Tao Te Ching Versión Elorduy El Libro del Tao - Capítulo 1 El Tao que puede ser expresado no es el Tao perpetuo. El nombre que puede ser nombrado no es nombre perpetuo. Sin nombre es Principio del Cielo y de la Tierra con nombre es la Madre de los diez mil seres . El que habitualmente carece de concupiscencia ve su maravilla. El habitualmente codicioso no ve más que sus últimos reflejos. Estos dos brotan juntos; pero traen nombres distintos. Ambos, igualmente, son misterio sobre misterio puerta de todas las maravillas. Capítulo 2 En el mundo todos saben que lo bello es bello, y de ahí qué es lo feo; que lo bueno es bueno, y de ahí qué no es bueno. El ser y no ser mutuamente se engendran. Lo fácil y lo difícil mutuamente se hacen. Lo largo y lo corto mutuamente se perfilan. Lo alto y lo bajo mutuamente se desnivelan. El sonido y su timbre mutuamente se armonizan. Delante y detrás se suceden. Por eso, el hombre perfecto se aplica a la tarea de no hacer nada y de enseñar callando. Hace los diez mil seres. Nada rehúsa. Los engendra sin adueñarse de ellos. Los hace y no se apoya en ellos.
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Hecha la obra, no se queda con ella. No se queda con ella, pero tampoco se va de ella. Capítulo 3 No apreciar los talentos, para que en el pueblo no haya competiciones. No estimar los objetos costosos, para que el pueblo no se haga ladrón. No ver lo codiciable, para que el corazón no se alborote.
Así, el hombre perfecto sigue la táctica de vaciar los corazones y llenar los estómagos, debilitar las aspiraciones y robustecer los huesos, hacer que el vulgo no sepa y no ambicione. Que los más inteligentes no se atrevan a actuar. Con el no obrar nada hay que no se arregle. Capítulo 4 Su oquedad es para el Tao su eficacia. Nunca se llega a colmar. Su profundidad parece ser el origen de los diez mil seres. Embota sus filos, deslíe el embrollo, atempera sus resplandores y se junta con el polvo. Su profundidad parece ser la razón de su persistencia. Yo no sé de quién es hijo. Su forma es anterior al Soberano.
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Capítulo 5 El Cielo y la Tierra no son clementes. Tratan a todos los seres como perros de paja. El hombre perfecto tampoco es clemente. Mira al vulgo como perro de paja. El espacio entre el Cielo y la Tierra es como la bolsa [de aire] de la flauta; vacío, pero no desinflado; cuanto más se agita más emite. El que mucho habla más veces queda corto. Más vale guardar el término medio. Capítulo 6 El Espíritu Abismal no muere. Es la Hembra misteriosa . La puerta de la Hembra misteriosa es la raíz del Cielo y de la Tierra. Su duración es perenne, su eficiencia infatigable. Capítulo 7 Largo es el Cielo, duradera es la Tierra. El Cielo su largura y la Tierra su duración lo deben a no vivir vida propia. Por eso, pueden vivir mucho. Así, también el hombre perfecto se antepone, porque se ha pospuesto. Se queda, porque se ha apartado. Logra sus intereses privados, porque los ha desatendido. Capítulo 8 La Bondad Suprema es como el agua. El agua es buena y útil a los diez mil seres. No porfía con ninguno.
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Está en el lugar que todos los demás aborrecen [lugar bajo]. Así, el que está cerca del Tao mora en la Bondad. Su corazón ama la profundidad y la caridad. Sus palabras aman la sinceridad. Su gobierno ama el orden. Su trabajo ama la competencia. Su actuación ama la oportunidad. Nada se tiene contra él, porque él con nadie riñe. Capítulo 9 Más vale no llenar las cosas demasiado. El filo, demasiado afilado, no ofrece garantía para mucho tiempo. No se guarda bien un salón lleno de ricos metales y piedras preciosas. El rico, si es soberbio, hereda su ruina. Retirarse, acabada la obra y conseguido el renombre, es camino (sabiduría) del Cielo. Capítulo 10 Mantener unidos el cuerpo y el alma y lograr que no se disocien. Practicar la aireación, hasta hacerse tan flexible que pueda igualar a un niño de pecho. Eliminar contemplaciones abstrusas, hasta poder evitar el vicio. Poder amar al pueblo y gobernar el Estado, sin actuar [sin intervenir]. Poder afrontar, sin afeminarse [amilanarse],
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el abrirse y cerrarse de las puertas del Cielo. Poder ignorarse, siendo clarividente y conociéndolo todo. Engendrar y criar, engendrar sin adueñarse, hacer y no apoyarse en su obra, ser superior y no dominar, es lo que se llama la virtud arcana. Capítulo 11 Treinta radios hacen el cubo de una rueda, pero lo útil para el carro es su nada (el vacío de su hueco). Con arcilla se fabrican las vasijas, pero en ellas lo útil es la nada [de su oquedad]; Se agujerean puertas y ventanas en la casa, y la nada de ellas es lo más útil para ella. Así pues, en el ser está el interés. Pero en el no ser está la utilidad. Capítulo 12 Los cinco colores ciegan la vista. Los cinco sonidos ensordecen los oídos. Los cinco sabores estragan el gusto. Las carreras y la caza enloquecen los corazones. Los objetos costosos pierden al hombre. En consecuencia, el sabio atiende a su estómago, no a sus ojos. Deja aquello y toma esto. Capítulo 13 El favor y el menosprecio son inquietud. La estima y la miseria están en la propia persona.
