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Expectativas optimistas para la cadena de valor de la construcción
MINERALES NO METALÍFEROS Y ROCAS DE APLICACIÓN
Expectativas optimistas para la cadena de valor de la construcción
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En 2021, la actividad de la minería no metalífera y de rocas de aplicación -así como la cadena de valor asociada a la construcción- recuperó los niveles prepandemia. A su vez, a partir de los datos positivos registrados durante el primer trimestre del año, se renovaron las expectativas. Provincias como Buenos Aires, Córdoba, San Juan, La Pampa, Entre Ríos, Salta, Neuquén, Río Negro y Misiones son líderes en este tipo de producción. Pero no son las únicas e inclusive, en algunas donde la minería metalífera está prohibida (como sucede en Chubut, Córdoba, Mendoza y Tucumán), la actividad “no baja sus brazos y está presente con estos minerales”, aseguran desde la Secretaría de Minería de la Nación. Al desglosarlos principales focos productivos que existen en esta actividad en la Argentina, desde este organismo destacan el lugar que ocupa la provincia de Buenos Aires en la actividad minera que, en noviembre de 2021, alcanzó “las mejores cifras de los últimos 24 meses”, al llegar a 2.187.674 toneladas transportadas de minerales, de las que el granito triturado logró la mayor producción. En tanto, las arenas de río (que no son uno de los productos mineros de mayor relevancia en esta provincia) tuvieron alzas en los registros de más del 200% en noviembre, en relación con el mismo período de 2020. El ranking minero bonaerense continúa liderado por la región centro, que representa casi el 90% del total que se transporta en Buenos Aires. En particular, el Municipio de Olavarría ha sido el de mayor actividad minera producida y transportada durante 2021, representando más del 40% del total de la producción anual, con un aumento del 51% en comparación al año anterior. En tanto, la provincia de Córdoba es uno de los principales referentes en la producción de cuarzo, feldespato, sales y fluorita. En función de ello “juega un rol clave en lo que refiere a materias primas para la construcción y minerales industriales, con una participación aproximada del 40 y 35% de la oferta nacional, respectivamente”, detalla Jorge Matías González, director nacional de Promoción y Economía Minera de la Secretaría de Minería. Como referencia, según datos de 2017, en esta provincia se registraban 196 establecimientos con actividad de minería no metalífera que daban trabajo directamente a 4.107 cordobeses. El sector lo compone la fabricación de artículos de cemento, fibrocemento y yeso, excepto mosaicos (45%); corte, tallado y acabado de la piedra (20,5%); fabricación de productos minerales no metálicos (12%); seguido de fabricación de productos de arcilla y cerámica no refractaria para uso estructural (6%); fabricación de productos de vidrio (6%); y otros (10,5%). Desde la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), coinciden sobre la gran relevancia que tienen estas dos provincias dentro del sector dado que juntas concentran el 70% de la producción de rocas. Pero, más allá de que estas sean las más activas en ese mercado, desde la Secretaría también ponderaron las principales características que presenta la minería no metalífera en las otras provincias mencionadas.
ACTIVIDAD FEDERAL
SAN JUAN: De acuerdo a información relevada en 2018, hay identificadas alrededor de 346 empresas dedicadas a esta actividad, de las cuales más del 75% corresponden a canteras y minas; el resto desarrollan sus actividades en el área de planta de elaboración hasta lograr el producto terminado y otras se dedican solamente a transformarlo. “Su conglomerado industrial minero no metalífero tiende a cuantificar el mercado de minerales industriales no metalíferos, con potencial geológico, minero y económico como el grupo de las pegmatitas, los calcáreos, las arcillas, las rocas ornamentales y otros minerales. La actividad es sostenida, principalmente, por micro, pequeñas y medianas empresas de capitales nacionales o locales. La mayor parte de los productos minerales que se obtienen son insumos básicos de otras industrias y se consumen en el mercado interno. La exportación, por su parte, es minoritaria aunque muestra crecimiento”, describe el geólogo David Schomwandt, que se desempeña en la Dirección de Economía Minera nacional.
