Aladar nº 146

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Sábado, 2 de septiembre de 2017 Nº 146 @aladar_cultura

JOSEP MARIA BEÀ

«El cómic me ha dado momentos impagables»

La determinación de Annette Kellerman

Vincent Van Gogh y Alice Neel en Arlés


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Entrevista

‘Siete vidas’. De Josep Maria Beà se cuentan las historias más fabulosas, todas rigurosamente ciertas: desde su hospitalización con ocho años por lamer la tinta de las portadas de los tebeos hasta que decoraba al óleo mejillones para venderlos como

JOSEP MARIA BEÀ

«Repetiría todos mis dibujos» César Rufino {Uno se muere muchas veces a lo largo de su existencia hasta que por fin lo entierran. Más o menos como los gatos de Siete vidas (Astiberri), ese hermoso cofre de maravillas del gran tesoro que es el cómic español, reeditado ahora 32 años después de su creación, y donde uno de los más grandes autores del género, Josep Maria Beà, volvió a dejar claro que hay cosas que son para siempre. —La mayoría de los autores con los que he hablado en los últimos años me dicen lo mismo: que el cómic se ha dignificado mucho desde los viejos tiempos del trabajo a destajo por cuatro perras, y que les importa un pimiento haber dejado atrás los quioscos, el punto bohemio del oficio y ese cariz popular y un poco canalla de los tebeos de antaño si a cambio se trabaja mejor, se cobra algo más, sus obras aparecen en los anaqueles de las librerías en formato de libro con rango de género literario y la labor gana en prestigio. ¿Comparte usted esa opinión? —Dichos autores desconocen en absoluto lo que ocurrió antaño, cuando existían en España varias agencias de producción y distribución de cómic a nivel internacional. Selecciones Ilustradas, dirigida por Josep Toutain, fue la más importante de Europa. Carlos Giménez, Alfonso Font, Esteban Maroto, Fernando Fernández, Víctor de la Fuente y yo mismo, por citar a algunos dibujantes, fuimos representados por S.I. y percibíamos liquidaciones mensuales muy importantes por los derechos de autor de nuestros trabajos. Nuestras series se vendían simultáneamente en varios países que las publicaban en revistas casi siempre mensuales. Eso suponía en los 70 y 80 unos ingresos muy elevados. Por decir algo, la mayoría de dibujantes de cómic aquellos años pudo comprar pisos, coches y vivir a un nivel envidiable. En cuanto a los dibujantes que admitían trabajos de encargo, puedo certificar que cobraban unos precios envidia-

bles (yo también fui dibujante agencial), muy parecidos a los que perciben actualmente colegas que dibujan para el mercado yanqui de superhéroes. Es decir, lo de trabajar a destajo por cuatro perras es inexacto, algo así es más propio de lo que les ocurre en estos momentos a los autores españoles, salvando casos puntuales. Y despreciar la función de los quioscos es algo muy desafortunado. Los quioscos formaban una red de ventas que cubría toda la geografía del país y, gracias a ella, podían distribuirse los miles de ejemplares de cómic que se editaban mensualmente. No olvidemos que revistas como 1984, Comix Internacional, Cimoc o El Víbora, alcanzaban tirajes de 50.000 ejemplares por número y en ocasiones los sobrepasaban. En cuanto a lo de que el cómic aparezca en las estanterías de las librerías, para mí es algo anecdótico. Opino que lo importante para un autor es centrarse en el trabajo e intentar gestar una buena obra. Donde vaya a ser expuesta después es para mí algo secundario. —¿Qué le parecen sus Siete vidas treinta años después? —Siete vidas fue el primer trabajo que realicé después de la trilogía de fantasía Historias de Taberna Galáctica, En un lugar de la mente y Esfera cúbica. Fue un ejercicio de género costumbrista donde quise exorcizar los fantasmas de mi pubertad, mostrando la tarea traumática empleada por el nacional catolicismo bajo la dictadura franquista. Para ello convertí a los personajes humanos en gatos antropomórficos con la intención de distanciarme del dramatismo del relato. A pesar de que Siete vidas apareció por primera vez en la revista Rambla en 1983, no la había vuelto a revisar; ahora, verla de nuevo después de tantos años me ha despertado emociones muy lejanas en el tiempo, emociones muy tristes propias de los oscuros tiempos de posguerra. Supongo que algo así habla a favor de la historia narrada. Parece ser que esta edición, que Astiberri ha tratado


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souvenirs de Lloret. Pero lo más increíble y auténtico del currículum de este autor es que amó, vivió, cambió y dignificó el cómic español en los buenos viejos tiempos en que este llenaba los quioscos. Hoy, Astiberri recupera una de sus cumbres: ‘Siete vidas’ Una de las páginas de ‘Siete vidas’, de Josep Maria Beà, obra de cuya primera publicación se cumplen 32 años. Abajo a la derecha, el autor en una fotografía de Vicente Ortega.

con un cuidado exquisito, ha tenido una muy buena acogida. —¿Qué ha ganado y qué ha perdido usted a lo largo de su prolífica y variada trayectoria como autor de cómics? ¿Cuál fue su mayor acierto y su gran error, si lo tuvo? —El cómic me ha dado la posibilidad de hacer lo que he querido en esta vida. Siempre he tenido la suerte de poder marcar los horarios de trabajo a mi conveniencia y he podido vivir muy bien dibujando lo que yo he querido dibujar. A veces pienso que gracias a mi oficio mi vida ha sido como una especie de vacaciones. El cómic me ha dado momentos impagables. Por ejemplo, que en una edición del Salón del Cómic de Barcelona una persona me confesara que gracias a la lectura de una de mis historias se salvó del suicidio. Qué maravilla, ¿cómo puede ocurrir una cosa semejante? Por algo así ya ha merecido la pena todo el esfuerzo, que tampoco ha sido tan duro, lo verdaderamente duro es nacer en Siria o Irak. ¿Qué he perdido al ser autor de cómic?, pues el no haber podido dedicarme a otras actividades por las que siento una inmensa estima, por ejemplo la música. Me hubiera encantado ser músico profesional. De adolescente toqué en un grupo durante tres años y la respuesta emocional del público es inmediata, estás allí arriba con la guitarra y ves en la cara de la gente si lo que haces gusta o no. Con el cómic, esa devolución de la señal es tardía, el feedback es lento y a veces se pierde en desconocidos laberintos. Hay muy poca cosa que me guste de todo el trabajo que he realizado en mi vida como autor de cómic. No soporto ver mis dibujos, no me gustan nada, los repetiría todos. Abro un álbum y recuerdo que en tal página aparecerá aquella horrible viñeta que ya es imposible retocar, ¡y aparece! Nunca me ha gustado leer mis historias, actúan sobre mí como un psicoanálisis sin control, remueven esa nebulosa que es el pasado y afloran recuerdos que prefiero obviar. Para mí, la nostalgia es un sentimiento despreciable. En cuanto a mis errores, que han sido muchos, siempre he que-

«‘Siete vidas’ fue un ejercicio de género costumbrista donde quise exorcizar los fantasmas de mi pubertad» «No creo en lo de aprender de las equivocaciones cometidas, como tampoco creo en el triunfo de la voluntad»

rido olvidarlos. No creo en lo de aprender de las equivocaciones cometidas, como tampoco creo en el triunfo de la voluntad o del éxito gracias a un supremo esfuerzo. Siempre me ha gustado trabajar en un estado de cierta placidez, ilusión y serenidad, donde las cosas fluyen más o menos por sí solas en una especie de trance semiextático. Si el ejercicio del cómic hubiera supuesto para mí un gran esfuerzo me habría dedicado a otra cosa. El supremo esfuerzo lo reservo para situaciones extremas que poco tienen que ver con el dibujo, lo reservo por si algún día tengo que luchar contra una enfermedad severa, por ejemplo. —¿Echa algo de menos en los cómics que se venden ahora en España? ¿Le gustan o le aburren? ¿Considera que el tebeo está yendo por caminos prometedores y nuevos, o advierte usted que hay

demasiados palos de ciego en el intento desesperado de encontrar filones? —El cómic actual está a un nivel muy alto. Afortunadamente ha dejado de ser un producto de consumo infantil para convertirse en un medio dirigido a un público adulto. Estoy al corriente de todo lo que se edita actualmente, he leído montones de novelas gráficas que me han recomendado colegas muy jóvenes y algunas de ellas me han parecido extraordinarias. Por fin, los dibujantes se han podido librar del corsé que suponía tener que expresarse con un estilo muy realista, eso ha supuesto una liberación. Antiguamente la historieta entraba por los ojos, había hambre de imágenes y lo que prevalecía era un discurso gráfico con un contenido argumental irrelevante. Ahora, por suerte para los autores, el dibujo

En la mente del autor Cualquiera que haya leído Los profesionales, de Carlos Giménez, podrá comprender cabalmente cómo era la agencia Selecciones Ilustradas, de Josep Toutain, donde tanto Josep Maria Beà como otras primeras figuras del cómic echaron los dientes (o se los partieron, porque de todo hubo) como autores, y lo apasionante, duro, vocacional y divertido que fue dedicarse a esa locura en una España que adoraba los tebeos. Beà (Barcelona, 11 de marzo de 1942) mostró siempre, desde sus primeros pinitos en los años setenta, gran afición por los temas espeluznantes, por toda expectación relacionada con la fantasía, materia que trabajó abundantemente en sus vertientes del terror, la ciencia ficción y el noir. Fue el primer autor español en conquistar América, donde escribió y dibujó historias propias, y su vida de autor fue una incursión constante del arte, de su talento, en los terrenos más ignotos de la mente humana. Historias de Taberna Galáctica, En un lugar de la mente y La esfera cúbica son, junto con Siete vidas, los títulos más sobresalientes de la abundante producción de un creador que no tuvo remilgos en trabajar en el negocio familiar de juguetes, haciendo storyboards, tocando música, escribiendo novelas y hasta creando una empresa de excavadoras, entre otras mil peripecias. Su inmunidad ante la melancolía impidió que se quedara atrapado en el ensueño de un tiempo fascinante que se llevó, en su naufragio, a otros grandes.


