La Iglesia en América ha ajustado la Biblia para que quepa en cualquier lugar, y lamentablemente hemos hecho los mismo con Jesús. Y aunque lo hemos hecho por egoísmo o por el deseo de ver a la gente vernir a los pies de Cristo, los resultados han sido devastadores; la necesidad y deseos de la gente son la prioridad, la frivolidad es común y la poca profundidad define la Iglesia moderna.
Se necesita sobriedad, los juegos deben parar, la Iglesia en América debe recuperarse de esta problemática.