Sábado, 23 de septiembre de 2017 Nº 149 @aladar_cultura
ALBERTO MANGUEL
«No creo en el ingenio nacional» El escritor y director de la Biblioteca Nacional de la República Argentina regresa con un nuevo libro, ‘Mientras embalo mi biblioteca’, y recoge en Mallorca el prestigioso premio Formentor
El escritor argentino Alberto Manguel.
Entrevista al poeta Sebastián Abdalá
Hablamos sobre música con Chefa Alonso
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Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 23 de septiembre de 2017
Entrevista
‘Mientras embalo mi biblioteca’. El escritor Alberto Manguel, director actual de la Biblioteca Nacional de la República Argentina, recibió ayer el prestigioso premio Formentor, y acaba de publicar en España un nuevo libro en el que reflexiona una vez más en torno al
ALBERTO MANGUEL
«Los libros no prometen nada» Alejandro Luque {La voz al otro lado del teléfono delata su estado de ánimo: Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) va últimamente de alegría en alegría. Si en diciembre de 2015 fue designado director de la Biblioteca Nacional de la República Argentina –sucediendo a su ídolo, Jorge Luis Borges–, un año después era elegido académico de número de la Academia Argentina de las Letras, y ahora recoge –en concreto, lo hizo ayer mismo– el prestigioso premio Formentor, que han recibido antes que él el propio Borges, Saul Bellow, Juan Goytisolo, Enrique VilaMatas o Roberto Calasso, entre otros. Al mismo tiempo, ha visto la luz en España su libro Mientras embalo mi biblioteca (Alianza Editorial), donde reflexiona sobre los libros y la lectura mientras narra el viaje de su propia biblioteca desde un viejo presbiterio del Valle del Loira, donde la había acomodado pensando que sería para siempre, al depósito en Canadá donde permanece actualmente guardada. —En los últimos diez años, el número de títulos publicados en la UE ha subido de 475.000 a 575.000 anuales. ¿Todavía podemos confiar en que el fascismo se cura leyendo? —Es una posibilidad [risas]. La lectura no garantiza nada, pero posibilita. Y entre lo que posibilita, como es lógico, hay cosas malas y cosas buenas. Un libro nos enseña, por ejemplo, a cometer crímenes, como ocurrió con el asesino de John Lennon, que decía que el libro El cazador oculto le estaba diciendo que matara, pero también hay libros redentores, como han comprobado todos los que han probado la experiencia de los campos de concentración, en prisiones, en circunstancias muy difíciles. Pero insisto, los libros no prometen nada, es importante saberlo. —Se habla de las religiones del Libro, pero Oriente Medio, de donde proceden todas, no viene dando un espectáculo precisamente edificante en los últimos años. ¿Cómo se ve todo desde el otro lado del océano? —Bueno, del otro lado del océano tenemos los mismos conflictos, estar en una situación de conflicto es parte de la naturaleza humana. La tradición judeocristiana empieza contándonos que ya la primera familia no se portó bien, pues Caín mata a Abel. Y después de que dios castigue a la Hu-
manidad, Noé, nada más sobrevivir al diluvio, lo primero que hace es emborracharse. No, los ejemplos no son muy luminosos. Creo que la situación de conflicto es eterna: queremos llegar a un modo de vivir juntos, en paz y más o menos felices, pero al mismo tiempo la violencia nos atrae, la guerra nos atrae. Tenemos que reconocer eso si queremos solucionarlo. Alessandro Baricco, en el prólogo a su versión de La Ilíada, asegura que ese amor por la guerra solo puede combatirse con un amor más grande. No sé cuál sería ese amor más grande, pero tendremos que buscarlo. —Eso lo decía también su Borges, citando a su vez a Spinoza… —Sí, exactamente. Algún día lograremos la pasión por la justicia se sobreponga a las otras. —¿Por qué parece que a los occidentales les cuesta creer que Iraq o Siria fueran potentes focos de cultura antes de su destrucción?
«Hay quien prefiere el e-book como quien prefiere el sexo virtual. Yo prefiero llevarme algo sólido a la cama» —Los pueblos del Libro de los que hablábamos antes están unidos por un mito terrible en su contra, el mito de Abraham e Isaac, el del padre que acepta la orden divina de sacrificar a su hijo. Eso se repite en el cristianismo, con el sacrificio de Dios Padre a Jesucristo, pero íntimamente pienso que es una aberración. Cualquier padre sabe que desacataría la orden divina y no mataría a su hijo por nada. Pero en estas tres sociedades, el padre está dispuesto a hundir el cuchillo en la garganta de su hijo. Si creemos en esa orden, no nos cuesta nada creer en los atentados terroristas, en los campos minados, instruir a nuestros hijos para ser combatientes en Siria, todo en nombre de la religión. —Usted se marchó a Francia con su innumerable biblioteca. ¿Creía que sigue siendo, a pesar de todo, el país de la Culture? —Sí, sigue siéndolo. Francia es una
sociedad que cree en la necesidad básica de la cultura. En muchas sociedades, esa necesidad básica ha sido reemplazada por la creencia en la necesidad de hacer negocios. Allí sigue subsistiendo la idea de que la cultura es fundamental para una sociedad. Lamentablemente, en mi caso tuve que irme de ese paraíso. —En Mientras embalo mi biblioteca afirma que no se siente cómodo en una biblioteca virtual «porque no se puede poseer a un fantasma». ¿Ya no podremos decir, como el clásico, que quien toca un e-book toca a un hombre? —Bueno, hay una diferencia entre el texto escrito, el texto leído, el texto impreso, y el texto virtual: son distintas categorías existenciales. Y nos relacionamos con ellas de un modo diferente. No creo que haya que hacer una jerarquía de valores, sino de usos. Hay gente lectora que se siente muy feliz con los textos virtuales, como también hay gente apasionada que se siente muy feliz con el sexo virtual. No podemos decir nada, hay quien prefiere una cosa y quien prefiere la otra. No, sé, yo soy de aquellos que prefieren llevarse algo sólido a la cama. —Lo virtual ha traído también la piratería masiva. ¿Cree que los bibliófilos ven el robo de libros como algo simpático, o al menos merecedor de una especial indulgencia? Dicho de otro modo, ¿Qué lean, aunque sea robado? —Hay varios aspectos en esto. Uno, como dice usted, es el beneficio de la lectura generalizada, democrática, para todos. Obviamente, en un mundo ideal, como ocurrió en la Cuba de Fidel Castro o en los kibbutz de Israel, los libros estaban a disposición de todos, no hacía falta dinero para tener un libro. La comunidad comparte la cultura y la ofrece gratuitamente. Ahora bien, casi todas las sociedades en que vivimos son capitalistas: Y como en esas sociedades pensamos que la cultura es un lujo y el artista crea por placer propio, por tanto no pensamos recompensarlo, pensamos que lo que se crea puede robarse o al menos no pagarse. El día que los médicos, los banqueros, los carniceros me regalen sus productos, yo estaré dispuesto a ofrecer mis libros gratis. Pero como por el momento , cuando trato de vivir de lo que hago, que es escribir, necesito que la ley me proteja.
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fenómeno del libro y de la lectura, a raíz del traslado forzoso de su biblioteca personal –compuesta por más de 30.000 volúmenes– desde el valle del Loira a un almacén de Canadá, donde se encuentra hoy Y en este momento, la ley, ni la nacional ni la internacional, me protegen: todos mis libros están gratuitamente en internet. —Otra ventaja del e-book, dicho de un modo un poco cínico, es que no puede quemarse, como se quemaron tantos libros en la Historia… —¡Pero no hay nada más frágil que un texto virtual! Aquí en la Biblioteca Nacional, tenemos que hacer backups, resguardos, constantemente, para que no se pierda lo que tenemos virtualizado… Y aún así, si tuvié-
ramos un corte masivo de luz, podemos perderlo todo. Hay un texto de la Baja Edad Media, que es la vida de Adán y Eva contada por su hijo Set, y al final del libro Eva le dice: «Escribe la vida de tu padre, hazlo en piedra y también en madera. Si el Señor decide terminar el mundo con el fuego, la piedra sobrevivirá. Y si se decide a terminarlo con un diluvio, la madera sobrevivirá». Tenemos que hacer textos impresos, virtuales, manuscritos y de cualquier técnica nueva que se nos ocurra. ~
Una lista «aterradora»
El escritor Alberto Manguel, autor de ‘Mientras embalo mi biblioteca’. / Archivo Anaya (a la derecha) y ‘LNT II’ (abajo).
