Aladar n 182

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Sábado, 23 de junio de 2018 Nº 182 @aladar_cultura

El moderno ojo por ojo La realidad se ha convertido en un espectáculo que se puede seguir gracias a las nuevas tecnologías. Todo comienza a parecer el principio de un capítulo de alguna serie de televisión

Crónica de los Premios Max de las Artes Escénicas

Hablamos con las directoras de Nomadismos


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Cine

Pamplona, julio de 2016, cinco hombres violan a una joven de dieciocho años. A las pocas horas, el vídeo de los actos circula por internet. Podría ser el inicio de uno de los capítulos de ‘Black Mirror’ (Charlie Brooker, 2011), pero no lo es. La

Justicia, venganza y catarsis en la serie ‘Black Mirror’ Almudena Mata {En los últimos años, los dispositivos tecnológicos que median las interacciones humanas se han convertido en los protagonistas de la comunicación y han proporcionado a las masas no solo un medio, sino un arma de poder con la que ejercer la justicia popular. Esto es lo que retrata White Bear, el segundo episodio de la segunda temporada de Black Mirror. La historia coloca al espectador del lado de la protagonista, una mujer que huye de sus perseguidores mientras una masa apática se dedica a grabar su tortura con los teléfonos móviles. Ella no entiende por qué quieren matarla ni, lo que es más grave, por qué, de entre todos esos testigos, nadie la ayuda. El misterio se resuelve al final del capítulo: el proceso que sufre es su castigo por ser cómplice del asesinato de una niña, a la que grabó mientras su prometido asesinaba. Es el ojo por ojo en su versión más extrema y moderna, inscrito en una puesta en escena que señala la artificialidad de la sociedad actual, en la que todo se basa en el espectáculo. El ciudadanoespectador se convierte en justiciero gracias a las nuevas tecnologías, que actúan como arma de doble filo. Algo similar se ha podido comprobar en España en los últimos tiempos. El caso de La Manada, con el que se abría este artículo, ha ejemplificado esa revolución social a través de las redes. Tras conocerse la sentencia del caso, saltaron todas las alarmas en el mundo virtual. En tan solo cuestión de horas, cientos de concentraciones en contra de la decisión judicial se organizaron por todo el país. Como resultado, tanto la víctima como la fiscalía anunciaron que recurrirían la sentencia. La capacidad de los jueces fue puesta en duda, así como la actuación del ministro de Justicia. En esta ocasión, puede decirse que la reacción social ha propiciado un empuje hacia el avance y el progreso legal, pero no siempre es ese el resultado. En esta nueva forma de telerrealidad, la violencia forma parte del entretenimiento colectivo y, muchas veces, lo que mueve a la ciudadanía no es la búsqueda de la justicia, sino proyectar su agresividad en quienes obran de forma cuestionable. Así, no es difícil encontrar can-

El uso del desarrollo tecnológico se acerca más a los escenarios distópicos de Orwell o Huxley que a la extensión del ideal democrático. / El Correo

Màxim Huerta. / El Correo

tidad de ejemplos actuales de linchamiento popular a través de Internet, como ocurrió con la influencer Dulceida durante su viaje a Ciudad del Cabo o con uno de los guionistas de la serie Allí abajo, a causa de un chiste sobre los andaluces. Amenazas de muerte e insultos conviven con las críticas de forma habitual en la mecánica de interacción en las redes, en las que

cualquier persona hace gala de una autoridad moral que legitima su reproche a la figura de turno. En White Bear, la lapidación de la protagonista es el modelo de la oclocracia, el gobierno de la muchedumbre, de un pueblo que tiene en sus manos la vida de una delincuente a la que castigan sin remordimientos porque consideran que se lo merece. Una sociedad de

derecho pediría, en cambio, dejar el caso en manos del poder judicial, el único capacitado para administrar verdadera justicia según las leyes modificables que la propia sociedad se ha otorgado. Sin embargo, vemos que esta no es una opción en el capítulo, en el que el objetivo no es hacer justicia, al contrario, lo que se busca es ejercer venganza y entretener al pueblo a costa del sufrimiento de otros. Con su comportamiento, los testigos de la persecución se convierten en aquello mismo que rechazan y están condenando. La protagonista no puede recordar lo sucedido de una tortura a otra, por lo que la repetición continua del mismo simulacro solo es útil como catarsis de los espectadores. Lo que se hace patente en la ficción es la recreación, el disfrute por la desgracia y el sufrimiento ajeno. En este episodio, lo que más miedo causa no es la tecnología en sí, sino la transformación de los seres humanos debido al uso de los dispositivos. Pero los ciudada-


