Una publicación emblemática del Grupo Banco Mundial
DIVIDENDOS DIGITALES
Informe sobre el desarrollo mundial
Las tecnologías digitales se están extendiendo rápidamente, pero no ocurre lo mismo con los dividendos digitales, es decir, los beneficios más amplios en términos de un crecimiento más acelerado, más empleo y mejores servicios. Si más del 40 % de los adultos de África oriental pagan sus cuentas de servicios utilizando un teléfono móvil, ¿por qué no pueden hacer lo mismo otras personas en el resto del mundo? Si en China 8 millones de emprendedores —un tercio de ellos, mujeres— pueden usar una plataforma de comercio electrónico para exportar bienes a 120 países, ¿por qué los emprendedores de otros lugares no pueden tener la misma llegada a nivel internacional? Y si India puede suministrar una identificación digital única a 1000 millones de personas en cinco años, y de esa manera reducir la corrupción en miles de millones de dólares, ¿por qué otros países no pueden hacer lo mismo? De hecho, ¿qué impide que los países puedan hacer realidad los efectos profundos y transformadores que supuestamente deben producir las tecnologías digitales?
DIVIDENDOS DIGITALES
Existen dos razones principales. Primero, casi el 60 % de la población mundial aún no tiene conectividad y no puede participar de manera significativa en la economía digital. Segundo, y más importante aún, los beneficios de las tecnologías digitales pueden ser neutralizados por los crecientes riesgos. Las empresas incipientes pueden perturbar el mercado de las ya establecidas, pero no cuando los intereses creados y la incertidumbre en materia regulatoria obstruyen la competencia y el ingreso de nuevas empresas. Puede haber más oportunidades de empleo, pero no cuando el mercado de trabajo está polarizado. Internet puede ser una plataforma para el empoderamiento universal, pero no cuando se transforma en un instrumento de control por parte del Estado y de captura por parte de las élites.
PANORAMA GENERAL
En el Informe sobre el desarrollo mundial 2016 se muestra que, si bien la revolución digital ha seguido adelante, sus “complementos analógicos” —las regulaciones que promueven la competencia y el ingreso de nuevas empresas en el mercado, las habilidades que permiten a los trabajadores acceder a la nueva economía y sacarle provecho, y las instituciones que rinden cuentas a los ciudadanos— no han avanzado en la misma medida. Y si faltan estos complementos analógicos de las inversiones digitales, el impacto en el desarrollo puede ser decepcionante. Entonces, ¿qué deberían hacer los países? Deberían formular estrategias de desarrollo digital mucho más amplias que las actuales estrategias del sector de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Deberían crear un entorno institucional y de políticas para la tecnología que promueva los mayores beneficios. En pocas palabras, deben sentar bases analógicas sólidas que permitan generar abundantes dividendos digitales para todos y en todo lugar.
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