Sábado, 26 de mayo de 2018 Nº 178 @aladar_cultura
El sonido desgarrado que arropa el mundo
La ópera ‘Die Soldaten’ de Bernd Alois Zimmermann se representa en el Teatro Real. Una obra en busca del arte total que no deja a salvo nada de lo que somos
Vistazo a ‘Curiosidades’ de Benjamin Lacombe
Recomendaciones literarias de 2 a 12 años
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Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 26 de mayo de 2018
Ópera
Programar una ópera como ‘Die Soldaten’ de Bernd Alois Zimmermann es una apuesta arriesgada, un reto que la dirección artística del Teatro Real de Madrid ha asumido como propia y, con toda seguridad,
El corazón de las tinieblas, el pez plátano y Marie
Gabriel Ramírez {J. D. Salinger publicó nueve relatos el año 1953 dentro de un mismo volumen. Uno de ellos lo tituló Un día perfecto para el pez plátano (A Perfect Day for Bananafish). En ese texto se habla de un personaje mítico de este autor, de Seymour Glass, el mayor de los hermanos de una familia creada por Salinger. Seymour ha pasado por el campo de batalla puesto que fue reclutado para participar en la II Guerra Mundial; Seymour ha sido capaz de aprender el idioma alemán para poder leer la poesía de Rilke en su idioma original; Seymour es un artista con cierto talento que no soporta el entorno puesto que le parece hostil y un espacio imposible de ocupar sin acabar muerto poco después. Salinger no sabía que estaba escribiendo un
La soprano Susanne Elmark logra una interpretación notable en todos los sentidos. / El Correo
relato que podría servir de biografía parcial del compositor Bernd Alois Zimmermann. Los finales de ambos son idénticos. Es evidente que alguien atormentado dibujará un universo alejado de la belleza, de la alegría y de las florecillas que crecen en el campo y parecen dibujadas con primor. Es evidente que lo que salga de una mente atormentada tenga mucho que ver con el horror (el horror que tiene que ver con Kurtz, personaje de El Corazón de las tinieblas, la excelente novela que escribió Joseph Conrad). Y con estas premisas llegaba, el que escribe, al Teatro Real. Madrid se ha empeñado en hacer del refranero un valor seguro y parece querer obligarnos a llegar hasta el cuarenta de mayo sin que podamos quitarnos el sayo, pero no deja de
ser agradable y emocionante caminar en busca de sensaciones que solo pueden encontrarse sobre un escenario. Alguien debería tratar de explicar cómo fue, qué pasó, por qué dejamos que ocurriera que la importancia de los músicos, de los cantantes y del director musical, dejase de ser fundamental. Parece que ahora eso no es lo más importante. Y tratándose de ópera la cosa es, por lo menos, sorprendente. Parece que, ahora, lo que importa es que el director de escena se luzca, haga una lectura única, original, inverosímil o demoledora. Cualquier cosa menos una lectura ajustada a lo que el compositor pensó en su momento. Y digo esto porque Calixto Bieito resulta aburrido. Nos deja sobre el escenario más de lo mismo. No escandaliza,
no causa perplejidad. Ni siquiera aporta nada a lo que ya dice la partitura o el libreto. Excesivo, injustificable. El final de la ópera se desarrolla entre un exceso de sangre y líquido pastoso que produce náuseas que nos hace pensar en la película Carrie. Y entre mazazos sobre las paredes del escenario que nos hacen pensar en un concierto de The Who. Nada que ya no hubiera pasado durante las dos horas y media de ópera. Pero, por si acaso alguien no se ha enterado, más sangre y más violencia. Antes uno de los personajes se ha guardado las bragas de una mujer dulce e inocente. Detalles que ya vimos o intuimos en producciones anteriores dirigidas por Bieito. Ya nos sabemos esta forma de hacer las cosas y si no hay cambios la cosa se pone aburrida.
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Ópera
sabiendo que supone llevar todo cerca de los extremos. No se representa una obra así sin hacer un enorme esfuerzo por parte de todas las personas implicadas
La distribución de los músicos y cantantes es verdaderamente compleja. / El Correo
Pablo Heras-Casado dirige con tesón la Orquesta Titular del Teatro Real. Ciento veinte músicos distribuidos en unos andamios que descansan sobre el escenario del Teatro Real. Los cantantes se colocan sobre las tablas que cubren el foso. HerasCasado queda de espaldas a ellos y un ayudante dedica su esfuerzo a dirigir a los cantantes (muy bien y de forma tan vistosa como atractiva para los que no están familiarizados con el mundo de la ópera). Aunque cualquier otra distribución del conjunto parece complicada, habría que preguntar al director musical si le hizo mucha gracia no poder hacerse cargo de esos cantantes, de algunos percusionistas y de los músicos que forman una banda de jazz. En cualquier caso, los músicos hacen un esfuerzo mayúsculo y sacan
adelante una partitura realmente complicada por su aspereza. Pablo Heras-Casado hace un trabajo francamente bueno. Otra cosa es valorar la distribución de los músicos sobre los andamios. Algunas secciones quedan alejadísimas y el sonido tiende a difuminarse de forma grosera. Pero, en esta ocasión, hay que comprender que la cosa era difícil y que bastante han logrado hacer en un teatro como este que tiene sus limitaciones espaciales que son, además, ineludibles. La obra de Bernd Alois Zimmermann tiene vocación de obra de arte total. Para ello, busca una dramaturgia seria y con sentido, mezcla elementos musicales improbables (del jazz a las series dodecafónicas pasando por la música de cabaret). Habla del destino como imposible puesto que Zimmermann, buen conocedor de la filosofía escolástica que no es otra cosa que una relectura de la griega clásica, parte de una paradoja que los filósofos más antiguos construyeron con el tiempo como protagonista. El pasado ya no
está, el futuro está por venir y el presente se nos escapa antes de poder pensarlo. Parte de ese territorio y destroza el tiempo, el espacio, el entorno. El mundo salta por los aires porque el mundo no puede ser el mundo. Todo esto nos lleva a una partitura exigente con los cantantes que
La obra de Bernd Alois Zimmermann tiene vocación de obra de arte total se mueven en la frontera entre canto y grito. La soprano Susanne Elmark se pasa la obra entera subiendo y bajando entre tonalidades imposibles. El resto de cantantes se somete a una forma de interpretar peligrosa y que, si la técnica de canto no es adecuada, te puede destrozar. Un cantante de corte