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¿Por qué digo que el favor y el menosprecio son inquietud? El favor nos levanta, el menosprecio nos abate, conseguirlo es inquietud. El favor y menosprecio son inquietud. ¿Por qué se dice que la estima y la miseria están en la propia persona? Porque la causa de nuestra gran miseria es nuestra persona. ¿Qué calamidad nos podría alcanzar, si no fuera por esta persona que tenemos? Así pues, aquel que estime el mundo como a su propia persona será idóneo para recibir el gobierno del mundo. Al que ama el mundo como a su propia persona se le podrá confiar el mundo. Capítulo 14 Se le llama invisible, porque los ojos no le pueden ver; imperceptible, porque los oídos no le pueden oír; impalpable, porque no se le puede atrapar. Estos tres son inescrutables, por eso se confunden en uno solo. En lo alto no es luminoso, en lo bajo no es oscuro. Porque es infinito no se le puede nombrar. Retornado a su no ser, es la forma sin forma, la figura sin figura. Confuso ["claro-oscuro"], de frente, no le ves la cabeza; por detrás, no le ves las espaldas. Tomados [cotejados] el Tao antiguo y los seres actuales, se conoce que el primitivo origen es el desmadejamiento del Tao.
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Capítulo 15 Los buenos letrados de la antigüedad eran sutiles, abstrusos, profundos e ininteligibles. Porque eran ininteligibles les era forzoso usar de comparaciones que contuvieran [sus ideas]. [Cauteloso] como quien atraviesa un río helado, circunspecto como quien teme a los vecinos por los cuatro costados, grave como quien está contenido, disoluto como hielo en fusión, genuino como tronco en bruto, amplio como valle, confuso como agua turbia. Quien siendo turbio tiene poder para aclararse, se aclarará lentamente. Quien es capaz de permanecer quieto en medio del movimiento duradero, podrá vivir en calma. Quien guarde este Tao [esta sabiduría] no deseará llenarse [de cosas] y, sin llenarse, podrá seguir con lo viejo sin renovarlo. Capítulo 16 Llegar al vacío extremo, para tener quietud sólida. A los diez mil seres hechos todos a una por Él, los vemos volver a Él. Los seres pululan y luego cada uno vuelve a su raíz. Volver a su raíz es reposo. Su reposo es volver a su destino. Su destino es su perpetuidad. Conocer la perpetuidad es iluminación, no conocerla es obrar estúpidamente el mal.
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Conocer la perpetuidad es cabida. La cabida es comunidad. La Comunidad es grandeza ["realeza"]. La grandeza es Cielo. El Cielo es Tao y el Tao perdura. Aun sumergido no perece. Capítulo 17 Del Emperador conocían antiguamente sus súbditos su existencia. Más tarde comenzaron a quererlo y enaltecerlo, y después a temerle y despreciarlo. Tras la falta de confianza, vinieron la desconfianza y las lisonjas. [Con este gobierno de no intervención] el suceso seguía a la obra realizada y el pueblo creía obrar espontáneamente. Capítulo 18 Cuando decayó el Tao, vinieron la caridad y la justicia. Con los talentos y los ingenios vinieron los falsos artificios. Cuando faltó la armonía entre los seis parientes, se inventaron la piedad y el amor. Para remediar las revueltas de la nación, se inventó la fidelidad del súbdito. Capítulo 19 Eliminad los sabios, desterrad los ingenios y aprovechará cien veces más al pueblo. Suprimid la caridad, abolid la justicia y el pueblo volverá a su piedad y amor. Descartad las artes,
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suprimid las ganancias y no habrá bandidos ni ladrones. Estas tres cosas son adornos inútiles. La solución está en esta otra parte: mirar lo genuino y natural ["lo no pintado"] y abrazar el tronco bruto. Menos egoísmo y poca ambición. Capítulo 20 Suprimid los estudios y no habrá pesares. ¿Qué diferencia hay entre [las partículas] Wei y e? ¿Qué distinción entre el bien y el mal? El hombre no puede no temer lo que es temible, aunque el apurarse no es dar en el centro. Todo el mundo anda regocijado, como cuando goza con la solemnidad del gran sacrificio o con la contemplación de un paisaje primaveral desde lo alto de una terraza. Sólo yo [el sabio] estoy impasible como desamparado de la fortuna. Como infante que aún no ha llegado a la niñez abobado sin saber a dónde dirigirse. Todos andan sobrados, yo estoy como arruinado. Mi corazón, cual estúpido, está caótico. Todos brillan, yo parezco estar en tinieblas. Los demás andan activos, sólo yo languidezco. Perdido cual viento en [alta] mar que parece no hallar paradero. Todos tienen [son ricos], sólo yo me obstino en parecer un harapiento. Yo soy diferente de todos los demás, porque yo aprecio a la Madre Nutricia [el Tao].
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Capítulo 21 La cabida de la virtud de la oquedad proviene del Tao. El Tao es un ser oscuro y claro. En su oscuridad es luminoso, porque en su interior está la Forma. En su luminosidad es oscuro, porque en su interior hay seres. Profundo y secreto, en su interior está la esencia más fina y esta esencia es muy real, es verdadera. Desde la más remota antigüedad su nombre no se va [es inmutable su ser]. Se le considera Padre de todos los seres. ¿Cómo conocer la forma del Padre de todos los seres? De aquí [de los seres]. Capítulo 22 Lo encorvado se endereza, lo torcido se rectifica, lo hueco se llena, lo viejo se renueva, lo poco se logra, mientras que lo numeroso se embrolla. Por eso el sabio, que se abraza a la unidad, es la regla del mundo. Luce, porque no aparece, brilla, porque no se estima. Hace su obra, porque no se empeña. Crece, porque no se cuida. Nadie le disputa nada, porque él con nadie disputa. ¿Es, acaso, falsa la sentencia de los antiguos: "lo encorvado se endereza"? Resulta del todo verdadera.
