Aladar nº 156

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Sábado, 11 de noviembre de 2017 Nº 156 @aladar_cultura

La ‘medicina de fuego’ sobre un lienzo Cai Guo-Qiang se apoya en los grandes maestros del Museo del Prado para preparar una excelente exposición en la que la permanencia como referente se hace protagonista

Continúa el Festival de Jazz de Madrid

Descubre el Panteón de Sevillanos Ilustres


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Olor a pólvora

Augusto F. Prieto {El Museo del Prado presenta una colaboración con el artista chino Cai Guo-Qiang. Se materializa en una exposición de cuadros de gran formato para los que el creador se ha inspirado en los grandes pintores de la institución madrileña, también en una selección de los bocetos, dibujos y fotografías con los que los preparó, además de un documental realizado por la cineasta Isabel Coixet que refleja el proceso creativo del autor y que es el germen de un largometraje. El trabajo de Guo-Quiang se basa en la utilización de la pólvora, esa «medicina de fuego» que los alquimistas chinos encontraron mientras buscaban el elixir de la inmortalidad. Con ese material, en distintos colores, con su combustión, detonación y efectos realiza una serie de composiciones que homenajean a El Greco, Rubens, Goya y Velázquez. Las culminó el día 25 de octubre en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Ese día se produjo la última de la serie de performaciones mediante el humo y el fuego

con las que buscaba convocar a los fantasmas que habitan las cámaras abandonadas del caserón de los Jerónimos. Una sala en la que colgaron en su día obras ilustres, componiendo el aparato iconográfico con el que la Monarquía Hispánica gustaba de presentarse ante el mundo. Un ingenio publicitario, un «relato» como lo definiríamos hoy. Los conceptos básicos de la obra del artista fujianés se van rebelando gradualmente, según vamos sumergiéndonos en sus creaciones. Todos siguen la línea más pura de las antiguas tradiciones chinas: Los juegos teatrales con las luces y las sombras –piying-, los fuegos artificiales con los que el imperio asiático iluminó el mundo, el culto a los ancestros; el kirigami, arte chino del papel recortado; y la pintura con manchas de la dinastía Lui Song. Todo remite al concepto en el que se basa una civilización que ha renacido una y otra vez de guerras, purgas y destrucciones: la Permanencia. Cuando la materia creativa se identifica con el tema a analizar, el impacto es doble. Eso sucede con

Ignición durante la creación con pólvora del Espíritu de la pintura en el Salón de Reinos. Madrid, 2017. Foto © Museo Nacional del Prado

Las nubes distantes Cai GuoQiang Pólvora sobre lienzo, 360 cm x 300 cm 2017 Foto © Museo Nacional del Prado


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Lo clásico y lo contemporáneo se abrazan. Se fusionan Oriente y Occidente, mezclando técnicas antiguas e innovadoras. Son dos universos que convergen en la ampliación del Prado, con la exposición de uno de los más destacados creadores actuales

«Palmira» (2017), cuyo imaginario atraviesa «Los fusilamientos del 3 de mayo» de Goya, y en el que el poder explosivo de la pólvora que impregna el lienzo nos conduce a la actualidad de la destrucción provocada por el fanatismo de Dáesh. Cuando es el proceso en sí mismo el que se refleja en el resultado, se amplía el punto de vista, como ocurre en «Día y noche en Toledo» (2017), donde además de un homenaje, y una nueva versión de una obra anterior de Goya (Zuloaga hizo otra, la de la Academia de San Fernando), Guo-Qiang pretende reflejar el paso del tiempo, tal y como lo percibió en su visita a la ciudad castellana, con una panorámica que abarca el completo recorrido del sol entre dos noches. Entonces es el fulgor de la mezcla deflagrante el que crea el recorrido de la luz, suscita la

El trabajo de Guo-Quiang se basa en la utilización de la pólvora

idea de tiempo, y conforma la figuración misma del cuadro. «El espíritu de la pintura» (2017) es un gran mural que encierra a todas las potencias creadoras del Prado. La panoplia creativa de Cai GuoQiang arranca con las miniaturas de paisajes que su padre dibujaba en cajas de cerillas, se prolonga con su preparación en la Academia de Teatro de Shanghái, y las investigaciones de casi una década en Japón. Ha expuesto -y continua haciéndolo- en las más prestigiosas instituciones del mundo, desde la Bienal de Venecia al Metropolitan de Nueva York, el Guggenheim de Bilbao, o el Museo Pushkin de Moscú, además de proyectarse en interesantísimas explosiones al aire libre como la de la Noche Blanca de París en 2013, o la «Escalera al cielo» en la costa de la isla de Huiyu en Quanzhou, en 2015. EL ESPÍRITU DE LA PINTURA. CAI GIO-QIANG EN EL PRADO Museo Nacional del Prado Madrid, hasta el 4 de marzo de 2018

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Déjà Vu Jugando desde la paradoja, Cai Guo-Qiang dejaba abierto su trabajo a múltiples e interesantes reflexiones con la producción en 2008 de nueve libros -ejemplares únicos- utilizando pasta de pólvora. Se trata de «Danger Book: Suicide Fireworks». Las imágenes que crea son por sí mismas significativas y potentes, remiten al test de Rorschach y a la pintura Shan Shui: manchas negras, de materia espesa, sobre papel blanco; amalgamadas con los grumos, unas cuerdas combustibles emergen del libro y se unen con un mecanismo infernal de fósforos en el lomo de cada ejemplar. Son las mechas del artefacto. Por supuesto que la obra sugiere la performance y el artista la ejecuta; lo recogen Kai Ming Leung , Lukas Hauser y Laurent Petty en un audiovisual para el estudio del autor, que consigue así un prototipo que es creado/destruido por medio de las llamas mediante la explosión/implosión de un fuego de artificio en miniatura. No se debe de perder de vista en cuanto al fondo político que Cai Guo-Qiang es chino, y trabaja habitualmente siguiendo la estela de las milenarias tradiciones del «Imperio del Medio», entre las que están la pólvora, el feng-shui y la pirotécnica (como la que creó para los juegos olímpicos de Pekín, en 2008, colaboración criticada y polémica). Nos enfrentamos pues a un libro, símbolo de todos los libros; que puede ser peligroso por lo que encierra, susceptible de convertirse en arma, o de autodestruirse con lo que

contiene. Remite a las hecatombes de las bibliotecas chinas y las destrucciones de la Revolución Cultural. Un trabajo conceptual e interesante en torno a los libros y su poder. El mérito editorial es de Elena Ochoa para Ivory Press. Entre los tesoros de los museos de Qatar que pudimos ver el año pasado en la Fundación Banco de Santander, de Boadilla del Monte, tuvimos la oportunidad de ubicar otro intenso trabajo de Cai GuoQuiang, «La Ruta de la Seda». Realizado con una gran profundidad simbólica, el cuadro transmite un recuerdo del legendario camino mediante la imagen de noventa y nueve caballos, número y animal simbólicos, tanto en China como en la cultura islámica, con el que el autor quiere celebrar un funeral espiritual por todos los emigrantes árabes que murieron fuera de su tierra. Utiliza para hacerlo uno de sus fetiches creativos, el fuego artificial, en la composición de un inmenso mural pintado con sombras de pólvora que tiene algo de arte rupestre, y también de juego de sombras chinescas. La nube de pájaros de metal, que colabora en la superposición de sombras sobre el lienzo, otorga corporeidad y tridimensionalidad a la obra. Las aves, como grupo escultórico, nos remiten a otros trabajos del artista chino, como «De cabeza» de la colección del Deutsche Bank, donde encontramos -otra vez- noventa y nueve lobos; o «Herencia», la instalación de Brisbane de 2013, que simula un grupo de mamíferos -99en torno al lago de un paisaje congelado.


