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LA MUERTE DEL SINSONTE

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DEL EDITOR

DEL EDITOR

Desde la tierra de las aves sin nido, el ave antes de la muerte cantaba a la vida, con carcajada homérica se elevaba el canto de metéorico ascenso a las cumbres de las liricas del bosque. Sus versos albergaban amantes, cobija de plumas fulminantes en la primavera abierta al telón de azaleas. El ave antes de morir, no sabía de su muerte y los cazadores, corazón de acero, ya escarbaban al pie del limonero

... para matar y enterrar la voz del escondido sinsonte. En la mentida noche del monte, entre las aves de luz inquietas, por juegos de saetas, el sinsonte, ilusionado de cielo, ignoraba el desvelo de la muerte secreta.

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Y la muerte llega, en la noche discreta. Si encendida fuese la tumba! Quizás! Para iluminar el lamento y evidenciar el fracasado intento de moribundos cantos sufridos.

Es el momento, últimos latidos, se oyen fantasmas de ecos perdidos y entre los vagos sonidos, errantes en el bosque desierto, el sinsonte finge de estar dormido y viene asesinado con un ojo abierto.

Laboratorio De Wuan

Dicen que en el laboratorio de Wuhan se cultivan extrañísimos microbios, venenos biológicos, alexitarias desconocidas, virus de epidemias muy antiguas, de pestes florecidas, fermentaciones de especies putrefactivas, bulbos teratológicos de tiniebras siniestras, con ejecuciones bien en vista.

Dicen que en el laboratorio de Wuhan germinan virus de maldad imprevista, de bajezas y miseria presente. Dicen que la senda gibosa que hinca la mente es un agujero negro que arrastra avideces, histerismos, perversiones, estropeos arlequinados de la naturaleza humana, brutalmente penetrada en un charco de conciencias palurdas que anuncian un nuevo modo de vivir el mundo.

Vida chata sin estatua de protesta, sin pensamiento profundo, vida de sueños abortados, de verguenza reprimidas, donde se añora el pasado.

Dicen que en el laboratorio de Wuhan se mata el alba y se reparten sombras sobre todas las cosas, contaminación, aire estancado sin una brecha de claridad de pájaros. La gente dice disparates, hacen ruidos extraños, escriben libros que no revelan la apéndice repugnante, hablan de todo sin saber nada, la lengua es un arma afilada que no habla del camino colonial del capitalismo, donde el hombre y el polvo valen lo mismo que una playa con sus montones de basura, pudriéndose en la fúnebre arena que castiga, como un relámpago que fulmina una espiga.

Guerra

¡Guerra!

Ruidos ensordecedores, La muerte acecha en las emboscadas. Los niños lloran y no se oyen en el bombardeo. En las noches de alquitrán donde las estrellas no son solo estrellas y la luna es sólo un fogonazo que rompe las almas, la música es una sirena que estremece las voces de las madres cerradas en la canción de cuna, llanto cantado lleno de amor. Los soldados que no son soldados rezan y van siendo muchos en el temblar de la vida, van siendo muchos en los rostros que se alumbran como brasas, hasta que en los huesos algo se rompe, van siendo menos, muchos menos sin el camino que lleva al lugar donde como sílabas de fuego, ardían escondidos detrás de la inocencia.

Crónica de un conflicto militar y no solo

¿Hacia dónde irán los muros de tu patria?

¿Hacia dónde irán las fronteras que no responden?

¿El cielo libre donde soñabas el salto evolutivo del hombre?

Dentro la ambición la patria herida se remueve y el dolor da codazos, es una sombra negra del mundo al miedo abierta.

Te despiertas una mañana y está en vigor la ley marcial. El presidente de tu país hace un llamado a las armas para todos los hombres hábiles; una llamada para prepararse para combatir. Si puedes, preparas las maletas y pones en el coche las cosas más importantes y escapas. En el mundo a tu alrededor hay más sucursales de la Nato que cafeterías, y por si no bastara una pandemia sigue golpeando la población. Te sientes como si estuvieras dentro de un libro mal escrito de historia. No es una pesadilla, no es un sueño. Recuerdas cuando en 1991 mirabas la guerra del Golfo por la televisión, y ahora te das cuenta que llegó tu turno, ahora estás tú en la televisión: la guerra que antes era de otros, ahora es la tuya, estás dentro de la guerra que la mayor parte del mundo mira. Y tienes miedo, miedo que la guerra se vuelva una masacre que se mira en televisión, una matanza que entretiene a otros, no a tí. Te acuerdas de los campismos yugoslavos que mirabas en televisión y que en un abrir y cerrar de ojos se volvieron campos de concentración, de muerte. Puede ser que otros en distintas partes del mundo te vean morir mientras comen con sus familias, conversando en la mesa. Ahora tú no haces comentarios, rezas y lloras. Lloras sabiendo que no sirve para nada llorar. La guerra es el presente y no es Arnold Schwarzenegger el soldado afuera de tu ventana que se prepara para luchar, puede ser que sea tu vecino, puede ser que sea tu hijo, tal vez seas tú.

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