En mayo de 1963 se publicó el título EL RECTÁNGULO EN LA MANO, con una selección antológica de 17 obras del fotógrafo Sergio Larraín. Este pequeño libro, hoy casi imposible de encontrar, corresponde al segundo número de los denominados Cadernos Brasileiros, iniciativa auspiciada por la Embajada de Brasil en Chile
Las novias de Antonio Zaida González Ríos
c o l e c c i ó n d e f o t o g r a f í a c o n t e m p o rá n e a
el r e c tá n g u l o
Santiago de Chile, 2009
LA DISIPADA VIDA DE ANTONIO Todo hace pensar que lo de Antonio y Zaida fue un amor a primera vista, un flechazo entre dos seres de orígenes distintos que se miraron fijamente y descubrieron un halo de pureza en sus miradas. Sólo de esa manera se puede entender la dedicación obsesiva de la artista con su modelo y, en conmovedora y justa correspondencia, la entrega del perro protagonista a su descubridora, quien lo catapultó en la serie de fotografías Las novias de Antonio, aquí presentada, a la efímera fama. Antonio es flojo. Antonio es gozador. Antonio es una bestia en la cama. Antonio sonríe -concedámosle tal capacidad a los perros- y posa para la cámara rodeado de una cohorte de mujeres que se le ofrecen sensuales y voluptuosas. Antonio descansa antes de entregarse a fondo a sus arrebatos sexuales. Antonio vive rodeado de musas permanentemente dispuestas a satisfacerlo, y de esta forma, como bien sospecha Zaida González, a la mayoría de los machos le gustaría ser como Antonio. Zaida escoge a Antonio, un quiltro con aires de fox terrier, un perro sin raza definida y sin pretensiones de clase, para volverlo protagonista de un imaginario masculino que puede reconocerse fácilmente como chileno, latino por extensión y, finalmente, de dimensiones casi universales. Zaida se sirve de Antonio, un perro del artista visual Andrés Pizolti, y de sus novias para volver visualmente reales las fantasías más recónditas del macho ancestral y primitivo, que, dicho sea de paso, reaparece vigoroso a la menor provocación.
Estos
estereotipos son asumidos también, para facilitarle aún más la cosa a Antonio y sus secuaces, por muchas mujeres, entregadas de antemano a un guión preestablecido. Una encuesta informal expresó la voluntad pública de que el cóndor y el huemul del escudo nacional chileno fueran sustituidos por la paloma y el quiltro, animales menos míticos y solemnes, pero mucho más comunes y re-
conocibles como pertenecientes al ecosistema nacional. Zaida aprobaría con entusiasmo la moción, como bien demuestra su producción visual.
En sus contenidos, Zaida se hace cargo del flujo estereotipado de imágenes provenientes de la publicidad y de los medios de comunicación. En su
Volver protagonista del arte a un quiltro, y destaca el precedente de los
aspecto formal, quizás la influencia más clara en sus trabajos, de dimensiones
trabajos del artista visual Antonio Becerro, es una decisión política. El quiltro
calculadamente mínimas, haya que buscarla en las estampas religiosas, en todo
representa el reconocimiento de una identidad cultural mestiza que muestra
ese imaginario colorido de láminas que pasan de mano en mano y que permi-
su orgullo en su origen múltiple, de mezcla y que, por oposición, abomina
ten a los fieles tener contacto visual con santas y santos. Paradójicamente, y
del pedigrí, de la falacia que representa la hegemonía sanguínea de una clase
a pesar de haber sido su obra públicamente cuestionada por las autoridades
social que se piensa superior y que acude a los pergaminos para legitimar su
eclesiásticas, su obra difícilmente se entiende fuera de la matriz del catolicis-
comportamiento y sus actos exclusivos y excluyentes.
mo. Censura los valores hegemónicos de esta religión y pone en contradicción
Zaida González, que además de fotógrafa es veterinaria y que incorpora
sus discursos y sus prácticas sociales, pero expresa una fascinación que cae
cocodrilos, leopardos y serpientes de fantasía a su elenco, transforma en esta
cautivada por la imaginería religiosa, por la manera en que la visualidad ha sido
serie al quiltro en propietario y a sus chicas en mascotas. Ellas son, en su fisono-
ocupada secularmente con fines proselitistas para la divulgación de la fe. Desde
mía, representantes reconocibles de lo que podríamos denominar el mestizaje
su trinchera, Zaida nos invita a creer en otra cosa.