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Es uno de los recintos más curiosos de cuantos tenemos en la ciudad y, sin embargo, muy pocos saben de su existencia. Ubicado en la calle Laraña, donde los Jesuitas poseyeron su primera sede, el Panteón de Sevillanos Ilustres acoge

Ilustres bajo tierra Antonio Puente Mayor {No son pocos los turistas sevillanos que tras visitar los Campos Elíseos, la Torre Eiffel o el Museo del Louvre dedican una parte de su tiempo a recorrer Père-Lachaise, uno de los cementerios más famosos del mundo. Y aunque la actividad nos resulte un tanto excéntrica –en la capital francesa no hay opción mala–, lo cierto es que hay motivos de sobra para llevarla a cabo. Por poner un ejemplo, entre las más de mil almas que pueblan el camposanto de París podemos cruzarnos con Oscar Wilde, Frédéric Chopin, George Bizet o Maria Callas. Algo similar ocurre si nos dirigimos a Highgate, uno de los grandes cementerios victorianos de Londres; su huésped más célebre es el filósofo Karl Marx, pero también podemos hallar a la familia de Charles Dickens e incluso «dar caza» al supuesto vampiro que se oculta entre sus muros y que atrajo a cientos de ocultistas a mediados de los años sesenta. La lista de recintos funerarios puede ampliarse a otros países de Europa como Rumanía, Austria, Rusia y la República Checa —el cementerio judío es uno de los grandes reclamos de Praga—, pero también a Argentina, Chile, Estados Unidos o Australia. Por contra, gran parte de esos turistas hispalenses que cruzan la frontera ávidos de nuevas experiencias, jamás han pisado una necrópolis local, y mucho menos aquella que se oculta en el centro, a pocos metros de las «setas» de la Encarnación. Nos estamos refiriendo al Panteón de Sevillanos Ilustres, un espacio subterráneo repleto de historia y curiosidades cuyas visitas se pueden contar con los dedos de una mano. De Casa Profesa a Universidad Tras el «motín de Esquilache» de 1766, Carlos III decretó la expulsión de los jesuitas de España acusándolos de instigadores. De esta forma, las 146 casas que poseían fueron reconvertidas en seminarios, sedes de otras órdenes o centros de enseñanza. En el caso sevillano, la Casa Profesa de la Compañía de Jesús (activa en la calle Laraña desde 1579) pronto se convirtió en el lugar idóneo para ubicar la Universidad de Sevilla tras su paso por el colegio de Maese Rodrigo, sito en la Puerta

Jerez y hoy desaparecido. Uno de sus impulsores fue el asistente Pablo de Olavide, y su permanencia en el edificio se alargó hasta 1954, cuando se trasladaron a la Fábrica de Tabacos. En todo ese tiempo el recinto sufrió varias remodelaciones, una de las cuales afectó a la vieja cripta que los jesuitas poseían bajo la iglesia de la Anunciación. Fue en la década de 1970, y las obras estuvieron promovidas por el entonces director general de Bellas Artes, Florentino Pérez Embid. Merced a un interesante proyecto de conservación, el panteón ganó en espacio, sustituyéndose el acceso desde el templo por uno nuevo situado en el antiguo claustro (hoy patio de la facultad de Bellas Artes). Un Maestre de la Reconquista La cripta actual posee planta de cruz latina y sus pies están orientados al norte, siguiendo el modelo de la iglesia superpuesta. En ella sobresale una única nave central, sin ábside, y dos pequeñas naves que parten a cada lado en el crucero, rematadas por una cubierta abovedada y un revestimiento a base de placas de granito pulimentado. Entre los enterramientos más antiguos sobresalen aquellos traídos expresamente desde edificios desaparecidos, como el convento de Santiago de la Espada, fundado en 1405 en el barrio de San Lorenzo. La invasión francesa promovió su saqueo, siendo renovado en 1816 y nuevamente adquirido en 1893 por el arzobispo Benito Sanz para la orden Mercedaria de la Asunción. Como dato curioso, en él residieron las hermandades del Gran Poder (desde finales del XV a finales del XVI) y la Soledad de San Lorenzo (mediados del XVI). Uno de los mausoleos rescatados del convento es precisamente el de su fundador, Lorenzo Suárez de Figueroa, Trigésimo Segundo Maestre de la Orden de Santiago, nacido en Écija en 1345 y muerto en Ocaña en 1409. Su artística escultura lo representa vestido con el hábito propio de los santiaguistas, la cabeza sobre doble almohadón y una espada entre sus manos. La familia Figueroa era originalmente de Galicia, y varios de sus miembros participaron en la Reconquista de Andalucía. Las

Sepulcros de los Figueroa y Arias Montano.

crónicas cuentan que el 28 de octubre de 1387, en la ciudad de Mérida, Lorenzo fue elegido Maestre, uno de los puestos más importantes del Reino de Castilla, distinguiéndose posteriormente como defensor de la frontera extremeña contra los portugueses.

Un humanista en la corte de Felipe II Muy cerca de la tumba de Figueroa se halla la de otro ilustre olvidado, Benito Arias Montano, nacido en Fregenal de la Sierra en 1527, pero cuyos estudios lo ligaron desde joven a Sevilla. Aquí cultivó las ciencias físicas y mé-


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Instalacines

a figuras locales de la literatura, la teología o la política, siendo su máximo exponente el escritor Gustavo Adolfo Bécquer. Adentrarse entre sus muros es viajar a la Edad Media y la época de Felipe II, conocer a nuestros ilustrados o

Tumbas de Girón Moctezuma y Antonio Desmasieres.

dicas y se interesó por la poesía y la lingüística, aunque su verdadera pasión fue la teología. Esto lo llevó a ingresar en la Universidad Complutense de Alcalá de Henares y a ordenarse sacerdote. Posteriormente se retiraría a la Peña de Alájar (Huelva) para dedicarse en profundidad al estudio de las Sagradas Escrituras. Su altísimo nivel lo llevaría a participar en el Concilio de Trento de 1562 y a ser nombrado capellán del mismísimo Felipe II cuatro años más tarde. Una de sus encomiendas más importantes fue la realización de la Biblia Políglota de Amberes, conocida como «Biblia Regia», además de la gestión de la biblioteca de El Escorial. Su retorno sevillano tuvo lugar en 1584, falleciendo en las postrimerías del siglo XVI. De Triana a la calle Laraña La introducción de los Hermanos Mínimos de San Francisco de Paula en España data de 1493, según la historiadora Matilde Fernández, y esta se habría llevado a cabo «a instancias de los Reyes Católicos». El primero de los con-

Nave central del panteón. / Fotografías: Antonio Puente Mayor

ventos sevillanos se funda en Écija en 1505, y siete años después el arzobispo fray Diego de Deza les concede el permiso para abrir una casa en la capital. Esta se ubicó muy próxima a la desaparecida parroquia de San Miguel –en la actual Plaza del Duque–, pero su actividad no duró ni un lustro, pues el 28 de abril de 1517 los monjes consagraron un nuevo monasterio en Triana, el de Nuestra Señora de la Victoria. Este hecho estuvo impulsado por el Proveedor General de la Armada y de los Ejércitos don Francisco Duarte de Mendicoa, quien tras servir a Carlos V recibió sepultura en el convento extramuros junto con su esposa doña Catalina de Alcocer. Desaparecido el edificio tras la exclaustración de 1835 –al parecer este se ubicaba en el solar que hoy ocupa el colegio José María del Campo–, dicho mausoleo se trasladó a la Anunciación, por lo que sus propietarios descansan desde 1972 en el Panteón de Sevillanos Ilustres. Destaca el hecho de que el extinto convento vio nacer en 1560 a la hermandad de La Estrella, así como una co-

