¿Se puede ser optimista?: La situación de las mujeres y el feminismo en EE. UU. hoy. Siempre que una opinión esté fuertemente arraigada en los sentimientos, su estabilidad parece afianzarse aún más cuando hay un argumento fuerte conta ella. John Stuart Mill The Subjection of Women El feminismo defendido aquí tiene cinco caraterísticas importantes. Es internacionalista, humanista, liberal, preocupado por la construcción social de la preferencia y el deseo y finalmente, inmerso en una actitud comprensiva y compasiva. Martha C. Nussbaum Sex and Social Justice We're not theoretical feminists -- we're applied feminists. Janis Cortese Second and Third Waves Si uno ojea los periódicos y las revistas de los Estados Unidos en los últimos meses con la intención de evalúar la situación de las mujeres y del feminismo a finales del siglo, podríamos afirmar que nos encontramos en una situación caótica y bastante deprimente. Se proclama en la mayor parte de la opinión pública que el feminismo está muerto y, si se tienen en cuenta las estadísticas, parece que tienen razón porque nunca ha estado el feminismo en una situación más baja que en la actualidad. En una encuesta hecha a 721 mujeres por la revista Time y la CNN el 18-19 de mayo de 1998, el 68% dijo que no se consideraban feministas y sólo el 25% dijo que lo eran. Además el 43% dijo que tenían una opinión muy poco favorable del feminismo . Es cierto que el feminismo de los Estados Unidos en su sentido más amplio está hoy día en grado bajísimo de popularidad. La opinión pública, en su mayoría conservadora, acusa a las feministas estadounidenses de la llamada segunda ola -las feministas que heredaron el Movimiento de Liberación de la Mujer a finales de los sesenta- de antiliberales y antidemocráticas. Rechazan su programa de cambio social porque lo ven cercano a las desacreditadas ideologías totalitarias de izquierdas. Las acusan de haber abandonado los valores de las feministas de la primera ola, que se basaban en los valores de libertad y de igualdad de la Ilustración para pedir el derecho al voto. Las consideran agresivas y sin sentido del humor y determinadas a controlar las mentes de las generaciones jóvenes tergiversando sistematicamente la verdad para promover sus propias ideas. La raíz de este rechazo es que ven a las feministas como militantes activas como un peligro enorme contra los valores de la mayoría de las mujeres americanas que están basados en la exaltación y la perpetuación del matrimonio, de la familia y del amor romántico. Se las ve como un grupo de extremistas que quiere derrocar la sociedad americana que ellas consideran sujeta a un sistema opresor de sexo y de género que destruye a las mujeres física y psíquicamente. Sin embargo, como muy bien dice Martha C. Nussbaum en su último libro Sex an Social Justice, ¿cómo pueden estar tan desprestigiadas y al mismo tiempo ser conideradas una amenaza a la democracia? Tal vez~sea que ven el peligro en las feministas académicas y universitarias que ignoran en su mayoría la opinión publica conservadora y que tienen la capacidad de formar a las muevas generaciones. A primera vista las mujeres estadounidenses no deberían tener mucho de que quejarse ya que supuestamente son iguales ante la ley y aunque muchas carecen de opciones adecuadas educacionales, económicas y de trabajo, comparadas con la mayoría de las mujeres del mundo tienen un gran nivel de vida. La realidad es que la mujer estadounidense en general no sufre el nivel profundo de desigualdad en la pobreza, en el hambre, en la salud, en la justicia y en el acceso al poder que sufren la gran mayoría de las mujeres del mundo. Ellas no sufren de la desnutrición y la falta de cuidados de salud que son la causa de muchas muertes de mujeres y niños en el mundo entero, pero siguen siendo un blanco vulnerable en la violencia y la intimidación sexual, sufriendo a menudo violaciones, violencia doméstica y toda suerte de ataques que las impide disfrutar plenamente de muchas oportunidades a causa del miedo. Aunque tengan derecho al voto, las mujeres norteamericanas todavía están muy lejos del alcance de una igualdad ante la ley que vaya más allá de las apariencias formales. La opinión pública del cacareado