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Cine

pesadilla distópica que retrata la famosa serie británica parece estar, cada día, más alejada de la ciencia ficción. Todo lo que antes parecía improbable ahora forma parte de lo cotidiano

nos que aparecen no son del todo pasivos pues, aunque se limitan a consumir una realidad orquestada, también son creadores de ese contenido, lo que les convierte en prosumidores. Hoy en día vemos vestigios de esta actitud en la extensión del papel de «perro guardián», tradicionalmente ejercido por la prensa, a los usuarios digitales que no ciudadanos que practican su vigilancia en las redes sociales. El rescate de tuits pasados de personalidades de importancia se ha convertido ya en actividad casi obligatoria para determinar la valía de un individuo. El conocido «Ser malos!» del actual presidente del gobierno y otros cientos de comentarios más o menos desafortunados, han dejado patente la importancia de las plataformas digitales como arma en el mundo moderno. La conexión con Black Mirror estriba en que la realidad se ha convertido en un reality show donde lo que ocurre en el mundo virtual determina los sucesos del mundo factual. Por ejemplo, en las últimas semanas, la presión ejercida por las redes ha propiciado la dimisión del ministro de Cultura y Deporte, después de que un periódico digital destapase un fraude fiscal que cometió hace años. Y, como en Black Mirror, desde hace unos meses, plataformas como Twitter también han servido para canalizar la indignación social ante diversos crímenes. Los casos de Gabriel Cruz, Diana Quer,

La lapidación de la protagonista es el modelo de la oclocracia. / El Correo

Cartel de la serie ‘Black Mirror’. / El Correo

Mari Luz Cortés o Marta del Castillo, han servido para extraer un descontento con la legislación y exigir un cambio que no queda claro si está movido por la necesidad de justicia o la sed de venganza. Quizá sea este el asunto más destacado y cercano a la ficción analizada. Mientras las masas piden las cabezas de quienes han infringido la ley, los catedráticos de derecho penal y penitenciario aseguran que lo que se pide no es justicia, sino tomar represalias. Así lo demuestra el caso de Larry Nassar en Estados Unidos, cuando, en uno de los juicios, el padre de una de las víctimas pedía cinco minutos a solas con el acusado. Si hubiese tenido esa oportunidad, probablemente, lo habría matado con sus propias manos. No hay duda de que el desarrollo tecnológico ha aportado grandes avances, en especial en el ámbito de las comunicaciones, pero tampoco se puede negar que, a veces, su uso se acerca más a los escenarios distópicos de Orwell o Huxley que a la extensión del ideal democrático. Por ello, es muy necesario reflexionar sobre el papel de estas tecnologías, la importancia que les otorgamos y su capacidad para moldear el comportamiento social. No se trata de ser tecnófobos, pero sí de plantearnos hasta dónde estamos dispuestos a entregarnos a los dispositivos, a convertirnos en seres cercanos a los cíborgs, en definitiva, a perder aquello que nos hace humanos. ~


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Teatro

La 21ª edición de los Premios Max de las Artes Escénicas tuvo lugar el pasado lunes en el Teatro Cartuja Center ante más de dos mil espectadores. Esta vez el trofeo diseñado por Joan Brossa fue a parar en su mayoría a artistas de Cataluña, País Vasco y Canarias.

Max de Híspalis Antonio Puente Mayor {Cuando el pasado 8 de marzo el Teatro Cartuja Center echó a andar tras una inversión millonaria y un sinfín de obstáculos, los amantes de las artes escénicas se frotaron las manos. Por fin Sevilla podía contar con su nuevo espacio de 33.000 metros cuadrados que sumar a la oferta existente en la Isla de la Cartuja –Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Auditorio Rocío Jurado, Caixaforum, Teatro Central–. Y es que a la calidad del recinto, con un aforo de más de 2.000 butacas, hay que añadir una sugerente programación –desde el exitoso estreno de Cristo. Pasión y Esperanza, de Pascual González y los Cantores de Híspalis, a los musicales El Médico y La Familia Addams–, y la entusiasta respuesta del público. Si bien aún le faltaba por poner la guinda en forma de gran evento, algo que para sus impulsores, la Fundación SGAE, no podía ser otra cosa que la gala anual de los Premios Max de las Artes Escénicas. De este modo, el pasado 18 de junio Sevilla acogió por tercera vez en su historia el equivalente teatral de los Premios Goya –unos galardones de menor repercusión mediática que los cinematográficos, pero que cada año congregan un mayor público–, con idea de confirmar el talento regional en un escaparate único. De Alfonso Zurro a Curt Allen Wilmer Una vez designado el lugar, el primer gran reto de la SGAE consistía en encontrar un director lo suficientemente preparado para dirigir una ceremonia con 22 galardones y retransmitida por TVE –eso sí, en diferido y por La 2–. El elegido fue Alfonso Zurro, salmantino afincado en Sevilla artífice de algunas de las páginas más brillantes del teatro andaluz de las últimas décadas. Sin duda el primer gran acierto. Y es que el director supo reunirse de un equipo encabezado por Juan Carlos Rubio en el guión, Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán en la escenografía, Emilio Valenzuela en la videoescena y Florencio Ortiz en el diseño de iluminación. Nombres de prestigio a los que añadir coreógrafos, diseñadores de vestuario y músicos que aportaron su talento para obtener un formato impecable y de indiscutible calidad que hizo las delicias de los asistentes y fue bien valorada por los espectadores en sus casas. Como colofón a este gran equipo, los responsables eligieron como conductora de la gala a la actriz y humorista sevillana Cristina Medina (La que se avecina), quien se reveló co-

mo alguien a tener en cuenta para futuras ediciones. Un envoltorio acorde al producto Lo cierto es que el objetivo del director de compañías como La Jácara o Teatro Clásico de Sevilla era construir un envoltorio acorde al producto. Es decir, que la entrega de premios poseyese ritmo, frescura y cercanía, tanto en el teatro como en las pantallas de televisión. Y hay que decir que en muchos casos dicho embalaje superó a los premios en sí, pues la mayor parte de los galardonados de este año no fueron artistas «de campanillas», sino más bien gente con oficio. Es el caso de Bambalina Titelles, la compañía que obtuvo el premio al mejor espectáculo para público familiar, o los miembros de Bullanga, que se llevaron el del público. Ambos colectivos, por cierto, llegados de Valencia, como el montaje Tic-Tac, que se alzó con el galardón a mejor espectáculo musical reuniendo en escena a un numerosísimo elenco. Junto a los levantinos, los colectivos de Cataluña protagonizaron algunos de los

