CUÉNTAME UN CUENTO
MAURICIO Y SUS AVENTURAS Esta es la historia de un perro llamado Mauricio, tiene 1 año y 6 días. Su dueño se llama Sumba y es un joven encantador de serpientes. Viven en Luknow, en una casa grande con un jardín interior, piscina... La casa es blanca y está situada cerca del rio Ganges. Como cada día, por la mañana, Sumba le ha dado un bistec al perro. Luego lo ha dejado correr por el gran jardín. Cuando se ha cansado de correr, ha entrado en la casa y se ha sentado en el sofá, cerca de la hoguera porque allí se está de maravilla, y se ha dormido. Por la tarde han ido al parque del pueblo, donde siempre lleva a Mauricio a pasear. Allí se encuentra con otros perros y juegan durante horas y horas. Cuando regresan a casa, más o menos a las ocho de la tarde, Sumba le da sus galletas favoritas, están rellenas de chocolate. Y luego se van a la cama a dormir. Un día Sumba se olvidó de darle un bistec, de sacarle al jardín, de llevarle al parque a pasear y de darle sus galletas favoritas. Mauricio se enfadó mucho, mucho y mucho, se enfadó tanto que le mordió en el cuello. El vecino lo vio y llamó a una ambulancia, la ambulancia llevó a Sumba al hospital de la India, pero no lo pudieron reanimar, Sumba falleció. Mauricio quedó huérfano. Se quedó con la gigantesca casa para él solo. Pero tenía que hacer todas las tareas de la casa, barrer, sacar el polvo, ir a comprar... Un buen día se le apareció un hada que lo seguía siempre y a todas partes, era como su sombra. Nunca se cansaba de seguirlo, y Mauricio pensó: Si no me dice nada, tampoco me molesta. Y continuó sin mirársela, haciendo su vida con un hada detrás. Mauricio casi no sabía ni como era. Un día Mauricio encontró un recipiente de cerámica en su casa, lo abrió, se encontró la serpiente de Sumba que era un encantador de serpientes. La serpiente salió del recipiente y se pegó al cuello del hada, la estranguló hasta matarla. Luego la serpiente se fue. Mauricio no pudo ver a donde iba. Encontrar la serpiente sería una tarea muy difícil, y un gran problema. Mauricio buscó por todas partes: En la basura, en el armario, en el jardín... pero nada de nada, no encontró a la serpiente. Mauricio pensó que si la serpiente estaba libre, podría ser muy peligrosa, así que hizo todo lo que pudo para encontrarla. Se pasó noches, días ,años... buscando a la serpiente hasta que un día la vio a lo lejos. Empezó a correr como nunca en la vida había corrido un perro, cuando llegó al lugar donde la había visto, ya no estaba, se había marchado. Mauricio siguió la primera carretera que encontró y la llevó hasta un pueblo, este pueblo no tenía muchos habitantes. Quería marcharse del pueblo pero de repente un hombre, bajo, gordo, feo y calvo cogió a Mauricio, era el hombre de la perrera, Mauricio no sabía donde le llevaría el hombre este, ni que harían con él. Este hombre lo llevó a un sitio lleno de animales, perros, gatos, serpientes, conejos… Había todos los
animales que te puedes imaginar. Mauricio al ver que había muchas serpientes empezó a buscar a ver si encontraba a la serpiente de su amo y si estaba allí ! El dió un súper salto y aterrizó en el suelo, empezó a abrir las jaulas de todos los animales que habían allí incluido la de la serpiente, todos los animales se escaparon y nunca más la perrera los cogió, todos fueron felices y comieron perdices. Paula Danés y Arnau Alabau.
En un pequeño pueblo japonés, llamado Honshu, cerca del mar vivían, en una cabaña, una madre llamada Yukahma y sus dos hijas gemelas, llamadas Akari y Naomi. Una noche, estaban durmiendo y oyeron el aullido de un lobo. Asustadas salieron de la casa y se encontraron frente a un rey, un muchacho y un lobo. El rey de los siete mares les explicó que su hijo, el lobo, llamado Daisuke, estaba encantado por una bruja muy fea llamada Kaoma y que él, quería casarse con una humana para conocer todas las costumbres de la gente de fuera del mar. El rey le pidió matrimonio a la madre y ella aceptó con mucho gusto. La madre y las dos hijas se fueron a vivir al fondo del mar donde hubo una boda de lo más selecta, con muchos invitados. Pero el cuento todavía no se ha acabado… la historia continua un día en que se pasó por el palacio una mujer con muy malas pulgas. El rey les advirtió que esa era Kaoma y que venía a transformar a su otro hijo, llamado Fujio. De repente, Naomi decidió que lo debía proteger y se retó con Kaoma en un duelo. No se sabe cómo pudo ser pero Naomi consiguió derrotar a Kaoma. La malvada i perversa bruja de los siete mares le juró que volvería con una prueba, para que la superase. Algunos dicen que fue valentía, otros dicen que fue amistad… lo que nadie sabía era que aquello era fruto del amor. Sí, Naomi estaba enamorada de Fujio y por eso lo protegía. Pero lo que no sabía era que Fujio también estaba enamorada de ella.
