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DERECHOS HUMANOS LA ESMA - INFORME ESPECIAL
Significado actual
N
o es un museo del horror, ni un monumento funerario. Tampoco visitarlo es un simple acto de conocimiento de un edificio vacío que fue, un lugar histórico, sólo un
Clásica imagen de la Escuela de Mecánica de la Armada que estaba destinada a la formación de suboficiales. El edificio es uno de los tantos que conformaban el espacio militar. Los demás eran la Escuela Superior de Guerra, la Escuela Náutica y la Escuela Fluvial.
recuerdo doloroso del pasado. Es mucho más que ello. Es un espacio de reflexión, una interpelación a cada uno de nosotros desde el presente. Interpelación que nos pone en cuestión, que importa un desafío ético, que nos obliga con carácter restitutivo a una introspección
En el “Espacio de la Memoria y de Promoción de
de nosotros mismos, a ahondar la mirada sobre el territorio de nues-
los Derechos Humanos” creado por acuerdo del
tra condición humana concreta y sobre la herencia omnipresente del
Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad
horror, como tentáculos larvados del Estado Terrorista que anidan en
de Buenos Aires, donde estuvo históricamente
los pliegues de la estructura de nuestra sociedad y del Estado
la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA),
Democrático.
hay un edificio que resume y sintetiza su exis-
“El conocimiento se hace saber, cuando transforma las condiciones del sujeto. Se transforma por aquello que conoce o, mejor, por el trabajo que hace por conocer”, enseñaba Michel Foucault. Este saber
Texto: Dr. Luis Eduardo Duhalde (Revista Caras y Caretas, Agosto 2007) Epígrafes: Rafael Godoy Producción: Daniel Galvagno Fotografías: Federico Nuñez Ilustraciones: Gustavo Muzzio
tencia y da sentido al conjunto: el ex Casino de Oficiales, convertido en Centro de Detención y
–repensado desde la ESMA- implica un conocimiento aplicado y
Exterminio durante la última dictadura miliar,
transformador sobre uno mismo, para proyectarlo en nuestra dimen-
donde funcionó el Grupo de Tareas 3.3.2, por el
sión social. No se reduce a aquellos que son contemporáneos con el
que pasaron cerca de 5.000 prisioneros, casi
período dictatorial: abarca a las generaciones posteriores y a las que
todos ellos “detenidos-desaparecidos”.
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vendrán, como una suerte de espejo donde
de cera ni instrumentos de tortura. No hay
mirarnos para autodescubrirnos como sujeto
reproducción de los olores fétidos de aquel haci-
individual y colectivo, frente a las marcas, hue-
namiento y de la degradación de la condición
llas y supervivencias encubiertas de aquella
humana en que se encontraban los prisioneros,
ominosa historia inconclusa.
ni gritos de dolor ni llantos… Sin embargo, a
El Centro Clandestino de la ESMA, como
poco entrar, vamos imaginando escenas con el
parte de los 520 centros clandestinos revista-
corazón estremecido y nuestros oídos se pue-
dos en el país, si bien está ligado centralmente,
blan de las voces del silencio. Se entremezclan
en forma trágica y paradigmática, a los muchos
en nuestra mente imágenes proyectadas en
millares de víctimas detenidas-desaparecidas,
nuestro interior como sombras chinescas.
es además, el reflejo simbólico de múltiples
Gestos de heroísmo, angustias infinitas anta
significantes.
cada tortura o ante cada traslado, pánicos, actos
A partir del campo de exterminio, el Estado
solidarios y mezquindades humanas. Como con-
Terrorista efectuó una construcción sistémica
tracara, esa expresividad de las paredes desnu-
de complejos mecanismos y dispositivos abar-
das que no logran ocultar la sensación opresiva,
cadores de modos represivos sobre los ciuda-
también nos refleja la perversión de un sistema
danos, sobre el lazo y la estructura social que
capaz de imaginar este modo monstruoso de
en parte aún hoy superviven y marcan nuestras
aniquilamiento y de dominación. Tan cierto
subjetividades. En este lugar, solo están sus
como sus consecuencias actuales en la salud
habitaciones vacías, con sus paredes que no
mental individual y colectiva de los argentinos y
contienen más que módicas datos y explicacio-
la persistencia de micro-poderes conservados a
nes de lo que fue, pero que invita a la represen-
lo largo del tiempo como parte de aquel sistema
tación simbólica del horror y la perversión. Aquí
que aún condiciona muchos de nuestros com-
no hay reproducción material de camastros,
portamientos sociales y cuyos nudos buscamos
tabiques, grilletes y capuchas. No hay figuras
cortar con la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Panorámica del “Pañol” (izq.) y la “Pecera” (der.) que debe a su nombre a la división interna con acrílicos transparentes de algunos lugares. Eran oficinas donde se obligaba a algunos detenidos a aportar ideología para sustentar el proyecto político que buscaba implementar la dictadura. El “Pañol” o depósito estaba destinado al almacenamiento de los objetos de valor obtenidos en los allanamientos.
