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Un busto de Francisco Villa (por el aniversario 145 de su natalicio) fue develado en la sede diplomática de México. Una sencilla y significativa ceremonia. En lo que resta de mes el Consulado funge como anfitrión de múltiples actividades.

Fortalecer las conexiones, el vínculo con la comunidad, es algo prioritario para los oficiales del Departamento de Policía de North Las Vegas. El próximo miércoles 14 se efectuará el denominado ‘Pan dulce con la Policía’. Será un fructífero intercambio. Página 3

Por Roberto PELÁEZ

Los abrazos, risas y lágrimas se suceden, a ratos se alternan cuando alguien quiere tomar fotos... es una escena que se repite en las ceremonias de graduación. María no puede evitar la emoción, estrecha entre sus brazos a su hija mayor, le acaricia el cabello. “Mi esposo y yo no pudimos hacer estudios, ver a la nena graduarse de la preparatoria es como un sueño”.

La joven recién graduada ofrece sus impresiones para los lectores de El Mundo, “esta es solo una parte de lo que deseo, quiero ir a UNLV, estudiar, graduarse, es corresponder al esfuerzo de mis padres, ellos hace años lo dejaron todo atrás persiguiendo una mejor vida para ellos, mis abuelos, y nosotros, que nacimos aquí.

“Me pongo en su lugar, dice Reina sin quitarse la toga, fueron muy valientes, nunca me ha faltado el apoyo, menos cuando me acostaba tarde estudiando y se levantaban a acompañarme, hacer café con leche, por eso les dedico este triunfo”.

A una pregunta sobre lo que desea estudiar, comenta: “me gusta mucho algo que tenga que ver con las relaciones públicas, o trabajadora social, atender a personas que enfrentan problemas, ayudarlos a salir adelante, sé que en lo que voy a emprender pronto también estarán mis padres, esta es una respuesta a su sacrificio, sé que muchas veces se han privado de tener algo ahorrando para mis estudios”, resalta y vuelve a abrazarlos.

“Recuerdo cuando vinimos, mi esposa y yo bien chavalos, aquí llegué a tener dos trabajos, limpié yardas, jardines, recogí basura... y ahora mi niña se gradúa de preparatoria, es la primera de la familia, la primera también que irá a la universidad, queremos que estudie lo que más le guste”, dice Luis y deposita un beso en la mejilla de su hija.

Los graduados no pasaron por alto el sacrificio de los padres. “No hubiera llegado hasta aquí sin su ayuda, su apoyo de siempre”, manifestaron varios jóvenes emocionados.

María y Luis coinciden en que todo se logra sobre la base del sacrificio, “Reina nos ha dado un a lección o ha puesto en práctica lo que le enseñamos, más de una vez quiso ir a la escuela enferma, con fiebre, por eso estamos tan orgullosos de ella, nunca nos ha dado ‘dolores de cabeza’ ni preocupaciones”, advierten.

“Lo mejor es que es comprensiva, pasamos momentos difíciles, nunca nos ha pedido el último teléfono, zapatos de marca, se entregó a los estudios y ahorita recoge los frutos, estamos orgullosos de ella”, subrayan.

“Me parece estar viéndola cuando nació el 9 de abril del 2005, tan pequeñita, ya se nos hizo una

Editorial

responsable y estudiosa”, afirma el padre.

“Todo se lo debo a ellos, y a mi abuelo que me alentaba, a mis maestros, yo soñaba con la ceremonia, es triste que mi abuela se nos haya adelantado, pero donde esté me cuida; mis padres nunca me fallaron, me alegra poder decir que siempre puedo contar con ellos”, apunta Reina, se quita la medalla que le entregaron y se la cuelga a su mamá.

Hija de persistentes yucatecos que vinieron persiguiendo el ‘sueño americano’, la joven abraza a su hermanita, “quiero que un día también esté aquí, lo va a lograr porque es muy estudiosa, siempre me dice que desea estudiar criminalística, ella también cuenta con nuestros padres, la aconsejamos, es muy buena”, dice sonriente.