más verdiano, está perdido. El caso es que todos los cantantes están francamente bien y que el arco interpretativo que les toca defender lo convierten en un logro más importante que otra cosa dada la dificultad que tienen todos. Destacan Reinhard Mayr, Hanna Schwarz con un papel muy corto y, como ya he dicho, Elmark. Bernd Alois Zimmermann no deja títere con cabeza. La degradación de las personas hasta que son destruidas, un mundo imposible, los tonos grises con los que se decoran cualquiera de las épocas en las que el hombre ya pisaba el planeta Tierra, son algunas de las cosas con las que el espectador se encuentra. No es extraño que algunos se levantaran a los diez minutos y que otros escapasen en el descanso (un tiempo que nos podían haber ahorrado puesto que no era necesario parar). No todo el mundo quiere que le coloquen frente al horror. Pero lo que nos quedamos asistimos a un espectáculo que sin ser maravilloso resultó más que interesante. ~
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Atelier de músicas
Obra para diez instrumentos amplificados y dispositivo multimedia, ‘Contra los muros’ es la creación más importante alumbrada por el compositor brasileño Aurélio Edler-Copes. Taller Sonoro realizará hoy su estreno absoluto en Sevilla
COMPOSITOR
AURÉLIO EDLER-COPES
«Llevar al extremo una idea, aun a riesgo de fallar, es excitante» Ismael G. Cabral {El Teatro Central baja el telón por esta temporada confiando al grupo sevillano Taller Sonoro uno de los acontecimientos musicales del curso, el estreno de Contra los muros, obra del compositor brasileño Aurélio EdlerCopes (1976) que regresa [hoy, 21.00 horas] al escenario de la Cartuja tras presentar en él hace dos años su particular versión del clásico minimalista In C, de Terry Riley. La ambiciosa creación que ahora da a conocer se basa en un texto del poeta Ferreira Gullar, uno de los escritores más importantes de su país en el siglo XX y que vivió el exilio en Argentina tras el golpe militar de 1964 en Brasil. —¿Cuándo y por qué surge en su mente la idea de Contra los muros? —Comencé a pensar en ello en 2010 a partir de un proyecto que presenté al New Forum Jeune Creation (Grame) después de una serie de experiencias que había llevado a cabo en el Ircam de París de reinyección del sonido y búsqueda de reverberaciones. En la misma época había conseguido el texto y una grabación del Poema sucio de Ferreira Gullar y empecé a trabajar con él como material de base. El texto es, en parte, un testimonio de la vida del escritor, que pensaba que nunca po-
dría dejar Argentina y volver a Brasil. Fue Vinícius de Moraes quien se encargó de grabarlo y darlo a conocer en mi país. El poema no habla de la dictadura, si no de la creación, de la libertad de pensamiento y de expresión. —¿Qué ha quedado del texto? —He dejado algunos fragmentos importantes que tienen mucha fuerza. Pero la narrativa está muy oculta, me interesa más el texto como mantra, porque hay muchas repeticiones en
El compositor brasileño Aurélio Edler-Copes.
«Mi profesor, Aperghis, defiende que cada herramienta viene con su propia estética» «Me gustan los compositores cuyas obras no tienen en cuenta el desarrollo» él. La fuerza de las palabras me sirve para generar reverberaciones a partir de las mismas. Podría decir que toda la dramaturgia es muy abstracta. —También es complejo todo el ensamblaje instrumental que maneja… —Sí. He querido llevar al máximo de
complejidad mis exploraciones. La electrónica en esta obra es una fusión entre procesos analógicos y digitales. Cuando monté In C, de Riley, ya tuve un primer acercamiento. En Contra los muros todos los instrumentos, salvo la percusión, están amplificados y conectados mediante pedales y amplificadores de guitarra. Han sido muchas horas de preparación y ensayos gracias a la beca de Ibermúsicas. He estado año viajando con regularidad a Sevilla y mi relación con los músicos de Taller Sonoro se remonta a 2007, en la Cátedra Manuel de Falla. Fue en 2014 cuando me llamó Ignacio Torner, pianista del conjunto, pidiéndome una obra de larga duración. Cuatro años después, el resultado es Contra los muros. —¿Dónde estamos ubicados estéticamente? —Quiero romper con el academicismo. Para mí esta obra es especialmente importante porque ha sido creada en total libertad. Mi profesor, Georges Aperghis, me decía que las herramientas vienen con una estética. Así que aquí, que trabajo con un sistema híbrido analógico y digital ya me sitúo en un espacio bastante definido. Para mí resulta clave el concepto de cuerpo; es decir, el ensemble que forma un todo
junto con el sampler, la electrónica y la voz. Me gusta esa corporeidad sonora y el carácter hipnótico que puede provocar. A nivel de influencias me han inspirado siempre compositores como Giacinto Scelsi, Steve Reich, Morton Feldman, Salvatore Sciarrino… creadores cuyas músicas no están comprometidas con el desarrollo, no tienen una concepción romántica de la música; se centran en procesos alrededor de las notas estáticas y de la repetición. La repetición me fascina como proceso, y diría que en Contra los muros el sonido tiende a su propia aniquilación. Es una obra monolítica que reflexiona sobre la humanidad que existe tras los procesos mecánicos. —¿Cuánto le ha influenciado tocar y grabar In C, de Riley? —Pasé mucho tiempo buscando el sonido que consideré justo y equilibrado para la obra. Tuve que controlar todo lo que pasaba con la electrónica y como yo, que estaba tocando, debía manipularla. Hay un error cuando un instrumentista solo está pendiente de tocar y no presta atención a la electrónica, que confía al ingeniero o al propio compositor. Eso significa que el músico ha estado fuera del proceso de creación electrónica en tiempo real. In C me cambió mucho la percepción sobre estos aspectos. —¿Impone o es confortable el pluralismo estético de la composición contemporánea hoy en día? —Soy brasileño y el pluralismo corre por mis venas. Siempre me molestó etiquetarme y, en todo caso, siempre tuve más simpatía y oídos hacia los compositores, diríamos, periféricos. La libertad es una ventaja muy grande, porque reproducir las recetas de las diversas escuelas compositivas (estructuralismo, minimalismo, espectralismo…) lo han hecho centenares de compositores. En Contra los muros, sencillamente, he hecho lo que me ha dado la gana. Vamos a ver qué pasa ¿no? A lo mejor me he equivocado, pero haber llevado al extremo una idea, aun a riesgo de fallar, es excitante y muy satisfactorio. —¿Alguna vez sintió que se espera algún guiño en su música a su procedencia geográfica? —Vengo de un país al margen del circuito. No es lo mismo ser francés, alemán o italiano, que son las nacionalidades principales de la música académica. Es como hacer rock y ser de India en vez de inglés. No me tomo a mal que se espere de mí ciertas cosas. Pero hoy la música contemporánea ya no sigue estrictamente la línea centroeuropea clásica porque se ha hecho permeable al jazz, al rock, a la electrónica, a tantas cosas… Yo tengo mi cultura, que es brasileña, pero tengo orígenes italianos y he vivido en España y en Francia, donde resido actualmente. Las nacionalidades son como sistemas operativos como Windows o Mac Os, que las asimilas y se añaden a tu propia identidad. Si alguien se empeña en que mi música venga de un sitio, pues tendré que decir que viene de unos cuantos. ~
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Escrito para...
