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Padre

J osĂŠ Kentenich


ME ENTREGO A USTEDES…» Los pasajeros del Roma-Frankfurt del 24 de diciembre de 1965, apenas notaron la presencia de un sacerdote de aspecto frágil, barba blanca y sotana negra que viaja en uno de los asientos

delanteros junto a la ventana. Nadie sospecha lo que pasa en su interior. Esta Navidad será la primera que celebre, junto a su Familia de Schoenstatt en Alemania, desde 14 años de separación.

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El Padre José Kentenich recién había cumplido 80 años, y volver a Alemania significaba retornar al lugar donde se originó la Obra de Shoenstatt, por él fundada y que se había extendido como el fuego por todos los continentes. A esta Obra él había entregado su vida, todas sus fuerzas y corazón.

SANTUARIO ORIGINAL - ALEMANIA

Este Movimiento de renovación religiosa y moral se inició, el 18 de octubre de 1914, en una antigua capilla a orillas del Rhin cercana a Vallendar – Coblenza. 3


«UNA SECRETA IDEA PREDILECTA» Todo comenzó en 1912, cuando el Padre fue nombrado director espiritual de un grupo de alumnos del Seminario menor de los padres Pallotinos en Schenstatt, y asumió la lucha de estos jóvenes por la verdadera

libertad.

Les

propuso

un

programa a conquistar, ofreciéndose él mismo como compañero de ruta.

«Me entrego a ustedes con todo lo que tengo y lo que soy: mi saber y mi ignorancia, mi poder y mi impotencia, pero por sobretodo les pertenece mi corazón».

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Un joven de la época cuenta: «El Padre causó en nosotros una profunda impresión. Era el guía que comprendía a los jóvenes y nosotros éramos sus entusiastas seguidores». CONGREGACIÓN MARIANA DE SCHOENSTATT - VALLENDAR, 1914.

El Padre Kentenich tenía una «secreta idea predilecta», que compartió con los jóvenes: Les invitó a pedir a la Madre de Dios que se instalara en

la abandonada capilla del cementerio y se manifestara como su educadora. Que atrajera sus corazones juveniles y los transformara según la imagen de su Hijo Jesús, para que así esta sencilla capillita de San Miguel, se convirtiera en un lugar de gracias, de renovación, de encuentro con Dios y de compromiso apostólico. Para que esto se hiciera realidad desafió a los jóvenes, a subir al máximo sus muestras de amor a María, haciendo lo ordinario extraordinariamente bien.

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Así

él

hacía

extensiva

su

propia

experiencia sanadora, vivida tras las crisis de su juventud a partir de un suceso muy significativo de su infancia,

que

fue

cobrando

cada

vez

más

importancia en su vida. Cuando tenía 9 años, a consecuencia de una difícil situación familiar, su madre se vio obligada a llevarlo a un Hogar de Niños. Junto a su hijo José (el Padre Kentenich), entró a la Capilla, se arrodillo ante la estatua de la Virgen y se lo encomendó: «Educa tú a mi hijo. Se tú la madre de mi hijo. Cumple tú con mis deberes de madre».

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Con los años, el padre Kentenich tomó conciencia, que todo lo

que había ocurrido en su vida y todo lo que había llegado a ser, se lo debía a la amorosa conducción de la Santísima Virgen, que le había abierto el acceso a Días y a su verdad. En una ocasión dijo: «Todo lo

que soy

lo

Ella,

debo

a

mi

y

lo

María

que tengo es

el

alma

se de

alma».

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En el encuentro profundo con María descubrió un concepto de vida que orientó su actuar.

No se trata sólo de reconocer, comprensivamente las verdades de la fe, sino se trata de iniciar una relación personal movida por el amor, por la confianza y por la aceptación mutua. Esta experiencia se denominó más tarde «ALIANZA DE AMOR». Esta «ALIANZA DE

AMOR» con la Santísima Virgen es el eje, la clave que explica la fecundidad del Movimiento de Schenstatt y su servicio a la Iglesia.

De esta forma, el joven sacerdote José Kentenich enseño a sus

alumnos lo que él mismo había experimentado. La creación de una red de relaciones de amor con Dios Padre, con su Hijo Jesucristo, con el Espíritu Santo, con María, con las personas que nos rodean, con las cosas que están en nuestro entorno, en fin, con toda la

naturaleza creada por Dios.

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ENTRE

DOS

G U E R R A S

Entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, el Movimiento de Schoenstatt experimenta un fuerte crecimiento. El Padre Kentenich da cientos de conferencias en Alemania y luego más allá de sus fronteras. Incontables sacerdotes y laicos se forman por su palabra y espiritualidad.

Funda institutos de vida consagrada, tanto de mujeres como hombres, y se perfilan las ramas de hombres y mujeres laicos, de familias, juventudes, madres de familia. El primer instituto que fundó fue el de las Hermanas de María en 1926.

