Narcotrรกfico y pobreza, el legado en Guatemala/11C
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DOMINGO 11 de septiembre de 2011
El sino del
11-S
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2C EL NUEVO SIGLO l DOMINGO 11 de septiembre de 2011 l www.elnuevosiglo.com.co Por Juan Pablo Gómez Azuero*
l El terrorismo es la amenaza del siglo XXI. Es difuso, complejo y a la vez omnipresente.
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l 11 de septiembre de 2001, en un ataque coordinado y simultáneo, realizado por células terroristas de Al Qaeda al mando de Osama Bin Laden, se dio a conocer un tipo de terrorismo que se tradujo en una nueva forma de hacer la guerra en tiempos contemporáneos, donde no hay una diferencia entre combatientes y no combatientes, donde los blancos civiles se convierten en una prioridad y la globalización de la comunicación un medio de propagación del miedo. Del mismo modo el Estado nación moderno pierde su monopolio como factor de poder en el sistema internacional, dando paso a organizaciones supra estatales que como Al Qaeda se convierten en un nuevo tipo de amenaza. En esta nueva forma de hacer la guerra, los métodos serán complejos y multidimensionales. En síntesis, el mundo cambia definitivamente después de que las torres gemelas de la ciudad de Nueva York y el Pentágono en Washington, símbolos del poder económico y militar de Estados Unidos, fueran atacados en la mañana de ese martes de septiembre de 2001. Las células terroristas, que utilizaron aviones civiles, estaban integradas por personas que llevaban tiempo haciendo un trabajo de planeamiento, entrenamiento e infiltración, que logró romper los esquemas que hasta el momento se tenían sobre seguridad, defensa y contraterrorismo.
Guerra contra el terrorismo El consenso mundial frente al terrorismo se dio en los primeros días tras los atentados. Sin embargo, ello terminó derivándose en una justificación para que Estados Unidos y sus naciones aliadas pudiesen articular una “guerra preventiva” en contra de países que real o presumiblemente daban cabida a organizaciones terroristas. Así mismo la Organización de Naciones Unidas adoptó, entre otras medidas, la Resolución del Consejo de Seguridad 1373 , por la cual ningún país miembro puede dar cabida o respaldo financiero a organizaciones terroristas. La administración de George
UN GOLPE IMBORRABLE QUE SACUDIÓ A TODO EL ORDE
El día que cambió al mundo
OSAMA BIN LADEN no vivió para ver el décimo aniversario del 11-S, los atentados que conmovieron al mundo y lo convirtió en el hombre más buscado en el universo, hasta el pasado 2 de mayo cuando fue dado de baja en su guarida en Pakistán
Walker Bush determinó a partir de ese momento que la amenaza mundial del terrorismo tendría que ser enfrentada de manera contundente. Esto permitió el desarrollo de una serie de acciones que fueron posteriormente cuestionadas por su legitimidad, en contra del gobierno de Irak encabezado entonces por Saddam Hussein. Así mismo se dio comienzo a una de las campañas militares más extensas, complejas, desgastantes y políticamente más cuestionadas de la historia de los Estados Unidos desde la guerra de Vietnam. Con miles de bajas militares dentro de las filas de la coalición, un número indeterminado de civiles muertos, incremento del gasto militar y una situación geopolítica altamente compleja, pues tras una década, la estabilidad “democrática” de Irak y Afganistán todavía se sustenta y soporta en la presencia militar estadounidense, se puede decir como conclusión preliminar que el balance no ha sido favorable en la guerra contra el terrorismo. Se ha visto que la amenaza se ha atomizado y multiplicado a lo largo del orbe, con un sinnúmero de organizaciones no estatales