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Entrevista

‘Siete vidas’. La mítica obra se publicó por primera vez en la revista Rambla, fundada a comienzos de los ochenta por el propio Beà y otros grandes del cómic. La edición actual es de mayor formato, tiene nueva rotulación y luce una portada hecha para la ocasión está al servicio de un buen guion y no tienen por qué involucrarse en excesos plásticos. Opino que un dibujo realista muy elaborado puede frenar el ritmo narrativo. Someter el cerebro a una tarea de descifrar un gran acúmulo de información gráfica es perjudicial para la comprensión lectora: Menos es más. Dicha afirmación queda comprobada al adentrarse en obras realizadas con tratamientos muy esquemáticos, alejados del cosmos fotográfico, como los empleados por Art Spiegelman, Chester Brown, Joe Matt, etc., cuyos argumentos son tan potentes que no es necesario realizar una exhibición de dibujo realista sino todo lo contrario. Maus dibujado Hal Foster sería infumable. Puede que en estos momentos haya una excesiva oferta en el mercado. Las librerías especializadas están sobresaturadas de novedades, los álbumes acaban formando una selva de papel de imposible análisis. La industria del cómic está sometida a factores de toda índole. Los autores de mi generación tuvimos la gran suerte de iniciarnos en un tramo histórico de gran bonanza económica, todo iba a más, vivimos casi cuarenta años de esplendor donde la oferta de trabajo era ilimitada. Ahora estamos en la situación opuesta, la crisis económica ha hecho estragos en todos los ámbitos pero estoy convencido de que se saldrá de esta lamentable etapa. Todo es cíclico. —¿Qué fue de sus compañeros de generación? ¿Sigue en contacto con ellos? —Del grupo de amigos con los que comencé a dibujar a mis catorce años en la agencia Selecciones Ilustrada quedan muy pocos, es tristísimo, la mayoría ha muerto. No hace mucho, con un amigo de aquella época, en un desafortunado ejercicio necrológico decidimos hacer una lista de todos los compañeros dibujantes, ilustradores y guionistas que habían fallecido y llegamos a sumar cuarenta y cinco. Quedamos tan impresionados que, como estábamos en la terraza de un bar, decidimos neutralizar el golpe a base de alcohol. Estos últimos quince años han sido devastadores, como una guerra. Aho-

ra, por mi edad, soy yo el que está en primera línea de fuego, oigo el silbido de las balas, por eso procuro pasarlo lo mejor posible antes de que se acabe la función. Con Carlos Giménez me escribo muchísimo y no pasan quince días sin que hablemos unas dos horas por teléfono aunque creo que, más o menos, siempre tenemos la misma conversación pero es nuestra conversación preferida, esto lo hacemos desde hace muchos años. Ceno una vez al mes con Felipe Borrayo, el autor intelectual de Makoki. De tanto y tanto voy a comer con Jordi Bernet, la gran fiera del dibujo realista. Con Jaime Martín somos casi familia, nos vemos cada mes y siempre nos enzarzamos con temas informáticos. También me llevo muy bien con autores de las nuevas generaciones, me llenan de energía, me encanta aprender de ellos, me encanta que me mantengan al corriente de lo que está ocurriendo en el ambiente y, como he dicho antes, agradezco sus recomendaciones sobre ediciones de actualidad. —¿Por qué dejó usted el cómic? —Porque llegó un momento en el que descubrí que ya se habían cumplido todos mis objetivos, había hecho todo lo que quería en mi oficio, creí que había llegado al techo de mis posibilidades y percibí que lo que vendría a continuación sería una reiteración, una constante repetición de todo lo anterior pero en un estado de lamentable desaceleración. Para el oficio de dibujante de cómic uno debe estar en plena forma, hay que saber retirarse a tiempo para no ser espectador de la propia decadencia. Yo nunca me planteé morir atado a la mesa de dibujo y sudando tinta china, qué va, hay vida más allá del cómic. Incluso me lo paso muy bien yendo en bicicleta por el frente marítimo de Barcelona. Además, toda generación borra a la anterior y hay que dejar paso a los jóvenes, no hay que interferir en su camino a menos que uno sienta la misma ilusión de antes, como es el caso de Carlos Giménez que a sus setenta y seis años va lanzadísimo, a dos álbumes por año. ~


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Recuerdos del siglo XX Las derechas propiciaron el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. Y la Historia aún no ha reivindicado aquella horrorosa e increíble verdad. El Gobierno prohibió la película «Rojo y negro» que exaltaba la figura del Fundador. Políticos de izquierdas intentando proteger a José Antonio Primo de Rivera, políticos de derechas haciendo lo contrario

La verdad sobre la muerte de José Antonio Primo de Rivera Nicolás Salas {Puede afirmarse que desde 1939, el Régimen del general Franco no había tenido que enfrentarse a tantas adversidades acumuladas como las de 1945. Además de las naturales secuelas de la Guerra de España, junto a la herencia recibida de la Monarquía alfonsina y la República, que marcaron el principio de la postguerra, se plantearon múltiples problemas derivados de la Segunda Guerra Mundial, que Franco tuvo que ir sorteando en un difícil equilibrio entre los dos bandos enfrentados. Luego, el cerco internacional instigado por la Unión Soviética y asumido por Estados Unidos y Gran Bretaña, cuyas consecuencias las pagaría principalmente el pueblo español y, sobre todo, las clases más modestas. Pero todas estas calamidades parecerían, seguramente, de escasa entidad al destino, y aún cayeron sobre los españoles más penalidades: desde la pertinaz sequía a las paupérrimas cosechas, pasando por el «piojo verde» y la tuberculosis, las ofensivas monárquicas y republicanas, las restricciones eléctricas y el hambre... ¿Qué fue lo que hizo Franco ante tal panorama desolador? Seguir el consejo de Luis Carrero Blanco: «Orden, unidad y aguantar...» De regreso de unos de sus frecuentes viajes a Madrid, para gestionar asuntos relacionados con la Casa del Mutilado, Carlos Toribio informó confidencialmente a un grupo de falangistas de la vieja guardia, todos ellos apartados del aparato del Partido y dedicados a tareas de asistencia social conjuntamente con la Sección Femenina. También asistieron a la reunión Robledo, Pilar Real y Pilar Miranda. Carlos se había entrevistado en Madrid con Narciso Perales y traía mensajes que transmitir a sus camaradas. —La Falange –comenzó diciendo Carlos– ha recibido una nueva afrenta del franquismo y la derecha que dominan la burocracia del Partido en Madrid. Esta vez se han atrevido a prohibir, después de haberse estrenado con éxito en el Cine Capitol, la película «Rojo y negro», donde se recupera la memoria de José Antonio... Pilar Real, sorprendida, preguntó: «¿Qué razones han dado para justificar la prohibición? ¿Acaso no se ajusta a la verdad histórica?» Carlos respondió que nadie sabía a ciencia cierta las causas de la prohibición, pero que Narciso Perales, que fue al estreno de la película, le dijo que la figura de José Antonio Primo de Rivera se resaltaba como un mártir

Portada del primer y único tomo publicado de la Historia de la Falange de Sevilla. / El Correo

en un contexto que exponía las circunstancias que motivaron la guerra civil, sobre todo durante los meses del Frente Popular, cuando tantos falangistas fueron asesinados. Las escenas del juicio a José Antonio eran de un patetismo excepcional. Y quedaba en el aire si pudo ser evitado su procesamiento en las Cortes y, por tanto, su condena a muerte en noviembre de 1936. Carlos recordó que el procesa-

miento de José Antonio, fue posible por los votos de la derecha que aprobaron conceder el suplicatorio en junio de 1934. La realidad histórica, conocida años después, es que el entorno militar del Caudillo consideró que en la película «Rojo y negro» se mitificaba la figura de José Antonio en perjuicio de Franco. Hubo enormes tensiones entre algunos militares anti falangistas, políticos conservadores y la Secretaría General del Movimiento, hasta el punto de que el mismo Franco intervino y ordenó retirar la película y quemar las cintas... El film había sido dirigido por Carlos Arévalo y el personaje de José Antonio lo interpretó el joven actor Ismael Merlo. Carlos recordó a los camaradas reunidos los hechos que motivaron el procesamiento de José Antonio: —En el mes de junio de 1934, la coalición gubernamental formada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA de José María Gil