El premio Formentor, como bien sabe Alberto Manguel, tiene una trayectoria esplendente. Entre los ganadores de sus anteriores ediciones figuran, entre otros, Jorge Luis Borges, Samuel Becket, Saul Bellow, Jorge Semprún. Y en la última época del premio, recuperado en 2011, lo han recibido Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Marías, Vila-Matas, Piglia y Calasso. «Aterradora, ¡la lista es aterradora!», afirma el nuevo y flamante ganador, a quien le costaría mucho decidirse por uno de sus antecesores para irse de copas a celebrarlo. ¿Su admirado Borges, quizás? «No podría haberme ido con ninguno, ¡son mis mayores! Siento por todos ellos lo que sentía por Borges, cuando lo conocí siendo un mocoso de 15 años y miraba desde muy abajo esta figura», dice. Por otro lado, cuando se le comenta la primacía de argentinos que hay en esa nómina, y si podemos presumir, como en el fútbol, de potencia literaria mundial, lo niega tajantemente: «No, no, es una casualidad. No creo en el ingenio nacional de ninguna cultura». Borges tuvo que compartirlo con Becket… ¿No cree que Manguel haya un agravio ahí? «A él no le hubiera importado, creo. Él creía que la literatura era un acto conjunto, como creía Shelley. Una gran obra que debería considerarse anónima, que los distintos autores que sirven los distintos capítulos que llamamos Literatura Universal no importan, lo que importa es el conjunto de la obra».
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Escrito para...
Para leer una buena novela es necesario estar en cualquier lugar del mundo, un espacio en el que poder sentarse y el ejemplar de la obra elegida. Pocas cosas se pueden conseguir con tan poco, recibiendo, a cambio, un universo entero con el que ...sentir lo que significa ser el siguiente
La mujer del camarote 10 Antonio Puente Mayor {Laura Blacklock es una joven periodista en horas bajas a la que el destino brinda una excelente oportunidad. La invitación a un crucero de lujo con destino a los fiordos noruegos le permitirá establecer contactos que le ayuden a reconducir su carrera. Tras zarpar de Londres, los primeros compases de la travesía discurren conforme a lo previsto: el ambiente del Aurora Borealis es suntuoso, el servicio, de primera categoría, y el pasaje derrocha elegancia, simpatía y dinero. Sin embargo, todo cambia cuando, una noche, un grito aterrador despierta a Laura, quien, estupefacta, observa cómo el cuerpo de una mujer cae al mar desde el compartimento contiguo. Al dar la voz de alarma, la tripulación le asegura que el camarote número 10 siempre ha estado vacío y que no falta ningún pasajero a bordo. Así, con creciente inquietud, Laura comprueba que... nadie le cree. Y lo peor no es que se sienta sola y aislada, sino que una serie de extraños acontecimientos la convencen de que ella puede ser la próxima víctima. Este es el argumento de La mujer del camarote 10 (Salamandra, 2017), una de las sorpresas de la temporada, con la firma de Ruth Ware, autora an-
glosajona cuyas novelas han encabezado la lista de libros más vendidos de New York Times y del Sunday Times, y a la que conocimos en España de la mano de RBA. Reconocida por sus obras de miste-
rio, su primer título, En un bosque muy oscuro, la llevaron a convertirse en estrella del grip lit, género surgido hace poco más de un lustro que designa a aquella literatura de suspense psicológico y adictivo cuya protagonista es una mujer. De entre estos títulos cabe destacar Perdida, de Gillian Flynn, y sobre todo La chica del tren, de Paula Hawkins, ambas con su correspondiente adaptación cinematográfica. Y es que la literatura femenina ha evolucionado mucho en los últimos tiempos. Más allá de las historias románticas y los clásicos imperecederos de Jane Austen y las hermanas Brönte, las autoras de hoy sumergen a sus personajes en tramas oscuras y retorcidas, haciendo las delicias de lectoras de todo el mundo (solo en 2015 se facturaron 25 millones de copias). Derivado del género chick lit (o literatura para chicas), el grip lit se ha impuesto como última tendencia literaria en ambos lados del Atlántico, y La mujer del camarote 10 es su flamante perla. Desde el punto de vista estrictamente literario, la novela de Ruth Ware es un thriller clásico con continuos guiños a los mejores maestros del suspense (desde Gaston Leroux a Agatha Christie), y en sus páginas —de lectura ágil y absorbente— el lector podrá encontrar infinidad de señuelos y falsas pistas que le condu-
...buscadores de joyas literarias
Años luz Daniel González Irala {Al autor de La última noche le obsesionaban las relaciones de pareja y el lujo y dinero que las nombra. Eso es algo que se ve poderosamente reflejado en esta novela larga a través del matrimonio entre Viri (arquitecto que quisiera ganar más dinero) y Nedra, apasionada de lo material en un rol que mide a sus parejas por su grado de excentricidad y siempre por la capacidad que tengan de satisfacer sus caprichos. Estos caprichos, en la literatura de Salter son inabarcables y tienen en cuenta no sólo la ambición necesaria para alcanzarlos, sino para mantenerlos en una órbita de optimismo perpetuo imposible. Y de este modo es como el autor juega con descripciones luminosas que pueden volverse plúmbeas a cualquier ojo, ya que la felicidad, como bien sabemos, no se conquista a través de los libros. Recordamos la frase de Gene Hackman en La noche se mueve sobre
las películas de Eric Rohmer, de cuyos personajes decía que eran como plantas a las que tenía oportunidad de ver crecer. Salter opera con el paisaje y los personajes como si fuese una flor, en un solo y contado instante se abre para cerrarse hasta el fin de sus días. Quizás por eso ahora o ya en la época en que se escribió este libro se pensaba con tanto criterio que la vida era tan corta. Por otro lado, Eric Rohmer despreciaba a sus personajes masculinos por cobardes y quizás este hecho permita a Nedra acabar sus días en plenitud como florista, lejos de un Viri abotargado y menos evolucionado a pesar de que le pasan más cosas. La novela también es la historia de un deterioro que se deja ver entre descripciones de objetos bellos y de cómo lo inasible del disfrute de una belleza que podría ser robada a otros en diferentes momentos de su vida, deja la inútil observancia de los mismos como único objeto posible. Todo ello se deja ver desde el principio cuando Viri acude a un sastre repu-
cirán a un sorprendente final, al más puro estilo Anthony Shaffer. Revestida de glamour y con un sinfín de referencias a la situación actual de la mujer, el juego psicológico es su principal baza, y, al igual que la Rachel de La chica del tren, la protagonista se debate entre su difícil situación personal —antidepresivos incluidos— y el inesperado misterio que la envuelve. Una combinación explosiva que nos permitirá indagar en el fondo del personaje mientras avanzamos en la trama. A todo ello se une el maravilloso paisaje de los fiordos noruegos, uno de los destinos de moda en Europa, así como el ramillete de secundarios que acompañan a Laura, donde los periodistas invitados se combinan con una tripulación tan exótica como intrigante. Calificación: Interesante. Tipo de lectura: Amena. Tipo de lector: Buscador de misterios. Argumento: Oscuro y retorcido. Una mujer que nunca ha estado cae por la borda de un barco lujoso. Personajes: Una muerta, otra sola y el resto al margen de la realidad. Al menos, aparentemente. ¿Dónde se puede leer?: A bordo de una barca de remos. Sin camarotes.
tado que ha vestido a hombres poderosos y mafiosos de la ciudad. Viri, que sólo quiere hacerse un traje a medida, ya se siente fuera de lugar. Sigue la historia cuando Nedra conoce a un excéntrico dramaturgo al que Viri debe llevar a la estación, montándole este un numerito que lo deja contrariado y cansado entre los posibles cuernos y la idea de que todo puede ser peor siempre. La descripción de las ciudades empieza a hacerse efectiva cuando ambos se separan. Viri conoce a otras mujeres, pero serán affaires cortos donde de nuevo comenzará ciclos de superficialidad semejantes a los vividos con su matrimonio más sólido. El fin del amor como producto únicamente de búsqueda de felicidad y bienestar en él es por tanto el tema que obsesionaba a Salter, narrador artístico en este sentido que supo mirar con lupa este tipo de encuentros. Calificación: Demoledoramente bello. Tipo de lector: Exigente. Tipo de lectura: Nada amable con nadie. Argumento: Las relaciones amorosas enfocadas desde el exceso de luz. Personajes: Espléndidos. ¿Dónde leerla?: En entornos solitarios preferiblemente.
