Guía gracia

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Mapa

Autores

Xana Sandoval Laura GarcĂ­a-Barrios Raquel Utrera Berenice Ceballos Cesar Burotto Elena RuĂ­z

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Historia de Villa de Gracia Queridos viajeros, prestad atención porque os voy a contar la historia de un pueblo que ya no existe, devorado por Barcelona. Era un pueblo de campesinos, con callejuelas estrechas que aún se conservan. .El pueblo creció con la llegada de numerosos trabajadores artesanos, aunque la Villa de Gracia, y nuestro pueblo del que os estoy hablando, seguía siendo un lugar tranquilo y rural. Por aquellos tiempos había tres conventos, uno de éstos dedicado a Nuestra Señora de Gracia, y he leído en un libro que ya en 1697 aparecía en un mapa francés con el nombre de Notre Dame de Grace, y ése, mis queridísimos viajeros, es el origen del nombre de este pueblo. Si os fijáis, veréis que en su escudo aparecen tres lirios blancos sobre fondo azul, éste es el símbolo de la pureza de la Virgen María.

Fue pasando el tiempo y algunos barceloneses que se lo podían permitir comenzaron a venir a Gracia para pasar el verano y disfrutar de su tranquilidad. Hasta que llegó la industrialización, fue en el siglo XIX, según nos contó la profesora de la escuela de adultos. Los empresarios se fijaron que en Gracia, en las proximidades de la ciudad, había mucho terreno sin construir y decidieron montar aquí industrias, especialmente para la elaboración de textil. ¿Os acodáis de la gran chimenea que hay cerca del mercado de la Abaceria Central por donde os llevé de paseo?, pues era la chimenea de una de esas grandes fábricas, el Gran Vapor se llamaba, que se quemó hace más de cien años. Era una de las fábricas más grandes de Barcelona con más de 500 trabajadores.


En 1859 se derribaron las murallas de Barcelona y en 1897 nos unimos definitivamente a la ciudad como un lugar pensado, exclusivamente, como nueva zona residencial. Esto impuso un criterio de ordenación específico, el cual era siempre el de una plaza central, centro de servicios e intercambio. ¡Por eso en nuestra vila tenemos tantas plazas!

Años antes, cuando nuestra villa se dio cuenta de la importancia que estaba alcanzando, reclamó su independencia en varias ocasiones, y la profesora nos contó que la consiguió en tres veces: en 1821, en 1828 y en 1849. Aunque finalmente la perdió. Siempre hemos sido muy defensores de nuestros derechos en este pueblo. Fijaos que tenemos una calle Libertad y una plaza Revolución. Otra de sus plazas, la de la Constitución, es de las más antiguas de Barcelona, del tiempo de la Plaza Real o la de Sant Jaume.

Ha pasado mucho tiempo, pero nuestra villa continúa siendo un barrio con corazón de pueblo. Un barrio popular donde los pequeños comercios siguen funcionando, con bares y pequeños restaurantes con mucho encanto, abiertos a calles y plazas en las que los vecinos aún no han perdido la buena costumbre de pasear con tranquilidad. Villa de Gracia es, en definitiva, un barrio con corazón de pueblo, lo notaréis enseguida cuando paseéis por sus calles y sus plazas y habléis con su gente.