‘mainstreem’, todavía está sujeto a hábitos ancestrales de jerarquía y subordinación en donde las metas básicas del feminismo de lograr la igualdad de derechos y de salario; evitar el acoso sexual y conseguir un cuidado infantil de calidad accesible a todas las mujeres, todavía están lejos de ser alcanzadas. El escándalo y la polémica sobre las escapadas sexuales del presidente Clinton son sólo un ejemplo más de lo complicado que se presenta la situación. En un proceso de destitución basado en el comportamiento del presidente en sus relaciones sexuales desde una situación de indiscutible poder, la reacción conflictiva y contradictoria de la opinión pública femenina se presenta paradigmática. Por un lado estaban las feministas como Gloria Esteinham, Betty Freedam y la presidenta de la National Organization of Women, Patricia Ireland, que sostenían que la persecución sufrida por el presidente tenía su base en una intención política partidista. En su defensa de Clinton se oponían a todos los que en el Congreso y en el Senado que acusaban al presidente mientras simultáneamente van en contra de las demandas de las mujeres. Tales como la igualdad en el trabajo, y el acceso a la protección contra la violencia doméstica y del cuidado infantil. Es decir, denunciaban que los que perseguían al presidente eran aquellos mismos que van en contra de una política activa social que solucione el paulatino empobrecimiento económico y social de las mujeres. Por otro lado, grupos de mujeres conservadoras como el Independent Women’s Forum, que rechazan vociferadamente el feminismo y que se denominan a sí mismas explicitamente como “nofeministas” fue pedir a gritos la destitución del presidente por acoso sexual y por mentir al Senado y al pueblo americano. Estas mujeres que se denominan a sí mismas como “no-feministas,” acusaban a las feministas de un doble “estandard” ya que fueron ellas las que hace unos años apoyaron la acusación de acoso sexual de Anita Hill contra Clarence Thomas y ahora defienden a Bill Clinton contra las mujeres que le acusan de abusos más importantes. Otro grupo, unido a este sector de mujeres conservadoras, es el de un movimiento mantenido por muchas jóvenes que rechazan de forma ambigua e interesada los avances que el movimiento feminista consiguió para ellas. Como por ejemplo, Danielle Crittenden, presidenta del Independent Women’s Forum en su What Our Mothers Didn't Tell Us: Why Happiness Eludes the Modern Woman que aconsejan a las mujeres que se casen pronto, que tengan hijos y que se olviden de sus carreras y que vuelvan a aceptar sus opciones tradicionales de ser esposa y madre y quedarse en casa cuidando a los niños porque según ellas eso les hará más realizadas y más felices. Lo cual no quita para que ella misma sea una mujer de carrera con grandes éxitos. Otro libro de gran éxito anti-feminsta es el de Wendy Shalit, Return to Modesty: Discovering the Lost Virtue que aboga por la virginidad de las mujeres antes del matrimonio o el de Carolyn Graglia, Domestic Tranquility: A Brief Against Feminism que atacan por igual al feminismo y al liberalismo con la idea de que las mujeres deben dejar la vida pública a los hombres y ellas volver a la domesticidad. Estas mujeres prometen a las jóvenes que el premio que recibirán, si tienen suerte, es el de mantener un hombre a su lado en vez de que se vaya abiertamente con jovencitas cuando ellas envejezcan. Naturalmente estos libros no aluden para nada a la violencia doméstica, ni al hecho de que el 50% de los matrimonios en los EE. UU. acaba en divorcio y que como resultado muchas mujeres y niños caen cada día más en un ciclo de pobreza y de abandono. Es obvio que a pesar de la aparente contradicción las feministas en este asunto de Clinton están siguiendo la tendencia de la opinión publica en general que parece moverse más por el sentido común, sin que tomen una postura estrictamente partidista. En su apoyo a Clinton las feministas coinciden con muchos mujeres y hombres de lo que se denomina hoy día “mainstreem.” que apoyaron a los