Robles, montaron una operación para privar a José Antonio de la inmunidad parlamentaria. La excusa fue un procedimiento judicial que existía contra nuestro fundador, basado en un infundio legal, sustentado a su vez en la mentira de que en su casa se habían encontrado dos pistolas. O sea, que teniendo licencia en vigor, se le quiso acusar de tenencia ilícita de armas... Cuando el Tribunal Supremo envió el suplicatorio al Congreso, el presidente de la comisión era Indalecio Prieto. Entonces y como además de José Antonio estaba incluido en el suplicatorio el socialista Juan Lozano, Prieto hizo una ardorosa defensa de ambos, pero citando especialmente a José Antonio. La sorpresa parlamentaria fue que, al llegar el momento de la votación, la derecha apoyó la concesión del suplicatorio y votó contra José Antonio... Ni el mismo Prieto se creía lo que estaba viendo. Tanto es así que, indignado por el comportamiento de los cedistas, propuso enérgicamente y logró que la autorización para procesar a Primo de Rivera y Lozano no tuviera efecto hasta el fin de la legislatura. —Luego –continuó Carlos– ya sabemos lo que sucedió. En las elecciones de febrero de 1936, Juan Lozano volvió a sacar acta de diputado y disfrutó otra vez de la inmunidad parlamentaria, pero José Antonio no resultó elegido y quedó a merced de sus perseguidores. Esa fue la verdadera razón por la que estaba en la cárcel en julio de 1936... Pilar Miranda preguntó por los nombres de los diputados cedistas que propiciaron el procesamiento de José Antonio, y Carlos contestó: –Votaron a favor del suplicatorio y, por tanto, en contra de José Antonio, los más destacados políticos de la derecha española y sevillana... Los catalanistas Cambó y Trías de Bes, el banquero Villalonga, los sevillanos Pabón, Giménez Fernández y Rojas Marcos... Hasta ciento treinta y siete diputados de Lerroux y Gil Robles. Lo curioso fue ver votar en contra del suplicatorio y a favor de José Antonio, a Indalecio Prieto, Margarita Nelken, Juan Negrín, Ramón González Peña, Julián Besteiro, Luis Araquistain, Manuel Azaña, Alvarez del Vayo... La flor y nata de la izquierda. Entre los pocos diputados de derechas que quisieron librar a José Antonio de las garras de sus crueles perseguidores, estuvieron Ramiro de Maeztu, el tradicionalista Lamamié de Clairac, José Calvo Sotelo, Ramón Serrano Suñer, Pedro Sáinz Rodríguez... ~


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Viajes

El destino de moda en España combina playa y montaña, tradición y modernidad, ocio y gastronomía. Su riqueza se articula en torno a tres provincias provistas de todo lo necesario para permitirnos desconectar.

De ruta por el País Vasco

Antonio Puente Mayor {Estrabón los llamó ouáskones en época de Augusto, y aunque llegó a emparentarlos con el resto de habitantes de la zona septentrional de Iberia —fundamentalmente cántabros y astures— no dudó en destacar la presencia de verdaderas póleis (ciudades) en parte de sus dominios. Guardianes de la tradición y poseedores de una lengua propia «que no era familiar para sus lectores griegos o romanos», sentían una especial predilección por la luna llena, a la que rendían culto danzando delante de sus casas hasta la llegada del amanecer. Y es que si por algo han destacado los vascos a lo largo de la historia es por su mística relación con la naturaleza. La capital verde «Ongi Etorri» (Bienvenidos). Nuestro periplo por la moderna Euskadi debe comenzar necesariamente por su capital, Vitoria-Gasteiz, eje de comunicaciones entre la Meseta Central y la vieja Europa y arquetipo de ciudad sana y sostenible. Poseedora del título de «muy noble y muy leal», fue codiciada durante siglos por navarros y castellanos, siendo estos úl-

timos los encargados de realzarla. Sus calles representan la simbiosis perfecta entre pasado y futuro, ofreciéndonos un ramillete de monumentos dispersos por su almendra medieval junto a las intervenciones de street art más simpáticas y actuales. Hasta Ken Follet se prendó de su catedral vieja, recreándola con acierto en su novela Un mundo sin fin, continuación de Los Pilares de la Tierra. Pero ahí no queda la cosa, pues la cuna de la Virgen Blanca, de Celedón y los ‘blusas’, es el recinto más verde de España (Green Capital desde 2012) y uno de los modelos ecológicos del continente. Sal y vino Antes de abandonar la provincia no estaría de más acercarnos a descubrir Treviño, el condado castellano que, con poco más de mil trescientos habitantes, lleva setenta años reclamando su integración en Álava; e incluso visitar las cercanas salinas de Añana, cuya explotación está documentada desde el año 822 —la flor de sal es uno de sus productos estrella. Y por supuesto dedicar unas horas a Laguardia, estandarte de la Rioja Alavesa, patria del fabulista Samaniego

y crisol de experiencias turísticas y enológicas. Su cuidada muralla tiene poco que envidiar a la de Ávila, albergando un tesoro único en el mundo: el pórtico policromado de Santa María de los Reyes. Su visita es obligada, casi tanto como contemplar el reloj carrillón de la Plaza Mayor o adentrarnos en sus bodegas. A las afueras despunta Ysios, una de las enseñas de Domecq, y a pocos kilómetros del municipio, en el término de Elciego, la prestigiosa Marqués de Riscal.

Vista de San Sebastián desde el monte Igeldo.

salto a Guernica, símbolo de la cultura y los valores tradicionales vascos. Su actual roble apenas supera los tres años, pero aún así provoca la admiración de cuantos lo contemplan. En la Casa de Juntas los visitantes pueden descubrir el abolengo del Señorío de Vizcaya, su relación con la Monarquía y el legado de sus siglos de historia. Y a unos pocos pasos merece la pena contemplar una réplica a tamaño natural del famoso cuadro de Picasso...

Soñando entre montañas

Remo, surf y Tronos

A caballo entre las provincias de Álava y Vizcaya, el monte Gorbea nos retrotrae a una época idílica; aquella en la que los antiguos vascones convocaban a sus representantes a las Juntas Generales entre sonidos de cuerno y llamativas hogueras. Su altiva presencia —1482 metros sobre el nivel del mar— nos da la bienvenida a la Euskadi más arcana, en la que un sencillo pastor es capaz de predecir una tormenta eléctrica con mayor fiabilidad que un meteorólogo. Perderse entre sus riscos trasciende lo tangible y nos faculta para recorrer el resto del paraíso natural con el alma henchida de gozo. De ahí daremos el

Otro lugar inenarrable es Urdaibai, declarado Reserva Natural de la Biosfera en 1984 y sede de uno de los mejores equipos de traineras de Euskadi. Un buen modo de recorrerlo es adentrándose en él por la carretera de Bermeo, puerto ballenero donde podemos degustar el mejor bonito del norte. Sus bosques frondosos y sus más de trescientas especies de vertebrados compiten en importancia con su litoral, tan bello como salvaje, e ideal para la práctica del surf. Allí despuntan iconos como el cabo Machichaco, la isla de Izaro o el Peñón de Ogoño. Pero es sin duda San Juan de Gaztelugatxe su espacio más


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Viajes

Ya seas aficionado a la naturaleza, al patrimonio cultural o a los deportes, Euskadi te ofrece un sinfín de experiencias que te sorprenderán muy gratamente nuevo San Mamés, el potencial de la burguesía de finales del XIX se hace patente al llegar a Las Arenas. Allí se alza el Puente Colgante, una de las joyas industriales de nuestra geografía, realizado por Alberto de Palacio en 1893 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su estructura de hierro remachado une las localidades de Getxo y Portugalete —ambas con suficiente enjundia— siendo bautizado popularmente como la ‘Torre Eiffel’ del País Vasco. Del cine a la mesa

Hondarribia.

arrebatador; un islote unido al continente por un puente de dos arcos y coronado por una ermita cuyo acceso consta de 241 escalones. El paraíso de los aficionados a la serie de televisión Juego de Tronos, cuyo rodaje de la séptima temporada ha disparado las visitas.

Fotos: Antonio Puente Mayor

El nuevo Bilbao Bilbao es sinónimo de hierro, pero también de acero corten y sobre todo titanio. Desaparecidos los altos hornos y la actividad del astillero Euskalduna, el actual paisaje ‘botxero’ se articula en torno a un apellido: Guggenheim. Atrás quedaron el gris ceniza de su ambiente y la insalubridad de la ría. Caminar por Campo Volantín es dejar volar la imaginación al estilo de Frank Gehry —el genial artífice del museo—, esbozando imágenes como las del puente Zubizuri, de Santiago Calatrava, el rascacielos de Cesar Pelli, la Araña de Louise Bourgeois o las esferas brillantes de Anish Kapoor. Aunque ninguna tan entrañable como Puppy, el célebre perro de flores de Jeff Koons. Un conjunto de odas a la posmodernidad que en Bilbao encuentran el escenario perfecto y que

La más pequeña de las provincias vascas responde al nombre de Guipúzcoa, aunque ella sola se basta para resumir la riqueza del territorio. Comenzando por su capital, San Sebastián, una de las ciudades más hermosas de España que logra hechizarnos desde el primer vistazo. Entre sus rincones imprescindibles destacan el monte Igeldo —la panacea del fotógrafo—, las playas de Ondarreta, la Concha y la Zurriola o el coqueto puerto. Aunque su fama internacional se concentra en dos edificios con nombres de reina: el hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia, sedes irreemplazables de su festival de cine. Por ellas han desfilado estrellas del celuloide como Bette Davis, Gregory Peck o Elizabeth Taylor, además de Robert de Niro, Meryl Streep y Sigourney Weaver. Es tal el glamour de sus calles que muchos la llaman ‘la pequeña París’, ciudad con la que compite en excelencia gastronómica. La variedad de sus pintxos y sus múltiples estrellas Michelín la elevan al olimpo de los aficionados a la buena mesa. Otros enclaves turísticos imperdibles son Zarautz, Getaria y Zumaia, de moda a partir del estreno de Ocho apellidos vascos, así como Hondarribia, ciudad cercana a Irún por cuyos rincones desfilaron personajes históricos como Carlos V o Juana la Loca. Su barrio de la Marina es el sitio perfecto para degustar un ‘txacolí’ entre amigos, mientras observamos sus casas de colores, a un suspiro escaso de la vecina Hendaya. El vasco universal

Detalle de la Barandilla de la Concha en San Sebastián.

se complementan con sus edificios decimonónicos (el entorno de la Plaza Moyúa es elegantísimo), así como su Casco Viejo, sempiterno guardián de las Siete Calles y de los monumentos más señeros (la Catedral de Santiago, el teatro Arriaga...)