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poder disfrutar. Esta semana, Aladar recomienda relatos amables con el lector, buenos candidatos para cualquiera, obras con las que se puede entretener cualquiera. Lean, lean y lean, por favor ...conocer el Siglo de Oro
Una columna de fuego Antonio Puente Mayor {«Sevilla se levantaba a uno y otro lado de un meandro del Guadalquivir. En el interior de la curva, una amplia playa de barro y arena emergía del agua en suave pendiente hacia tierra firme, donde miles de casas, palacios e iglesias se apiñaban entre sí para formar la mayor ciudad de España». Con este ilustrativo párrafo, Ken Follett nos introduce de lleno en uno de los escenarios de su última novela, Una columna de fuego (Plaza & Janés, 2017), tercera parte de la saga Los Pilares de la Tierra, cuyos dos primeros volúmenes ya superan los 38 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Al igual que Santa María de Vitoria sirvió de inspiración para la realización de la segunda entrega –Un mundo sin fin–, la ciudad hispalense acoge algunos de los episodios fundamentales de la nueva apuesta, para cuya redacción el escritor asegura haber utilizado «un total de 228 libros». No en vano, la trama narrada en Una columna de fuego abarca uno de los períodos más interesantes de la Historia, el siglo XVI, cuando la intolerancia religiosa comenzaba a extenderse como la pólvora por todos los rincones de Europa. En ese contexto surge la figura de Ned Willard, un joven comerciante de Kingsbridge —la ciudad ideada por Fo-
llett para levantar la catedral de Los Pilares de la Tierra–, enamorado de Margery Fitzgerald, la hija del alcalde que, pese a corresponderle, debe elegir entre él y las aspiraciones de su familia. Ned, cuyo amor es inquebrantable, luchará por su propósito entre una espiral de violencia y abusos de poder, ligando por azar su destino al de la aspirante al trono de Inglaterra, Isabel Tudor. Poseedora de un estilo directo, nada artificioso, y por supuesto cocinada con los mágicos ingredientes con los que el galés
ha conquistado a generaciones de lectores durante los últimos treinta años, Una columna de fuego es la enésima confirmación de que el universo Follett parece no tener límites. Diez años después de dar a luz la segunda parte de su obra más popular, el escritor de Cardiff nos aleja de la Edad Media para introducirnos en una etapa apasionante, el siglo de oro, donde las intrigas se suceden con naturalidad en lugares tan dispares como Francia, Bélgica o Escocia. Tan inquieto como de costumbre, al artífice de El ojo de la aguja –novela con la que dio el salto a la fama en 1978– se le encendió la bombilla al descubrir que la mítica reina virgen había creado el primer servicio secreto inglés. Esto provocó que decidiese empaparse de lecturas sobre espías y agentes secretos en el siglo XVI, siempre en busca del tono ideal para su novela. Tras visitar personalmente los escenarios donde esta debía transcurrir –sus pasos le llevaron tanto a Loch Leven, la prisión escocesa de María Estuardo, como a la Torre del Oro hispalense–, Ken Follett se afanó por mezclar personajes ficticios con otros reales, incluidas Isabel I de Inglaterra, Catalina de Médici –reina madre de Francia– y Margarita de Parma, la gobernadora de los Países bajos, pues para él todas ellas comprendieron «la necesidad de la tolerancia religiosa». En ese sentido el título, que al igual que el de Los Pilares de Tierra
posee claras reminiscencias bíblicas, alude a las muchas personas quemadas en la hoguera durante el siglo XVI, recordándonos asimismo a los espías, que, según el escritor, son referenciados en ocasiones como «una quinta columna». Además de Sevilla, cuya posición privilegiada es evidente a partir de la página 114 –la manufactura de armas es uno de los principales motivos de su inclusión en la historia–, España está presente en Una columna de fuego en la figura de Felipe II y su Armada Invencible. Como buen británico, Follett no es demasiado generoso con el monarca, y mucho menos con la Inquisición, si bien podemos quedarnos satisfechos al descubrir el curioso envoltorio con el que los recubre. Amor, violencia, pasión y una dosis justa de sexo –marca de la casa–, hacen de esta propuesta un pasatiempo perfecto para las tardes-noches del otoño. Y es que lejos de convertirse en un intelectual, el autor de la novela más leída en España según la Federación del Gremio de Editores, parece haber encontrado la piedra filosofal de la literatura comercial. Y aunque les pese a algunos, esta es la mejor noticia para una industria que lentamente comienza a levantar cabeza… Calificación: Entretenida. Tipo de lectura: Amena, fácil. Tipo de lector: Seguidores de Follet aunque cualquiera puede quedar prendado con sus libros. ¿Dónde puede leerse?: A orillas del Guadalquivir.
...descubrirse y entenderse
Sapiens. De animales a Dioses Gabriel Ramírez {Un libro puede gustar más o menos, puede aburrir tremendamente o dejar indiferente. Los hay que gustan mucho. Pero sólo unos pocos, poquísimos, además de entretener, se convierten en fascinantes, en fuente de conocimiento, base para crear un criterio propio en lectores diferentes. Sapiens, De animales a dioses, es un ensayo firmado por Yuval Noah Harari, un joven profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén. La propuesta con la que nos encontramos es, sencillamente, extraordinaria. Pocas veces se encuentran libros que desmotan, con tanta facilidad como este, las viejas ideas que arrastramos desde las escuelas y que hemos tenido por ciertas durante años y más años. Provocando sin pudor a los lectores, Harari nos lleva a través de miles de años para contarnos cómo pudo ser una historia en la que el Homo Sapiens fue capaz de instalarse en lo más alto de la pirámide en la que sigue estando o, al menos, creyéndolo.
convertido y en lo que hemos convertido nuestro entorno destrozándolo. Es apabullante el perfil que vamos dibujando del Homo Sapiens a medida que van pasando las páginas y la reflexión se convierte en un ejercicio personal que nos lleva a plantear cuestiones a las que un lector no esta acostumbrado salvo raras excepciones. Si alguien tiene un mínimo de interés en lo que es y representa el ser humano, si algún lector quiere pasar unas horas de lectura agradable, que se haga con un ejemplar de Sapiens, De animales a dioses, porque es imposible que un trabajo como este decepcione a nadie, incluidos los expertos en la materia.
Las revoluciones cognitiva, agrícola y científica, forman los tres bloques del libro en los que nos encontramos con datos relevantes, con un relato del mundo que resulta atractivo y enternecedor al
mismo tiempo, con una forma de entender la verdad que provoca inquietud en el ser humano puesto que su dibujo es atroz, casi perverso. Aprovecha el autor para recordarnos en lo que nos hemos
Calificación: Excelente. Tipo de lectura: Apasionante, amena y enriquecedora. Tipo de lector: Cualquiera que esté interesado en saber cómo hemos llegado a ser lo que somos. ¿Dónde puede leerse?: En el Museo Antropológico de su ciudad.