LA PAMPA: Allí, la minería se concentra en la producción de sales. Los yacimientos evaporíticos del territorio entregan al mercado unas 300.000 toneladas de sal común, destinada a diversas industrias como la producción de PVC, lubricantes y derivados en la industria petroquímica, curtiembres, industria alimenticia, agricultura y otras. “Esta provincia pertenece al restringido grupo de productores de sulfato de sodio, un mineral estratégico que concentra su producción en las sulfateras del sureste pampeano para la provisión de distintas industrias”, detallan los expertos.
ENTRE RÍOS: Se distingue por la oferta de yeso, cuya producción anual ronda las 100.000 toneladas. El principal destino es la industria del vidrio de Buenos Aires y de Mendoza. Sin embargo, hay productores que tomaron la iniciativa de industrializar el yeso o buscar nuevos mercados y lograron cerrar acuerdos comerciales con cementeras de Paraguay y Uruguay. Alrededor de la explotación del yeso en esta provincia se generaron industrias que elaboran yeso para construcción, para agricultura y, últimamente, también se fabrican placas anti-humedad para revestimientos y cielorrasos. En tanto, las arenas silíceas utilizadas para la producción de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta (Neuquén)son un insumo determinante. Según el Gobierno provincial, el primer registro anual de extracción de este producto con ese destino es de 2010, con 394.000 toneladas. En 2019, la extracción ya llegaba a 3.739.668 toneladas.
SALTA: Posee un gran potencial en producción de boratos (Sijes, Pozuelos, Centenario, Diablillos, Ratones y Tincalayu), sal común (Salinas Grandes, Pastos Grandes y Salar del Rincón) y sulfato de
sodio (Pocitos y Río Grande) La producción anual de boratos supera las 200.000 toneladas (incluye tincal, colemanita y ulexita), la de cloruro de sodio alcanza casi 30.000 toneladas y el sulfato de sodio ronda las 5.000 toneladas.
RÍO NEGRO: Es una jurisdicción con desarrollo intensivo en la producción de minerales industriales: cuarzo, yeso y bentonita en los distritos de Alto Valle, Ing. Jacobacci y Valcheta, que representan el 50% de la producción de la provincia patagónica.
JUJUY: De acuerdo al Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE), para el promedio de 2018, el sector de explotación de minas y canteras con 2.244 empleados explica el 3,5% del empleo privado registrado. El sector posee una apertura en dos subsectores: explotación de otras minas y canteras (que registra 696 empleados, el 1,1% de los trabajos promedio provinciales) y extracción de minerales metalíferos, que es el 2,4%, contabilizando 1.548 puestos laborales.
RELEVANCIA PARA LA CONSTRUCCIÓN La actividad de la minería no metalífera y de rocas de aplicación conforma un eslabón fundamental de la cadena productiva de numerosas industrias. De ellas, se destaca el rol que ocupa dentro de la construcción. Según el Censo Nacional Minero realizado por el INDEC en 2017, la producción de minerales no metalíferos estaba concentrada 41,1% en el cloruro de sodio. Le siguen -con 13,1% de la producción- la sal gema o halita, con 7,3% la sal industrial, y con 6,2% la hidroboracita. “La explotación de rocas de aplicación-en contraste de lo que sucede con la minería metalífera-se encuentra distribuida a escala federal por toda la Argentina. Se basa en la extracción de minerales de naturaleza pétrea o terrosa y, en general, de todos los que sirven para materiales de construcción y ornamento”, cuenta el geólogo. Entre estos se encuentran: pizarra, mármol, travertino, ónix, roca o piedra caliza, otras rocas metamórficas, granito, areniscas, rocas