Centramos la atención en libros destinados a los niños y jóvenes. ‘Pomelo’ es un clásico maravilloso; Ariol se convertirá en uno porque es un personaje bien perfilado; y Aster, de ‘El niño brujo’, es un personaje que se puede considerar una tradición en la literatura juvenil ...niños desde 8 años
...niños de 2 a 5 años
El niño brujo
Pomelo se pregunta
Silvia Fernández {El cómic es una excelente puerta de entrada al mundo de la lectura. Los niños y jóvenes que descubren el mundo de la ficción a través de los tebeos suelen convertirse en buenos lectores con el paso del tiempo. Actualmente, estamos inmersos en la sociedad de la imagen; nada funciona si no va acompañado de un vídeo o de una fotografía. El cómic va avanzando y arañando terreno a las novelas y poemarios. El niño brujo es un cómic firmado por Molly Knox Ostertag, una joven escritora y dibujante que logra unir en este libro una buena trama y unas ilustraciones de gran calidad. El conjunto que logra la autora gustará a todos los chicos y chicas a partir de ocho o nueve años. Aster es un muchacho algo Portada.
extraño. Pertenece a una familia en la que las chicas son preparadas para practicar la brujería. Pero eso solo es cosa de las chicas. Para los chicos se reserva el aprendizaje que lleva a cambiar de forma. Aster no se transforma y quiere con mucha fuerza dedicarse a la magia. El problema es que los chicos que intenten dedicarse a la magia serán expulsados de la familia. Esta es, más o menos, el centro de la trama de esta novela gráfica. Brujería, peligros que acechan, la rebeldía propia de la adolescencia… Los ingredientes no pueden ser mejores para poder conseguir un producto atractivo. HaperCollinsIberica sigue sumando títulos a sus colecciones infantil y juvenil. Y lo hace con ediciones muy cuidadas, con textos de calidad en los que los valores que pueden interesar a los niños y adolescentes se desarrollan con gran potencia.
Molly Knox Ostertag.
Calificación: Bueno. Tipo de lectura: Entretenida. Tipo de lector: Chicos y chicas desde los ocho años. Argumento: Lo mejor es que todos hagamos todo. Eso de dividir las tareas entre chicos y chicas es un error. ¿Dónde puede leerse?: En el campo, junto a una casa habitada por seres algo extraños.
...niños de 6 a 12 años
Ariol. El Caballero Caballo Silvia Fernández {El segundo volumen de la colección protagonizada por Ariol es, por lo menos, tan entretenido como el primero. Ariol, su amigo el cerdito Ramono, la altanera Pétula o Mosquita en modo enamorada oculta, son algunos de los personajes de un tebeo estupendo que pueden leer los niños y niñas a partir de los seis años. Hasta los 12 puede aguantar una lectura estimulante, irónica y muy cercana a la normalidad de lo cotidiano. Emmanuel Guibert desarrolla unas historias llenas de sentido y que se sustentan sobre la normalidad escapando de moralinas innecesarias. Los dibujos de Marc Boutavant son detallistas y se construyen sobre una paleta de colores muy extensa, cálida y expresiva.
No es extraño que estos tebeos se vendan a espuertas en Francia. Los niños disfrutan, pero los padres también. En realidad, los detalles más profundos, los que dan un sentido sólido, son cosa de los adultos. Tanto los dibujos como los textos buscan ir un poco más allá de lo que puede desprender la literalidad. Ariol. El Caballero Caballo acumula 13 historietas independientes. Salvo tres de ellas que narran un viaje del burrito Ariol y su gran amigo Ramono. El resto va de la pasión de una lectura a esas conversaciones llenas de fantasía que mantienen los niños. No falta un toque de romanticismo porque los burritos también se enamoran. Si nos gustó el primer volumen, este nos ha gustado un poco más. Será difícil que estas historietas no vayan haciéndose un hueco entre los jóvenes lectores.
Portada.
Calificación: Muy bueno. Tipo de lectura: Muy, muy, divertida. Tipo de lector: Niños de 6 a 12. Más o menos. Y adultos que quieran compartir lectura. Les encantará a todos. ¿Dónde puede leerse?: En el parque. En territorio de niños.
Pomelo es un elefante a una trompa pegado.
Gabriel Ramírez {Pomelo es un elefante enano con una trompa enorme. Creo. Es el personaje que Ramona Badescu y Benjamin Chaud presentan en una colección fantástica para los niños y niñas que comienzan a leer y a escribir. Ilustraciones muy divertidas y sugerentes para los más pequeños, textos que enseñan el camino para comprender, mucho color y un buen rato frente a un libro. Si intenta leer a su hijo este libro, tenga cuidado. Lo que se representa en las ilustraciones y lo que se dice tiende a ser como son los niños, es decir, bastante surrealista. Y eso puede hacer que sea el chaval el que le termine explicando a usted un par de cositas. En cualquier caso, habrá que aplaudir la colección de Pomelo que edita Kókinos. Calificación: Muy divertido e instructivo. Tipo de lector: Niños que comienzan a dar sus primeros pasos entre letras. Tipo de lectura: Muy sencilla y muy ajustada a la edad del lector. No sobra ni una letra, ni una ilustración. Argumento: Y yo qué sé. Personajes: Maravillosamente extraños. ¿Dónde puede leerse?: Eso da lo mismo.
