Bicentenario y centenario de México

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BICENTENARIO Y CENTENARIO

MIércoles 15 DE SEPTIEMBRE DE 2010

200 años de

ILUSTRACIÓN: EL INFORMADOR • J. LÓPEZ

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A 200 AÑOS DE LA LUCHA EMANCIPADORA

Ciudadanía e identidad, la herencia de la Independencia Los festejos del Bicentenario de la Independencia son una oportunidad para repasar un fragmento de la historia y destacar aquellos elementos que identifican a México como nación. De 1810 a la fecha, las circunstancias se han modificado radicalmente, aunque algunos problemas se han mantenido como la pobreza y la falta de educación. El profesor de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Sergio Valerio Ulloa destaca que la sociedad siempre ha sido heterogénea y ha privilegiado a ciertos grupos, mientras que “la gran mayoría de los habitantes viven en la marginación y pobreza, eso ha sido una constante a lo largo de estos 200 años”. Agrega que los movimientos armados en México son la manera en que la sociedad se relaciona con la riqueza. Hace 200 años, la vida era distinta, lo que no significa que los problemas se hayan disipado, algunos de ellos se han transformado y otros anhelos sociales se han mantenido como la seguridad, la tranquilidad y una mejor calidad de vida. Para el historiador, “cada momento histórico es único y es difícil compararlo con la sociedad actual. Antes había pobreza, pero era de otra índole. Hoy tenemos una mayor población, también más pobres y una contaminación exagerada”. Destaca la falta de crecimiento económico actual. Durante el virreinato, la Nueva España era una de las provincias más ricas de la Corona Española, sin embargo la riqueza no se distribuía en toda la población. “La riqueza se iba a España y los pobres siempre han sido los más marginados. Este año hay 40 millones de pobres”, expresa el docente de la UdeG. Por otro lado, hay áreas donde se avanzó considerablemente, ya que la lucha de Independencia permitió la construcción de una nación, y los mecanismos para el desarrollo de la política en México y la forma de elegir a las autoridades, es decir el sistema democrático, que es un proceso largo que comenzó hace dos siglos. Durante ese tiempo se construyó la nación, “México nace en 1821, antes de

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La conmemoración del inicio de la gesta insurgente es el momento para repasar los logros y las deudas históricas

• Imagen de principios del siglo XX en la que se observa un banquete de celebración. eso es era la Nueva España”, afirma Sergio Valerio Ulloa. La principal herencia de esa lucha que comenzó en 1810 es la ciudadanía y los derechos políticos como el ejercicio del voto y la oportunidad del elegir a los gobernantes. Para el miembro de la Academia Mexicana de la Historia, Álvaro Matute, la historia moderna de México arranca con la lucha emancipadora.

Las interrogantes El problema y la inconformidad sobre los festejos es el resultado de un objetivo incumplido, que consistía en que México se convirtiera en una nación moderna, estable y económicamente viable. Para Álvaro Matute, existen deudas históricas y temas a cuidarse como la renovación política, el reparto agrario y la justicia.

Vale la pena festejar El escritor Álvaro Matute afirma que el Bicentenario de la Independencia ha opacado el Centenario de la Revolución porque la lucha insurgente es el punto de partida de la Historia moderna de México. Considera que “hay que revisar la Historia completa de México y detenerse en 1910 y también en 1859 con la Reforma. Hay que recorrer la historia completa, siempre que se conmemora una efeméride se centraliza”. El historiador señala que es partidario de celebrar cualquier cumpleaños, “aunque la persona que cumple años no goza de cabal salud. De todos modos, el festejo implica tener esperanza de la pronta recuperación,

siempre he dicho que apagar la luz y cerrar la puerta no es sano”. Para Sergio Valerio Ulloa las conmemoraciones se ven opacadas por los problemas nacionales. Es ahí donde surge la pregunta sobre qué hay que festejar porque “no somos una nación exitosa, hay muchos saldos negativos para los mexicanos, pero aún así la efeméride debe conmemorarse porque hemos permanecido como país”. El historiador señala que algunas naciones se han disuelto por los conflictos internos y están divididos por grupos étnicos irreconciliables”. Somos una nación de 200 años que no es perfecta y tiene problemas, pero seguimos en la construcción de nuestra nación”.


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ARRAIGO A LAS TRADICIONES

Después de la Independencia, la mentalidad sigue siendo colonial

Aunque México no es el mismo hoy que hace 200 años, no todo ha sido ruptura: la sociedad sigue siendo tradicional “y en este 2010 no somos totalmente modernos. Cambiamos lo material, pero seguimos arrastrando la mentalidad de la época de la Colonia”, asegura Jaime Olveda Legaspi, investigador de El Colegio de Jalisco (Coljal) y experto en la lucha de Independencia en la región de Occidente. Durante la lucha insurgente la Ciudad de México tenía 300 mil habitantes y Guadalajara poco más de 30 mil. La población estaba diseminada y era en su mayoría rural. Ahora, la capital jalisciense tiene más de cuatro millones de personas. A principios del siglo XIX, la gente era en su mayoría analfabeta, “porque era católica, corporativa y tradicional, sin contacto con el exterior. Tenían una mentalidad propia de sociedades antiguas, donde la tradición tiene un gran peso”. Incluso, la sociedad rechazó la nueva cultura política que difundió la Ilustración o la Revolución Francesa, comenta el también doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Y probablemente uno de los mayores logros de la guerra insurgente es que “dejamos de ser vasallos del rey. Hoy somos ciudadanos, con derechos, que eligen a sus representantes”, comparte el investigador de El Coljal, autor de La Guerra de Independencia. 200 años. Olveda Legaspi considera que la población actual debe cuestionar hasta dónde es benéfico preservar la tradición o seguir la modernidad. Porque hoy, México sigue ligado a su pasado y no han cambiado las estructuras coloniales de poder, de familia, de religión e incluso los hábitos alimenticios. “Pensamos igual que en 1810, la diferencia es que ahora tenemos una computadora a un lado”. En el caso particular de Guadalajara, el investigador resalta que la fama de que es conservadora no es en vano. Un ejemplo es que en Jalisco no surgió un solo insurgente político que haya planteado proyectos o ideas. Lo que hubo fueron guerrilleros e insurrectos rústicos. Y en general la ciudad era realista, porque los comerciantes no querían perder sus negocios en el Puerto de

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El investigador Jaime Olveda Legaspi opina que la sociedad no ha logrado ser “totalmente moderna”

• Estampa de mediados del siglo XIX en la que se observa a un grupo de charros adinerados.