de la mujer latinoamericana. Sus cuerpos y sus rasgos son también familiares
Feliz y ajeno a las especulaciones sobre la obra de su mentora, Antonio ve
con algunos retratos antropológicos de las mujeres indígenas del Sur, de finales
condecorado su espíritu con una corona de ángel, aúlla de amor frente a sus
del siglo XIX, aunque la desnudez natural de aquéllas muta aquí a cierta culpa
insinuantes musas, yace extasiado de placer y frenesí con sus necesidades sa-
cristiana. También comparte con los retratistas decimonónicos el uso de un
tisfechas mientras espera con ansia contenida la merecida ofrenda de un hueso
espacio compositivo estable y único, que se repite metódicamente, y el uso de
gigante. La disipada vida de Antonio, representada en estas imágenes, produce
fondos y elementos que recrean en interiores espacios exóticos y salvajes de
una mezcla extraña de perplejidad y envidia.
infantil y perversa. Muchas de las imágenes exhiben bordes difuminados, abiertos y etéreos, con un cromatismo escolar reconocible de tonos fosforescentes que remite al estuche del colegio. Su obra, iluminada artesanalmente siguiendo una tradición clásica implementada por los primeros retratistas para vencer la imposibilidad técnica del color, se define también por la modestia técnica de su elaboración. Se recrea con una precariedad poética dispuesta a resolver con los medios que se tienen a la mano y deja ver, de camino, la falta de pretensiones y de impostada sofisticación.
Miguel Ángel Felipe Fidalgo
Las fotografías de Zaida González son estampas que refuerzan en su aspecto formal su carácter fantástico, fruto de una imaginación que puede ser a la vez
La Marea, octubre de 2009
la naturaleza.
Ten cosas bonitas para hacer en la cama: lĂĄpices de colores, cuentos de hada Sergio
LarraĂn
ZAIDA GONZÁLEZ RÍOS Fotógrafa y Médico Veterinario, Santiago de Chile, 1977 Cursa estudios completos de Fotografía Publicitaria en ALPES, donde inicia el desarrollo de una obra artística con una estética ya muy definida desde sus inicios. Posteriormente, cursa y termina la carrera de Medicina Veterinaria en la Universidad de Las Américas. Participa en numerosos proyectos artísticos y exposiciones colectivas. Funda el colectivo Macrodosis, junto a Maysha Escobar y Karolina Guajardo. Individualmente, exhibe por primera vez su obra, “Conservatorio Celestial”, el año 2005 en la Galeria AFA. Apoyada por el Fondart en varias ocasiones, su trabajo ha sido publicado en varios libros y revistas. Considerada como una de las autoras chilenas más destacadas y con mayor proyección internacional, sus imágenes ha sido expuestas en Colombia, Argentina, Perú, España, Bélgica y EEUU.
THE DISSIPATED LIFE OF ANTONIO
Everything suggests that Antonio and Zaida was love at first sight, a bombshell between two
cally approve the motion, as her visual production
and reveals, as a result, its lack of pretensions or of
come under secular occupation with proselytizing
clearly shows.
projected sophistication.
aims for the spreading of the faith. From her foxhole,
beings of different origins who stared at each other
To turn a mutt into a protagonist of art, and
In her content, Zaida employs stereotyped
and discovered a sheen of purity in their eyes. Only,
there is the precedent of the work of visual artist An-
images from advertising and the media. In its formal
Happy and oblivious to the speculations about
thus, can the obsessive dedication of the artist for
tonio Becerro, is a political decision. The mutt repre-
aspect, perhaps the most obvious influence on her
the work of his mentor, Antonio finds his spirit de-
her model be understood, and in moving and just
sents the recognition of a mixed cultural identity that
work, of deliberately minimal dimensions, has to be
corated with an angel’s halo, howls for love in front
correspondence, the docility of the dog character
shows its pride in its multiple origins, of intermixing,
sought in religious images, in all the imaginary co-
of his insinuating muses, lies entranced from plea-
to his discoverer, who, through the series of pho-
and that, by opposition, detests pedigree and along
lorful images that pass from hand to hand and allow
sure and frenzy with his needs met while he looks
tographs called Antonio’s brides, presented herein,
with it, the fallacy of the blood hegemony of one
the faithful to contemplate all manner of saints.
forward with restrained anxiety to a giant bone – his
catapulted him to fleeting fame.
social class, which believes itself to be superior and
Paradoxically, and despite her work having been
deserved reward. Antonio’s dissipated life, depicted
seeks to demonstrate the legitimacy of its exclusive
publicly questioned by the ecclesiastical authorities,
in these images, produces a strange mixture of asto-
and exclusionist acts in ancient deeds and scrolls.
her work cannot easily be understood outside the
nishment and envy.