Lápida de Fernán Caballero.

fradía dedicada a la Entrada de Jesús en Jerusalén que coincidió en fechas con su homónima del Amor. Asimismo sus paredes albergaron a la primitiva Virgen de la Victoria ante la que se postraron Magallanes y Elcano. Otro de los «trianeros» que posee tumba en el panteón es Alberto Lista, cuyos padres poseían una fábrica de telares en el arrabal. Ya en sus primeros años demostró ser un niño superdotado para las mate-

máticas y las humanidades, hecho que se confirmó durante sus estudios superiores, donde llegó a ordenarse como sacerdote. Pese a exiliarse forzosamente de España durante un tiempo –fue acusado de afrancesado– hoy se le recuerda por haber impartido clases en la Universidad de Sevilla, presidir la Academia Sevillana de Buenas Letras y ser nombrado canónigo de la Catedral de Sevilla. Uno de sus discípulos más céle-


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Instalaciones rendirnos ante el hechizo romántico. Puede visitarse gratuitamente todos los viernes del año desde la facultad de Bellas Artes, una oportunidad magnífica para los más curiosos en este mes tan apropiado para recordar a los muertos bres fue el escritor José de Espronceda: «con diez cañones por banda…». Sangre azteca… y sanluqueña La lista de conventos extintos que nutren al panteón se complementa con San Agustín y San Jerónimo de Buenavista. El primero se hallaba próximo a las calles Recaredo y Luis Montoto, y de allí proceden las tumbas de Pedro Ponce de León el Viejo (muerto en 1352) y de Pedro Ponce de León, 5º Señor de Marchena. Esta familia vio incrementar su fortuna gracias al apoyo dado a Isabel la Católica en la conquista de Granada. El segundo se ubicaba en el barrio de San Jerónimo, y tras albergar la primera imprenta de Indias y al hermoso santo penitente del Museo de Bellas Artes, hoy funciona como centro cívico. En el siglo XIX hubo que trasladar los restos de Jerónimo Girón y Moctezuma, hijo de un marqués malagueño y una descendiente de los aztecas que llegó a gobernador de Barcelona, ubicándolos cerca de los de Antonio Desmasieres, miembro destacado del ejército. Junto a ellos se ubica la tumba de Federico Sánchez Bedoya, diputado a Cortes por Sevilla y vicepresidente del Congreso, al que hoy se le recuerda con una calle cercana a la Catedral. Su esposa, Regla Manjón, fue la famosa condesa de Lebrija a la que la pasión por el coleccionismo la llevó a decorar su Casa Palacio de la calle Cuna con las primeras piezas extraídas de Itálica. Aparte de esto, la hacendada sanluqueña fue una gran amante de los libros, siendo la primera mujer reconocida por la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría.

Detalle de la tumba de los hermanos Bécquer.

Fernán Caballero y los hermanos Bécquer Otros ilustres del panteón que poseen hueco en el nomenclátor son José Gestoso, escritor, historiador e impulsor de la arqueología y la revalorización de la cerámica, Antonio Martín Villa, jurista que llegó a rector de la Universidad de Sevilla, y José Amador de los Ríos, catedrático de literatura que tuvo como alumnos a Cánovas del Castillo, Canalejas, Castelar, Clarín y Menéndez Pelayo. Estos tres comparten espacio con el periodista y escritor José María Izquierdo, el célebre «Jacinto Ilusión» promotor de la Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo, quien rindió homenaje a Sevilla en su obra Divagando por la ciudad de la gracia. Pese a su innegable aportación a la historia de la ciudad, hoy los visitantes que se adentran en la cripta apenas se detienen a con-

Tumba de los Bécquer.

templarlos, pues cerca de sus lápidas se hallan las de otros insignes con mayor poder de atracción. Uno de ellos es el polifacético Rodrigo Caro, miembro destacado del Siglo de Oro español y coetáneo de figuras como Quevedo o Pacheco. Pese a su trayectoria como sacerdote y ensayista, hoy se le recuerda sobre todo por sus versos a las ruinas de Itálica: «Estos, Fabio ¡ay dolor! que ves ahora / campos de soledad, mustio collado / fueron un tiempo Itálica famosa». No lejos de este poeta encontramos la tumba de Cecilia Böhl de Faber, la célebre Fernán Caballero, nacida en Suiza en 1796 y autora de novelas y relatos de corte realista y naturalista. Varias veces enviudada y en difícil situación económica, recibió la protección de los duques de Montpensier y de la reina Isabel II, que le cedió de por vida una estancia en el Patio de Banderas. Pese a su fama y la leyenda que la acompaña –algunas personas aseguran que su fantasma deambula cada noche por el edificio–, nadie duda de que el auténtico centro de las miradas es otro escritor, Gustavo Adolfo Bécquer, quien descansa en el panteón desde 1913 junto a su hermano Valeriano, el pintor que lo inmortalizara en el famoso retrato. Tras más de cuarenta años enterrados en la Sacramental de San Lorenzo de Madrid, ambos fueron exhumados y trasladados a Sevilla merced al trabajo de una comisión integrada por Joaquín y Serafín Álvarez Quintero y encabezada por José Gestoso. La tradición cuenta que Luis Cernuda presenció el paso de la comitiva siendo un niño, cuando esta iba desde San Vicente a la calle Laraña. Esa misma tarde del 11 de abril de 1913, y una vez inhumados los restos de los hermanos Bécquer, se decidió construir un monumento que sería costeado por el marqués de Casa Dalp y realizado por Eduardo Muñoz. Este constaba de un Ángel de los Recuerdos portando un ejemplar de las Rimas y el símbolo del arte de la pintura, y aunque en un principio se colocó en la propia iglesia de la Anunciación, más tarde viajó hasta el subsuelo. Si desea postrarse ante el mismo, e incluso dejar un mensaje de amor para el poeta –no son pocos lo que lo hacen–, deberá dirigirse a la facultad de Bellas Artes cualquier tarde de viernes, siempre que sea laborable, en horario de 16.30 a 19.30. La gestión del panteón está a cargo de la Universidad de Sevilla y en su apertura colaboran estudiantes del colegio Buen Pastor, quienes guían a los visitantes de manera gratuita. Una oportunidad ideal para explorar un lugar tan desconocido como inquietante. ~


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Recuerdos del siglo XX Durante los años sesenta del pasado siglo XX, como párroco del Salvador, fue un adelantado de la unidad de los cristianos y de los movimientos seglares democráticos. Luego, en los obispados de Canarias y Córdoba, fue ejemplar. Se le considera pionero en el movimiento ecuménico español ya que entendió muy bien el signo de los tiempos