Las plazas más queridas Vila de Gràcia Ésta es nuestra querida plaza del Ayuntamiento. Ahora se llama así, pero ha cambiado de nombre cuatro veces. El primero fue Plaça de l’Orient, en la época en que se dieron algunos momentos históricos muy importantes para los graciencs, como es la Revuelta de las Quintas. Yo no la viví porque fue en 1870 y todavía no había nacido, pero mis abuelos me contaron que fue un acto de insurrección por parte de los vecinos cuando se negaron a inscribir a los jóvenes en el ejército. La campana del campanario sonó durante seis días como un llamamiento a la resistencia, y también sirvió para avisar al vecindario de la llegada del ejército. Se dice que fue una vecina quien la hacía sonar mediante una cuerda que conectó con su azotea. Y aunque el campanario se conserva hoy en día, ¡en su momento fue bombardeado! Imaginad. No es de extrañar que sea un símbolo tan importante y representativo para todos nosotros. Por lo que tengo entendido y si mi memoria no me falla, el campanario fue construido por Antoni Rovira i Trias entre 1862 y 1864, y consta de un reloj, que los graciencs llamamos la Marieta, y una bonita fuente en la base. Es preciosa. Cuando camino por esa plaza me gusta sentarme en un banco y ver cómo los niños juegan alrededor del campanario. El edificio del Ayuntamiento es actualmente centro administrativo del distrito, y llama mucho la atención por su fachada de color azul cielo, sus dos farolas de estilo marinero, y el escudo de la vila forjado a hierro por nuestros hombres. ¡Ah! Volviendo a los nombres, el segundo fue Plaça de la Constitució, seguido de Rius i Taulet y hasta el actual y como la conocemos hoy: Plaça de la Vila de Gràcia. Estos son los oficiales, pero en el barrio la llamamos de diferentes maneras: plaça del campanar, de l’Orient, y a veces también plaça del rellotge. Yo no sé por qué le cambian tanto el nombre, ¡a mi me vuelven loca con esta cabeza mía!


Diamant Tengo muy buenos recuerdos de esta plaza. Cuando era niña solía ir con mi familia a pasear y a comer en las terrazas de los bares. Siempre estaba llena de vida, de niños jugando, de vecinos paseando… ¡ah, qué recuerdos! Lo más importante es que no ha perdido esa esencia, y eso me llena de emoción. Recuerdo que un día, mientras comíamos en una de las terrazas, me di cuenta de un detalle. Las calles, igual que la plaza, tenían nombre de piedras preciosas; calle de la Perla, del Oro, Diamante, Topacio... Le pregunté a mi padre el por qué, y me contó que antiguamente, en el s.XIX, se la conocía como el barrio de los joyeros. Su concejal de entonces, Josep Rosell i Imbert, se dedicaba al comercio de pedrería y se le ocurrió bautizar las calles de esta manera. A mi me parece una gran idea, así podemos recordar algunas curiosidades de esta plaza. Y siguiendo con la historia, me viene a la cabeza un suceso que revolucionó al vecindario y sobre todo la simbología de la plaza. Fue hacia el 1992 si no recuerdo mal. Mientras estaban haciendo obras en la plaza, descubrieron un refugio antiaéreo de la época de la Guerra Civil. ¡Imaginaos! Yo, desgraciadamente, viví esta guerra, y vi como los vecinos se organizaban por las zonas para construir algunos de estos refugios, pues la Gracia industrial de la época estaba repleta de fábricas que eran objetivo principal de la aviación atacante. Más tarde me enteré que se llegaron a construir alrededor de 90 en toda la villa, pero la mayoría fueron derruidos. ¡Son muchos! Y el hecho de que todavía quedase en pie uno de ellos en la Plaça del Diamant fue todo un acontecimiento para los graciencs. Hoy día, cuando paso por su lado, no recuerdo los momentos malos de la guerra, más bien veo un producto resultado del trabajo en equipo y de la unidad del vecindario que, gracias a su esfuerzo, salvaron tantas vidas.


¡Aunque no penséis que esta plaza sólo tiene historia! No, no. Entre otras cosas, también tiene una carga literaria muy importante. ¿Por qué? Si visitáis la plaza encontraréis una escultura. Resulta que representa el personaje protagonista de una novela que lleva el título de La Plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda. En homenaje a esta novela se erigió la estatua, llamada La Colometa, en el año 1894, por el escultor Xavier Medina-Campeny. Y se ha convertido en un emblema de la plaza. ¡Yo ya me he hecho tres fotos con ella!

Virreina Una de mis plazas favoritas es la de la Virreina. Se encuentra en carrer de l’Or con carrer de Torrijos. Este espacio fue construido el año 1878 en el lugar que antes ocupaba la llamada Torre de la Virreina, que era el lugar de veraneo de la esposa del virrey Manuel Amat. Esto explica el nombre que se le dio al lugar. El año 1999, la plaza fue remodelada y se plantaron árboles que hoy son una agradable decoración y entregan una sombra deliciosa durante el verano para disfrutar de una cerveza.