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El Correo de Andalucía Sábado, 26 de mayo de 2018
Libros ilustrados. Más que palabras
Para contemplar el último libro del ilustrador francés Benjamin Lacombe conviene estar sentado, no sea que, al desmayarse uno, se caiga el volumen al suelo y se le doblen las páginas, lo cual sería una lástima. Un repaso a los primeros quince años
«La realidad puede tener un lado aterrador» César Rufino SEVILLA
{Hay una pregunta que Benjamin Lacombe hace a su directora editorial, Françoise Mateu, cada vez que publican juntos un libro nuevo: «Es el más bonito que he hecho hasta ahora, ¿verdad?». No lo hace por soberbia, aunque así dicho, por escrito y sin la debida entonación, pudiera parecer que este grande entre los grandes de la ilustración se lo tiene creído. Al contrario, es, como se encargará ella de explicar en su intento por desentrañar las claves del autor parisino, esa apariencia de inseguridad resultante de mezclar la intuición, el entusiasmo y la genialidad. Mateu lo cuenta con sus palabras en el prefacio de Curiosidades, el volumen que ahora ve la luz en España con la editorial Edelvives y donde Lacombe repasa, con un aluvión de arte rayano en el abuso, sus quince años de trayectoria profesional. Carmen, Madama Butterfly, María Antonieta, Frida, Cuentos macabros, Nuestra Señora de París, La sombra del gólem, El herbario de las hadas, Alicia en el País de las Maravillas, Cereza Guinda, Los superhéroes odian las alcachofas, Blancanieves, Ondina... todos estos títulos y algunos otros, palabras mágicas para los oídos de la larga legión de seguidores del artista –que, por cierto, parecen ser más todavía en España que en Francia– aparecen profusamente representados en lo que se viene llamando un artbook que mira también hacia los cuadros, los objetos, la cartelería, las exposiciones y otros frutos de su creatividad. Pero para poder hacer su eterna pregunta y que la respuesta fuese afirmativa, Lacombe tenía que apostar aún más fuerte y vencer su pudor mostrándose también un poco a sí mismo. Estructurado en apartados temáticos que reflejan las inquietudes y fascinaciones elementales del ilustrador –infancia, recuerdos, cuentos, naturaleza, sombras, rarezas...–, Curiosidades es, además, una colección de apuntes sobre la personalidad, los gustos,
‘Curiosidades’ LA MIRADA DEL ARTISTA
Compañero en el trabajo y en la vida de Lacombe, el escritor Sébastien Perez evoca en el prólogo del libro la obsesión de aquel por dibujar en cualquier papel que tuviera a mano, ya fuese un billete del metro o el mantel de un restaurante, «ideas que luego acababan hechas un gurruño en la papelera, pero que quedaban atrapadas para siempre en su mente. Una mente plenamente conectada con la realidad y con la actualidad. Una mirada sobre el mundo esencialmente justa, a veces triste, pero siempre positiva. Llena de esperanza, sedienta de estética e impregnada de confianza en la humanidad». Por no hablar del talento: «Cuesta creer que esta mano, tan torpe al transportar una pieza de vajilla, sea capaz de realizar tales proezas ante un lienzo», dice Perez, quien destaca de Lacombe su inteligencia, su capacidad de adaptación, «su gran humildad y esa forma de cuestionarlo todo». Y el ingrediente principal que lo explica todo, además de su don: las ganas. «Las ganas de expresarse, de contar y de compartir, de innovar y sorprender. Las ganas de ofrecer», fruto de la insaciable necesidad de soñar. ~
Cubierta de ‘Curiosidades’, primera antología de Benjamin Lacombe.
los traumas y los pensamientos del artista hasta donde estos ayuden a interpretar correctamente su trabajo. Como cuando alude a la niñez, tema central de su obra y remanente indeleble del carácter de todo ser humano. «Muy pronto comprendí que esa infancia idealizada que se imaginaban los adultos no era la que yo quería tratar. Es más, esa no había sido mi infancia», explica. «Vuelvo a ella una y otra vez, es una tendencia involuntaria». Se detiene asimismo Benjamin Lacombe en la segunda exposición personal que hizo en la Galería Daniel Maghen, bajo el lema Memoires. En ella había una evocación de sus recuerdos y de las imágenes que, como él mismo señala, construyeron su universo artístico. «Me di cuenta de que todo estaba relacionado con los recuerdos de mi pasado, con imágenes un poco traumáticas de mi infancia y con otras cosas que me habían contado o que yo había vivido y que, años más tarde, repercutían en mi trabajo de forma totalmente distorsionada», escribe. «Así pues, me remonté al origen de esos recuerdos y traté de dar vida a esas imágenes fundacionales». El libro tiene mucho de homenaje a los cuentos, «una fuente infinita de inspiración» que Lacombe se ha cuidado siempre bastante de tramitar sin la menor concesión a la ñoñez o a la mojigatería. «Los cuentos que parecen tan lejanos, ubicados en épocas y países remotos, me hablan y me inspiran mucho más que los relatos contemporáneos. Siempre he pensado que un autor dice mucho más de sí mismo a través de la ficción cuando está escrita con sinceridad que a través de una autobiografía». «En mi opinión, la realidad puede tener un lado aterrador, y yo necesito huir de ella a toda costa para crear. Seguramente por eso los cuentos me dicen tantas cosas». El primer impulso que uno tiene antes de tomar un libro de Benjamin Lacombe es el de lavarse antes las manos, como si no solo fuese una obra de arte que se
El ilustrador francés Benjamin Lacombe.