demócratas en contra de los republicanos en la elecciones del pasado noviembre de 1998. El resultado nulo del juicio contra Clinton muestra, una vez más, el apoyo que siempre ha tenido éste por parte de las mujeres americanas que le garantizaron el 54 % de los votos en el 96 y fueron la fuerza decisiva que le llevó al poder en sus dos elecciones. Esto significa que según parece las mujeres eligen a sus políticos no tanto por su ideología sino por el apoyo que estos den su calidad de vida como mujeres. Apoyarán a cualquier político, ya sean demócrata o republicano, conservador o liberal, que les facilite creativamente su necesidad de compaginar la familia, con el trabajo y con su vida personal. A las mujeres les preocupa la familia, la salud, el sentirse a salvo del crimen, de la violencia y del acoso sexual en la casa, en la calle y en el trabajo. Para la mayoría de estas mujeres del “mainstreem” sus prioridades están más en la familia que en los impuestos, en la educación local más que en los asuntos internacionales y en la salud más que en romper el techo de cristal. La realidad es que el juicio de la destitución de Clinton definió al público americano en su ideología, y de alguna manera esta ideología de caracter liberal estaba mantenida más por las mujeres que por los hombres. Las mujeres americanas parecen mantenerse en un término medio donde, a diferencia de
la facción más conservadora republicana que en los últimos años intentó controlar el Senado, no se preocupan tanto por lo moral, sino por su conciencia política pragmática. En este sentido las mujeres del “mainstreem,” parecen aceptar la opinión de los demócratas que consideran que el ataque y la presecución sufrida por Clinton por sus múltiples indiscreciones sexuales, está en la base del odio latente e irracional que una gran cantidad de americanos tiene hacia lo que ellos llaman liberalismo. Entendiendo por liberalismo la actitud de apertura hacia el cambio basada en un gran respeto a las libertades individuales dentro de un marco social en donde todo el mundo tenga igualdad de oportunidades. Este liberalismo, representado en general por el partido demócrata y que une ideologías de izquierdas está visto por los conservadores como la base de todos los problemas sociales aglutinando durante los años de Reagan y Bush todo el conservadurismo radical. A diferencia del liberalismo, el conservadurismo aglutina a grupos de derechas radicales y moderados y en general se opone al cambio y busca soluciones sciales con métodos tradicionales basados en actitudes supuestamente moralistas y religiosas. Estas dos posturas están en consonancia con los diferentes valores sociales y políticos de lo que nosotros llamaríamos en España de izquierdas y de derechas o reaccionarios y progresistas. ¿Podemos ser optimistas? El futuro del feminismo en Estados Unidos en 1999 Elena Gascón-Vera [Se acusa a] las feministas americanas [de ser] antiliberales y antidemocráticas, comprometidas a un programa de cambio social cuyas raices están en las desacreditadas ideologías totalitarias. Han abandonado con ira y sin sentido del humor los valores de igualdad y de libertad de la Ilustración que eran tan apreciados por la generaciones precedentes, aquellas que ganaron el voto de la mujer. Están preocupadas por controlar las mentes de las jóvenes y sistematicamente manipulan y distorsionan las verdad sobre la información en los asuntos relacionados cn la mujer, especialmente la violencia sexual. Rechazan el matrimonio, la familia y el amor romántico, es decir, los valores de la inmensa mayoría de las mujeres americanas. Sostienen que la sociedad está dominada por un terrible “sistema de sexo-género” que prejudica a las mujeres física y psíquicamente. Están fanáticamente dedicadas a derrocar el sistema y, por eso son percibidas, por todos y con razón, como extremistas peligrosas por lo que el feminismo ha perdido casi enteramente su popularidad. Esto es una pena porque es posible ser feminista, y estar a favor de la igualdad legal, sin apoyar estas ideas radicales y desagradables. Martha C. Nussbaum Sex and Social Justice (New York: Oxford