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DORISS HERNÁNDEZ AMADOR.

PUNTO ESCARLATA:

Evocando El Encierro Y La Soledad Sufrida

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En La Pandemia Por El Covid 19 Hace Dos A Os

ESCRITO POR:

LORENA AVELAR.

Regreso al exterior

No se descubrir este impulso recurrente de volver a la ciudad que me hiere y me enamora, es el mar que me llama, es una nostalgia profunda, asonante, es un verso constante entre aquella tierra y mi coexistir persistente.

Se acorchan los dedos y la boca se seca de tanto tragar distancias. Conozco las conquistas imposibles, de las tenaces sombras que engullen los proyectos más soñados, los laberintos que se visten de verde y rojo para parecer veredas amables y los tropiezos que te dejan hecha trizas la cordura. Al otro lado del quicio diviso el mundo esperado, el agua, el sonido quejumbroso y monocorde de una gaita, la luz de algún lucero, o la nada

La nada también existe y tiene corazón de olvido y ojos de lechuza loca. No hay más doloroso amor que el no sabido No hay más terrible hambre que la saciada sin milagros. No hay sollozos de tierra en los muros del espíritu que busca disfraces de viento y agua.

Hoy fue el día que esperaba. El día en el que no ocurrió lo más deseado: la visita de un pensamiento. No quise pensar en nada particular. No analicé. Mi mente sólo flotó sobre las aguas, como un delicado barco a la deriva que espera una señal para encontrar la dirección hacia donde enfilar la proa. No hay sol, hay lluvia, una lluvia constante que moja el cuerpo, pero transforma el alma, y el viento bulle en mi rostro como una bofetada asestada y profunda, marca miserable y cobarde, en mis húmedas mejillas cansadas de recibirlas

Ahora se que todo debe cambiar. Pero esta sentencia no es una revelación de hierro dogmático, o un supuesto libro divino. El eterno regreso no es una imposición. Es una pregunta que no pide una respuesta. La señal es la que debe brotar del cuerpo sudoroso, de la sangre incendiada, de los hombros conmovidos por un gran peso.

Mientras se apaga el día, sólo quiero dormir y aliviar la fatiga. Pues en las espaldas siento estacas taladrantes y pesadas. La voz del único pensamiento más profundo. Necesito descansar. Ya no hay tiempo para evasivas y consuelos Quiero que el silencio congele el aire y pierda mis lamentos, con un Punto escarlata, para que al despertar regrese al exterior de esta mentira.

Hemos escrito con anterioridad sobre la falsa idea del amor, así como de la extimidad que se da en nuestros días y que impide que podamos realizar el amor en su expresión más pura, a saber: darse al otro ser humano reconociendo su tremendo esfuerzo por existir.

¨Por supuesto, la narrativa de nuestra época sigue recordando con nostalgia la idea que implanto en la sociedad sobre el “amor”, es decir: el sustento con el cual impuso como norma social el deseo de ser amado Este deseo, como hemos visto con anterioridad, se conjuga con la dimensión hiperegoica tan característica de nuestros tiempos, con lo cual se anula la posibilidad de pensar en el amor como un reconocimiento de símismo en el otro, entonces, ¿Podemos pensar que no existe una manera en que el amor nos permita reconocer al otro en su estado sufriente? ¿Qué nos cabe esperara con respecto del amor?

El hedonismo como imposibilidad de responsabilizarse por el otro.

Nuestros tiempos se han caracterizado por el hiper hedonismo que desborda nuestra existencia. Zigmunt Bauman han mencionado que esta época se encuentra representada por la liquidez, a saber: la imposibilidad por dar un sustrato de peso, de sentido y fundamento a nuestro quehacer humano.

Si esta época es líquida, entonces, todo lo que realizamos se escurre por entre nuestros dedos, todo es inmediato, laxo, simple y sin sentido. Nada importa, pues

Entonces, ¿Dónde queda la posibilidad de crear un puente de comprensión al otro donde todo es efímero, liquido e inmediato? Por supuesto, debemos decir que el “amor” es un acto que, como pensaba Aristóteles sobre la virtud, debe realizarse continuamente. Si algo es efímero e inmediato, queda claro que nadie podría volverse responsable por ello, de ahí que se de una imposibilidad por mirar al otro ser humano con responsabilidad y amor, puesto que no tendría ningún peso la persona, seria cosificada y, por ende, reemplazable per se. Y esto es lo que ocurre en nuestra época; la cosificación del otro se presenta como un problema sumamente grave, ya que reducir a las personas a la condición de cosa elimina la posibilidad de comprender el dolor y el sufrimiento del otro, lo que significa que a su vez nosotros no podamos comprender nuestro propio sufrimiento. Este sentido de imposibilidad por responsabilizarnos por el otro nos impide “arrojarnos al otro”, tratar de entenderlo, y solamente nos quedamos en el acceso inmediato al placer sin responsabilizarnos por nuestras acciones, lo que delata un infantilización social que somete a las personas a replicar la dialéctica de “amo-esclavo”, sin saber que ellos mismos han decidido auto esclavizarse al imperativo de la falsa felicidad actual.

Todo esto significa que no vemos al otro como un ser sufriente, que nos importa muy poco o nada su vida, pero exigimos del otro que nos endiose, que seamos su centro de atención, y, en el momento en que perdemos el interés debido a nuestro aburrimiento, simplemente decidimos cambiarlo por otra distracción, sin entender el dolor que le causamos al otro ser humano.

Conclusiones.

Por supuesto, debemos decir que, por fortuna, no todas las personas se encuentran aún en estas circunstancias. Que, en efecto, todavía podemos esperar que la relación que realizamos con el otro ser humano se encuentra en posibles condiciones de reconocimiento de su estado sufriente, que podemos ser acompañantes del dolor que significa vivir permitiendo la libertad del otro ser humano.

Por supuesto, también debemos hacer énfasis que el “amor” no se constriñe a las relaciones de índole de pareja -noviazgo, matrimonio o demás posibles formas de vinculación socioafectiva con otro ser humano-, el “amor” se da como un reconocimiento de la humanidad sintiente del otro ser humano, lo que significa que existe una preocupación por ese ser amado, y esta preocupación demuestra una de las grandes cualidades que tenemos como especie: la protección por quienes amamos.

De esta manera, construir un mundo donde el hiperegoísmo no sea el imperativo de las relaciones humanas se vuelve menester en nuestra época, lo cual significa un esfuerzo de nuestra parte por comprometernos a la comprensión del estado sufriente del otro ser humano, con lo cual podemos crear nuevos puentes de comprensión que nos permitan crear una nueva sociedad, un mundo-otro.

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