Su causa y la nuestra es Colombia
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Campaña institucional Fe en la causa
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General Alejandro Navas Ramos
Comandante Ejército Nacional
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n el lanzamiento de la Campaña institucional ‘Fe en la Causa, su causa y la nuestra es Colombia’, evento que se llevó a cabo en el Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo el pasado 2 de junio, se pudo apreciar la acogida que esta consigna tuvo entre los asistentes, que representaban además del sector empresarial del país a un gran segmento de la sociedad colombiana. Se evidenció que el mérito de la consigna radica en el hecho de que se trata de una invitación abierta y específica a trabajar por Colombia, en forma conjunta, integrando y articulando potenciales y esfuerzos de entidades y organizaciones. No debemos olvidar que Colombia nos necesita y que debemos trabajar por ella en la forma más desinteresada. Debemos tener presente que una nación como la nuestra marcha en busca de su destino, demandando la voluntad de todos y encauzando todo tipo de esfuerzos en dirección a sus metas. Si nos empeñamos con Fe en la Causa, siendo esa causa Colombia, y formamos un solo haz de voluntades y esfuerzos, estoy seguro de que Colombia sale adelante. Ahora, teniendo en cuenta que el destino de un país es algo demasiado complejo y que para alcanzar sus fines se necesita conjugar un sinnúmero de aspectos, se entiende que el lema ‘Fe en la Causa, su causa y la nuestra es Colombia’, formaliza una convocatoria a unir recursos y capacidades de entidades y empresas en busca de facilitarles a los colombianos los objetivos de desarrollo y seguridad que insistentemente persiguen. Es imposible lograr avances significativos en los fines del Estado con esfuerzos sectorizados. La historia y la experiencia muestran que toda
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realización, producto o logro para el bienestar de los habitantes de un país es el efecto directo de la cooperación entre las entidades que manejan los diferentes bienes y servicios que un Estado les brinda a sus comunidades. La integración institucional que logremos bajo el impulso del eslogan Fe en la causa, siendo Colombia la causa central, nos debe llevar a devolverle al país, lo más pronto posible, la convivencia pacífica, o sea, a expulsar de su territorio todo tipo de organizaciones delictivas; a sostener su democracia y a garantizarle un desenvolvimiento sin traumatismos. Esta integración, sin duda, será la mejor forma de contribuir a un propósito que no se puede lograr con el empeño exclusivo de las Fuerzas Armadas; se requiere del concurso de toda la comunidad, inmersa en sectores de diversa índole. En este sentido, podemos recordar la frase de Benjamín Disraeli: “Los individuos pueden formar comunidades, pero tan sólo las instituciones pueden crear una nación”. Quizás, con Fe en la causa, la mejor forma de articular la acción de la Fuerza Pública en general y del Ejército en particular con otros estamentos oficiales es por medio de procesos de consolidación, los cuales, mediante un plan específico,se han proyectado para que las áreas reconquistadas por las fuerzas regulares del Estado reciban la presencia permanente de organismos oficiales que entrarían a extender sus servicios a los pobladores de esas regiones, en especial aquellos servicios esenciales como la educación, la salud y obras de infraestructura.
Si nos empeñamos con Fe en la Causa, siendo esa causa Colombia, y formamos un solo haz de voluntades y esfuerzos, estoy seguro de que Colombia sale adelante.
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Campaña institucional Fe en la causa
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Por un verdadero sentimiento patrio
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Unión y lealtad
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Responsabilidad Social
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Traspasando fronteras
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Todos unidos por una sola causa
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Una apuesta por los valores
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La defensa: su razón de ser
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Ejército Nacional: elemento integrador de la nación
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Operaciones militares para la historia
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Secuestrados pero nunca olvidados
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El acta de independencia del 20 de julio de 1810: contexto histórico político
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20 de julio de 1810 y la fe en la causa
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El 20 de julio: el sentido de pertenencia
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Un reconocimiento a los soldados de la patria
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Causa y efecto
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REVISTA
Director General General ALEJANDRO NAVAS RAMOS Comandante del Ejército Nacional Comité Editorial Mayor General RICARDO ANTONIO VARGAS BRICEÑO Segundo Comandante y Jefe de Estado Mayor Ejército Mayor General SERGIO MANTILLA SANMIGUEL Jefe de Operaciones del Ejército CR. EMIRO JOSÉ BARRIOS JIMÉNEZ Director Acción Integral CR. CARLOS MARIO JARAMILLO VARGAS Coordinador General Acción Integral TC. EDGAR FERNANDO ÁVILA ALFÉREZ Coordinador de Comunicaciones Estratégicas Editora MY. MARGARITA QUIROGA VARGAS Coordinadora Impresos y Publicaciones Periodistas LUZ MARTHA MELO RODRIGUES Colaboradores BG(r). ADOLFO CLAVIJO Director de carreras complementarias Escuela Militar CS. CATALINA DELGADILLO NICOLAS RINCÓN GARZÓN GIOVANNA ROMÁN ROBAYO CATALINA MARTINEZ APARICIO Fotografía ARCHIVO PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA ARCHIVO MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL ARCHIVO EJÉRCITO NACIONAL Diseño y Conceptualización ANTONIO JOSÉ ROSERO TORRES Publicista HUGO A. CLAVIJO DAZA Diseñador Gráfico DIEGO USCÁTEGUI ALMARIO Diseñador Gráfico Impresión IMPRENTA NACIONAL Servicio al suscriptor Av. El Dorado CAN Cra. 52 Of. 203 Dirección Acción Integral Ejército Tels. 266 04 60 - 266 01 62 Ejecutiva de Medios Mónica Azza Bulla Tel. 266 04 19 - monicaa@ejercito.mil.co Escríbanos al correo electrónico contactenos@ejercito.mil.co Edición virtual: www.ejercito.mil.co Derechos Reservados Revista Ejército es una publicación que circula bimestralmente y difunde información de interés nacional, sobre temas de carácter militar y/o civil. Las opiniones expresadas en ella por autores militares y civiles son de su exclusiva responsabilidad y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Institución.
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Su causa y la nuestra es
Colombia ¡Honor y gloria a los soldados y policías de nuestra Patria!
Intervención del señor presidente de la República, doctor Juan Manuel Santos Calderón, en el marco del lanzamiento de la campaña del Ejército Nacional ‘Fe en la causa, su causa y la nuestra es Colombia’.
Su causa y la nuestra es Colombia
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‘No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo’.
tituimos por igual el Gobierno, la Rama Judicial, la Rama Legislativa, los órganos de control y los más de 46 millones de colombianos que conforman nuestra nación.
¡Qué ciertas son estas palabras del gran León Tolstoi!
En esa condición que como lo dice nuestra Carta Política, ‘simboliza la unidad nacional’, me dirijo a ustedes y al país porque creo que es indispensable y saludable sentar una posición y aclarar unos conceptos frente a recientes decisiones judiciales que afectan al Estado, a las Fuerzas Armadas, a las víctimas y a la sociedad en su conjunto.
algo…’
‘Si el hombre vive es porque cree en
Hoy nos reunimos - por la oportuna convocatoria del Ejército Nacional, en cabeza del General Alejandro Navas, para reafirmar, como sociedad, como país, que creemos en algo, que creemos en una causa común, que es Colombia: ¡una Colombia grande, justa, en paz y en progreso!… …Vengo en mi condición de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de la República a acompañar a nuestro Ejército en esta convocatoria a la nación entera para que miremos todos en una misma dirección y avancemos juntos, con fe en la causa. Yo, que he tenido el inmenso honor de haber portado el uniforme más sagrado de la Patria, entiendo bien que la causa de los militares, de los policías y los civiles es una sola: la paz y la seguridad de nuestro país... …La seguridad que conquistan, día a día, con valor, heroísmo y sacrificio, los hombres y mujeres de nuestra fuerza pública. Si nos dan grado de inversión, si baja el desempleo, si los colombianos compran más casas, si batimos récord en producción petrolera, si se capturan criminales, si hay TLC, si se pasan leyes históricas, ¡es gracias a los soldados y policías de Colombia! Porque su causa y la nuestra como dice la campaña que hoy lanzamos: ES UNA SOLA. Llamado a la ponderación …Hoy quiero hablarles desde mi investidura de Jefe del Estado colombiano, ese Estado que cons-
Me refiero, en particular, a la providencia de la Corte Suprema de Justicia que negó validez probatoria a los archivos encontrados en los computadores de alias ´Raúl Reyes’, lo que implica, en la práctica, que las víctimas de secuestro, de extorsión, de homicidio o de reclutamiento de menores no podrán invocar las pruebas halladas en estos computadores para conocer la verdad y exigir justicia. Y me refiero, también, a la sentencia del Consejo de Estado que condenó al Ministerio de Defensa y al Ejército Nacional como responsables de los daños ocasionados a los militares que defendían la base de Las Delicias cuando fue atacada por las Farc en agosto de 1996. En otras palabras, una sentencia que declaró al Estado responsable por el daño que la guerrilla causó a los militares. Parto en estas reflexiones y siempre partiré de una posición clara e inequívoca: Como presidente y como demócrata respeto y acato, y siempre respetaré y acataré, todas y cada una de las actuaciones de la Justicia, sin perjuicio de que podamos recurrirlas, apelarlas o solicitar su revisión cuando así lo consideremos y sean viables dichos recursos. Como presidente y como demócrata defiendo y defenderé la majestad, la autonomía y la independencia de la Justicia… …Pero hoy, repito, hablo como ‘símbolo de la unidad nacional’ para hacer un respetuoso
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llamado a la PONDERACIÓN en la aplicación de la justicia. Las providencias a que me he referido, que serán respetadas y acatadas, me generan, y le generan a muchos en el país, una profunda inquietud por algunos de los conceptos y consideraciones que subyacen detrás de ellas, y, sobre todo, por sus implicaciones para el buen funcionamiento de las instituciones. Valoramos la decisión de reparar a los militares beneficiados con el fallo del Consejo de Estado, pues también consideramos que los miembros de la fuerza pública pueden ser víctimas y deben ser reparados en esa condición… …Señalar, sin embargo, que el Estado crea situaciones objetivas de riesgo por ubicar una base militar en un ámbito espacial donde el orden público está alterado, y donde, por supuesto, hay peligro, y hacer de esto una fuente de responsabilidad, puede tener consecuencias imprevisibles… El país vive en conflicto hace medio siglo No me corresponde, ni estaría bien de mi parte, controvertir los argumentos jurídicos de las citadas providencias, pero sí quiero hacer unas reflexiones generales que nos sirvan para unir los esfuerzos de todo el país hacia esos objetivos comunes de la seguridad, la paz, la reconciliación y la prosperidad. Es urgente que entendamos que nuestro país vive, desde hace casi medio siglo, por decir lo menos, una situación de conflicto interno armado que demanda criterios sensibles a nuestra compleja realidad; criterios modernos de interpretación que se desprenden de nuestra Constitución, de nuestras leyes y de las normas internacionales. En aras de aplicar una parte de la ley no se debe dejar de lado la otra parte que protege a las víctimas y garantiza la seguridad de todos, ni
mucho menos descuidar la aplicación de principios y valores constitucionales que son el sustento de todo nuestro andamiaje jurídico. Nuestra Constitución, de hecho, es un conjunto de valores, principios y reglas que deben ser armonizados en el momento de su aplicación práctica para que el Derecho cumpla su función primordial de proteger la dignidad, no sólo de unos, sino de todos por igual. Mi llamado hoy, respetuoso, a todos los funcionarios con jurisdicción en nuestro país, es a PONDERAR sus decisiones, en el marco de los principios y valores de nuestra Carta Política, para que no se afecten derechos tan importantes como el derecho a la seguridad y el derecho a la verdad por parte de las víctimas. Necesitamos la justicia, necesitamos la paz, necesitamos la verdad y necesitamos la seguridad, y la obligación de los poderes públicos es trabajar armónicamente, unificando criterios bajo el manto de la Constitución, para alcanzar estos valores universales, sin privilegiar unos sobre otros. Porque nuestro dilema hoy es el siguiente: ¿Cómo le vamos a decir a un comandante militar o de policía, entrenado para combatir a los enemigos de la paz y la seguridad de Colombia, que no siempre puede enviar a sus soldados o policías a proteger a la población civil o la infraestructura nacional en zonas de riesgo? Si los envía, según parece expone a la nación y se expone él mismo, personalmente, a una condena en caso de que sus soldados mueran o salgan heridos por una acción ofensiva del enemigo. Si no los envía, puede ser acusado de omisión por no cumplir con su deber constitucional de proteger a la población. Y si logra dar un gran golpe a los terroristas, y encuentra y ocupa unos de sus campamentos, desde donde ordenan secuestros, atentados y homicidios, resulta que la evidencia
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hallada, y adecuadamente custodiada, no se puede usar en juicio a pesar de que la operación militar o de policía se haya desarrollado de acuerdo con las normas vigentes. En ese caso pierden todos los colombianos, pero especialmente las víctimas, que no pueden usar tal evidencia para conocer la verdad y exigir reparaciones y condenas para los terroristas, que es lo que han hecho posible, entre otros, los computadores de Reyes.