Sin duda, lo más importante de la Plaça de la Virreina es la iglesia de Sant Joan de Gràcia. Se construyó el año 1884 cuando, por petición de los vecinos, se solicitó una parroquia para los feligreses de Gracia. Durante la Guerra Civil Española, la iglesia sufrió considerables daños que fueron reparados el año 1941. Se dice que varias veces se vio a Gaudí rezando en ese lugar, pero no puedo asegurarlo ya que yo no fui testigo de ello. Pero lo que más me gusta de la iglesia, es que no solo es un lugar religioso, sino que también es un punto de encuentro en donde se realizan diversas actividades culturales como clases de danza y música los días domingos.


Sol Cuando llega el calor del verano… ¡Qué bien se está aquí! Esta plaza sí que está llena de gente. ¡Siempre! sobre todo de jóvenes. Y a mi con lo que me gusta hablar con ellos… Claro, les sirve como punto de encuentro porque es el centro lúdico del barrio; es muy grande y está llena de vida, con muchos cafés y terrazas. Por las noches suelen haber muchos conciertos, y la gente se va tarde a dormir. Mis amigas muchas veces se quejan, pero yo, si fuese joven, haría lo mismo. Yo ya soy mayor y me voy muy pronto a dormir, pero si mi cuerpo aguantase ¡me iría por las noches a la Plaça del Sol a bailar hasta que diga basta! En agosto, cuando se celebran las fiestas de Gracia, esta zona se llena de actividades y hay mucha alegría. Es la plaza que más conocen aquellos que no viven en la villa. Por lo que se comenta en el barrio, la Plaça del Sol se inauguró en 1840 y le debe el nombre a una escultura que hay ahí: el Astrolabi, un reloj solar que contiene los doce signos del zodiaco, diseñado por el señor Joaquim Camps. Un detalle curioso que mucha gente no sabe, o se le ha olvidado, es que durante la Guerra Civil se construyó un refugio antiaéreo, uno de los muchos que se construyeron en Gracia, claro. Y resulta que era lo que hoy es el parking que habilita la plaza. Es decir, los coches que entran en ese parking están entrando a lo que antiguamente era una estructura salvadora de vidas. ¡Y muchos de ellos no lo saben!


Llibertat Fruta fresca, verduras de calidad, buena carne… y algún que otro caprichito, como un batido de fresa, es lo que compro cuando voy al mercado de la Llibertat. ¡Cuánta variedad de productos tenemos! Y cotilleos, que esos son gratis. Aquí somos de hablar mucho entre todos, y más en nuestro mercado, donde nos encontramos entre compras y ruido, entre olores y sabores, para arriba y para abajo… donde hacemos vida de barrio. ¡Es tan divertido! Y de lo que se entera una hablando con la gente, oye. ¿Sabíais que este mercado tiene más de 120 años de historia? Por lo visto, se inauguró en el año 1893 como un edificio modernista siguiendo las tendencias que se llevaban en aquella época en los edificios públicos y los mercados europeos. La obra es del arquitecto municipal de Gracia de aquel momento, el señor Miquel Pasqual Tintorer. Y la decoración está trabajada a base de hierro forjado, donde destaca nuestro escudo, por otro señor muy próximo al círculo de Antoni Guadí, don Francesc Berenguer i Mestres. ¡Fíjate, por eso es tan bonito! Claro, con 120 años de historia, es normal que hace unos años, en el 2009, lo remodelaran. ¡Eso sí que lo vi yo! Ampliaron su superficie y mejoraron sus servicios, adaptándolos a nuestras necesidades pero sin perder la esencia de la arquitectura del edificio. Todo esto se lo cuento a los turistas que vienen a echar un ojo, ¡porque desde entonces vienen muchos! Así yo me entretengo hablando con ellos y ellos se van sabiendo algo más del lugar. Qué simpáticos son.