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de carrera artística que, bajo el título ‘Curiosidades’, ofrece un paseo por los itinerarios que han llevado al parisino hasta su lugar en el podio: la infancia, la naturaleza, la historia, los cuentos, los recuerdos, las sombras, las rarezas... lecturas recomendadas ÁLBUM. Pantera Brecht Evens / Astiberri
Los seductores demonios que rondan a los niños C.R. {Siempre empiezan igual: son amables y sensibles, comprensivos, locuaces, risueños, mágicos y divertidos; se conocen mil juegos, todo lo juzgan con indulgencia y saben ponerse en la piel de los demás, lo cual es todo un alivio para quien se siente solo o presa de un hondo dolor. Con sus extraños amigos y su puntito enigmático y misterioso atrapan la atención, como el imán hace rodar hacia sí, inocentemente, la pequeña bolita de hierro. Pero son demonios. La historia de la pequeña Cristinita, su pobre gata, sus penas de niña y la fantasía que como si fuese una mullida alfombra le extiende repentinamente por delante el personaje de Pantera, que da título al libro de Astiberri, está muy lejos de ser un cuentecito más. El joven autor belga afincado en París Brecht Evens escribe y dibuja una historia escalofriante, metafórica y perturbadora, muy útil para comprender ciertos riesgos a los que se exponen los niños cuando quedan en manos de desaprensivos y desalmados. Detrás de un mundo ficticio de criaturas deslumbrantes, dulces y caramelos y promesas de aventuras, hay un baldío de soledad en el que Pantera actúa como todos los monstruos que aquella antigua moralidad de los cuentos populares introducía en sus fábulas, para prevención de niños y advertencia a los mayores. Las acuarelas y los diálogos de Evens conducen hacia un desenlace en el que la interpretación del lector tendrá la última palabra. ~
INFANTIL. Atlas Mundial del Fútbol Gabriel García de Oro y Jacobo Fernández / Anaya
Manual para convertirse en una autoridad en mundiales
pudiera ensuciar sino también algo vivo y frágil que hubiera que tratar con extremo cuidado. En el fondo, es así: bosques, paisajes, mariposas, criaturas conocidas o imaginarias... «La naturaleza y lo orgánico son la esencia de mi trabajo. Solo sé dibujar y crear en torno a este tema, mientras que lo mecánico y lo tecnológico me inspiran una indiferencia pasmosa». Un interés que solo encuentra parangón en su gusto por las rarezas. «Siempre me ha interesado más lo raro que lo normal», reconoce el ilustrador. «No hay nada más aburrido que la normalidad». Habla del impacto que tuvieron en él las películas de Tim Burton, entre otras, siempre volcadas en los freaks. «Estas obras parecían dirigirse a mí más que ninguna otra. Pienso –y lo constato– que todos nos hemos sentido, antes o
‘Madama Butterfly’, uno de los grandes títulos ilustrados del artista francés Benjamin Lacombe que ahora se evocan en este repaso a sus primeros quince años de carrera.
después, diferentes, fuera de lugar, rechazados. Todos somos el extranjero, el diferente al otro. Nacer es ser diferente. Sin diferencia no hay armonía». Toca ahora que Françoise Mateu responda una vez más a la pregunta de Benjamin Lacombe. «Comprendí con claridad», apunta la editora, «que ese joven, al que hasta entonces había considerado un superdotado capaz de innovar constantemente en cada libro, era mucho más que eso. Es un pequeño genio tanto en su arte como en su vida». Tendrá que contentarse con esa respuesta. ~
«Muy pronto comprendí que esa infancia idealizada que se imaginaban los adultos no era la que yo quería tratar»
C.R. {Quien no tenga el arte del balompié entre sus aficiones predilectas, haría bien buscándose de aquí a dos semanas y media un iglú especialmente retirado de los poblados esquimales. Porque no se va a hablar de otra cosa, ni va a existir nada más en la tele, y hasta el planeta entero va a interrumpir provisionalmente su meteórica carrera hacia el apocalipsis para poner su ojiplática mirada en el Mundial de Rusia. Los niños, en particular, volverán a ser el gran público de este espectáculo. Por eso, al encontrar el Atlas Mundial del Fútbol de Anaya entre las novedades recién sacadas del horno, uno comprende que está ante una gran idea. Está concebido enteramente para la chiquillería, con ilustraciones en lugar de fotos y un montón de información relevante para quienes estén dispuestos a saberse hasta el nombre de la señora madre del juez de línea del Birmania-Sudán, si tal cosa existiera. Una doble página para cada una de las 32 selecciones concurrentes, además de mapas, anécdotas y curiosidades diversas para tirarse luego el pegote convenientemente ante los compañeros de clase. Un libro ameno, fácil de disfrutar, con buen humor y la información necesaria para distraer a un oso blanco mientras se piensa en un método de huida, en el caso de que finalmente uno se hubiese decidido por la opción del iglú. Es lo bueno del saber. ~
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Literatura
A diferencia de nuestros ancestros, no toleramos la enfermedad ni la muerte, somos cada vez más incapaces de enfrentarnos a la ruptura de nuestros planes, trazados a espaldas del destino, embriagados por nuestro planeta lúdico. Pero nos las tenemos
El imaginario enfermo
Augusto F. Prieto Lionel Shriver. TODO ESTO PARA QUÉ Lionel Shriver es una destroyer, una americana descastada que ha deambulado por el mundo. Su novela Tenemos que hablar de Kevin fue polémica y nos dejó sin aliento, porque se atrevía con tabúes. No era más que el inicio de una carrera para catalogar lo inclasificable, y enfrentar a la sociedad que la formó con sus fantasmas: la violencia adolescente, la maternidad en negativo, la obesidad. Aquí da un salto mortal y articula el relato tramando sobre las enfermedades degenerativas y la agresividad de los tratamientos médicos, sobre el cáncer que representa para una sociedad adelantada la comercialización de la sanidad, en torno al concepto de calidad de vida, en el sentido más amplio de la expresión, lo que nos queda por vivir, lo que quisimos, y lo que tenemos. Analizando el miedo que nos atenaza para cambiarlo todo por conveniencias espurias. El título mismo nos lleva a una reflexión sobre la cultura del esfuerzo, cuando esta desemboca en el consumo compulsivo y nihilista.
No se podría digerir estos asuntos si no fuera a través del humor negro, de la implacabilidad para decir las cosas por su nombre y reírse de ellas enloquecidamente, descargando de su malignidad seminal conceptos como dependencia, dolor, abnegación, envejecimiento, y muerte. Por encima de todo Shriver escribe sobre la esperanza. La idea de Otra Vida –mejor– arranca la novela, se contrapone a las vicisitudes de los protagonistas, persiste, y despide el relato con un optimismo casi imposible, partiendo de donde parte. Sincera, cruel, descarada, cáustica y mordaz, Lionel Shriver es una terrorista nata. Quiere ganar la batalla sembrando el caos, la desolación y el miedo, convencida de que solamente desde ese lugar de postguerra podemos converger los humanos para conseguir un mundo mejor. El artista como parásito en la cultura contemporánea, contrapuesto al artesano eficaz, remata –autocrítica y consciente– la historia. Lo de la escritora americana es la alta política, el centro de mando desde donde ejercerla es la familia, esa construcción inevitable.
