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El cine como herramienta de felicidad
Para Lorena Chuscoff el cine es un medio para llegar a las personas y transmitir no sólo mensajes, sino también sentimientos, como la felicidad y el amor al prójimo. Responsable de la película del Cura Brochero (2016), la directora relata a El Milenio cómo fueron sus inicios en la producción de contenido audiovisual religioso y educativo.
VILLA ALLENDE
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Desde que era muy pequeña, Lorena Chuscoff soñaba con ser una gran cineasta. No obstante, al ser considerada en su momento como una carrera “cara”, Chuscoff terminó yendo hacia el mundo de la publicidad.
Como su profesión no estaba tan lejos del mundo audiovisual, comenzó a cultivar en su interior nuevamente el deseo de dedicar de lleno su vida al séptimo arte. Once años después, creó Maranatha, una asociación civil dedicada a la producción de cine con temática religiosa y educativa.
Bajo su dirección nació “El Cura Brochero. La película”, estrenada a nivel nacional en 2016 con particular éxito, a raíz de la canonización del llamado “cura gaucho” ese mismo año. Esta cinta, basada en la vida del santo cordobés, busca despertar en los más jóvenes el interés por la religión cristiana y sobre los valores y actitudes que se necesitan en la vida para generar un cambio en las personas.
“El Cura Brochero fue un hombre muy correcto, que se dedicó a la tarea social y entregó su vida por el prójimo, lo cual tiene que ver con temas universales que pueden conmover a cualquier persona, independientemente de su religión”, sostuvo la cineasta en entrevista con El Milenio.
El Milenio: ¿Cuál fue tu formación en relación a la producción audiovisual y cómo empezaste tu relación con el cine?
Lorena Chuscoff: Mi relación con la producción audiovisual comenzó con la publicidad. Aunque estudiar cine era mi sueño desde muy pequeña, se trataba de una carrera bastante cara y mis padres me decían que estudie otra cosa. Llegué a abrir una agencia de publicidad con amigas y durante 11 años nos dedicamos a la producción de eventos y trabajos audiovisuales de campañas publicitarias.
Sin embargo, terminamos cerrando la agencia, personalmente porque sentía que quería comunicar algo al mundo y la publicidad no me lo permitía. Quería hacer un aporte a la sociedad y expresar que es para mí la felicidad. Fue así que decidí fundar Maranatha, asociación que dirijo desde 2010.
EM: ¿Cuál es para vos la relación entre el cine y la religión?
LC: En cualquier producción artística lo que uno busca es expresarse, contar su propia experiencia. En mi caso, yo encontré en Jesús Cristo el camino hacia la plenitud y eso es lo que quiero comunicar. Más allá de que en las películas estás contando las historias de terceros, siento que en ellas puedo compartir algo de mí. todo encaja perfectamente.
La película del Cura Brochero, por ejemplo, tiene mucho de mi historia personal. Es la finalidad de mi vida: compartir lo que me hace feliz para que otros puedan alcanzar ese mismo fin. La forma que encontré para trasmitir ese mensaje personal y llegar a distintos lugares fue a través del cine.
EM: ¿Maranatha solo hace producciones que tengan que ver con la religión?
“El Cura Brochero fue un hombre que entregó su vida por el prójimo. Eso tiene que ver con temas universales que pueden conmover a cualquiera, independientemente de su religión”
EM: ¿En qué estás trabajando actualmente?
LC: Ahora estamos haciendo un documental en un centro de chicos que se están recuperando de adicciones, les estamos enseñando a hacer cortos cinematográficos y ya están produciendo dos propios.
Este trabajo tiene una riqueza mucho mayor para mí porque además de que estoy haciendo lo que me gusta, estoy ayudando a personas. Lo que más me gusta es complementar las dos cosas: la tarea social y evangelizadora de la vida, con mi trabajo documental. Me encanta, es como que
LC: La fundación es una asociación civil sin fines de lucro. Trabajamos con personas empleadas y otras que son voluntarias. Mucha gente se suma porque cree en esta finalidad de evangelizar y de llevar este mensaje a través de los medios. Ahora lanzamos una aplicación que se llama “Brochero” para canalizar mucho de nuestro contenido, porque a veces en los canales abiertos es más difícil entrar cuando se habla de Dios.
No obstante, nuestras producciones no son enteramente sobre religión. Es decir, no tenemos un sacerdote hablándole a la cámara todo el tiempo sobre Dios. En “Contemplarte”, por ejemplo, trabajamos sobre el tema de la adicción en los jóvenes y cómo, a través del arte y la espiritualidad, se puede salir de todos estos problemas. Fue una serie de 16 capítulos que incluso ganó un premio de ENACOM. Lograr el autoconocimiento, perdonar y amar al prójimo son valores universales.
En nuestra serie “Luz de emergencia”, que transcurre en un ámbito escolar, tampoco hablamos de religión. La obra toca temas como bulimia, anorexia, violencia y adicciones. Con la religión sola no vamos a solucionar la vida, hay que cuidar el cuerpo, hay que cuidar la mente y el espíritu.
EM: ¿Qué significó para vos la película del Cura Brochero a nivel personal y profesional?
LC: Como asociación civil nos marcó mucho. Fue una experiencia de fe. Desde el principio tuvimos varios problemas que fueron retrasando su producción, como un inesperado cambio en el actor principal que obligó a replantear todo el guion. Incluso un ex director del INCA me dijo: “Esta película no va a funcionar en las salas, a vos como directora te van a crucificar”.
Aún con todos esos contratiempos, decidimos seguir porque sabíamos que Dios nos había metido en esto. “Señor, si vos querés que se haga la película, ilumínanos, que lleguen los fondos y que la gente nos ayude”, pedimos entre todos.
La peleamos y logramos que se estrene la película en varias salas de Buenos Aires. Tiempo después nos llamaron y nos dijeron que había varias funciones a sala llena. Incluso llegaron a llamarla “el último milagro del Cura Brochero”, porque muchos medios no podían creer que estuviera lista justo cuando lo iban a canonizar.
Redacción: Daiana Zilioli . periodico@elmilenio.info
Participaron: Martina Stampella y Melody Lo Preiato (6to IMVA).
Francesca Bancalari y Ezequiel Gallego (6to IENM).