que incluyen grupos fundamentalistas religiosos e insurgencias extremistas. Terrorismo: mitos y complejidades del término El terrorismo se ha definido como un arma psicológica, una herramienta político comunicativa por la cual se ejerce violencia planeada y organizada en contra de la población civil, con el fin de generar pánico, zozobra y miedo con fines políticos, religiosos, étnicos, entre otros. El terrorismo se constituye igualmente en una parte de la guerra asimétrica, lo que demuestra que no es nuevo ni nace a partir del 11 de septiembre de 2001. Su designación moderna se da en la revolución francesa cuando se presenta el fenómeno conocido como “el terror” que crea el concepto del terrorismo de estado, acuñado por Maximiliano Robespierre, quien aseguraba que era el medio idóneo para reprimir a los opositores del proceso revolucionario en Francia y justificó así el uso de la violencia extrema como medio de control político y social. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 se ha buscado una definición universal y única
de terrorismo, pero ello ha sido altamente complejo, pues explicar esa situación como fenómeno violento depende de la coyuntura política e histórica del momento. En 1946 el entonces líder del ala extremista del movimiento sionista (Irgun) Menahen Begin , realizaría un atentado con explosivos contra el Hotel Rey David de Jerusalén, sede del mandato británico en Palestina, dejando un saldo de 91 muertos y 54 heridos, muchos de ellos civiles, hecho que determinó que el gobierno británico declarara a Begin y a su movimiento como terroristas. Años más tarde, Menahen Begin sería Primer Ministro de Israel y al firmar los acuerdos de paz de Camp David con el entonces presidente de Egipto, Anuar el Sadat, en 1979, se hicieron acreedores al Premio Nobel de la Paz. Este ejemplo, al igual que el de Nelson Mandela en Sudáfrica, militante del Congreso Nacional Africano, considerado por el gobierno del Apartheid como terrorista, muestran la complejidad de lo que significa llegar a una definición sobre terrorismo y terrorista, pues ello está forzosamente ligado a una coyuntura político-histórica
determinada. Así es que, dependiendo de la visión, aquel que por unos es considerado terrorista, para otros es un combatiente de la libertad, un insurgente en una lucha legítima y desigual frente a un opresor. Las mismas Naciones Unidas no han podido concertar una definición de terrorismo que sea compartida por los países miembros, hecho que confirma la complejidad del tema . Las definiciones oficiales del terrorismo son poco persuasivas. Por ejemplo, en la definición del congreso de los Estados Unidos, el terrorismo incluye la motivación de coaccionar o intimidar a una población o influenciar a un gobierno. Pero esa fórmula no cubre con claridad ni siquiera los ataques terroristas de septiembre de 2001. Si la motivación de los secuestradores de los aviones era simplemente matar infieles, sus acciones quedarían fuera de la definición del congreso. Es un error tratar de definir el terrorismo de la misma forma en que definimos el robo o el asesinato. Hay demasiados puntos de controversia. Un mejor enfoque es identificar los temas que surgen al pensar sobre el terrorismo y aclarar por qué la gente experimenta miedo a partir de ciertos actos de violencia. Entonces podemos definir el terrorismo con referencia a todas esas variables sin hacer que alguna de ellas sea decisiva. Los ataques terroristas del 11 de septiembre se han convertido en un signo de estos tiempos, donde la globalización controvierte cultural e ideológicamente con visiones de mundo que niegan el modelo occidental, tomando muchas veces como herramienta de expresión y descontento el terrorismo. Es la amenaza del Siglo XXI: una amenaza difusa, compleja y a la vez omnipresente, que obliga a los Estados a diseñar estrategias amplias e integrales para contener los nocivos efectos del fenómeno. *Este documento forma parte de la serie Informativo del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Su elaboración final estuvo a cargo del doctor Juan Pablo Gómez Azuero, miembro de este Centro Académico
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EU RECUERDA A LAS 3.000 VÍCTIMAS DE LOS PEORES ATENTADOS DE SU HISTORIA
El Memorial:
Itinerario del horror