Panorámica de la “Capuchita” el lugar más alto del edificio. Tenía capacidad para alojar unos 25 detenidos y contaba con dos salas de torturas. Fue utilizada como un espacio de intercambio de detenidos con otras fuerzas como el Ejército y la Fuerza Aérea. En este lugar se articularon interrogatorios con diferentes Grupos de Tareas. Operaba también allí el Comando de Inteligencia Naval.
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Aquellos que manifiestan su imposibilidad emocional de recorrer estas instalaciones, lo que resulta comprensible y justificado cuando existe cercanía con las víctimas, en la mayoría de los otros casos importa una negativa a encontrarse con el pasado y por ende con su proyección en el presente. Se trata así de evitar el conocimiento y prolongar el olvido, eludiendo esa toma de conciencia, ese saber que nos moviliza y desestructura y nos pone en cuestión. Con esa tendencia a la comodidad de la ignorancia –mandato subli-
Patio trasero donde se hacía descender a los detenidos. Era el primer paso. A la derecha, al fondo, el acceso hacia el sótano.
minal de los genocidas-, opongamos la incomodidad de la memoria y la verdad. Ejerzamos en plenitud la
Vista hacia el puesto de control de acceso. Estos eran los primeros metros que recorrían los secuestrados. El sótano, también llamado Sector 4. Principalmente destinado a la tortura e interrogatorios era la llegada y también el lugar de salida para los “traslados”.
libertad del espíritu extendiendo el poder de la mirada más allá del alcance de la vista, guiados en nuestra reflexión por la advertencia de Antoine de Saint Exupèry: lo esencial es invisible a los ojos.
Segundo control de ingreso. El centinela habilitaba el paso desenganchando una cadena y los vehículos cruzaban sobre ella. Este detalle fue recordado por los sobrevivientes y ayudó a identificar el lugar. Hay un surco de desgaste en el piso que documenta los testimonios.
El Casino de Oficiales, una de las instalaciones principales en el funcionamiento del Centro Clandestino de Detención, Tortura y Desaparición. El edificio consta de tres pisos, sótano y altillo. Fue el lugar destinado ala concentración y tortura de los detenidos desaparecidos.
Vista desde el fondo del sótano. A la izquierda, atrás, el acceso. Al centro “la avenida de la felicidad” denominada así por la música de alto volumen que estaba permanentemente. A los costados había espacios separados por tabiques aislantes que estaban destinados a la tortura, propaganda, falsificación de documentos y trabajo esclavo. Los rastros de hollín en el techo tuvieron origen en un motín de los detenidos que fue neutralizado. Las ventanas permanecían tapadas.
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Pasillo interno que comunica el acceso trasero con el hall del casino de oficiales.
Salón “El Dorado”.
Hall del casino de oficiales. Al fondo el “Salón Dorado” donde funcionaba el centro logístico de las operaciones de los Grupos de Tareas.
Maqueta en el “Salón Dorado”. La parte superior alojaba a los detenidos y en el subsuelo se torturaba o interrogaba. El altillo a la izquierda fue conocido como “Capucha”, el de la derecha como “Pañol” y “Pecera” y el central y más alto como “Capuchita”. Por el lugar habrían pasado unos 5000 detenidos.
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Escalera que comunicaba todos los niveles. En una época funcionó también un ascensor en el edificio pero fue clausurado y disimulada su existencia ante la visita de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en 1979.
Los dormitorios de los oficiales se ubicaban en el primer y segundo piso. Su descanso estaba a pocos metros de los detenidos y torturados.
Acceso al altillo conocido como “Capucha”. Allí los detenidos permanecían encapuchados, engrillados, acostados y separados por tabiques bajos de madera aglomerada. Había música y luz artificial permanente.
Las detenidas embarazadas, luego del séptimo mes eran ubicadas en esta sala para que pudiesen parir. No había luz exterior y sus hijos no podían permanecer luego con ellas. Muchos niños fueron apropiados por los represores.
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Vista desde el exterior de la “Capuchita” hacia el sector de “Capucha”.
Vista desde el exterior de la “Capuchita” hacia la Avenida Libertador.
Las organizaciones de Derechos Humanos y otros organismos utilizan hoy algunos edificios para distintos fines culturales, de investigación y resguardo de la memoria
Vista desde el exterior de una de las ventanas del sector “Capucha”.
La “Capuchita” vista desde afuera y atrás.
En la actualidad el Casino de Oficiales sólo se recorre en visitas guiadas. El único habitante es este gato.
Vista desde afuera, la ESMA sigue expresando el paso de la tragedia histórica.