Tiendas de toda la vida Una tienda especial es L’Encant de Gràcia. Recuerdo bien que hace algunos años se inició una buena propuesta de beneficencia, una tienda de segunda mano muy grande y en donde puedes encontrar casi cualquier cosa. Pero lo mejor es que es llevada con un cariño supremo por unos buenos colegas viejecitos que trabajan como voluntarios. Gracias a esto recaudan fondos para ayudar la Fundación ACIS ( ASOCIACIÓ CULTURAL I SOCIAL), que lleva más de cincuenta años desarrollando obras sociales en el barrio con la voluntad de satisfacer las necesidades educativas del mismo. Para entender su funcionamiento, debo deciros que todas las cosas son donadas, incluso en el propio local, y todos los ingresos se destinan a la fundación. Lo que más abunda son los libros y revistas de disciplinas muy variadas. Pero también puedes encontrar antigüedades, música, bisutería, accesorios de ropa, material escolar, cerámica; y hasta muebles... Todo está en buen estado, ordenado y los voluntarios saben perfectamente qué tienen y dónde lo tienen. Como buenos graciencs la atención es cercana y amable, la oferta variada y cuidada, y los precios muy bajos. Esta tienda se ha convertido en un icono de la solidaridad del barrio, tan tradicional que las familias alienten a sus hijos a donar las cosas que ya no usan y los vecinos del barrio sean compradores frecuentes.


Granería sala Añoro los recuerdos al ir de compras, entrabas al pequeño local para maravillarte de los corredizos estantes con granos de todos los colores y formas. Recuerdo bien a esas familias, padres y pequeños tomados de la mano, charlando con el tendero de la noticia del día y comprando a granel justo la dosis necesaria para esas secretas recetas de cocina. El hecho es que los vecinos de la villa se han caracterizado siempre por adquirir productos frescos y esto ha permitido que incluso tras 120 años de historia, se puedan encontrar aún emblemáticas tiendas como Graneria Sala, un especial espacio de comestibles que permite adquirir frutos secos, semillas, harinas, especias, miel y hasta legumbres. Todo con una misma esencia, una misma modalidad, un característica de barrio de antaño.

Esta pequeña y original tienda comenzó a finales de siglo XIX vendiendo alimentos para animales de granja pero no por eso dejando apostar por la innovación y permitiendo, con el paso del tiempo, permear su particular venta. De esta forma fueron ingresando nuevos productos a la par que lo solicitasen los clientes, muchos de ellos extranjeros llegando a residir a la gran villa y requiriendo especiales arroces, singulares especias y nuevas semillas. Su apuesta es totalmente original, con enormes puertas que dan la bienvenida a un espacio decorado con antiguos utensilios de agricultura que permiten conocer de paso todos y cada uno de los alimentos divididos justamente y donde además es todo un placer observar desde adultos mayores hasta niños, optando aún por la compra de cantidades al gusto.


Teatro y cine Teatreneu Recuerdo cuando el Teatreneu llegó a Gracia. Fue hace más de 20 años y en un comienzo era un teatro común y corriente que poco a poco nos fue cautivando a todos. Pero fue tras su reforma, hace 13 años, cuando realmente adquirió el valor que le damos los graciencs y se convirtió en uno de los más populares de Barcelona. No solo hubo un aumento en el número de salas, que hoy son tres, sino que hubo un cambio en cuanto a la programación. Ya no solo disfruto de obras de teatro sino que también puedo ver espectáculos como música, danza, improvisación, humor, magia y shows dedicados especialmente para la familia. Pero lo más destacable y lo que más me gusta de él es su compromiso por la cultura y el arte. Aquí cada semana me reúno con los vecinos para disfrutar de los mejores montajes que se pueden encontrar, pero también soy testigo de los inicios de varios actores y artistas. Es que el Teatreneu busca la democratización de los contenidos y es un espacio que busca difundir la cultura, de esta forma podemos ver surgir a nuevos artistas. Lo mejor de todo es que está abierto todos los días de la semana y durante todo el año, así que puedo disfrutarlo siempre. Tras las funciones si entra el hambre o bien queréis comentar el espectáculo acompañados de una cerveza, en el mismo edificio hay un restaurante y un bar. Es un lugar agradable que se especializa en tapas y parrilla, pero en el que también se ofrecen muchos tipos de cócteles. Un buen lugar para pasar momentos de diversión en un ambiente cultural.


