2 fundaciones de san agustín [alcaldía de san agustín] 2008

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FUNDACIONES DE SAN AGUSTIN

PRIMERA FUNDACIÓN DE SAN AGUSTÍN

El poblado de San Agustín se fundó entre los años de 1608 y 1612 con los indios Mulale y Laculata por, Pedro Saenz de la Guía, quien cumplía órdenes del gobernador de Neiva y Timana Don Pedro de Velazco. En 1928 San Agustín tenía ya una vieja iglesia de bahareque con techo pajizo. (Arch. 3, c, IV, 892). Esta primera fundación fue destruida por los andakies 1 en la primera mitad del siglo XVIII, siendo reconstruida en 1796 con indios llevados de la provincia de Almaguer, probablemente en el mismo lugar que ocupará antes (43, No. 59-60, año 1944 op. cit., Friede: 81). Los habitantes del Alto Magdalena al igual que sus vecinos y aliados los Páez y Guanacas no vivían en pueblos compactos, sino en viviendas aisladas dispersas en la región. Lo demuestran las numerosas plataformas de habitación que en diferentes tamaños están diseminados en las vertientes de la cordillera oriental; todos los bohíos eran de techo pajizo (Friede: 92). Con base a las investigaciones que acerca del tema ha realizado Luis Duque Gómez (1964: 23) en un documento inédito que se conserva en el Archivo Nacional de Bogotá y que lleva por título “indios de Timaná”, contiene datos interesantes acerca de la primitiva fundación, la cual coincide con los datos presentados por Friede cuando expresa que esta primera fundación de San Agustín fue destruida por indios Andakies, complementando esta información con el siguiente dato: “Que a los ataques de los mencionados indios se sumó una epidemia de viruela, todo lo cual diezmó notablemente la población. Los pocos nativos que quedaron fueron

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Desde finales del siglo XVI la región del alto Magdalena comienza a ser objeto de continuos ataques por parte de indios belicosos que provienen de la selva oriental adyacente, y que en documentos históricos se llaman “Andakies” (Friede 1538:33)


mandados al sitio del Naranjal cercano a Timaná, por Fray Francisco Romero, de la orden de San Agustín.” (Duque 1964: 23). Con el traslado de los pocos habitantes que habían quedado en San Agustín hacia Timaná y Naranjal la zona quedó despoblada por un largo tiempo. Motivo por el cual quedaron en calidad de realengas 2, situación que aprovechó el doctor Mauricio Valderrama, (alcalde ordinario de la Villa de Timaná en ese tiempo) para pedirlas como parte de su propiedad; según lo constata el siguiente dato: “… ante v.m perezco en aquella forma que más haya lugar y digo que linde con las tierras que poseo en el sitio de Laboyos, jurisdicción de esta dicha villa (hoy las que llaman de San Agustín) por estar en sitio tan apacible y desierto, que así por esto como por lo inválido de los indios Caribes de nación Andaquies y otros que las trafican por ser caminos para sus provincias no ha habido jamás quien las habite por el por el conocido riesgo y mediante a que me halló en mérito para que de ellas se me haga merced, etc.” (Duque: 23) Las tierras de San Agustín fueron adjudicadas al doctor Mauricio Valderrama por el capitán Don Diego de Higuerón Ponce de León, juez visitador de tierras y posiciones en el año de 1722. (Duque: 24). Años más tarde en 1749 el doctor de Valderrama dona las tierras de San Agustín a Alejandro Astudillo, su esposa e hijos, con el propósito de que poblasen esta área, motivo por el cual se intenta una segunda fundación del poblado. 

SEGUNDA FUNDACIÓN DE SAN AGUSTÍN

La segunda fundación de San Agustín se inicia con la donación que de estas tierras hace el doctor de Valderrama al señor Alejandro Astudillo y familia originarios de Almaguer.