de cuarcita, serpentinita para uso en la construcción, basalto, pórfido, yeso, roca o piedra caliza, roca o piedra coralina, conchilla para la fabricación de cal, dolomita, arena común, arenas industriales, arenas y gravas silíceas, arenas de fractura, canto rodado, granza, ripio, tosca, greda, caolín, arcillas, bentonita, zeolita y limo arcilloso. La producción se concentra en arena común para la construcción (19,9%), roca o piedra caliza para la producción de cal y cemento (17,4%), rocas para triturados pétreos (16,9%) y yeso (6,2%). De acuerdo al censo, las provincias con mayor presencia de este tipo de explotaciones son: Buenos Aires (36,9%), Entre Ríos (14,2%) y Córdoba (11,8%). Franco Mignacco, presidente de la CAEM, opina que la minería de tercera categoría es una parte fundamental de la industria minera argentina: “Su contribución al país está dada por ser esencial para generar desarrollo y para la concreción de las obras de infraestructura que permiten mejorar la calidad de vida de la población. Esta minería es la que, a lo largo de todo el país, está presente en la construcción de viviendas, hospitales, escuelas, rutas, caminos y puentes, entre otras obras”. Según describe, se trata de un sector compuesto mayormente por empresas Pyme, con producción orientada al mercado local, “que vienen profesionalizándose en los últimos años. En este sentido, con procesos muy similares a los de la minería metalífera”. En cuanto a las exportaciones de minerales industriales, Schomwandt sostiene que las principales continúan siendo los boratos, seguido por carbonatos (cal) y bentonita. Sin embargo, destaca que el yeso -aunque se encuentra en el último nivel- tuvo “un crecimiento superior al 80% durante el último año”.
NEGOCIOS CON POTENCIAL Si bien se espera que toda esta industria crezca, desde la Secretaría de Minería señalan que existen algunos mercados que –en el mediano plazo-lograrán un mayor despliegue. Según afirma González, “el sector de arenas silíceas tiene potencial de crecimiento a partir del desarrollo de Vaca Muerta. Allí, la perspectiva a futuro de la producción de hidrocarburos no convencionales dejó abierta una enorme posibilidad en el negocio de las arenas silíceas, que también deberá seguir abasteciendo las demandas clásicas, principalmente de las industrias del vidrio, de la cerámica, de la metalúrgica y la fundición, de la electrónica, de los abrasivos y de los productos químicos a base de sílice”. De acuerdo a los datos recogidos en 2021, se consumió un promedio de 13.500 toneladas de arena por pozo, lo que equivale a 68% más que el año anterior y casi el doble de las 7.700 toneladas de 2019; y al comparar las cifras actuales con las de 2017 (4.500 toneladas), se observa que se utilizan tres veces más arena por pozo. “Estos datos hacen referencia a una producción de hidrocarburos que dista mucho de su potencial productivo”, agrega el director. También visualiza oportunidades de negocio con las cales: “La puesta en marcha de nuevos proyectos litíferos (actualmente hay seis en construcción) y la expansión de la producción de los dos que actualmente se encuentran operativos, incrementarán la demanda de este insumo crítico en la industria del litio, que lo implementa para la separación del magnesio de la salmuera”. Por su parte, Mignacco, si bien es optimista sobre sus expectativas del sector, advierte: “Su evolución está sujeta al desempeño de otras actividades, como la construcción”. Y refiere que, por ejemplo, según los datos aportados desde la Cámara Empresaria Minera de Córdoba (CEMINCOR), en la actualidad las empresas de esa provincia están operando