San Blas. “Lo convulso en este país siempre mayoría de mexicanos se han olvidado del tructiva que despertó la violencia, tal compromiso social que tienen para su país”. vez con las mismas dimensiones “que ha sido en el campo”. hoy vivimos”, porque la vida pendía de un hilo y durante 11 años el contexto fue Ocho generaciones de distancia ¿Un país violento? de inseguridad. Para ejemplificar la historia violenta Entre 1810 y 2010 hay aproximadamenMéxico repite otro periodo violento, te ocho generaciones. El también profesor aunque la situación sea completamente dis- del país, Jaime Olveda resalta que en los úlinvestigador del Instituto Nacional de An- tintas a las de 1810 y 1910. Sin embargo, Jai- timos 200 años, sólo ha habido dos periotropología e Historia resalta que lo impor- me Olveda desmitifica la visión romántica dos de paz. Hubo violencia de 1810 y 1880. La calma regresó de 1880 a 1910. La turbutante “es reflexionar cómo hemos avanzado de las luchas pasadas. en ese tiempo y en qué situación está el país Los campesinos de principios del siglo lencia se reactiva de 1910 a 1940. México en comparación con otros. ¿Qué nos separa XIX no pensaban en la insurrección, de en- vuelve a tranquilizarse y de algunos años a de los países hegemónicos? Es importante trada porque había una verdadera aplica- la fecha, “el país está secuestrado por el crievaluar estos 200 años para entender porqué ción de la justicia. Los que se unieron a la men organizado”. Y ahora, la situación que vive México tenemos un país ensangrentado”. lucha fueron movilizados, convocados u Y para aquellos que dicen que no hay obligados, e incluso muchos vivieron de responde al retraso económico que no ha nada que festejar, Jaime Olveda puntualiza ella y se convirtió en su modus vivendi. El permitido que la sociedad viva dignamente. que se debe a que “en estas ocho generacio- propósito no era exactamente luchar por “En este contexto es que los mexicanos debemos reinterpretar las guerras, para renones no hemos sabido construir un país. No la Independencia. sabemos elegir a nuestras autoridades ni La insurrección de Hidalgo se con- varnos y cambiar las actitudes que tienen al ejercer nuestros derechos; y es grave que la virtió en una revolución popular y des- país bañado de sangre”.


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una historia de indefiniciones territoriales

IMÁGENES PROPORCIONADAS POR EL INVESTIGADOR HIRINEO MARTÍNEZ.

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• El teniente de Navío José María Narváez realizó en 1824 la primera Carta Cartográfica de los estados de Jalisco, Zacatecas y territorio de Colima.

En los últimos 200 años, el Estado perdió los territorios de Colima y Nayarit, con los que ahora tiene conflictos limítrofes

La demarcación territorial de Jalisco hoy carece de certezas y el Gobierno del Estado trabaja con un mapa distinto al que utiliza el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), lo que ha generado conflictos político-administrativos. La historia de esta indefinición de límites comienza en los años posteriores al inicio del México independiente, cuando la entonces intendencia de Guadalajara tenía una extensión de 200 mil kilómetros cuadrados y abarcaba Nayarit y Colima. A finales de la Colonia, la intendencia estaba dividida en 28 partidos y después del triunfo insurgente se integran unidades territoriales denominadas cantones, de acuerdo al Plan formado para la demarcación y arreglada distribución de Guadalajara. Hirineo Martínez Barragán, titular del Departamento de Geografía de la Universi-

• En 1898, Jalisco ya había perdido el territorio de Tepic, ahora Nayarit.

dad de Guadalajara, relata que gracias a que durante el movimiento insurgente hubo por lo menos dos órdenes de Gobierno intermitentes (el sistema insurgente y el monárquico), en 1821 se forma el Plan de Gobierno provisional del nuevo Estado de Xalisco y se retoman los partidos que planteaba la Constitución de Cádiz. Dos años después inicia un proceso para borrar los vestigios del antiguo régimen y los partidos se convierten en departamentos. En ese momento comienzan las aspiraciones autonómicas de Xalisco, ante lo que el Gobierno central reacciona separando a Colima y declarándolo territorio Federal, el 30 de enero de 1824. “La interpretación que hago es que fue un castigo. En ese tiempo el Puerto de San Blas ya había perdido valor, estaba en desuso y Manzanillo (en Colima) se estaba proyec-

tando como una alternativa. Entonces, como estrategia política, la Federación divide la región porque Xalisco no podía independizarse sin puerto”, resalta el maestro en Estudios de la Región por El Colegio de Jalisco. Después de la separación de Colima, se aprueba la Constitución de Xalisco el 4 de octubre de 1824 y se divide en ocho cantones, con uno o más partidos y éstos a la vez se dividían en municipalidades, las cuales se conformarían por pueblos que junto con sus comarcas tuvieran más de mil habitantes.

El navegante traza el primer mapa A sus 16 años, José María Narváez sale de Cádiz ansioso de explorar el mundo. Se convierte en navegante de la Corona española y se hace un experto cartógrafo


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IMAGEN PROPORCIONADA POR EL INVESTIGADOR HIRINEO MARTÍNEZ.

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• Mapa realizado en 1956, por la Dirección de Geografía y Meteorología de la Secretaría de Agricultura y Ganadería.

que incluso participa en las disputas territoriales de América. Durante la Colonia, el teniente de navío estuvo a cargo de algunos puertos estratégicos, y aún después de la lucha de Independencia, se queda en el país a cargo del Puerto de San Blas y hace gran cantidad de trabajos cartográficos, entre ellos, la Carta Cartográfica de los Estados de Jalisco, Zacatecas y Territorio de Colima, en 1824. Hirineo Martínez Barragán, quien también es asesor del Gobierno de Jalisco en el conflicto limítrofe entre el Estado de Jalisco y Colima, señala que ese primer mapa fue tan trascendente que se replicó hasta poco después de mediados del siglo XIX. Posteriormente, durante el Gobierno de Juárez se decretó que el cantón de Tepic (ahora Nayarit) se convertía en distrito militar, en respuesta al movimiento revolucionario de Manuel Lozada “El Tigre de Alica”, quien dominó por 18 años la región. “Ahí empieza la separación de Nayarit, pues la República quería apaciguar a los rebeldes. Posteriormente con la Constitución de 1857 se le da el carácter de estado federado y hasta 1884 se le reconoce como tal”, comenta el también autor de la investigación Evolución de la Representación Territorial 1824-2008.

Los primeros mapas nacionales A mediados del siglo XIX se hizo el primer intento de integrar las cartografías regionales con algunos atlas nacionales. Pero hasta la época posrevolucionaria se generan mapas de la República Mexicana con nuevas imágenes cartográficas. Y en pleno 1915 se gestan los municipios libres y desaparece la vida de los cantones. Martínez Barragán, experto en límites territoriales y cartografía, resalta cómo los mapas se han utilizado para apropiarse de territorios y la trascendencia que puede tener un simple dibujo, pues prácticamente en todo el país hay conflictos limítrofes. Un elemento que abona al problema es que en la Constitución de 1917 el artículo 45 establece lo siguiente: “Los estados de la federación conservan extensión y límites que hasta hoy han tenido, siempre que no haya dificultad en cuanto a éstos”. Las demarcaciones territoriales nunca se definieron con exactitud y por ello han surgido conflictos como los que existen entre Colima y Jalisco, el cual se encuentra en el Senado de la República y que no se ha podido resolver hasta la fecha. “En esos años se crean los municipios, pero era un tema muy light, porque se conformaban por un pueblo principal y

• Mapa satelital actual.

los asentamientos de los alrededores. No había trazo límite ni término de algún territorio”, resalta Hirineo Martínez. El Gobierno Federal intenta en varias ocasiones lanzar un proyecto nacional de cartografía, pero el que mayor trascendencia tuvo fue el de 1946, realizado en escala 1:500 mil.