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Realenga adjetivo. Dícese de los pueblos que no eran de señorío y de los terrenos pertenecientes al rey o a la corona. (Enciclopedia Larouse. París, 1973)


En el siguiente párrafo se puede notar tal donación: “Señor Alejo Astudillo. Recibí tu carta por la que aprecio tu cabal salud… las tierras que había del rey en este país las compuso mi padre, que Dios tenga en descanso, pues como digo se compuso con el dinero exhibiendo el importe de dichas tierras, pero en vista de las buenas noticias que vos me han dado, estoy pronto a hacerte gracia y donación de tierra en sitio que llaman de San Agustín, para que tu pobléis y viváis con toda quietud y sosiego,…” (Duque 1964: 24). Esta donación se constituye en el inicio de un largo pleito por las tierras de San Agustín entre el doctor Mauricio de Valderrama y los indios venidos de Almaguer, puesto que un año antes de 1751 los indios habían pedido al rey directamente la adjudicación de dichas tierras, lo cual disgustó profundamente al doctor de Valderrama quien declara en sus memorias que había donado un pedazo de tierra únicamente a Alejo Astudillo y su familia sin que esto fuera a perjudicarlo, pero en vista de que el mencionado señor quería traer más gente para poblar la zona, el se retracta de lo dicho y decide no donar tierra alguna al señor Astudillo. Aparentemente el pleito sostenido por el doctor Valderrama y los primitivos habitantes, el indio Alejandro Astudillo y compañeros del pueblo falló a favor de estos últimos, puesto que la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada el 28 de Febrero de 1753 expide el siguiente decreto: “Concédase licencia a Alejandro Astudillo y demás compañeros para que puedan poblar el sitio de San Agustín su antiguo pueblo… con tal de que procedan a hacer primero y ante todas las cosas Iglesia con ornamentos y cosas necesarias para el culto divino…” (Ibid: 27). Este decreto acrecentó aún más la furia del doctor Mauricio de Valderrama, quien quedo sin tierras consideró un atentado contra sus legítimos derechos de propiedad, por lo cual presentó recurso de nulidad de esta posesión de tierra a los indios anteriormente citados:


“…Aunque el sitio de San Agustín (desierto) fue pueblo, éste a causa de haber quedado desierto y derrocado, un misionero llamado Fray Francisco Romero, compró con plata de las cajas reales, de la ciudad de Santa Fe las tierras del Naranjal, para poblarlas allí con otros indígenas de la etnia tama que se agregaron, en donde está manteniendo pueblo por ser muchas las tierras buenas y fértiles en cuya inteligencia dejaron las dichas de San Agustín desiertas y despobladas”. (Ibid: 28) De esta manera el doctor de Valderrama no dio marcha atrás en su empeño de recuperar sus derechos de propiedad sobre las tierras de San Agustín y por tanto adelantó procesos y acciones contra los indios para así cerrarles el paso hacia sus tierras y por ende hacerlos fracasar en su intento de poblar las mencionadas tierras; pese a todo esto los indios no cedieron en su intento de erguir el pueblo y no cesaban en pedir al rey legalmente las tierras para poblarlas. Cansado de esta situación el doctor Mauricio de Valderrama toma decisión de vender la hacienda “Los Laboyos” a don Francisco Jerónimo de Torres, Alférez de la compañía de caballeros españoles forasteros y alcalde ordinario de la ciudad de Popayán; dónde según las investigaciones de Friede no fueron excluidas del documento de venta las tierras de San Agustín. Los nuevos administradores de la hacienda no respetaban a los indios y constantemente los perturbaban ocupando sus cementeras, destrozando sus parcelas y despojándolos de sus bienes. (Friede Duque 1964: 30). Ante esta situación Manuel Astudillo y Pedro de Santanilla, hijos herederos de Alejo Astudillo y demás indios acreedores del pueblo de San Agustín no cesan en su intento de poblar legalmente el pueblo, dando a conocer ante la feligresía de la villa de Timaná las anomalías que el doctor Valderrama y posteriormente don Jerónimo de Torres realizaban en contra de su integridad física, ante lo cual expresan su descontento y exigen les sean reparados los daños causados por dichos señores en la siguiente forma: “Los menoscabos padecidos en nuestras viviendas y sementeras; causadas por el referido Dr. Valderrama y don Clemente de Osorio en perjuicio de las leyes que nos