Cines Verdi Los graciens amamos la buena distracción y para ello tenemos los cines Verdi, un referente en el ámbito cultural de Barcelona pero sobre todo son un icono de nuestro barrio. Cuando era muy pequeña mis padres me contaban que en 1893, en el actual edificio del Cine Verdi, se instaló una sala de teatro llamado Teatro Moratín y fue una iniciativa de la Sociedad de Fomento para la protección de Gracia. En los años 30, el lugar cambió su uso y se convirtió en un cine de barrio en donde se mostraban todo tipo de películas, llamándose primero Ateneo, luego Trevol y finalmente, después de la Guerra Civil recibió el nombre de Gran Salón Verdi. El año 1987, Enric Pérez compró el espacio y lo convirtió en el sitio ideal para exhibir películas de autor y obras originales. Esto le entregó un sello distintivo que lo diferencia de otros cines ya que no eran las películas de moda y las entregas hoollywodenses las que se encontraban en cartelera, sino que apostaba, y lo sigue haciendo, por películas independientes que son siempre exhibidas en su lengua de origen. ¡Qué deleite disfrutar de una buena opción cinematográfica! Como nota curiosa debo deciros que los graciens sufrimos un poco a principios del 2015 cuando los cines pudieron ver coartada su historia de 27 años (desde que está en manos de Pérez) debido a un conflicto con privados que pretendían adquirir la propiedad de la calle Verdi para convertir el lugar en un supermercado. ¡Menos mal que todo quedó en un susto!


La Gràcia de los gitanos El barrio gitano Mi querido barrio alberga también ¡la comunidad de etnia gitana más grande de Barcelona! Y aunque no se sabe exactamente cuánto tiempo llevan viviendo aquí, decían mis abuelos que comenzaron a instalarse en el barrio hace aproximadamente 150 años, coincidiendo con la llegada de la industrialización a esta zona. Así que, ya os imaginaréis esa enorme cantidad de historias orales que pasan de generación en generación. Para ser más puntuales, el barrio se encuentra ubicado entre las calles de Siracusa y de La Llibertat, y las de Fraternitat y Milà i Fontanals. De hecho, las casas del carrer de La Fraternitat fueron las primeras que se construyen en Gracia durante la primera mitad del s. XIX. Eran las casas de los obreros que trabajaban en las fábricas que se instalaron en la villa. Un dato curioso que guardamos los graciens se encuentra en el número 8 de esa misma calle, donde se haya una placa en honor a Antonio González, alias El Pescaílla, considerado uno de los padres de la rumba catalana. ¡Venga esas palmas! El punto de reunión que utilizaron los gitanos a mediados del siglo XX fue la Plaça del Raspall. Tranquila, pequeña y donde figura el bar Resolís, el mismo que le da mucha vida al lugar desde entonces y hasta ahora. Me encantaba asistir a los encuentros gastronómicos del Ateneo Independentista de la Villa, no solo por las buenas tertulias sino porque es tan especial que era frecuentado por clientes ilustres como El Pescaílla o El Gato Pérez. La importancia de esta plaza radica también en que se encuentra unida a la Plaça del Poble Romaní, donde se puede encontrar una placa en memoria del Gato Pérez, un músico que, pese a ser argentino, destacó en la rumba catalana, y también una antigua chimenea industrial del siglo XIX que, de hecho, es la única que permanece como testigo de aquella etapa. La comunidad gitana es tan importante, que incluso se ha conformado la Asociación de Jóvenes Gitanos de Gracia, quienes trabajan por la hermandad de la comunidad, la convivencia con los vecinos que no son gitanos, y hasta ofrecen herramientas de ayuda a la comunidad como cursos académicos. Esto es vivir en armonía en un barrio tan hospitalario como Gracia.


La cuna de la rumba catalana El barrio de Gracia es conocido como La pequeña Triana, porque está muy unido a la historia de la rumba catalana, un estilo musical que nació a mediados del siglo XX y que resultó de la fusión entre tradición flamenca gitana y ritmo musicales procedentes de América, y, aunque hay muchas historias sobre su nacimiento, se cree que fue El Pescaílla uno de los padres de este estilo musical. Los detalles al escuchar la rumba catalana son muy notorios en mi barrio, ya que los gitanos graciencs usan el catalán como lengua vehicular (a diferencia de otras comunidades que solo utilizan el español) y esto ha influido también en sus canciones, por lo que escucharla se convierte en una verdadera delicia auditiva. La misma se fue formando en las fiestas gitanas y que poco a poco permitió surgir toda una cantera de artistas a nivel nacional y local como El Gato Pérez, Peret o El Mayito. Al día de hoy, el barrio sigue siendo la cuna de un gran número de bandas de rumba catalana, como Sabor de Gràcia o Estrellas de Gràcia. Pasear por las calles del barrio gitano te puede dar un sorpresa y en cualquier momento encontrarte una buena fiesta flamenca. ¡Disfrútala!