El primer acierto fue elegir a Alfonso Zurro como director de la ceremonia momentos más álgidos de la gala, tanto por su entusiasmo a la hora de recoger los trofeos –la icónica manzana con antifaz, obra de Joan Brossa– como en los mensajes reivindicativos. Julio Manrique, del Teatre Lliure –premio a la mejor dirección por L’Ánec salvatge–, fue bastante explícito en sus proclamas, como también lo fue Joan Yago, autor revelación por el montaje Fairfly, de La Calòrica –que también se llevó el galardón en la categoría de espectáculo revelación–. Por parte vasca, los premios fueron a parar a Solitudes, de los guipuzcoanos Kulunka Teatro –mejor espectáculo de teatro y mejor composición musical–, y al espectáculo de calle Meeting Point, de Ertza. En el apartado de mejor adaptación, Ángel Solo y Adolfo Fernández fueron recompensados por En la orilla, versión de la novela de Rafael Chirbes; mientras que Borja Ortiz se llevó el de mejor autoría por Los Gondra (Una historia vasca). El de vestuario recayó en María Araujo por Ricard III, el de iluminación en Lola Barroso por Furia Escandinavia, y el de espacio escénico en Elisa Sanz por Bodas de sangre. Por su parte, el abulense Nacho Sánchez alzó el trofeo a mejor actor protagonista por Iván y los perros. En cuanto a las

Ballet Flamenco de Andalucía. / Antonio Puente Mayor


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Teatro

Andalucía vio recompensado su esfuerzo con los galardones a las mejores intérpretes femeninas de teatro y danza y a la mejor composición musical. El colectivo Danza Mobile obtuvo un justo reconocimiento a su gran labor social y José Sanchis se llevó el Max de Honor Un momento de la gala. / Antonio Puente Mayor

Abreu y su propuesta La soledad –premios al mejor intérprete masculino, a la mejor coreografía y al mejor espectáculo de danza–. Por último, el Max de Honor de 2018 recaló en José Sanchis Sinisterra, un auténtico hombre de teatro –además de autor de la famosa ¡Ay, Carmela!– que se definió como alumno de Brecht, Beckett, Kafka, Pinter y Cortázar, y que en su emocionado discurso citó tanto a Rimbaud como a las nuevas dramaturgas. Todos estos galardones fueron entregados por figuras de la escena como Carlos Hipólito, Miguel Rellán y Paco Mir, junto a Ana Ruiz, Olga Pericet o Helena Pimenta. Homenaje al público

El ministro de Cultura, José Guirao, entre el presidente de la SGAE, Fernández Sastrón, y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. / Antonio Puente Mayor

‘manzanas enmascaradas’ que se quedaron en nuestra tierra, una fue para la actriz onubense Pilar Gómez por su trabajo en Emilia –proyecto de Alberto San Juan para Teatro del Barrio, en el madrileño Lavapiés–, y otra para la granadina Eva la Yerbabuena por Apariencias –mejor intérprete femenina de danza–. A ambos hemos de sumar la conseguida por Luis Miguel Cobo por la música de Solitudes (pese a tratarse de un montaje vasco, el compositor nacido en Úbeda declaró que «Sevilla es la ciudad de mis sueños»). También hubo recompensa para la preciosa iniciativa de los sevillanos de Danza Mobile, en este caso en el apartado aficionado o de carácter social. Aunque la mejor cosecha se fue hasta Canarias, gracias al tesón del Premio Nacional de Danza 2014 Daniel

Más allá de los entorchados, en el capítulo de aciertos hemos de destacar la generosidad de Alfonso Zurro a la hora de contar con artistas de la tierra para amenizar su ceremonia. Es el caso de los alumnos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla (ESAD), del Centro Andaluz de Danza (CAD), del Ballet Flamenco de Andalucía y de la compañía Síndrome Clown. Un cartel que se completó con la presencia de Arturo Parrilla y «la maldición de los hombres Marlboro», Antílopez, Nerea Cordero, La Shica o Mayte Martín –la interpretación del bolero Te extraño fue uno de los platos fuertes de la noche junto al hermosísimo Inmemoriam de la Escolanía de los Palacios–. También hemos de mencionar la originalidad de los guionistas a la hora de homenajear al público, a fin de cuentas el verdadero responsable de que el arte de Talía continúe vivo. Para ello Alfonso Zurro tiró de un buen número de actores y actrices que, entremezclados con los espectadores, salpicaron de humor la totalidad de una ceremonia irrepetible –desde Juanjo Macías a Paz de Alarcón–. Aunque fue quizás en la videoescena donde más brilló esta faceta, con personajes tan populares como Bernarda Alba, Don Juan, Melibea, Don Mendo, Hamlet o Medea, opinando por primera vez sobre los espectadores. Este fue sin duda el gran premio de Zurro, ya que su maravillosa dirección de Luces de Bohemia (paradójicamente protagonizada por Max y su inseparable ‘de Híspalis’) se fue injustamente de vacío. Entre los asistentes a la gala no faltaron rostros conocidos como Paco León, Mariano Peña, Mari Paz Sayago, Manu Baqueiro o la cantante Joana Jiménez. Aunque el verdadero protagonista de la noche fue sin duda el recién nombrado ministro de Cultura y Deportes, José Guirao. Este estuvo acompañado por el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, el presidente de la Academia de Artes Escénicas, Jesús Cimarro, y el presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), José Miguel Fernández Sastrón. ~