¿Qué puede hacer, qué debe hacer este comandante? Si la operación es exitosa, como fue el caso de la que terminó con el campamento de alias “Raúl Reyes”, está expuesto. Y si se sufre una derrota militar, como fue el caso de la base de Las Delicias, ¡también está expuesto! Insisto: con todo el respeto, con toda la admiración hacia la administración de justicia, hago un llamado a la PONDERACIÓN de sus decisiones. ¿Y qué quiero decir con ponderación? Considerar cuidadosamente, como dice el Diccionario de la Real Academia, un asunto; en este caso, la conducta, actividad y operaciones de los miembros de la fuerza pública, para analizarlas en su apropiado contexto. Entender e incluir como un factor dentro de la ecuación de sus fallos la dinámica del conflicto armado que sufre el país. Entender que en la aplicación de la ley se deben tener en cuenta su letra y su espíritu, y también principios y valores de superiorísima jerarquía que buscan la defensa de la nación en medio de una convulsionada realidad, y que están incorporados en los textos constitucionales. El nuevo constitucionalismo indica que la protección de los derechos individuales de unos debe armonizarse con la garantía de los derechos de otros y conjugarse con la prevalencia del interés general, que no es otro que el interés superior de la sociedad en su conjunto.
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Vamos ganando la batalla
dad, de llevar las armas para defenderla. Pero ese privilegio impone altísimas responsabilidades.
Colombia avanza cada día más en su batalla contra el terrorismo y la delincuencia.
El soldado y el policía son un modelo de la sociedad, y por eso la sociedad les exige transparencia, disciplina, compromiso firme con los derechos humanos, liderazgo social y lealtad a los principios fundadores de la Patria.
En septiembre del año pasado la fuerza pública, en una operación impecable, puso fin a la carrera criminal del cabecilla de las Farc, el símbolo del terror en Colombia... ...Es decir, vamos ganando la batalla militar. La guerrilla no tiene aceptación ni favorabilidad en el 97 por ciento de la población colombiana, que repudia sus actos. Y la comunidad internacional, como un todo, también la repudia. Es decir, vamos ganando la batalla política. Tengo plena confianza de que, con el cabal entendimiento de nuestra compleja realidad por los ilustres jueces de la república, el terreno avanzado militar y políticamente no se perderá ahora en los estrados judiciales. Mi inquebrantable respeto por la justicia colombiana me reafirma en esa convicción. Mi llamado hoy, entonces, es un llamado sincero, directo, respetuoso, a la ponderación y la reflexión, que espero tenga buen recibo… Apoyo a la Fuerza Pública pero con comportamiento ético …Los soldados, los infantes de marina, los policías de nuestro país saben bien que cuentan con el respaldo inequívoco de su presidente, de su gobierno, del Estado y de la sociedad en su conjunto… …Pero quiero enfatizar en algo: Esa confianza, ese respaldo, esa unanimidad del pueblo colombiano detrás de su fuerza pública, hay que ganarlos día a día, exigiéndose, como dice la campaña original del Ejército, un ‘comportamiento ético superior’. El soldado, desde tiempos inmemoriales, tiene el privilegio, que le concede la socie-
Yo sé que los miembros de nuestra fuerza pública están y estarán a la altura de estas responsabilidades. Les exigimos más a nuestros militares y policías porque les hemos confiado más que a ningún otro ciudadano. Les demandamos honor y comportamiento ético de la misma forma que un padre demanda más de aquellos hijos a quienes confía el cuidado de sus hermanos pequeños. Por eso puedo decirles a nuestros uniformados, y ellos así lo entienden, que, así como no nos tiembla la mano para defenderlos y respaldarlos por sus actuaciones legítimas, tampoco nos tiembla el pulso para sancionar y pedir que caiga todo el peso de la ley a quienes mancillen el honor militar o policial que juraron mantener en alto. Nos preocupan las denuncias hechas por la Fiscal General de la Nación, Viviane Morales, sobre demoras injustificadas en procesos que cursan contra miembros de la fuerza pública por presuntas violaciones de derechos humanos o infracciones al derecho internacional humanitario.
Vamos ganando la batalla militar. La guerrilla no tiene aceptación ni favorabilidad en el 97 por ciento de la población colombiana.
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Al igual que ella, el Gobierno y las Fuerzas Armadas queremos que en estos y otros casos similares haya justicia pronta y cumplida, y condenas para quienes las merezcan. Porque los militares y policías de Colombia, ¡óigase bien!, quieren la justicia, demandan la aplicación de una justicia ponderada, pero no quieren impunidad. Quien manche el honor militar o policial, ¡que pague las consecuencias! Quien esté a la altura de su juramento, ¡que sea glorificado en el altar de la Patria! Permítanme terminar estas palabras con un inspirador texto de un poeta norteamericano, que resume lo que la sociedad debe a sus Fuerzas Armadas:
Es el soldado, no el sacerdote, quien nos ha dado la libertad de religión. Es el soldado, no el periodista, quien nos ha dado la libertad de prensa. Es el soldado, no el poeta, quien nos ha dado la libertad de expresión. Es el soldado, no el agitador, el que nos ha dado la libertad para protestar. Es el soldado, no el abogado, el que nos ha dado el derecho a un juicio justo. Es el soldado, no el político, el que nos ha dado el derecho a votar’.
¡Honor y gloria a los soldados y policías de nuestra Patria! ¡Su causa y la nuestra es Colombia!”
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Por un verdadero sentimiento patrio
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Doctor Rodrigo Rivera Salazar Ministro de Defensa Nacional
Napoleón decía: “El triunfo no está en vencer siempre, sino en nunca desanimarse”. Y nunca desanimarse es lo que, en buena hora, nuestro Ejército Nacional está haciendo con su campaña institucional ‘Fe en la causa’ y, sin duda, esa fe y esa causa son las mismas que deben animar a nuestra querida Colombia. De esa manera y sabiendo que solos no podemos, todos si, debemos motivar a la sociedad civil para que este comportamiento ético superior que se le exige a nuestros soldados sea también entendido, aceptado y asimilado por la sociedad civil. ‘Fe en la causa’ pretende motivar a sus integrantes a dar lo mejor de cada uno, en procura de lograr el cumplimiento efectivo de la misión que es la defensa de la vida, la honra, los bienes y las creencias de los colombianos. La estrategia está soportada en principios, valores y componentes de la cultura institucional y se trazó como objetivos fortalecer las habilidades de liderazgo, reafirmar la vocación militar, engrandecer la dimensión humana y espiritual de los soldados y tener una efectiva comunicación organizacional.
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Gracias al trabajo entusiasta de los Comandantes en los diferentes niveles, el concepto de la campaña rápidamente tuvo acogida en todas las Unidades del Ejército Nacional, que lo hizo propio al interior de sus filas. Diferentes sectores de la comunidad se han animado a replicar los fundamentos filosóficos y el logosímbolo, en señal de afinidad con los principios que inspiran ‘Fe en la causa’. Así nace ‘Fe en la causa, su causa y la nuestra es Colombia’, como la más clara oportunidad de invitar a todos los colombianos a fortalecer un verdadero sentimiento patrio. Debemos destacar el optimismo, el compromiso y el amor por nuestro país, al que millones de compatriotas, día a día, le construyen su futuro, a partir del trabajo honesto y consagrado. Son esos mismos millones de compatriotas quienes reconocen, estiman y aprecian el trabajo de nuestros soldados y por el cual, ellos gozan desde hace varios años del reconocimiento reflejado en la más favorable imagen del país.
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Esa fe, sin duda, ha sido definitiva para operaciones como Sodoma, Camaleón, Jaque y Fénix, para solo citar cuatro de ellas. Y estoy seguro de que con esa misma fe, van a ser más y contundentes las que se nos avecinan.
Este sentimiento de gratitud y aprecio también se puede percibir en las manifestaciones que se observan en los permanentes contactos de la tropa con las comunidades, ya sea por Acciones Integrales, por operaciones de control y ayuda, por la sola presencia en las regiones o por la asistencia en calamidades naturales. Esas son las mejores y las más legítimas voces de reconocimiento, gratitud y respaldo en el profesionalismo de sus soldados y por ello, esa sociedad asume como propias las victorias militares. Escribe el General Alejandro Navas Ramos, Comandante del Ejército e inspirador de este propósito, una verdad contundente con la que estamos comprometidos todos: “Con la campaña, decía, estamos demostrando que creemos profundamente en Colombia y creer en Colombia es creer en su gente, en sus instituciones, en sus recursos, en sus potenciales, en su futuro”. Y añade: “Esa es la noble y altruista causa que inspira nuestros desvelos por esa variada y difícil pero interesante topografía colombiana y explica nuestra presencia a lo largo y ancho de las comarcas del país, buscando proteger a las comunidades de los embates de la violencia y el terrorismo, que se interponen a la convivencia pacífica y a los desarrollos sin amenazas, sin angustias, sin violencia, sin sobresaltos”. No podía tener nuestro Comandante mejor explicación a la inspiración de una campaña que si bien estaba intrínseca en todos los corazones de los valientes hombres y mujeres de la Fuerza, no se había exteriorizado de esta manera. Esa fe, sin duda, ha sido definitiva para operaciones como Sodoma, Camaleón, Jaque y Fénix, para solo citar cuatro de ellas. Y estoy seguro de que con esa misma fe, van a ser más y contundentes las que se nos avecinan. Soldados de Colombia: todos tenemos fe en la causa, su fe es la misma nuestra y la de la inmensa mayoría de nuestros compatriotas. Decía el presidente Nixon: “un hombre no está acabado cuando lo derrotan, está acabado cuando se rinde”.
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Unión y Lealtad D
esde finales del año pasado, nuestro Ejército Nacional diseñó una estrategia integral encaminada a incrementar el compromiso de los oficiales, suboficiales y soldados: la campaña ‘Fe en la causa: comportamiento ético superior’. Asistí al lanzamiento interno de esta iniciativa y salí convencido de que la solidez de sus argumentos y su filosofía debería ser irradiada al conjunto de las Fuerzas Militares y a la sociedad colombiana.
Almirante Edgar Augusto Cely Núñez Comandante General Fuerzas Militares
Con objetivos claros, cada Comandante, en cada rincón de la geografía nacional donde hacen presencia las Fuerzas Militares, se empeña en hacer que sus hombres crean en sus capacidades, resaltando la importancia del compromiso supremo que tienen, lo cual se debe ver reflejado en su actitud.