Marta Sanz. CLAVÍCULA Desnudarse. Despojarse de las prendas de la ropa, y de los prejuicios, para mostrar a los demás lectores, para mostrarse a sí misma, las pequeñas dudas, las mezquindades físicas y cotidianas, los miedos atroces que producen la enfermedad y la muerte. Eso hace Marta Sanz en Clavícula. Ser hipocondriaco. Estar afectado por señales somáticas que indican que algo no va bien en nuestra mente, es algo que los perspicaces –o los que no tenemos otra cosa que hacer, o aquellos a los que la vida regala el tiempo para hacerlo– sufrimos, otorgándole la importancia de las constantes vitales. Es un veneno que las personas muy ocupadas no comprenden. O no comprenden los signos que anuncian su atareado deterioro. Porque el cuerpo emite señales para regular nuestro comportamiento. La escritora hace un ejercicio de realismo en la composición de un diario, de una colección de reflexiones, para explicarse los síntomas, para exorcizar el miedo, para entender el paso de la vida y del tiempo. Es un mensaje valiente, habi-
Ni muerte ni enfermedad son aceptadas. Antes si lo eran, nuestros ancestros convivían con normalidad con ambas cosas. / El Correo
El ser humano es el ser eternamente enfermo que espera la muerte.
tualmente despreciado por los racionalistas, símbolo de las sociedades modernas. Cualquiera puede verse reflejado en las líneas. Al menos cumplirá una de las sentencias de los psicólogos y los manuales de autoayuda, ironizar sobre nuestros males para restarles importancia y colaborar a que desaparezcan. La enfermedad, el deterioro físico y mental, que es una metáfora del ambiente mórbido en el que vivimos. La visita médica, y la Seguridad Social. La economía familiar. El paso del tiempo. El malestar de la mujer en una colectividad que la aparta. Fiel a un concepto de la escritura ético, crítico con su entorno, profundamente política, la escritora madrileña abandona toda novelación para hacer más escabrosa la enumeración de sus miserias. Lionel Shriver. BIG BROTHER Es curioso. Conocíamos a la escritora de Tenemos que hablar de Kevin, a la de Todo esto para qué. Leemos en el paratexto que esta novela se inspiró en una visita que le hizo su hermano mayor. Lo hubiéramos podido deducir en el epílogo. O adivinar en la lectura. Porque la escri-
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Literatura
que tragar como amargas medicinas. Los narradores trabajan sobre ellas desde la desesperación, a veces, pero con más frecuencia con las armas letales del humor negro, el sarcasmo, o la autoconsciencia enredarse en nuevas relaciones de pareja, en adopciones y crianzas. Colaboran en consolidar la novela unas caracterizaciones, unos personajes, y una puesta en escena, que son originales en la composición de una familia con sus filias, sus fobias, con sus cadáveres en el armario. Al sentir esta historia menos descarnada que las de los libros anteriores de la autora, la notamos más sincera y bienintencionada. Echamos de menos su humor negro, pero también le agradecemos el cambio de registro, que nos deje descansar un poco, demostrándonos que es maleable y poliédrica, aunque reconocible en sus patrones. Estimamos lo valioso que es conseguir mantener la atención en una trama que hubiera naufragado en las líneas de otro escritor menos sólido. Así que mantiene el listón. David Lodge. TERAPIA
tora americana abandona su cruel – y divertidísima– mordacidad, su salvaje sentido del humor, y su política incorrección, en el momento de cuestionar algo que es una verdadera plaga en los Estados Unidos, la obesidad. Fenómeno peculiar en cuanto que implica a la sociedad y al individuo, al estado y a la iniciativa privada, a los lobistas y a la ciencia médica. Algo mucho más extendido e impactante que los adolescentes desequilibrados a los que dedica su primer libro, o el sistema sanitario y consumista que vivisecciona en el segundo. Lo que no se puede negar es esa interesante voluntad de analizar la sociedad que mejor conoce, con su mirada peculiar de escritora crítica. Big Brother es psicoanalítica, profundiza en las raíces de la culpa, de la autolesión, estudia la insensibilidad social ante un problema que no se afronta, la hipocresía que lo esconde, novelando una especie de manual de autoayuda y superación que no termina demasiado bien. Es un ensayo sobre la raíz familiar y el amor fraterno, sus servidumbres, bellezas, obligaciones, recelos, y carencias. Shriver observa como unos lazos se desatan para
Del mismo modo que tragamos pastillas, tenemos que tragar con la muerte y la enfermedad.
Cuando no nos encontramos bien, hacemos Terapia. Nos analizamos, si los problemas son psicológicos, o seguimos algún tratamiento si es que son físicos. Lawrence Passmore, el protagonista de esta novela finge hacerlo mediante la escritura, en la forma de un diario taumatúrgico en donde va proyectando su vida. Muchas veces los problemas son psicosomáticos, el desarreglo mental se convierte en algo físico y las personas –más o menos ociosas– nos lanzamos a la búsqueda de tratamientos alternativos: acupuntura, aromaterapia, introspección, anomancia, o psicoanálisis, para intentar solucionarlos. Esto es básicamente lo que le sucede a Passmore. Y el lector se siente identificado en esa carrera desesperada y absurda en busca de sí mismo a la que se lanza un cincuentón y exitoso guionista inglés. Porque la verdad es que cuando estamos aburridos nos duele todo. El humor de David Lodge es contenido, grave, británico, siempre nos deja con la duda de donde muere su ironía; utilizado contra unos personajes cotidianos y sugerentes, muy bien compuestos, da un resultado brillante. Pero el escritor alarga –desde mi punto de vista– la novela innecesariamente, cambia el diario por unos monólogos cuando conviene, es cierto, y son de lo mejor de la novela, pero cuando regresa a la narración autobiográfica comete el error de cambiar el tono de la novela y empieza a derrapar por profundidades melodramáticas y regresivas, para terminar con un final almibarado y un poco traído por los pelos que termina confundiéndonos, hartándonos y dejándonos con un sabor de boca un poco amargo. Terapia se desarrolla en paralelo al análisis de la vida y la obra de Soren Kierkegaard en un guiño bastante astuto. ~
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Historia
Hijo de cristianos godos y hermano de un arzobispo, que también llegaría a santo, Isidoro de Sevilla fue el erudito más reconocido de su tiempo. Conocedor de las siete artes liberales, su curiosidad le impulsó a estudiar disciplinas tan dispares como la
Isidoro de Sevilla, el santo que perdimos Antonio Puente Mayor {Setenta y cinco años después de la caída del Imperio Romano, la situación en occidente se revelaba complicada. Con el grueso de las tropas bizantinas combatiendo a los ostrogodos en Italia, Justiniano I, emperador de la franja oriental, vio la oportunidad de retornar a la antigua Hispania aprovechándose de los problemas internos de los visigodos. Tras reunir a seis mil hombres desembarcó en Carthago Nova (Cartagena), dando paso a un período de dominio de casi todo el sur de España. Entre sus posesiones bizantinas figurarían Málaga, Córdoba y Tánger, prolongando su hegemonía hasta el 620, cuando el rey visigodo Sisebuto recuperó el territorio perdido. Es en ese difícil contexto donde surge la figura de Isidoro de Sevilla, una de las piezas clave de los siglos VI y VII, que a la postre cambiaría el rumbo de la historia. ¿Cartagena o Sevilla?