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Entrevista

Pasamos la tarde hablando de libros, cerca del Congreso de Buenos Aires, en el barrio llamado Montserrat. Hablamos de lugares donde una se encuentra bien, de la vida y de platos de comida. Bárbara Belloc y Teresa Arijón, además de ser grandes Concha García {En realidad, nos separan los kilómetros, pero la afinidad está siempre renovándose. —Dicen: Armamos libros que son únicos –esa reunión de artículos es excepcional, solo para nuestros libros– y nos asociamos con editores de otros países para poder publicarlos. También contamos con el apoyo del Programa Sur (de Argentina) y la Fundação Biblioteca Nacional do Brasil (en Brasil). Estos apoyos son importantes: son apoyos a la traducción de los países que quieren difundir sus literaturas. —El ensayo académico se aleja de los intereses de quienes leen por el placer del conocimiento sin las trabas de una jerga que acaba siendo un engranaje de tropiezos en la lectura. —Bárbara Belloc: El ensayo académico, que se proponía como conocimiento disponible para la comunidad/sociedad, con el final de la década de 1960 y la irrupción en los años 70 de las dictaduras en Latinoamérica, perdió su sentido y su valor. Creo que desde entonces funciona como material de archivo y contrapartida a los beneficios de las becas de investigación que mantienen en marcha el aparato académico. Pero no llegan a los lectores, no profundizan en los saberes; son teoremas, carpetas a archivar entre tantas otras carpetas. Teresa Arijón: Por eso apuntamos al ensayo de artista, y dentro de esa definición englobamos los escritos de artistas visuales, escritores, músicos y otros creadores que han reflexionado sobre su actividad o sobre la cultura en general. O incluso sobre cualquier cosa: precisamente porque estos ensayos que reunimos, además de cumplir una función intelectual, son luciérnagas, fuegos repentinos, gritos de chajás en los esteros en plena noche. —¿Nació esta colección como una postura política ante las imposiciones del mercado? —TA: Nació en respuesta a una falta. Nació por placer, y por pasión, de lectura. Por necesidad de trazar nuevos caminos sobre una misma geografía». BB: «Y todo lo que acaba de decir Teresa es político... —Hay muy buenos artistas que además de producir sus obras son pensadores o pensadoras que escriben y comunican desde la corporalidad de sus creaciones. BB: En nuestro continente tenemos la suerte de contar con una enorme cantidad de artistas (del pasado y el presente) que; además de ser notables, si no geniales, en su propio campo de producción artística; además tie-

Cazadoras de libros nen una reflexión propia y original con respecto a su quehacer y, además, pueden escribirlo de manera excelente. Esto suma dimensiones a sus creaciones artísticas y también humanas. TA: Por mencionar solo algunos de los que publicamos en la colección Nomadismos: Hélio Oiticica, Ferreira Gullar, Oscar Niemeyer y Ana Cristina Cesar (Brasil), María Moreno, Arturo Carrera y Alfredo Prior (Argentina), Eduardo Milán (México). Y la lista sigue y seguirá. —Es una buena idea publicar libros de pensamiento relacionado con lo artístico acerca del acto de crear, la originalidad es que son los propios autores quienes reflexionan. —TA: Precisamente. Y no es una

práctica poco común. Los escritores son, por naturaleza, autores de manifiestos. Se mueven a solas o en conglomerados, pero siempre han pensado sobre su arte, oficio o quehacer. Los visuales también. Siempre el pensamiento está detrás, delante, al costado. BB: Los artistas más audaces, si se los mira bien, tienen 1000 caras. —¿Tan solo vais a publicar pensamiento y ensayo latinoamericano? —TA: Por el momento sí. Estamos tirando líneas, rastreando huellas, en este continente nuestro inmenso e inexplorado. Desconocido incluso para nosotros, que lo habitamos. Un continente exuberante, donde los recorridos se van haciendo al

andar. Un continente que nunca fue descubierto. —¿Qué países están involucrados en el proyecto? —TA: Hasta el momento: Argentina, Brasil, Ecuador, México. BB: Y no descartamos ir sumando, de a poco, otros países de habla hispana e incluso los angloparlantes de América del Norte. Hasta ahora, al menos para mí, Nomadismos es un tránsito/tráfico americano, de Alaska a la Tierra del Fuego, fuego y hielo, pensamiento y sensación. —Tengo entendido que entre los países latinoamericanos también se desconocen las producciones de artistas. TA: Los países latinoamericanos estamos empezando a conocernos. A reconocernos. Después de un largo período, colonial di-