Como Comandante General consideré entonces oportuno ordenar que la Armada Nacional y la Fuerza Aérea se sumaran a esta novedosa estrategia que planteaba el Ejército Nacional, al considerar que reunía todos aquellos elementos materiales e inmateriales que constituyen lo mejor de las Fuerzas Militares.
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‘Fe en la causa’ no es otra cosa que retomar lo esencial de la vida de los colombianos, fortaleciendo el liderazgo, la vocación y la interacción de la dimensión humana y espiritual de cada soldado, haciendo un especial énfasis en esa persona que antepone su vida, en caso de ser necesario, para defender la vida de sus conciudadanos y los intereses de la Patria. Con objetivos claros, cada Comandante, en cada rincón de la geografía nacional donde hacen presencia las Fuerzas Militares, se empeña en hacer que sus hombres crean en sus propias capacidades, resaltando la importancia del compromiso supremo que tienen, lo cual se debe ver reflejado en su actitud combativa y personal. Porque en las selvas, los páramos, los desiertos, las ciudades o los litorales colombianos, nuestros hombres interactúan con las gentes de bien de Colombia, que de inmediato deben percibir la fortaleza de su fe. La fuerza de esta idea hizo que la campaña ‘Fe en la causa’ trascendiera la esfera de las unidades militares para convertirse en un propósito que hoy compagina los intereses de las Fuerzas Militares con los intereses de los colombianos. ‘Su causa y la nuestra, es Colombia’ reza el lema que acompaña las diferentes piezas comunicacionales de esta segunda fase de la campaña ‘Fe en la causa’, en las que se aprecia la pluralidad étnica y cultural de las principales regiones de nuestro país, y cómo los colombianos de bien –en su inmensa mayoría nobles, honestos y trabajadores– se identifican con el sacrificio diario de sus soldados, infantes de marina, marinos y aviadores. Es claro que las Fuerzas Militares tienen el deber constitucional de defender la Nación con valores, ética, responsabilidad, coraje y disciplina pero ante todo con el respaldo de los 47 millones de habitantes que a diario construyen el futuro y el desarrollo económico y social de Colombia. Esta es, en esencia, la finalidad de la campaña, que apunta a fortalecer todavía más la legitimidad del Ejército Nacional, la Armada Nacional y la Fuerza Aérea Colombiana, a través de la correcta actuación de sus integrantes.
Sólo así, las victorias de las Fuerzas Militares de Colombia serán sentidas como propias por cada uno de los colombianos, pues son sus padres, hijos y hermanos quienes están en las filas de unas instituciones cuyos integrantes están dispuestos a morir por quienes ni siquiera conocen, jurando ante la enseña sagrada de la Patria hacer respetar la vida, honra y bienes de sus compatriotas. Por eso, las Fuerzas Militares de la Unión y la Lealtad refrendan su compromiso con el país y su gente, seguras de que ‘Su causa y la nuestra, es Colombia’.
¡Unión y Lealtad!
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Responsabilidad Social:
Compromiso fundamental de la
Fuerza Aérea Colombiana
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n esta fecha especialmente significativa, cuando los colombianos conmemoramos los primeros 201 años del grito de Independencia, la Fuerza Aérea Colombiana ha querido a través de esta importante publicación, la Revista Ejército, exponer y reiterar ante todos nuestros conciudadanos, no solo el inquebrantable compromiso que nos obliga para con ellos, con su seguridad, bienestar y así mismo con la búsqueda de tranquilidad, desarrollo y prosperidad para toda la Patria, sino además afirmar que el despliegue de todas las actividades que se encaminen al cumplimiento de su misión Constitucional, se orientará bajo el marco ineludible de la “Responsabilidad Social”. Concepto ampliamente difundido en estos días, particularmente por las nuevas teorías y escuelas de administración, que han coincidido en señalar como un aspecto diferenciador y un valor distintivo, que las organizaciones, especialmente las privadas, desarrollan cuando amplían su compromiso con la comunidad, yendo más allá de sus propios intereses y objetivos comerciales, para propender por la promoción de mejoras en las condiciones de vida de la colectividad. Tomando como base estas consideraciones y tras corroborar que los criterios esenciales que definen la Responsabilidad Social se encuentran implícitos tanto en la misión como en la visión de la Fuerza Aérea Colombiana, es fácil concluir que en consecuen-
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General Julio Alberto González Ruíz Comandante de la Fuerza Aérea Colombiana
Seguimos operando decisiva y contundentemente en contra de todo aquel que atente contra el pueblo colombiano.
cia, el grueso de las distintas labores que la Institución cumple cotidianamente se realizan observando los enunciados fundamentales de una filosofía que se constituye en las más acertada guía que habrá de continuar señalando el derrotero que seguirá la Fuerza en el Siglo XXI, pues se corresponde e identifica plenamente con los principios y valores institucionales que desde hace más de 90 años tutelan todos los actos y el proceder de las damas y caballeros del aire. Desde aquel entonces, desde el momento mismo de nuestra creación institucional, la Fuerza Aérea fue consciente del alto compromiso que la obligaba con la Nación, de la Responsabilidad Social que le era propia por cuenta de ser la única Institución estatal con la capacidad de llegar a los rincones más apartados del país. Nuestras alas se extendieron sobre el horizonte, para vencer la altura de nuestras cordilleras y lo inconmensurable de nuestras llanuras, tendiendo puentes invisibles sobre majestuosos ríos, mientras hacíamos de los cielos una nueva frontera, a lo largo de cual, con el vuelo de nuestras aeronaves, extendimos nuestra bandera. Hemos cumplido así con nuestra misión de dominar las alturas para salvaguardar a Colombia toda y en ese mismo proceso nos hemos constituido en generador de progreso para el indígena, el colono, el campesino que se encuentra en las zonas más apartadas, de la misma forma que representamos la esperanza de todo aquel compatriota que nos necesita cuando las calamidades o desastres naturales lo afectan. Y todo ello lo hacemos sin desconocer, ni descuidar, ni renunciar a nuestra misión y función militar, determinada por el carácter de depositarios del poder aéreo. Seguimos operando decisiva y contundentemente en contra de todo aquel que atente contra el pueblo colombiano; continuamos aplicando nuestra fuerza cuando es necesario, pero así mismo buscamos contribuir a la construcción de un futuro mejor para todos, a generar condiciones de bienestar y progreso para toda la Nación. Por ello hemos reinterpretado la seguridad, ahora como un concepto multidimensional que no se restringe solo a lo militar sino que además incluye la participación de la Fuerza Aérea en distintos procesos de construcción social. Ese es el compromiso que hemos asumido 14 mil mujeres y hombres que desde esta nueva celebración del Grito de Independencia, procederán en todo momento con “Responsabilidad Social”.
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a Campaña Institucional del Ejército ‘Fe en la causa’, tiene un impacto tan importante en el individuo como parte integral de la organización, que lo convierte en el principal activo de la misma y por ende, en el origen de la fuerza que nos impulsa a buscar los éxitos operacionales con respeto por los derechos humanos, con honestidad y en el marco de una legitimidad nacional e internacional.
Almirante Álvaro Echandía Durán Comandante Armada Nacional
‘Fe en la causa’ ha traspasado las fronteras del Ejército y se ha incrustado en el corazón de los hombres y mujeres de la Armada Nacional, quienes reconocen la importancia y la motivación para superarse a sí mismos y mantener su giróscopo con el norte colocado en la “causa noble”, que nos obliga a cada uno de quienes integramos las Fuerzas Militares a dar la vida, si fuese necesario…, por alcanzar este propósito tan sublime, cual es el de alcanzar y garantizar la paz para el pueblo colombiano y mantener la soberanía nacional.
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Los colombianos son la razón de nuestros desvelos, por ello es necesario tener la mano firme en el timón y la mirada en el horizonte con fe en la causa. Esta campaña institucional arriba a nuestras unidades navales a reforzar el programa de formación integral humanística, cuyo objetivo es el de velar por difundir y mantener en el personal militar y civil criterios claros sobre el “deber” que como seres humanos tenemos con los demás, por encima de la búsqueda de intereses meramente económicos o profesionales, contribuyen-
do así a formar personas integrales, sensibles y conscientes de sus deberes y responsabilidades, donde no solamente sea importante el desarrollo de habilidades y competencias a nivel intelectual, sino también el fortalecimiento de los valores y principios del individuo, generando así una clara conciencia de la importancia que tiene el servicio a los demás.
Los miembros de las Fuerzas Militares hemos sido históricamente un referente importante para las sociedades que defienden, y ellas demandan de sus soldados e infantes de marina los más excelsos principios y valores puestos al servicio de la patria. El pueblo colombiano tiene también puestas sus esperanzas en sus Fuerzas Militares y no podemos ser inferiores al reto que se nos demanda, ganar la guerra con honestidad, legitimidad y rectitud para poder cimentar una sociedad con mayores sueños y esperanzas, basada en la tolerancia, el respeto por la vida, la dignidad humana y una mayor justicia social. Los colombianos son la razón de nuestros desvelos, por ello es necesario tener la mano firme en el timón y la mirada en el horizonte con fe en la causa.
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Todos unidos por una sola causa F
e en la causa, Su causa y la nuestra es ¡Colombia! es la consigna que desde el 2 de junio, día del lanzamiento de la campaña, rige al pueblo colombiano y lo hace partícipe de la misma razón por la que luchan los soldados: nuestro país. La lucha por la seguridad y libertad de la nación es una misión digna de héroes, de aquellos hombres y mujeres que hacen parte del glorioso Ejército Nacional, aquellos que día a día entregan sus vidas, sacrifi can el calor de su hogar en busca de la unidad y tranquilidad del pueblo colombiano. Para alcanzar estos ideales es indispensable integrar a la sociedad civil con la causa por la que luchan nuestros héroes, crear un sentimiento de gratitud para con ellos y luchar con la misma valentía y entrega por la nación, como sólo ellos lo saben hacer. La invitación es a estar identifi cados con una misma causa, luchar por lo que directamente nos afecta como sociedad, confi ar en la Institución y creer en un país en el que muy pronto concluirán los episodios de terrorismo y violencia. Fe en la causa es no rendirse ante los obstáculos que se presentan en la consecución de ese objetivo que nos mueve hacia un mismo norte. Fe en la causa es creer en Colombia.
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Unidos con el mismo sentimiento de patria y con la misma fe lograremos un país próspero, en el que nuestras futuras generaciones conocerán por medio de libros de historia las manifestaciones de violencia que marcaron al país. Es así como nace ‘Fe en la causa, su causa y la nuestra es ¡Colombia!’. Personajes de la vida pública asistieron al lanzamiento de la campaña en el Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo e hicieron un reconocimiento a la campaña y a la labor que día a día lleva a cabo el Ejército Nacional.
Andrés González Díaz
Gobernador de Cundinamarca Con gran acierto el Ejército Nacional, a través de su campaña ‘Fe en la causa, su causa y la nuestra es ¡Colombia!’, nos invita a unirnos en torno a un propósito común como es el de trabajar por el progreso y la convivencia pacífica en nuestro país. Si bien es una campaña institucional, el aporte y la participación del resto de instituciones y de las organizaciones del Gobierno Nacional es importante y definitiva para lograr la vinculación y el compromiso tanto de los hombres del Ejército como de la propia sociedad, de tal forma que se fortalezca una importante alianza, tan necesaria para traer la paz al país. Por esta razón desde ya, y con orgullo de colombiano, me declaro un miembro más de nuestro Ejército Nacional y extiendo una invitación para que cada colombiano, tanto en nuestro país como quienes viven en el exterior, se unan a esta gran causa.
