La picardía y el ingenio de los cumaneses han hecho de su ciudad un lugar inolvidable, que ha logrado contrarrestar una historia marcada por desventuras. Sobre sus propias ruinas Cumaná ha vuelto a levantarse varias veces con admirable terquedad, manteniéndose como una ciudad bullanguera de río y mar, de nadadores y pescadores. Su plaza más importante no tiene una estatua de Bolívar, como ocurre en las ciudades del resto de Venezuela, sino una de Antonio José de Sucre a caballo, el hombre que salió de Cumaná a dirigir la batalla de Ayacucho, donde se selló la Independencia de las naciones suramericanas.
Descubre cómo Cumaná, sin dejar su carácter marinero, pasa de ser un territorio de guaiqueríes y cumanagotos a convertirse en una ciudad de libertadores, poetas, boxeadores y músicos, a través de una historia contada con calidez, gracias y hermosas imágenes.