“Yo trato de ser un ejemplo, sabe que puede contar conmigo, en las próximas semanas vamos a organizar un yard sale”, añade.

También recién graduado, Ismael se acerca al grupo para tomarse unas fotos, trae de la mano a su mamá, los abrazos no se hacen esperar, alguien habla de carne asada y tamales “yo sin mis padres no hubiera podido graduarme, expresa, papá fue a buscar el carro, queremos invitarlos a ustedes a ir a casa”. Luis busca la mirada de su esposa y a la invitación responde: “es que nosotros también queremos hacer algo para festejar este éxito, ir a comer a un restaurante, encargar un pastel”, pasarla en grande. Ismael parece que no es de los que se ‘rinde’ ante el primer obstáculo e insiste: “vámonos todos a casa, ya nosotros nos graduamos, ahorita queremos agradecerles a ustedes por el apoyo, esta fiesta es para los padres y no pueden negarse... no hubiéramos llegado hasta aquí sin ustedes, queremos abrazarlos y platicar de los sueños”, concluye.

No se trata de elevar el ego, sin embargo es justo afirmar que la existencia del semanario El Mundo, -en un por ciento considerable- se debe a su significativo apego a la comunidad.

Desde junio de 1980 en que Eddie Escobedo Sr. ofreció a la gente de Las Vegas un periódico para que se informaran, conocieran, en su propio idioma, hasta hoy, El Mundo no se aparta de la gente ni un centímetro... ahí radica su valía.

Sin muchos conocimientos de periodismo, pero con unas ganas enormes de trabajar, de llegar a la gente, de decirle como son y se hacen las cosas, el señor Escobedo, su familia, amigos allegados, cada uno desde su puesto, se las ingenió para buscar, redactar y publicar informaciones, entrevistas, comentarios, crónicas, reportajes, artículos sobre diferentes temas, valoraciones... tomaron forma las madrugadas, la perseverancia, la marcada vocación por entregar un producto acabado.

Más de cuatro décadas quedaron detrás (¿quién dijo que 20 años no es nada?) Vale la pena ‘desandar’ el camino. Los fundadores enseñaron el sendero a seguir; aquellos primeros ejemplares, con virtudes y errores, constituyen una especie de ‘hoja de ruta’, marcaron pauta.

Muy pocos, optimistas ciento por ciento, pudieron percatarse de que ‘nacía’ crecía, se desarrollaba, un periódico que 43 años después muestra, de manera convincente, que su prioridad es la gente.

Procesos eleccionarios, inauguraciones, múltiples actividades, visitas de personalidades, conciertos, trascendentales peleas de boxeo o partidos de futbol, graduaciones, ferias de salud, acontecimientos alegres y tristes, todos ellos son el hilo conductor, el denominador común de El Mundo, de su equipo de trabajo que se sobrepone a las adversidades.

Los tiempos cambian, la tecnología se impone, se empeña en decir la última palabra, sin embargo en periodismo las vivencias y los sentimientos cuentan, la sensibilidad, el apego a la verdad, el profesionalismo... son aspectos que El Mundo no descuida.

¿Quién lo diría? Nada menos que 43 años y el deseo de hacer no decae, el equipo de trabajo que con responsabilidad encara cada semana, enfrenta retos, los asume como puntos de partida, deseoso de informar siempre, de educar, de valorar.

Es un semanario que buscan quienes llevan años en Las Vegas y los recién llegados, personas de diferentes edades e intereses, deseosos de conocer, de saber dónde pueden trabajar, en qué político confiar.

Estas líneas no son para engrandecer, sólo confirman lo que la gente sabe, El Mundo ha podido navegar a toda vela -en tiempos de vacas gordas- y también contra la corriente, cuesta arriba, de la mano de buenos amigos, de su colectivo, sus columnistas, y por supuesto a la lealtad de sus lectores, porque El Mundo, como los hombres, comprende que su deber es estar donde es más útil.

43 años desde la salida del primer ejemplar, hay un sólido vínculo entre el periódico y sus lectores, una relación que puede ‘encerrarse’ en una palabra: GRACIAS.

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