Una noche, a todo el reino lo despertó una risa maligna. Todos se levantaron y se encontraron en la gran sala comedor donde, por arte de magia, apareció Kaoma. Pidió que las dos gemelas se adelantaran un paso. Cogió a una de las dos por el brazo, sin saber si era la correcta, y se la llevo a su cueva en el acantilado, ya fuera del agua. Resulto ser Akari. La bruja quiso hacer un pacto con ella: si le conseguía mil rayos, ella
dejaría en paz su reino. Akari aceptó el trato sin saber cómo lo haría, sólo contaba con su suerte. Y la tuvo. Después de comer su poca ración de un potaje, de lo más asqueroso, se le acercó un colibrí y le dijo que él podía ayudarla. Aunque fuera pequeño no quería decir que no pudiera hacer grandes cosas. Estuvieron hablando toda la tarde y se hicieron muy amigos, se contaron todos los secretos y se explicaron mil historias. Por la noche, se desencadenó una tormenta de rayos, truenos y centellas. La bruja, que había estado toda la tarde fuera de la cueva, liberó a Akari y le volvió a repetir que tenía que volver antes que amaneciera con mil rayos. Akari se quedó cerca de la playa con el colibrí en el bolsillo de su chaqueta. Akari sacó al pobre colibrí de su bolsillo, le dio un beso y lo lanzó al aire. Inmediatamente, los rayos fueron entrando progresivamente dentro del pequeño cuerpo del indefenso pájaro. Cuando Akari hubo contado mil rayos, el pájaro cayó en brazos de la chica, que se puso a llorar. En la cueva habían llegado a un acuerdo: Akari lanzaría el colibrí al aire y este, al ser el pájaro más pequeño y rápido tendría el poder de absorber mil rayos. Luego, ella llevaría su cuerpo sin vida a la bruja y podría volver al fondo del mar con su familia.
Akari volvió a la cueva con lágrimas en los ojos y el cuerpo del pájaro, lo entregó a la bruja y ella hizo el conjuro de desencantamiento para volver al lobo a su forma real. Una vez pronunciadas las palabras mágicas, el cuerpo del pájaro se convirtió en el príncipe más bello que nunca os podáis imaginar. Akari se dio cuenta que el pájaro era el príncipe encantado, que podía cambiar de forma. La bruja se puso a reír y comento que todo había salido según su plan: tenía a una futura princesa como rehén, había matado al príncipe, heraldo del trono de los siete mares… Akari le dijo que no todo le había salido bien, ella no era Naomi y que no había matado al príncipe, solo estaba fingiendo. De repente, el príncipe se levantó y le dio un susto de muerte a la perversa y malvada bruja, y nunca mejor dicho, la mató de un susto…
El príncipe le dio las gracias a Akari por todo lo que había hecho por él, pero lo que no sabían era que los dos sentían lo mismo… Amor. Volvieron a palacio donde les esperaban todos, con un magnífico banquete de bienvenida. Al cabo de unos meses, se celebraron dos bodas más: la de Naomi y Fujio y la de Akari y Daisuke. Todos vivieron felices y contentos, se podría decir que por muchos años.
Júlia Muntaner y Natàlia del Molino.
Onur, y su historia. - Ven que te voy a contar un cuento - dijo la madre- De que es este cuento ¡es de luchas! ¡es de piratas! ¿de qué es? - preguntó el niño – - Pues este cuento es de muchas cosas. Deja que te lo cuente.
-Había una vez en una ciudad muy rica una vieja bruja llamada Tomatá. Tomatá tenia un viejo criado llamado Zayin Achmek este tenía 75 años y a pesar de su edad tenía un buen físico, a causa, de las pociones mágicas que Tomatá probaba con él. El hijo de Zayin Acmek era un viejo pirata turco que se llamaba Onur. Tomatá vivía en una ciudad muy rica, que se llamaba Zuruckmahemazh. En Zuruckmahemazh había muchos tipos de gentes, había gente rica, gente pobre, gente que tenía dinero pero poco, gente que era nómada. Esa ciudad era muy grande debía tener unos 30.000.000 km². - Si que era grande esa ciudad - comentó el niño – - Si muy grande - contestó la madre -
-Onur no sabía donde estaba su padre, por eso empezó una larga búsqueda por todo el mundo, buscó en los sitios más remotos del planeta por ejemplo en Siberia, en la Antártica, en el cielo donde conoció a un joven que le dejo su Pegaso negro y una ballesta mágica. Onur siguió con su búsqueda, hasta que un día conoció a una joven habitante de Zuruckmahemazh. Ésta le dijo que había oído de Zayin Achmek, por lo tanto Onur se quedó a vivir a Zuruckmahemazh. Al día siguiente empezó a investigar sobre donde podría estar su padre en ese mismo instante, hasta que encontró un escrito en el Ayuntamiento que parecía decir que su padre Zayin Achmek era el criado de Tomatá. Buscó y buscó en archivos muy viejos, al cabo de tres días encontró lo que buscaba, el archivo era sobre los datos de Tomatá y su historia, Tomatá nació en el 1717, el día era desconocido pero habían rumores que nació en 6 de agosto .