Intentos por delinear Jalisco En 1978, el Instituto de Geografía y Estadística de la Universidad de Guadalajara hace una propuesta de límites territoriales de Jalisco y se presenta en el Congreso del Estado. “Por alguna razón no se aprueba pero aparece otro mapa de Flavio Romero de Velasco, entonces Gobernador de Jalisco, elaborado por el Instituto Geografía de la UNAM y el Gobierno Federal en 1979, y se convierte en el documento oficial”, dice Hirineo Martínez. En 1980, la Dirección general de Geografía, Estadística e Informática, ahora INEGI, genera una nueva propuesta con áreas geoestadísticas, por lo que en esa fecha Jalisco ya tenía tres mapas distintos, con diferencias a nivel estatal y municipal. “Esto ha sido grave porque la gente normalmente trabaja con las estadísticas del INEGI y el mapa del Gobierno de Jalisco no coincide”, reflexiona el investigador de la Universidad de Guadalajara.

En 2001 se propuso realizar una versión oficial del territorio de Jalisco y el INEGI respondió que no era autoridad para definir límites, ya que sólo el Legislativo tiene esa atribución. El año pasado, el gobernador Emilio González Márquez decretó un mapa oficial para que se utilice al interior de las secretarías estatales, pero no es oficial porque el Congreso del Estado no lo ha aprobado. Por ende, el INEGI utiliza otros límites y hay incompatibilidad en información territorial en relación con el sistema político-administrativo. “Hay que decir que este último mapa ha ganado más adeptos porque es el que tiene el sistema de información geográfico y las unidades territoriales ya están tipificadas”. El investigador resalta que para Jalisco “debe haber reordenamiento en el amplio sentido de la palabra, para que haya justicia y equidad territorial. El desarrollo regional debe vislumbrar los grupos vinculados a la tierra. Y entonces pensar en políticas que detonen determinados sitios, y que se articule sociedad, economía, ecología. Es decir, el territorio no es una plataforma, es un lugar de conflictos de convergencia e intereses, a partir de los recursos naturales y las ubicaciones estratégicas.


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LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN, UNA BÚSQUEDA CONSTANTE

El papel de publicaciones como El Despertador Americano fue clave en el avance del movimiento insurgente “Los periódicos son los archivos de las bagatelas” expresó el escritor francés François Voltaire, pero en el caso de los movimientos armados de México la prensa es un registro de la historia y de sus protagonistas. El escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Historia, Álvaro Matute, explica que la prensa es el telón de fondo de las luchas, por lo que es necesario revisar aquellas publicaciones que incidieron de alguna manera en el movimiento emancipador. El medio que dio aviso del levantamiento armado de 1810 fue Tiempo de México, -cuyo primer número se publicó en la capital del país-. El ejemplar presentó la nota de El Grito con el titular Estalló rebelión en Dolores. Además, se relataban otros hechos como la invasión de Napoleón Bonaparte a España. El autor Juan María Nepote señala en su libro Las Independencias Hispanoamericanas que “lo destacable es la clara concepción del Tiempo de México al contextualizar de los problemas globales”. Prueba de lo anterior es que el impreso destacaba otras circunstancias como la caída del virrey José de Iturrigaray. Agrega que durante el Virreinato la sociedad y la prensa utilizaron a su favor las ideas de la Revolución Francesa. “Los espacios editoriales (…) obligan a una reconsideración más aguda de los acontecimientos vinculados con la insurgencia”, ya que entonces, igual que ahora, se publicaron frases como “la opinión pública teme por sus vidas”. La escritora e historiadora Celia del Palacio señala que el papel de la prensa durante la insurgencia fue importante porque difundió las ideas del movimiento. Expresa que su misión fue “fundamental con impresos como El Despertador Americano y otros que no se saben cómo circulaban, ya que igual que los héroes y las personas, los periódicos tuvieron una vida muy penosa”. Dicha publicación es un ejemplo del acoso que vivió la prensa en el movimiento insurgente, que comenzó a circular el jueves 20 de diciembre de 1810 y cuya vida sólo dio para siete números en dos meses. El Despertador Americano tuvo un alcance mayor a las expectativas de los líderes de la lucha gestada en 1810 y sus ideas no sólo recorrieron todo el país, sino que llegaron a otros puntos de América como Chile, que entre sus tesoros nacionales tiene la colección original y completa de los siete números del periódico. La versión completa de la publicación dirigida por Severo Maldonado no se tiene en el país, según señala el profesor de His-

prensa escrita y su función social

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costaba dos reales, que ahora equivaldría a 15 dólares. “Era un precio exorbitante”, apunta Fregoso Gennis. El tiraje de dicha publicación era de dos mil ejemplares y los textos que integran la publicación se incluyeron en el libro El Despertador Americano en la colección Summa Mexicana del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), cuyo prólogo es autoría de Alfredo Ávila, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) El historiador comenta que los artículos analizaban la condición de la Nueva España y relata el avance de las fuerzas insurgentes. La herencia de la publicación es revalorada este año de festejos por la academia y los historiadores como los libros que ahora presentan los escritos que fueron incluidos en cada uno de los números del periódico editado en la casa, que ahora alberga el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas.

El autor de los contenidos Francisco Severo Maldonado y Ocampo (Nayarit, 1775-Jalisco, 1832) fue el responsable de la edición de El Despertador Americano. Era un personaje conocido en el ámbito intelectual de la época por traducir obras de otros idiomas al español y por sus ideas liberales. Con la llegada de Miguel Hidalgo y Costilla a Guadalajara, Severo Maldonado fue convocado para generar la publicación del movimiento. Ante la derrota del Ejército Insurgente, se dice que el editor fue obligado a dirigir la publicación de los realistas, El telégrafo de Guadalajara. Asimismo, sirvió al Imperio de Iturbide con el periódico El fanal del Imperio.

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toria de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Carlos Fregoso Gennis. Uno de los motivos por el que no se cuenta con el número siete en los archivos nacionales se debe a que éste comenzó su circulación el jueves 17 de enero de 1811, día de la Batalla del Puente de Calderón, cuando el Ejército Realista venció al Insurgente, encabezado por Hidalgo y Costilla. Antes de la década de los años cincuenta del siglo pasado se creía que el séptimo número de El Despertador Americano no existía, pero quien presentó el contenido del

ejemplar fue el historiador José Cornejo Maldonado, quien fotografió el escrito en Chile. La colección con el número siete se expuso por primera vez en México en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara en 1999, cuyo invitado de honor fue Chile. Cada ejemplar del periódico gestado en Guadalajara medía aproximadamente 14 centímetros de ancho por 21 de largo, pero su tamaño no era una condición para su precio, ya que adquirir un ejemplar entonces, según cálculos de Fregoso Gennis,

El escritor Carlos Pascual rescata en su libro La insurgente -Premio Novela Histórica Grijalbo Bicentenario- la obra de Leona Vicario, a quien se le considera la primera mujer periodista de México y quien financiaba periódicos. Leona Vicario era esposa de Andrés Quintana Roo. “Ambos fueron los grandes ideólogos de la Independencia. Leona Vicario no es una mujer que venga del pueblo. Es una criolla de la más alta sociedad, pertenecía a una familia de abolengo. El dinero y la posición social le permitió acceso a la cultura”, expresa el autor. Agrega que Leona Vicario “no luchó por emancipar al pueblo, luchó por los criollos y por los llamados americanos, por eso la seduce tanto la ideología de José María Morelos”. Leona Vicario nació en la Ciudad de México, en 1789. Era una criolla y pertenecía a la clase alta de la Nueva España y publicó sus artículos en diversos medios.