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Capítulo 23 Hablar poco y seguir la naturaleza. Un huracán no dura toda la mañana. Una lluvia torrencial no dura todo un día. ¿Quién es el agente que los produce? El Cielo y la Tierra. Si, pues, el Cielo y la Tierra no pueden durar mucho, ¿cuánto menos el hombre? Así, para los que obran con Tao [la Sabiduría], su camino es el camino del Tao. Si ganan, lo ganan con Tao. Si pierden, lo pierden con Tao. Caminan con Tao y caminan contentos. Ganan con Tao, contentos de ganar. Pierden con Tao, contentos de perder. No se cree esto lo bastante y aun no se cree del todo. Capítulo 24 El que se levanta en puntillas no se sostiene. El que da pasos demasiado largos no puede andar. El que aparece no luce. El que se estima no brilla. El que se empeña fracasa. El que mucho se cuida no crece. El hombre de Tao aborrece estas demasías, como las sobras de la comida y como excrecencias tumorosas. Así, el que posee el Tao no las practica. Capítulo 25 Existe un ser caótico, vive con anterioridad al Cielo y a la Tierra. Es silencioso, vacío, solitario e inmutable. Está dotado de un movimiento giratorio e incesante.
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Puede que haya sido la Madre del Mundo. No sé su nombre. Su apelativo es Tao. Si nos empeñamos en darle un nombre, le podemos llamar "Grande", porque se aleja, se hace remoto y vuelve [se extiende a largas distancias]. Grande, pues, es el Tao, grande el Cielo, grande la Tierra, grande también el Monarca. Son cuatro los grandes del Cosmos y el Monarca es uno de ellos. El hombre tiene por norma la Tierra, la Tierra el Cielo, el Cielo al Tao, y el Tao él es su propia ley. Capítulo 26 Lo pesado es fundamento de lo ligero. La calma se enseñorea de la agitación. Así, el príncipe, que viaja todo el día, no se aparta del pesado convoy de los carros. Aunque encuentre bellas vistas, pasa adelante y mora en lugares tranquilos. ¿Cómo el dueño de diez mil carros [el Emperador], en su propia persona, ha aligerado [hecho liviano] el imperio? ¿Cómo al aligerarlo ha perdido el fundamento? ¿Cómo con la agitación ha perdido el señorío? Capítulo 27 El buen corredor no deja huellas. El buen hablista no se equivoca. El buen contable no necesita fichas (para su cuenta). Así el hombre perfecto,
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siempre bueno, [hábil] para salvar al prójimo, a nadie desampara. Siempre bueno para remediar a todos los seres, no hay ser que abandone. Para el buen atador no hay nudo que no pueda soltar. Se dice que está vestido de la luz. Por eso, el hombre bueno no se tiene por buen maestro, mientras que el hombre no bueno tiene por buenas las riquezas del prójimo [a quien enseña]. No estimar el magisterio, no amar los dineros ajenos, aparecer ignorante siendo sabio, es la más alta maravilla. Capítulo 28 Tener conciencia de ser varón y comportarse como hembra es ser arroyo del mundo. Ser arroyo del mundo es no estar apartado de la Virtud Eterna, es volver a ser niño de pecho. Tener conciencia de la propia blancura y quedarse en la negrura es ser regla del mundo. Ser regla del mundo es no diferir de la Virtud Eterna y retornar al extremo de la nada. Tener conciencia de su gloria y estarse en la ignominia es ser barranco del mundo. El barranco del mundo que está lleno de la Virtud Eterna. Es volver a ser tronco en bruto. Se parte el tronco y se fabrican de él los utensilios. Esto sirve al sabio, constituido jefe. No divide lo grande [lo entero]. Capítulo 29
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Actuar queriendo conquistar el imperio [o el mundo] es, a mi parecer, ir al fracaso. El imperio [mundo] es un aparato muy espiritual. No se puede manipular con él. Manipular con él es estropearlo. Cogerlo ya es perderlo. Las cosas unas van adelante, otras siguen detrás; unas alientan suavemente, otras soplan fuerte; unas son robustas, otras débiles; unas duran, otras caen. En todo esto, el hombre perfecto se cuida sólo de cortar demasías, de quitar lo pródigo, de podar lo exuberante. Capítulo 30 Los que con el Tao asisten al Soberano, no deben violentar el mundo con las armas. Éstas son cosas que fácilmente se vuelven al revés. Donde acamparon los ejércitos, nacen las zarzas y, tras las tropas, vienen inevitablemente los años malos. Así, al hombre bueno le basta el fruto [que espontáneamente le ofrecen]. No osa violentar nada para coger más. El fruto sin más urgir, el fruto sin empeñarse más, el fruto sin más pretensiones, el fruto sin querer adquirir demasiado, el fruto sin forzar más. Porque, tras la robustez, viene la vejez. Ésta es falta de Tao. Sin Tao pronto se acaba todo. Capítulo 31 Las buenas armas son instrumentos nefastos, cosas aborrecibles.