Tulio Zuluaga
Presidente de Asopartes Tenemos un Ejército excelente, con grandes hombres, que permanentemente velan por la paz y el cuidado de todos los colombianos. Hombres que sacrifican su tranquilidad, su vida y familia en beneficio de todos los compatriotas. Estos soldados tienen una Fe inmensa en Colombia y su gente; por ello luchan, vigilan y permanente están pendientes del bienestar de todos los colombianos. Nuestro Ejército ha hecho un gran esfuerzo por la tranquilidad de Colombia. Ejército y economía van unidos porque cuando hay seguridad hay economía, de modo que nos unimos a esta campaña, acompañamos a nuestros soldados y lo seguiremos haciendo. Si todos al unísono guardamos esta fe inmensa en el país y en nuestro Ejército, lograríamos una Colombia mucho mejor para nuestro futuro y el de nuestros hijos. Todo el esfuerzo que hacen nuestros soldados por Colombia lo reconocemos y estimulamos, ojalá los colombianos conozcamos bien todo lo que hace la Institución y las Fuerzas Militares, en general, por el bien de la Nación.
Beatriz Uribe
Presidenta de Mineros S.A Vivimos permanente y eternamente agradecidos con el Ejército porque ha sido el aporte y soporte de los mineros por muchos años. Sin ellos, creo que la empresa no existiría. Así que es más el agradecimiento nuestro que el que pueda tener el Ejército para con nosotros.
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Javier Gutiérrez
Presidente de Ecopetrol Más que el apoyo, lo que nosotros permanentemente percibimos de parte del Ejército es una entrega y un compromiso total para poder garantizar todas las condiciones y desarrollar nuestras operaciones, que son fundamentalmente la base de la actividad económica de muchas regiones y que a su vez se constituye en el motor de toda la economía del país. Sin esa entrega y ese compromiso sería imposible que el país estuviera hoy en estas condiciones que pudiesen vislumbrar el futuro, en el que hoy todos los colombianos confiamos.
Fernando Rico Gerente Isagen
El Ejército hace una labor que solamente debe ser reconocida para el Ejército, de todo ese sacrificio para que podamos desarrollar actividades empresariales en sitios donde el territorio ha estado en conflicto.
dados. Mi Fe en la Causa es mi manera de decir que estoy en la misma causa de nuestros hermanos soldados, yo me siento como uno de ellos cuando canto una canción que invita a venir a nuestra tierra, que habla bonito de Colombia, creo en la gente que habla bien de nuestro país.
Monseñor Fabio Suescún Obispo Castrense
Es de trascendencia reconocer que nuestro Ejército se revitaliza cada vez más con esa fe en su misión y que lo deja como garante de la seguridad y la libertad de todos los colombianos. Fe se necesita para vivir, fe se necesita para trabajar, fe en Dios es el elemento que nos tiene que guiar a nosotros para cumplir nuestra tarea en este mundo. La fe es poner nuestra seguridad en cosas válidas y sólidas. La fe, primero es fe en Dios que nos da confianza, que nos da seguridad, pero hay que tener fe en la vida, en la familia y hay que tener fe en la causa grande que es la razón de ser de nuestro Ejército Nacional: el bienestar de los colombianos.
Jorge Celedón
Artista colombiano Creo mucho en esa labor tan importante que está haciendo el Ejército Nacional y creo en esa causa de tener un país libre, así como el que tenemos en este momento, creo en el amor a la patria que tienen nuestros sol-
La lucha por la seguridad y libertad del país es una misión digna de héroes, de aquellos hombres y mujeres que hacen parte del glorioso Ejército Nacional.
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Una apuesta por los valores
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General Óscar Adolfo Naranjo Trujillo Director General de la Policía Nacional
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l reto de avanzar hacia la consolidación de un clima de seguridad y convivencia satisfactorio, que nos permita proscribir la muerte e instalar el respeto por la vida, tiene que ver no solo con el desempeño y función de las autoridades encargadas de garantizar el orden en campos y ciudades, sino también con el rescate y la exaltación de valores superlativos como la transparencia y la solidaridad, relegados en muchas ocasiones a un segundo plano, pero cuya ausencia se convierte precisamente en el primer obstáculo para el cumplimiento de los objetivos que sociedad e instituciones comparten en aras del bien común. Es por eso que la Política de Prosperidad Democrática del señor presidente, Juan Manuel Santos, la cual promueve desde su esencia la creación de mejores condiciones de bienestar para todos los colombianos, se convierte en el primer vehículo para recorrer el camino hacia un país más humano, más pujante y con menos problemas. La importancia de los contenidos incluidos en ese paquete normativo puesto en marcha por el Gobierno Nacional es de tal magnitud que su aplicación efectiva conducirá sin duda a la construcción de una Nación líder y modelo en la superación de la violencia. Sin embargo, el éxito de iniciativas como ésta y como la propia Política de Seguridad y Defensa, presentada recientemente por el Señor Ministro de la Defensa Nacional, Rodrigo Rivera Salazar, solo será posible con el compromiso y la integridad de quienes tenemos la responsabilidad de ejecutarlas, y evidentemente con el concurso de sus beneficiarios, es decir, de los propios ciudadanos. Ahora bien, si no hay un interés ni un entusiasmo colectivo por la superación de las dificultades que supone una realidad tan compleja como la nuestra, es decir, si no creemos en nosotros mismos, si no somos capaces de sobreponernos
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a la adversidad y si no rescatamos la confianza en aquellos que con sacrificio trabajan para devolvernos el optimismo persiguiendo a esa minoría que sigue obstinada en causarle daño a Colombia desde el terrorismo, el narcotráfico, las bandas criminales o la misma delincuencia común, será muy difícil llegar al destino que nos proponemos. Es por eso que Fe en la Causa, el nuevo slogan, el nuevo sello de nuestro Ejército Nacional, más que una campaña, se
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erige como un instrumento vital para escuchar y responder al clamor de las víctimas, así como para rescatar esos valores que deben inspirar a cada colombiano en la vía del respeto, la tolerancia, la protección de los derechos fundamentales, el cuidado por nuestros niños, niñas, adolescentes y recursos naturales, pero por sobretodo para afirmar la capacidad de cada uno en la transformación de realidades sobre la base de la transparencia y el ejemplo. Precisamente, ‘Fe en la Causa’ es el paradigma que nos debe movilizar como lo ha dicho mi General Alejandro Navas, hacia un comportamiento ético superior que genere identidad y sentido de pertenencia, dentro y fuera de las instituciones, pero que al mismo tiempo nos motive para hacer más visibles los resultados y los triunfos sobre la delincuencia, de manera que el trabajo de la Fuerza Pública sea la causa que renueve la fe de los colombianos. Como Director General de la Policía Nacional quiero felicitar al Ejército de Colombia por esta idea, a la vez que invito a mis 162.000 compañeros y a mis compatriotas a acoger este lema como propio, en el entendido de que la bandera del humanismo y de los valores, logrará la cohesión necesaria para llegar a la meta que tanto anhelamos.
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La defensa: Su razón de ser
Germán Quintero Andrade Vicerrector Académico Universidad Sergio Arboleda
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on el propósito de motivar y estimular a sus soldados, el Ejército Nacional ha lanzado la campaña institucional ‘Fe en la causa, Su Causa y la nuestra, es ¡Colombia!’ , para que al reflexionar sobre lo genuino y la bondad de su función en la defensa y la protección de los más altos valores de la patria y el bienestar de sus conciudadanos, que son el fundamento, la razón de su labor y su sacrificio, se reafirme de tal forma su convencimiento de la legitimidad y la rectitud de su causa, que los lleve a no desfallecer y continuar su lucha en la búsqueda de la protección de los más altos valores del país, superando las grandes y graves dificultades que tal lucha conlleva. De otra parte, al hacerla conocer de la sociedad colombiana, permite una mejor comprensión de la difícil labor de sus soldados por parte de sus compatriotas. La mayor importancia de esta campaña radica en que se soporta en los valores y principios rectores del militar y en la unidad de propósitos del Ejército con la nación, cuya defensa es su razón de ser.
a nuestros soldados no sólo nuestras manifestaciones de respaldo y cariño, que marcan las encuestas, sino que les otorguemos todas las condiciones necesarias para que su accionar sea eficaz, tanto en el campo material, como en el legal y judicial, para que se les estimule a continuar su sacrificada lucha. Es necesario pedirles a nuestros soldados que continúen fieles a estos principios y valores en su difícil y abnegada labor, pero que sientan que sus conciudadanos los comprenden, los sostienen y los protegen, así como ellos resguardan y sostienen a la República y a los colombianos.
La lealtad, el valor, la honestidad, la disciplina, el sacrificio, y el honor son, entre otras, las mayores virtudes del soldado y su observancia constituye la esencia de la cultura militar y su diferencia específica con otros grupos humanos. Creemos que retomar estos temas, para recordarlos y hacerlos explícitos no es sólo pertinente sino saludable, tanto para que nuestros soldados reafirmen su compromiso con la sociedad, como para que la sociedad colombiana, tenga una mejor comprensión de su generosa y sacrificada labor. Como ha sido tradición en el Ejército de Colombia desde su nacimiento, el apego a estos principios y valores ha formado parte de su cultura y ha orientado su quehacer, aún en las más difíciles circunstancias de este largo período de conflicto. La constancia a ellos es importante en la paz, pero fundamental en la guerra, ya que soporta la legitimidad esencial para la victoria. De otra parte, es importante también que los colombianos tengamos una mejor comprensión de nuestro Ejército y le demos
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Palabras del señor General Alejandro Navas Ramos durante el lanzamiento de la campaña Institucional ‘Fe en la causa, su causa y la nuestra es Colombia’.
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a Fe en la causa no es un concepto nuevo en el Ejército Nacional, ya que si bien este término no se había difundido o exteriorizado como lema, siempre ha hecho parte de la filosofía institucional. Implícitamente ha estado en el corazón y en la mente de oficiales, suboficiales y soldados, haciendo parte del devenir militar, siendo este el momento donde se ve con mayor necesidad el convertirlo en una consigna que le recuerde a los soldados, en toda circunstancia y en todo momento, que si se quiere realizar un proyecto de vida como militares, deben estar compenetrados con la misión institucional y, por ende, con el servicio incondicional a la Patria. De allí surge el lema: ‘Fe en la causa, comportamiento ético superior’, lema que, en los últimos meses, los miembros del Ejército han hecho evidente en todos los aspectos de sus funciones rutinarias o especiales. De ahí que esta máxima haya pasado a constituirse en una cultura sicológica; en el fundamento del proceder ético y moral de todos los hombres y mujeres de la Fuerza, tanto en lo operacional, como en lo académico y lo administrativo. Con esta fe los soldados están demostrando que creen profundamente en Colombia. Y creer en Colombia es creer en su gente, en sus recursos, en sus potenciales, en su futuro que los induce a cumplir a cabalidad la misión institucional: proteger a sus compatriotas, defender las instituciones, salvaguardar los recursos y fortalecer los potenciales, con miras a un futuro promisorio.
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Esa es la noble y altruista causa que inspira los desvelos de los integrantes de la institución castrense por esa variada y difícil pero interesante topografía colombiana y explica su presencia a lo largo y ancho del país, buscando proteger a las comunidades de los embates de la violencia y el terrorismo, que se interponen a la convivencia pacífica y a los desarrollos sin amenazas, sin angustias, sin violencia, sin sobresaltos. Gracias al fervor que han puesto en la causa que persiguen, los soldados han escrito páginas de oro con las operaciones ‘Fénix’, ‘Jaque’, ‘Camaleón’ y ‘Sodoma’, entre otras, y se espera que esa misma causa, apoyada en la fe, los lleve pronto a dejar sin aliento cualquier manifestación de agresión o agravio contra la población, el territorio y la soberanía nacional. Ahora bien, como las emociones individuales que se derivan de la fe y de la causa pueden ser aplicables en la sociedad y en cualquier empresa del sector público o del sector privado, sería muy conveniente que se unan fuerzas, esfuerzos y empeños para que, como propósito común, se logré posicionar a Colombia como una democracia respetable y libre, en la que no tengan cabida apremios de ninguna naturaleza, ni externos ni internos. Para este efecto, nace la consigna ¡Fe en la causa, su causa y la nuestra es Colombia!, cuyo principal objetivo es tomar como causa a Colombia, con la convicción de que unidos se derribarán las barricadas de la violencia y el terrorismo y se forjará un mejor futuro para el país.