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de la insurgencia en Jalisco

Motivado por las ideas liberales, el cura Miguel Hidalgo y Costilla avanzó rumbo a Guadalajara sumando hombres mal armados e improvisados a su ejército. Mientras tanto, en septiembre de 1810, desde Arroyo Zarco el sacerdote José Simeón de Uría Vial alertó a las autoridades de la Nueva Galicia sobre la insurrección que inició en Dolores, Guanajuato. Las intenciones de Hidalgo y Costilla e Ignacio Allende pronto alcanzaron eco entre los habitantes de la Nueva Galicia. La guerra era latente e inevitable. De acuerdo a un infore firmado por Jesús Antonio Riaño, intendente de Guanajuato, el temor iba en aumento al interior de la cúpula neogallega. En un intento por defender Guadalajara de los grupos insurgentes que abrazaban la causa de Hidalgo y Allende, Roque Abarca ordenó que una patrulla exploratoria se dirigiera a Zapotlán del Rey, pues aquélla era una zona de acceso a Guadalajara. Con la misma intención le ordenó al capitán Manuel Ríos colocarse en Portezuelas hasta el rancho de Los Coyotes, por una parte, y hasta el Puente Colorado por la otra, atento a cualquier movimiento de fuerzas independentistas. Para refor-

EL INFORMADOR • S. NÚÑEZ

Miguel Hidalgo confió las fuerzas rebeldes a José Antonio “El Amo” Torres para tomar la Nueva Galicia

zarlo hizo venir de Lagos al teniente coronel Juan Calero. Los temores de las autoridades neogallegas no fueron infundados, pues en el mismo mes en que Hidalgo proclamó la Independencia de México, la Nueva Galicia sufrió dos invasiones: una encabezada por Navarro, Portugal y Huidobro; y la otra, acaudillada por el legendario José Antonio “El Amo” Torres. Aunque ninguno de los dos contingentes rebasaba los 400 hombres, el número de sus efectivos creció rápidamente, sobre todo el encabezado por éste último, quien a la postre se apoderó de Jalisco y les dio refugio a los derrotados ejércitos de Hidalgo.

“Jalisco jugó un papel importante y hasta protagónico en la guerra de Independencia, sobre todo por personajes como el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, hombre enviado por los reyes a la Nueva España con la intención de combatir a los insurgentes; el otro es José Antonio ‘El Amo’ Torres, quien se convertiría en el máximo caudillo de la insurgencia en la Nueva Galicia”, afirma Fabián Acosta, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdeG). De 1808 hasta que se obtiene la Independencia, en Guadalajara no hubo brotes de insurrección, sino más bien simpatías

con el movimiento emancipador y contra la insurgencia, aclara el investigador. En plena guerra en territorio neogallego, el obispo mandó colocar mantas a las afueras de los templos en las que se exhortaba a sus habitantes a mantener su fidelidad y apoyo al rey. “Incluso en Jalisco no hubo insurreción, lo que sí existió en cambio fue una contra la insurrección encabezada por el obispo Cruz Ruiz de Cabañas, cuando reclutó a clérigos y laicos devotos para formar un ejército al que llamó ‘La Cruzada’, milicia santa destinada a defender la ciudad de los ataques insurgentes, pero una vez que arriban los hombres de ‘El Amo’ Torres, los soldados de las fuerzas realistas desertarían”.


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ENCUENTRO ENTRE HIDALGO Y "EL AMO" TORRES

ENTRADA TRIUNFAL Y TOMA DE GUADALAJARA

BATALLA DEL PUENTE DE CALDERÓN

Una vez que Hidalgo y Costilla pisa la Nueva Galicia, se entrevista el 4 de octubre de 1810 con José Antonio “El Amo” Torres, a quien provee de armas y hombres para extender la lucha de Independencia en tierras neogallegas, a las que pretendía atacar y de ser posible tomar. “A Hidalgo le agradó ‘El Amo’ Torres y sin mucho pensarlo mostró disposición y buen ánimo de concederle tropas y recursos suficientes para su misión. A quien le disgustó el acuerdo establecido fue a un colaborador cercano al cura, Fernando Pérez Marañón, ya que pensaba que José Antonio Torres era un desconocido y principiante a quien se le había depositado la confianza para levantar en armas a los habitantes de la Nueva Galicia”, expresa el académico universitario. La envidia divide el camino de estos dos hombres, dice Fabián Acosta, ya que el primero siguió la ruta de los héroes, “asumiendo cualquier sacrificio hasta alcanzar la victoria y la toma de Guadalajara; el segundo se desbordó por la traición y se presentó ante Félix María Calleja, jefe de las fuerzas realistas, para prevenirlo del ataque de Hidalgo y sus hombres”.

“El 11 de noviembre del mismo año, José Antonio ‘El Amo’ Torres hizo su entrada triunfal a territorio neogallego, tan sólo a unas semanas de que Hidalgo le depositara su confianza para propagar la guerra de Independencia en el Occidente de México”, señala Acosta. Luego de que Torres tomó Guadalajara, continuó su ruta por Arandas, Sahuayo, Tizapán y Zacoalco. Para entonces, agrega el investigador del CUCSH, la guerrilla insurgente se había esparcido por toda la Nueva Galicia, donde el temor, sobre todo, se depositaba en los comerciantes y habitantes acaudalados. El enemigo a vencer y la amenaza seguía siendo “El Amo” Torres, quien avanzaba acompañado de indios y mestizos armados con sogas, piedras y palos. Del otro bando, Roque Abarca intentó detenerlo a través de Tomás Ignacio Villaseñor, a quien mandó a principios de noviembre con 600 hombres a hacerle frente en Zacoalco. Mediante un sorpresivo y eficaz movimiento, el Ejército Insurgente atacó a las fuerzas realistas con piedras dejando inservibles algunos cañones y escopetas. Apenas una hora duró la batalla y “El Amo” Torres tomaría Guadalajara sin presentar bajas en su ejército improvisado. Torres le comunicó su triunfo a Miguel Hidalgo, quien se encontraba en Valladolid y realizó su entrada triunfal el 11 de noviembre, y mostrando su desinterés por el poder lo invitó a hacerse cargo del Gobierno y de las fuerzas armadas.

Al obtener el dominio de la Nueva Galicia, Hidalgo llega a la ciudad donde el 29 de noviembre proclama la abolición de la esclavitud, estableciendo como plazo 10 días para dar libertad a todos los esclavos y prohibir el tráfico, la venta y adquisición de seres humanos en territorio de dominio insurgente. El 20 de diciembre, en el marco de la insurrección, el Padre de la Patria publica el primer número de El Despertador Americano, en el que además de dar difusión a sus ideas libertarias, extendió sus proclamas y manifiestos en siete ejemplares, encontrando eco entre el poco público que entonces sabía leer. Una vez asentado el Gobierno insurgente, el 17 de enero de 1811 a unos 60 kilómetros de Guadalajara, en Puente de Calderón, Zapotlanejo, Hidalgo y sus hombres esperan a las fuerzas realistas encabezadas por Calleja. En la madrugada de ese día inicia la batalla. Participan Ignacio Allende, Ignacio Aldama, Mariano Abasolo, José Mariano Jiménez, José Antonio “El Amo” Torres e Ignacio Camargo, entre otros. Después de seis horas de reñida lucha, los insurgentes tienen que huir y dejan en el campo cuantiosas pérdidas en hombres, pertrechos y caudales. Con esto, el Gobierno virreinal asesta el golpe definitivo a las fuerzas insurgentes y por medio de Félix María Calleja, las mejores divisiones realistas retoman Guadalajara.