-¡Anda igual que yo! – chilló el niño – - Si hijo igual que tú, pero bueno sigamos – respondió la madre –
-Cuando Onur se enteró donde vivía Tomatá cogió la ballesta mágica y se fue montado en el Pegaso a causa de que la ciudad era muy grande. Una vez allí ató una cuerda en una de las flechas, y la disparó hacía una ventana que estaba abierta pero de repente una flecha le pinchó al culo, Onur chilló con un grito tan fuerte que una ventana se rompió, se giró y vio la flecha que disparó; con bastante dificultad se dió cuenta que la flecha que disparó tenía vida, habló y dijo quien era pero con bastante dificultad y casi no se podía entener, también le dijo que no se rindiera, que ella le ayudaria a buscar por la casa, el chico acceptó, y volvió a lanzar la flecha y esta vez si que entro en la casa por la ventana rota. Una vez allí caminó y caminó, y su padre no aparecía, pero no se rindió, oyó unos pasos y sin pensarselo dos veces se escondió, misteriosamente empezó a salir un humo y más humo, cuando el humo se fue apareció Tomatá con un pequeño ratón dentro de una jaula con los hierros salidos y puntiagudos. Tomatá con su magia deshizo el hechizo y apareció su padre. Onur furioso , (y su flecha, cogió la ballesta la cargó y le clavó la flecha en el cuello de la bruja, rápidamente cogió un cuchillo que encontró en el bolsillo de Tomatá y le cortó todas las estremidades, y a continuación las lanzó al fuego. Onur se abrazó con su padre Zayin Achmek y los dos regresaron a Turquía montados sobre
el Pegaso negro.
- Que bonita la historia mamá - Gracias hijo, ¿Qué te ha parecido? – preguntó la madre – - Me ha encantado – contestó el niño -
Biel Font y Janus Portabella
El ogro no tan ogro Una mañana de primavera, había dos princesas, una muy inteligente y la otra muy sincera. Estaban en un castillo muy tranquilo, pensando que harían por la tarde. Ya lo tenían decidido, harían un paseo por el bosque para ver si cogían alguna manzana. Esperaron a que llegará su padre, o sea el rey, para contárselo. A las 4 llegó: - Papá, papá, podremos ir a pasear por el bosque?.- Dijeron ellas. - Está bien, pero no volváis tarde.- respondió el rey. - Sí papá, y muchas gracias .- respondieron ellas. Cuando fueron las cuatro y media salieron de casa, dispuestas a relajarse cogiendo manzanas. Al final del bosque, y juntas, a la misma vez, vieron una manzana encima de una montaña. Al verla se pusieron muy contentas y empezaron a gritar. Llegaron a media montaña y tres ladrones astutos y sucios las atracaron. Estaban muy nerviosas, las tenían atadas, pero cuando se distrajeron un poco las princesas se soltaron y empezaron a correr. Las siguieron un largo camino, pero cuando ellas entraron en una cueva, los ladrones salieron corriendo. La inteligente se preguntaba: - Porqué se habrán ido corriendo? La sincera susurró: - Da igual, nos hemos salvado de milagro. - Ya, eso es lo que importa.- respondió la otra. La cueva era tenebrosa, sucia y todos los adjetivos que se le pudiera poner. Andaban con miedo, porqué escuchaban desde lejos unos gigantescos pasos. De su escondite salió un ogro muy sucio y gordo, pero muy buen amigo. Inmediatamente la princesa sincera se dio cuenta de que era un buen ogro, no era de aquellos que hacían daño. - Hola.- dijeron las dos. Él no contestó con palabras, pero con un abrazo lo dijo todo. Ellas durmieron allí, hasta la mañana siguiente. Se despertaron con buenos ojos y con mucha y mucha energía, dispuestas a pedirle al ogro que las ayudara a coger la manzana de sus sueños. - ¿Ogro, nos ayudarás a coger la manzana?.- dijo la sincera con buenos ojos. El ogro asintió con la cabeza. Lo prepararon y a las 9 en punto salieron de la cueva. Cuando llegaron ya no estaba. Alguien se la había llevado. - ¡Oh no, qué pena con lo bonita que era!.- dijo la sincera. - Mirad.- respondió la inteligente. Había un campo lleno de manzanas para coger. Llegaron y se llevaron unas 30 manzanas. Ya era muy tarde y su padre debía estar preocupado por ellas. Le dijieron adiós muy cariñosamente y se fueron al castillo caminando y sin pausa. Llegaron y su padre les preguntó: - ¿A dónde os habéis metido, niñas? - En una cueva.- respondió la sincera. - Y nos lo hemos pasado genial.- añadió la inteligente. - Muy bien, no pasa nada.- respondió el padre. Cenaron y se fueron a dormir tranquilas, con la satisfacción de lo que habían hecho y el orgullo de que algún día pudiesen volver a ver al ogro.