amparan públicas en el reino, explicándole nuestro derecho al referido pueblo, con todo lo más conducente a fin de nuestra reedificación validada en nuestro pueblo de San Agustín con la mayor paz y quietud que deseamos, pedimos al dicho doctor Valderrama nos satisfaga los quebrantos causados en la expedición de nuestras personas, desamparo de casas, desolación y cierta pérdida de nuestros sembrados, en los quebrantos de meses que hemos tenido vagando y gastando de nuestras mantenciones con lo costosos de este recurso, etc.” (Ibid: 32). Ante tal desamparo de los indios el Alcalde de Timaná se traslada a San Agustín para dar posesión por tercera vez a los indios sobre mencionadas tierras, esto sucede hacia el año de 1765, o sea, cincuenta años después de iniciado el pleito de tierras. Desdichadamente el nuevo dueño de las tierras don Francisco Jerónimo de Torres entabló un pleito que duró cinco años hasta (1770), pleito que falló a favor de los indios; apelando de nuevo don Jerónimo de Torres y saliendo ganador puesto que el tribunal lo declaró dueño absoluto de las tierras citadas anteriormente y les exige a los indios sean entregadas las tierras ya que no existe un motivo válido para que en dichas tierras sea erigido un pueblo. Ganando el pleito don Jerónimo de Torres y utilizando sus poderosas influencias sobre la iglesia local, el 20 de julio de 1771 el obispo de Popayán ordena sean arrojados los indios de la zona agustiniana y sea quemada la iglesia una vez desocupado el lugar, al igual que la destrucción de las chozas.

De esta manera

queda destruido por segunda vez el pueblo de San Agustín el cual llevaba más de cincuenta años de existencia (Friede op.cit., Duque: 32). Los indios que habitaron San Agustín se dispersaron debido a su expulsión de dichas tierras, lo cual no significaba que se hubieran vencido en su intento por poblar la zona, ya que a pesar de su destrucción y de la expulsión de su gente, algunos indios seguían habitando la zona y por ende San Agustín seguía siendo un centro poblado. Es así como en 1789 el pueblo figura en los registros oficiales como dependiente de la villa de Timaná, el cual cuenta con un cura doctrinero y alcalde de partido (Ibíd: 32). En estas condiciones se inicia la tercera fundación del pueblo.


TERCERA FUNDACIÓN DEL PUEBLO

La visita del doctor Lucas Erazo y Mendigaña abogado de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada; a San Agustín en el año de 1790, constituye un punto a favor de los indios ya que el mencionado señor manifiesta en su informe que los indios durante más de diez años han sido asistidos espiritualmente por el doctor Fernando de la Vega, obispado de Popayán, quien los visita cada año para administrarles los sacramentos religiosos.

Por tanto, a él le parece justo que esta comunidad sea

erguida como pueblo, ya que a pesar de todos los obstáculos puestos por el doctor Valderrama y por la violencia de don Jerónimo de Torres su perseverancia no tuvo límites. Es así como el 20 de noviembre se dictó en Santa Fe de Bogotá el decreto que ordenaba la erección de San Agustín en pueblo, dándose paso a un libre asentamiento en el poblado de los indígenas anteriormente expulsado, y que regresarán, tanto como a otros vecinos. El 4 de septiembre de 1792 se nombró a don Cristóbal de Cuellar como teniente corregidor. El 10 de junio de 1794 fue designado como cura interino del poblado el doctor Jacinto Victoria. Se mantiene entonces un dinámico poblamiento en la zona, en el siguiente registro de documento nos sitúa en el año 1825 en el cual San Agustín empieza a figurar como aldea, perteneciente a la jurisdicción de Timaná, en 1888 como corregimiento de Pitalito, hasta que finalmente en 1926 por ordenanza número 24 de 8 de abril, fue erigido como municipio del departamento del Huila. (López en Duque 1964: 33). Pareciera entonces, que a partir de la tercera fundación de San Agustín, el poblado se mantiene hasta hoy con distintas circunscripciones administrativas. Actualmente, el municipio de San Agustín cuenta con 32000 habitantes, distribuidos en 1316 km2. Estos habitantes de San Agustín han logrado la adecuada conservación de las reliquias arqueológicas que allí se encuentran, a la vez han conseguido buenas vías de comunicación, hoteles de turismo, hospital, establecimientos de enseñanza primaría, alumbrado eléctrico, parques y otras comodidades de la vía moderna (Duque: 33).


Para Duque la ganadería y la agricultura es la base económica de los moradores agustinianos, en nuestra opinión esta base económica actualmente ha pasado a un segundo plano y ha surgido el turismo como la base económica del pueblo y como principal medio de subsistencia, el cual se extiende cada día más a medida que avanza por las faldas del Macizo. Atrayendo a gente de variadas procedencias que llegan a la zona para conocer la arqueología y la riqueza natural del lugar.


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