Ediciones Ekaré
Traducción: Verónica Uribe Cuarta edición, 2017 © 2012 Alison Lester © 2014 Ediciones Ekaré Portada y diseño interior: Tony Palmer Maquetación de la edición en castellano: Verónica Vélez Carta de la niña Angélica Mardones: Andrea Brunet. Ediciones Ekaré agradece a Alex Hernández por los datos que nos envió desde las Islas Shetland, Base Eduardo Frei Montalva, Villa Las Estrellas. Igualmente a Mario Cofré por su ayuda con los términos náuticos. Todos los derechos reservados Av. Luis Roche, Edif. Banco del Libro, Altamira Sur. Caracas 1060, Venezuela C/ Sant Agustí, 6, bajos. 08012 Barcelona, España Av. Italia 2004, Ñuñoa. Santiago de Chile, Chile www.ekare.com Publicado originalmente en inglés por Penguin Group Título original: Sophie Scott Goes South Las fotografías del helicóptero y la cueva de hielo de la página 14 y de la turbina y botes de goma de la página 19 se reproducen con permiso de Warwick Barnes. La estampilla de la página 4 se reproduce con permiso de la Corporación Postal Australiana. La estampilla de la página 28 se reproduce con permiso de Posten Norge AS. El Aurora Australis se reproduce con permiso de los Servicios Marítimos P&O. Aunque en la edición de este libro se han puesto todos los esfuerzos en contactar con los propietarios de los materiales reproducidos, si se hubiese cometido algún error, Penguin les extiende sus excusas y les insta a contactarlos. ISBN 978-84-942081-7-1 · Depósito legal B.16420.2014 ISBN Chile: 978-956-8868-58-1 Impreso en China por RRD APSL
Ediciones Ekaré
Mamá
Ale
¡Me voy a la Antártida! O Antártica, como también se le llama. Sí, yo, Sofía, me voy al sur-sur. Tengo nueve años y viajaré con mi padre a la Antártica. Él es el capitán del Aurora Australis, un barco rompehielos. Llevaremos pasajeros y suministros a la estación Mawson. Seremos los últimos visitantes de este año antes de que el invierno llegue y el océano se congele. El viaje durará un mes. Nos tomará dos semanas llegar hasta allí, pasaremos una semana en la estación y después regresaremos. Veré icebergs, pingüinos, focas, ballenas. Papá dice que incluso yo puede haber una tormenta de nieve. ¡Estoy loca por partir ahora mismo!
Animales que veré en la An tár tic a:
Papá
ares, no. Solo l o p s Oso el Ártico. en n á t s e
Día 1 Mamá trató de no llorar cuando nos despedimos en el aeropuerto, pero vi que tenía lágrimas en los ojos. Mi hermano Alejandro también estaba triste, pero se alegró cuando le prometí que le traería un trozo de hielo antártico. Desde el avión, antes de aterrizar en el puerto de Hobart, pude ver el Aurora Australis en la bahía. Se veía minúsculo, pero cuando me paré a su lado en el muelle, me di cuenta de que era enorme, largo como un campo de fútbol y alto como un edificio de cinco pisos.
Mi papá llevó mis maletas a nuestra cabina y desempaqué. Mi camarote tiene una cortina que puedo abrir y cerrar y una pequeña lámpara sobre mi almohada. Parece una casita de perro. ¡Qué bueno que papá dormirá justo al otro lado de la cabina! Subí hasta la cubierta principal y desde allí vi cómo los pasajeros arrastraban su equipaje por la rampa. Y también vi cómo la grúa montaba la carga en el barco. Cuando todo estuvo listo, papá hizo sonar la sirena y el Aurora Australis se deslizó suavemente alejándose del muelle. Lanzamos cintas de colores a la gente que nos despedía y las sostuvimos hasta que se cortaron. Entonces, el trecho de agua que nos separaba se hizo más y más ancho. Una inmensa luna se reflejaba en el mar y también las pequeñas luces del puerto. Yo me sentía como un astronauta volando hacia el espacio exterior, un poco asustada, pero muy emocionada.
anclas
el s e e Est ustralis A a r o r Au
amarrado con las e al muell spías e
ojo d e bue y
cabrestpante asare la
vavidas l a s e bot
as salvavid
o cuerrdeas s a í p es e amar d
Aurora 2
Día 2 Anoche me sentí a salvo y protegida mientras el barco golpeaba contra las olas. Me encanta mi pequeño camarote. Todavía no tengo piernas de marinero, pero al menos, no me he mareado. Papá dice que llevo el mar en la sangre. Tengo mucho cuidado cuando estoy en cubierta. “Una mano en el barco, y una mano para ti”, dice mi padre. Eso quiere decir SIEMPRE AGARRADA. Sería terrible caer por la borda. Hay sesenta y dos personas en este barco (y yo) y los he conocido a casi todos hoy mismo. Veintitrés son miembros de la tripulación y el resto pertenece a la expedición de reabastecimiento. Son:
•el jefe y su asistente •dieciséis personas que se quedarán en la base por un año •doce científicos visitantes •seis personas que manejan los botes •dos operadores de grúas •una artista (la amiga de Mamá: Sara) lación la tripu
Algunas cosas en el barco tienen nombres curiosos. A mi camarote lo llaman “amarradero”; a la ventana, “ojo de buey”, a la cocina, “galera” y al comedor le dicen “la leonera”. Hoy me hice amiga de Georgie que va a la estación por un año para estudiar los pingüinos. Ella me enseñó la danza de los pingüinos.
Esta mañana subimos todos al helipuerto para una reunión en la que aprendimos acerca de seguridad y salvataje. Nos subimos a los grandes botes salvavidas que cuelgan de los lados del barco. En cada uno caben setenta personas. Para ir al baño hay que conformarse con un balde y para comer solo hay galletas duras y rancias. Espero que nunca tengamos que usar los botes salvavidas. Papá me dice que no me preocupe. Él ha estado miles de veces en la Antártica y nunca ha naufragado.