Pau Torramilans Martí Castanyer
EL MAGO QUE LOS DEJÓ SIN VOZ Había una vez en una calle nevada una casita muy pequeña y muy extraña. La gente del pueblo no habían sido capaces de ir nunca porque les daba miedo. No había salido nadie de aquella casita desde hacía muchos años y la gente del pueblo pensaba que nadie vivía allí. Un día que llovía mucho una pantera rosa, estaba mirando por la ventana, vio que en la casita había luz. Se asustó mucho y se fue rápidamente a contárselo a su amiga, la serpiente venenosa. La serpiente era muy curiosa y siempre lo quería saber todo y, lógicamente quería saber que pasaba dentro de aquella casita. A la mañana siguiente se fueron a investigar lo que pasaba dentro de aquella casa. Miraron por la ventana y vieron objetos muy extraños, animales muertos, ojos, tripas etc. Vieron a un hombre muy viejo durmiendo en un sofá y decidieron aprovechar aquél momento para entrar y inspeccionar el interior. Entraron y empezaron a mirarlo todo. Aquello era muy extraño, no habían visto nada igual en sus vidas y decidieron marcharse pero antes de poder marchar el mago se despertó, los vio y los enjauló. Estaban muy asustados porque el lugar era muy extraño y el mago les daba mucho miedo. El mago empezó a pensar una poción para castigarlos. La pantera y la serpiente no sabían para que serviría y que haría el mago con ellos. El mago acabó la poción y se la dio a la pantera y a la serpiente y ellos no querían pero el mago los obligó. Al cabo de diez minutos empezaron a sentirse extraños y no podían hablar, intentaban gritar pero no podían de tal manera que no podían comunicarse y no podían decirse nada para inventar un plan para escaparse. La serpiente empezó a pensar y al cabo de un rato de pensar se le ocurrió una idea, como era venenosa, le mordería y el veneno iría a la sangre del mago y se moriría y podrían escapar. Así lo hizo, cuando tuvo la oportunidad lo hizo y el mago cayó muerto. En aquel momento estaban muy felices porque podrían escapar pero no sabían como salir de la jaula. Pensaron y pensaron, al final decidieron intentar forzar los barrotes para poder salir, hicieron mucha fuerza y al final pudieron salir, se fueron corriendo a sus casas y nunca más volvieron a entrar en aquella casa pero aprendieron que no se tienen que poner en la vida de los demás.
Sònia Parnau i Sousan
Las ciudades El mago, el pirata, el encantador de serpientes y Gatja, Shatxa y Pontrïa Había una vez tres compañeros de piso un pirata, un mago y un encantador de serpientes que trabajaban de juglares por las ciudades de alrededor. Un día se encontraron a tres juglares que también viajaban por las ciudades de alrededor, en ese momento pensaron que tenían que eliminar a esos juglares que aparecieron de repente delante de sus narices. Les propusieron un reto para ver quién se quedaba y quién se iba, además quién ganase se quedaría con la casa blanca cerca del río Ganges. El reto sería a ver quién gana más dinero en 1 semana, sin trucos ni trampas. Los otros aceptaron la propuesta. El pirata se estudió las maneras más maléficas de hacer sufrir a la gente, el mago se estudió los conjuros más sorprendentes y el encantador de serpientes se estudió la manera de hacer bailar a 5 boas a la vez. Planearon todo el recorrido que harían, la primera ciudad a la que llegaron se titulaba Gatja, una de las ciudades más poblada de la península pero de las más pobres. Lo más les sorprendió de esa ciudad fue la felicidad y el ambiente que había entre la gente. Se les ocurrió un nombre para esa ciudad (Nada en los bolsillos pero el corazón muy feliz), allí se pasaron tres días. El primer día consiguieron 98 estarlies, el segundo 73 y el último 61. La segunda ciudad se llamaba Shatxa allí vivía gente que se ganaba bien la vida, allí ganaron 189 estarlies el primer día, 210 el segundo y al tercero 273, pero no había tan buen ambiente como en Gatja y pusieron un nombre a Shatxa (Trabajo o empleo pero no bailoteo). La tercera ciudad era la ciudad de todos los autores de este cuento y esta ciudad se llamaba Pontrïa, una ciudad donde había de toda mezcla de personalidades: amables, antipáticos, serios, risueños… Allí consiguieron durante el primer día 231 estarlies, en el segundo 126, en el tercero 58 y en el cuarto 268 y le dieron un nombre (Ni alto ni bajo) . El último día lo sumaron todo y dio 1.587. Los otros se pasaron todos los 6 días sin hacer nada pero el séptimo día le pidieron a un Jeque Árabe 1.500 estarlies. Cuando todavía no sabían quién era el ganador, los otros se instalaron todo los muebles, los productos… En la casa blanca cerca del río Ganges porque pensaron que ganarían. Cuando se tenía que presentar el dinero gano el mago, el pirata y el encantador de serpientes pero en su recorrido habían reflexionado y llegaron a la conclusión que el dinero no da esperanzas ni felicidad y decidieron que serían nómadas.