homenaje y símbolo de vida l Sin duda el 11-S partió en dos la historia mundial y dejó una huella imborrable en el colectivo de los ciudadanos, no sólo de ese país sino del orbe
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RAS ser una llaga abierta durante años, el barrio donde se alzaban las Torres Gemelas en Nueva York ha recuperado su animación, con nuevos hoteles, restaurantes y una multitud de turistas que quiere descubrir el Memorial que se construye en el sitio devastado una década atrás. “El sur de Manhattan será recordado como uno de los grandes renacimientos de la historia estadounidense”, ha dicho el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien hoy junto al presidente Barack Obama y al ex presidente, George Bush inaugurarán El Memorial, un lugar emblemático que está levantado sobre el sitio exacto que ocupaban las torres gemelas y que tiene un doble fin: rendir tributo perene a las víctimas del 11-S y erigirse como un símbolo de vida, como el Ave Fénix que resurgió de las cenizas, para dar un nuevo impulso y significado al World Trade Center y a la gran manzana. Concebido por los arquitectos Michael Arad y Peter Walker, el Memorial, cuya construcción llevó cinco años, se extiende
en 3,2 hectáreas. En el lugar exacto donde se elevaban las torres del World Trade Center se sitúan dos inmensas fuentes cuadradas que “reflejan la ausencia”. En el lugar también hay un museo subterráneo que traza desde todos los ángulos la tragedia del 11 de septiembre y que se encuentra en construcción con el objetivo de ser abierto a fines de 2012. De todos modos, el edificio más imponente es la torre WTC1 (One World Trade Center), apodada “Torre de la Libertad” y que tendrá 108 pisos, de los cuales 81 ya han sido construidos. La torre estará terminada en 2013 y será la más alta de Estados Unidos: 541 metros. Todo esto sirve de imán para los miles de turistas que desfilan por la zona y que pueden disfrutar de los nuevos cafés, pubs, restaurantes que animan el barrio, por ejemplo en Stone Street, una de las calles más viejas de la ciudad. Según cifras de la alcaldía, el número de habitantes del sur de Manhattan se ha duplicado en los últimos diez años. Para atraer familias, era importante establecer en el barrio escuelas públicas de buena reputación, como Millennium High School, abierta en 2002 y que tiene uno de los mejores promedios de desempeño estudiantil en la ciudad, recordó Bloomberg. “Nuestro objetivo era transformar al distrito financiero, que se convirtió en una ciudad fantasma tras los ataques,
a una comunidad vibrante y dinámica las 24 horas, siete días por semana. Hay ahora más comercios operando en el sur de Manhattan que los que había el 10 de septiembre de 2001”, dijo Bloomberg. “Nueva York se ha recuperado más rápido de lo que cualquiera hubiera pensado”, dijo hace pocos días Bloomberg al presentar los trabajos realizados y en curso en torno al lugar conocido como “Ground Zero”. “No hay desafío que este país no pueda enfrentar. Ésa es la lección final de la última década”, agregó . La inauguración del Memorial marca los actos conmemorativos del décimo aniversario del 11-S, el atentado más duro no sólo en Estados Unidos sino del mundo y que dejó una marca imborrable en el inconsciente colectivo. Tal como se viene realizado cada año desde 2001 habrá cuatro minutos de silencio a las 08H46 locales, 09H03, 09H59 y 10H28, los dos primeros en recuerdo de los momentos en que los dos aviones de línea secuestrados impactaron en las torres del World Trade Center (WTC), y los restantes en referencia al instante en el que se desplomaron. Posteriormente Obama visitará también el Pentágono en Washington, donde se estrelló un tercer avión secuestrado, y Shanksville (Pennsylvania), lugar en el que cayó un cuarto aparato, luego de que los pasajeros se enfrentasen a los secuestradores que habían tomado control de la aeronave.
EL MEMORIAL, cuya construcción llevó cinco años, se extiende en 3,2 hectáreas. En el lugar exacto donde se elevaban las torres del World Trade Center se sitúan dos inmensas fuentes cuadradas que “reflejan la ausencia”.