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Entrevista

poetas, dirigen una colección muy peculiar: Nomadismos, de ensayo y pensamiento de escritores y artistas latinoamericanos. Ellas mismas seleccionan los textos. La entrevista es a tres voces

ría yo, de desconocimiento. Los caminos se abren, y el océano nos envuelve para que podamos recuperar eso que aún no conocemos. Una identidad fluctuante, un enigma, una zafra. Un huracán también. BB: Y aunque suene cursi, también un abrazo. —¿No es el arte algo demasiado reducido a un territorio, a una lengua? —TA: El arte es lo menos reducido a nada. El arte es lo que derroca, contraviene, salta muros, rompe paradigmas, hace mirar, pensar, sentir sin que medie el preconcepto. BB: Para nada reducido. El arte atraviesa lenguas, lenguajes artísticos e incluso el túnel del tiempo. Pensemos en que hoy podemos leer, vívidos, los poe-

mas de los líricos griegos, o que podemos reconocer en ciertas ceremonias africanas anticipos de lo performático o que la ópera estonia contemporánea puede sernos comprensible, más allá del lenguaje, por la expresividad universal del drama. —Viajar es una manera de leer los territorios que se atraviesan, sois viajeras, y permítanme que os haga la pregunta a ambas. TA y BB: Somos viajeras, somos lectoras, vivir es viajar, viajar es leer, leer es vivir. —Cazadoras de libros y grandes lectoras, así os denomináis. TA: Yo diría que soy un perro de Artemisa: instinto, olfato y dientes fuertes a la hora de cazar. BB: Yo lo digo de manera más pedestre: lectora de notas al pie,

caminadora de índices temáticos, onomásticos y bibliografías sugeridas, errante de referencia en referencia. Soy esencialmente andariega en la vida y en los libros. —Como poeta, Bárbara, dime qué piensas de la poesía. —BB: Libertad. Esa zona donde todo es posible, también (o especialmente) cuando la vida se presenta en forma de poesía. Lo dice Teresa en un poema: como escribir un poema en la mañana fría / como no escribirlo y dejar que suceda. —Y tú Teresa. TA: Lo que dijo pensar Gombrowicz sobre el amor: La poesía es un puente verde sobre un precipicio azul. —Hemos hablado de que antes, en los noventa, la competencia

Bárbara Belloc y Teresa Arijón. / Fotografías de Concha García

era por la excelencia y no por publicar como es ahora. —TA: En los noventa se competía por publicar: ahí empezó la poesía como instrumento o juguete nuevo del mercado. Antes era terra incognita. Para algunos la hermana pobre de una familia rica o la loca en el ático. La poesía es y siempre será la aventura. El descubrimiento. La libertad. BB: En Argentina los noventa fueron años de gran frivolidad, además de en la política, en el arte. Fue entonces cuando surgió la competencia por publicar, figurar y demás. Creo que la búsqueda de excelencia fue decayendo con el final de los setenta, cuando poco a poco fue imponiéndose el silencio... Al precio de arriesgar la vida, que muchos arriesgaron. ~


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Historia

A caballo entre la superchería y la posesión, recordamos a una mujer que vivió con la consciencia de una reencarnación anterior. Dorothy Louise Eady recordó ser Bentrehyt, sacerdotisa de la diosa Isis, tras sufrir un accidente en el que la dieron por muerta

Llegada desde el pasado Augusto F. Prieto {Quizás fuera la extraña ensoñación que duró una vida, un íncubo, o la voluntad inconsciente de trascender el estrecho espacio que determinaba -para una muchacha de su clase- los prejuicios de la era eduardiana. O fue solo la locura divina. Pero tras su muerte, en 1981, un aire de misterio queda sobre la sombra de sus nombres que aún hoy nos inquieta y nos perturba. Nació como Dorothy Louise Eady en 1904, en Inglaterra, sitio de Blackheath cerca de Greenwich, hija de un sastre, en un entorno familiar que conocemos burgués y feliz. Bajo el nombre de Brandon Dalmar, su padre ejercía eventualmente como mago e ilusionista en pequeños cabarets. Con cuatro años, la pequeña sufrió un accidente doméstico, la caída por las escaleras de la casa familiar, tras la que el doctor solo pudo certificar su muerte. Cuando regresó al cabo de una hora con una enfermera para lavar el cadáver se encontró –estupefacto– a la niña jugando inocentemente sobre el lecho mortuorio. A este acontecimiento inquietante –extraordinario– se sucedió un extraño trastorno de conducta, al que los padres no dieron demasiada importancia, porque Dorothy crecía sana y feliz. Fueron las claves que, unidas, conducirían a la revelación que se producirá cuando contaba dieciséis años, y asumió la certeza absoluta de una vida anterior en todos sus dramáticos detalles. Liberada por fin de la oscuridad del olvido, recordó haber sido en Egipto, tres mil doscientos años antes, Bentreshyt, sacerdotisa de la diosa Isis, en el templo erigido por el faraón Seti I en la ciudad sagrada de Abydos en honor de los