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El hombre que tiene Tao no se vale de ellas. Para un caballero, la izquierda es el puesto de honor. Para el que lleva armas, la derecha es el puesto de honor. Las armas son instrumentos nefastos, no son propios de caballeros. Se usan a no poder más. La paz sencilla ["insulsa"] es superior. La victoria de las armas no es hermosa [buena]. Sólo quien goza en el crimen la estima hermosa. Los propósitos de los que gozan en el crimen no pueden prevalecer en el mundo. Para lo fausto, el puesto de honor es la izquierda y la derecha para lo nefasto. Se pone a la izquierda el jefe segundo y a la derecha el primero. Quiere decir, que se guarda el ritual de los funerales. El que ha matado a muchos debe llorar [como los plañidores en los funerales]. Para la victoria de las armas rige el ritual de los funerales. Capítulo 32 El Tao, en su estado perpetuo, es innominado. Tenue es en su tronco [en su unidad primitiva], pero nada hay en el mundo capaz de subyugarle. Si los príncipes y reyes pudieran guardarlo, todos los seres se acogerían espontáneamente a su hospedaje y el Cielo y la Tierra se unirían para llover dulce rocío. El pueblo, sin decretos, se concertaría, por sí mismo equitativamente. En el principio, cuando, cortados de Si mismo tuvo nombres [seres concretos] supo también contenerse. Porque supo contenerse puede no peligrar. El Tao es en el mundo lo que los ríos pequeños y los barrancos son respecto de los grandes ríos y del mar. Capítulo 33
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Sabio es el que conoce a los demás. Iluminado es el que se conoce a sí mismo. El que vence a los otros tiene fuerza, pero, el que se vence a sí es el fuerte. Rico es el que sabe contentarse. Hombre de voluntad el que avanza esforzadamente. No perder el puesto es durar y no acabar con la muerte es longevidad. Capítulo 34 El gran Tao es río que se divide, pare volver a reunir sus aguas. Puede (dividirse) a izquierda y a derecha. Los diez mil seres se arriman a Él para vivir y Él no se niega. Hace su obra y no la pregona. Cría amorosamente los diez mil seres y no se adueña de ellos. Su perpetua carencia de codicia podría empequeñecerle ["nombrarle pequeño"]. Porque vuelven a Él los diez mil seres, y Él no se adueña de ellos, se hace grande ["se nombra grande"]. Así también, el hombre perfecto, porque nunca se tiene por grande, logra hacerse grande. Capítulo 35 El mundo corre a tomar la gran forma [por modelo]. Corre no para su mal. Es paz, igualdad y prosperidad. Al pasajero lo detienen la música y los manjares. El Tao, en cambio, es soso y no tiene sabor cuando sale de la boca. No es vistoso a la vista,
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no es agradable al oído, pero su utilidad es inagotable. Capítulo 36 A la contracción precede necesariamente la expansión. A la blandura [debilidad] precede la dureza y la fuerza. A la ruina precede la prosperidad. Al quitar precede el dar. Es lo que se llama la evidencia oculta: que lo tierno y blando vence lo duro y fuerte. El pez no puede dejar sus profundidades. Los tesoros de la nación no pueden ser exhibidos. Capítulo 37 El Tao, en su ser habitual, no obra y nada deja de hacer. Si los príncipes pudieran observar [esta regla], los diez mil [todos los] seres evolucionarían espontáneamente. Si en su evolución surgieran apetencias de obrar o actuar, nosotros las deberíamos reprimir con el anonimato del tronco en bruto. En el anonimato del tronco en bruto no hay ambiciones. Sin ambiciones hay paz y el mundo se concierta espontáneamente. El Libro del Te - Capítulo 38 La Virtud Superior no actúa porque tiene virtud. Las virtudes inferiores no dejan de actuar porque no tienen virtud. La Virtud Superior no trabaja y no tiene trabajo. Las virtudes inferiores trabajan y tienen siempre trabajo La Caridad Superior trabaja y no tiene trabajo.
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La Justicia Superior trabaja y tiene trabajo. La Cortesía Superior actúa y no halla correspondencia. Se arremangan y luego lo dejan [parece que van a hacer y acontecer, pero no hacen nada]. Así pues, perdido el Tao, vino la Virtud. Perdida la Virtud, vino la Caridad. Perdida la Caridad, vino la Justicia. Perdida la Justicia, vino la Cortesía. Perdida la Cortesía, vinieron las futilidades de la Fidelidad y Confianza, comienzos del desorden. La ciencia sobredicha es la flor [terminal] del Tao y el principio de la necedad. Así, el hombre cabal se aplica a lo grande, y no a lo exiguo, al fruto, no a la flor. Deja aquello y toma esto. Capítulo 39 De antiguo deben su unidad: el Cielo a su pureza, la Tierra a su quietud, el Espíritu a su poder sobrenatural, el barranco a su plenitud, los diez mil seres a su procreación y el Soberano a su imperio. La pureza es la unidad máxima. El Cielo tendría peligro de resquebrajarse, si no fuera por su pureza. La Tierra tendría peligro de estallar, si no fuera por su quietud. El espíritu tendría peligro de caducar, si no fuera por su poder sobrenatural. El abismo tendría peligro de agotarse, si no fuera por su plenitud. Los diez mil seres tendrían peligro de extinguirse, si no fuera por su procreación. El Soberano caería, si no fuera por su eminencia.