Entre las 8H46 y las 10H28 de la mañana del 11 de septiembre de 2001, es decir en menos de dos horas, las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York quedaron reducidas a un amasijo de acero retorcido y fuego, mientras una parte del Pentágono era destrozada por otro avión. A las 05H45 Mohammed Atta y Abdulaziz al-Omari pasan el control de seguridad del aeropuerto de Portland en Maine y viajan a Boston, donde efectuarán la conexión con el vuelo 11 de American Airlines con destino a los Angeles. Durante la siguiente hora y media, otros 17 secuestradores hacen lo mismo y abordan sus vuelos, armados con cuchillos que no son detectados por ningún scanner. El vuelo 11 de American Airlines despega a las 07H59, justo en el momento en que se abre una conferencia en el Windows on the World, el bar en el último piso del World Trade Center en Nueva York. En los siguientes veinte minutos despegan el vuelo 175 de United Airlines y el vuelo 77 de American Airlines del aeropuerto de Washington. A las 08H42, parte del aeropuerto de Newark (Nueva Jersey) el cuarto de los aviones que sería secuestrado, el vuelo 93 de United Airlines. A las 08H19, dos azafatas del vuelo 11 dicen a los controladores aéreos que piensan que el avión ha sido secuestrado. El FBI es alertado y a las 08H37 la fuerza aérea envía aviones caza para seguir al vuelo 11. Sin embargo, ya es demasiado tarde. A las 08H46, el vuelo 11 se incrusta en la parte superior de la Torre Norte del World Trade Center, dejando un inmenso agujero del que salen fuego y humo. Los bomberos y la policía de Nueva York se lanzan a través de Manhattan. La gente en la segunda de las Torres Gemelas recibe la instrucción de quedarse. Luego, a las 09H02, se les da la orden de evacuar. Pero otra vez es demasiado tarde. Apenas un minuto más tarde, a las 09H03, el vuelo 175 se estrella entre los pisos 77 y 85 de la Torre Sur. En los minutos que siguen, mucha gente salta a su muerte desde las Torres Gemelas. En Florida, el presidente estadounidense George W. Bush está a punto de leer el libro infantil “The Pet Goat” (La cabra mascota) a los chicos de una escuela primaria. Ya había sido informado del primer avión, cuando muchos creían que se trataba de un accidente. Pero a las 09H05 uno de sus asistentes, Andrew Card, se acerca y le cuenta en voz baja al oído la noticia del segundo avión. “Estados Unidos está siendo atacado”, dice. Un minuto más tarde, a las 09H37, el vuelo 77 se estrella contra el lado oeste del Pentágono. A las 09H59 la Torre Sur del World Trade Center colapsa, matando a cientos de trabajadores que no habían podido salir, así como a rescatistas que habían entrado al edificio o se encontraban en sus cercanías. La Torre Norte se desploma a las 10H28, matando a unas 1.400 personas en cuestión de segundos. El desastre es transmitido en directo al mundo entero por la mayoría de los canales de televisión. Entre tanto, el vuelo 93 se estrella en el campo en Pennsylvania a las 10H03. En las siguientes horas comenzó una impresionante búsqueda y una vasta tarea de rescate en el apocalíptico escenario del sur de Mahattan y el inicio de la “guerra contra el terrorismo”.
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4C EL NUEVO SIGLO l DOMINGO 11 de septiembre de 2011 l www.elnuevosiglo.com.co l Doctrina de la FORZADOS CAMBIOS ANTE LAS AMENAZAS GLOBALES DEL SIGLO XXI guerra preventiva revivió la política de intervencionismo norteamericano. Bajo éste se pasó de la persecución de Al Qaida a promover la construcción de una nueva arquitectura mundial Por: Humberto Alarcón Ortiz*
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L 11 de septiembre de 2001 plantea un momento de definición del sistema internacional. Aunque no estructural, fijó una ruta internacional en donde los hegemones se definen de manera clara. Algunas zonas del mundo transitan a rutas políticas y económicas endógenas y otras a experiencias exógenas como consecuencia de la definición de las grandes potencias. En este marco, una de las tendencias más importantes que activó este acontecimiento fue el terrorismo como el nuevo Caballo de Troya, que ayuda a justificar un protagonismo decisivo de Estados Unidos en la construcción de un sistema internacional, tanto ante sus ciudadanos como ante parte de la comunidad internacional. Esta tendencia se articula de manera profunda a otras tres tendencias más que definirán al legado del 11 de septiembre en el mundo. Lo primero que hay que señalar es que el 11 de septiembre dejó al terrorismo como la gran amenaza internacional a lo largo y ancho del mundo. De manera unánime, en los días posteriores a los atentados en Estados Unidos, el mundo en general cierra filas en la lucha contra ese flagelo global a través de la Resolución 1373 aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en donde la comunidad internacional condena esta práctica de violencia y se compromete a no permitirla ni a motivara dentro del territorio de cada uno de los miembros. Este marco de repudio global permitirá que muchos Estados inicien luchas contra organizaciones llamadas terroristas, o que algunos Estados asumieran sus problemas de seguridad interna bajo el manto de la amenaza terrorista. El primero que inicia una lucha contra el terrorismo es naturalmente Estados Unidos, quien encuentra en Al Qaeda el grupo responsable de los atentados. Luego será la Federación Rusa de Putin quien convertirá los problemas de separatismo interno
tendencias se gestaron tras los acontecimientos
UN ALTÍSIMO costo en vidas y dinero ha representado para Estados Unidos y sus aliados, los frentes de guerra que para acabar con la amenaza terrorista abrieron tras el fatídico 11-S.