Okupar, un verbo muy propio en este barrio ¿Sabíais que en Cataluña la primera okupación se produce en el barrio de Gracia? Pues sí, en el 1984. Más adelante, el Ateneu Libertari de Gràcia se sensibiliza, al igual que muchos de los vecinos, con la temática okupa y acaba convirtiéndose en la sede del movimiento a principios de los noventa.

El Banc Expropiat Es un centro social, okupado y autogestionado por la gente del barrio, situado en lo que antes era una sucursal de la Catalunya Caixa. La primera vez que lo ví me llamó mucho la atención, por fuera sigue pareciendo un banco con sus grandes vidrieras pero a través de ellas puedes ver todo lo que pasa: cosas muy diferentes a las que pasan en un banco normal. Allí dentro se hacen todo tipo de talleres, como de lengua catalana, española, inglesa, francesa; talleres de costura, yoga, danza, teatro, etc… Además, hay proyectos concretos que tratan necesidades concretas: Grupo de Vivienda y Espacio Público, la Red de Alimentos sin dinero o la Red de Intercambio de Gracia. Todo con el objetivo de compartir conocimientos, aprender y crecer conjuntamente, sin dinero y sin mediaciones institucionales o partidos. Las vidrieras que os comentaba antes han facilitado acercamiento y empatía con mucha gente del barrio con la que normalmente sería difícil tener contacto, como conmigo. Ese apoyo de los vecinos se nota desde el principio haciéndose evidente, por ejmplo, en que casi toda la infraestructura del espacio (muebles, electrodomésticos, etc.) ha sido aportada por nosotros. El Banc Expropiat se ha convertido en un espacio de referencia, tanto en la zona, como en la ciudad. Un espacio de encuentro para todas aquellas personas que tengan cualquier iniciativa sin pasar por la mediación del dinero y el beneficio personal. ¡Ve a verlo y corre la voz!


Bares de barrio Bogeda Quimet Las buenas charlas del barrio se disfrutan más si se acompañan de tradicionales bodegas que inmortalizan épocas, como aquella del acostumbrado vermout antes de almorzar. Recuerdo muy bien que servía como excusa para saludar a los amigos mientras degustábamos las agridulces notas entre hierbas y especias del singular licor y hasta podías dejarte consentir por un aperitivo. La ocasión era sin igual porque Villa de Gracia permitía encontrar entres las callejuelas, locales y pequeñas bodegas que guardaban en su interior, ese singular aroma a vino mezclado con madera que presumían suntuosamente vistosas barricas. Afortunadamente, hoy día se conservan aún algunas clásicas bodegas que se resisten al paso del tiempo, como el Bar Bodega Quimet. Un ejemplo ideal de pequeño local que permite disfrutar y conocer ese habitual ambiente de barrio sin igual. Al ingresar sentirás ese trato familiar y amable, como si te conociesen de años y donde las tertulias prosperan a la usanza ancestral, ya que solo tendrás de lado el periódico local y una buena conversación de extraños esperando por conocerte. Este lugar es tan casero que incluye dentro de su menú aperitivos típicos de bodega: anchoas, boquerón, banderillas, embutidos, ostras y hasta patas de pulpo. Todo es preparado al momento y hasta sus propios propietarios se interesan por saber si estaban del agrado del cliente. ¡Eso sí que es atención de primera mano! La venta de vino en botas para llevarlo a casa y el servicio de cervezas artesanales a través de un tirador, hacen del Bar Bodega Quimet un clásico de Gracia, un clásico de la cultura catalana.


Bar Cánigo “¿Quedamos en el bar de la esquina?” Así empieza todo encuentro que se aprecie entre amigos. ¡Ay, la de vinitos que nos hemos tomado Monserrat y yo en Cánigo! Sirviendo unas croquetas de infarto desde 1922, aún recuerdo cuando era pequeña y mi abuelo me invitaba a tomar alguna bebida fría en las soleadas mañanas de verano. Muy recomendable para tomar el vermout y degustar sus recetas de toda la vida.