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Con la llegada del nacionalsocialismo a Alemania en 1933, el Padre Kentenich aceleró el envío de las Hermanas de María a países fuera de Europa, porque Schoestatt debía ser fecundo en otras latitudes, en el

caso que fuese destruido en Alemania. El vio con toda claridad que el régimen nazi perseguía a la Iglesia, y por consiguiente al Movimiento. Los dirigentes nazis temían a este hombre y a su Movimiento, porque representaban un baluarte de la fe de la Iglesia en Alemania. Toda

persona

que

en

ese

entonces amaba a la Iglesia,

amaba la fe y a su patria, y se confesaba

en

contra

de

la

dictadura Nazi, no podía vivir en libertad. Por ello, el 20 de CAMPO DE CONCENTRACIÓN - DACHAU

septiembre de 1941, el Padre Kentenich, fue detenido por la Gestapo.

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Se vistió con su sotana más usada y al despedirse dijo: «Una Obra por la que empeño mi vida puede costarme también la sangre. Tenemos que estar dispuestos a morir. No nos puede pasar nada que no esté previsto por Dios».

Cuatro meses y medio en la cárcel no lo quiebran. Ni siguiera lograron doblegarlo. En marzo de 1942 es recluido en el Campo de Concentración de Dachau. Sacerdotes que vivieron con él contaron: «Sus palabras nos dieron muchas fuerzas, comprendimos que somos instrumentos de Dios y que participamos de los sufrimientos de Cristo. Nuestros sufrimientos soportados por amor pueden ayudar a enriquecer el mundo (…). A través de la presencia del Padre Kentenich, el infierno de Dachau se convirtió para nosotros en el Cielo». *** 11


*** «Jamás me había encontrado con una persona como él. Me impresionó tan hondamente, siempre tenía una serenidad plena. Su rostro siempre

era el mismo. Tranquilo, sobrio y amable. Jamás lo vi demasiado preocupado y menos aún que hubiese perdido el control de sí mismo, y eso que en Dachau no faltaban las circunstancias para ello. Él siempre se dedicaba de lleno a aquel con quien trataba. Irradiaba una amabilidad

singular. Junto a él uno se sentía aceptado tal como era. Esta fue una vivencia incomparable. Sólo por esto valió la pena para mí ir a Dachau».

La puerta de entrada al campo de concentración de Dachau con la cínica frase: «el trabajo hace libre».

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El 6 de abril de 1945, el Padre Kentenich es liberado del Campo

de Concentración y el 20 de mayo vuelve a Schoenstatt a celebrar la Eucaristía, la Acción de Gracias en el Santuario. ¿Qué habría ocurrido si María no lo hubiera tomado bajo su manto protector». Muchas tareas lo esperan. Schoesntatt fuera de Alemania necesita a su Fundador. En los años de postguerra realizara muchos viajes a países donde el movimiento había echado raíces, en África y América.

EL P. KENTENICH LLEGA A CHILE - 23 DE JUNIO DE 1947.

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DIOS PRUEBA A SUS ELEGIDOS Dios prueba a todos sus elegidos. Su siervo José Kentenich lo sabía. Mientras visitaba las Fundaciones de las Hermanas de

María en otros países, daba retiros espirituales, consagraba Santuarios de Schoenstatt, la autoridad eclesiástica alemana iniciaba una revisión a la Obra de Schenstatt, pues en varias ocasiones el mismo Padre Kentenich lo había solicitado. El

Fundador quiso que la jerarquía de la Iglesia conociera de cerca el Movimiento, en su lugar de origen.

Así, en 1949, el Obispo de Tréveris envía un visitador a Schonstatt, quien sólo tiene palabras de elogio hacía el Movimiento.

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Constata que la espiritualidad de Schoenstatt y su fundación es

genuina y está profundamente arraigada en el magisterio de la Iglesia. Que como tal, es Obra de Dios y de la Santísima Virgen. Sin embargo, el Padre Kentenich no queda satisfecho por algunas acotaciones de carácter pedagógico y decide escribir una carta

comentando este informe. Antes de enviarla, la coloca sobre el altar del Santuario de Ballavista en Santiago de Chile , la noche del 31 de mayo de 1949.

SANTUARIO BELLAVISTA – CHILE.

La respuesta no fue comprendida por el Obispo de Tréveris y en la primavera de 1951 el Padre Kentenich es alejado de su Obra.

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Se le exige que abandone Europa y es enviado a Milwaukee (EE.UU.). Camino al exilio, da una jornada a los padres pallotinos de Brasil, bendice el Santuario de Argentina y pasa por Chile para

presidir la toma de hábito de los primeros novicios de los padres pallotinos formados en la juventud del Movimiento. Así, el Santuario de Bellavista fue la última estación antes de partir a su destino. Tal como lo había dicho Dachau, en Milwaukee siguió

creyendo lo mismo: «No nos puede suceder nada que no esté previsto en los planes de Dios».