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Los miembros del Ejército están convencidos de que articulados todos, con la misma fe y con la misma causa en mente, se logrará para Colombia la paz duradera y el progreso sostenido. Consignas como ésta, brindan a todos la oportunidad de revisar cómo están comprometiendo sus sentimientos y empeñando los esfuerzos para enfrentar los grandes desafíos que tiene el país, con el fin de reestructurar su accionar en función de alcanzar metas supremas, lo más pronto posible. La propuesta de integración de la sociedad con la Fuerza Pública, con miras a lograr una Colombia mejor, no tiene ningún grado de dificultad o complejidad, por el simple hecho de que la sociedad ha venido demostrando plena confianza en la Institución. Las encuestas realizadas a la opinión pública han destacado a las Fuerzas Militares y de Policía como las Instituciones de mayor aceptación; también se puede percibir este sentimiento popular en manifestaciones de gratitud, que se observan en los permanentes contactos
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de la tropa con las comunidades, ya sea por operaciones de control y protección, por presencia en las regiones, por ayudas y cooperación ante calamidades naturales o por acciones integrales de apoyo directo a núcleos específicos de población en aspectos cruciales para ellos.
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De otra parte, esta consigna de ‘Fe en la Causa’ también sirve para soñar. Desde este momento, los soldados de Colombia van a soñar con una patria en paz, garantizándole su seguridad y defensa, para que pueda realizar sin contratiempos procesos educativos, sociales, empresariales, industriales, agrícolas, ganaderos, entre otros, que muestren como producto final a una nación inte-
grada, con gente capacitada y trabajadora que sabe hacer uso de esa exuberante naturaleza que existe en el país. En síntesis, ante el compromiso perenne que todos tienen con la patria, el Ejército, la Armada Nacional, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, acompañados de las instituciones públicas y privadas del país, persuadidos por la Fe en la Causa, van a fusionar talentos y voluntades para hacer más factible las metas de seguridad y prosperidad que avalarán un porvenir apacible para todos los colombianos.
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Ejército Nacional: Elemento integrador de la nación
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José Félix Lafaurie Rivera Presidente de Fedegan
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n los últimos veinte años el Ejército Nacional ha estado inmerso en un proceso de transformación permanente. Su crecimiento y madurez, como aparato armado de un Estado moderno, ha ido más allá del monopolio del uso de la fuerza y la provisión de seguridad, para dar paso a un decidido acercamiento a la comunidad y catalizador de servicios, valores y principios. La modernización y profesionalización de su estructura y su equipo humano, en torno a esta renovada visión, le han permitido mantener la legitimidad y el reconocimiento de los colombianos, para el establecimiento y consolidación de la paz y el aseguramiento territorial de la soberanía por otras vías. El amplio abanico de operaciones en las que hoy está inmerso el aparato militar es una respuesta a los mismos cambios vertiginosos, que se han suscitado en las relaciones internacionales y en las esferas social, política, económica y cultural de la sociedad de naciones. Cambios que son producto de la globalización, el ascenso de nuevos valores asociados con la búsqueda de la paz, la democracia, el respeto por los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario, la emergencia del Estado de Bienestar, el desarrollo humano sostenible, el fin de las dictaduras y los conflictos armados y hasta de nuevos escenarios para las relaciones cívico-militares. Hoy empieza a ser cotidiana la intervención del Ejército Nacional en la construcción de carreteras e infraestructura, en labores humanitarias de rescate de víctimas, remoción de escombros y recuperación de zonas anegadas en desastres naturales, de apoyo logístico para mi-
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siones de cuerpos de paz y de acceso a servicios básicos para poblaciones vulnerables, con médicos y campañas de vacunación. Su presencia ha sido invaluable en las vías, para garantizar la movilidad de pasajeros e insumos y en actividades anti-terroristas, de erradicación de cultivos ilícitos, desminado y recuperación de campos destruídos por la acción de las minas anti-personal, entre otras. Es una noción de seguridad integral, que avanza en términos cuantitativos, medida por la reducción de los indicadores de criminalidad y, al mismo tiempo, cualitativos, por la presencia militar como un bien y un servicio público de Colombia para los colombianos. De estos asuntos versa la campaña que hoy adelanta el Ejército Nacional: “Fe en la causa”. De hombres de carne y hueso y de sus valientes actuaciones, no sólo para mantener el monopolio de las armas –en orden a los mandatos constitucionales y legales, en comunión con las políticas de defensa y seguridad de la nación–, sino de operaciones que no están atadas exclusivamente con su misión bélica, pero sí con un sentimiento genuino de patriotismo. Las manifestaciones de este Ejército en “misiones de paz”, de institucionalización y de presencia del Estado, a lo largo y ancho de nuestra agreste topografía, empieza a generar un efecto civilizador, en zonas que otrora estuvieron bajo el control de grupos armados ilegales y una renovada sensación de aseguramiento de las fronteras pero, además, de inclusión de minorías étnicas en sus filas y de reconocimientos de género en su conformación. Bajo estas premisas, hoy los colombianos perciben a sus fuerzas militares como un elemento integrador de la nación y de sus fermentos identitarios, promoviendo la reconstrucción de tejido social y los lazos de confianza y reconciliación, con efectos latentes en la vida productiva de las comunidades –en especial en el campo–. Y, gracias al abnegado trabajo de estos hombres, se empiezan a palpar los mecanismos de transmisión del progreso social en regiones apartadas de nuestra geografía, vía crecimiento, generación de empleo, inversión y condiciones dignas para la población. Factores que redundan, inclusive, en la preservación del medio ambiente, la protección de la infraestructura petrolera y energética y, por supuesto, en la defensa del ejercicio de los derechos democráticos de los ciudadanos y de su participación en la vida pública en el ámbito local y regional.
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Con la guerra a cuestas Pero esta lectura es incompleta si no consideramos las particularidades del entorno en el que actúan nuestros hombres. No podemos interpretar o juzgar su actuación, sin reflexionar sobre las condiciones históricas y las particularidades coyunturales que afronta nuestro Ejército. A diferencia de otros países, en donde la paz logró asentarse tras largos períodos de dictaduras o de luchas civiles internas, Colombia sigue inmersa en una realidad cotidiana de violencia, en la que se combaten fuerzas ilegales, que hasta hace poco exhibían una superioridad tecnológica y de movilidad frente a nuestras fuerzas militares. Es una connotación que ha obligado a mantener en forma simultánea las funciones humanitarias y sociales con las estrategias tradicionales de la guerra, el enfrentamiento y la intervención militar, en áreas del territorio en donde se mantiene activa la violencia y las condiciones de inestabilidad social, política y económica para la población, a causa de la presencia de los grupos terroristas, la delincuencia común, las bandas criminales y el narcotráfico. Zonas, denominadas “rojas”, pero que en la actualidad comprometen menos del 6% de los municipios del país, gracias a la disciplina, constancia y entrega de los héroes anónimos de nuestras fuerzas militares. La conjunción de los fenómenos de violencia, infieren una condición especial en nuestros soldados: su
El amplio abanico de operaciones en las que hoy está inmerso el aparato militar, es una respuesta a los mismos cambios vertiginosos, que se han suscitado en las relaciones internacionales y en las esferas social, política, económica y cultural de la sociedad de naciones.
disposición a entregar la vida por el bien común y hacer sacrificios extraordinarios, para preservar la vida y el bienestar de los conciudadanos, bajo condiciones extremas y complejas. Siempre he dicho que las guerras se ganan en el corazón de los soldados y hoy podemos decir que la respuesta del Ejército ha sido tan efectiva, para controlar la criminalidad y reforzar un renovado clima de bienestar para la productividad y el crecimiento, que enorgullece a todos los colombianos. Pero estos héroes anónimos tienen que estar en el centro de nuestros corazones y preocupaciones. Sólo de esa manera podemos recompensar los inmensos esfuerzos que hacen nuestros oficiales y soldados, para llevar tranquilidad y seguridad especialmente en el campo, donde se necesita garantizar el ejercicio soberano de la nacionalidad y de retribuir el desasosiego que hoy acompaña la tarea de ser militar en Colombia.
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Operaciones militares para la historia E
n el devenir del Ejército Nacional se han obtenido innumerables triunfos y éxitos en la lucha contra el terrorismo, que le han merecido el reconocimiento a nivel nacional e internacional, posicionándolo como uno de los mejores del mundo. Operaciones como Marquetalia, el 27 de mayo de 1964, Anorí, el 7 de agosto de 1973, Colombia, el 9 de diciembre de 1990, Vuelo de Ángel, el 1 de noviembre de 1998, Libertad uno, el 31 de diciembre 2003, Sol naciente, el 3 de septiembre 2007, Aromo, el 25 de octubre de 2007, Fénix, el 1 marzo de 2008, Fuerte, el 27 de febrero de 2009 y Sodoma, el 23 septiembre 2010, demuestran el profesionalismo, compromiso y fe en la causa de los integrantes de la Fuerza Pública. Sin embargo ‘Jaque’ y ‘Camaleón’, por su planeamiento y ejecución, se han convertido en operaciones insignes, ya que demuestran la superioridad técnica y táctica del Ejército Nacional sobre los grupos armados ilegales que delinquen en el país. Estas acciones militares se constituyen en golpes al narcoterrorismo que evidencian los grandes avances en materia de inteligencia y estrategias de infiltración, manejo de la información y el uso acertado que se le ha dado a las fuentes humanas para la realización de operaciones en defensa de la soberanía territorial.
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‘Jaque’ y ‘Camaleón’, por su planeamiento y ejecución, se han convertido en operaciones insignes, ya que demuestran la superioridad técnica y táctica del Ejército Nacional sobre los grupos armados ilegales que delinquen en el país.
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Tercer aniversario de un día que conmemora la libertad ‘Jaque’ fue una operación sin precedentes, pensada, planeada y ejecutada por la inteligencia del Ejército Nacional, que se llevó a cabo tras un minucioso y exhaustivo trabajo apoyado en la tecnología y el Know how, que sin lugar a dudas fueron clave fundamental en el desarrollo de este suceso.