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Los héroes y los villanos de la historia son, con el paso del tiempo, el registro de la moda y de su época. En este año de festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, la mirada de los investigadores también se posa en el buen vestir y en el diseño de los trajes de los protagonistas de los dos movimientos sociales que marcaron a México. Las imágenes son el registro de la situación y el ambiente social de 1810 y 1910. Ahora esas postales permiten conocer cuáles eran las costumbres y la llamada vida cotidiana; además de presentar los trajes y las propuestas, que en su mayoría eran importadas de Europa. Cada uno de los dos movimientos armados registra una clara evolución en las prendas de gala y uso cotidiano, ya que el tiempo comprendido entre lucha y lucha es un centenario. Los españoles y los criollos tenían accesos a las propuestas y trajes provenientes del Viejo Continente, pues portar los diseños de vanguardia no era asequible para las mayorías. Tanto en 1810 como en 1910, la moda y el buen vestir estuvo sólo al alcance de unos cuantos que tenían el privilegio de portar las mejores telas y el resto de la población imitaba los diseños.

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DETALLE DE LA INDEPENDENCIA w Para la realización de los vestidos de las mujeres se recurría a telas ligeras y a los cortes rectos, así como a las mangas tipo globo. El cabello tenía que ir recogido y dos rizos al frente.

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Hace 200 años, las telas y los diseños eran importados de Europa, ahora el jalisciense Benito Santos es una referencia en el mundo

ILUSTRACIONES: EL INFORMADOR • J. López

de los héroes y villanos

w En el caso de los hombres, el traje incluía el pantalón corte zanahoria, la camisa blanca, ya fuera de algodón, lino o seda, con cuello alto y el saco tipo frac. De accesorios, la faja vasca, una corbata, botinas y calcetines, sujetos con ligas.


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El atuendo en la lucha emancipadora La corriente Neoclásica no sólo marcó la arquitectura, sino también la moda. Las familias acaudaladas de la Nueva España importaban sus vestidos de Francia, nación que ya era un referente en moda y estilo. Los diseños y las telas europeas ingresaban por el Puerto de Veracruz y recorrían varios puntos hasta llegar a la Ciudad de México. “Los españoles peninsulares y los criollos que pertenecían a los estratos sociales altos eran quienes marcaban el vestir y las clases bajas imitaban los diseños con sus propios medios”, afirma el director del Centro Internacional de Diseño y Moda ImaginArte de Guadalajara, Alejandro Bribiesca. Después, hacia mediados del siglo XIX, Francia se convirtió en el referente de la moda, gracias al Porfiriato. Para ese momento, el vestido comenzó su transformación, durante todo el periodo de Gobierno de Porfirio Díaz.

La diversidad de 1910

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Los trajes empleados durante la Revolución Mexicana eran diversos, pero los militares eran la referencia. Los revolucionarios impusieron su estilo, como es el caso de Emiliano Zapata y su traje que incluía un pantalón pegado al cuerpo con botones a los costados y acampanado, ideal para montar a caballo, el cual se complementa con un saco corto llamado bolero o torera y camisa blanca. El accesorio por excelencia era el sombrero. Aunque quienes vestían mejor eran la élite política y militar.

EFE

DETALLE DE LA REVOLUCIÓN

La propuesta en este año de festejos

w Las adelitas optaron por la falda amplia, la blusa en cuello tipo barco y las trenzas con listones. El accesorio era rebozo. w Los vestidos de cuello alto, ceñidos a la cintura y un englobado que enmarcaba la cadera era la propuesta. Los guantes y sombreros muy amplios completaban la imagen.

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w El traje incluía un pantalón recto, un saco largo tipo abrigo y sombrero de copa.

La moda tapatía de 2010 es completamente distinta a la de los dos movimientos armados. Ahora, las propuestas urbanas han ido ganando terreno y los jóvenes son quienes generan estilos. Pero quienes tienen los reflectores encima son los hombres y mujeres del medio del espectáculo. Con el nombramiento de Jimena Navarrete como Miss Universo, uno de los diseñadores locales que saltó a la fama es Benito Santos, quien vistió a la tapatía durante el certamen. La propuesta para la noche de la coronación el pasado 23 de agosto fue un vestido largo con tela suelta y efecto de cascada, abierto del frente para dejar descubiertas las piernas de la mujer más bella del mundo.


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Los rebeldes hacían hasta cuatro comidas al día

La COCINA MEXICANA con sabor insurgente La sazón mestiza

FOTOARTE: EL INFORMADOR • J. LÓPEZ

Tras la consumación de la Independencia de México, la gastronomía pasó de ser colonial a criolla, sin que la dieta de los habitantes del virreinato de la Nueva España sufriera trastornos. Las cocinas de las casas novohispanas preservaron sus tradiciones culinarias. Durante el movimiento armado, quienes participaban activamente en la guerra comían prácticamente lo que encontraban a su paso. Por otro lado, las mujeres que acompañaban al grupo separatista en los trayectos largos, se desempeñaban como cocineras del ejército insurgente. En los periodos de mayor turbulencia las tropas hacían hasta cuatro comidas al día, según las narraciones de Guillermo Prieto que hace en Memorias de mi tiempo: “Comenzando con un chocolate con agua o con leche, al despertar. Más tarde, a las 10 de la mañana se almorzaba asado de carnero o pollo, rabo de mestiza, manchamanteles o alguno de los muchos moles. La comida, entre las 13:00 y las 14:00 horas, se componía de sopas de arroz y fideo, puchero rebosante de nabos, coles, garbanzos y ejotes. La cena se reducía a un mole de pecho y un lomo frito salvado del puchero”.

Los chiles en nogada, considerado uno de los platillos más selectos de la alta cocina mexicana por su estética y exquisitez, fueron cocinados por primera vez en Puebla para agasajar al comandante de las tropas insurgentes, Agustín de Iturbide, con la intención de celebrar su cumpleaños el 28 de agosto de 1821, tras su regreso de Córdoba, donde firmó el último tratado con Juan O’Donojú, virrey de la Nueva España. El platillo fue confeccionado por monjas de Puebla, quienes contagiadas por el fervor y el espíritu patrio que se vivía en esos días, prepararon un platillo que luciera los mismos colores de la insignia nacional. “Dentro de los conventos, donde la experimentación culinaria se desarrolló con holgura, comer bien no era calificado como contranatura y la literatura de recetas no enfrentaba censura alguna. Sin embargo, fuera del palacio y del convento, el hambre y analfabetismo alcanzaban a la mayoría de la población. La sociedad estaba dividida en infinidad de castas y aún persistía la esclavitud. Así, en el convento se inventaron, antes de que la historia patria los reivindicara,

el mole poblano y los chiles en nogada”, explica Carlos Camberos, especialista en gastronomía mexicana y profesor del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Por otro lado, “la clase pobre se curaba el hambre conformándose con frijoles, tortillas y chile, y en los días de buena suerte con el nenepile, la tripa gorda, el menudo y algunas otras cosas como chocolate”, afirma Camberos. “(El chocolate) fue el elemento culinario más universal, democrático y absoluto que aportó México al mundo. En la Colonia fue la bebida que representaba la unidad, era aceptada, engalanada y compartida por todas las castas y grupos sociales, la línea de continuidad histórica de lo indígena al mestizaje criollo y a lo español; versátil que preparada con agua, maíz y chile, consintió ser mezclada con leche y llegó a ser champurrado. Con chocolate se hicieron bebidas y comidas, la más famosa es el mole poblano de guajolote”, abunda Salvador Castro Mendoza, investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).