La ‘Torre Eiffel’ del País Vasco Pero el corazón de Vizcaya también posee otros atractivos, y estos se hayan a pocos minutos en coche. Siguiendo el curso del río Nervión y justo después de arrodillarnos ante la ‘Amatxu’ de Begoña y descubrir el

Hacia el interior, Guipuzcoa nos sorprende con su aroma a santidad entre las sierras de Izarraitz y Aizkorri-Aratz y la bucólica comarca de Urola Garaia. En sus entrañas reposan tres templos de épocas distintas e innegable valor históricoartístico: Loyola, la Antigua y Arantzazu. Una mágica ruta conecta las tres localidades que los albergan, Azpeitia, Zumárraga y Oñati. Todas ellas con un denominador común: san Ignacio de Loyola, el vasco universal que revolucionó la historia de la Iglesia y de su tiempo. Y es que nadie como él para ejemplificar la valía de los ouáskones... ~


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Arte

Arlés es una ciudad bella en la que Van Gogh llegó a pintar más de trescientos cuadros. Redactó, además, muchas de las cartas que escribió a su hermano Theo. En Arlés comienza la Provenza francesa. La autora del artículo nos cuenta sus

Vincent Van Gogh y Alice Neel en Arlés

Arlés es una ciudad francesa situada en el cauce del río Ródano. Fotos: Concha García

En Arlés comienza la Provenza y se atisban las montañas que Cézanne pintó repetidas veces.

Concha García {Arlés es una ciudad francesa situada en el cauce del río Ródano, que en la Camarga forma el delta más grande del país. Aquí comienza la Provenza y se atisban las montañas que Cézanne pintó repetidas veces hasta lograr que cada una de las pinturas tuviese una tonalidad diferente, intentando capturar el instante siempre pasado y nunca repetido. Me refiero a la montaña de Sainte-Victoire que se atisba desde la carretera. Las casas del Arlés antiguo tienen dos plantas y los porticones de las ventanas parecen los mismos que había en el siglo XIX, aletean en las ventanas de madera que se ajustan al marco dejando una sensación claustral cuando se cierran y nos llevan a imaginar que la luz de la ciudad, intensa y azul, no debía traspasar el interior de las casas de sus habitantes a horas determinadas. Cuando se abren, muestran hermosas flores que caen como trenzas en sus macetas colgantes. Cuando llegó el pintor Van Gogh en 1888, buscando inspiración y gracias al recién instalado

ferrocarril, encontró en la ciudad lo que necesitaba: tranquilidad y el color del sol. Como nadie, Van Gogh pintó los colores de los campos luminosos del Midi francés y en los interiores proyectó el mismo haz de luz. Su habitación estaba situada en un edificio de la plaza Lamartine que una bomba destruyó en 1942. En el mismo

solar hay un nuevo edificio de viviendas, aunque el lugar se recuerda como «La casa amarilla». El pintor alquiló en principio una habitación y terminó alquilando toda la casa. «Me centro en el sol y en la luz del sol», le escribía a su hermano Theo. En tan solo quince meses pintó más de 300 cuadros repartidos en varios museos. Aunque hoy ninguna pintura

está en posesión de la ciudad. También es cierto que cuando vivió en Arlés, Van Gogh, además de la producción de dibujos y pinturas, escribió varias cartas a su hermano Theo, marchante de arte. El pintor sufría de epilepsia, esquizofrenia y alcoholismo. No todo turista quiere sol y playa. En esta ciudad reconozco tendencias fetichistas y melancólicas. En algún momento nos hacen creer que aquello que estuvo todavía permanece. Caminando por sus angostas calles medievales llegamos al Espace Van Gogh. Se asienta en el Hôtel Léautaud de Donines, mandado erigir en el siglo XV por el comerciante Jacques Grilho. A Vincent Van Gogh, los habitantes de Arlés, escandalizados por su comportamiento –se había mutilado el lóbulo de la oreja izquierda– obligaron a encerrarlo en este asilo, cuyo claustro hoy está reconstruido lleno de tiendas de recuerdos, restaurantes y un hermoso y cuidado jardín con una fuente en medio. En Arlés, mi vista no para de fijar-


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sensaciones y cómo se encuentra con la exposición de una pintora norteamericana extraordinaria, Alice Neel. Los cuadros de Neel son carne y alma, no solo trazo, son una historia de su tiempo Cada uno de los personajes de Alice Neel muestra su vulnerabilidad con una intensidad sorprendente, a caballo entre el expresionismo y la figuración.

se en detalles variopintos, como los picaportes de las puertas, los cafés, las flores o el paso de una pareja con dos perros a orillas del Ródano, él gritando a la mujer agresivamente. La Fundación Vincent Van Gogh acoge una exposición de Alice Neel, pintora estadounidense (Pensilvania, 1900–Nueva York, 1984). Su obra se realizó en los tiempos de la Gran Depresión norteamericana. Tuvo una vida nada agradable, como la de Van Gogh, cuya obra era admirada por la pintora. Prueba de ellos fueron: la muerte causada por difteria de su primera hija, fruto de su matrimonio con el pintor cubano Carlos Enríquez, y el secuestro de su segunda hija sin dejarla salir de Cuba. A su regreso a Nueva York, en 1930, la pintora sufrió un colapso del que ya nunca se recuperó e intentó suicidarse. Tuvo otros dos hijos de distintos padres, vivió en el Spanish Harlem, en Greenwich Village y, por último, en 1962 en Upper West Side donde se instaló hasta el final de su vida. En plena Gran Depresión se dedi-

Arlés cuenta con un nuevo espacio cultural.

có a retratar a sus contemporáneos. Quería reflejar una historia de su tiempo. Invitaba a sus vecinos, entre los que había mujeres embarazadas, niños, ancianos, parejas mixtas de negro con blanca, travestis, para que posaran. Sus dos hijos y su compañero también fueron sus modelos. Los retratos adquieren una vitalidad conmovedora, cada uno de los personajes muestra su vulnerabilidad con una intensidad sorprendente, a caballo entre el expresionismo y la figuración, los trazos que conmueven sus figuras son firmes, bien delineados, largos trazos de pinceladas que visibilizan un aspecto de la subjetividad del personaje a golpe de instante, por eso su pintura es carne, no solo representación. Alice Neel no limitaba su visión a la gente que se parecía a ella misma, su ojo captaba el instante. Las pinturas que me atraen son los paisajes urbanos vacíos de vida, que no de existencias. La vulnerabilidad era uno de sus temas, la representación de cuerpos con cicatrices, o las pinturas de desnudos de mujeres que daban

respuesta a la subordinación establecida por la relación entre la mujer modelo y el artista masculino, cambia la mirada hacia los cuerpos. Cuestiones como la identidad fueron elementos cruzados de la crisis del hombre que se fraguaba en los años sesenta. «La pintura es el arte de mirar y de pensar durante un tiempo prolongado», escribe Jeremy Lewison. Y así es. Su obra marca un modelo reivindicado por el feminismo. Fue descubierta cuando tenía sesenta y dos años gracias a un artículo del crítico de arte Huber Cream. Arlés cuenta con un nuevo espacio cultural, Parc des ateliers, un complejo centro cultural para difundir la obra de fotógrafos y artistas independientes, patrocinado por Maja Hoffmann presidenta de la Fundación LUMA, con sede en Zurich. Aún en construcción, incluye un rascacielos de Franz Gehry y acoge la exposición Annie Leibovitz, Los primeros años: 1970 – 1983. Merece una visita que os explicaré en otra entrega. ~


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Arte

La Bienal de Venecia es una de las citas más importantes para el mundo del Arte contemporáneo. Un escaparate de artistas, un lucimiento para los intermediarios, una proyección de los países participantes, y un banquete para los inquietos. La ‘Support’ de Lorenzo Quinn. / Augusto F. Prieto