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Música Chefa Alonso nació en Coruña, estudió música y medicina. Se dedica a lo primero sin olvidar lo segundo. Su aspecto frágil sostiene una fortaleza admirable. Es una de las pocas mujeres que se dedica a la «improvisación libre». Toca el saxo
«La música no tiene nada que ver con el solfeo» Concha García {La poesía no debería reducirse a lo expresado a través de las palabras, dice Chefa Alonso y estoy de acuerdo. En Madrid, tomamos un té juntas en su apartamento de Lavapiés. Siempre he admirado a Chefa, es una rara mezcla de lucidez e inteligencia aplicada a la música. Nos conocimos hace años y alguna vez hemos colaborado juntas. —Para empezar dime qué es la improvisación libre en música. —La improvisación libre es una manera de hacer y componer música en el instante, que está más ligada a la expresión personal, a la relación íntima con el instrumento y a un sentir colectivo del proceso artístico. No hay reglas ni acuerdos prefijados, salvo escucha, respeto, autonomía; (escuchar es una de las herramientas de la tolerancia). Los improvisadores negocian artísticamente, sin palabras, la dirección y el desarrollo de la música. La improvisación es un acto poético y un acto de resistencia. Es una herramienta, una disciplina y un modo de entender la vida. Según Le Qua Ninh «improvisar es trabajar el virtuosismo del instante. Saber recibir lo que aparece. Trabajar para el presente y en el presente». —Has colaborado con diversos grupos, entiendo que también forma parte de la filosofía de una música sin un grupo fijo. —No es tanto una música sin un grupo fijo, como la idea de tocar y comunicarte con gente que no conoces. Es muy habitual la existencia de encuentros y festivales de improvisación donde las formaciones se realizan al azar y de lo que se trata es de tocar con desconocidos y sumar experiencia, en poner tu lenguaje a funcionar dentro de contextos siempre nuevos. Pero los improvisadores también tenemos grupos fijos y estables. Yo, por ejemplo, formo parte del cuarteto Sin Red, que combina improvisación musical y poética, en el que llevamos tocando juntos más de 15 años. También con la bailarina Raquel Sánchez comparto un proyecto para público con discapacidad intelectual, Bailar el agua, que existe desde hace 18 años y donde la improvisación es esencial. —También has colaborado con poetas, cuál es la experiencia. —Dado que soy lectora de poesía y disfruto muchísimo leyéndola, colaborar con poetas cuya poesía me llega, para mí es un trabajo maravilloso. Me permite componer, es de-
Orquesta Carníval. Casa Encendida. / El Correo
cir pensar de antemano los materiales sonoros, atmósferas, ambientes que me sugiere el texto, e improvisar, porque lo importante es el momento de la lectura y la manera de leer (es decir «la música») del poeta. El primer poeta con el que no sólo colaboré, sino que tuve un dúo durante años, fue Víctor M. Díez, que forma parte de Sin Red (y del dúo Morse); colaboro de forma habitual con Chantal Maillard (y el contrabajista Jorge Frías), con el espectáculo Matar a Platón en concierto; también he colaborado con la poeta Olvido García Valdés, Pilar Martín Gila, Juan Suñén, Teresa Sebastián, Rocío Cerón y contigo Concha, entre otros. —La poesía no solo se escribe. ¿También se toca? —Bueno, yo creo que la poesía no debería reducirse sólo a lo expresado a través de palabras. Lo poético debería estar presente en todos los trabajos artísticos, así como en la
propia vida, porque ¿qué haríamos sin poesía? Claro que la poesía se toca, pero, sobre todo, la poesía te toca (si tienes esa suerte). —También has tocado para danza y teatro, así como para documentales. —Mi trabajo en la música y en la improvisación libre, desde sus inicios, se han mezclado con otras artes escénicas, empezando con el teatro (me inicié como músico en el Teatro Corsario de Valladolid), en seguida la danza y la poesía, más recientemente, el circo. Me interesa mucho más el trabajo interdisciplinar en las artes escénicas que los proyectos exclusivamente musicales y es a esto a lo que me he dedicado. He compuesto la música de bastantes obras de teatro, así como de algunos documentales y colaboro de forma habitual con bailarinas y artistas de circo (hice la dirección musical de Al Filo 2011 y 2012, un maratón de circo contemporáneo
producido por Escena Contemporánea y Circo Price, y de Circo Interior Bruto, muestra de circo español contemporáneo, estrenado en Amiens, Francia, 2015). —Me hablaste de que en Brasil, dentro de tu campo, eres una música de referencia. ¿Qué pasa en este país? —Bueno, hablemos más bien de Sao Paulo, que es a donde he ido todas las veces que me han invitado, porque Brasil es un país enorme. Efectivamente en Sao Paulo, donde se han celebrado varios Foros para la Educación Musical en estos últimos años; y di bastantes cursos y talleres en Universidades y en el CCSP, conocen mis libros y mi trabajo todos los docentes que se dedican a la Enseñanza creativa de la música. En mi país, no he sentido el menor interés por mi trabajo desde las instituciones musicales y, con alguna excepción, no hay manera de entrar en ellas. Una de estas excepciones fue el Conservatorio de Jerez de la
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Música soprano y la percusión menuda. Está convencida de que «el solfeo es un modo, bastante restringido, de anotar alturas y duraciones y de explicar contenidos básicos de la música» Frontera, cuyo profesor de piano, Alejandro Rojas-Marcos, que había asistido a uno de mis talleres en Madrid, me invitó a dar un curso intensivo de improvisación a los profesores. El resultado de este trabajo cuajó en la formación de la Orquesta Enteguerengue, una orquesta de improvisadores que funcionó durante varios años en Andalucía (tocamos, bajo mi dirección, en el Festival Nocturama y en el Teatro Central de Sevilla). —Crees que las instituciones no apoyan iniciativas como las que practicas, ya que en realidad se trata de hacer lo contrario que proponen los conservatorios de música; es decir, proponer que cualquier persona pueda crear. —Las instituciones musicales no apoyan iniciativas como las mías (por ejemplo, talleres interdisciplinares de improvisación libre o la existencia de una materia como la improvisación libre como herramienta; no estoy hablando de improvisaciones genéricas o históricas que es, como mucho, a lo que llegan los conservatorios) por desconocimiento, es decir, ignorancia y/o por miedo; miedo a perder el control, miedo a la libertad que la creatividad provoca; miedo a perder los privilegios del «saber», etc. Que muchos niños y niñas abandonen la música, olvidando el instrumento que querían tocar porque no pueden con el lenguaje musical, me parece tristísimo y denunciable. ¿Por qué los profesores confunden el solfeo con el lenguaje musical? ¿Por qué mucha gente cree que si no sabe solfeo, no sabe música? La música, es decir, la combinación de sonidos, no tiene nada que ver con el solfeo. El solfeo es un modo, bastante restringido, de anotar alturas y duraciones y de explicar contenidos básicos de la música. Una vez que la muchacha o el joven hayan jugado y aprendido a expresarse con el instrumento, el solfeo se enseña en un pis pas. Lo de los 5 años de solfeo (ahora no sé cuántos son) me parece una tomadura de pelo. No tiene sentido empeñarse en que los niños aprendan a leer y a solfear antes de haber disfrutado de todo lo que puede dar un instrumento amado o instrumentos sencillos con los que se pueden expresar. —Has viajado y en ese lenguaje común qué músicos admiras. —Primero tengo que hablar del músico que me hizo descubrir la improvisación libre, el contrabajista alemán Peter Kowald; también el magnífico batería inglés con el que tuve el honor de formar un dúo, Tony Marsh. Por haber vivido 4 años en Londres, tengo allí unos cuantos músicos que me entusiasman como Lol Coxhill (saxo tenor y soprano), y, hablando ya de músicos vivos, Vanessa Mackness (voz) y Evan Parker (saxos tenor y soprano). —Creo que eres la única doctora en Improvisación Libre. Publicaste en
Chefa tocando el saxo. / Jesús Moreno
2014 Enseñanza y aprendizaje de la improvisación libre. —Pues no sé si soy la única, pero me tuve que ir a Londres para poder hacer un doctorado en improvisación y composición, dentro del departamento de Performing Arts, en la Universidad de Brunel. Como resultado de este doctorado publiqué en español el libro: Improvisación libre. La composición en movimiento (Dos Acordes, 2008); la propuesta de esta investigación era demostrar que la improvisación libre es una manera de componer, con el instrumento, en el momento presente y que su devaluación, ignorancia y desprecio vienen ocasiona-
dos por motivos históricos y políticos. Seis años después publiqué Enseñanza y Aprendizaje de la Improvisación libre. Propuestas y Reflexiones (Al Puerto, 2014. Bilingüe español/inglés), donde recojo los materiales que utilizo en mis talleres e incluyo también artículos de reflexión sobre la improvisación libre y su enseñanza. —Ahora estás trabajando con un proyecto para personas discapacitadas. —Sí, estos días estamos en el IDEM, Festival de Artes Escénicas e Inclusión Social, con Bailar el agua, en la Casa Encendida de Madrid. Bailar el agua es un espectáculo de estimula-
ción sensorial concebido para personas con discapacidad intelectual. El equipo está formado por Raquel Sánchez (bailarina, dirección escénica), Ana Erdozain (bailarina), Jorge Frías (contrabajo) y yo (saxo soprano, kechapi, percusión; dirección musical). Otro proyecto reciente y que me gustaría comentar es la Orquesta Carníval, orquesta de improvisadores que formé y dirijo, con 10 músicos, dos bailarinas y un poeta. Si queréis saber algo más sobre sus proyectos o ver algún teaser de alguno de ellos, podéis consultar su web: http://chefaalonso.wordpress.com
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Entrevista Quizás la mayor virtud de Sebastián Abdalá es un profuso conocimiento de la puntuación y el espacio del verso, creando un ritmo en la lectura que imprime fuerza y veracidad a lo leído. A punto de sacar su tercer poemario entre andaluz y