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Así, la eminencia tiene a la bajeza por fundamento. La base de lo alto es lo bajo. Por eso el Soberano se llama a sí mismo huérfano, pobre, inepto. ¿No es esto hacer de la bajeza fundamento de su alteza? De esta manera, la máxima multitud se reduce a no multitud [a la Unidad]. Se evita la codicia que estima lo uno como jade precioso y lo otro como vil pedrusco. Capítulo 40 Retornante es el movimiento del Tao. La debilidad [finura, sutileza] es la eficacia del Tao. Los diez mil seres del mundo nacen del Ser y el Ser nace de la Nada. Capítulo 41 El hombre superior, que oye el Tao, lo practica con diligencia. El mediocre, que oye el Tao, lo practica con titubeos y lánguidamente. El hombre bajo se ríe a carcajadas. Si no se riera, argüiría escasez [o falta] en el Tao mismo. Está el proverbio que dice: entender el Tao es como oscuridad, avanzar en el Tao es como retroceder, llegar a su alteza es como vulgarizarse, la virtud eminente es como un barranco, la suma blancura es como ignominia, la virtud vasta es como insuficiencia, fundar la virtud es como haraganería, la calidad más pura es como adulteración. Cuadrado inmenso, sin ángulos, vaso enorme de tardía realización, voz inmensa de fino sonido, gran forma incorpórea, el Tao es oscuro e innominado.
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Su bondad en prestarse lo hace todo. Capítulo 42 El Tao engendra al Uno, el Uno engendra al Dos, el Dos engendra al Tres, y el Tres engendra los diez mil seres. Los diez mil seres llevan a sus espaldas el Yin (oscuridad) y en sus brazos al Yang (luz) y el vapor de la oquedad queda armonizado. Lo que los hombres aborrecen lo toma el Soberano por título propio; llámese huérfano, pobre, inepto. Porque, en las cosas, al decrecer sucede el crecer y al crecer el decrecer. Yo enseño lo que otros han enseñado: el hombre violento no morirá de su muerte [natural] y esto lo considero como padre de mi doctrina. Capítulo 43 Lo más blando o débil del mundo vence a lo más duro ["es más veloz"]. La nada penetra sin resquicio. De aquí deduzco yo que no hacer nada es ventajoso. Pocos en el mundo llegan a comprender la utilidad de enseñar sin palabras y del no hacer nada. Capítulo 44 ¿Qué nos es más íntimo a nosotros mismos: la fama o el cuerpo? ¿Qué es más estimable para nosotros: el cuerpo o los objetos? ¿Es peor lograr una cosa o perderla? Pues el que mucho ama, sufre mucha pérdida y el que mucho guarda, mucho pierde.
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El que sabe contentarse no sufre agravio. El que sabe detenerse no se arriesga y podrá durar mucho Capítulo 45 Inmensa obra, en apariencia indigente; su eficacia no es pobre. Gran plenitud, en apariencia vacía; su utilidad es inagotable. Gran rectitud, en apariencia torcida. Gran habilidad, en apariencia torpe. Gran elocuencia como premiosa. El movimiento vence al frío y la quietud vence al calor. En la quietud pura está la rectitud del mundo. Capítulo 46 Cuando hay Tao en el mundo, los caballos de montar se usan para acarreo de estiércol. Cuando no hay Tao, en los mismos arrabales de la ciudad se crían caballos para la guerra. No hay mayor castigo que el poder de codiciar, ni desdicha mayor que la de no saber saciarse, ni vicio mayor que la ambición. La suficiencia del que sabe contentarse es suficiencia duradera. Capítulo 47 Sin salir de la puerta se conoce al mundo. Sin mirar por la ventana se ven los caminos del Cielo. Cuanto más lejos se sale, menos se aprende. Así, el hombre perfecto llega sin dar un paso, nombra [conoce] sin ver, realiza sin hacer nada. Capítulo 48 El estudio es acumular de día en día. El Tao es disminuir de día en día y, disminuyendo más y más, se llega a la inacción.
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Inacción que nada deja de hacer. Siempre se ha conquistado el mundo sin hacer nada para ello. No basta trabajar para ganar el mundo. Capítulo 49 La voluntad del hombre perfecto no es constante, porque la voluntad del pueblo es su voluntad. Amo a los buenos y amo también a los que no son buenos y consigo que se hagan buenos. Creo a los dignos de fe y creo también a los que no merecen fe y consigo hacerlos dignos de fe. El hombre perfecto anda solícito por el imperio. Fusiona su corazón con el mundo. El pueblo todo fija en él sus ojos y pone en él sus oídos y él los mira como a párvulos. Capítulo 50 Salir a la vida y entrar en la muerte. De diez, tres son hijos de vida [por índole o por destino, vivirán mucho]; de diez, tres hijos de muerte; tres, de diez, mueren en la agitación de la lucha por la vida. Éste [el décimo] ¿cómo logra vivir mucho? He oído que los que saben retener la vida no se encuentran de camino ni con el rinoceronte ni con el tigre; entran sin armas y sin escudo en medio de los combatientes. El rinoceronte no tiene en ellos dónde meter su cuerno, ni el tigre su garra,