dioses. Jamás intentó persuadir a nadie de su verdad, pero hizo de su vida un monumento que la proclama, y nos estremece por su contundencia. Demostró con su larga existencia que no mentía. Ya en la más temprana niñez, Dorothy soñaba recurrentemente con un gran edificio columnado, con un hermoso jardín de flores y de árboles frutales, y siempre, al salir de esta ensoñación, expresaba su deseo de regresar a casa. En su primera visita al Museo Británico quedó hechizada por las antigüedades de la sección egipcia y se lanzó a correr por las salas besando los pies de las estatuas. Cuando sus padres le indicaron que era el momento de salir, les respondió con una extraña voz, que parecía más la de una mujer adulta que la de la niña que era: «Dejadme... esta es mi gente». A los siete años encontrando en una publicación una fotografía del templo de Seti en el Alto Egipto, anunció a su sorprendido padre que esa era su casa y que ahí es donde ella había vivido. La misma sensación de algo conocido -y olvidado posteriormente- la tuvo cuando vio por primera vez una fotografía de la piedra de Rosetta. Ante un retrato de la momia de faraón les dijo a sus padres que era un hombre bueno, su solo y único amor. Sus progenitores atribuyeron estas extrañas revelaciones al accidente, y esperaron que su carácter se asentara, aunque las rarezas de la pequeña continuaron, así como su obsesión por el antiguo Egipto. Con diez años, conoció en sus visitas habituales al Museo Británico a Sir E. A. Wallis Budge, conservador de la sección de Egipto y Asiria, que sorprendido por la vi-

Jeroglífico egipcio y Dorothy Louise Eady. / El Correo

veza y el interés de la niña se convirtió en su mentor y la inició en el aprendizaje del lenguaje de la escritura jeroglífica, que ella aprendió rápidamente, como si fuera un idioma que hubiera dominado y desconocido después. En 1918 el rey egipcio Seti, bajo la imagen de su momia en el museo de El Cairo, se le apareció en sueños, en una noche de pesadilla que recordaría siempre, porque en ella vio la mirada de «alguien que estuviera en el infierno y que encontrase súbitamente una vía de salida». Se inició una época de sueños repetidos que le oprimían el alma: se vio a sí misma como una jovencita egipcia en una sala enorme, vio mujeres y niñas, un hombre viejo con una lámpara que escudriñaba con ojos miopes. Había en la ensoñación una cámara subterránea rodeada por un canal de agua, y un suelo cubierto de piedras duras que brillaban en la oscuridad, ágata, cornalina y turquesa; en medio, un cuerpo tendido en un sarcófago. En la pesadilla unos hombres, vestidos como los sumos sacerdotes, que parecían asistir a algún tipo de celebración, se apercibieron de la presencia de esa niña -que era ella- mirándola desaprobadoramente. Uno de ellos intentó golpearla con su bastón ritual, lo que le hizo despertar conmocionada. Lo terrible de las visiones, y una incipiente tendencia

al sonambulismo, llevaron a sus padres a hacerla visitar por los médicos sin ningún resultado. Durante su adolescencia y su juventud Dorothy aguardó, porque no se sentía en su casa en Inglaterra, sino -como dice Moisés en la Biblia- «extraña en tierra extraña». Su oportunidad tuvo lugar a los veintisiete años cuando, trabajando en Londres para una publicación, conoció a un joven egipcio que estudiaba para maestro, Imam Abdel Meguid, con el que tras un año de intercambio de correspondencia se prometió en matrimonio. Tuvo un hijo con él y lo llamo Seti, asumiendo el nombre tradicional de Omm Seti –la madre de SetiDedicó su vida a la arqueología, y nunca se separó del lugar de sus ancestros, Abydos. Previó el lugar donde se encontraban los restos del jardín del templo, e intuyó un túnel que las excavaciones demostrarían cierto. Fue la primera mujer que formó parte del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto. Practicó el paganismo politeísta. Varias generaciones de estudiantes aprendieron de su boca las costumbres cotidianas de la antigüedad, gracias a las que pudieron aplicar las teorías estudiadas en los libros. Su cuerpo yace para siempre enterrado en las arenas del desierto tebano. ~


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Viajes

De la misma manera que en algunos pueblos de la campiña cordobesa encontramos iglesias barrocas o cerámica de origen árabe, en la ciudad donde nació el poeta Ricardo Molina el tejido empresarial es la mayor potencia y la creatividad su aliada

Poesía e industrias en Puente Genil En Puente Genil el tejido empresarial es la mayor potencia y la creatividad su aliada. / Concha García