Después de nosotros

Jesús Balsa envuelto en las ‘Volute de Janssens’. / Augusto F. Prieto

Augusto F. Prieto {Mientras el mundo se acaba (porque se acaba), Venecia arde en el fulgor de la Bienal. Ignorando al turismo de masas, a los grandes cruceros que atraviesan la Giudecca, a los yates de los príncipes sauditas anclados en la Riva degli Schiaboni, o las esclusas del proyecto «Moisés» que no se terminan nunca por una corrupta ineficiencia, la Vieja Señora de la Laguna nos demuestra que al final todo se hundirá menos ella. Y como somos nosotros, los humanos, los responsables de ese naufragio –pero también de organizar esta feria inigualable, que es una hoguera de las vanidades– podemos decir como Madame de Pompadour: «Après nous, le déluge» (¡Después de nosotros, el Diluvio!). Se decanta este mensaje en dos esculturas al aire libre: Suport, de Lorenzo Quinn, que son dos manos inmensas y fantasmales que sostienen la Ca´Sagredo –e imaginamos que la ciudad y el mundo– y la columna fálica dorada de 22 metros, erigida por James Lee Bryan en el Campo San Vito, Golden Tower. A ambos lados del Canal Grande se sitúan pues la reflexión y el tótem. Ninguno de los dos sirve para nada, pero son hermosos. Encontramos la muestra más interesante en el palazzo Fortuny. Se titula Intuition. En ella se analiza y

se medita ese acontecimiento que es la intuición. La de los artistas, para pulsar esa cuerda sutil que emociona y comunica. La del contemplador, con la súbita revelación de alma en un objeto inanimado. Es el triunfo de los comisarios sobre el resto del engranaje artístico, porque solo con maestría se puede hacer una selección oportuna para un

marco tan trascendente como es el viejo caserón de San Benedeto. Entre el agua del canal, las telas de Mariano Fortuny, los ladrillos, las bibliotecas, la madera de andamios y pilares, y las texturas de los muros, Axel Vervoordt y Daniela Ferretti sugieren laberintos que atraviesan cuartos blancos y cámaras oscuras. Con máscaras africanas, vacas sagradas, y clásicos contemporáneos. Utilizan para provocarnos todos los sentidos, dejándonos encerrados en una casa encantada en la que nos hubiéramos quedado si allí afuera no estuviera Venecia, como una intuición. Anish Kapoor, Jean Michel Basquiat, Marina Abramovic, Joseph Beuys, Giacometti, De Chirico, Ernst, Duchamp, o Breton; Galileo Galilei y Óscar Domínguez, Natalia Goncharova. Luces, sombras, nieblas, barro, juegos, performances hipnóticas. Una experiencia feliz y estremecedora en la que destacamos Tristis est anima mea, una instalación de luces y sombras basada en el madrigal espiritual de Gesualdo de Venosa de 1661; y las Volute de agua nebuliza-

China brilla con luz propia y lucha por consolidarse como referente cultural

da de Ann Veronica Janssens. Colaboran en la curadoría Dario Dalla Lana, Davide Daninos, y AnneSophie Dusselier. Herederos de los legendarios mecenas y de los artistas lagunares, el magnate François Pinault y el implacable Damien Hirst se conchaban en una de las grandes imposturas de los últimos años y la sacralizan en las salas del palazzo Grassi y la Dogana. Llena el patio del Grassi, un Demonio con un cuenco, decapitado, de 18 metros de altura. No es auténtico, sino la copia en resina de un bronce más pequeño, encontrado en un pecio que llevaba sumergido en el Océano Índico más de dos mil años. Todo es mentira. Todo postverdad. El naufragio del Apistos, la nave en la que un liberto de Antioquía transportaba sus colecciones suntuarias, es el pretexto para una broma de dimensiones colosales. Hirst manufactura objetos degradados por el parasitismo marino, deformados por concreciones coralinas y calcáreas, pero también sus modelos idealizados, los fotografía minuciosamente, sumergidos en el mar, documenta con fotografías y cajas de luz el evento feliz de su recuperación, y así, entre colecciones de monedas, calendarios mesoamericanos, cráneos de unicornio, muñecos de Disney, y cabezas de soberanas


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Arte

ciudad reta permanentemente a la raza humana con el recordatorio de ser ella la que no se hundirá, que primero seremos nosotros. Las obras, entre lo insustancial y lo profundo, invitan a una reflexión serena

La obra de Fontes en el Pabellón de Argentina.

‘Golden Tower’ de James Lee Bryan.

/ Augusto F. Prieto

/ Augusto F. Prieto

egipcias, elabora el polémico británico –sumo sacerdote de la modernidad– una monstruosa quimera en la que no sabemos quién se está riendo de quien, si el artista, su equipo, el patrocinador, el director del museo, el alcalde de Venecia, ustedes que han pagado su entrada, o yo, que si me acredito como periodista no la pago. Está la maqueta del barco, con la simulación de cómo se estibaron en su bodega los objetos, cuyas fichas prolijas se pueden consultar pasando sobre este modelo un pantalla escaneadora (que también es una farsa). Para añadir confusión, los rusos, los chinos, y los visitantes desinteresados, engañosamente informados por las explicaciones en inglés, y por los vídeos documentales, no parecen enterarse de lo que están viendo en este juego entre lo verdadero, lo mitológico, lo alegórico, y lo falso. Damien Hirst es una máquina de hacer dinero. A los derechos históricos de las naciones prebélicas que monopolizan los Giardinni, se añaden cada vez más países, porque parece que todos quieren salir en la foto del certamen más antiguo y más célebre del mundo, récord de participación este año. Unos lo consiguen y otros no. Unos lo persiguen y otros se resignan a cualquier cosa. España malversa su privilegio con una proyección de vídeos de Jordi Colomer, curiosos y divertidos, sí, pero poco intensos para semejante celebración. Aun así, nuestro país reivindica en el pabellón internacional a Antoni Miralda –La Endible Performan-

ce– lo que nos parece acertado, y conectado con Colomer. Al menos Christine Macel, nuestra comisaria, es coherente. Letonia nos deja perplejos con otra arqueología esotérica e inventada: What Can Go Wrong, de Mikelis Fisers; mientras que Nueva Zelanda utiliza uno de los mecanismos clásicos de catarsis con una proyección –continuada y panorámica– que analiza de una manera bastante naif la agresión colonial, situando la cámara en un punto de vista adánico bastante poco creíble. Los griegos presentan Laboratorio de dilemas, una instalación que arranca con el mensaje de Las suplicantes, de Eurípides, pero se continúa con un extraño experimento inconcluso que se monta como un documental abierto, con el aire inquietante de una ucronía vintage. La República argentina demuestra que cuando quiere es una gran potencia, con el gigantesco caballo con el que Claudia Fontes tira una vez más de mito fundacional, trabajando sobre las sensaciones y el enigma. Japón se viene arriba con las visiones post-industriales, anegadas en tinta negra, de Takahiro Iwasaki. Pero si hay un espacio que brilla con luz propia es China, que lucha por consolidarse también como referente cultural, basándose en algunos de los patrones tradicionales de su cultura milenaria, su comisario Qiu Zhijie concita una imagen delicada pero poderosa, sutil, y al mismo tiempo endiabladamente refinada, cuyos hilos conductores son la permanencia, y la continuidad. ~

El festín de Baltasar Cuentan la Sagradas Escrituras –y lo cuenta Rembrandt– que durante un banquete del rey Baltasar, un dedo se materializó en el aire, trazando escrituras indescifrables sobre el muro. Nadie, salvo Daniel, fue capaz de descifrar el mensaje, pero la profecía que anunciaba la caída de Babilonia fue ignorada. Las fiestas previas a la Bienal de este año han sido apocalípticas, con los magnates del lujo compitiendo por em- Salma Hayek, François-Henri Pinault y Farah Diba. / Gtres poderar sus marcas en la ciudad que ha alojado todos los excesos. El no-lu- taba su nuera, Salma Hayek, y la emperagar donde se reúnen el arte y la mundani- triz viuda de Irán, Farah Diva; Carlota Casiraghi; el rey de los galeristas de Arte Condad. Venecia, la Reina del Adriático. Mientras los artistas gritan, a través de temporáneo Larry Gagosian; estaban sus obras, alertando sobre la catástrofe del Adrien Brody, Courtney Love, e Isabelle calentamiento global, anunciando conflic- Huppert; también Eugenia Niarchos, Martos y migraciones masivas, pregonando la garita Missoni, Goga Ashkenazi, directora injusticia y el colapso de los recursos natu- del gigante energético de Kazajistán y prorales, los últimos privilegiados del planeta pietaria de Vionnet; la princesa Gloria von Thurn und Taxis. Fue el culmen de una orcelebran sus festines. Nadie pudo opacar a François Pinault gía de fiestas iniciada por Fendi en San que recibió a sus invitados en la Fundación Rocco, continuada por Bvlgari en la MiseriCini, rodeado del Sumo Sanedrín de su im- cordia, y rematada por Dolce & Gabbana en perio: los directores generales de Gucci, de el mismísimo Palacio Ducal. Prada celebró Boucheron, de Christie´s, de Saint-Lau- en la Ca´Corner della Regina, y Swatch en rent, de Balenciaga, de Brioni… mientras la Peggy Guggenheim Fundation. Decía la inscripción en el muro: «Mene, unos pandilleros hacían percusión con bidones de aceite. En el espacio se había re- mene, taquel, ufarsin». Y Daniel reveló su mensaje: «Ha contado Dios tu reino y le ha creado un jardín efímero de cítricos. Mil quinientos invitados. Dos camiones puesto fin…» Esa misma noche Baltasar fue frigoríficos cargados de ostras vivas atrave- asesinado, y los ejércitos de Darío aplastasando Europa para abastecer el evento. Es- ron Babilonia.