Bar Resolis Recuerdo en mis años de juventud este bar como el punto de encuentro de La Barraqueta, un ateneo independentista muy famoso entre la comunidad gitana del barrio. Cuando paseo por la Plaça del Raspall veo que todavía lo sigue siendo. ¡Y no me extraña!, porque se come estupendamente todo tipo de platos de productos catalanes a precios muy asequibles para todos, o sea, muy baratito. Además, es un bar con mucha historia. Aquí vimos crecer la rumba catalana, y recuerdo coincidir alguna vez con El Pescaílla y el Gato Pérez. ¡Qué bien lo pasábamos con unas cervezas y una guitarra! Como curiosidad y para que veáis cómo cambian las cosas, este bar fue sede durante la dictadura española de la Falange y Fuerza Nueva. Nada que ver con lo que ahora representa.

El Roble Uno de los clásicos que me han visto crecer es el bar Roure, así lo conozco yo. Tiene como unos 122 años de vida, ¡imaginad! Allí me encontraba con mis amigas los jueves porque ese día en el menú sirven una paella riquísima, o cualquier día para comer el variado, porque mi amigo Toni, ¡Ay, mi Toni…!, el guardián de la barra, sabe nuestros gustos. Junto con él y los demás camareros, hacen del local un lugar muy entrañable y con un ambiente muy familiar. Entre charlas y cotilleos, descubrimos que el Goya que hay en la barra es de Josep Rossell, el director artístico de la película El Orfanato. Toni me confesó que Josep, cuando ganó el Goya, decidió que el mejor lugar donde dejar la estatuilla era aquí, en el bar al que va siempre y donde mejor le conocen. ¡Fíjate tú!.


Las fiestas de Gràcia Sant Medir: 3 de marzo A mi edad ya la cabeza empieza a fallar, pero si hay una fecha que todos los graciencs tenemos marcada a fuego en la memoria pase lo que pase, esa es la del 3 de marzo, fiesta de Sant Medir. La dolçe festa la llaman muchos, y es que no sabría contar la cantidad de caramelos y dulces que se lanzan desde los caballos, carrozas y camiones. Kilos, ¿Qué digo? ¡Toneladas! De buena mañana empieza la romería, que va desde el barrio de Gracia hasta la ermita de Sant Medir, en Sant Cugat del Vallès. En primer lugar, los grupos del barrio, las collas como las llamamos aquí, se preparan en sus locales sociales y comienzan el desfile con destino a la ermita en Collserola. Al caer el sol, una vez homenajeado el santo, se da comienzo al pasacalles. Empieza el festín.

Festa Major de Gràcia del 15 al 21 de agosto Da gusto ver la alegría que se respira por todos los rincones del barrio, la emoción con la que vivimos estas fiestas. Y es que por muchos años que pasen nunca me canso de ellas. Calles abarrotadas y ganas de pasarlo bien. La verdad es que cada vez hay más ingenio, más imaginación y más creatividad a la hora de decorar nuestro barrio. Un cúmulo de colo res, formas, texturas y materiales a través de los cuales las asociaciones de vecinos de la zona nos entregamos para mostrar lo mejor de nosotros y reivindicar así la esencia de un barrio con personalidad y vida propia. Yo ya me he quedado un poco anticuada y los conciertos se los dejo a los jóvenes, pero eso sí, que nadie me quite mis bailes.


Diccionario con frases básicas castellano - catalán Buenos días. Buenas tardes / noches

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Bibliografía

IBARRA P., MARTÍ S. & GOMÁ R. Creadores de democracia radical: movimientos sociales y redes de políticas públicas. Icaria. Barcelona, 2002 SOLÁ-MORALES M (2008) Deu lliçons sobre Barcelona. Barcelona: Col-legi d´arquitectes de Catalunya. BONET, M. y DOMINGO, M. Barcelona i els moviments socials urbans. Barcelona, 1998

Páginas web Web Oficial del Ajuntament de Barcelona, (s.f). Districte de Gràcia, Recuperado el 3 de abril de 2015, de http://bit.ly/1FRWQjI La Rumbeta, casa de la Rumba en Barcelona (s.f). Recuperado el 5 de abril de 2015, de http://www.larumbeta.com/es


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