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IMÁGENES: ESPECIAL

E L S I S T E M A D E C A S TA S Y L A S FA M I L I A S P LU R I É T N I C A S

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DIVERSIDAD

como detonante del cambio social Las diferencias étnicas han permanecido y la desigualdad sigue vigente en este año de festejos La estructura social durante el virreinato estuvo marcada por el sistema de castas que determinaba la función de cada sector y sus posibilidades de acenso económico y político. El historiador y profesor de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Sergio Valerio Ulloa señala que en la Nueva España a los grupos sociales se les diferenciaba a partir de su origen étnico, “ése era el sistema para identificar a la población”. Agrega que con la construcción de la nación se avanzó en el terreno de los derechos ciudadanos. “Todavía siguen existiendo las diferencias, lo cual es una cuestión heredada de la Colonia, donde los blancos eran los

que estaban en la cúspide de la pirámide”, destaca Ulloa. Durante los 300 años que duró el virreinato, el desarrollo social estuvo marcado por la apariencia física. Una de las herencias de la Independencia fue la generación del concepto ciudadanía. El profesor de la Universidad de Guadalajara (UdeG) David Carvajal explica que el sistema de castas surgió con la Conquista y con el mestizaje. Según estudios en la Nueva España existían entre 80 y 100 denominaciones para las castas, pero algunos de los términos se refieren a la misma mezcla. Las mezclas identificadas oscilan entre 14 y 18 como se muestra en la pintura de casta. Entre las clasificaciones destacan los mestizos (hijo de indígena y español), castizo (hijo de mestizo y español), coyote (hijo de mestizo e indígena) y mulato (hijo de español y africano). En el libro México de mis amores, los autores Araceli Campos y Louis Cardaillac señalan que “frente a esta gran variedad de castas, los españoles, en un afán racionalista, pensaron que se podía poner algún orden en este desorden, por lo me-

nos en la comprensión del fenómeno”. Se optó por la clasificación y surgió otro concepto que era “la limpieza de sangre y de las prácticas discriminadas en relación con los marginados. En aplicación de ese prejuicio, en España era imprescindible mostrar que tenía un árbol genealógico ‘sin ninguna mancha’ para gozar de ciertos beneficios y poder ir al Nuevo Mundo. De este modo, quedado establecido que todos los que cruzaban el océano por principio era de ‘sangre limpia’”. El sistema de castas permitió el control de la sociedad e incluso en la legislación de la Nueva España los mestizos no estaban contemplados. Con la intención de evitar el mestizaje se impusieron una serie de prohibiciones. David Carvajal afirma que en los archivos se observa cómo durante el virreinato se privilegió el fenotipo del conquistador español. Entonces, la población total sumaba cinco millones de habitantes, de los cuales 75 mil eran españoles. El segmento de la población española representaba una minoría y el más representativo era el indígena, pero el acceso al poder eran un privilegio de los peninsulares.


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EL OTRO MOMENTO El docente de la UdeG explica que el mestizaje con el tiempo derivó en las llamadas familias pluriétnicas, donde una pareja procreaba a hijos que manifestaban fenotipos distintos, es decir, que en una casa podían convivir un mestizo

y un mulato. Esa diversidad en una misma familia detonó el cambio social y el acceso de las castas a puestos de poder. Había quienes incluso compraban títulos de blancura, aunque el color de la piel fuera diferente.

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mercados, un punto de encuentro

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Los mercados en la época colonial comenzaron como una estrategia de abasto para sus habitantes. Era un día muy esperado, ya que sólo se ponían una vez a la semana, sin embargo, ante la demanda y al paso del tiempo, en el siglo XIX estos espacios se volvieron permanentes y se trasladaron a lugares cerrados. Antes de preparar el desayuno, las mujeres pasaban al mercado a surtirse de huevo, leche, carne, pan, queso, cereal, fruta y verduras, alimentos con los que cocinarían la comida de la semana y para toda la familia. La gente con mayores recursos económicos, y que tenía ganado en sus ranchos, no necesitaba acudir a los mercados, ya que la materia prima para la producción de algunos alimentos los tenían dentro del perímetro de su propiedad, explica Karla Bordes, investigadora del

Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdeG). “La gente común se levantaba muy temprano por la mañana y acudía al mercado para alcanzar a comprar la mejor mercancía, sobre todo cuando se trataba de carne; lo primero que se terminaba era la res, el cerdo y el pollo recién matado”. Para el desayuno eran típicos los huevos rancheros acompañados de frijoles fritos, tortilla y un vaso con leche. Después el hombre de la casa se iba al trabajo, normalmente a las rancherías y al campo, y no regresaba hasta el final de la tarde. El suministro no sólo se refiere a los granos y cereales, sino también a los enseres domésticos y otros productos naturales, que eran necesarios para las familias de entonces.

EL INFORMADOR • ARCHIVO

Cuando las fuerzas insurgentes obtienen la independencia de la Corona española, la población continuó con su vida cotidiana

• A principios del siglo XX, la zona de la Calzada Independencia mostraba una imagen distinta a la actual, pero con la misma dinámica económica, con el Río San Juan de Dios y el Mercado Libertad.


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• El Mercado Corona conserva la esencia como núcleo de comercio desde sus orígenes, aunque ha visto modificada su estructura.

Un lugar donde todo sucede “En el mercado se fomentaban las relaciones sociales. Eran espacios que generaban unas ganas incomprendidas por estar ahí toda la mañana, sobre todo de las personas que vivían cerca, quienes iban y venían con los niños”, explica la coordinadora del diplomado México: Nuestras historias, que se imparte en el Sistema Universidad Virtual (SUV) de la UdeG. Como algunas mujeres eran empleadas en los locales de los mercados, las amigas asistían a ponerse al tanto de diversos temas, luego de haber concluido las labores del hogar: preparar el desayuno al marido, limpiar la casa y dejar a los niños con el tutor de enseñanza. “Las mujeres de esa época encontraban en los mercados un lugar muy propicio para platicar con las amigas, era un lugar de reunión, que en muchos casos se dio de esta manera por las diferentes labores que desarrollaban en sus casas, porque estando el marido no les quedaba tiempo para ellas. Además, entre familias se acomodaban los locales y la distribución de la mercancía que se vendería en este espacio. Surgían alianzas muy interesantes y lazos de poder muy tradicionalistas que eran incorruptibles”.

