Combinar un listón de madera nórdica de más de doscientos años de historia con una placa de acero y carbono recién salida del instituto tecnológico más atrevido del momento es un ejercicio apasionante y necesario.
Ocurre lo mismo cuando piensas en material porcelánico para proyectar la puerta de un estante. Se llama poesía visual.
Si se hace bien, el resultado puede ser verdaderamente estimulante y funcional.
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