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Durante 14 años, jamás salió de sus labios una queja o una protesta contra la jerarquía eclesiástica. En el silencio y sin protagonismo, dedicó

su

sacerdocio

especialmente

al

servicio de la colonia alemana y más allá. Lentamente se fue formando en torno

suyo

una

comunidad

de

personas que admiraban la calidad de su fe y escuchaban s palabra. Durante mucho tiempo, el lunes de cada semana, se reunía con matrimonios

y

les

ayudaba

en

sus

inquietudes.

Quienes

compartieron con él este tiempo cuentan: « Uno no podía sustraerse a

la fuerza de irradiación de esta personalidad sacerdotal, de este educador bendecido por Dios…».

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«Para mí el Padre Kentenich comprendía era el sacerdote en el cual yo como adulto veía el rostro de un padre. Podíamos bromear juntos, era un amigo para mí. Quería mucho a mis hijos». «El Padre Kentenich

comprendía cada necesidad como un padre. Hacía suyas mis necesidades y siempre estaba dispuesto a ayudarme. Tenia la impresión que él podía penetrar en mi alma y que me comprendía totalmente (…). Siempre cuando golpeaba a su puerta, sabía que sería recibida». Llevaba 11 años de destierro, cuando

comenzó

el

Concilio

Vaticano II y el Espíritu Santo suscito una nueva mentalidad que

abría

las

puertas

comprender

el

Schoenstatt

como

para

carisma un

de

aporte

eficaz para la vida de la Iglesia.

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En septiembre de 1965 fue llamado a Roma y el 22 de octubre el

Santo Padre, Pablo VI, confirmó el fin de todas las restricciones que daban término al destierro de catorce años que llevó con alegría y en total obediencia. Alguien contó: «Yo conocí al Padre Kentenich en Roma, en

uno de los momentos más difíciles, pude admirar su inmensa tranquilidad y su plena confianza en la Divina Providencia. No puedo olvidar las palabras que él dijera:

«Yo siempre estoy alegre en las manos de la Santísima». Nunca escuché de él una palabra de indignación.

Siempre

reflejó

un

gran

AUDIENCIA CON PP. PABLO VI

amor».

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Tras ser recibido en audiencia especial por Su Santidad Paulo VI, el Padre Kentenich vuelve a Schoenstantt en la Navidad de 1965 y agradece a la Madre tres veces Admirable en el Santuario original todo el tiempo transcurrido y su liberación. Este regreso, que siempre consideró como una victoria de María, es conocido con el nombre de «Milagro de Nochebuena».

SANTUARIO SCHOENSTATT – ALEMANIA (NAVIDAD).

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«ME

ENTREGO

A USTEDES»

Después de tres años de intensa entrega a su Obra, el 15 de septiembre de 1968, en la festividad de la Madre de los Dolores, luego de celebrarse la Eucaristía, el Padre José Kentenich muere en la Iglesia de la Adoración. Iglesia que él mismo, junto a su Familia espiritual, prometió construir en agradecimiento a Dios por su admirable protección durante la Segunda Guerra Mundial.

AL FONDO: LA IGLESIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD / IGLESIA DE LA ADORACIÓN

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La promesa que hizo a los jóvenes, al inicio de su carrera sacerdotal, marcó también la hora de su partida.

UNA DENDICIÓN DE PADRE FUE ÚLTIMA

SU

PALABRA.

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Desde entonces no ha cesado la romería de peregrinos a su lugar de descanso y se propaga más y más su fama de santidad.

Miles y miles de personas de todos los países llegan allí a pedir su intercesión. El Padre José Kentenich sigue desde el cielo, intercediendo por todos los que acuden a él en sus necesidades y preocupaciones. Hoy él también nos dice:

« M E

E N T R E G O

Q U E

A

T E N G O

U S T E D E S

Y

T O D O

C O N

L O

T O D O

L O

S O Y … » .

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El Padre José Kentenich, autor de los pensamientos que lo han acompañado en esta agenda, está en proceso de beatificación. Le invitamos a que confié a su intercesión, alguna necesidad personal o de otros. De esta forma usted también nos ayuda a que su santidad sea pronto reconocida oficialmente por la Iglesia. Por alcanzar el favor a él encomendado puede rezar la oración que viene a continuación:

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ORACIÓN Padre Eterno: Por amor a Ti y a tu Santa Iglesia, el Padre Kentenich procuró cumplir siempre tu voluntad y conducir a los hombres hacia Ti. En la confianza que Tú lo escuchas en forma espacial, te ruego me concedas lo que él te pide en favor mío (aquí se menciona la intención personal), por la intercesión de la María, la Madre, Reina, y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schenstatt. Te ruego le regales pronto la gracia de su canonización y así pueda colaborar aún más fecundamente en la obra de tu Hijo Jesús, para gloria tuya. Amén.

Padrenuestro, Ave María, Gloria. Con aprobación eclesiástica 25


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