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Arte y cine ¿Qué relación se podría establecer entre un pintor romántico de paisajes del siglo XVIII como Gaspar David Friedrich y el texto fílmico que es ‘Casablanca’, sin llegar a afirmar en ningún momento que el director del film así lo pretendiera? Estas son las miradas de dos artistas distintos que tienen claros puntos de conexión

¿Gaspar David Friedrich visitó Casablanca? Agustín Miranda {La ciudad de Casablanca es el lugar desde el que se observa el contexto bélico-político-social-personal de la Segunda Guerra Mundial. El director se sitúa en Casablanca para mostrar las inquietudes y los anhelos de los personajes. De esas pequeñas criaturas en medio del gran conflicto general –Segunda Guerra Mundial– y personal –el amor– en el que están inmensos. Pues bien, en este mismo sentido Friedrich sitúa su mirada –«su Casablanca particular»– fuera del cuadro y muestra a unos pequeños personajes en medio de la gran naturaleza. La trama del film se visualiza desde Casablanca, y lo que narra el cuadro se hace también, como es obvio, desde la perspectiva del pintor, que le permite situarse con el distanciamiento suficiente para poder pintar el mundo, la inmensidad de la naturaleza, y del poder que tiene ésta sobre el ser humano. Es como si el personaje del cuadro de Friedrich El caminante sobre el mar de nubes (1818) al mirar hacia el abismo y contemplar el mundo, mutara en Rick de Casablanca que observa a los soldados alemanes y a los miembros de la resistencia. Divisa pues, desde Casablanca, desde la mirada del director, el conflicto bélico en el que parece naufragar el mundo. Ilsa en el refugio de una habitación de hotel, lugar de residencia habitual en esos tiempos de penuria, también contempla el mundo. Ese mundo que le gustaría que fuese menos oscuro y peligroso para aquellos que luchan para que el mundo se convierta definitivamente en el lugar de la realización de los deseos y no el de su ocultación. Caroline Bommer, mujer de Friedrich, también contempla desde una habitación de su casa en Mujer asomada a la ventana (1822) el mundo, su mundo lleno de luz y de exuberante naturaleza. La ventana se convierte en el puente que conecta la intimidad de los personajes con su exterioridad. Con el mundo que desean cambiar para vivir mejor en él (Ilsa, Lazlo…), o con el mundo natural que produce goce estético e, incluso, metafísico (Caroline Bommer). ¿Qué buscan? ¿Qué miran? ¿Qué esperan? … los personajes fílmicos y pictóricos de estas obras estéticas buscan, como es obvio, algo que no tienen. En Casablanca los primeros planos de los protagonistas muestran la personalidad de los mismos

Arriba, ‘El caminante sobre un mar de nubes’ de Caspar David Friedrich. / El Correo

‘Puesta de sol (hermanos)’, de Garpar David Friedrich. / El Correo

contraponiéndola con las características del mundo que le rodea, el contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial: «el mundo se ha vuelto loco y nosotros nos enamoramos». En la obra de Friedrich los grandes planos generales resaltan la omnipotencia de la naturaleza frente a la indefensión de la persona (Monje a la orilla del mar [1809]). El puente que conecta lo que tienen con lo que añoran es, en Casablanca, el avión que le lleva rumbo a la libertad haciendo escala en Lisboa; y, en la pintura del artista ale-

mán, el barco, símbolo del viaje para suturar la herida de la escisión que padece el ser humano, mediante la venda de la naturaleza. El avión y el barco sólo son símbolos del viaje que ha de emprender el ser humano para realizar sus deseos. Pero lo que importa en realidad son precisamente esos anhelos que se hacen patentes al modo de ausente. ¿Pero cómo se muestran los deseos, los ideales de los personajes? En la última escena de Casablanca, donde se cierran los diferentes conflictos que se habían abierto du-

rante el film, hay planos donde los personajes aparecen de espaldas (Lazlo e Ilsa van a coger el avión que les acerca a su ideal). Al igual que los todos los personajes que aparecen en la obra pictórica de Friedrich, como por ejemplo cuando una pareja que ha cogido el barco para navegar también hacia su ideal, como si de Ilsa y Lazlo se tratara. ¿Por qué? Pues bien, en los cuadros las figuras humanas aparecen generalmente en un plano picado, siempre de espaldas y muy pequeñas en comparación con la naturaleza. El pintor romántico quiere representar el anhelo del ser humano de querer unirse con la naturaleza, perderse en el todo. Sin embargo, para ello, para ser uno con su ideal, para unirse al mundo, necesita perder su identidad. Perder la conciencia de lo que es y que le separa del mundo. Dicho de otro modo, cuanto más «yo» menos «nosotros». Esto es lo que ha denominado la «aporía pre-romántica». Romántica, porque hay un deseo irrenunciable a la vez que irrealizable de querer unirse al ideal de armonía que representa la naturaleza. Y aporía, porque si lograra unirse con la naturaleza no podría ser consciente de dicha unión, ya que al tener conciencia de ella, eso implica que hay un yo que siente y que está separado de la naturaleza. Y si no tuviera conciencia entonces no podría sentir la realización de la unión que anhela. ¿Y en Casablanca por qué en el desenlace del film aparecen tanto planos con los personajes de espaldas, en el aeropuerto –símbolo del viaje–? Pues, en Casablanca los personajes tienen que dejar atrás sus propios intereses particulares para emprender todos el viaje hacia el interés general del bien común de ganar la Segunda Guerra Mundial en particular y disminuir las injusticias que hay en el mundo en general. Ese es, en el fondo, el ideal de los personajes principales de Casablanca –Lazlo, Ilsa y Rick–, luchar contra las injusticias. Para ello, han de implicarse en el mundo, unirse a la gran coalición en pos de la libertad. Aunque para ello Rick e Ilsa tengan que renunciar a su amor. Rick renuncian a sus sentimientos personales. Momifica en su memoria su amor: «we’ll always have Paris». Se conforma con la amistad entre caballeros con el Capitán Renault: «este es el comienzo de una bonita amistad» –similar al cuadro Puesta de sol (hermanos)–. Y todo ello para que ella acompañe a su marido Lazlo a continuar la lucha contra el nazismo en la Resistencia. Rick deja a un lado su amor personal para unirse al compromiso del ideal general de libertad y de justicia social, al igual que los personajes de Friedrich tienen que renunciar a la conciencia para unirse al ideal romántico de armonía que ven en la naturaleza. ~


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Atelier de músicas

Las imágenes y los textos de Alberto Corazón se funden con el piano que Alfredo Aracil ha concebido para ‘Siempre/Todavía’, ópera sin voces, obra grande de la música española

Recomendación

CONTEMPORÁNEA

Alfredo Aracil / Siempre/Todavía / J. C. Garvayo / Museo Universidad Navarra

Una ópera sin voces llena de sugerencias COMPOSITOR

ALFREDO ARACIL

«Percibo que cada vez hay menos notas en mi música» Ismael G. Cabral {Atrapado por la burocracia en la capital de Siria en 2002, en una ciudad tristemente radicalmente distinta de la que pueda ser hoy, el pintor y escritor Alberto Corazón tuvo tiempo de recorrer la ciudad y esbozar un cuaderno de viajes que llamó Damasco Suite. Aquel trabajo llegó a las manos de Alfredo Aracil (Madrid, 1954), Premio Nacional de Música en 2015. Aquel cúmulo de sugerencias plásticas y literarias le animó a concebir Siempre/Todavía (2015), una ópera sin voces –encargo del Museo Universidad de Navarra, el CNDM y Meta-Acción– que se ha presentado en diversas ciudades españolas y que ahora conoce su edición en DVD y Blu-ray. –Para tratarse de una obra para piano solo con imágenes, de 70 minutos, su recorrido en concierto está siendo largo. ¿A qué cree que se debe? –Las propuestas que se salen de lo común suelen interesar más que las trilladas. Existe una curiosidad por ver qué puede ser eso de una ‘ópera sin voces’. Además, siendo prácticos, es un espectáculo de presupuesto muy asequible; un pianista y una pantalla para proyectar la imagen. Nada más. –¿Qué le interesó de la propuesta de Alberto Corazón para inspirarle su propia banda sonora? –Cuando leí aquella copia mecanografiada hace diez años me quedé fascina-

do con lo que planteaba porque hablaba de algo muy cercano a mí, que es la idea de memoria como cultura, tiempo como memoria y por tanto como cultura. Me fascina esa idea del tiempo que no mata, que acoge y que une; una reflexión muy presente en mis propias obras; que no tienen un patrón rítmico que las lanza hacia adelante, en las que hay un estatismo donde las cosas suceden, sin más.

