (…) y lo que es necesario deshacer es este procedimiento discursivo de hacerse inocente. Solo así pueden constituirse, sobre este punto, algunas verdades” (Badiou, 2001, s, p.) Si se sustituye la “barbarie” de la cual habla Badiou por la “invisibilización” aquí propuesta, se puede analizar el caso de Yolanda Oreamuno y La ruta de su evasión, a través de la afirmación planteada por el filósofo. No es que las clases dominantes de la época no sabían cómo abordar la novela, al contrario, la abordaron por medio del “ninguneo”, de la invisibilización y del opacamiento. Si los creadores del discurso oficial de identidad nacional tuvieron las herramientas para legitimar un imaginario a través de distintos escritos, conocían sobre las estrategias que podían utilizar para tratar con aquellas obras que no formaran parte de la idea de “cultura” establecida. Por ende, existe una evasión histórica de la novela La ruta de su evasión; ya que, los constructores ideológicos del país, en su época, de manera calculada, rechazaron la obra y la evadieron. El discurso oficial construido se ha dedicado a educar a la población para la paz, la obediencia y el orden dentro de un sistema. No se le educa para que tenga criticidad social, luche por ideales más justos y tenga la capacidad de denunciar la “mediocridad” instaurada en el país, y esta falta de criticidad se mantiene actualmente. Este
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discurso instaurado, actúa desde una racionalidad establecida. Como bien señala Lilia Ramos: ¿Por qué en vida la escatimaron, silenciaron o negaron rotundamente las bien conquistadas alabanzas (…)? Los mediocres y los de pacotilla se organizan para darse bombo, y de ahí que en este país, sean ellos los que prosperen hundiéndolo cada vez más.18 Reproducir los mismos mecanismos del pasado, puede hacer a un país repetir sus propios errores. Así como en la época de Yolanda Oreamuno hubo un arraigamiento al discurso liberal, actualmente hay una tendencia a poner el discurso neoliberal como el oficial. Quizá el escenario de mitad de siglo XX no diste tanto del actual. Si la oficialidad sigue valiéndose de la invisibilización como mecanismo de recepción de los discursos alternos, no tendremos otro producto más que el estancamiento cultural. Referencias: •
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