Concha García {Me recibe Damián. Nunca había estado en una fábrica de rodillos, los hay de diversos tamaños, la gente que trabaja está contenta, la media de edad está por debajo de los cuarenta años. Damián me dice que hace 24 que crearon la empresa y siguen creciendo, comparo el crecimiento de una empresa a la consecución de un objetivo, mentalmente hago comparaciones, no puedo evitar las analogías, si una persona está hundida no va a poder permitir que un equipo se mueva, y aunque los poetas somos seres más solitarios cuando nos ponemos a escribir, sin el deseo de hacerlo tampoco daría resultados escritura alguna. Estamos en una frecuencia parecida. ¿Y los robots? Le pregunto, como si estos fueran una amenaza. Llegarán, me contesta, en las Ferias ya se ven paseando con bandejas de canapés a lo largo de los pasillos. El historiador israelí Yuval Noah Harari vaticina que en el s. XXI pasaremos a ser como dioses, que acabará el homo sapiens y la inteligencia artificial cambiará la configuración del mundo. Mientras llega, yo admiro el grupo de trabajadores movién-

dose de un lado a otro, la creatividad que manifiestan puesto que inventan y fabrican sus propias máquinas. Y esa dimensión de lo humano, a pequeña escala, se diferencia de las grandes multinacionales a quienes solo les interesa el consumo masivo, sin tener en cuenta la manera en la que producen. Algunas cadenas alimentarias tratan de experimentar con nuestros organismos, pienso. Menos mal que cada vez, multiplicándose y sin ha-

cer tanto ruido, como un rizoma que crece junto a los grandes poderes de Bayer o Monsanto, hay quienes se preocupan por hacer algo de calidad, que respete el medio ambiente, y nos confiera salud. La Asociación Cultural Poética de Puente Genil, representada por Antonio Roa, intenta entretejer la poesía con la creación industrial. Vamos a unas bodegas pequeñas, creadas hace un siglo, me cuenta Javier Álvarez, el gerente, que la uva Pedro Ximénez llegó de casualidad a Córdoba, al parecer, un soldado francés tenía un esqueje en su mochila. Me dice que con esa misma uva se elaboran cinco o seis vinos distintos: crianza biológica, oxidativa, o híbrida de ambas; crianza de vino dulce y de vinagre. La capa de levadura que crece sobre el vino en el barril es la flor del mismo y que los finos andaluces son de crianza biológica. Pero la juventud no toma tanto vino como hace veinte años, eso es cierto. Me tomo un amontillado, transparente, amarillo, es el resultado de un vino que fue fino y después de quitar la capa de levadura comienza a oxidarse. Los romanos creían que el vino era una necesidad vital diaria y lo comercializaron para todos. No olvidemos que Catón, Horacio, Plinio o Virgilio, encomiaban el vino en sus obras. El vino despierta nuestras cualidades artísticas, y paseo entre los toneles con ese olor profundo, a madera húmeda y alcohol, en la parte de abajo están alineados los bidones con solera. Veo la firma de El Fosforito en uno de los bidones, también la de algunos poetas que pasaron por Puente Genil, sin embargo, ninguna mujer ha firmado aún en uno de los bidones. Pasear entre los toneles es agradable, el olor que rezuma así como el silencio, son acogedores. El tiempo parece detenido puesto que diversas zonas permanecen igual que cuando se fundó. Salgo a la calle y el sol de junio aprieta. Recuerdo una creencia que he escuchado en muchas ocasiones relacionada con los andaluces. Son vagos, hacen la siesta, y están siempre de fiesta. Esa creencia, como todas, se alimenta de tópicos que convierten algo que no existe en una realidad. Si escribo todo esto es también para darle la vuelta a lo que se cree. Habría que retroaerse a los tiempos en los que el dictador Franco se alió con las burguesías catalana y vasca para que se produjeran allá las materias primas que salían del sur andaluz. Vale la pena conocer toda la producción de Andalucía para no quedarse con el tópico. Seguiremos. ~


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El Correo de Andalucía Sábado, 23 de junio de 2018

Teatro

En ‘El Deseado. Una guardia en cubierta’ la compañía sevillana La Contenida recrea uno de los episodios más fascinantes de la historia, el viaje de Magallanes y Elcano, catalogado como «primer hito global de la humanidad» por el rey Felipe VI, y que en 2019 celebrará su V Centenario con la consideración de asunto de Estado Antonio Puente Mayor {«Llegamos a un río que llamamos de las Sardinas, a causa de la inmensa cantidad de este pescado que allí vimos. En ese lugar fondeamos para esperar a las otras naves, y estuvimos cuatro días; aunque durante este tiempo se despachó una chalupa bien equipada para ir a reconocer el término de este canal, que debía desembocar en otro mar. Los tripulantes de esta embarcación regresaron al tercer día, anunciándonos que habían visto el cabo en que concluía el Estrecho, y un gran mar, esto es, el Océano. Todos lloramos de alegría. Este cabo se llamó el Deseado, porque, en efecto, desde largo tiempo ansiábamos por verlo». Este párrafo, recogido en la obra Primer viaje alrededor del Globo, del italiano Antonio Pigafetta, resume parte de las sensaciones que debieron experimentar los tripulantes de la flota de la especiería en noviembre de 1520. Esta había zarpado quince meses atrás desde el sevillano puerto de las Muelas rumbo a los confines del mundo. Al frente de la expedición se hallaba Fernando de Magallanes, un experimentado navegante nacido en la villa portuguesa de Sabrosa que tras ser rechazado por el monarca luso había logrado convencer a un joven Carlos I de España para llevar a cabo su arriesgada empresa. Esta consistía en hallar un paso por occidente hacia las islas Molucas (actual Indonesia), lugar del que procedían algunas de las especias más apreciadas de Europa: caso del clavo, la nuez moscada, la canela o la pimienta. La razón de esta incierta travesía era evitar la ruta controlada por Portugal desde el Tratado de Tordesillas, así como probar que dichas islas se encontraban en el hemisferio castellano. En suma, una auténtica «revolución cartográfica», según el escritor y periodista Gabriel Sánchez Sorondo. Sin embargo, desde los primeros días de navegación, Magallanes vio como su gran proyecto era víctima de todo tipo de problemas. Sin ir más lejos, la oposición de gran parte de los oficiales castellanos a que un portugués liderase una armada con enseña española. Algo que le provocó innumerables dolores de cabeza y que desembocó en graves episodios de rebeldía que a punto estuvieron de truncar el viaje. Y es que la aventura de la Primera Vuelta al Mundo –una gesta que el almirante ni siquiera se planteó y que fue concluida a su muerte gracias a Juan Sebastián Elcano– abarca tres años, recorre los tres grandes océanos del mundo y toca o contornea todos los grandes continentes. Es decir, a grandes rasgos es considerado «el primer hito global de la humanidad», según el monarca Felipe VI. Retorno a la nao Victoria Dentro del extenso programa de actividades que se prepara para con-