Gaia Magrané y Arnau Llavià
EN BUSCA DE LA FLOR DEL DESIERTO Hace mucho, muchísimo tiempo, en un pequeño pueblo Turco, vivía una familia con un joven llamado Mahjal, estaba harto de ver las mismas cosas y decidió gastar todo su dinero para hacer un viaje en un pequeño pueblo en la Índia. Cuando llegó, alquiló una tienda dónde vendía lámparas hechas a mano por él. En sus días de venta ganaba muy poco, había días que no ganaba nada. Hasta que un día llegó una bella joven a comprarle una lámpara para su padre. Mahjal se enamoró de la joven al instante. Al día siguiente el joven se arregló para ir a vender, y volvió esa misma joven a comprar una lámpara para su madre. El joven decidió que si volvía a verla la seguiría hasta su casa, y así lo hizo. La mañana siguiente la muchacha volvió a aparecer, y sin que la joven se diera cuenta Mahjal la siguió. Su casa era vieja, oscura, se caía a trozos y era realmente terrorífica. De repente la joven se convirtió en una vieja y fea bruja. Mahjal se espantó tanto que cayó del árbol al que se había subido para ver mejor. La bruja lo vio y se enfadó tanto que lo subió a su escoba mágica y lo abandonó en una cueva lejana. El joven quedó inconsciente y no despertó en tres días. Cuando despertó vio una resplandeciente luz y la siguió. Llegó al sitio de donde provenía la luz y vio que era una lámpara mágica. La frotó y salió una joven muy bella que le dijo: -Hola soy Yasmín, estoy a tus órdenes sólo por tres deseos. Escógelos bien que luego no hay marcha atrás. Mahjal pidió su primer deseo, salir de esa cueva era lo primero que tenía que hacer, y así fue la genio cumplió su deseo. El joven fue a parar en un bosque oscuro con la lámpara en la mano. Volvió a frotarla y salió la misma genio. Le pidió que la joven de la que se enamoró dejara de ser una bruja para ser una persona normal. La genio le dijo: -Para eso necesitas conseguir la flor que únicamente se encuentra en las ruinas del desierto Aladín. Rápidamente se puso en camino hacia el desierto tardo 2 días y llegó a un gran laberinto. -Para encontrar la flor primero tienes que pasar este laberinto.-dijo Yasmín saliendo de la lámpara. Mahjal le pidió el segundo deseo, pasar el laberinto. La genio se elevó hacia el cielo y le indicó el camino. Después se encontró un río y lo pasó con un tronco sin problemas. Le picó una serpiente y cuando estaba a punto de morir salió Yasmin y lo curó. Cuando por fin llegó a las ruinas vio la flor, pero estaba en una torre muy alta. Pidió su último deseo a Yasmin, unas escaleras muy altas. Subió y subió hasta llegar a lo alto de la torre donde había la flor blanca. La cogió y se dirigió hasta la casa de la bruja, llegó muy cansado y hambriento pero animado. Vio a la bruja haciendo sopa y cuando apartó la vista Mahjal le echó la flor dentro de la olla. Cuando la bruja lo probó empezó a brillar mucho y se convirtió en la bella y simpática joven que conocía para siempre. La muchacha dijo:
-Gracias por liberarme de mi encantamiento. ¿Qué puedo hacer por ti? -Cásate conmigo-Dijo el joven. Y la joven también enamorada dijo que sí. Celebraron una gran boda alegre y bonita. Yasmín fue la madrina y vivieron felices para siempre.
fin EVA P. Y KÈNIA G.
PETUNIA CONCHITA DEL DESIERTO DEL SAHARA OCCIDENTAL Había una vez, un niño que era huérfano y vivía en el desierto. Se llamaba Gerard y se refugiaba en una cabaña de arena y agua. Con él, también había una gallina mágica que nunca se moría, que era un regalo que apreciaba mucho porque se la habían regalado sus padres antes de dejarlo abandonado. La gallina se llamaba Turuleta. Una noche muy fría cuando no podía dormir, se levantó para ver a Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental, pero cuando llegó vio que no estaba Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental. La buscó por todas las partes de la cabaña pero no había rastro de Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental. Decidió ir a buscar por en medio del desierto. Al día siguiente a las 8 de la mañana, se puso en busca de Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental. Gerard estaba con unas ojeras terribles porque por la noche no había dormido por culpa de la preocupación de donde estaría la Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental. Caminó, caminaba y caminaría hasta encontrarla pero no había ni rastro de la Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental. De repente se topó con una gran cosa... qué era? Era un ogro llamado Manolito Gafotas que estaba triste porque no tenía novia. Se hicieron muy amigos y continuaron juntos el camino. . Llegó la noche, y se durmieron allí cerca de un oasis que habían encontrado con cuatro ramas de árbol haciendo de manta. Al día siguiente, también se levantaron temprano en busca de Petunia Conxita del desierto del Sahara Occidental y una novia para Manolito Gafotas. Iban caminando tranquilamente y se encontraron con un rastro de huellas, les extrañó muchísimo porque en el desierto son muy frecuentes las tormentas de arena y pensaron que como podía haber huellas allí sin ser borradas antes por las adversidades del tiempo, pero siguieron sin hacer caso . Al cabo de unos kilómetros vieron a la lejanía dos personas vestidas de negro con caballos y armas, que al verlos, se fueron hacia el horizonte. A Gerard le cogió un escalofrío y se imaginó que ellos le habían robado a Petunia Conchita del desierto Sahara Occidental, y los siguieron. Al atardecer vieron que aquellos hombres se habían establecido cerca de un oasis con una tienda y tenían atada a Petunia Conchita del desierto del Sahara Occidental en un palo y la iban a sacrificar en un rito muy antiguo de los nómadas del desierto. Se disponían a ir a rescatarla pero recordaron que aquellos hombres iban
armados y era casi imposible pero Manolito Gafotas en un acto de valentía y valor dijo que él no tenía nada que perder y que se disponía a ir a rescatarla, Gerard se lo impidió pero no tuvo nada que hacer Manolito Gafotas se abalanzó contra aquellas bestias sin corazón que habían secuestrado a Petunia Conxita del desierto del Sahara Occidental y les recordó lo que era su madre y les quitó las ganas de volver a robar alguna otra vez. Así que Gerard recuperó a su querida gallina pero le dio muchísima pena el pobre Manolito Gafotas y además vio que estaba un poco extraño. Como era normal entre amigos le preguntó que le pasaba y él le dijo que se había enamorado de su gallina pero no tenía valor de decírselo, pero Gerard como bueno compañero de fatigas le dijo que su amor era correspondido y vivieron los 3 muy felices para siempre.
