L
a menor de las niñas inventó una distracción poniéndose a recitar Camino de Mandalay. Sólo se sabía el primer verso, pero sacaba el máximo partido posible a su limitado conocimiento. Lo repetía una y otra vez con una voz lánguida pero resuelta y bastante audible; al hombre le pareció que alguien había apostado con ella a que no podía repetir el verso en voz alta dos mil veces seguidas. Quienquiera que hubiera hecho la apuesta tenía todas las de perder.
–¿De qué color era? –preguntaron los niños en medio de un aumento inmediato del interés. –De color barro, todo él, con una lengua negra y unos ojos gris pálido que brillaban con una ferocidad atroz. Lo primero que vio en el parque fue a Bertha; tenía un delantal tan limpio y de un blanco tan impecable que se veía desde muy lejos.
Gracias a Abel por su paciencia y a Pep Monserrat por sus consejos A. M. R.
Edición a cargo de Carmen Diana Dearden e Irene Savino Diseño basado en la propuesta gráfica de Petra Hiebler Segunda edición 2009 © 2008 Alba Marina Rivera, ilustraciones © 2005 Verónica Canales y Juan Gabriel López Guix, traducción Agradecemos la amable cesión de la editorial Alpha Decay, que publicó una versión de este cuento dentro de la obra Saki, Cuentos completos, Barcelona, 2005 © 2008 Ediciones Ekaré Todos los derechos reservados Av. Luis Roche, Edif. Banco del Libro, Altamira Sur, Caracas 1060, Venezuela C / San Agustí 6, 08012 Barcelona, España www.ekare.com ISBN 978-84-936504-3-8