Poemas para un atardecer luminoso Álvaro Parra {Nos citamos con Sebastián Abdalá (Buenos Aires, 1976) –autor conocido fundamentalmente por su faceta de poeta, pese a contar también con relatos de gran interés– en un bonito café situado en el casco histórico de Sevilla. La tarde es calurosa. Dada la patente calidad de su pluma, nos sentimos en la obligación de tener una conversación distendida con él para conocer de primera mano en qué momento creativo se encuentra. Su poesía –para el que no haya podido ahondar en su obra– juega el papel del sastre modesto, de rostro sincero, de herramientas sin lustre ni grandes ingenierías, pero que haciendo gala de un vasto conocimiento y una dilatada experiencia, consigue crear un traje que ejerce de piel y no de tela. Nos viste de extranjero en tierra lejana, solitario por obligación, resignado trabajador de oficio sacrificado por necesidad. Nos guía por la noche de una Sevilla de artificio, de alegría impostada, con la única compañía de una mirada perruna, de aquel que fue recogido un día en la calle y lo aceptó como dueño. El estilo que desarrolla forma una simbiosis perfecta con la sencillez y cotidianidad de los temas tratados. De forma directa, obviando el fútil abuso de circunloquios y metáforas que nos alejan de lo retratado, relata realidades desde la óptica del pesimismo y la desesperanza, apoyándose en el sarcasmo y el absurdo. —Buenos tardes, Sebastián, lo primero agradecerle que nos dedique parte de su tiempo, siendo consciente además de lo poco que invita al encuentro el clima que soportamos en este instante. —Gracias a ustedes por su tiempo. Y el calor de Sevilla ya forma parte de mi vida... Como siempre digo «Está presupuestado vivir con este clima, y paga muy bien». En Buenos Aires a estas alturas estaríamos con mucho frío y unas tonalidades grises por todos lados. No es que reniegue y no la extrañe, la echo de menos, pero cuando uno encuentra su lugar en el mundo se acostumbra a vivir con lo que sea. —Buenos Aires es una de las mayores cunas de escritores del siglo pasado, ¿cómo se vive en primera persona el formarse en un entorno tan formidable? —He tomado clases de creación poética con Horacio Salas, apren-
Sebastián Abdalá es escritor. / Miguel Olivencia
diz de Borges... Igual que Mario Goloboff, a su vez biógrafo de Cortázar, con quien terminé de formarme como escritor. Ellos eran periodistas y tenían un acceso más cotidiano, por la suerte de coincidir en el barrio o en otros proyectos, y en un tiempo donde
eran más alcanzables... Algo que me recalcaba Goloboff con respecto a Borges, era que, cuando quise comprender el efecto de la puntuación en un relato, o dónde poner cada «coma», cada «punto y coma», los puntos suspensivos... Leer a Borges, en voz alta.
—El trabajo y disciplina detrás de la escritura que está, pero no se ve… —Es verdad... La puntuación exacta le da a un texto la velocidad que quieras imprimir al relato. Y digo lo de «aprendiz», porque esa generación de escritores argentinos decía (mantiene, mantengo en
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Entrevista bonaerense, estando a cargo de la selección y el consejo artístico la Editorial Buitre Negro, nos acercamos a una relación multidireccional con la música, la literatura y el espíritu de crear creyendo en lo que se vive
mis cursos) que escribir es un oficio. La corrección de los textos, de las ideas en el texto, son una parte ardua y necesaria del trabajo del escritor. No sólo a nivel gramatical, semántico y ortográfico. La estructura de cada párrafo para que transmita lo que buscamos al escribir un texto en un bar, en donde sea; para luego llevarlo a la mesa y ver qué hay que cortar o agregar... Agregar suele ser lo menos usual. —Me consta su pasado como editor de una revista dedicada a la literatura. En tiempos donde la publicación está cada vez más al alcance del autor, pero su capacidad de llegar al lector se diluye con mayor velocidad, ¿conoce alguna plataforma o método de edición que intente revertir esta situación? —Yo no la conozco, aunque muchas me reprocharán lo que afirmo, y te puedo nombrar varias. Sevilla tiene varias editoriales que se dedican a publicar y vender en determinadas fechas y lugares, pero dejan a los autores medio sueltos, sin una buena difusión de su obra, de su vida, de lo que hace, apenas lo lleva (a veces) a una lectura al aire libre, casi sin difusión ni condiciones técnicas. No es de sorprender que los mejores
La poesía de Sebastián Abdalá ‘se deja leer en un bar, en un tren, en un atardecer con mucha luz’. / Miguel Olivencia
escritores de la ciudad terminen publicando por libre, no es sólo un tema de dinero y costes, es un tema de manejo posterior de la obra... lo que hace un flujo donde sea complejo conseguir su obra. —¿Cuál es la situación de las editoriales underground en Sevilla? ¿Existen opciones válidas para un autor que no cuenta con la aceptación masiva de público y crítica? —Sí, el trabajo duro. Mover su obra por él mismo, o en mi caso, con la ayuda de una Agencia que tiene idea del medio, que se preocupa, que invierte… La auto publicación es lo que nos deja una crítica despectiva con los pequeños movimientos. Te repito lo de las lecturas que organizan las editoriales... Vas a un bar o al medio de la Alameda, leen a los gritos, se van y no te queda mucho... Incluso puede ser un mal rato si hay otras personas que están distendidos hablando de sus asuntos. El problema base es que no hay una gestión útil... De qué me vale publicar en Sevilla un libro físico y digital, si no hay notas de prensa, ni contacto con otras revistas de ciudades, con una buen plan de llevarte a que te conozcan y jugando con eso. —Parece que puede llegar a ser una tarea titánica en muchos casos…
—Lo es. Pero esto no es nuevo, ni de Sevilla. Borges cuando publicaba sus primeros libros estaba siempre en las diferentes librerías donde se vendía y cuando alguien elegía sus libros, lo recordaba y, cuando el lector aparecía de nuevo en la librería, se le acercaba e intentaba hablar con él para conocer su opinión... Hoy es acoso, pero las editoriales siempre han sido, mayormente, un intermediario cruel entre la imprenta y alguien que tiene el sueño de ser leído, como un músico de hacer música, como un actor de actuar. —¿Cree que existe una generación de escritores –tanto poetas como novelistas– en Sevilla que merece de una cobertura de garantías? —Sí, claro, te voy a nombrar a tres mujeres: Noelía Morgana, Saray Pavón Márquez y María José Menacho. Son tres escritoras que cualquier libro de ellas que consigas te va a atrapar de un modo u otro... O por el estilo (los tres diferentes), por la temática, por la certeza con la tratan los temas que tan... Las tres con diferentes historia, vida y situación... Tres hombres; Pedro Lérida, Miguel Carrión y Sergio Salvador Campos, poesía y narrativa, con estilos diferentes, pero con un pulso al desarrollar
las historias increíbles. —En Buenos Aires fue locutor de radio para una emisora rock, ¿cree que existe una influencia de la música en su obra? —Totalmente, Escuchar Pearl Jam a los 16 años me movilizó a comprender qué decían, y así aprender a buscar el modo de transmitir lo que ellos me transmitían a mí, esa punzada de relatar algo que debes creerte, pero en clave rock. Cuando descubrí Tool y White Zombie, me di cuenta de la importancia de un concepto en la obra, y comencé a trabajar mucho más en las ideas que quería plasmar, y en la métrica de un verso para que en breves letras puedas alcanzar una buena expresión de una idea. —¿Podríamos hablar de ciertas sinergias entre autores y bandas? —Por supuesto, de infinitas. En el caso de Argentina, muchos de los músicos de la generación de los ‘70 han leído a Roberto Arlt y han acercado sus ideas a las canciones, sobre todo con una cuestión de la crueldad porteña... Bukowski con otros tantos, y claro, el tano, los tangueros como Homero Manzy y Discepollo, siempre nos ha puesto un dedo en la frente... una poesía no es solo algo intangible, se pueden contar historias en un par de estrofas... Y cada vez que escucho flamenco (cante jondo o seguidillas sobre todo) me vienen Lorca y Machado, es inevitable. —Relativo a la publicación de nuevo poemario en los próximos meses. ¿En qué aspectos cree que esta nueva obra se desliga de las anteriores obras? ¿O es una publicación continuista en forma o mensaje? —Es una ratificación de estilo, tanto técnico como de vida en verdad. De nuevo aparecen Buenos Aires y Sevilla, y lo que he sido en ambas ciudades... Intento que, al leer estos poemas, se llegue a tener, esta vez, una sensación de tranquilidad. En los libros anteriores decía en las introducciones que estaban hechos con la vocación de salir a la Luz, que hay dolor, pero todo es aprendizaje... Hay un poco de rebeldía, cosas oscurillas, pero, sobre todo, un lenguaje claro, con historias nada pretenciosas y ácidas, Y, claro, un mensaje casi conceptual. —Estaré atento pues a la fecha de su publicación. De nuevo, gracias por su tiempo. —Gracias a ustedes por esta ventana y por hacerme recorrer en este calor sevillano las callejuelas que anduve correteando por Buenos Aires leyendo a Roberto Arlt, Borges y Cortázar. Si va todo bien en diciembre estaremos en la calle con Buitre Negro Ediciones y un nuevo puñado de poemas que se dejan leer en un bar, en un tren, en un atardecer con mucha luz. ~
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Arte Mencionábamos en números anteriores lo más destacado de los pabellones nacionales, así como las exposiciones que completan la muestra veneciana. Aportamos ahora una mirada -diletante y curiosa- de otros artistas y obras
Lo que vivimos en la Bienal Augusto F. Prieto (1) Wong Chen Pou, A BONSAI OF MY DREAM
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Evento colateral de la Región Administrativa Especial de Macao, China. Basándose en los miniaturistas de la antigua China, el artista reúne una serie de fotografías, esculturas, y pinturas que aluden al Shan Hai Jing, el «Libro de los montes y los mares». Este grupo provoca una reflexión sobre las posibilidades de la imaginación, y la emergencia de la pieza de arte desde la materia prima, también del humor. Sugiere genios tutelares, y civilizaciones basadas en el poder de la colectividad.
