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HALL LA VENTANA

LA CASA DESPLEGABLE

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Existen varias iniciativas destinadas a multiplicar la superficie del interior de un apartamento que es como hacer magia con la chistera del espacio urbano. Las viviendas tienden a reducir los metros vitales para adecuarse a los precios prohibitivos que alcanza el suelo en las grandes ciudades. Vivir en la urbe es un lujo al alcance de muy pocos y la tendencia a expulsar a los habitantes al exterior es continua e imparable. Además, aumenta el número de personas que viven solas y que, en consecuencia, no precisan de mucho espacio para el día a día. Pero, eso sí, nadie quiere renunciar a las comodidades domésticas que proporciona un hogar actual. Lo cierto es que treinta metros son lo que son y no dan mucho de sí. Por eso resultan tan estimulantes las propuestas de diseñadores que se dejan la cara trabajando en un módulo móvil central que se despliega en sus dos lados aportando diferentes funciones: dormitorio escamoteable, por una parte, mueble biblioteca y de audiovisual por el otro. Tiene la ventaja de que, al poderse desplazar con facilidad, se puede ampliar el espacio en uno u otro sentido, según el momento y las necesidades. Es como un gran armario que se mueve por la estancia. La palabra mueble, precisamente, viene de esa propiedad y ahora la estructura interna de la vivienda también participa de ella permitiendo su transformación activa. La tecnología constructiva que permite realizar estas proezas, una vez más, se presenta en auxilio de las personas. No es la primera vez que se considera a la casa como una cápsula habitable y se desmenuzan sus componentes para montar una máquina para vivir, aunque, curiosamente, nunca acaba de cuajar en la mentalidad de los consumidores. La idea es buena y siempre ha tenido mucha repercusión mediática, desde la Total Furnishing Living de Joe Colombo que proponía un lego a escala natural para insertar en las ciudades, hasta las variadas propuestas de casas-contenedor prefabricadas. De hecho, la industrialización en el sector residencial está mostrando unas posibilidades infinitas que acabarán arrinconando al vetusto sistema constructivo de un ladrillo encima del otro, a cargo de un señor armado con una hormigonera. La tecnología está ahí y es absurdo que no domine ya el mundo de la casa, cuando hasta los niños llevan en el bolsillo unos aparatitos que, hasta hace poco, eran ciencia-ficción. ¿Por qué nos cuesta tanto asimilar los avances técnicos en el entorno doméstico? La domótica siempre presume de ser invisible porque sabe que, en el fondo, nos molesta un poco su presencia. Seguimos aferrados a cierto concepto de cortinas de terciopelo y pasamanería porque aporta un plus de seguridad en la cueva y dejamos para la comunicación y el automóvil los avances técnicos. Asociamos la calidez y el concepto de refugio hogareño a los esquemas del pasado. Veremos si la generación millennial, además de adoptar la pantallita como la nueva ventana al mundo, es capaz de eliminar los vestigios de las casas tradicionales.

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