Isidoro de Sevilla pintado por Bartolomé Esteban Murillo. / El Correo
La controversia sobre el lugar de nacimiento de nuestro personaje se remonta varios siglos atrás, si bien los historiadores actuales parecen inclinarse por la capital andaluza. Sobre este asunto el catedrático de la Universidad de Compostela Manuel Díaz y Díaz, uno de los mejores estudiosos de la vida y obra de San Isidoro, afirma lo siguiente: «el hecho de que ninguna fuente antigua nos informe sobre el lugar de nacimiento de Isidoro, describiéndose sólo el lugar en que pontificó, hace altamente verosímil la suposición de que no hay diferencia entre ambas». De lo que parece no caber duda es que su padre era un cristiano con cargo en la monarquía goda, lo cual le obligó a abandonar la diócesis de Cartagena justo antes de la invasión bizantina. Corría el año 554 y Severiano, acompañado de su mujer y sus tres hijos –Leandro, Fulgencio y Florentina–, se encaminó a la ciudad de Sevilla para establecerse definitivamente hasta la fecha de su muerte. Dado que la fuente de este relato es el propio San Leandro, podríamos dar por cierta la hipótesis de que Isidoro nació a orillas del Guadalquivir entre los años 560 y 562. El poder de la constancia Tras fallecer inesperadamente el padre, la educación del benjamín estuvo a cargo de su hermano mayor Leandro, quien pronto lo iniciaría en el estudio de las ciencias, tanto religiosas como profanas. Hay que decir que San Isidoro conocía y empleaba la lengua del pueblo, que por entonces era el romance mozárabe «de Toledo, de Badajoz, de Andalucía y de Valencia», según Menéndez Pidal. Y es que desde la invasión del Islam en el 711 este fue el dialecto que mantuvo la cohesión política de la Recon-
quista, convirtiéndose en el transmisor de la cultura grecorromana, visigoda y cristiana católica. Asimismo el joven Isidoro se inició en el estudio del hebreo, el griego y especialmente el latín, lo que unido a su natural curiosidad le permitió conocer todos los libros de su tiempo. No obstante, y pese al nivel de erudición que llegaría a alcanzar, sus inicios no fueron nada fáciles, llegando incluso a abandonar el domicilio familiar avergonzado por su escasa inteligencia. La tradición nos cuenta que una vez alcanzadas las llanuras de Itálica, Isidoro tuvo sed, y tras descubrir un pozo cercano le pidió a una mujer que le ayudara a saciarla. Mientras la señora se afanaba en sacar el agua, el futuro santo se fijó en cómo el brocal del pozo, pese a la dureza de la piedra, estaba acanalado por el roce de la soga, lo que le llevó a concluir que
con fe y constancia él también podría dominar la ciencia. Un erudito reconocido De vuelta en casa, su hermano Leandro le impuso un castigo basado en la reclusión y el estudio. De este modo Isidoro no tardó en conocer las siete artes liberales (gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, astronomía y música) así como las obras de los filósofos, todas ellas contenidas en la biblioteca catedralicia a la que tenía acceso. En los años siguientes, su vocación religiosa bien pudo materializarse en la toma de un hábito, si bien los estudiosos no se ponen de acuerdo. Una monografía anónima publicada en el Boletín del Arzobispado de Sevilla del 7 de mayo de 1897 refiere que «es probable, o más que probable, que acaso huyendo de las iras de Leovigildo, o quizás
deseoso de ocultarse a la mirada de su furor, buscó asilo en un monasterio, en el que pasó algunos días de su adolescencia». De un modo u otro, el joven hubo de abandonar dicho retiro para ocupar la vacante de arzobispo dejada por Leandro, quien falleció en torno al año 600. Una de sus primeras decisiones fue la creación de un seminario, el cual, al poco de su inauguración, cobraría una gran fama merced a discípulos como San Ildefonso de Toledo o San Braulio de Zaragoza. Algunos han querido situarlo en Santiponce —en el sitio que hoy ocupa el ex monasterio de San Isidoro del Campo—, si bien todo parece indicar que se hallaría intramuros, cerca del palacio arzobispal. Con el paso de los años Isidoro llegaría a convertirse en el erudito más reconocido de su siglo, profundizando en materias tan diversas como medici-
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Historia
medicina y la lingüística, dando luz a la primera Enciclopedia de la Europa Occidental, las «Etimologías». Pese a figurar en el escudo de nuestra ciudad, desde 1063 sus restos descansan en León Basílica de San Isidoro en León. / Fotografía de Tono Balaguer
na, derecho, agricultura, geografía o lingüística. Asimismo redactó biografías, diálogos, diccionarios y obras sobre liturgia, cánones e historia. Si bien su aportación más conocida son las Etimologías, la primera Enciclopedia de la Europa Occidental. Veinte libros que reflejan la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII, y cuya vigencia se mantuvo durante mil años. Traslado a León Al margen de las labores docentes y de conversión de herejes, sus actuaciones públicas más notables fueron en el Concilio Provincial de Sevilla del año 619 y, sobre todo, en el IV de Toledo, convocado catorce años más tarde y presidido por él. Cabe decir que en dicho encuentro se mencionó por primera vez el báculo como signo
Efigie de San Isidoro en la Biblioteca Nacional de Madrid. / Fotografía de Renata Sedmakova
episcopal (en las representaciones artísticas suele llevarlo sujeto en la mano derecha). El 4 de abril del 636 Isidoro fallecía a la edad de 80 años, siendo sepultado en una ermita a las afueras de Sevilla y trasladado, siglos después, a la ciudad de León. Según Sánchez Herrero, las razones hay que buscarlas en el matrimonio de Fernando I de León con doña Sancha de Castilla, quienes anhelaban un poderoso reino cristiano auspiciado por las reliquias de sus santos. Tras la negativa de ceder los huesos de las santas Justa y Rufina por parte de Al-Mutadid (el padre del rey poeta Al-Mutamid), los obispos de Astorga y León optaron por nuestro personaje. Tras un recibimiento apoteósico en la ciudad del Bernesga, el santo fue inhumado en la basílica románica homónima en 1063, donde hoy continúa siendo venerado por miles de fieles. ~