Obviamente, uno de los temas que se platicaba en los pasillos de los mercados era la insurgencia encabezada por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, que en Jalisco encontraría eco en la figura de José Antonio “El Amo” Torres, “pero era como un secreto a voces. Porque los sacerdotes descalificaban y desmentían a toda costa cualquier rumor de sublevación contra la Corona española, pero en las calles era un tema de dominio público. Algunos creían, otros no”. Una vez lograda la Independencia, en 1821, la sociedad mexicana vivió un día normal. Las mujeres fueron al mercado y los hombres a trabajar al campo, como lo hacían cada mañana. La vida cotidiana, es decir, las historias de la cocina, de la escuela, de la calle, de las relaciones humanas, no se alteraron y la gente no se vistió de gala al día siguiente para celebrar el fin del dominio español, porque la población común estaba más preocupada de su acontecer diario, que de forjar una nación diferente. “En la mañana cada quien se levantó a hacer su vida normal. La Independencia no fue igual para todos, porque no todo México estaba en armas, eran muchos, muchísimos quienes siguieron los ideales de justicia y libertad de Hidalgo, pero otros más se quedaron en casa atendiendo a su familia”.

Pago de impuestos A mediados del siglo XIX y ya conformado el Estado de Jalisco, los locatarios de los mercados fueron empadronados con la intención de tener un mejor control de los comerciantes y de los productos a vender. En ese momento, se les comienza a cobrar diariamente la plaza, con el fin de generar ingresos, pero esto era solamente para los tianguis, porque en los mercados los espacios se vendían a los locatarios. Como novedad para reglamentar las ventas en los mercados se introdujeron las básculas y medidas españolas, a lo que se acostumbraron rápidamente los ciudadanos. También se ajustaron los días de mercado al calendario cristiano, fijándolos cada semana en lugar de cada 20 días, como lo marcaba el calendario prehispánico. La académica afirma que durante los primeros años se trató de seguir con los sistemas tributarios establecidos por los mexicas. “El tributo pagado por los indígenas a los encomenderos fue uno de los factores más importantes para el abastecimiento de la población española en la ciudad ya que se pagaba en especie con maíz, aves, huevos y frutas”.

Los productos de cambio en el mercado se modificaron con la introducción de las monedas metálicas españolas que tenían un valor fijo con respecto a las monedas de cacao, a la semilla quachtli, a pequeñas mantas de tela de algodón y a los cañones transparentes de pluma de ánade rellenos de polvo de oro. Los mercados indígenas que se hallaban fuera de la ciudad sólo podían vender tortillas, harina de maíz, tamales y fruta local. Se prohibió el comercio directo en los tianguis de las comunidades indígenas, si éste afectaba el abasto a los centros urbanos. También era común que se vendieran productos españoles y locales en el mismo espacio, como lechugas, coliflor, chícharos, verdolagas, aguacate y chiles. La combinación de los alimentos de los dos mundos mejoró la dieta proporcionando una comida más variada y nutritiva. Durante los primeros años, los productos europeos como carne, frutas y verduras tenían precios muy elevados.


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• Imagen del desfile del Centenario de la Consumación de la Independencia el 27 de septiembre de 1921.

LA PRIMERA CELEBRACIÓN DE LA GESTA INSURGENTE FUE EN 1831

conmemoración

La de la Independencia en los discursos del siglo XIX Angélica Peregrina, directora del centro INAH Jalisco, reflexiona sobre el valor unificador de los festejos

El Bicentenario del inicio de la guerra de Independencia de México dio pie a la búsqueda de textos que nos dieran idea de cómo se ha conmemorado esta efeméride a lo largo del tiempo, toda vez que en las Fiestas Patrias, como se conoce popularmente a la serie de actividades de carácter público que se organizaban a fin de recordar a quienes participaron en la forja de la nación, se incluía por lo general a algún orador, cuyo propósito principal era el de resaltar a los héroes. Los aniversarios son ocasiones propicias para reflexionar apoyándose en nuevas fuentes o volver a aquellas de primera mano que aún tienen algo que aportar a fin

de ampliar el conocimiento sobre procesos como el de la insurgencia. Con ese motivo se examinó una serie de discursos de conmemoración de la Independencia, pronunciados en Guadalajara durante el periodo de 1841 a 1876. Los textos estudiados fueron preparados ex profeso como piezas oratorias para celebrar y recordar, para traer a la memoria la Independencia de México. Alocuciones debidas a personajes de distintas profesiones o cargos en el Gobierno, a quienes se encomendó la intervención en las solemnes ceremonias que la ocasión ameritaba. Los discursos eran parte de los festejos que se organizaban para recordar el naci-

miento del nuevo país, por ello la fiesta forma parte del aparato del Estado, puesto que son los grupos en el poder los que la organizan como mecanismo unificador, creador de identidades y también como instrumento didáctico, ya que daban a conocer los procesos que dieron paso a la nueva nación. No se pierde de vista que el discurso de conmemoración era hasta cierto punto efímero, pero su importancia estriba en la interacción social que se propiciaba. Eran momentos en los que la monotonía era rota y con ello ciertamente se cumplía a manera de ejercicios de disipación que mantienen sanos a los pueblos, sobre todo tratándose de fiestas nacionales.


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El calendario cívico El discurso para exaltar alguna efeméride fue muy socorrido durante el siglo XIX, producto de una libertad de expresión que se dio a raíz de la consumación de la Independencia y de la necesidad de las autoridades políticas de reafirmar un calendario cívico. El calendario oficial del recién nacido país era congruente con los principios constitucionales, aun cuando se distinguían las fiestas religiosas nacionales, como el Jueves y Viernes Santo, o el 12 de diciembre fiesta de la Virgen de Guadalupe, de las evidentemente cívicas: 16 de septiembre y 4 de octubre –día de la Constitución de 1824–. Mas no sólo se celebraban fiestas fijas, se realizaban ceremonias públicas con motivo de los acontecimientos políticos más significativos, como la promulgación de una nueva constitución, la llegada al poder de un nuevo gobernante, o el fin de una guerra civil, ceremonias que culminaban con una misa de acción de gracias con todo y el sermón exaltando los hechos. El antecedente de la fiesta colectiva en México era la conmemoración religiosa. Pero al lograrse la independencia, el festejo por la nación recoge formas y símbolos de la celebración religiosa, otorgándoles un nuevo sentido, así se definen otros actores, espacios, tiempos y símbolos. Fueron Carlos María de Bustamante y fray Servando Teresa de Mier los propagandistas de las glorias del México antiguo y a la vez fundadores de una nueva mitología histórica, los creadores de un panteón de héroes, los iniciadores del nuevo culto cívico y los difusores de una retórica nacionalista destinada a perdurar. Más que Mier, Bustamante fue un creador compulsivo de mitos, héroes, ceremonias y símbolos nacionalistas, inspirados en su patriotismo y en su indigenismo histórico. Recogió los viejos mitos criollos y logró incorporarlos en el ritual cívico de la nación republicana. De él y de Mier vino la propuesta, aprobada luego por el Congreso, de celebrar el 16 de septiembre como día de la Independencia Nacional. Desde los años iniciales de la insurgencia, Bustamante intuyó la necesidad de crear los símbolos, héroes y cultos del movimiento revolucionario, y se asignó a sí mismo la misión de ser el primer surtidor de imágenes nacionalistas. De tal suerte que a la lista de héroes de la lucha emancipadora que él ayudó a difundir, tales como Morelos e Hidalgo, agregó los nombres míticos de Quetzalcóatl, Moctezuma, Cuauhtémoc y muchos más, con los cuales compuso un panteón entreverado de héroes indígenas e insurgentes que for-