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(2) Antoni Miralda, Joan Rabascal, Dorothée Seiz, Jaume Xifra, RITUAL EN QUATRE COULEURS, 1971 Pabellones del Arsenale. De la serie Ceremoniales de los años 70, se trata de una de las habituales performances miraldianas. Trescientas personas envueltas en colores, desfilan y posteriormente se dan un ágape campestre. El artista trabaja en la crítica de la sociedad de consumo, mediante la subversión de los alimentos, y de los símbolos externos de la apariencia. Haciendo a los participantes cómplices, protagonistas de una ceremonia lúdico-subversiva.
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(3) Ernesto Neto, UN SAGRADO LUGAR, 2017 Pabellones del Arsenale. Es una especie de tienda de campaña, o lona de camuflaje, presentada como chill out, y realizada con materiales orgánicos, que quiere ser una llamada de atención hacia la madre tierra, la espiritualidad de la naturaleza, en un panteísmo de la vida social, que trae a colación el sustrato antropológico de las sociedades primigenias, y el riesgo de su desaparición. Lo nativo tiene varios puntos destacados en esta bienal.
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(4) Carole A. Feuerman, PERSONAL STRUCTURES, OPEN BORDERS Giardino della Marinaressa Muy impactante, tanto por el lugar donde están situadas, un parque público, como por la potencia de su hiper-realidad. El trabajo técnico también es muy destacado, se trata de esculturas fundidas en bronce y lacadas, con adherencias de pan de oro, o de acero inoxidable pulido. Son impresiones de verano, inquietantes en cuanto congeladas. Estudios anatómicos. Retratos psicológicos. La búsqueda de una apariencia desbordada por las medidas. Feuerman es una de las más destacadas protago-
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Arte presentadas. Esta es una muestra que presentamos en Aladar contiene lo más interesante de lo que se pudo vivir en la Bienal de Venecia: Ernesto Neto, Carole A. Feuerman, Recycled Group y Marlechen Danz entre otros nocimientos, y los posos que nos están formando como una civilización unificada. Queremos ver una crítica al racismo y una exaltación del mestizaje, en un objeto artístico que, además, es hermoso, y sigue las tradiciones clásicas. (6) Jelili Atiku, MAMA SAY MAKE I DEY GO, SHE DEY MY BACK, 2017 Pabellones del Arsenale. Continuamos con lo étnico, lo ancestral, lo profundo de la ritualidad de sociedades olvidadas. Retornamos a África. Un video y una instalación que analizan el impacto estético de la cultura Yoruba, su fuerza, su presente y su influencia. Atiku se basa en el códice Odu Ifa para hacer presente la energía vital de estamentos altamente espiritualizados.
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(7) Roberto Cuogi, IMITACIONE DI CRISTO, 2017 Pabellones del Arsenale. Lo más repugnante de todo lo que hemos visto. Una serie de cadáveres descomponiéndose en una atmósfera malsana. Momias. Olor a putrefacción. Ácaros. Una especie de morgue, donde los cuerpos descarnados, terriblemente reales, simulan las posturas de cristos yacentes. Nos remiten a la escatología del cristianismo. A las representaciones de lo religioso en la cultura católica, siempre entre el materialismo de lo icónico, y lo espiritual del planteamiento. (8) Giorgio Andreotta Calò, SIN TÍTULO (EL FIN DEL MUNDO), 2017 Pabellones del Arsenale. De lo más impactante. Con una fina lámina de agua, el artista crea una situación especular absoluta, en la que nos cuesta situarnos. Ayudan a esta confusión la iluminación, así como los andamios que sostienen la estructura, y el anfiteatro provocado para la observación. Tiene algo apocalíptico, efectivamente. Pone también en valor el ámbito enorme de las naves del Arsenale. (4)
(9) Recycled Group, BLOCKED CONTENT nistas del hiperrealismo estadounidense. Expuesta a lo largo del mundo, es adorada por los magnates, que coleccionan sus trabajos, desde Malcolm Forbes, a los Clinton, o el emperador de Japón. La muestra se complementa con otros formatos en diferentes lugares de la laguna, como el jardín del restaurante Venissa en Burano. (5) Marlechen Danz, TOPOGRAPHIC MUD FLOOR, 20162017
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Pabellones del Arsenale. El cuerpo humano representado como una estratigrafía -vuelve el polvo al polvo- nos da mucho que pensar sobre la sucesión de las eras, los co-
Giardini Pubblici, pabellón de Rusia Bordeando el universo de la inteligencia artificial, en un juego con lo oculto, se nos propone una creación interactiva, a caballo entre la realidad virtual y el paintball. No comprendemos el alcance de la obra si no pasamos ante ella un lector electrónico debidamente habilitado. Lo que se crea en la sala es una performance de espectadores que tropiezan entre ellos, o anhelan acceder a lo que otros están viviendo. El mural está inspirado en el noveno círculo del infierno dantesco, y resulta opresivamente efectiva. Es una reducción de lo que vemos cada mañana en un paso de peatones en Samara, Chengdú, o Winnipeg: incomunicación. ~
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Atelier de músicas
El director valenciano es asistente en la Orquesta Sinfónica de Seattle y ha sido invitado a clausurar en octubre el Festival de Donaueschingen, la cita mundial más importante para la música contemporánea, con la Orquesta de la SWR de Alemania
DIRECTOR DE ORQUESTA
PABLO RUS BROSETA
«Dirigir música de vanguardia me facilita luego hacer Bramhs» Ismael G. Cabral {El nombre de Pablo Rus Broseta lleva algún tiempo sonando con fuerza en el ámbito internacional del mundo de la dirección de orquesta. El joven maestro valenciano es actualmente director asistente en la Orquesta Sinfónica de Seattle, avalado por Bernard Haitink. Hace unos meses recibió además el encargo de dirigir el concierto de clausura del Festival de Música Contemporánea de Donaueschingen (Donaueschinger Musiktage) –la cita más importante de esta música en Europa– que tendrá lugar en esta ciudad alemana el próximo 22 de octubre. —¿Cómo ha llegado hasta sus manos esta responsabilidad? —Llevo trabajando desde 2012 con la Orquesta Sinfónica de la SWR (Sur de Alemania) en proyectos de grabación y otros muchos relacionados con la nueva música. Hice con esta orquesta el concierto inaugural del Festival Música de Estrasburgo en 2015; estrenando en aquella ocasión el fresco orquestal In Situ, de Philippe Manoury. También he hecho lecturas de obras con la orquesta de jóvenes compositores. —¿Había asistido antes como músi-
co o público a Donaueschingen? —No. Para mí ha sido todo un honor que delegasen en mí esta responsabilidad de clausurar la edición de este año. Este Festival es la cuna de la música contemporánea europea. Para mí es muy motivador dirigir allí. —En el concierto estrenará obras de Marcus, Illés y Czernowin. ¿Que nos puede contar de cada una de ellas?