University Press, 1999): 130. El feminismo defendido aquí tiene cinco caraterísticas importantes. Es internacionalista, humanista, liberal, preocupado por la construcción social de la preferencia y del deseo y, finalmente, inmerso en una actitud comprensiva y compasiva. Martha C. Nussbaum Sex and Social Justice (New York: Oxford University Press, 1999): 6. Pregunta: ¿A quién consideraría Vd. en la sociedad de hoy día un ejemplo de feminismo positivo? Phyllis Chesler: Su nombre es legión. Es aquella mujer que abandona un matrimonio muerto o un novio violento. Es toda mujer que denuncia el incesto. Es cualquier mujer u hombre que lucha por la igualdad de derechos de la mujer y el derecho al aborto. Es toda mujer golpeada que se defiende, aunque luego sea trágicamente castigada por defender su vida y la pongan en la cárcel de por vida. Es cualquier hombre o mujer que se atreve a ayudar a una mujer con necesidades o en una crísis a pesar de que les insulten y les humillen por preocuparse de los otros. “¿Está muerto el feminismo? Ginia Bellafante, autora del artículo de TIME', y Phyllis Chesler, autora de Cartas a una joven feminista“ Transcripción del 25 de junio de 1998. Como feministas de los ‘90 tomamos los problemas de forma diferente. Tenemos distintas prioridades y ponemos nuestra confianza en métodos diferentes. En particular somos más prácticas y menos idealistas que nuestras predecesoras. El sistema nos ha fallado y queremos hacer las cosas por nosotras mismas porque sabemos que así se harán bien. No queremos un Centro de Mujeres en la Universidad, queremos una mujer como presidenta de la clase, tomando decisiones para todos los estudiantes. Queremos una mujer Directora General en las finanzas que controle el dinero en los negocios modernos y en la
investigación. No queremos “sisterhood”, queremos independencia, libertad, y la mayor capacidad de elegir posible. Kim Allen, www. Second and Third Waves (1998). No somos feministas teóricas; somos feministas “aplicadas.” Janis Cortese, www. Second and Third Waves (1998). No es sorprendente que los asuntos que más separan a las feministas de la Segunda y de la Tercera Fase sean el sexo y el dinero. Desgraciadamente, el feminismo ha caído, a veces, en el hábito de dar una dimensión política al sexo. El sexo, para bien o para mal, y ya sea, por Pat Robertson o por Andrea Dworkin, ha sido imbuído de miles de significados distintos, pero, desgraciadamente, ninguno de ellos está conectado al placer de la mujer. La Segunda Fase ha estado inmersa en un idealismo anticapitalista que no es más que una variación del mito prevalente de: mujeres limpias / dinero sucio. Querían la independencia (incluída la independencia financiera) de los hombres, pero no querían saber nada del dinero. La Tercera Fase tiene una idea diferente. El dinero es poder y como todo poder puede ser usado para bien o para mal o para cualquier otra cosa entre medias. Mientras ganemos menos dinero que los hombres tendremos menos influencia política, menos posibilidades de ayudar a otras mujeres y menos libertad financiera. !No hay nada malo en ganar mucho dinero! www. Our World Our Lives, (1998) Muchas de la demandas actuales en favor de la democracia se centran en lo que se podían llamar demandas por una mayor presencia política: demandas por la igualdad de representación entre los hombres y las mujeres, demandas por un mayor balance entre los diferentes grupos étnicos que componen la sociedad.\; demandas por la inclusión política de grupos que se ven a sí mismos marginalizados, silenciados o excluídos. En este gran reencuadre de los problemas de la igualdad democrática, la separación entre “el quién” y “el qué” tiene que ser reelaborada y la subordinación del primero al segundo resltan muy cuestionables. La política de las ideas debe ser sustituída por la política alternativa de la presencia. Anne Phillips The Politics of Presence (Oxford: Clarendon Press, 1995): 5.
Elena Gascón-Vera, Chair Department of Spanish Marion MacLean Professor of History of ideas Wellesley College 106 Central St. Wellesley, MA 02481-8203 tel: 1 (781) 283-2401 fax: 1 (781) 283-3702