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Esta operación militar, que se llevó a cabo el 2 de julio de 2008 en jurisdicción del departamento del Guaviare, se convirtió en una epopeya y un homenaje a la vida y a los Derechos Humanos, que permitió el regreso a la libertad de Ingrid Betancourt, tres contratistas estadounidenses, siete miembros del Ejército y cuatro de la Policía Nacional, quienes permanecieron en poder de la organización narcoterrorista de las Farc, por periodos de 6,9 y hasta 10 años. La operación no solo logró infiltrar la primera cuadrilla de las Farc, que por años mantuvo un considerable grupo de secuestrados en su poder, sometiéndolos a todo tipo de humillaciones y vejámenes, sino que además consiguió infiltrar las comunicaciones del secretariado de las Farc. Fueron varios meses en los que hombres de inteligencia siguieron uno a uno los pasos de captores y cautivos. El Ejército colombiano, tras un minucioso planeamiento, procedió a la arriesgada maniobra que consistió en engañar al enemigo, sometiéndolo sin
combatirlo. La suplantación de voces de algunos integrantes de las Farc permitió confundir a alias ‘Cesar’, cabecilla del frente, quien tenía en su poder a los secuestrados. A través de éste, se realizaron las coordinaciones para el traslado de las 15 personas plagiadas, quienes aparentemente serían llevadas con alias ‘Alfonso Cano’, máximo jefe de la Farc. De esta manera se procedió a la ejecución de la operación ‘Jaque’. Dos helicópteros tipo M-I, completamente acondicionados, muy similares a los utilizados en liberaciones anteriores fueron empleados para llevar hasta el lugar acordado a la “comisión”. Mientras uno de los helicópteros cumplía la función de garantizar las comunicaciones desde el aire, el otro aterrizaba en un helipuerto improvisado en medio de la selva. Este llevaba en su interior a los integrantes de la ‘misión humanitaria’, quienes descendieron de la aeronave para dialogar con alias ‘Cesar’ y ‘Gafas’, con el fin de distraerlos y crearles confianza. Una vez logrado el objetivo, los 15 secuestrados y dos cabecillas abordaron el helicóptero sin imaginar lo que pasaría segundos más tarde. Durante el desplazamiento los dos terroristas fueron neutralizados por los uniformados encubiertos, al tiempo que el comandante de la misión les daba a los secuestrados la inesperada noticia de su libertad. La operación ‘Jaque’ es y será por siempre un orgullo, que quedará en la memoria de la historia del país y de los colombianos, constituyéndose en un legado para el desarrollo de operaciones militares venideras. Una operación sin antecedentes por su intrepidez y efectividad, catalogada por expertos de todo el mundo como la mejor operación de rescate en los últimos tiempos. Este logro operacional simboliza la grandeza y la valentía de todos y cada uno de los miembros de la Institución, quienes arriesgan sus propias vidas por salvar la de otros compatriotas; hombres que siempre están dispuestos a enfrentar las más duras batallas y heroicas acciones en cumplimiento de su deber constitucional.
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Operación Camaleón: ‘Los comandos, lo imposible lo hacen posible’ La operación ‘Camaleón’, adelantada el 13 junio de 2010 en zona selvática donde nace el río Inírida, en el sureste de Calamar, Guaviare, conmemora su primer aniversario. Esta acción militar, planeada por los hombres del arma de inteligencia y ejecutada por los Comandos del Ejército, permitió el regreso a la libertad de cuatro uniformados secuestrados en poder de la organización narcoterrorista de las Farc. Gracias a la operación el Mayor General Herlindo Mendieta, el Teniente Coronel Luis Enrique Murillo, el Teniente Coronel William Donato, oficiales de la Policía, y el Sargento Ma-
yor Arbey Delgado Argote del Ejército Nacional recobraron la libertad de la que fueron despojados por más de una década. La Operación ‘Camaleón’ comenzó a concretarse a comienzos del mes de marzo de 2010, con base en informaciones entregadas por la inteligencia militar. Esta importante maniobra contó con la participación de hombres de las Fuerzas Especiales, altamente capacitados y entrenados, que durante treinta y seis horas se infiltraron en la maleza, totalmente mimetizados, y de forma impecable irrumpieron en el campamento guerrillero del frente séptimo del Bloque Oriental de las Farc, logrando poner en huida, a los terroristas que custodiaban a los plagiados. Esta acción, cien por ciento colombiana, requirió de un planeamiento riguroso y de más de cuatro meses de trabajo incesante. Durante su realización no importaron las inclemencias del clima, ni del terreno, tampoco el tener que arrastrarse días enteros en la selva. La prioridad para los comandos, desde el primer momento, era regresar sanos y salvos a los uniformados que un día sin imaginarlo fueron sometidos al flagelo del secuestro. El desarrollo de la maniobra se originó cuando soldados ingresaron una semana antes a la complicada zona selvática del Guaviare y de forma sigilosa, como camaleones, penetraron en la manigua hasta llegar a un punto cercano al lugar donde se encontraban los secuestrados. Así las cosas, esperaron el momento indicado y de forma sorpresiva irrumpieron en el campamento guerrillero provocando la huida de los carceleros, quienes cobardemente abandonaron el lugar, equipos y armamento.
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Cada una de las operaciones adelantadas por los soldados en el área hace palpable las amplias capacidades de la Fuerza.
De esta manera, una vez más queda demostrado el profesionalismo de los hombres que integran la Fuerza para enfrentar con arrojo y valentía a las organizaciones narcoterroristas. Actualmente el Ejército de los colombianos se caracteriza por ser una institución que está en línea de vanguardia, capaz de adelantar las más profesionales operaciones. En este marco, operaciones como ‘Jaque’ y ‘Camaleón’ no sólo representan un triunfo militar y el regreso a la libertad de los secuestrados, sino también demuestran el grado de sofisticación que con el paso de los años ha alcanzado el Ejército Nacional en su lucha contra el narcoterrorismo.
Cada una de las operaciones adelantadas por los soldados en el área hace palpable las amplias capacidades de la Fuerza, su adecuado entrenamiento, su transparente comportamiento, su sentido patriótico, lo que corrobora que los hombres y mujeres al servicio del Ejército tienen Fe en la causa y que la causa es Colombia.
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Secuestrados pero nunca olvidados D
urante los últimos años el Ejército Nacional ha consolidado su lucha contra los grupos terroristas, haciendo posible la liberación de cientos de colombianos, víctimas del flagelo del secuestro, incluyendo a los miembros de la Fuerza Pública secuestrados por las Farc. Día a día, sin importar las adversidades de la geografía colombiana, los soldados del Ejército, cumplen su obligación como militares de realizar operaciones, ofensivas o de inteligencia, enfocadas a que los miembros de la Fuerza Pública retornen al hogar. El Comandante del Ejército Nacional, General Alejandro Navas Ramos, es consciente del compromiso que como soldado de Colombia, tiene en la lucha contra el secuestro: “El Ejército tiene seis hombres secuestrados y la Policía, diez. No los hemos olvidado y tenemos el firme propósito de no renunciar a su rescate. Solo esperamos que mantengan la fe en Dios, su Ejército y sus familias, que los esperan.” De otra parte, el Ejército Nacional tampoco abandona a las familias de los secuestrados, por eso gracias al trabajo de la Jefatura de Familia, con su Dirección de Asistencia Social se les acompaña en materia psicológica, jurídica, administrativa e incluso espiritual, para fortalecer la moral de los que sufren este flagelo desde la distancia.
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Los miembros del Ejército Nacional, seguimos trabajamos día a día por la libertad de los ‘Secuestrados pero no olvidados’:
SP. Luis Alfredo Moreno Chaguezá, secuestrado el 3 de agosto de 1998 en Miraflores, Guaviare.
SV. Róbinson Salcedo Guarín, secuestrado el 3 de agosto de 1998 en Miraflores, Guaviare.
SP. Luis Arturo Arcia, secuestrado el 3 de marzo de 1998 en la vereda el Billar, Caquetá.
SV. Libio José Martínez Estrada, secuestrado el 21 de diciembre de 1997 en el cerro de Patascoy, Nariño.
SP. Luis Alfonso Beltrán Franco, secuestrado el 3 de marzo de 1998 en la vereda el Billar, Caquetá.
SS. Francisco Aldemar Franco Zamora, secuestrado el 21 de marzo de 2009 en Miraflores, Guaviare.
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El acta de independencia del 20 de julio de 1810: Contexto histórico político
Su Su causa causa yy la la nuestra nuestra es es Colombia ¡Colombia!
Doctor Germán Bustillo Pereira Profesor Universitario
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olfang Goethe, el insigne literato y poeta alemán, lanzó un día una expresión hija de su infinita sabiduría, al decir: “las cosas inteligentes han sido dichas todas, lo importante es volverlas a pensar”, y esto es lo que ahora nos ocupa, con la gran efemérides del 20 de julio, fecha clásica de la patria, que rememora un aniversario más de nuestra independencia del poder español, acontecida por allá en 1810. Mucho se ha escrito sobre el tema, pero la oportunidad de volver sobre él, es de suyo interminable, y repensar los acontecimientos que a este condujeron, por decir lo menos, un loable ejercicio de historia y de emoción patria. Volvamos entonces sobre el contexto político y social que hizo posible este movimiento emancipador que nos conllevaría a todos los colombianos, o neogranadinos de esa época, a tomar por nuestra propia cuenta los mismos destinos públicos de la nación, los cuales, hasta ese momento dependían en última de los designios y acontecimientos que provenían de instancias muy ultramarinas, como imposición de una coyunda, que a partir de esa fecha gloriosa comenzó a resquebrajarse y desvertebrarse en mil pedazos. Las más enjundiosas interpretaciones sobre el proceso emancipador, coinciden en señalar un especial hito histórico como el más determinante dentro de estos acontecimientos, y que no es otro que el de la invasión de Napoleón Bonaparte a la propia península Ibérica, pretextando pasar por España, necesariamente, en busca de atacar a Portugal -nación ésta que se había opuesto al bloqueo continental-, ordenado por el mismo emperador Francés como última esperanza de reducir a su mínima expresión, la resistencia casi solitaria que a sus intenciones de expansión y de dominio oponía Inglaterra o Gran Bretaña y a la que el imperio del “Gran Corso” quería asfi xiar económicamente.
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España, y Los Borbones que la gobernaban, ya amistados debidamente con los franceses, hacían parte esencial de este plan de maquiavélica estrategia prohijado entre otros por Talleyrand, llamado: “el gran mago de la diplomacia napoleónica”, y por Fouche, el suberoso jefe de la policía secreta del emperador, hasta ese momento, fi el ejecutor del programa napoleónico, y al cual habían dado su anuencia militar los grandes mariscales del imperio, como lo eran Murat y Junot entre otros. Ellos movilizaron sus tropas hacia territorio español, con el pretexto de pasar hacia Portugal para ocuparlo en su debida oportunidad, sin imaginar siquiera la oposición que a sus tropas harían los Lusitanos e Ingleses, secundados por el propio pueblo español, el cual bastante receloso ante estos movimientos y aprestos bélicos, se puso muy alerta con miras a rechazar en el futuro la que ya se empezaba a mirar como una propia invasión francesa total al territorio hispano.
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Los acontecimientos en el seno de la Corte Madrileña, conocidos por todos se habían precipitado, y así fue que el propio emperador Napoleón, convocó en la fronteriza ciudad francesa de Bayona a todos los miembros de la real familia. Una vez reunidos, y haciendo gala del servilismo más ostensible, Fernando VII volvió a resignar la Corona en su propio padre Carlos IV, el que a su vez la cedió a Napoleón, quien designó a su hermano José como titular del reino español y de las Indias distantes, pensando que estas eran incondicionales políticamente, y que acogerían su ascenso con particular sometimiento. Llevada a cabo aquella tragicomedia, Napoleón encarceló en Francia a toda la familia, disponiendo para el caso de Fernando VII, la reclusión en el Castillo de Valencay, propiedad de Talleyrand, hecho que Fernando aceptó de muy buen gusto. Además celebrando en él, con inusitada pompa, las victorias de las armas napoleónicas cuando estas tenían lugar en las distintas batallas en las cuales el Emperador salía victorioso, pensando tal vez en que éste al fi n le concedería el honor de otorgarle la mano de una princesa Bonaparte, aspiración que Fernando acariciaba muy constantemente. Sabedor, entonces, el pueblo español de la prisión de su “desgraciado” monarca, se rebeló en toda la península, comenzando por la propia capital Madrid. Son los sucesos conocidos como La Guerra de Independencia Española, los cuales mucho más adelante nos relataría el escritor, Benito Pérez Galdós, en su conocida obra sobre “Los episodios nacionales”, donde destacan los sitios en que el invasor galo puso a Gerona y Zaragoza, igual que en la Batalla de Bailen en que el español Castaños supo humillar por primera vez a las, hasta ese momento, invictas armas napoleónicas, en la persona del General Dupont.