«En Alemania se dan las mejores condiciones para dirigir música actual» «Me gustaría trabajar más en España pero de momento este curso solo lo haré una vez» –Son tres obras muy dispares, lo cual agradezco mucho porque así el programa resultará atractivo y más asimilable por el público. Hay cierta tendencia en los conciertos de música contemporánea de unir composiciones con estéticas parecidas. En
El director de orquesta Pablo Rus Broseta está afincado en Seattle (EEUU). / Brandon Patoc
este caso, la de Bunita Marcus, White Butterflies, mira al mundo de Morton Feldman; mientras que Márton Illés, en Ez-Tér, se acerca más a la modernidad centroeuropea sin perder el lirismo. Finalmente, Guardian, de Chaya Czernowin, para violonchelo y orquesta, es una gran composición de casi media hora que tiene una escritura muy clara y práctica. —¿Aborda también el repertorio clásico-romántico porque no quiere encasillarse como especialista en música contemporánea? —Lo hago porque como músico necesito de ambos mundos. Me gusta abordar la gran paleta del repertorio; y a menudo siento que para defender obras actuales debo trabajar mucho a los clásicos, Beethoven, Brahms... No concibo la música de vanguardia sin el repertorio anterior del que parte; porque entonces habría una desconexión. Y no es esa mi visión. Pero, a la vez, siento que hacer música de hoy también me facilita luego la tarea de dirección cuando regreso al repertorio, son como dos universos que se retroalimentan. Gracias a las composiciones actuales cuando tengo delante
una partitura clásica percibo como si la fuera a estrenar, como si fuera música radicalmente reciente. —Las obras nuevas exigen muchos ensayos. ¿Encuentra siempre las condiciones óptimas para ello? —Tenga en cuenta que la Orquesta de la SWR que toca en Donaueschingen es la mejor del mundo para hacer música de hoy. No hay otra mejor; quizás la de la WDR de Colonia también sea igualmente potente. En Alemania las condiciones para defender estas creaciones son inmejorables; con muchísimos ensayos totales y seccionales con las familias de la orquesta. —Sin embargo usted reside en Seattle; un universo, el estadounidense, radicalmente distinto en lo musical al germano... —La música contemporánea se vive de una forma diferente en un lado y en otro; es cierto. Aunque las cosas están cambiando y cada vez se escucha más música moderna aquí, en USA. Lo que ocurre es que cualquier orquesta americana hace muchísimos programas; y apenas existe tiempo suficiente para abordar conciertos de estricta música de hoy. Aunque tanto en Seattle, como en San Francisco y Los Ángeles, sus orquestas están prestando más y más atención a todo esto. —Sorprende, para mal, que siendo español, su país no cuente prácticamente nada en su agenda. —Me gustaría que esto no fuera así. En abril de 2018 dirigiré a la Orquesta de Valencia. Tengo ilusión por trabajar más en España... —¿A quién debe más en su formación como director de orquesta? —Empecé a estudiar en Francia y los ensembles de música actual como el Intercontemporain me marcaron mucho. Luego estuve un año en residencia con el Ensemble Modern de Frankfurt. Estudié con Lucas Vis, un especialista en repertorio de vanguardia. Pero también fui asistente de François Xavier-Roth, con el que abordé a los clásicos. Siempre he intentado cuidar estas dos vertientes. —¿Es tan fiera la competencia en el mundo de la dirección? —Es difícil salir adelante, la meta siempre está lejos. Pero, honestamente, yo estoy centrado en mi trabajo y no miro demasiado lo que pasa a mi alrededor. Llevo años dando vueltas por el mundo pero todo ha formado parte de un proceso natural en el que te limitas a dirigir y las cosas van fluyendo. Cuando te sale una oportunidad de ir a un sitio solo esperas hacerlo bien para que el teléfono vuelva a sonar y te inviten de nuevo. —¿Cuál es su modelo de concierto sinfónico ideal? —Mi compositor fetiche es Stravinski. Con la Orquesta de la SWR pude hacer hace algún tiempo un programa mixto precioso con partituras de Alban Berg, Igor Stravinski y dos piezas recientes de Wolfgang Rihm. ~
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Ópera Arranca la temporada operística en el Teatro Real de Madrid con una producción estupenda que va dejando un excelente sabor de boca a los aficionados. ‘Lucio Silla’, obra firmada por Wolfgang Amadeus Mozart cuando sumaba dieciséis años, se presenta por primera vez en Madrid con una escenografía acertada y una dirección musical más que notable
Mozart es Mozart en cualquier caso Gabriel Ramírez {Un calor que debería ceder sigue persiguiendo a la enorme cantidad de turistas que pasean las calles de Madrid. Las sombras siguen cotizándose con generosidad, el agua fría sigue convertida en un producto tan necesario como caro en el centro de la ciudad. Y Mozart suena en el Teatro Real. Un lujo para comenzar la temporada que, ya lo avanzo, ha sido más que agradable. Aunque el gris se apoderaba del escenario, al mismo tiempo, la luz se posaba sobre cada uno de los espectadores que disfrutaban del espectáculo. Mozart es Mozart. El Teatro Real celebra el bicentenario de su fundación y, además, que hace veinte años se reabriera tras su remodelación. Así que este año es especial y la programación parece serlo. El trabajo de Joan Matabosch ha sido impecable desde que se hizo cargo de la dirección artística. Y este año no podía ser menos. Lucio Silla es la tercera ópera de las que compuso Wolfgang Amadeus Mozart ajustándose a las normas, algo rígidas, de la ópera seria en las que arias de capo se repartían de un modo muy concreto antes de llegar a un final feliz casi obligatorio. El libreto lo firmaba
El arranque de la temporada operística en el Real ha dejado muy buen sabor de boca. / Javier del Real
Giovanni de Gamerra intentando defender una idea que la ópera seria de la época trataba de forma bastante habitual. Gamerra quiere
vanagloriar a los monarcas absolutistas de su tiempo puesto que los movimientos políticos del momento ya anunciaban una revolu-
ción de las ideas y un gran peligro para las monarquías que ya no se justificaban de ninguna de las maneras. Por otra parte, no descubro nada si digo que Lucio Silla es un claro anuncio de lo que fue, posteriormente, La clemenza de Tito. La producción del Teatro Real cuenta con la dirección musical de Ivor Bolton. Esto significa un gran cuidado con lo que sucede en el escenario, una delicadeza y rigor extremos en la lectura de la partitura y entusiasmo que se traslada a los músicos con naturalidad. En esta ópera, aunque el comienzo puede parecer algo dubitativo, el resultado es agradable, certero y más que beneficioso para los cantantes, puesto que algunas de las arias parecen buscar el exceso vocal, el límite de los registros. Mozart, que compuso la obra atendiendo a las necesidades de cada uno de los cantantes, parece que no se enamoró de ninguno de ellos y les quiso poner en aprietos. Tal vez, los escasos dieciséis años del compositor, le hicieron exagerar en algunos aspectos de la partitura porque la búsqueda de un estado de ánimo del personaje se puede hacer con menos exigencias. Y el trazo se hace grueso en el caso de Lucio Silla que se desmadeja en algunos momentos. Dadas las circunstancias, la dirección de Bolton es la que se necesitaba en esta ocasión. Claus Guth, director de escena, dibuja un escenario en el que el estatismo propio de este tipo de óperas tiende a desaparecer. La plataforma central, en constante movimiento, va diluyendo esa característica que hoy nos produce cierto rechazo y aprovecha, además, para ir trazando las sensaciones, los estados de ánimo o las obsesiones, de los personajes al colocarlos frente a detalles evocadores que exigen la colaboración del público para que sean entendidas. Uno de ellos piensa en otro y solo es capaz de alcanzar a ver su sombra sobre una pared. Y eso es lo que vemos nosotros. Todo se torna difuso, todo es confusión. Muy, muy, inteligente esa puesta en escena. Aunque lo mortecino de los colores, la tristeza que desprende ese escenario, la profundidad a la que invita, rebaja el mérito injustamente al no resultar bonito. El que escribe disfrutó de un segundo reparto que estaba compensado aunque tampoco ofreció nada del otro mundo. La corrección vocal y una interpretación, también, correcta, es el resumen que se puede hacer. No es fácil desarrollar arcos dramáticos en los que la duda es la que manda, pero todos salieron vivos de la batalla. Esta vez, el coro dirigido por Andrés Máspero, se sumó a ese estar bien a secas. No enamoró como casi siempre ocurre. ~