Obispo Infantes Florido Nicolás Salas {José Antonio Infantes Florido (Almadén de la Plata, Sevilla, 24 de enero de 1920-Gelves, Sevilla, 6 de noviembre de 2005), fue ordenado sacerdote el 19 de mayo de 1951, y nombrado obispo de Canarias el 21 de septiembre de 1967. En mayo de 1978 pasó a Córdoba como obispo residencial. Antes, durante los primeros años sesenta, fue un cura adelantado de la unidad de los cristianos y un decidido promotor de los movimientos seglares democráticos, además de un párroco que destacó durante el tardo franquismo por sus vinculaciones pastorales con toda la feligresía desde su primer destino, como coadjutor de la parroquia de San Pedro de Huelva, y durante su paso por las parroquias del Sagrario de la Catedral de Sevilla, como coadjutor; de la de San Andrés, donde fue ecónomo, hasta llegar a la del Divino Salvador como cura propio. En 1963 alcanzó extraordinario eco en España y en el resto de Europa, la I Semana de Pensamiento Actual organizada por el párroco del Salvador. José Antonio Infantes Florido, desde su llegada a esta parroquia emblemática de la Diócesis y por mandato del cardenal arzobispo, José María Bueno Monreal, dedicó especial atención a la población universitaria. De las primeras reuniones convocadas en la parroquia surgió la Asociación de Postgraduados de Acción Católica, que fue oficialmente la promotora de la citada Semana de Pensamiento Actual. Las vinculaciones de Infantes Florido con el mundo universitario comenzaron en los tiempos de coadjutor del Sagrario y continuaron como párroco de San Andrés. Asimismo, este sacerdote estuvo siempre muy cerca de las inquietudes universitarias por haber estudiado en Sevilla la licenciatura y el doctorado en Derecho Civil, formación que sería básica en su proyección eclesiástica, enriquecida con los estudios y doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana de Roma, además de Filosofía y Teología en el Seminario sevillano. Asimismo fue profesor de Religión en los cursos superiores de la Facultad de Derecho, notario eclesiástico y defensor del vínculo en el Tribunal del Arzobispado de Sevilla. Ya de obispo, presidió la comisión de relaciones Ecuménicas de la Conferencia Episcopal Españolas, y participó en su nombre en la III Conferencia para la Unión de las Iglesias Cristianas, celebrado en Riva de Galda (Italia).

Infantes Florido, obispo de Córdoba (1978). / El Correo

Los antecedentes de sus objetivos ecuménicos fueron la I Semana de Pensamiento Actual, celebrada en marzo de 1963 en Sevilla. Para que hablara en la iglesia parroquial del Divino Salvador, invitó al prior de Taizé, Roger Schutz, pastor protestante que había dado pasos significativos cerca del Papa Juan XXIII, para reiniciar la Unidad de las Iglesias cristianas desde nuevas esperanzas. En Taizé, los monjes veneraban al Papa como vicario de Cristo, creían en la eucaristía, amaban a la Virgen como Madre de Dios, y vivían según las reglas de San Benito. La presencia en Sevilla de Roger Schutz fue un aldabonazo en Europa. Junto con el prior de Taizé intervinieron personas de inequívoca posición ideológica, como los profesores Manuel Clavero Arévalo, Juan Jordano Barea, Carlos Gortari y Konrad Engerhart. Si la primera Semana dio que hablar, la segunda (1964) mantuvo el interés, con intervenciones de los profesores Julián Marías y Joaquín Ruiz Jiménez, entre otros. En esta segunda Semana tuvo mucho que ver el entonces destacado militante de las Juventudes Universitarias Masculinas de Acción Católica, Fe-

lipe González Márquez. La tercera Semana, fijada para 1965, no se celebró por recomendación gubernativa al cardenal arzobispo. El 21 de septiembre de 1967 fue consagrado Obispo de Gran Canaria. Infantes Florido puede considerarse como pionero del Movimiento Ecuménico en España. Consciente de la importancia del turismo en las islas, en gran parte procedente de países nórdicos no católicos, fomentó el diálogo con los hermanos separados y la Semana de Oración por la Unidad y levantó el Templo Ecuménico de la Playa del Inglés, en el Sur de Gran Canaria, sin duda su obra emblemática, que fue inaugurado en 1971. Tras once años en esta sede, el 25 de mayo de 1978 tomó posesión de la Diócesis de Córdoba Como pastor de la Diócesis cordobesa, promovió intensamente las vocaciones sacerdotales, reabrió los Seminarios Mayor y Menor de San Pelagio. Asimismo realizó continuas visitas pastorales, creó nuevas parroquias y edificó nuevos templos como los de Santa Beatriz de Silva en la urbanización Azahara o Nuestra Señora de la Aurora, en la barriada de Fátima, San Luisa de

Marillac, en el Polígono del Guadalquivir y la parroquia del Inmaculado Corazón de María, en la urbanización Miralbaida. Creó e inauguró la Casa Sacerdotal «Medina y Corella»; el Museo Diocesano de Bellas Artes de Córdoba. Por su contribución al ecumenismo, fue reconocido con la Cruz de Oro del Monte Athos, concedida por el Patriarca ortodoxo de Constantinopla Atenágoras. En 1996 presentó su renuncia como Obispo diocesano, que le fue aceptada. Monseñor Infantes fue Presidente de la Comisión de Relaciones Interconfesionales en la Conferencia Episcopal Española (dos trienios) y Delegado Episcopal para el Patrimonio Cultural de los Obispos del Sur. Fundó el periódico de información religiosa «Iglesia en Andalucía». Entre sus libros publicados destacan: sus estudios sobre el Obispo Tavira y Almazán, prelado de las Canarias en el siglo XVIII: El diario de Tavira (1998) y El Obispo Tavira y la Ilustración (1997), 25 años de pastoral (1992), Meditaciones de Teología Bíblica Cofrade (2004) y La Iglesia en el día a día (2005). ~


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Literatura

Este artículo se publicó en 2014 en un libro colectivo a propósito de la situación política en Cataluña. Se cumplían, además 100 años del nacimiento del poeta Joan Vinyoli. Concha García lo ha reescrito y hace un repaso a esta situación que en lo

Sobre la poesía barcelonesa en castellano

María Mercé Marçal y Concha García. / Fotografía cortesía de Concha García

Concha García {En 1980, José Agustín Goytisolo publicó en la editorial Lumen 40 poemas de Joan Vinyoli y creyó necesario redactar unas líneas que informaran sobre la historia de Catalunya. Recordaba que Catalunya era una nación claramente diferenciada dentro del Estado español, y concluía: «Pese a obstáculos y avatares, opresiones e injusticias históricas que a grandes rasgos se han trazado aquí, el valor de los escritores en lengua catalana es sorprendentemente alto en el contexto de la literatura universal. De ello nos va a dar prueba concluyente la poesía de Joan Vinyoli». Casi veinticinco años después podemos decir que está sucediendo exactamente lo mismo, pero al revés. Actualmente, en Barcelona y Catalunya en general, se da una realidad que no deja de ser paradójica. Como en todas partes, hay poetas, solo que aquí se segregan por la lengua en la que escriben, lo que provoca que quienes escribimos en castellano seamos borrados del mapa por las instituciones catalanas. Casi nadie se atreve a hablar de este asunto porque se tiene miedo al qué dirán, o que te acusen de españolista y anticatalanista, cuando mi sentimiento no es en absoluto nacionalista, ni en una dirección ni en otra. Un silen-

Joan Vinyoli.

cio consensuado e incómodo nos hace hablar con la voz muy baja de este asunto y nos preguntamos hasta dónde llegará todo esto. Tengo una fotografía de 1987 en la que comparto mesa de lectura poética con las poetas catalanas Montserrat Abelló, que falleció en 2013, poeta reconocida institucionalmente (Premi Nacional de les Lletres Catalanes, entre otros muchos), y con María Mercé Marcal, que murió demasiado joven, en 1998. Hoy es un icono en las letras catalanas. En aquellos tiempos no había líneas divisorias entre unos y otros. La tercera, que soy yo, afortunadamente viva, he dejado de existir como poeta en Barcelona. La carrera literaria de mis compañeras de foto llegó a la cima más alta. La mía se

quedó en otros ríos cuyos afluentes nunca dieron al mar de Catalunya. Explico esta anécdota porque ilustra muy bien la poesía escrita en castellano en Barcelona, algo que no ocurría hace unos años. La tarea de segregación ha sido lenta y casi sin darnos cuenta, nos vemos excluidos. Ya no hay para nosotros posibilidad de participar en festivales de poesía, solo si te invitan como poeta en lengua extranjera, y mucho menos de ámbito internacional. Tampoco existe la posibilidad de ver algún poeta en castellano en los programas de lecturas poéticas que organizan las bibliotecas, ni la de ir a un Instituto de Enseñanza Secundaria, y menos la de aparecer en una antología. El borrado es total. Como he dicho, hace unos años no era así.