EL TERREMOTO Una vez, en un país muy rico, vivía un emperador rico en un palacio. Detrás había una montaña y encima había una pequeña cueva donde vivía una bruja mala. Vivía con su gato negro y sus murciélagos. Al lado de la montaña había un bosque y dentro, en una cabaña hecha de barro vivía un viejo criado de 70 años que ya no podía trabajar. Tenía la cabeza blanca y estaba lleno de arrugas. Se llamaba Cowalski. La bruja hacía hechizos para convertir la gente buena en gente mala. Un día, el emperador, que se llamaba Recluta, estaba mirando la televisión y de repente anunciaron por las notícias que dentro de 17 minutos un terremoto haría caer la ciudad entera. La bruja también lo vio, cogió su gato negro, sus murciélagos y su escoba y salió volando hasta un campo donde no había ningún edificio. Recluta, el emperador, también fue al campo. Mientras andaba, estaba llamando, con su Iphone, a un primo suyo para si le podía dejar su palacio en caso de que se cayera el suyo con el terremoto. Passados los 17 minutos, empezó todo y cayeron edificios, casas, coches, árboles...TODO!! El viejo estaba en su casa sin hacer nada. Des de dentro no se oía nada. Quería ir a regar las plantas. Abrió la puerta y vio que se caían árboles por todos lados. Tenía miedo. Entró de nuevo en su casa, se puso dentro la cama y se tapó. Tenía mucho mucho miedo. De tanto miedo que tenía se durmió. Durante el terremoto, la bruja y Cowalski que estaban en el campo, se conocieron mejor y hablaron durante todo el terremoto. Acabó todo y el viejo despertó. Había pasado mucho miedo, más que cuando tuvo que ir a luchar a la 2nda guerra mundial. Cowalski y la bruja se fueron al palacio del emperador y se quedó a dormir. La mañana siguiente, Cowalski le pidió a la bruja que se casara con él y la bruja dijo que se lo pensaría, que le dejara un poquito de tiempo para que se lo pudiera pensar. Al cabo de tres días la bruja, que se llamaba Xicatonga, le dijo que después de pensarlo mucho era una idea estupenda. Al cabo de 2 semanas empezaron a anunciar que se casaban pero no tenían cura. Así que pidieron alguien que quisiera casarlos pero nadie quería. Unos días después, Cowalski fue al bosque a buscar al viejo criado para pedirle que los casara él. Recluta no aceptó. Después Cowalski se fue y volvió mas tarde con su bruja, que le hizo un hechizo para hipnotizarlo y que los casara. En la boda, no acudió nadie, ni siquiera los padres del emperador. Cowalski, enfadado pidió a la bruja que hiciera otro hechizo pero tampoco funcionó. No se querían rendir y por eso se casaron igualmente sin nadie presente. Acabó todo y los dos se fueron felices pero olvidaron deshipnotizar al viejo, que se quedó así para siempre. La gente lo llamó: el viejo hipnotizado.
Y Xicatonga y Cowalski vivieron felices para siempre y también comieron perdices.