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Fotografía En la madrileña Sala Bárbara de Braganza de exposiciones de MAPFRE, y hasta el 7 de enero de 2018, se celebra la exposición de este maravilloso y perturbador fotógrafo que hará las delicias de cualquier interesado en la plasmación gráfica de ideas, pensamientos y sentimientos de todo tipo
Nicholas Nixon, el fotógrafo de la piel Daniel González Irala {Piel no sólo en el sentido de dermis (que también), sino de textura, referida a esas series New Topographics en las que vemos magníficos reflejos de luces y sombras sobre fachadas o edificios de cristal, ladrillo o cemento. Nacido en Detroit (Michigan) en 1947, la exposición situada en la Sala de Exposiciones de MAPFRE, comisariada por Carlos Gollonet, se centra sobre todo en los retratos de este artista centrado en las posibilidades descriptivas de la cámara y de cómo gracias a ella se logra una tensión entre lo visible y lo invisible (pensamientos, sentimientos,…), todo para que salga ganando precisamente lo implícito, lo que no vemos pero imaginamos; sin ello estas fotos que pasamos a comentar serían bastante menos. A veces puede resultar incómodo el hecho de pretender universalizar algo tan privado como la propia intimidad, el mundo privado que provoca recuerdos y emociones en el visitante cualquiera que sea su condición. Nixon logra esto gracias a una mirada empática y a la vez resiliente. La mayor parte de las series están trabajadas con la lentitud, durante largos períodos y con ausencias, pero ininterrumpidamente. Para ello utiliza una técnica que de sencilla parece obsoleta a través de cámaras de gran formato que imponen cercanía con los retratados, siendo el hilo conductor el de un mundo en constante reinvención, sin límites. Es un trabajo que explora las posibilidades del blanco y negro desde la nitidez de lo inasible, un encuentro visual que debería interesar no sólo a fotógrafos, sino a todo tipo de artistas plásticos y que empieza con ese autorretrato en primerísimo plano en escorzo donde vemos transpirar los poros de la zona situada entre las cejas y el bigote. La primera serie de nueve imágenes pertenece al grupo New Topographics y está dedicada a la localidad estadounidense de Alburquerque; son fotos para las que utilizaría una Leica para después dar paso a otra de mayor formato de 4x5 pulgadas; todas ellas están tomadas sean pequeñas o grandes con una claridad y definición inusitadas en otros formatos, así como desde un punto de vista elevado. Destaca la nocturna y minimalista New México Savings Bank; consigue atrapar la luminosidad de una nube blanca en un cielo cubierto en la de Río Grande, siendo Extremo Noreste una muestra de lo pequeño de lo edificado frente a un desierto típico de western. En
Nixon centra su trabajo en las posibilidades descriptivas de la cámara. / Nicholas Nixon
toda la serie en general juega a iluminar una parte importante de la fachada de las casas, haciendo juegos de sombras que inspiran soledad. Desde el uso de una cámara de aún mayor formato (8x10 pulgadas) descubrió Nixon que era innecesario ampliar. De esta forma, en Vista desde el centro del MIT en Boston destaca la nitidez a pesar de la lluvia y oscuridad, así como la iluminación en puntos del fondo, siendo la sensación gris y poco esperanzada. En Vista de Battery Plaza, NY, bajo el entretenimiento de las pequeñas ventanas de cristal del mega edificio retratado, vemos cómo abajo (en los cimientos) está lo oscuro, matizado en una calle cualquiera que reconoceríamos pronto. Más típicamente cinematográfica es su Vista del Midtown, NY que se nos asemeja más atardecer, que el amanecer de los brókeres de Wall Street. En la serie Porches, formada por fotos todas ellas disparadas con trípode, Nixon investiga a partir de 1977 el retrato; son estas fotografías litera-
rias y documentales en tanto en cuanto abordan entresijos psicológicos y misteriosos de familias, hombres y mujeres. Destaca Brattle Street, Cambridge donde vemos a un padre o abuelo con gorra buscando papeles en su cartera de piel; en ella, la nítida sombra sobre una pared da idea de una falsa luminosidad. La serie Las hermanas Brown, una de las más promocionadas también tiene su misterioso afán; con cierto aire de álbum familiar, Nixon retrata a cuatro hermanas durante una vez al año, de modo que en ella vemos cambios posturales, de peinado, de vestuario notándose el inexorable paso del tiempo por este conjunto de 43 instantáneas. Ellas son Heather, Mimi, Bebe y Laurie. Ya de 1978 a 1979 notamos cambios de adolescente a mujerona en Bebe; del mismo modo Mimi cambia una barbaridad al cortarse el pelo alrededor también de esos años. Tomándose tiempo en mirarlas, mi favorita quizás sea Heather quién, a pesar de sus camisas a cua-
dros muestra mayor fidelidad en el modo de vestir, mirar y comportarse desde el principio al final. Todo un proyecto este, digno del mismísimo cineasta Richard Linklater. En Ancianos se retrata a personas que viven en residencias de mayores, centros u hospitales, destacando las manos agrietadas y venosas de M.F., el hieratismo y fino pelo de C.C., la lágrima a punto de estallar de A.I. o la ternura de A.E.; a esta le sigue una serie de seis paisajes de campo, fotos con mucha información, barrocas en el sentido de recargamiento vacuo y más pesimista en árboles y plantas, es decir, seres que no son humanos o al menos no respiran. Personas con SIDA es un conjunto de nueve fotos divididas en subseries de tres, más otra serie de seis dedicada al enfermo Tom Moran. De Sappenfield de Dorchester destaca la cara de preocupación de un padre por su hijo encamado. En los Perham de New Hampshire muestra la sintomatología de un padre enfermo a través de su mirada y extrema delgadez, siendo la enferma Colebut, Rhode Island la que vive más en soledad esta tremenda epidemia. De las de Tom Moran, técnicamente destaca una disparada en 1987 en que el retratado de espaldas trata de buscar desde su tortuosa sombra un poco de luz en una ventana. En Parejas de 2002, la idea del amor en pareja conduce al fracaso, son fotos de cuerpos desnudos besándose acostados; en ellas sólo parte de las zonas del cuerpo a retratar nos son mostrados. Nos encanta S.V. y R.L, Cambridge o J.A. y E.A., Massachusetts volviendo de nuevo a las New Topographics destaca poderosamente la de 2008 Vista de la Old State House en Boston, donde crea una textura con el cemento u hormigón humedecidos más que interesante. En sus Fotos familiares, descubrimos que Bebe (de la serie Las hermanas Brown) es su esposa, por quién siente una lógica predilección y a la que saca bellísima en una bañera y después dando la mano a su recién nacido bebé Clementine, cuyos ojos abiertos en el retrato de 1986 dan una idea de su crianza. Otros retratos en gran formato son los de V.T. y J.S. en los que trabaja con la piel negra de forma prodigiosa; la imagen Revere Beach consigue sacarnos una sonrisa ante tanta intensidad; en la jamaicana L.P. y H.P. muestra a través de las uñas comidas de una madre, su propio nerviosismo o ansiedad. Queda por último reseñar la serie Bebe y yo de diez imágenes, probablemente la más intimista de todas; en ellas contemplamos el paso del tiempo, así como la necesidad de templanza y alerta a través de la expresividad de los ojos. Dos pares de labios en que unos se abren o el cuello tras una barba sin afeitar son otros espléndidos ejemplos. ~
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