IMPRESIONES AL VUELO

POR: ÚRSULA RAMOS/ESCRITORA

Estos días han sido tristes a causa de dos sucesos fatales, la muerte inesperada del connotado comerciante Don Antonio Chedraui Mafud, muy conocido, con el sobrenombre Tony. Aunque nunca me enteré directamente de ello, lo sé, por diversos comentarios favorables, de la personalidad de Tony. Independientemente de ello, como comerciante fue un verdadero astro y gracias a Dios, por diferentes opiniones que han llegado a mí, me he enterado de lo querido que fue por amigos y empleados de sus empresas. Vayan pues mis más sentidas condolencias para su esposa, Pili, quien comprendo, al de las actividades portuarias mexicanas, marca siempre un hito en esos menesteres. Las empresas portuarias laborando aquí son ejemplo en cuanto al manejo de mercancías que vienen de todos los confines de la tierra y así, como a principios del siglo XX el presidente Díaz tuvo la visión de dotar al país de la infraestructura que lo pusiera a la altura de cualquier otra nación, en este siglo XXI la modernización continúa y por ello, vemos la ampliación del puerto de la que ya hemos hablando anteriormente.

Volviendo a la antigua aduana, en la gráfica del lado izquierdo, se alcanza a distinguir una parte de ella y continuando, paralela a la línea del mar, la muralla que llegaba hasta el Baluarte de Santiago, misma que unos meses después caería totalmente a punta de pico y pala para permitir la indispensable ampliación de la zona urbana de entonces. La calle que se ve atravesando la fotografía es la calle de la Amargura (hoy avenida Zaragoza) y el edificio de del que se advierten muchas ventanas, ahí sigue y es el hotel Oriente, que junto con el México, el Diligencias y el Imperial, son los más antiguos de la ciudad. Al final de esa calle se ve que topaba con el antiguo de Betlemitas, luego hospital de San Sebastián, después el hospital Aquiles Serdán y ahora el IVEC. Todo lo esparcido frente a la aduana y al hotel, eran precisamente las mercancías que habrían de transportarse a lomo de mula, en carretas, por largas distancias hasta su destino final. Veracruz, aunque ha cambiado, sigue teniendo el aire provinciano y colonial que la de su personalidad púnica.

Dos fallecimientos en Veracruz

igual que sus hijos, están consternados por dicho suceso. El otro fallecimiento profundamente sensible, de la destacada escritora veracruzana María Esther Hernández Palacios, quien murió en Jalapa hace unos días. Ella era hija del Lic. Hernández Palacios, y él también fue un intelectual destacado que visitaba continuamente Veracruz. Siempre que nos encontrábamos en diversos actos culturales, me preguntaba ¿qué decía la música en Veracruz? Fue muy gentil conmigo y por ello, lo recuerdo con especial simpatía. La Lic. María Esther fue directora del IVEC y también varias veces partici- pó en actividades artísticas en el Archivo Histórico de Veracruz. María Esther escribió varios libros y ocupó diversos puestos en la UV; tuvo el dolor de perder a su hija cuando esta era muy joven mujer que, por su ideología, fue muerta a tiros en una actividad pública en Jalapa. Esto destrozó a María Esther y todos los que la estimábamos o queríamos lo sentimos profundamente y el hecho nos llenó de indignación. Vayan mis profundas y sentidas condolencias para su familia; a ello muchos veracruzanos la recordaremos como una mujer, en muchos sentidos, ejemplar.