Yo misma he organizado en Barcelona unas jornadas poéticas que se realizaron entre el año 2000 al 2010. He sido colaboradora del suplemento cultural del diario Avui (ahora El Punt Avui) durante varios años. Coordiné con Rosa Lentini un número en la revista granadina Ficciones sobre 25 años de poesía en Barcelona. He publicado en editoriales barcelonesas (Icaria, Tusquets, Carena). He sido cofundadora del Aula de Poesía de Barcelona, además de formar parte en tertulias como las de Amagatotis en los años ochenta y Café Bauma, en los noventa. En 2014 se cumplieron cien años del nacimiento del poeta Joan Vinyoli (1914-1984), y en un suplemento cultural barcelonés le dedicaron las páginas principales. Tenemos ediciones completas, antologías, página web, conferencias y homenajes, lo que no es de sorprender, ya que Vinyoli fue un poeta excelente, más bien pesimista y doliente, que escribió una obra lo suficientemente turbadora como para que sea recordado y traducido, y aquí me detengo. La traducción al castellano es del poeta y traductor Carlos Vitale, argentino afincado en Barcelona desde 1981, a sus espaldas varios premios de traducción en lengua italiana y varias traducciones de otros


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Literatura

esencial no ha cambiado en el ámbito de las escrituras en castellano y catalán. Podría revertirse si hubiese más colaboración institucional y la realidad se ajustase a lo que ocurre

Montserrat Abelló (de espaldas y jersey rojo). / Fotografía cortesía de Concha García

poetas catalanes. El prólogo nos acerca al alma de su poesía, conciso y certero lo ha escrito el comisario de la conmemoración del año Vinyoli, el escritor Jordi Llavina. Vinyoli fue el primer escritor en catalán que recibió el Premio Nacional de Poesía (post-mortem), fue reconocido por sus traducciones al castellano y por los elogios de su obra como los de Juan Luis Panero, Vicente Valero, el mencionado José Agustín Goytisolo, entre otros. Una manera posible de construir la tradición literaria consiste en nombrarse unos a otros alrededor del poeta mayor aprovechando que se celebra un evento relacionado con su muerte o con la primera edición de su libro. El mapa se queda muy pequeño porque casi siempre son los mismos quienes están en todas partes, y al final no sabemos, en caso de que Vinyoli estuviese vivo, hasta qué punto estaría de acuerdo con la gama de elogios que flotan alrededor de su obra. No fue reconocido por sus compañeros de generación, más bien fue un hombre solitario al que le gustaba tomarse unas copas después de salir de la editorial Labor, donde trabajó casi toda la vida. Allí departía con Carlos Barral. Qué lejos queda la Barcelona de Gil de Biedma, Goytisolo, Moix, Amelia Romero, José Batlló y la de mi pro-

Cartel anunciando ‘El espacio sin nombre’.

pia historia, también, como escritora. Volviendo al hilo del relato, la traducción al castellano de la antología bilingüe, que recoge 33 poemas imprescindibles de Joan Vinyoli (La mano en el fuego), no es apenas men-

cionada en el suplemento catalán, tan solo es visible una reproducción de la portada en el lateral de la pàgina. Me temo que si hablásemos de una traducción inglesa o francesa, otro gallo habría cantado, pero no es más que la sospecha de quien escribe estas líneas. Joan Vinyoli es uno de los poetas imprescindibles que recomiendo leer. Intenso, cotidiano, realista, pesimista, lúcido, poco amigo de seguirle el juego a nadie y luminoso. Traductor de Rilke y buen receptor de su obra, se tomó en serio aquella máxima del entonces joven poeta alemán que en los Cuadernos de Malte Laurids Brigge, decía que la poesía no es cosa de sentimientos, sino de experiencias. Fue pobre, tuvo que ponerse a trabajar muy joven en la editorial Labor que después sería absorbida por la editorial Barral. Allí trabajó toda su vida hasta que se jubiló. Vinyoli se sintió marginado por la crítica y los poetas de su tiempo, relegado de las antologías por no haber compartido las corrientes estéticas del realismo social. Así los expresaba: «Al acercarse la vejez, todavía continúo persiguiendo lo real poético a pesar del silencio y la marginación en la que algunos pontífices de la crítica del país me tiene y me tendrá porque resulto incómodo y ya lo

saben todo y no encajo en sus parámetros». Le darían a título póstumo, un año después de su muerte, el Premio de la Generalidad Ciudad de Barcelona, el Ciudad de Mallorca y el Serra d’Or. Lamentable. Vivo en Barcelona desde mi infancia, pero no me atrevo a llamarme catalana. Soy consciente de que hablo de una ficción, pues es tan casual haber nacido en Córdoba como en Ingeniero Jacobazzi, y aunque se proclame que catalanes pueden serlo todos, no es cierto. Aquí mandan las familias de siempre. A medida que la ola de nacionalistas desde las cúpulas institucionales se extiende hacia abajo, me siento menos de Barcelona. Ya sabemos que las identidades son cambiantes , por eso estamos en un momento poroso para los que quienes han ido perdiendo esperanza en las políticas de los últimos años, siempre a favor de los más ricos, se aferren a la identidad nacionalista. Es cierto que las ciudades cambian y no podemos evocarlas con melancolía, sentirse de un lugar u otro es cuestión de amor, de cooperación e integración, y sobre todo, de no olvidarse de una parte de la historia. Las malas políticas acaban estallando entre las personas. Sabemos que las masas son potencias y sería lamentable un enfrentamiento de más calado. ~


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Música

El Festival Internacional de Jazz de Madrid ha tomado ya velocidad de crucero. Los distintos enclaves en los que se suceden los conciertos y el resto de actividades, reciben a los músicos y cantantes al mismo tiempo que el público llena a diario todas

Universo jazz, capital Madrid Gabriel Ramírez Lozano {Los aficionados al jazz nos vamos arremolinando alrededor de los distintos enclaves elegidos para que el Festival Internacional de Jazz de Madrid se vaya desarrollando. El jazz; condenado en España, desde siempre, a ser una música de minorías, se hace protagonista. Algunas de las mejores formaciones del mundo pasarán por aquí durante los próximos días, pero, también, músicos y cantantes que comienzan a despuntar y van construyendo su universo musical. No hay tiempo para poder asistir a todos los conciertos. Elegimos los que creemos que serán más interesantes y, de momento, no nos hemos equivocado. Henri Texier Hope Quartet Si el arranque del Festival nos pareció estupendo, este segundo concierto nos pareció especial por su carga evocadora y mágica. Henri Texier, el contrabajista con el que ya disfrutamos el año 2014 cuando subió al

Steve Coleman. / © Mac Arthur Foundation

Vieux Farka Toure. / Fotografía cortesía de festivaldejazzmadrid.com

escenario junto a Louis Sclavis y Aldo Romano, llegaba a Madrid en compañía de otros artistas de primera categoría. François Corneloup (saxo barítono), Sebastian Texier (saxo alto y clarinete; hijo de Henri), Louis Moutin (batería) y, lógicamente, Henri Texier, forman el Hope Quartet. Excelentes músicos todos.