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Libros
La escritora madrileña bucea en la vida de Vivian Maier, la legendaria fotógrafa que trabajó siempre como niñera mientras tomaba instantáneas geniales, en la novela ‘Una vida prestada’, recién publicada por Lumen Recomendaciones
TEATRO
Antonio de Cos / Dos en la ciudad/ El Blanco de tus Ojos
El arte de encontrarse con los otros
BERTA VIAS MAHOU
«El talento extraordinario hay que sospecharlo siempre» Alejandro Luque {Cuando Berta Vias Mahou (Madrid, 1961) aceptó la invitación de su editora de escribir sobre la vida de Vivian Maier, todavía no había visto ninguna de las dos famosas películas que se han hecho sobre la legendaria fotógrafa, y apenas tenía nociones sobre el personaje. Una vez se decidió, recuerda, «me metí de lleno, leí la biografía que ha salido en Estados Unidos, pero lo más importante fue estudiar sus fotos. No me inspiran los documentos, sino tener a mano esas imágenes, y por supuesto, siempre, a Kafka y a Dostoievski». Después de haber escrito sobre el torero El Cordobés en su anterior obra, Yo soy el otro, Vias Mahou se enfrentaba en Una vida prestada (Lumen) a un perfil bien distinto, empezando porque uno es un hombre y la otra una mujer, «pero los temas son muy parecidos», explica. «En el fondo quería hablar de identidad, del éxito y del fracaso. Quería proponer una reflexión sobre el mundo del arte», agrega. Una de las ideas que más rondaron a la escritora fue esa recurrente sorpresa del público ante el hecho de que alguien anónimo pueda ser un consumado artista. «Siempre me molestó que se diga que una simple niñera no podía ser una fotógrafa ex-
traordinaria. ¿Quién sabe lo que hace el conserje de tu casa? Tal vez se trate de un lector extraordinario. El propio Kafka trabajaba en una empresa de seguros. El talento extraordinario siempre hay que sospecharlo». De hecho, para Vias Mahou «no se puede entender a la fotógrafa sin la niñera. Ambas tienen mucho en común, son educadoras: La niñera tenía ideas particulares, llevaba a los niños
La escritora Berta Vias Mahou. / Madeleine Caillard
«Escogió su profesión de niñera a conciencia: sabía que tendría un techo y mucha libertad» «Vivian Maier pasó por Sevilla en uno de sus viajes. Algún día se verán las imágenes» a cementerios, a mataderos... Ambas se parecen también en que lo ven todo desde fuera, como suelen ver también las cosas los reporteros de guerra. Están en una casa que no es la suya, pero es que además pienso que escogió esa profesión a conciencia, sabiendo que tendría un techo y también mucha libertad», apunta la autora de Leo en la cama y Ladera norte.
Por otro lado, la novelista ha querido que la obra se estructure como un coro. «Me interesaba mucho la voz de los niños. A través de ellos me pregunto qué animó a Maier a no enseñar lo que hacía. No a todos les gusta estar en primer plano. Para ella era más cómodo el anonimato». Sobre los 150.000 negativos que se hallaron tras la muerte de Maier, comenta que «a ella no debía de dársele muy bien, como a Cartier-Bresson, y revelaba siempre en tiendas de barrio. Seguramente tenía una cámara sofisticada y era consciente de que hacía muy buenas fotos, pero no quería venderlas ni exponerlas, y un buen día dejó de revelar. Sabía que tenía un talento fuera de lo común, y conservó su trabajo con un celo digno de una persona que sabe que es artista, tal vez a la espera de que alguien reconstruyera su vida con todos los elementos. Esta es la teoría de mi novela, que tuviera un plan». «Poco a poco iremos conociendo más de su trabajo, de todo aquel material se ha revelado relativamente poco», apunta Vias Mahou, quien recuerda que entre sus muchos viajes hubo uno, «muy rápido», por España, que incluyó Barcelona, Sevilla, Granada, Córdoba y Madrid. Las imágenes del periplo, apostilla, «algún día se verán». ~
A. Luque {Nueva York no es solo una ciudad llena de rascacielos en la que viven ocho millones y medio de personas. Incluso quienes jamás han paseado por Hyde Park o la Quinta Avenida, han jugado al basket en los patios de Harlem o bebido tragos duros en los garitos del Bronx están familiarizados con su geografía, pues se trata de una de las capitales de nuestro imaginario colectivo, una de las escuelas fundamentales de nuestra formación sentimental. Allí ha querido ambientar el gaditano Antonio de Cos las distintas escenas independientes que conforman Dos en la ciudad, un texto dramático que tuvo su momento en la cartelera de Madrid hace unos años, y que ahora recobra vida en papel (y pantalla) gracias al nuevo sello editorial El Blanco de tus Ojos. Tan deudor del humor de Woody Allen como del de Miura o Jardiel, De Cos se sirve de una «ciudad de cartón piedra», como la llama José Ramón Fernández en su atinado prólogo, para narrar emociones e inquietudes de carne y hueso. Partiendo de situaciones más o menos arquetípicas, logra conmover y hacer reír a base de chispa, ingenio, grandes dosis de absurdo y una muy bien disimulada carga de conciencia social, que también la hay. El resultado es una personal mirada sobre el mundo de un «no-dramaturgo», como le gusta definirse (a pesar de ser autor de otro texto excepcional, Flores), que nada nos cuesta compartir cuando se nos sirve con la ternura y el desenfado necesarios. Dos en la ciudad es, en fin, un canto al misterio del amor y la amistad, al arte encontrarse con los otros, de reconocerse en ellos. Un texto, por tanto, necesario. ~