solo el 60% de la capacidad instalada. Aunque reconoce que “hay que considerar que se viene de un 2020 y un 2021 en los que la actividad se vio muy golpeada por los efectos de la pandemia y de la coyuntura económica; de hecho, en 2020, su operación rondó entre el 5% y el 8% de la capacidad; mientras que al año siguiente-si bien hubo elecciones (que es cuando habitualmente hay mayor tracción de la obra pública y de otro tipo de construcciones)-, no se llegó a un repunte pleno y, en promedio, rondó el 30% de la capacidad”. No obstante, de cara a 2022, el titular de la CAEM afirma: “Nos encontramos con algunos desarrollos promisorios; por ejemplo, la concreción de rutas y proyectos que colaboran para traccionar la demanda. Y aunque aún no es suficiente para alcanzar los niveles deseables, al menos permite que las empresas estén operando y no se encuentren a pérdida. Frente a esto, uno de los principales requerimientos del sector es que se genere un plan de obras más ordenado, que ayude a brindar certezas”. En cuanto a los desafíos que la compleja situación argentina impone, agrega que se comparte con los otros sectores la problemática de la inflación: “Frente a esto, partimos de la base de que el salario de los colaboradores no es una variable de ajuste; de hecho, se acaba de cerrar una paritaria del 29% en seis meses. Pero, la inflación ocasiona un doble impacto porque -aparte de subir los costos- los aumentos de los precios de lo producido estuvieron muy por debajo del porcentaje de inflación general del país”. A su vez, más allá de la coyuntura económica, otro de los grandes inconvenientes que afronta la actividad se relaciona con la logística: “Deben plantearse soluciones relacionadas con el transporte y los ferrocarriles. Es fundamental mejorar la distribución a las distintas obras para poder mejorar los costos. El acceso a los recursos del sector es primordial, dado que, sin piedra y sin rocas, no hay construcción ni desarrollo”, advierte Mignacco. La tercera categoría de la minería se caracteriza también por su gran impacto económico, impulsado a través del desarrollo de su cadena de valor. Al respecto, el presidente de esa cámara empresaria sostiene: “Debe comprenderse que el universo de la construcción trasciende las canteras y se extiende también a otras actividades, tales como las empresas hormigoneras, aquellas que realizan bloques de hormigón, de ladrillos, filtrado, etcétera. Hay toda una serie de distintas actividades concatenadas. Y, sobre todo, el impacto y la importancia de este tipo de minería puede verse en las calles de las distintas ciudades del país, donde aporta la materia prima necesaria para que las comunidades avancen”.
CADENA DE VALOR Como parte de una industria íntimamente ligada a la explotación minera, la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP), entidad que reúne a las cuatro cementeras más grandes del país (Loma Negra, Holcim, Cementos Avellaneda y PCR), comparte con EL CONSTRUCTOR sus estadísticas más recientes. Los resultados, también son positivos. Según su relevamiento, en 2021, la
39.700
FAMILAS VIVEN DE MINERÍA NO METALIFERA Y PRODUCCIÓN DE ROCAS
14.000 DIRECTOS: Son los empleados directos incluidos en la nómina de las empresas mineras
6.500 CONTRATISTAS: Contratistas
(independientes o personas de empresas de servicios) que trabajan en la mina. Dependen directamente de la minería y suelen pertenecer a la misma provincia
19.200 INDIRECTOS PUROS:
Empleos en otros servicios o industrias (que abastecen a la minería y otras industrias) que son generados por la demanda de insumos de la minería no metalífera y rocas de aplicación.