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Destacan en ellos igualmente, la Batalla de Arapiles donde los laureles del Duque de Wellington alcanzaron notable brillantez y se selló con sangre la unión de españoles y británicos, ahora enfrentados a Napoleón, el poderoso enemigo común. Igualmente es necesario mencionar otro de estos episodios ibéricos en el largo decurso de esta resistencia titulado “el equipaje del Rey José” valioso botín que éste fue recolectando en el transcurso de su ominosa ocupa-
ción, y el cual le fue arrebatado en su huida vergonzosa por los furiosos españoles, a los cuales desde 1808, nunca pudo someter totalmente. Quiso el Rey José, inmediatamente juró el cargo de Rey de los Españoles, recabar la adhesión de todas las indias y provincias asiáticas de la corona española, y así lo dispuso la Constitución, que el propio Rey José o “Pepe Botellas” -que así lo hizo conocer la maledicencia hispanaaprobara el seis de julio de 1808 con el título X, los artículos 87 a 95 lo relativo a la representación, que en el nuevo orden de cosas, deberían tener las provincias de la América Hispana las que todavía, hasta ese momento, desconocían ofi cialmente los cambios extraordinarios que se habían originado en la metrópoli. Por su parte, la propia España resistía al invasor Francés, heroicamente constituyendo una profusión de juntas patrióticas, que rivalizaban entre sí por llevar la representación de todo el pueblo español en esa difícil coyuntura.
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Todas esas juntas querían ostentar la categoría de supremas, sin que hubiera ninguna supremacía, al decir del constitucionalista colombiano Luis Javier Moreno, y la misión de ellas consistía institucionalmente en recoger la soberanía o máximo poder nacional que el monarca Fernando VII había dejado tirado en Bayona, y en nombre de este, sancionaban todos sus actos y provisiones, empero, las juntas provinciales al fi n accedieron a resignar sus poderes a una institución suprema de gobierno creada en Aranjuez en 1808, con el nombre de “Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino”, la que presidió el Conde de Floridablanca. Dicha Junta, al vaivén de la guerra tuvo que buscar primero refugio en Cádiz más adelante en Sevilla, y por último terminó cediendo sus po-
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deres a una regencia, no sin antes disponer a una convocatoria de Cortes Constituyentes, de donde saldría la famosa Constitución de Cádiz de 1812, primera de España, conocida como “La Pepa”, como un intento de instaurar un Estado de Derecho en España, bajo la forma política de una monarquía constitucional. Sin embargo, cuando eso se llevó a cabo, los criollos en América Hispana también habían instalado sus propias Juntas Supremas, poniendo a las autoridades peninsulares ante la disyuntiva de aceptar la tutela o imperio de los Bonapartes, o aceptar conformar con ellos Juntas Supremas, que como la de Santa Fe, fue presidida en teoría por el propio Virrey Antonio Amar y Borbón, antes de su deposición y defi nitivo extrañamiento, exigido por el propio pueblo santafereño. Galvanizado por el procerato criollo y sus famosos tribunos, como lo fueron por un lado don José Acevedo y Gómez, y por el otro José María Carbonell, terminaron por dar al traste con el gobierno virreinal, en hechos que se concretaron primero, con la fi rma del Acta de Independencia en la noche del 20 de julio y el amanecer del 21 de 1810, más adelante con la sanción de nuestra primera Constitución política, conocida como la de Cundinamarca y expedida el 4 de abril de 1811; ulteriormente con la independencia absoluta proclamada en 1813, a la que antecedió la de la provincia de Cartagena el 11 de noviembre de 1811. Como se comprenderá, todos los hechos descritos y comentados, son los referentes obligados del 20 de julio de 1810, los cuales se comprenderán mejor, y en todo su alcance, leyendo refl exivamente los textos constitucionales aludidos, como también la famosa acta de independencia fi rmada en la fecha.
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20 de julio de 1810 y la fe en la causa
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MG.(r) Juan Salcedo Lora Presidente Nacional de ACORE
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uchas semillas fueron sembradas antes de que florecieran las primeras muestras de lo que formalmente constituyó el Ejército de Colombia. Antes de la llegada de los españoles, ya nuestros aborígenes cruzaban sus armas por razones diversas con tribus vecinas, entre esas razones sobresalía la posesión de recursos vitales, sal o agua, carne o frutas, oro o mujeres, tal como acostumbrarían después las potencias por la posesión y control de materiales estratégicos. De esas raíces históricas se extrae el jugo mágico que despierta en el hombre el uso apropiado de las armas cuando el honor, su familia, sus propiedades, su pueblo están en peligro por los apetitos de otros guerreros. Nemequene, líder y conductor de sus tribus y súbditos, dejaría para las generaciones venideras el espíritu de una constitución regional con su “Código de Nemequene”, de gran contenido moral. Tisquesusa o Tibacuy, Saguanmachica o Minchúa, Quemuenchatocha o Saquesazipa, bacataes y guatavitas, fusagaes y guechuas, panches antropófagos o ubaques, Nutibara o Pigoanza, jugaban a la táctica y a la estrategia, mucho antes de que nacieran Clausewitz, Jomini o LiddellHart, y cómo la jugaban; debieron presentir tal vez, que en una veintena de años aparecería el conquistador a medir con ellos la casta en la pelea para buscar la victoria o la derrota digna, o igualmente la diplomacia en la búsqueda de la paz.
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Los procesos históricos de la conquista y la colonia se desarrollan entre los siglos XV y el XIX, y encierra en su recorrido el intento de exterminio de la raza indígena, pero no sepultan las semillas del guerrero o los embriones de la organización militar propios. El movimiento independentista surgido en Santafé de Bogotá el 20 de Julio de 1810, fue liderado por sus dirigentes teniendo en mente todo cuanto había sucedido a los comuneros, incluyendo tratamientos y traiciones. En uno y otro caso, no fueron tropas entrenadas, equipadas y armadas, en ellas sobresalía la improvisación y el ardor por una causa justa. Manuela Beltrán en el Socorro, al romper el edicto que pretendía onerosas contribuciones, a los gritos de “viva el Rey y muera el mal gobierno. No queremos pagar la armada de Barlovento”, no hacía sino seguir el ejemplo de La Gaitana o servir a su vez de ejemplo marcando nuevos derroteros a mujeres del
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futuro inmediato o lejano sobre lo que representa para un pueblo el acto heroico de morir por la patria defendiendo las causas nobles. Cómo no florecer la fe en la causa si una desconocida mujer ante la resistencia esperada a lo que se gestaba en frente de la casa del florero en 1810, le dice a su hijo patrióticamente, “Ve tu a morir con los hombres, mientras que nosotras avanzamos a la artillería y recibimos la primera descarga, y entonces vosotros pasaréis por encima de nuestros cadáveres, cogeréis la artillería y salvareis la Patria”, si así procedían las mujeres, cómo no pensar que procedieran José Antonio Galán y sus comuneros para reunir 6.000 hombres que marcharon en dirección a la capital. Firmar capitulaciones, promesa de bajar impuestos, Arzobispo de por medio, juramento ante los evangelios, más promesas por cumplir, misa solemne y desactivación de la protesta comunera, con el compromiso de perdonar toda falta a los comuneros, después vendrían las traiciones, los juicios injustos, los sacrificios y las condenas. Para Galán y otros fue el precio que debieron pagar por anticiparse a la revolución francesa, pues con sus proclamas no estaban muy lejos de los preceptos que traduciría en el Siglo siguiente Antonio Nariño, bajo el título de los “Derechos del Hombre”, que su vez le valiera varios años de persecución y cárcel.
El 20 de julio de 1810 Se sentía en todas las provincias el viento fresco de ser independientes, de autogobernarse, de reemplazar a las autoridades españolas por cuanto en cada ciudad se habían ido creando centros culturales, escuelas, colegios y universidades que iluminaron culturalmente a los criollos hasta considerarse por ello, capaces de ejercer el poder político
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y el económico. Muchas familias de origen español eran afectas a estas ideas y algunas aportaron ideas y esfuerzos para la consolidación de las luchas independentistas. Como era de esperarse al puerto de Cartagena llegaron las noticias de Europa, convulsionada por la presencia de las fuerzas napoleónicas que había acabado con las monarquías más importantes y seguían avanzando hacia la península ibérica con las consecuencias de producir efectos considerables en la concepción que se tenía del monarca español, como se plasmó en nuestro himno nacional, siete décadas después, que “el rey no es soberano”. El centro del poder económico de Cartagena estaba en manos de pudientes familias criollas y esa era una de las muchas razones para se presentaran frecuentes conflictos con las autoridades representadas por el Gobernador, y las familias por el Cabildo. Las familias criollas se imponían con frecuencia por el poder representativo de sus relaciones sociales y comerciales. Al conocerse en la heroica las noticias que los franceses habían ocupado Andalucía y la crisis consecuencial de la corona, fue necesariamente aprovechada por estos para acentuar su dominio y exigencias. Aparece entonces la figura de Antonio Villavicencio, conocido en la revolución de Independencia por sus actuaciones como comisario regio y como patriota en la Primera República
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Granadina. En 1810, el Consejo de Regencia de España, alarmados por las convulsiones en América, enviaron comisarios regios como representantes del gobierno español. Para el Nuevo Reino de Granada fue nombrado Antonio Villavicencio, con la misión de sostener la autoridad real y representar al Consejo de Regencia. Para el 22 de mayo con sus buenos oficios, se acordó, que el Gobernador continuaría en la administración en unión del Cabildo y se designaron dos miembros del Ayuntamiento como asesores en las cuestiones fundamentales de la Administración. Protocolizado este acuerdo, se prestó en Cartagena el solemne juramento de obediencia al Rey don Fernando VII y al Consejo de Regencia. El Virrey Amar y Borbón antes de la llegada de Villavicencio planeó serias medidas represivas para quitarle peso a las pretensiones políticas de los criollos, para ello se habían elaborado listas de quienes se consideraban comprometidos para capturarlos en el momento propicio. En tanto Villavicencio se enteraba de la situación en todas las provincias, ese movimiento continuó posteriormente en Santiago de Cali, el 3 de julio; en Pamplona, el 4 de julio; en Socorro, el 10 de julio; y finalmente se precipitarían los hechos en Santafé de Bogotá, el 20 de julio de 1810; basado en estos hechos y los que se presumía seguirían en sucesión, elaboró varios informes para el Consejo de Regencia, en donde formulaba severos cargos a las autoridades coloniales y se hizo expresa manifestación solidaria con los criollos, inconformes y decididos a poner punto final a los atropellos de los representantes de la corona española. Su Memorial de Agravios, del 24 de mayo de 1810, recomendaba el nombramiento, en los altos cargos de la Administración colonial, del Marqués de San Jorge, don Camilo Torres, Frutos Joaquín Gutiérrez, Ignacio de Pombo, Joaquín Camacho, Eloy Valenzuela.
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En posiciones preponderantes se encontrarían igualmente José María Castillo y Rada, Francisco José de Caldas y Miguel Díaz Granados. Consideraba con el cambio de tratamiento que las condiciones mejorarían ostensiblemente, dándole una razonable participación a los criollos. La llegada de Villavicencio, esperada con anhelo por los criollos y con preocupación por el Virrey Amar y Borbón, creó las condiciones necesarias para que a través de un simple florero, se produjera la revolución política en Santafé de Bogotá. El plan tenía por objeto aprovechar la venida del comisario regio, deponer al virrey Antonio Amar y Borbón y reemplazarlo por una Junta Suprema de Gobierno. Los hechos acaecieron como fueron planeados en el Observatorio Astronómico, con la ayuda del sabio Caldas el día 19, se creó la Junta Suprema de Gobierno. Más tarde abrazaría la causa patriota. Fue necesaria entre muchos otros gestos de eximios patriotas, el verbo incendiario de
José Acevedo y Gómez hacia el escaso pueblo pasivo que aún permanecía en la plaza, para que no abandonaran el fervor inicialmente creado, « Si perdéis este momento de efervescencia y calor - clamaba Acevedo desde el balcón del Cabildo -; si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes; ved (señalando las cárceles) los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan ».