«Esta no será mi primera ópera sin voces. Creo que es un tipo de formato con posibilidades» «Siempre he nadado a mi aire, nunca fui serialista europeo ni aleatorio como John Cage» –La extensa duración de la partitura pianística hace pensar en Morton Feldman. En la idea de una música en la que «habitar» como oyentes... –Exacto. Esta es una obra de una duración desmedida para que la percepción del espectador/oyente fuera más allá de una escucha atenta y se convierta en una contemplación. No es música muy compleja para que la impresión de la

El compositor Alfredo Aracil. / Foto: José Latova

misma sea completa. Estoy pidiendo que se oiga la música, se vean unas imágenes y se lea un texto. Sería fácil hacer naufragar si la exigencia es muy elevada. A mí además me interesan las obras que no llevan a ninguna parte concreta, que solo proponen estar en ellas. –En un catálogo escueto como el suyo, ¿cree que le dará oportunidad a futuras creaciones de este formato? –Sí, estoy dándole vueltas a otra pieza similar, no sé si con voces o sin ellas. Creo que es un tipo de planteamiento que permite más posibilidades. –¿Compone poco o borra demasiado? –Huyo de la idea de ser un compositor profesional. Mi vida no es componer. Tengo mucho de artista conceptual, aunque no maneje el pincel y el óleo. Para mí el sustrato estético e ideológico de cada pieza es clave. Me tiene que interesar algo mucho para que me anime a escribir. –¿El ruido, la saturación y la acumulación han ganado la batalla al silencio en la contemporaneidad musical? –Cuando tocaba ser serialista europeo o aleatorio cageano, yo nadaba a mi aire. Sí que existe hoy una cierta estandarización de tendencias, en la que hay una mayor propensión al ruido, a la acumulación. Pero me siento lejos de ese foco; el mío va más buscando la mística del silencio. Percibo cómo cada vez hay menos notas en mi música. ~

I. G. Cabral {«He visto ya tanto / he vivido ya tanto, leído y escuchado siempre / aquí ya he estado, hemos estado, en otro tiempo / en otros tiempos / todavía / somos parte de tanta memoria / la fecha y el lugar nada importan / siempre / todavía». Clausura de este modo Alberto Corazón su Damasco Suite. Y es entonces, cuando hemos llegado al final, cuando leemos esos versos y el piano de Alfredo Aracil se apaga tras 70 minutos de sobrio recogimiento cuando sentimos el pellizco, ese que sólo aparece cuando hemos sidos expuestos a algo grande. Como baqueteados por la emoción; encendemos las luces y, por mucho, resonará en nuestro recuerdo el trabajo conjunto que Aracil y Corazón han hilado. Abismarse a lo cursi, a lo relamido, era fácil; pero ambos han evitado precipitarse. Siempre/Todavía quintaesencia eso llamado ópera; tenemos todos los elementos de la misma, pero lo que se nos cuenta — que por cierto, nos apela directamente– aparece serenamente escrito en una pantalla llena de pinceladas que son como pistas que acompañan la reflexión. Y la música, grande en extensión, pequeña en su solo aparente sencillez, se repliega una y otra sobre sí misma. En la creación de Aracil Morton Feldman está ahí, pero muy al fondo. Hay en el pianismo que desgrana sobresalientemente Juan Carlos Garvayo una claridad, un sonar diáfano y luminoso que poco tiene que ver con la música apagada del genial compositor de Buffalo. Remansos hipnóticos, encandenamientos virtuosos y trémolos enérgicos; la música no cesa; habitamos en ella y nos perdemos dentro de ella. Pero volvemos a encontrarnos una y otra vez, como lo hace el recuerdo y lo presente en las imágenes y la poesía. La edición en DVD y Blu-Ray –que distribuye La Quinta de Mahler– es de obligada adquisición. ~


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Historia

Annette Kellerman es considerada la creadora de la natación sincronizada. Intentó grandes gestas nadando, creó un estilo propio, diseñó bañadores y trató de ayudar a las personas que se alimentaban sin ton ni son. Fue una de esas mujeres que abrió

ANNETTE KELLERMAN

La fuerza de la determinación Anabel Rodríguez {Regresamos de vacaciones aún con las imágenes de nuestras piscinas, playas y ríos en la cabeza y yo vengo con una pionera de la natación bajo el brazo: Annette Kellerman, reconocida por muchos como la creadora de la natación sincronizada. Nació el año 1887 en Sídney (Australia), hija de alemán y francesa, padeció en su infancia raquitismo que provocó que sus miembros inferiores estuvieran muy debilitados, hasta el punto de que necesitaba unos hierros para mantenerse en pie. Los padres de Kellerman acudieron al doctor y este les recomendó que la niña nadase diariamente para que sus músculos se fortalecieran. La experiencia fue tan satisfactoria que Annette aprovechaba cualquier momento y lugar para nadar. Cuando cumplió trece años ya no necesitaba esa especie de armadura (aunque a mí esos objetos me han parecido más bien una jaula) para moverse. Su familia se había mudado a Melbourne y ella daba exhibiciones de natación y buceo para sus compañeras y cualquiera que quisiera verla. Incluso realizó exhibiciones en un tanque de agua en un acuario, nadando con peces. Para ayudar económicamente a su familia se convirtió en una nadadora profesional y comenzó a ganar campeonatos. En 1902 estableció el record de un minuto y veintidós segundos en la distancia de cien yardas (algo más de noventa y un metros) y treinta y tres minutos y cuarenta y nueve segundos para una milla (algo más de un kilómetro y medio). Poco a poco se fue haciendo conocida en medio mundo. En 1905 fue a representar su espectáculo ante la familia real británica. Sin embargo, entendía que la vestimenta que se obligaba a llevar a las mujeres impedía nadar, para buena parte de la sociedad era inconcebible que llevasen traje de baño que les permitiera moverse con libertad, así que llevaban unas incómodas falditas y polainas que eran de todo menos prácticas. ¿Qué hizo Annette para su exhibición? Utilizó un traje de hombre al que cosió unas medias y unas mangas para poder nadar con libertad. Si lo vemos con la perspectiva de hoy podemos decir que empleó el pri-

Annette Kellerman diseñó trajes de baño en una época en la que marcar la figura de la mujer era casi imposible.

mer «burkini» de la historia y aquello fue todo un escándalo. Una mujer luciendo su silueta ¡dónde se ha visto semejante cosa! La nadadora hizo oídos sordos y llevó a cabo su espectáculo tal y como la había planteado. Acababa de crear el primer traje de baño femenino de competición. Era tan extraordinario ver a una mujer con ese tipo de ropaje en las playas que en el año 1907 fue detenida cuando se bañaba en una playa de Massachusetts en Estados Unidos. El juez ante el que la presentaron la absolvió, pues la atleta expuso que para nadar necesitaba una ropa adecuada que le permitiese no hundirse en las aguas ni ahogarse. Sin embargo, se le aconsejó que mantuviera la falda puesta hasta el momento de entrar en el agua. La nadadora se dio cuenta de que más mujeres querían nadar y hacerlo con facilidad y comenzó a diseñar trajes de baño, que en su momento se conocieron como Kellermmans. Annette había participado en competiciones importantes de natación. En 1905 quedó tercera en la carrera del río Sena compitiendo

El ‘Daily Mirror’ la contrató para hacer una serie sobre natación en las costas británicas con hombres. Ese mismo año, en el mes de agosto trató de cruzar el Canal de la Mancha. Esta gesta sólo se había logrado una vez antes de ese momento, treinta años atrás. Desgraciadamente Annette no logró hacerlo y no sería hasta 1923 cuando una mujer, Gertrude Elerle, lograse cubrir esa distancia. Para el intento, Kellerman cubrió su traje de baño con aceite de marsopa y se pegó (literalmente) unas gafas a la cara. Después de varias horas de natación estaba tan cegada por la sal que apenas si veía. La marea se volvió en su contra y la arrastró de vuelta al punto de inicio. La propia Kellerman describió la experiencia como lo más terrible prueba que pasó en su vida. Todavía intentó cubrir esa ruta en dos ocasiones más, pero no tuvo éxito. De todas formas la gesta estaba realizada: las mujeres podían na-

dar grandes distancias y se había convertido en una nadadora muy conocida. El Daily Mirror la contrató para hacer una serie sobre natación en las costas británicas que documentaría con fotografías. Durante el tiempo que permaneció trabajando para el periódico nadó una media de 72 kilómetros a la semana, que documentó e hizo llegar a los lectores del periódico. Este proyecto la hizo aún más famosa y fortaleció su imagen de mujer fuerte. Su carrera como nadadora se fue compatibilizando con la de artista, realizaba espectáculos de natación en el que contrataba a chicas con las que creaba coreografías, a las que asistía un público familiar totalmente atónito. En el año 1908 un profesor de Harvard (las universidades americanas

siempre tienen algo que decir) anunció que Kellerman era la mujer perfecta, que tenía las proporciones más cercanas a la Venus de Milo. Ni que decir tiene que su siguiente espectáculo que organizó se llamó La mujer perfectamente formada. Después de tanto escándalo, elogio y de hacerse famosa, era de esperar que una de las industrias emergentes del momento (la del mundo del cine) llamase a la puerta de Annette. Efectivamente allí estaba Hollywood, esperándola con los brazos abiertos. Protagonizó varias películas en las que evidentemente el agua tenía un papel especial en el que aprovechar su cuerpo, en muchas aparecía caracterizada como sirena. Especialmente conocida se hizo en su momento La hija de los dioses en la