talecía su tesis acerca de la continuidad entre la nación indígena y la república. Bustamante fue también uno de los propagadores más eficaces de la inflamada retórica nacionalista que se volvió común en los festejos patrióticos de la nación independiente: una retórica que olvidó explicar el hecho que exaltaba para concentrarse en la pura fuerza emocional de su declaración, en la intensidad evocativa de su mensaje y en el efecto sentimental que éste provocaba en los oyentes. De tal manera, en los discursos que revisamos aparecen los héroes como Hidalgo o Morelos, pero también se alude directamente al pasado indígena, considerando al periodo virreinal como una etapa que debe ser obviada y mirar solamente hacia el futuro, pero, eso sí, sin menospreciar la importante aportación que significó la religión católica traída por los españoles. Esto se explica porque desde finales del periodo virreinal, en las postrimerías del siglo XVIII, la Virgen de Guadalupe fue el símbolo unificador más logrado de esa sociedad tan desigualmente dividida; fue quien unió a católicos criollos e indígenas en un solo culto nacionalmente celebrado. A ese conjunto de valores y símbolos integradores, los criollos de esa época le agregaron la idea de que la Patria tenía un pasado remoto, un pasado que al ser asumido por ellos dejó de ser sólo indio para convertirse en criollo y mexicano. De manera que al integrar a la noción de Patria la antigüedad remota, los criollos expropiaron a los indígenas su propio pasado e hicieron de él

un antecedente prestigioso de la patria criolla. Ésta disponía ahora de un pasado remoto y noble, de un presente unificado por valores culturales y símbolos religiosos compartidos, y podía por tanto reclamar legítimamente el derecho de gobernar su futuro. Ningún otro grupo ni clase creó símbolos integradores dotados de esa fuerza, ni tuvo habilidad para introducirlos en el resto de la población. Al consumarse la Independencia, el 27 de septiembre de 1821, tiene lugar la entrada triunfal del Ejército Trigarante en la capital del país. Después de 10 años de guerra, la entrada de Iturbide en la Ciudad de México vino a ser la primera celebración colectiva y una fiesta popular. Los actores de la nueva ceremonia cívica son el héroe libertador, el Ejército Trigarante y la nación independiente. Iturbide y su ejército ocupan los principales espacios de las ceremonias. Actos que muestran el entrelazamiento de tradiciones antiguas con concepciones políticas modernas, que dan pie a los proyectos para erigir estatuas, columnas, altares de la patria y otros monumentos dedicados a honrar la independencia y sus héroes. En la consumación de la Independencia mexicana el manejo del tiempo y la fijación del calendario revolucionario son actos imperativos: no admiten más fechas y conmemoraciones que las que dicta el movimiento triunfador. Por esa razón, la fecha de la consumación de la Independencia por Iturbide es asumida como la definitoria del proceso insurgente y como el momento fundador de la nación. Los independentistas de

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA De la Torre Villar, Ernesto y Moisés González Navarro y Stanley Ross: Historia documental de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1964, t. II, pp. 161-162. Fregoso Gennis, Carlos, Francisco Severo Maldonado, UNED, México 1984. – El Despertador Americano, Universidad de Guadalajara, México 2001. – La prensa insurgente en el Occidente mexicano (inicios del siglo XIX), Gobierno del Estado de Colima/Secretaría del Estado de Jalisco, Colima, México 2002.

Maldonado y Ocampo, Francisco Severo. El Despertador Americano. Imprenta de José Fructo Romero. Guadalajara, Jalisco, México, 1810. – El Despertador Americano. Ediciones del Gobierno del Estado de Jalisco. México, 1959. – El Despertador Americano. Primer periódico insurgente. Facsimilar. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, 1964. – El Telégrafo de Guadalajara. Tomo I. Oficina don José Fructo Romero. Guadalajara, 1811. – El Telégrafo de Guadalajara. Tomo II. Oficina de don José Fructo Romero, Guadalajara, 1812. – Nuevo Pacto Social. Imprenta de doña Petra Manjarres y don Mariano

Rodríguez. Guadalajara, México, 1821. – “Nuevo Pacto Social Propuesto a la Nación Española”, en El Fanal del Imperio Mexicano, Tomo II. Imprenta del L.L. H.H. Morán. México, 1822. – El Fanal del Imperio Mexicano. Miscelánea Política, Tomo I. Imprenta de L.L. H.H. Morán. México, 1822. – El Fanal del Imperio Mexicano o Miscelánea Política. Tomo II. Imprenta de L.L. H.H. Morán. México, 1822. – Contrato de Asociación para la República de los Estados Unidos del Anáhuac. Imprenta de la viuda de D. José Fructo Romero. Guadalajara, México, 1823.

• Banquete en honor al general Porfirio Díaz en el patio del Palacio de Gobierno de Guadalajara, Jalisco.

1821 proclamaron el 27 de septiembre el día del nacimiento de la nación y borraron el 16 de septiembre de 1810, así como las efemérides que los primeros insurgentes habían proclamado. Es importante recordar lo anterior, porque al caer Iturbide en desgracia, se vuelve a instituir el 16 de septiembre como la fecha oficial para conmemorar a la nación independiente. La conmemoración de la Independencia era la fiesta que en el ámbito nacional tenía más peso, pues se identificaba con una fecha fundacional, con el nacimiento de México como nación. Ello condujo a considerar a los hombres que la encabezaron como héroes, como padres de la nación, a los que debería recordarse. El suceso de la Independencia al recordarse año tras año, no sólo aludía al pasado, sino que marcaba pautas de la identidad, en tal sentido también era un instrumento para formar ciudadanos. Aún más, como a la vez se discutían temas del presente, en cada discurso para conmemorar la Independencia se reinterpretaba el pasado, acomodándolo a los intereses del momento o del partido en el poder y a partir de ello, se canalizaba la visión del futuro, siendo en tal sentido también una herramienta política. De tal suerte, durante el siglo XIX la conmemoración de la Independencia servía para discutir el rumbo que el país estaba tomando. Destaca de la conmemoración de la Independencia que fuera el discurso que se leía ese día lo más importante, antes que el asueto, el adorno, la misa, los bailes o los juegos de pólvora. El discurso tenía el papel principal ya que daba cuenta de la historia, de la situación prevaleciente y de los proyectos nacionales. Resalta también otra cuestión, la importancia de los discursos pronunciados en Guadalajara estriba en su carácter nacional. El discurso de la Independencia iba más allá de los regionalismos y podía insertarse sin duda en cualquier Estado del país. Esto es, hacer un discurso desde Guadalajara para todos los habitantes, sin aludir a particularidades regionales, tenía un afán unificador. No obstante, esta tónica de tratar lo nacional por sobre lo local lleva a subrayar hechos acontecidos en la capital del país, siendo ésta el centro de la identidad mexicana. Por lo mismo, los discursos de la Independencia se inclinan a referir dos hechos fundamentales: el inicio y la consumación, esto es El Grito de Dolores y la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México; de manera que este par de hechos son los actores principales, a los que recurrentemente se aludía. Para concluir, conviene preguntarse ¿cómo se conmemorará el próximo Bicentenario?

– Contrato de Asociación para la República de los Estados Unidos del Anáhuac. Colección: Año del Federalismo. Poderes de Jalisco. México, 1973. – El Triunfo de la Especie Humana sobre los campos elisios del Anáhuac. Of. C. Ignacio Brambila. Guadalajara, 1830. Noriega, Alfonso, Francisco Severo Maldonado “El Precursor”, pp. 2526.


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