Antonio is lazy. Antonio is a sensualist. Antonio is a beast in bed. Antonio smiles – we may attribute that capacity to dogs - and poses for the
Zaida Gonzalez, who, besides a photogra-
womb of Catholicism. It censures the hegemonic va-
camera surrounded by a cohort of women who offer
pher, is a veterinary and incorporates crocodiles,
lues of this religion and highlights the contradictions
themselves to him sensually, voluptuously. Antonio
leopards and snakes of fantasy into the cast, in this
of its discourse and social practice, but expresses a
rests before surrendering himself fully to their sexual
series transforms the mutt into the owner and his
fascination with the captivating power of this religio-
raptures. He lives surrounded by muses constantly
girls into pets. They are, in their physiognomy, fai-
us imagery, with the way in which the visuality has
willing to please him, and so, as Zaida Gonzalez
thful representatives of racially mixed Latin American
deeply suspects, most males would like to be like
women. Their bodies and their features also remind
Antonio.
us of some anthropological portraits of Southern in-
Zaida chooses Antonio, a mutt with an air of
digenous women, from the late nineteenth century,
fox terrier, a mongrel without pretensions of being
although their natural nakedness gives way here to
well bred, to cast him as an imaginary male that can
a certain Christian guilt. The series also shares with
be easily recognizable as a Chilean, Latin and fina-
nineteenth-century portrait painters the repeated
lly by extension with almost universal dimensions.
methodical use of a stable and unique compositio-
Zaida takes advantage of Antonio, a dog belonging
nal space, and the use of backdrops and props to
to the visual artist Andrew Pizolti, and of their girl-
make interior recreations of exotic and wild spaces
friends to turn visually real the innermost fantasies
of nature.
of the ancestral and primitive male who, incidenta-
The formal aspects of Zaida González’s pho-
lly, reappears in earnest at the slightest provocation.
tographs reinforce their fantastic character, the fruit
These ancestral and primitive stereotypes are also
of an imagination that can be both infantile and per-
adopted to make things still easier for Antonio and
verse. Many of the images have blurred edges, open
his accomplices, for many women, who have surren-
and airy, with a recognizable school chromatic of
dered to a predetermined script.
Zaida invites us to believe in something else.
Miguel Ángel Felipe Fidalgo La Marea, june 2008
ZAIDA GONZÁLEZ RÍOS Photographer and veterinary, Santiago de Chile, 1977
phosphorescent tones which refers us to the school
Zaida Gonzalez estudied the career of Advertising Photography in ALPES, where she began developing a work of art
An informal survey expressed the public will
pencil case. Her work, hand coloured following a
with very distinctive style. She studied later, Veterinary Medicine in the Universidad de las Americas. She participated
that the condor and the huemul of the Chilean natio-
classical tradition developed by the first portrait pho-
in several art projects and exhibitions. She, along with Maysha Escobar and Karolina Guajardo, founded the collective
nal seal should be replaced by the pidgeon and the
tographers to overcome the technical impossibility
mongrel dog, less mythical and solemn animals, but
of color, is also defined by the modest technique of
much more common and recognizable as belonging
its production. It takes pleasure, with a poetic pre-
to the national ecosystem. Zaida would enthusiasti-
cariousness, in using whatever means are to hand
Macrodosis. In 2005, she exhibits her work “Conservatorio Celestial, independently for the first time, at the AFA Gallery. She was sponsored by Fondart on several occasions, and her work has been published in various books and magazines. She is considered one of Chile’s most prominent and internationally recognized artists and her images have been exhibited in Colombia, Argentina, Peru, Spain, Belgium and the USA.
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ISBN Obra Independie nte : XXXXXXXXXXXXXXXXXXX X
(http:// www.ar tlibre.org/ )
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Traducc ió n: Richard O r ton y Tessa Es tévez
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