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Historia

caminos imposibles dentro de una sociedad machista y pacata. Tuvo tiempo para hacer cine con gran éxito. En realidad, hizo de su vida un enorme éxito que pocas mujeres han igualado

que aparecía desnuda. Sin embargo ninguna copia de dicha escena ha llegado hasta nuestros días, tan sólo algunas fotografías. Otras de sus películas más conocidas fueron la Venus de los Mares del sur o La Hija de Neptuno. A mediados de los años veinte se retiraría del mundo del cine, pero para entonces ya había ganado mucho dinero. Continuó actuando en shows acuáticos hasta los años cuarenta, y a principios de los cincuenta pudo ver con estupefacción como Hollywood realizaba un biopic de su vida, en el que la estrella era Esther Williams, La sirena del Millón de Dólares. Todavía recuerdo un poco de esa descafeinada película porque a mí me encantaban las de la Williams con toda su parafernalia acuática (ya me dirás si no soñaste con nadar así). Cinematográfica-

mente no valían gran cosa, pero aquellas coreografías de natación, las inmersiones, eran espectaculares. Verlas y tirarme de cabeza a la piscina era casi automático. Sin embargo la vida de Kellerman no termina cuando se retira de los shows acuáticos. Si antes había diseñado bañadores, había escrito libros sobre como aprender a nadar o mantener un bonito cuerpo. Creó unos cursos que remitía por correo en Estados Unidos con el fin de que la gente llevase un estilo de vida sano. Una mujer tan emprendedora no podía parar, así que aprovechó su vegetarianismo para crear una tienda en la que se vendían productos vegetarianos y aconsejaba a las personas a alimentarse. Se convirtió en una conferenciante y gurú de la salud en los años cincuenta y sesenta, pro-

mocionando una forma de vida que en aquel momento no estaba de moda. Continuó nadando y haciendo ejercicio hasta los últimos días de su vida. Regresó a Australia en el año 1970 y cinco años después moría, con ochenta y nueve años. Fue incinerada y sus cenizas se repartieron por la Gran Barrera de Coral. Una mujer vitalista, llena de energía. Una emprendedora a la que los límites impuestos desde una sociedad pacata no lograron frenar. Una voluntad y una determinación a prueba de bombas que permitió que una niña con raquitismo se convirtiese en una de las pioneras de la natación con una vista comercial y de la salud adelantada a su época. Un referente para todas las personas a las que ha llegado su historia. ~


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Música Ser de los Beatles o ser de los Rolling es algo inevitable desde el mismo momento en el que las bandas aparecieron en escena. Distintas formas de entender la música, el universo entero; diferentes filosofías que transmitieron a

Los londinenses son leyenda por llevar 50 años juntos, componiendo y girando por el mundo con un Mick Jagger que parece haber hecho un pacto con el mismo diablo. / El Correo

Beatles Vs. Rolling Stones Carlota Montemayor {Durante décadas, se ha hablado tanto de la rivalidad que existía entre los Beatles y los Rolling Stones que se ha convertido en una leyenda popular. Muchos creen que sólo fue un instrumento para darse popularidad, que realmente no existió dicha confrontación. Hay quien ve tan sólo una forma distinta de entender el rock. Hoy en día, con el tiempo como distancia, no es más que una anécdota. Pero lo cierto es que la rivalidad existió, durante una época o bien eras de los Beatles o bien de los Rolling, y era excluyente, no podían gustarte los dos grupos. En un principio ambas bandas eran amigas, incluso The Beatles, que ya eran reconocidos y populares, ayudaron a The Rolling Stones a saltar a la fama prestándoles la canción I wanna be your man. Si bien son dos formaciones inglesas, cada una venía de un mundo completamente distinto. Los Beatles nacieron en Liverpool, en el norte industrial de Inglaterra. Representaban a la clase obrera (aunque sólo Ringo procedía de una familia humilde), a la gente sencilla, las tradiciones británicas. Fueron los provincianos que asaltaron la capital del Reino y de ahí, el mundo. Por eso fue fácil que los adolescentes del momento se identificaran con ellos, los chicos buenos. Si bien en sus orígenes tenían un aspecto más rock, en seguida esa imagen se fue puliendo y

Los de Liverpool se convirtieron en leyenda tras su disolución y la posterior muerte de John Lennon. / El Correo

cambiaron sus cazadoras de cuero y cremalleras por los trajes estrechos. En 1960 la fotógrafa Astrid Kirchherr creo el mítico corte de pelo de los Beatles inspirándose en la película Orpheus de Jean Cocteau y, sin darse cuenta, uno de los iconos pop más fuertes del siglo XX. Muchos jóvenes de la época decidieron peinarse con el revolu-

cionario mop-top, creándose para sí una nueva identidad al estilo de los cuatro de Liverpool, lo que desató el enfado de los padres y de la sociedad conservadora en general. Realmente fue un escándalo; de pronto los jóvenes tenían una nueva forma de expresar su rebeldía, tanto que en la URSS se prohibió, arrestando y obligando a cortarse

el pelo a todo aquel que luciera esta melena. Con todo, el aspecto de la banda y de sus fans era bastante pulcro, trajes de chaqueta de mezclilla estrechos ellos y alguna tímida minifalda para ellas. Se dice que el fenómeno fan nació con los Beatles, toda una generación de jóvenes que nacieron después de la II Guerra Mundial, en el paso del capitalismo de producción al capitalismo de consumo, un nuevo orden y una nueva forma de ser rebelde, de querer libertad. Los conciertos de los Beatles se abarrotaban de miles de seguidores que gritaban tanto que era imposible escuchar su música, ni ellos mismo se oían cantar. Cada paso que daban era seguido por una legión de fans que se vestían y se comportaban como ellos, de una forma muy británica y perversamente inocente. Pero, sobre todo con el auge de bandas con una imagen muy potente (como los Rolling Stones), la psicodelia, el LSD y, en definitiva, con el correr de los tiempos, su estética fue cambiando. En un giro radical, los pantalones se volvieron anchos y las chaquetas de colores chillones y estampados, reminiscencias hindúes, el cabello cada vez más largo y descuidado. En occidente crecía el interés por la espiritualidad oriental, enfocada en la energía de la naturaleza y el universo, una filosofía más despreocupada y menos materialista. La mente y el cuerpo se liberaban con el consu-


El Correo de Andalucía Sábado, 2 de septiembre de 2017

Suplemento cultural

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Música millones de jóvenes que eligieron para adoptar como propias. Aún hoy sigue ocurriendo. Chicos buenos frente a los rebeldes aunque, en definitiva, un cambio brutal en las sociedades de todo el mundo

The Beatles junto a Muhammad Ali. / El Correo

mo de sustancias psicotrópicas, el amor libre y la música. En abril de 1970, Paul McCartney hace oficial lo que ya hacía un tiempo era un hecho, la separación de la banda. Las drogas, los egos, los amores, las ganas de reinventarse hicieron que los Fab Four dejaran de estar unidos. Durante su existencia, tanto la música como la estética fue cambiando. Hoy en día siguen siendo los que más discos han vendido en la historia, pero la imagen del beatlemaniaco que tenemos en la cabeza es la del mod con flequillo y traje oscuro. En la cosmopolita Londres de los 60 se formaron los Rolling Stones. En sus inicios tenían imagen de niños buenos, con jersey y camisa, pero pronto fueron capaces de crear un estilo propio con el que se les sigue identificando a lo largo de los años y de las generaciones, que ya son unas cuantas. El éxito de los londinenses fue rápido, tanto que muchos dudaron que transcenderían en la historia de la música. Con los Rolling Stones el rock se interesó por la moda (¿o quizá fuese al revés?), fueron los artífices del auge de la moda masculina. Ellos supieron representar en aquel momento de cambios la rebeldía más enérgica, la belleza de lo desagradable, en una palabra, la provocación. Una música muy potente, debían tener una estética nueva, extravagante,

The Rolling Stones. / El Correo

de hecho fueron los primeros en usar maquillaje y complementos excesivos. Lucían un estilo sexual y andrógino, fuera de todo estereotipo, sin miedo a las consecuencias o a que alguien pusiera en duda su orientación sexual, fueron los pioneros en el uso del eye liner y en salir a escena con botas de tacón. De esta manera contribuyeron a la revolución sexual de la época, al concepto hedonista del cuerpo. Aunque dieran un concierto con ropa sucia y rota, su vestimenta jamás se

dejó al azar, es más, han sido y son los auténticos dandis del rock and roll. Toda esta presencia andrógina fue sublimada a finales de los 70 con la llegada del glam rock y de artistas como David Bowie o grupos como Velvet Underground. Hoy en día, convertidos ya en celebridades, los Rolling encargan el vestuario de sus giras a diseñadores como Hedi Slimane, director creativo de la casa Yves Saint Laurent. Es curioso que los Rolling Stones, siendo una banda de marcado espíritu

rockero, sean uno de los mayores iconos del arte pop. Sus fans siempre han sido fieles al espíritu rock y rebelde de la banda: pelo largo, pantalones pitillo y un aspecto cuidadosamente descuidado. Y desde luego, las camisetas con el logo de la banda, creado en 1969 por John Pasche, que cobró la friolera de 75 dólares por hacerlo… Tanto los Beatles como los Rolling Stones marcaron un antes y un después en la cultura popular. Cada banda tuvo un destino muy distinto: los de Liverpool se convirtieron en leyenda tras su disolución y la posterior muerte de John Lennon; los londinenses son leyenda por llevar 50 años juntos, componiendo y girando por el mundo con un Mick Jagger que parece haber hecho un pacto con el mismo diablo. La rivalidad existió, John Lennon cargó varias veces contra los Rolling, diciendo que siempre iban a la zaga de lo que los Beatles hacían. A pesar de sus aventura lisérgicas, los Beatles siempre transmitieron esa idea de chicos buenos que, no sin trabajarlo mucho, cumplieron el sueño de cualquier adolescente de suburbio, llegar a ser una estrella de la nada, con todo en contra. Los Rolling en cambio, serán los rebeldes, el espíritu del sexo, drogas y rock and roll, puro exceso. Y tú, ¿de quién dices que eres? ~


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