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ni el arma su filo. Por esto, la muerte no encuentra en ellos lugar. Capítulo 51 El Tao los engendra, el Te [Virtud] los cría, el Wu [el ser concreto] los conforma, el Shih [fuerzas actuantes] los perfecciona. Por eso, de los diez mil seres no hay ninguno que no venere al Tao y estime al Te. Su venerabilidad al Tao y su alto valor al Te no les viene por decreto, sino que lo tienen perpetuamente de sí mismos. Porque el Tao los engendra, el Te los cría, los hace crecer, los nutre, los perfecciona, los madura, los mantiene y los cubre. Los engendra y no se los apropia, los hace y no se apoya en ellos, les da crecimiento y no los domina. Es la Virtud Arcana. Capítulo 52 Aquello por lo que el mundo tiene principio es la Madre del mundo. Tener la Madre es conocer al Hijo, y conocer al Hijo es, a su vez, guardar la Madre. [De este modo] aun sumergido en el agua, no se peligra. Tapona los orificios, cierra las puertas y no sentirás fatiga toda tu vida. Abrir los agujeros, atarearse en remediar asuntos es no salvarte por toda tu vida. Ver lo pequeño es ver con claridad. Conservarse blando es ser fuerte. Servirse de su luz, para volver a su claridad
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y no dejar enfermar el cuerpo, es vestirse de pervivencia. Capítulo 53 Para tener un adarme de sabiduría, debo andar por el gran camino, temiendo el desviarme. El gran camino es llano; a pesar de todo, el pueblo ama los senderos. Si en la corte abundan las escalinatas, en el campo abundan los eriales y en los graneros abunda el vacío. Vestirse de tejidos de dibujos multicolores, ceñir espada acerada, andar hartos de buenas comidas y bebidas, abundar en riquezas es fomentar el bandidismo; no es Tao. Capítulo 54 Lo bien edificado no será arrancado. Lo que está bien abrazado no será arrebatado. No cesarán los sacrificios a sus manes, ofrecidos por sus hijos y nietos. Tiene virtud verdadera el que se perfecciona a sí mismo. Tiene virtud sobreabundante el que perfecciona su familia. Tiene virtud vasta el que perfecciona su país. Tiene virtud pujante el que perfecciona su Estado. Tiene virtud universal el que perfecciona el mundo. Con atenciones personales se cuida la propia persona. Con atenciones familiares se atiende a la familia. Con atenciones regionales se atiende a la región. Con atenciones estatales se atiende a la nación. Con atenciones mundiales se atiende al mundo (al Imperio). ¿Cómo sabré la manera de atender al mundo? Así.
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Capítulo 55 Para tener mucha virtud, hay que ser como un niño pequeño; las serpientes venenosas no le pican; las fieras salvajes no le agarran; las aves rapaces no le arrebatan. Tiene los huesos blandos y los músculos flexibles: agarra con firmeza. Ignora la unión de las hembras con los machos. En él obra su esperma en su plena integridad. Pasa todo el día gritando y no enronquece. En él está la armonía más perfecta. Conocer la armonía es pervivencia. Conocer la pervivencia es iluminación. Engendrar mucho es malo. Expeler el aire es fuerza. Pero, en los seres, a la robustez sigue la vejez. Ésta es falta de Tao, y sin Tao pronto se acaba. Capítulo 56 El que le conoce, no habla, y el que habla, no lo conoce. Tapona los agujeros, cierra las puertas, embota los filos, deslía el embrollo, templa los resplandores, se junta con el polvo, es la unión misteriosa. No se le puede atraer, no se le puede alejar, no se le puede favorecer, no se le puede dañar, no se le puede estimar,
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no se le puede despreciar. Es lo más precioso del mundo. Capítulo 57 Con la rectitud se gobierna un Estado. Con la sagacidad se manda un ejército. Con la no actuación se conquista el mundo. ¿Cómo sabré yo cómo haberme en el mundo? De aquí: cuantas más interdicciones y prohibiciones haya, más se empobrecerá el pueblo; cuantas más armas afiladas tengan los hombres, la nación estará más revuelta; cuanto más listos e ingeniosos sean los hombres, más monstruosidades aparecerán; cuantos más decretos y más leyes aparezcan, más bandidos habrá. Por eso dice el hombre perfecto: "Yo nada hago, y el pueblo por sí mismo progresa; yo amo la calma, y el pueblo por sí mismo se endereza; yo no trabajo, y el pueblo por sí mismo se enriquece; yo nada ambiciono, y el pueblo por sí mismo vuelve al tronco en bruto." Capítulo 58 A gobierno flojo e indolente, pueblo diligente. A gobierno activo, pueblo perezoso. La desdicha se apoya en la dicha y la dicha se agazapa detrás de la desdicha. ¿Quién conoce el punto extremo [la línea divisoria]? No hay regla. La rectitud se vuelve extravagancia y lo bueno monstruosidad. Esto ha traído confuso al hombre mucho tiempo. Por eso, el sabio
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es cuadrado [recto], pero sin aristas cortantes; anguloso, pero sin ángulos punzantes; recto, pero no intemperante: luz, pero no resplandor. Capítulo 59 En el gobierno de los hombres, al servicio del Cielo, no hay como la economía. La economía llega pronto a subyugar todo a sí. Subyugarlo pronto es acumular mucha virtud (poder). Acumulada mucha virtud, nada hay que no pueda subyugar. Nada hay que no pueda subyugar, pudiendo así llegar a extremos ignorados. A extremos ignorados, como hasta poder posesionarse del Estado. Teniendo la Madre del Estado se puede durar mucho. Es el camino [la ciencia] de la raíz profunda, del sólido fundamento y de la vida perenne ["del largo vivir y del ver duradero"]. Capítulo 60 Gobernar un gran Estado es como freír pececillos pequeños [con cuidado para no desmenuzarlos]. Si se gobierna al mundo con Tao, los manes de los difuntos no se harán espíritus. No sólo los manes no se harán espíritus, sino que los mismos espíritus no dañarán a los hombres. Los espíritus no dañarán a los hombres y los hombres perfectos tampoco los dañarán. Como ambos no se perjudican mutuamente, sus virtudes se entrelazan.
