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ALEXANDER BELL ESTUDIÓ LA SORDERA

ra. La entidad creada por él prosigue su trabajo para proporcionar a los educadores y terapeutas conocimientos especializados y formación de alta calidad.

Sus aportaciones a la enseñanza para personas con sordera son poco conocidas, pero resultan fundamentales hoy en día. Firme defensor de la educación oral, sus tesis se situaron frente a las de Edward Gallaudet, que abogaba por la lengua de signos. Ambos mantuvieron una intensa relación epistolar en defensa de sus postulados. Bell era un hombre pragmático que no dudó en usar el lenguaje de signos u otros medios para establecer comunicación con adultos sordos. Sin embargo, con los niños apostaba por una educación estrictamente oral, sin ningún tipo de signos. La Asociación Alexander Graham Bell para Personas con Sordera e Hipoacusia (EUA) continúa su labor en el tiempo. La preocupación por el mundo de los sordos le venía de familia.

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Tanto su abuelo como su padre y su tío estuvieron asociados con la enseñanza de la locución. También ejercieron como locutores. Además, su madre, Eliza Grace, presentaba una pérdida auditiva progresiva y se quedó sorda cuando AG Bell tenía 12 años, lo que explica el interés por los estudios sobre la escucha y el habla, tanto en investigaciones como con inventos para favorecerlas. El padre desarrolló un método para enseñar a representar la posición de los órganos del habla en los sonidos articulados, llamado discurso visible. Alexander Melville enseñó a su hijo Alexander Graham y a sus hermanos el lenguaje de signos, sistema al que le dio importancia, aunque siempre se mostró partidario de la lengua oral.

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REDACCIÓN redaccion@elexpres.com

La inteligencia artificial integra numerosas tecnologías y algoritmos que se utilizan para entrenar sistemas para emular la inteligencia humana mediante la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la planificación y la resolución de problemas. Cuanto más se entrenan, más aprenden y se vuelven más capaces de realizar tareas intelectuales por sí mismas.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Iowa (EUA) se propuso desmitificar la forma en que funciona la inteligencia artificial, equiparando cómo aprenden las palomas simples a la forma en que se lleva a cabo el aprendizaje de la IA.

Expertos identificaron dos tipos de aprendizaje: declarativo y asociativo. El aprendizaje declarativo se basa en ejercitar la razón de acuerdo con un conjunto de reglas o estrategias; es lo que conocemos como un orden superior de aprendizaje, típico en los humanos. Por el contrario, el aprendizaje asociativo se centra en reconocer y hacer conexiones entre objetos o patrones, como “azul y cielo” y “mojado y agua” (conocido como orden inferior de aprendizaje).

Dispusieron un experimento para las palomas con objeto de probar los límites de las capacidades de aprendizaje asociativo de estas aves, con una tarea de clasificación de patrones de “anillos seccionados”, pero increíblemente difícil.

A cada paloma de prueba se le mostró un estímulo y tuvo que decidir, picoteando un botón a la derecha o a la izquierda, a qué categoría pertenecía ese estímulo. Tuvieron que considerar variables como el ancho de la línea, el ángulo de la línea, los anillos concéntricos y los anillos seccionados, al emparejar estímulos y soluciones. Una respuesta correcta produjo una bolita sabrosa; una respuesta incorrecta no daba premio.

Para las palomas, su área de especialización es la clasificación. Las aves pueden usar la “fuerza bruta”, o el ensayo y error repetitivo, para identificar y clasificar patrones y objetos,

LOS ANIMALES TIENEN MUCHO QUE ENSEÑARNOS...

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