El rey cerdo

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Koos Meinderts · Emilio Urberuaga

EL REY CERDO

EDICIONES EKARÉ




Para Elaine. —K. M. A Susana, Sara y Elisa, porque sin ellas soy un Hansel pero sin piedrecillas en el bolsillo. —E. U.

ekaré EDICIONES

Traducción: Cisca Corduwener Edición a cargo de Araya Goitia Dirección de arte: Alejandra Varela Primera edición, 2021 © Koos Meinderts, texto © Emilio Urberuaga, ilustraciones © 2021 Ediciones Ekaré Todos los derechos reservados Av. Luis Roche, Edif. Banco del Libro, Altamira Sur. Caracas 1060, Venezuela C/ Sant Agustí, 6, bajos. 08012 Barcelona, España www.ekare.com ISBN 978-84-122677-5-4 · Depósito legal B.14836.2020 Impreso en Barcelona por Índice Arts Gràfiques Este producto procede de bosques gestionados de forma sostenible y fuentes controladas.


Koos Meinderts Ilustraciones de Emilio Urberuaga

EL REY CERDO Un cuento con cola

EDICIONES EKARÉ


É

rase una vez un Rey al que le encantaba comer cerdo.

Del cerdo le gustaba todo, desde sus orejas rosadas hasta la punta de su colita.



—¿Por qué no pruebas algo distinto? —le decía la Reina—. Tanta carne de cerdo no te conviene. ¡Cada vez estás más gordo y te salen más granos! —¿Gordo yo? —decía el Rey—. Pero ¿qué dices? Tengo el cuerpo de un adolescente. Todos los días nado catorce vueltas en la Charca Real del Palacio. ¡Ni las truchas me pueden alcanzar! Y en cuanto a los granos: ¿sabes por qué me salen? ¡Por tus constantes quejas! —No sé... No te vendría mal comerte alguna chuletita menos —insistía la Reina—. Si sigues así, acabarás convirtiéndote en cerdo.

Pero el Rey no le hacía caso y seguía comiendo.



Por las mañanas, el Rey visitaba la Pocilga Real en busca de un nuevo cerdo para la cena. Alzaba un rabo por aquí, tiraba de una oreja por allá, repartía palmaditas, murmuraba «delicioso...» o «exquisito...» y, finalmente, escogía al cerdo más apetecible. Aquel día fue un simpático gordinflón con pinta de listillo y un rabo respingón.



El cerdo elegido salió de la fila henchido de orgullo, hizo una reverencia cortés y recibió las felicitaciones de toda su familia. —¡Viva papi! —exclamaron sus siete lechoncitos. Todos, excepto uno: el más pequeño. —¿Por qué esa cara tan triste, hijo? —dijo el papá cerdo. El cerdito miró a su padre y le hizo una pregunta: —Papi... ¿para qué vivimos?



UN CUENTO CON COLA Érase una vez un rey al que le encantaba comer cerdo. «¿Por qué no pruebas algo distinto?», le decía la reina. «Si sigues así, acabarás convirtiéndote en cerdo...»


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