Fe en la Causa La fe en la causa, no es cosa nueva, es herencia pura y eso bien lo saben Añasco y Ampudia, Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa entre muchos otros, fe en la causa fue el aporte de un Inocencio Chincá, o de un Cándido Leguízamo, fue una Manuela Beltrán en el Socorro o una Juanita Escobar en Charalá, o ¿por qué no?, un Capitán Orlando Mazo Gamboa peleando hasta la última gota de sangre en Las Delicias. Sencillamente por la sola razón
de que “todo es posible para el que cree” (omniapossibiliasuntcredenti) y el soldado colombiano siempre ha creído en Dios, en su bandera, en su escudo y en su himno nacional; siempre ha considerado posible vencer hasta en las condiciones más absurdas sin importar el espacio geográfico en donde lo sitúe el destino, una Leticia en emergencia, una Corea lejana, una cordillera, un llano, un nevado, un risco, una selva, porque para el soldado colombiano fe en la causa es buscar los imposibles y salir avante. Fe en la causa es tener firmemente gravado en corazón y conciencia un comportamiento ético superior, es una fuerza interior que inspira a los integrantes del Ejército Nacional, para lograr la victoria de manera irreprochable, nítida, legal y siempre demostrable. Es un activo siempre disponible para gastarlos en gestas heroicas en donde deba garantizarse el cumplimiento de la misión en forma transparente. Fe en la causa es inspirarse permanentemente en una trilogía escalonada, como base
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y soporte del quehacer militar constituida por un equipo magistral integrado por talento humano, espíritu, experiencia, material y los recursos. Es alcanzar el equilibrio, como un balance entre el juicio de la conducta humana y la dosificación de los medios y llegar a coronar la faena con una orgullosa sensación de dignidad, como esa nobleza y ejercicio del honor y virtudes militares, practicado como un respeto que se da y se merece, dignidad como es condición imperante. Es servir a su Patria, a su pueblo y a su Ejército, bajo el entendimiento que el servicio es una de las formas más elevadas de entrega que pueda tenerse, siempre en procura del bien común. Es mostrar la secuencia libertaria de los héroes que el 20 de Julio de 1810 inscribieron sus nombres en las listas del cadalso, el patíbulo o el paredón de la reacción española encabezada por Pablo Morillo por tanto atrevimiento. Es volver los ojos hasta encontrar por fe en la causa incluso el primer director de la Escuela Militar el 1° de Diciembre de 1810, el español José Ramón de Leyva, a quién Morillo no le perdonaría haber abrazado nuestra causa y lo lleva al cadalso también en 1816 y hay fe en la causa al escuchar como retumban en las páginas de nuestra historia las últimas palabras a sus hijos, “muero tranquilo con la convicción de que la patria será irrevocablemente libre e independiente”.
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El Ejército de hoy es el mismo de siempre, es como lo afirmara un entrañable superior y amigo, héroe en Corea, hace muchas años, “el ejército que hizo la campaña libertadora de Boyacá, el que fundó la República, no era considerable por su número ni por la calidad de sus armas ni la vistosidad de sus uniformes ni el dominio de la técnica, la táctica o los principios de la “alta estrategia”. Era una montonera, pero de emociones; capaz de soportar las inenarrables penalidades de la campaña y de hacer milagros de las victorias a golpes de coraje, de corazón, de lanza y de macana, hechas con la autenticidad de la madera de la tierra”, era, es y será por siempre un compendio magistral de hombres con una profunda convicción de fe en la causa.
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El 20 de Julio:
el sentido de pertenencia
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ibérica. Se encarceló con audacia al Virrey Amar y Borbón. Surgió el Ejército Patriota, origen de la actual Fuerza Pública de Colombia. La idea de gobierno autónomo fue acogida por toda la nación.
Doctor Horacio Gómez Aristizábal Ex conjuez altas cortes, ex magistrado y presidente de la Academia Hispanoamérica de Letras y Ciencias.
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os pueblos no viven solo del trigo que sembraron sus abuelos, ni de la cultura ancestral. Los pueblos viven también y perduran en la memoria de los hombres e influyen en los destinos humanos por la gloria conseguida por los héroes en épocas de grandes luchas. Una nación consta no solo de la población viva. La patria está conformada por los que murieron, por los que viven y por los que están por nacer. Hablar del 20 de julio es recordar el trascendental episodio que le dio origen a nuestra patria en 1810. El relato es simple. Los granadinos tenían mil motivos para luchar por la independencia. Sus grandes figuras constataron la existencia de hechos excepcionales para iniciar la heroica batalla. España estaba invadida por Napoleón y su Rey estaba preso. Esto, seguramente facilitaría el esfuerzo por lograr la autonomía. Un puñado de patriotas visitó a un español- Jose Gonzalez Llorente- para que facilitara un florero y agasajar o decorar la mesa para exaltar a un defensor de la independencia llamado Antonio Villavicencio. Esto originó una sangrienta riña entre patriotas y monarquistas, terminando el escándalo en la reunión de un cabildo abierto que proclamó la independencia. Los españoles perdieron desde ese momento el dominio del cabildo, derrotados por la vehemencia de los oradores y por el grito huracanado autonomista del pueblo. Al amanecer del 21 de julio de 1810, el Virrey asombrado y perplejo aceptó la independencia. El 20 de julio de 1810 dividió radicalmente a Colombia en dos bandos: Patriotas y Realistas. Hasta ese momento se obedecía ciegamente al monarca español. Se inició la organización del poder público en tres ramas: ejecutivo, legislativo y judicial. Rechazó a toda autoridad
Colombia tiene que buscar su identidad en su historia. La tradición, banco de recuerdos de una comunidad, es lo que une, por encima de lo que nos pueda dividir. Tenemos glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; hemos hecho unidos grandes cosas; queremos hacer otras cosas más. En Colombia están los huesos de quienes mecieron nuestras cunas. Estamos unidos a la nación por todo lo que precede y por todo lo que sigue: por lo hecho y por lo que haremos, por el pasado y por el porvenir. “La patria es todo. Lo grande y lo pequeño, lo que pasó y lo que perdura, lo que ríe y lo que llora, las realidades y los sueños; toda la alegría, todo el dolor de la vida. La patria es el pecho de la madre que nos alimenta y el brazo del padre que nos sostiene y nos guía y la cabeza blanca del anciano que se inclina sobre nuestra inocencia, y la diestra del sacerdote que nos bendice, y la palabra del maestro, del catedrático que nos simbra de luz el pensamiento”. Nadie ha superado a San Agustín en aquello de enseñarnos qué es la patria. Leamos el bello texto: “Ama siempre a tus prójimos, y más que a tus prójimos, a tus padres, y más que a tus padres, a tu patria, y más que a tu patria a Dios. La patria es la que nos engendra, nos nutre y nos educa… Es más preciosa, venerable y santa que
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nuestra madre, nuestro padre, y nuestros abuelos. Vivir para la patria y engendrar hijos para élla, es un deber de virtud. Pues qué sabéis cuán grande es el amor de la patria, no os diré nada de él. Es el único amor que merece ser más fuerte que de los padres”. De la gloria de nuestros próceres, sacaremos fuerzas para nuevas hazañas. La gloria es un luminoso resplandor que nos viene del pasado, es el encendido crepúsculo que deja cada siglo al ponerse el horizonte de la historia. La humanidad lleva luz atrás: las hogueras del pasado iluminan las tinieblas del porvenir. La humanidad marcha trabajosamente como sobre un río huracanado entre una montaña llena de sorpresas y misterios. La lucha de todos los días contra múltiples dificultades forma el carácter y templa el espíritu. Todos los pueblos cultivan con cariño sus leyendas de gloria. Los héroes alimentan nuestras ansias de triunfo. Algunas naciones confunden el culto de los dioses con el culto de sus grandes figuras. Y los colombianos tenemos la más dorada, la más encendida y esplendida leyenda de que puedan enorgullecerse los pueblos. La tenemos cerca a nosotros. Se cree equivocadamente que el culto al pasado es episodio para entusiasmar a los niños o a los estudiantes de primaria. El culto a las hazañas pretéritas es la base del nacionalismo, del patriotismo y de la personalidad de una comunidad. Siempre hay que ambicionar el progreso, el desarrollo y ver a la patria triunfante, respetada y rebosante de honor y dignidad. El amor a la patria es ciego, sordo y parcial, porque la patria se exterioriza sirviéndola gratuitamente, con energía y con amorosa piedad; sus desgracias son nuestras y nuestras deben ser sus flaquezas; vivimos de su seno nutricios y debemos cultivar para ella tanto más amor cuanto más exhausta se encuentre de fuerzas vitales. En estos momentos se está incubando la “Patria Futura”; y si aquellos a quienes los pueblos eligieron, para regir sus destinos, como es de esperarse, saben cultivar la concordia de los espíritus para la obra magnánima, es casi seguro que nuestra generación asistirá a grandes y luminosos días. Ya lo expresó Kennedy: “No hay que preguntar qué puede hacer la patria por uno: sino qué podemos hacer nosotros por la patria”.
De la gloria de nuestros próceres, sacaremos fuerzas para nuevas hazañas.
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Un reconocimiento a los de la
Soldados
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Patria
ontinuamos ocupando el primer lugar en el corazón de los colombianos, tal como lo demuestra la última encuesta realizada por Invamer Gallup Colombia Ltda.
Los resultados presentados por la encuesta en el mes de julio, muestra cómo el nivel de aprobación de las Fuerzas Militares está en un 76% de favorabilidad, superando a los medios de comunicación con un 70% y la Procuraduría General con un 68%. Lo anterior demuestra que no sólo el desarrollo permanente de las operaciones contra las organizaciones terroristas, sino la presencia institucional en todo el territorio nacional han permitido aumentar los niveles de seguridad, el desarrollo socioeconómico y la confianza de colombianos y extranjeros.
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Tiene una opinión favorable o desfavorable de . . .
LAS FUERZAS MILITARES LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN LA PROCURADURÍA GENERAL LA FISCALÍA GENERAL LAS FUERZAS MILITARES
BRASIL
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
LOS ESTADOS UNIDOS
LA PROCURADURÍA GENERAL
LA IGLESIA CATÓLICA
LA FISCALÍA GENERAL
LA CONTRALORÍA GENERAL BRASIL
LA POLICÍA
LOS ESTADOS UNIDOS
LA CORTE CONSTITUCIONAL
LA IGLESIA CATÓLICA
LA CLASE EMPRESARIAL COLOMBIANA
LA CONTRALORÍA GENERAL
LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
LA POLICÍA
JUNTA DIRECTIVA BANCO DE LA REPÚBLICA
LA CORTE CONSTITUCIONAL
LOS SINDICATOS LA CLASE EMPRESARIAL COLOMBIANA EL CONGRESO LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
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EL SISTEMA JUDICIAL COLOMBIANO
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EL CONGRESO
LOS PARTIDOS POLÍTICOS EL SISTEMA JUDICIAL COLOMBIANO Empresa que realizo la encuesta: Gallup Colombia Ltda. Persona natural o jurídica que la encomendó: Gallup Colombia Ltda. Fecha de recolección de los datos: del 17 al 27 de junio del 2.011. Temas a los que se refiere: opinión pública sobre gobernantes, personajes, instituciones y hechos de actualidad. Universo: hombres y mujeres de 18 o mas años, de todos los estratos socioeconómicos, residentes en: Bogotá (4.636.097) , Medellín (1.546.461), Cali (1.400.483) ,Barranquilla (740.593) Y Bucaramanga (352.499), para un total de 8.676.133 Personas, según proyecciones dane.
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Causa y efecto
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Nosotros tenemos fe en ustedes, soldados ยกYo tengo Fe en la Causa...
Su causa y la nuestra, es
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