Paula Fàbrega y Núria Domínguez
YUMAKI Y EL BOSQUE DE LAS HADAS Había una vez, en un reino de Japón, un rey muy poderoso que tenía una bella hija que se llamaba Yumaki. Yumaki siempre iba al bosque del lado del castillo de su padre Chanlí, que estaba lleno de árboles, setas y matorrales, que Yumaki cada día visitaba el bosque, porque ella pensaba que cuando entraba en el bosque se sentía protegida, y era gracias a las hadas que habitaban en él. Yumaki no sabía que había hadas, pero un día sintió que alguna cosa le había tocado la espalda y cuando se giró vio un puntito de luz brillante y lo siguió. Mientras lo seguía se quedó parada detrás de un árbol para contemplar de lejos un estanque con una luz brillante, cómo polvo brillante. Se acercó un poco más, y vio que había cosas muy pequeñas; se escondió detrás del árbol, volvió a mirar y le pasó por delante de su cara cómo una personita con alas y miró el estanque y estaba lleno de hadas volando. La pobre Yumaki primero sintió miedo, pero luego se tranquilizó y tenía mucha fascinación por saber más cosas sobre las hadas y conocerlas. Yumaki corrió hasta el castillo para ir a leer un libro sobre criaturas fantásticas del bosque y aprendió muchas cosas sobre ellas. Al día siguiente volvió al bosque, porque había leído que las hadas pueden hablar con nosotros y nosotros con ellas. Yumaki fue al estanque de las hadas y cuando vio que un hada se acercaba a ella la cogió, con suavidad, y le preguntó si la entendía. Primero Yumaki pensaba que estaba loca pero de un momento a otro sintió una vocecita que le decía: -¡Pues claro que sí! Yumaki le dijo: -yo me llamo Yumaki, ¿me podrías enseñar tu escondite? el hada le respondió: -Pues yo me llamo Petúnia, y sí que te enseñaré donde vivo. Pero antes tienes que hacerme una promesa... ¿Cuál? Preguntó Yumaki. -No debes decir nada, bajo ninguna circunstancia, a nadie sobre nosotros porque podrían dañarnos y acabar con todas nosotras ¿vale? -Vale, prometido. Petúnia enseñó todo lo que tenían a Yumaki, que se quedó sorprendida. Al cabo de un rato, Yumaki le dijo a Petunia que se estaba haciendo tarde y que se tenía que ir, pero antes Petúnia le dio una flauta a Yumaki, que sólo servía para emergencias. Petúnia intentó convencer a Yumaki para que se quedara a cenar con ellas, pero Yumaki le dijo que no podía quedarse porque sino su padre estaría preocupado por ella. Yumaki cuando volvía hacia el castillo tropezó con una rama y cayó al suelo
perdiendo el conocimiento, pero cuando se despertó, sopló la flauta y Petunia fue volando como el viento a rescatar a Yumaki. Petunia la curó y la acompaño al castillo. Yumaki cada día se encontraba mejor (del golpe) e iba a ver a su amiga junto al resto de hadas. La princesa cada día se hacía más mayor y más guapa, su padre murió de viejo y ella se quedó el trono y fue reina de la ciudad que reinaba. Pero no os penséis que Yumaki olvidó a las hadas, porque fue lo más aventurero y lo más alucinante que le pasó en su vida. Yumaki se casó con un príncipe que vino de pueblos lejanos para ver a Yumaki y pedirle matrimonio. Tuvieron un hijo que se dijo Haya, que fue uno de los mejores reyes que tuvo el Japón. Cuando Yumaki murió, se reencarnó en un hada del bosque donde siempre está con su amiga Petúnia. Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO!!
Raquel Cos y Eva Coderch
Un Deber En Vano Hola, me llamo Xah Zaman y vivo en Al Jauf, una ciudad del sur oeste de Libia. Mi padre era encantador de serpientes y murió por culpa de ellas. Ahora vivo con mi madre y somos muy pobres. Hoy, Lunes, voy al mercado a hacer mi compra habitual, después de esto, como siempre paso por delante de la tienda de animales. De repente veo un pequeño elefante que me llama la atención. -¿Cuándo cuesta?- pregunto solo por interés, porque sé que igualmente no lo podré comprar. -No está a la venta, lo llevaré al matadero y por lo menos sacaré algo de sus colmillos.- Responde uno de los traficantes. Un sentimiento de tristeza se apodera de mi cuerpo. ¡Pobre animal, lo llevarán al matadero! Pero no puedo hacer nada por él, así que decido volver a casa. Cuando voy a abrir la puerta de mi hogar, casi me doy un trompazo con el doctor. Asustado, le pregunto que ha ocurrido. -Xah… la vecina me ha hecho saber que tu madre se había desmayado dos veces. La he examinado y… tiene una gripe, al parecer muy grave. Xah, no creo que sobreviva al invierno. -Pero… si ya estamos en invierno.- Respondo casi sin aliento. -Xah…- El doctor, no sabe que más decirme -Pero…- Replico -Lo siento- Dice por último el doctor y se marcha. Entro en casa corriendo y me dirijo a la habitación de mi madre. La encuentro tumbada en la cama, con los ojos rojos e hinchados. -Mamá, has de ser valiente- Le digo con preocupación. -Tengo miedo, siento que si cierro los ojos nunca más los volveré a abrir. -Mamá, has de descansar- Ella cierra los ojos, no tarda en dormirse y yo después de ella,
Me despierto al alba, sacudo a mi madre para despertarla, me temo lo peor, en efecto, no responde. No lloro, pero tampoco respiro, la situación me ha paralizado. Solo el tener que perderla para siempre, no me lo puedo creer. Enfadado al 100% con mi vida, sé que en ella no hay nada de importante. Entonces me acuerdo del elefante, si consiguiera liverarlo y llevarlo a su lugar. Pero entonces pondría en peligro mi vida, al menos, lo que queda de ella. “Necesito un consejo” pienso, visitaré a los tres sabios ciudad.