Magallanes y Elcano se apuntan al teatro

Juan Collantes de Terán interpreta a Pedro. / Foto: Antonio Puente Mayor

memorar el V Centenario de la Circunnavegación de la Tierra (15191522), y que abarca congresos, exposiciones y hasta una gran producción cinematográfica, no podía faltar el teatro. De ahí que esta primera aproximación por parte de La Contenida, compañía sevillana responsable del éxito El hombre que esculpió a Dios, sea recibida como agua de mayo por varias razones. En primer lugar por adelantarse a la pléyade de propuestas que surgirán a partir del próximo mes de enero, y además por haber elegido un marco inédito a la par que sugerente para presentar su montaje. Nos estamos refiriendo a la Torre Mirador del Pabellón de la Navegación –también conocida como Torre Schindler–, donde únicamente 35 asistentes podrán disfrutar de cada uno de los pases de El Deseado. Una guardia en cubierta. Es esta una obra escrita en clave de tragicomedia por Juan Collantes de Terán, en la que se nos narran las peripecias de Pedro y Tomás, dos marineros de la nao Victoria, que montan guardia a las puertas de lo que podría ser el estrecho que tanto tiempo llevan buscando. Un pasaje que les permita llegar al Mar del Sur descubierto por Vasco Núñez de Balboa en 1513 y continuar su camino hacia las Islas Molucas en busca de la especiería.

Las claves del espectáculo Sobre la gesta de Magallanes y Elcano se han escrito infinidad de artículos, tesis y libros –desde la Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles, de Martín de Navarrete (1853), hasta la hermosa Magallanes. El hombre y su gesta, de Stefan Zweig (1937)—, aunque han sido pocas sus adaptaciones al teatro, seguramente por las dificultades argumentales que conlleva. De ahí que debamos valorar aún más este ejercicio de La Contenida. Un espectáculo en el que dos únicos actores, Pedro García Mendoza y el propio autor de la obra, Juan Collantes de Terán, se enfrentan al juicio de los espectadores frente al mismo río que descendiera la flota en 1519. Y es a través de ellos, los jóvenes marineros de la nave Victoria, como conocemos algunas de las peripecias más jugosas de la expedición: desde los cambios de derrotero a las tempestades, de los anhelos a las decepciones, de los sueños de gloria a la completa desesperación. Así, el hermoso texto de Collantes no escatima en detalles extraídos de los diarios de Pigafetta, Albo y Ginés de Mafra, pero a su vez posee la capacidad de ir más allá, logrando que los sobresalientes de esta particular armada –esto es los propios espectadores– sientan en sus carnes las alegrías y frustraciones de estos pobres diablos. Para ello, ambos actores nos brindan una breve pero intensa recreación que nos permite conectar con la épica magallánica de un modo cercano y poético, y que remite por momentos al teatro de Buero Vallejo, Max Aub y Alonso de Santos. O lo que es lo mismo, haciendo uso de aquella «artesanía del intérprete», que definiera Amelia de la Torre, para lograr que el público sienta, ría y se emocione ante la expectativa de explorar lo inexplorable. Amén del libreto y las excelentes interpretaciones de García y Collantes, El Deseado posee otras virtudes, como el hecho de representarse en el mismo espacio donde se ubicó la réplica de la nao Victoria durante la Expo 92, o que el público entre en contacto directo con la historia a una altura de 65 metros. Y es que sólo por disfrutar de esas vistas de Sevilla merece la pena enrolarse en la aventura. En el apartado técnico hemos de mencionar a Julián Valladares y Antonio Villar –este último también encargado de la dirección artística–, quienes logran hacer magia con muy poco, así como a Mariano Mejías, por su colaboración en la voz en off. Tras su estreno del pasado jueves, el espectáculo de La Contenida podrá verse nuevamente el 28 de junio en dos pases de treinta minutos (a las 21:15 y a las 22:15), y las pocas entradas que quedan pueden adquirirse en Entradium.com. No obstante es deseo de la compañía ampliar las funciones a lo largo del verano. ~


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