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Capítulo 61 Un Estado que se abaja, se hace hembra del mundo, en los cruzamientos del mundo. La hembra, por su quietud, siempre vence al macho. Estarse quieto es abajarse. Así pues, cuando un gran Estado se abaja, el Estado pequeño se apodera de otro Estado pequeño. Cuando un Estado pequeño se abaja, el Estado grande se apodera de otro Estado grande. Al abajarse para ser cogido, o al abajarse para coger, el gran Estado no debe querer sino anexionar y criar; el pequeño Estado no debe querer sino servir. Los dos logran lo que deseaban. Resulta mucho provecho. Capítulo 62 Es el Tao lo más arcano de todos los seres. Tesoro del hombre bueno y amparo del no bueno. De Él depende el precio de las buenas enseñanzas ["palabras"], el que a alguien justamente se atribuya una acción noble, y lo reprobable del hombre perverso. Así, para erigir un emperador y establecer sus tres ministros, más que el cetro de jade, que tienen en sus manos, más que las cuadrigas que les preceden, les vale comportarse con Tao. En la antigüedad, la estima que se tenía del Tao consistía en buscarle para poseerle y en evitar el ofenderle. Así era lo más preciado del mundo. Capítulo 63 Obrar o no obrar,
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trabajar o no trabajar, sabroso o desabrido, grande o pequeño, mucho o poco, recompensa o desagrado, todo tiene a la virtud por norma. Abordar lo difícil, por su parte más fácil; hacer lo grande, comenzando por lo pequeño. En el mundo, las cosas difíciles se hacen siempre comenzando por lo más fácil, y las cosas grandes, comenzando por lo pequeño. De aquí que el hombre perfecto nunca comienza por hacerse grande. Por eso llega a la grandeza. El que a la ligera promete, poco crédito merece. Muchas facilidades resultan muchas dificultades. Por eso el sabio, que teme la dificultad, acaba por no hallarla. Capítulo 64 Lo que está quieto es fácil cogerlo. Fácil es remediar cuando aún no han aparecido los síntomas. Lo frágil fácilmente se rompe. Lo menudo fácilmente se dispersa. Prevenir antes de que venga y disponerlo antes de que se revuelva. El árbol, que rodeas con tus brazos, nació de un germen fino como un pelo. La terraza de nueve pisos comenzó por un montoncito de tierra. El camino de mil "lis" [quinientos kilómetros] se comienza por un paso. Hacer es estropearlo. Cogerlo es perderlo. Así, el sabio nada estropea porque nada hace, nada pierde porque nada toma.
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La gente, con frecuencia, estropea la obra cuando está ya para terminarla. Si tuviera tanto cuidado al fin como al principio, no la estropearía. Capítulo 65 Los buenos taoístas de la antigüedad no ilustraban al vulgo, lo dejaban en su ignorancia. El pueblo se gobernará difícilmente si posee muchos conocimientos. Con la instrucción se arruina el Estado, y sin la instrucción se enriquece el Estado. El conocimiento de esta doble realidad es la regla. Conocer siempre esta regla es virtud misteriosa. La virtud misteriosa es profunda y arcana; opuesta a las cosas, pero, al fin, resulta ser muy conforme [a ellas]. Capítulo 66 Los grandes ríos y el mar son los reyes de todos ["cien"] los barrancos, porque saben abajarse; por eso, pueden hacerse los reyes de todos los barrancos. Así, el sabio que quiere ser superior al vulgo, se abaja en sus palabras. Para anteponerse al vulgo, se pospone. De esta manera, aunque se le ponga encima, no le es pesado al pueblo, y aunque se le ponga delante, no le estorba al pueblo. El mundo con gusto le tiene levantado y no se cansa de él. Como él no porfía, nadie en el mundo puede porfiar con él. Capítulo 67 En el mundo todos me tienen por grande y no lo parezco. Porque soy grande, no lo parezco.
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Si lo pareciera, ha tiempo que hubiera dejado de serlo; sería muy pequeño. Tres tesoros poseo y guardo: uno es el amor; la sobriedad, el segundo; y el no atreverme a anteponerme a nadie en el mundo, el tercero. Porque tengo amor, puedo ser valeroso. Porque soy sobrio, puedo ser grande ["amplio"]. Porque no oso anteponerme a nadie, soy idóneo para la jefatura. Hoy en día se prescinde del amor y del valor, se abandona la sobriedad y la grandeza, se dejan los últimos puestos y se pierden los primeros. Es la muerte. El amor, si ataca, triunfa; y si se defiende, es inconmovible. Al que el Cielo quiere salvar le rodea con el amor Capítulo 68 El varón bueno no es belicoso. El buen combatiente no es irascible. El campeón victorioso no es pendenciero. Saber manejar los hombres es supeditarse a ellos. La virtud de no porfiar es la fuerza para conducir a los hombres. Es secundar en el grado más alto la norma celeste. Capítulo 69 Es un axioma de la táctica militar: no quiero ser patrón, sino huésped. No quiero avanzar una pulgada, para retroceder un pie. Es lo que se llama avanzar sin andar, repeler sin mover el brazo, sostener sin resistir y tomar sin hacer uso de las armas. No hay mayor mal como el desestimar al enemigo.
