Vida en el Viejo México Por Elizabeth Visere McGary
Traducción Jorge Elías
Introducción La escritora americana Elizabeth Visere debió visitar México entre 1901-1902. No cabe duda que su vista le fue significativa y fructuosa. El encuentro con este viejo México, tan distinto al New Mexico y a su propia tierra, Texas, produce en la ella, creo yo, una curiosidad productiva. El carácter ceremonioso de la sociedad mexicana de la que ella llama “better class” y la fresca e inexpugnable sencillez del peón tejen la narración pintoresca y la anécdota ligera. No digo más, es mucho mejor leerla. La traduzco y soy consciente de que traduciéndola la traiciono, pero aún y todo, creo que salió algo interesante. No incluyo la versión original en inglés que se puede en el artículo Original: Visere McGary, Elizabeth Life in Old Mexico en Olympian Magazine Julio 1903 J.H.E.
Vida en el Viejo México
Desde el momento en que el tren cruza el Río Grande hacia el viejo México, uno se impresiona con la completa novedad de todo. “Tamales, tamales calientes”, es casi el primer grito que saluda al turista mientras mira hacia los nativos envueltos en mantas alrededor de la estación, quienes visten estos granes “paños” incluso a mediados del verano. Si les preguntas porqué, te contestan, “por el aire” aunque el aire no sea ni siquiera fresco, sino placentero y agradable todos los días del año. Entre los más grandes encantos de esta fascinante tierra está su clima, con aquel radiante sol que no golpea sin piedad aunque sean las dos en punto de un día de verano, sino que cae sosegador, brillante a esa hora sobre quienes pasean en la plaza, ese puro y reparador aire y la exquisita vida vegetal que es el resultado de tal atmósfera y tal resplandor. Las plazas, donde los turistas haraganean todo el día, son hermosas, con palmas y naranjos, grandes platanales meciéndose y magnolias cuyas ramas se mecen con cada brisa, cargando el aire con su dulce perfume. Amapolas y glorias carmesíes desprenden su narcótica influencia mano a mano con los inofensivos rosales, lirios, violetas, pensamientos, grandes rosas “American beauty”, están allí por todas partes en tal cantidad, que uno puede sentarse en el borde de una tintineante fuente y reunir un gran manojo si no hay algún policía cerca.