El concierto de Henri Texier Hope Quartet fue especial por su carga evocadora y mágica

El concierto resultó delicioso. Si el jazz es libertad al interpretar, este concierto será recordado por el público como el paradigma de lo que debería ser un directo de cualquier banda de jazz. Los temas del disco At L’Improviste fueron los que iban sonando sobre el escenario. Pero los solos de cada uno de los músicos los convertían en únicos y exclusivos en una jornada que nunca más se repetirá y que sólo unos cientos de personas de todo el mundo han podido disfrutar. Esos solos sonaron algo nerviosos y fríos en el caso de Sebastian Texier. Sobre todo con el saxo alto. Fue el que menos conectó con la platea. Se trata de un buen músico al que le sobrepasa, a veces, un exceso de alardes técnicos que tendrá que ir sustituyendo por algo más de ‘alma’. Corneloup, un músico experimentado que ha hecho de todo en esto del jazz, demostró que con el instrumento en las manos es capaz de desarrollar un fraseo que va de la robustez a la suavidad, al

puro romanticismo. El que desplegó en el tema Hopi fue soberbio. El baterista, Moutin, es feroz. No se arruga cuando la exigencia es casi abrumadora. Aunque termina completamente exhausto. Algunos de los solos que le correspondían, fueron más breves de lo normal. Seguramente porque ya no podía más. Este hombre se pega una verdadera paliza y lo acusa a medida que avanza el concierto. El líder del grupo, Henri Texier es, sencillamente, un músico excelente. En este concierto, que homenajeaba a los indios que habitaron el norte del continente americano, deja bien claro que con el contrabajo es capaz de decir todo aquello que quiere. Esto, que dicho así, podría servir para cualquier artista, es algo muy difícil de conseguir y son pocos los que lo logran a lo largo de su carrera. El jazz se convirtió en reclamo del jazz. Todo parecía poco y el final supo amargo porque la experiencia estaba siendo estupenda. Una base melódica per-


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Música

las localidades. El nivel está siendo más que sobresaliente. Madrid se convierte para los aficionados al jazz en un destino apetecible. Es una ocasión única de disfrutar de una música que siempre ha representado la libertad, que siempre ha sido un

fecta y rigurosa sumada a una base rítmica tan poderosa no podían fallar.

Henri Texier Hope Quartet. / © Guy Le Querrec

Marilyn Mazur Group Aunque cualquier manifestación artística tiene sus propios códigos, los patrones se repiten inevitablemente. Un sueño y la expresión del mismo pueden ser estéticamente distintos en pintura, literatura o música, aunque, en esencia, no dejan de ser lo mismo. Digo esto porque la sensación que se instala en la consciencia del que escribe escuchando el jazz que hace Marilyn Mazur traslada a lugares conocidos a pesar de que ese sonido que asalta desde el escenario sea extravagante, explosivo, chispeante, demoledor en su expresividad y un guante a medida para cualquier aficionado al jazz. Llegaba Mazur acompañada por el guitarrista Krister Jonsson, un músico con un ramalazo rockero evidente que sabe utilizar su instrumento para interpretar pisando registros

La pureza de la música que hace Vieux Farka Touré invita a dejarse llevar sin resistencia

muy alejados entre sí; el saxofonista Fredrik Lundin que es de esos músicos que nunca fallan, que sin llegar a la genialidad sabe resolver con solvencia lo que se va proponiendo en el escenario; y el bajista Klavs Hovman, mucho más discreto que el resto de músicos del cuarteto, algo soso y muy a la sombra de la señora Mazur. La percusionista proponía un jazz que iba, en todos los temas, de lugares extraños, cercanos a lo onírico, con claras reminiscencias de músicas orientales y los ancestrales ritmos africanos, con un componente reflexivo que invitaba al público a intentar saber qué les contaban; a territorios más convencionales en los que la conexiones con el free y el acid también quedaban patentes. La experiencia de Mazur es amplia y su trabajo junto a muchas de las leyendas del jazz le permiten exploran con éxito algunas partituras que en manos de otro podrían convertirse en un galimatías imposible. El despliegue técnico de Marilyn Mazur es apabullante. Y su dominio de todo aquello que tiene que ver con la percusión llega a ser emocionante. Otra tarde llena de sensaciones que se agarran a las sienes para disfrutar.

Steve Coleman & Five Elements Steve Coleman va a lo suyo y su saxo alto lanza sus ideas con rebeldía en busca de un lugar que muchos siguen creyendo que no existe; recorre una senda que se distancia de las zonas más arraigadas en el falso dogma; parece querer demostrar que claudicar o conformarse con lo sabido y lo señalado como puro es una opción que prefiere descartar para abordar la música desde su propia autenticidad. La música de Coleman se construye desde el derribo de un discurso que contiene eso con lo que ya no se pueden contar las cosas (¿Acaso se puede decir el mundo pintando ciervos desde que Picasso creó Las señoritas de Avignon?); se arma con una coherencia interna repleta de ritmos negros (de los de verdad), de matices que llegan del free. Piezas como A scending numeration o Rhythm people dejan claras las intenciones de Coleman: ni una sola concesión a las corrientes que se imponen por razones que no entiende, ni una sola concesión a la galería. Su música ha de entenderse, sentirse. Aunque la primera impresión nos arrastre al terreno de la dificultad, lo que quiere decir Coleman nos

termina arropando o hace huir al que se ancla al clasicismo. El baterista Sean Rickman junto al bajista Anthony Tidd dieron una lección sobre el escenario de Conde Duque. Rickman desplegaba una serie de polirrítmias envidiables y Tidd no fallaba ni una nota. El swing de este músico es espectacular. Jonathan Finlayson acompaña a Coleman y empareja su fraseo logrando encajar cada nota para avanzar en un discurso difícil, exigente y casi perturbador. Un concierto extraordinario y clarificador. Después de muchos años de ausencia, Coleman reivindicó ese puesto que nunca ha perdido a pesar de no viajar hasta España. Vieux Farka Touré Vieux Farka Touré facturó un concierto, en la sala Guirau del Fernán Gómez, de los que dejan huella. El blues africano, en toda su esencia, sonó con excelencia para que en la platea se disfrutara sin filtro alguno. La pureza de la música que hace Vieux Farka Touré invita a dejarse llevar sin resistencia. Los temas que interpretó corresponden a su nuevo trabajo ‘Samba’, homenaje a los griots que cantan sin despegar los pies del


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Música vehículo único para expresar desde la posibilidad de contar el mundo personal e íntimo del interprete que termina siendo una explicación rotunda del universo colectivo. Abordamos un resumen de lo más destacado desde el pasado viernes día 3 hasta ahora Sheila Jordan. / Fotografía cortesía de festivaldejazzmadrid.com

suelo al universo, sin perder el contacto con su hábitat natural. Por si alguien tenía dudas sobre si el blues canta a la alegría o al dolor y a la tristeza, Vieux Farka Touré dejó claro que el blues tiene poco que ver con la tristeza. Otra cosa es que se mencione el dolor o los sufrimientos de un pueblo entero en las letras de las diferentes canciones. Pero eso es otra cosa. El blues es expresión de alegría por la vida. Y en el escenario quedó patente. Música negra. El blues que todo lo abarca en la música. Un concierto inolvidable. Sheila Jordan Sheila Jordan es una artista completísima. Los aficionados al jazz lo saben y los que se reunieron en el auditorio de Conde Duque de Madrid recibieron entregados a Jordan. Los temas que sonaron eran, todos, excelentes: How deep is the ocean, Bird alone, It’s you or no one, Autumn in NY, Dat here, Alone together (interpretado por el trio de músicos y sin la voz de Sheila Jordan), The moon is a Harsh mistress, The bird / Confirmation, Sheila’s blues, The crossing y Work shop blues. Sheila Jordan se las sabe todas y sobre un escenario es capaz de lle-