FUENTE: ABECEB PARA CAEM
producción anual totalizó 12.116.862 toneladas, logrando el registro más alto desde 2015. En tanto, al evaluar los datos de despacho de cemento (con exportación incluida), la cifra llegó a 12.125.405 toneladas durante el año pasado, cantidad que no se alcanzaba desde 2017. Si bien los valores del ´21 podrían explicarse por el efecto rebote que hubo ese año producto de la caída de la actividad registrada durante 2020 (a raíz de la merma de las obras por la pandemia de COVID-19 y la crisis económica), para 2022 las proyecciones son alentadoras: durante el primer trimestre la producción de cemento ya lleva acumulada 2.884.077 toneladas y el despacho total en igual período arrojó 2.893.704 toneladas, superando las cifras de un año atrás. En tanto, para la industria del hormigón elaborado, otro de los sectores que integran la cadena productiva de la construcción que tiene a la minería no metalífera y las rocas de aplicación como parte de sus insumos esenciales, las expectativas también son optimistas. Sin embargo, admiten, que habrá que sortear algunos inconvenientes. Enrique Kenny, director ejecutivo de la Asociación Argentina del Hormigón Elaborado (AAHE), analiza los resultados del primer trimestre del año: “La demanda de hormigón elaborado a nivel país tuvo un nivel sostenido, acumulando en PRÓXIMO ANUNCIO
Desde la Dirección Nacional de Promoción y Economía Minera de la Nación confirmaron a EL CONSTRUCTOR que en las próximas semanas anunciarán los detalles de una línea de crédito a tasa subsidiada del Banco Nación, lanzamiento sobre el que trabaja la Dirección de Asistencia al Productor Minero. La propuesta estará especialmente dirigida a las empresas mineras que
los tres primeros meses un volumen 14% superior al mismo periodo de 2021”. En tanto, según el indicador PEHE (Producción Estimada de Hormigón Elaborado) generado por esta entidad, durante el año pasado se registró un volumen total de casi 10 millones de metros cúbicos que fueron producidos a nivel nacional, cifra levemente superior a la de 2019. “Esto marca una recuperación, después de una caída de producción de más de un 50% en 2020 por efecto de la pandemia”, añade. Aunque los volúmenes alcanzados fueron satisfactorios, el ingeniero Kenny advierte: “El mercado está sobre ofertado y, como esto implica una competencuenten con certificación MiPyme y que necesiten un préstamo para la adquisición de bienes, para construcción e instalaciones. Los beneficiarios serán aquellos productores vinculados a la minería que estén dentro de los clasificadores de actividad económica de explotación de minas y canteras, y extracción de rocas ornamentales, entre otros.
cia muy fuerte, impacta en los precios, generando una tendencia a la baja. Ello, combinado con niveles de inflación que empujan los insumos hacia arriba, junto con menor oferta de alguno de estos (o inclusive faltantes, como es el caso de los camiones, los neumáticos y los repuestos), genera un contexto de grandes desafíos para la gestión del día a día en nuestra industria, durante el primer semestre”. Si bien la producción total general está en crecimiento, cuando se analizan por separado los volúmenes elaborados en cada una de las siete regiones en las que la AAHE dividió el país para realizar el PEHE, “se observan comportamientos diferentes en cada una de ellas, de un año respecto a otro, tanto en cuanto a volúmenes como al tipo de obras a las que se destinan los hormigones (obras públicas de infraestructura o sociales y obra privada)”. A su vez, dependiendo de las regiones, se presentan escenarios diversos. “Por ejemplo -cita Kenny- en el AMBA algunos de los asociados manifiestan limitaciones en la disponibilidad de agregado grueso, y lo mismo sucede en algunas provincias de la región de Cuyo. El tema es que, obviamente, los insumos relacionados a la minería no metalífera están sujetos a la ley de oferta y demanda, por lo que-si hay restricción de oferta- el precio tiende a subir. Pero, en un contexto de alta inflación como el que está la Argentina, esta tendencia se amplifica, impactando directamente en nuestra costos, lo que se suma a las grandes limitaciones contractuales o de competencia para trasladarlo a nuestros clientes”. Respecto a sus proyecciones, el directivo remarca que “el potencial de la industria con estándares cada vez más altos en el mediano y largo plazo, es muy promisorio”. Tanto en Argentina como a nivel mundial, el sector de áridos, piedras, arenas y fillers para hormigón elaborado “son un insumo clave, con un potencial de desarrollo muy importante, ya que el hormigón elaborado es uno de los materiales de construcción con mayores ventajas y aportes en los programas de reducciones
que se genere un plan de obras más ordenado”
o neutralidad de emisiones de CO2 y los agregados de calidad adquieren un rol relevante”. Así como desde la CAEM mencionan que el sector recorre un proceso de profesionalización durante los últimos años, desde la AAHE destacan también la creciente implementación de sistemas de gestión de calidad certificados (ISO 9001) entre las hormigoneras así como entre los proveedores de insumos relevantes para esta industria, como son el cemento y los aditivos. Esto beneficia a los productores y a la comunidad en general “al poder contar con estructuras más confiables y seguras”.
Por María Eugenia Usatinsky