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Al desestimarle a él, pongo en peligro mis tesoros. Los que toman las armas para pelear, llevan la aflicción a muchas casas. Capítulo 70 Mis enseñanzas ["mis palabras"] son fáciles de entender y fáciles de practicar, pero en el mundo no hay quien pueda entenderlas y quien pueda practicarlas. Mi enseñanza ["mis palabras"] tiene su abolengo; la cosa tiene su dueño. No se le conoce, porque no me conocen a mí; los que me conocen son pocos. Mi alto valor está en que el sabio lleva sus espaldas cubiertas de burdo paño, pero su regazo repleto de piedras preciosas. Capítulo 71 Ser sabio y no saberlo es alta perfección; no ser sabio y tenerse por tal es vicio. Tener al vicio por vicio es no tener el vicio. El sabio no tiene ese vicio; lo tiene por vicio y por eso no lo tiene. Capítulo 72 Está en peligro el pueblo que no teme el peligro. No se te haga estrecha tu morada, no te hastíe el lugar de tu nacimiento; si tú no quieres que te hastíe, él no te hastiará. El sabio se conoce, pero no se exhibe; se ama, pero no se aprecia. Toma esto y deja aquello.
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Capítulo 73 El valor con la osadía lleva a la muerte. El valor sin la osadía lleva a la vida. Perjudicial lo uno, beneficioso lo otro. ¿Cuál es el motivo del aborrecimiento del Cielo? ¿Quién lo podrá conocer? Es la duda y dificultad del sabio. La ley del Cielo es vencer sin combatir, hacerse responder sin haber hablado, hacer venir sin llamar, ser patente y tramar hábilmente. La red del cielo es amplia y de grandes mallas, pero nada se le escapa. Capítulo 74 Si el pueblo no temiera la muerte, sería inútil atemorizarlo con ella. Si teme morir, como siempre teme, y aún comete desmanes, puedo cogerlo y matarlo. ¿Quién se atreverá a continuar [en el mal] ? Debe matarlo el encargado para ello. Si lo matara otro por él, sería usando el hacha en sustitución del maestro. Raro será el que, sustituyendo al maestro, no hiera su propia mano. Capítulo 75 Si el pueblo tiene hambre, es porque su Superior consume demasiado grano de sus contribuciones; de ahí el hambre. Si el pueblo es difícil de gobernar, es porque su Superior interviene y actúa demasiado; de ahí vienen las dificultades del gobierno.
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Si el pueblo menosprecia la muerte, es porque busca mucho la vida; por ella menosprecia la muerte. Más prudente es no hacer nada para vivir que estimar demasiado la vida. Capítulo 76 El hombre vivo es blando, y muerto es duro y rígido. La plantas vivas son flexibles y tiernas, y muertas son duras y secas. La dureza y la rigidez son cualidades de la muerte. La flexibilidad y la blandura son cualidades de la vida. De aquí que las armas, que son duras, no puedan vencer y que el árbol robusto termina siendo repartido entre todos. Lo duro, pues, es inferior y lo blando es superior. Capítulo 77 El camino [sabiduría] del Cielo es como el que tira del arco: abaja lo alto de él y levanta lo bajo, disminuye lo sobrante y completa lo deficiente. El camino [sabiduría] del Cielo es quitar al que le sobra y añadir al que le falta. El camino [sabiduría] del hombre es al revés: quita al que le falta y da al que le sobra. ¿Quién tendrá de sobra, para ofrendarlo al mundo? Aquel que tiene Tao. Así, el sabio hace su obra y no se apoya en ella; la hace y no se queda con ella. No pretende aparecer sabio.
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Capítulo 78 Nada hay en el mundo más blando que el agua, pero nada hay que le supera contra lo duro. A ella nada hay que la altere. Lo flexible vence a lo duro, y lo blando vence a lo fuerte. En el mundo nadie conoce esto y nadie lo practica. La enseñanza del sabio es que aquél es idóneo para ser jefe del pueblo, que pueda soportar las sordideces del Estado, y aquél puede ser Soberano del Imperio, que sea capaz de sufrir los males de un Estado. La doctrina recta parece al revés. Capítulo 79 Hecha la paz, tras una gran enemistad, aún suelen quedar resabios antes de pacificarse plenamente. El sabio no suele ir a querellarse con el prójimo con el documento duplicado en su mano izquierda. El que tiene virtud cuida [y guarda] el documento; pero el que no tiene virtud cuida de hacerlo valer a fondo. El camino del cielo es no simpatizar, sino estar siempre con el hombre bueno. Capítulo 80 Un pequeño Estado, de escasa población, no querrá emplear sus decenas o centenas de armas. No se aventurará a una expedición lejana, por temor a pérdidas graves de vida. Aunque tenga barcos y carros, no los querrá utilizar.
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Aunque tenga armaduras y armas, no querrá sacarlas al frente de batalla. Hará que sus gentes se ocupen en anudar cuerdas. Que hallen sabrosa su comida, elegantes sus vestidos, tranquilas sus moradas, alegres sus costumbres. Que en las barriadas cercanas, que se ven unas de otras y se oyen de unas a otras los cantos de los gallos y los ladridos de los perros, los vecinos mueran en edad avanzada, sin haberse visitado toda la vida. Capítulo 81 Las palabras sinceras no son agradables y las agradables no son sinceras. El hombre bueno no ama discutir, y el discutidor no es bueno. El sabio no es jugador; el jugador no es sabio. El sabio no atesora, y cuanto más hace por el prójimo, más posee; cuanto más da, más tiene. El camino [sabiduría] del Cielo es beneficioso y no perjudicial. El camino [sabiduría] del sabio es hacer y no porfiar.
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