Marilyn Mazur Group./ Fotografía cortesía de festivaldejazzmadrid.com

varse al huerto al más reticente de los aficionados. Interpela al público con su música, con sus improvisaciones en las letras y con el scat. El concierto resultó

El Festival Internacional de Jazz de Madrid podrá presumir de estar consolidado

entrañable y muy, muy, divertido. Sheila Jordan es una de las grandes del jazz. No hay duda de ello. Pero dicho esto, hay que señalar que los años no pasan sin dejar secuelas. La voz de la señora Jordan no es lo que era. En el concierto, que fue de menos a más, se dejaron ver algunas carencias propias de la edad, de esas que no tienen remedio

aunque pueden enmascararse utilizando registros menos exigentes. Por otra parte, el pianista César Latorre, el contrabajista Cord Heineking y el baterista Daniel García Bruno, siendo buenos músicos, hicieron pensar que faltaban muchos minutos de ensayo. Algunas dudas y, sobre todo, una falta de diálogo manifiesta con los instrumentos, impedían una conexión más poderosa con el público que la se produjo. No parece que hubieran interiorizado cada uno de los temas que iban a interpretar y eso se tradujo en cierta frialdad por parte del público. Por si era poco, la señora Jordan les iba pidiendo algunas cosas, para su sorpresa, que abundaban en esa sensación de falta de ensayos. En cualquier caso, el que escribe no se perdería un concierto de Sheila Jordan. A pesar de todo no se pueden dejar escapar estas oportunidades. Queda mucho festival. Aún tienen que pasar por Madrid un buen número de músicos. Pero si todo sigue como hasta ahora, el Festival Internacional de Jazz de Madrid podrá presumir de estar consolidado y ser cita ineludible para los amantes del jazz desde ya. ~


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Atelier de músicas

Es una de las creadoras sonoras más atípicas y personales del panorama nacional. Eli Gras defiende la heterogeneidad y la libertad creativa para abrazar el pop y lo experimental

Audición

CONTEMPORÁNEA

Francesco Filidei / Forse / Ensemble 2e2m / L’empreinte digitale

Lo cómico reaparece en la academia

ARTISTA SONORA

ELI GRAS

«Soy como una intérprete de violín, solo que yo toco objetos» Ismael G. Cabral {Con Eli Gras (Barcelona, 1971) estamos ante una de esas creadoras a las que cualquier etiqueta le hurta conquistas. Artista sonora parece demasiado serio, multidisciplinar se acerca más, pero es poco periodístico. Al final, ella va a ser una de esos artistas que, nada más y nada menos, hacen cosas. «Es lo que pone en mi tarjeta de visita: Eli Gras. Hago cosas», cuenta. Esta semana ha dado dos conciertos en Sevilla –uno en clave experimental, en Radiópolis; y otro de ‘pop dadaísta’ en Tramallol–. Está de gira. Siempre está de gira. Porque, claro, siempre está haciendo cosas. Cuenta que empezó a improvisar con 11 años. Militante autodidacta, imparte talleres de instrumentos reciclados y de construcción de objetos sonoros, comisaria festivales, dirige un sello discográfico y se mueve como pez en el agua en el underground, «donde el trato suele ser muy bueno, la ganancia, escasa, y la incomodidad, alta». Porque Gras no pertenece a esa nómina de músicos que se mueve de aquí para allá con un laptop bajo el brazo. Ella viaja con muchos kilos de equipaje. «Soy como una intérprete de violín solo que yo lo que toco son objetos que

inventopara explorar sus posibilidades acústicas». En su último discoobjeto, Xylotheque, podemos oír «un teatro electroacústico en el que imaginé cómo los objetos del hogar tienen vida propia al margen de los humanos y se comunican entre ellos». Las guitarras alteradas, los juguetes, los objetos y lo que sea que suene puede pasar por el laboratorio musical de Eli Gras. «Soy muy poco

«Aunque cada vez hago cosas más radicales procuro que exista una continuidad» En su último disco imaginó cómo los objetos del hogar se comunican entre ellos académica pero sí que aprecio cómo cada vez hago cosas más radicales, más exigentes, aunque procuro que exista una cierta línea, una continuidad en mis proyectos». Y, aunque no le gusta hablar de estéticas, admite que valora saber que el público que escucha su música «detecta la mano de la misma persona», aunque haga cosas muy dispares.

La artista sonora Eli Gras ha ofrecido esta semana dos conciertos en Sevilla.

Lo próximo será una publicación que incluirá un instrumento musical inventado y una grabación con sonidos de ese instrumento. «Me encanta la idea de que el objeto complemente la obra; son cosas que suman en la experiencia de la escucha o de la lectura, que la hace única», dice. Recientemente, Gras ha trabajado con nombres importantes de la improvisación y la música experimental como Pelayo Arrizabalaga y Pierre Bastien. En el pasado, también colaboró con el músico de krautrock Roedelius. Su trayectoria viene de lejos. Pero le cuesta citar a referentes. «Me inspiran muchas músicas e intento no acomodarme en ninguna etiqueta, aunque entiendo que mis propuestas se asimilen con otras no es algo buscado». Hay un sentido abiertamente lúdico en la música de la barcelonesa. «Siempre me lo he pasado bomba inventando cosas». Y también, sin pretenderlo, su propia figura y su quehacer reivindican la cada vez mayor presencia femenina en el arte sonoro. «Hoy hay más chicas que cuando empecé, entonces te miraban raro por ser mujer y dedicarte a manipular una guitarra eléctrica». ~

I. G. Cabral {En 1993 el compositor catalán Llorenç Balsach compuso la obra para cinta Classes de música a la granja. En ella, con un marcado tono humorístico, los sonidos de animales fundamentaban toda la dramaturgia de la composición. En este nuevo disco del Ensemble (parisino) 2e2m la atención se ha centrado en el músico Francesco Filidei (1973) uno de los compositores italianos más notables de la nueva generación cuya obra parece, al fin, truncar la inercia estética que había impuesto con su maestría Salvatore Sciarrino. Desde luego que Filidei mira y se siente cercano al tono descarnado, irónico y burlón de un Mauricio Kagel, pero también puede rastrarse en él esa claridad expositiva y ese refinamiento tímbrico tan italiano (se piensa en Aldo Clementi y en Niccolò Castiglioni). La obra central del disco, L’Opera (forse), es una especie de teatro de cámara para recitador y seis músicos sobre textos de Pierre Senges. En ella el compositor aborda de una manera sui géneris el mundo de la caza, citando a Petrarca (poeta y cazador) o al mismísimo Giaccomo Puccini, al que se le adjudica la frase: «El instrumento que más me gusta después del piano es el rifle». En todo caso, Filidei genera formidables interludios instrumentales de tono amable a la par que indagativos, enfatizando todo tipo de técnicas instrumentales experimentales. Pero el recitado, en italiano, resulta pesante e impide que el aparato sonoro cobre vuelo. Mucho menos amable pero igualmente humorístico se muestra en Puccini alla caccia, para ocho intérpretes que manejan silbatos de agua. Abre el álbum el Concertino d’Autunno, una muy característica creación filideiana en la que un conjunto integrado por flauta de pico, violín y cinco músicos citan el inmortal referente vivaldiano para fracturarlo mediante onomatopeyas y sonidos que, por su naturaleza cómica, llevaban demasiado tiempo desplazados del siempre creciente vocabulario de la vanguardia. ~


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Historia

Giorgina Reid es una de esas mujeres que ha dejado una huella indeleble entre los que la pudieron conocer. Seguramente sean pocos los que saben quién fue esta mujer o saben qué hizo durante años, pero Giorgina, no por ello, no fue una mujer