de la
Después de subir una gran cuesta, llego hasta su paradero. Me reciben con los brazos abiertos y escuchan atentamente mi relato. -¿Qué debo hacer?- pregunto -Sé paciente, necesitamos meditarlo un rato- dice el primer sabio. Espero, pasan los minutos, el tiempo se me hace eterno. Al cabo de 1 hora y 43 minutos, el segundo sabio me dice: -Ya tenemos una respuesta-¿Cuál es mi deber?pregunto con impaciencia -Tu deber es hacer lo que creas correcto- responde el tercer sabio Me quedo desconcentrado. Entonces decido: voy a rescatar al animal. Es de noche, me encuentro en la plaza del mercado con el puñal en la mano. Los traficantes están dormidos, a 7 metros de ellos, el elefante está atado únicamente por unas cuerdas. Las corto y el animal se asusta, pero enseguida deja subirme encima suyo . Supongo que es porque lo he liberado. Me acuerdo un poco de montar elefantes, de cuando me enseñaron en la escuela. Tengo la situación controlada, pero de repente el elefante pisa una cazuela, el ruido resuena por toda la plaza. Un traficante abre un ojo, y de un grito despierta a todos. Agarran las armas y se dirigen hacia nosotros con la intención de matarme. Con una suave patada debajo de la oreja del animal consigo que este, se ponga a correr. Lo dirijo al bosque, el único lugar seguro que se me ocurre. Consigo despistarlos, pero sé que no cesaron la búsqueda. Cada vez que me adentro más en el bosque, me siento más seguro.
Decido acampar allá. Parece que los dos nos hemos hecho amigos, así que no tardamos en quedarnos dormidos. Me despierto, miro a mi alrededor y veo que no está el elefante. No tardo en oír un crujido de ramas cerca de mi. El elefante, está allí, tan tranquilo, comiendo unos frutos. Me lanza unos cuantos, sorprendido, las recojo y me las llevo a los labios, son dulces y jugosas. Como conozco el bosque, guio al elefante a un pequeño arroyo. Los dos bebemos agua, yo me desnudo y tomo un gran baño. Espero a que el sol seque mi ropa, para después seguir con el camino. Quiero abandonar este lugar, ya nada me queda aquí, además, los traficantes no tardaran en encontrarnos. El sol está bajo, yo, con mi puñal, estoy pelando una rama para utilizarla como bastón. De repente oigo unas voces. ¡Son los traficantes! Miro al animal, parece que el también las ha oído, porque se pone de pie de un salto. Me subo en su lomo y corremos, corremos si cesar. Creo que los he vuelto a despistar. Monto de nuevo el campamento, tomamos unas frutas y nos vamos a dormir. Nos despertamos temprano y continuamos el camino. Ha acabado mi bastón, voy caminando al lado del elefante, tengo miedo, este lugar del bosque no lo conozco. Encuentro unos huevos de alguna ave silvestre, me los cómo, están deliciosos. El día pasa volando, aunque no sea muy entretenido. De repente llegamos a un claro y decidimos quedarnos ahí para pasar la noche. Cogemos hojas y palos y nos construimos una tienda para dormir esa noche. Cuando acabamos, encendemos un fuego para calentarnos un poco. Dejamos el fuego encendido. Cometimos un gran error, porque los traficantes vieron que salía humo de dentro el bosque y fueron hacia el humo para ver que era. Estábamos durmiendo tranquilos, cuando de repente oímos que se acercaba alguien y que no iba solo. Teníamos tanto miedo, que el corazón no me paraba de latir. Los traficantes nos destrozaron la tienda que habíamos construido, nos cerraron en una jaula y nos llevaron a la ciudad. Yo y el elefante no dejábamos de abrazarnos, porque ya sabíamos como acabaría todo. Teníamos tanto miedo que decidimos echarnos una siesta. Al cabo de unas horas llegamos a la ciudad. El camión que nos llevaba frenó tan fuerte que me di un golpe en la cabeza y comencé
a sangrar. Abrieron la jaula y nos hicieron bajar. Nos taparon la cabeza para que no viéramos nada. En ese mismo instante me vinieron a la cabeza buenos recuerdos del pasado: Vi a mi madre jugando conmigo en el jardín. A toda mi familia sentada en una mesa diciéndome adiós con la mano y en ese momento fue cuando los traficantes me destaparon la cabeza y me metieron en una celda llena de agua. Pasaron días y días y yo en esa celda que olía tan mal que de vez en cuando me desmayaba. Hasta que un día se me acerco un guardia y me dice: “LLEGÓ TU HORA”. Y ahí fue cuando empecé a sentir miedo de verdad. Me llevaba a un jardín lleno de piedras. Pero antes de llegar, miré hacia al lado derecho y vi a muchos hombres mirándome con cara de pena porque ellos ya sabían lo que me pasaría a continuación. Miré hacia la izquierda, no me lo podía creer, mis ojos se pusieron llenos de lágrimas, vi al elefante boca bajo con la piel levantada, era horrible lo que había visto. De repente llegué a un jardín con un hoyo en el medio y mucha gente alrededor, con piedras grandes en la mano. Me hicieron meter en el hoyo y me empezaron a llenar de tierra, pasaron unos minutos en acabar. Mi última visión fue un hombre con un saco en la mano, acercándose hacia mí. Me pusieron el saco en la cabeza, y yo pensé que me enterrarían vivo. Pensé muy mal, no me iban a enterrar me iban a lapidar. Oí un grito de un hombre. No sabía que pensar. De repente sentí una piedra grande chocar contra mi espalda, me hizo daño, luego otras piedras y al final cuando ya no podía más del dolor, grité y ese fue el final de mi vida. Hoy en día aun se lapidan a muchas personas, pero la lapidación que siempre recordare es la mía. Cada día pienso desde mi tumba: “PORQUE ME PASÓ A MI” Gemma y Livia