Giorgina Reid, la mujer que detuvo el mar Anabel Rodríguez {Tener hijas que, además, te proponen sobre qué escribir es algo extrañamente divertido. Siempre ando a la busca de buenas historias, de mujeres sugerentes y desconocidas… Mirando por aquí y buscando por allá y resulta que una de mis gemelas, P. se ha empeñado en que hable sobre una mujer que sale en el libro Valerosas de Penélope Bagieu, publicada en España por la editorial Dibbuks. A los que busquéis referentes femeninos que inculcar a vuestros retoños os lo recomiendo sin dudar. El formato de cómic hace que las biografías de estas mujeres sean entretenidas e interesantes. No todas son buenísimas, algunas tienen luces y sombras y eso enriquece la forma en la que las mujeres podemos llegar a vernos y valorarnos (personalmente no estoy preparada para subir a los altares). El caso es que P. quiere que escriba sobre una mujer prácticamente desconocida, Giorgina Reid. ¿Quién es Giorgina Reid? Una de esas personas luchadoras que podrían pasar desapercibidas. Esta norteamericana nacida en Triestre (Italia, 1908), se valió de su curiosidad y tesón para evitar la acción de la erosión en las costas en Long Island. Dotada de un gran talento para el

arte acudió a la escuela Leonardo Da Vinci de Nueva York cuando sólo tenía quince años. Después se matriculó en diseño textil, donde conoció al que sería su esposo. Giorgina se caracterizaba por ser una persona muy curiosa, deseosa de aprender lo que pudiera ayudarla. Decididos a vivir frente al mar, los Reid se instalaron en los acantilados de Rocky Point en Long Island. Al poco tiempo supieron que la costa estaba amenazada por la erosión y que era cuestión de tiempo que las casas allí construidas acabasen hundiéndose. Su esposo se empeñó en vender la vivienda, pero Giorgina se negó y comenzó a emplear una técnica japonesa en la que se protegía la base del suelo y se estabilizaba la pendiente que iba a la costa, a través de una serie de cañas huecas que guiaban la lluvia hacia el suelo. También insertaban vegetación que dejaba pasar el agua y, así, permitía que la arena se mantuviese en su lugar. Estas cañas y flora se organizaban en una especie de terrazas que evitaban que el agua se llevase toda la tierra cuando llovía o había gran oleaje. Aplicando este método logró que el jardín de su casa permaneciera incólume mientras que el de sus vecinos desaparecía, en mayor o

Faro de Montauk.

menor medida, a causa de las lluvias torrenciales. Sin embargo, no fue por proteger su jardín por lo que la protagonista de nuestra historia es conocida, sino por salvar un monumento histórico norteamericano: el faro de Montauk. Construido en 1796 a instancias del primer presidente estadounidense, George Washington, constituía un tesoro histórico (tened en cuenta que allí cualquier cosa con más de cien años es una antigüedad) y estaba amenazado por la erosión. Los encargados de la protección litoral lo daban por perdido y en 1967 se anunció su desmantelamiento para evitar desgracias personales. Los vecinos organizaron protestas para impedirlo, solicitaron ayuda a las administraciones, pero los presupuestos habían sido recortados y no había dinero para dedicar al cuidado de este antiguo faro. En 1970, Giorgina, que ya había comprobado la efectividad de su método antierosión en su jardín, propuso a los guardacostas un plan específico para evitar la destrucción del faro, prometiendo además que no iba a costar ni un solo dólar al Estado (me los imagino frotándose las manos). No la tomaron en serio, le decían que cómo iba a triunfar ella donde grandes ingenieros habían

fracasado. A pesar de todo le permitieron ponerse manos a la obra y con la ayuda de voluntarios procedentes de la zona se pusieron a trabajar duro. Plantaron infinidad de terrazas cubiertas de vegetación, los bancales fueron evolucionando y durante quince años, todos los domingos Giorgina se encargaba, sola o en compañía, de continuar con su labor. Los periódicos, como The New York Times, criticaron la falta de colaboración de las autoridades de la zona y ponían de manifiesto la valentía y tenacidad de la mujer. Así, con algún que otro tirón de oreja, las diversas administraciones federales y locales responsables del faro de Montauk, decidieron colaborar con nuestra heroína que, de todas formas, prefería que no se inmiscuyeran (no sea que lo estropeasen todo). Con la ayuda de sus vecinos y voluntarios y tras un trabajo que se extendió en el tiempo, logró detener la erosión de la zona y consiguió que el faro no fuera destruido y no sólo eso, sino que se convirtió en un monumento histórico abierto a los turistas. Fue entonces cuando vinieron los elogios por parte de las autoridades estatales y federales, aquellas a las que les importaba poquito que el


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Historia

fascinante. Comenzó salvando su jardín de la erosión provocada por la lluvia y el mar. Salvó el faro de Montauk de una destrucción segura. Y dejó una muestra de lo que debe ser el coraje de una persona faro se mantuviera en pie o no. Las mismas que apenas si mostraban interés por la erosión de las costas, igual que hoy en día no se interesan por el cambio climático. Giorgina escribió un manual sobre su método para mantener en pie el faro y evitar en general la erosión provocada por el mar y las lluvias torrenciales (no está traducido al castellano). Esta mujer que no medía más de un metro cincuenta, era menuda, curiosa y tenaz logró el éxito en una tarea en la que otros se habían dado por vencidos. El presidente Bill Clinton le envió una carta de felicitación y agradecimiento y la Sociedad Histórica Norteamericana la condecoró como se merecía. Lamentablemente, Giorgina enfermó de Alzheimer y como sabéis esta patología no perdona. Borra casi todo lo que nos ha importado: hijos, esposos, amigos… Pocas cosas quedaron a salvo de ese olvido. No recordaba haber sido condecorada, ni felicitada, ni posiblemente a su marido que había muerto tiempo atrás. Lo que sí recordaba y podía explicar con detalle era la técnica de las terrazas y el drenaje necesario para hacer frente al mar. Tras su muerte en el año 2001, fue portada de la revista Life, en la que la recordaban como la mujer que salvó el faro Montauk. En la foto de la revista aparenta más de sesenta años y la podéis ver en plenitud, subida a la ladera del faro y rodeada de tablas y material para construir terrazas de drenaje.

Portada de la revista Life.

La erosión generada por la fuerza de los océanos hace peligrar algunos faros del mundo. / El Correo

Comprendo el empecinamiento de P. para que le busque un lugar a Giorgina en Aladar. Esta anciana que falleció antes de que ella naciese le ha servido de modelo, de inspiración, pues fue una de esas personas que nos hace saber que cada uno de nosotros, con esfuerzo, interés y tenacidad podemos lograr un mundo mejor. Podemos evitar que la Tierra se destruya; provocar que los derechos humanos sean respetados; y hacer que la cultura llegue a todos los rincones… Son nuestras acciones las que contribuyen a mejorar o empeorar las vidas de los que nos rodean y, en ese sentido, Giorgina fue un ejemplo. En ocasiones, nos rendimos, pensamos que no hay nada que podamos hacer y que todo está en manos de los grandes, los poderosos. Evidentemente ellos tienen ‘la gran responsabilidad’ y no siempre están a la altura (A las pruebas me remito. En Extremadura estamos pidiendo un tren desde hace mucho tiempo y seguimos incomunicados), pero no hay que desdeñar el trabajo que podemos hacer. Muchas voces, empeños, y voluntades unidas pueden hacer grandes cosas. Seamos Giorgina Reid, seamos inspiración para los que nos rodean. No necesitamos héroes de grandes gestas, sino héroes de diario, comprometidos y coherentes. ¿Sabéis qué? El faro de Montauk aún brilla y quien sabe, tal vez nuestras acciones de hoy, brillen mañana, cuando no estemos presentes. Merece la pena intentarlo, ¿no? ~


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