como un asunto de amenaza terrorista, donde el caso más importante es al caso checheno. Y sin lugar a dudas, este acontecimiento permitió definir el viejo conflicto colombiano como una “amenaza terrorista”, incorporándolo en el discurso internacional contra esta práctica. Regreso al intervencionismo El terrorismo se convierte en la amenaza internacional, pero pese a todos los esfuerzos por presentarla
como eminente y constante, esta nueva amenaza no puede presentar una cara fija que puedan combatir los Estados. El terrorismo se convierte en una amenaza que no puede sostener y reconocerse en el tiempo, contrario- por ejemplo- a la amenaza ideológica que representaban, durante la Guerra Fría, los Estados y sus zonas de influencia, identificadas claramente entre Estados Unidos y la URSS y sus respectivas alianzas y pactos.
Esta nueva amenaza no es tan coherente y constante que permita sostener unas políticas a largo plazo dentro de los Estados, lo cual permite configurar un espacio de indeterminación de cuál es la verdadera amenaza al sistema internacional contemporáneo. Un segundo elemento importante que dejó el 11 de septiembre fue la convicción de Estados Unidos de la necesidad de ocuparse de los problemas mundiales. Luego de la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, la gran victoria fue reclamada por los Estados Unidos. Desde entonces este Estado inicia una retirada del escenario mundial. Este aislamiento implicó que no debía comprometerse en guerras a lo largo del mundo, pues entendería rápidamente que no había más alternativa política y económica a la que éste representaba. Por esta vía, la globalización imponía los justos términos en donde se suponían se universalizan unos valores y unos códigos que no hacían falta imponerlos coercitivamente. Los Estados Unidos habían asumido una actitud de aislacionismo político y militar en el mundo. Su apuesta en el escenario internacional fue la de profundizar en acuerdos económicos, los cuales puso a operar a lo largo del orbe y de manera especial en el continente a través del NAFTA con México y Canadá a partir de 1994, y la apuesta por un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que se comienza a crear a partir de ese mismo año y fracasado posteriormente 2003. A su vez, una de las pocas guerras que afronta Estados Unidos durante la década de los noventa fue la del Golfo entre 1990 y 1991, la cual contó con todo el apoyo internacional y fue prácticamente financiada por los estados árabes temerosos de la expansión iraquí. Además, una tercera tendencia que es fundamental señalar y que va de la mano de la anterior, es
que el 11-S otorga una justificación moral para una especie de intervencionismo estadounidense. Los estadounidenses promedios están acostumbrados a pensar que su país promulga, con el ejemplo, la libertad y la democracia, y por tal motivo no podrían justificar ciertas prácticas imperiales de sus gobiernos en el mundo. Por ello la desaparición de la URSS dejó en su momento sin justificación una política internacional intervencionista, pues había desaparecido el comunismo y con ella la amenaza al mundo libre. El terrorismo devolvió la justificación ciudadana a los gobiernos estadounidenses para mantener un protagonismo internacional, que pasaba por la imposición de la fuerza. Este elemento implicó dos cosas. La primera fue que los estadounidense estaban dispuestos a aceptar que sus gobiernos disciplinarán, a través de la coerción, a los regímenes que atentaban contra los valores civilizatorios que ellos representaban. Y, el segundo elemento fue que estuvieron dispuestos a asumir los altos costos -en vidas y dinero- que implicaba asumir los esfuerzos militares a lo largo del mundo. Frentes de guerra Una de las manifestaciones más interesantes de esta nueva vocación internacional de los Estados Unidos es el compromiso en gestar un Nuevo Medio Oriente. En este marco resalta la necesidad de disciplinar o disolver a los viejos regímenes políticos de esa estratégica región. La consecuencia inmediata de los atentados es la persecución y expulsión del poder del gobierno Talibán del múla Omar, culpado de proteger y auspiciar a movimientos terroristas y desarrollar prácticas contrarias a los derechos humanos. Luego vino la invasión a Iraq que cobró la vida del gobernante laico Saddam Hussein, con lo cual se puso fin a un viejo gobernante del partido árabe Baas. En este marco, deben
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La batalla perdida de Al Qaeda Por John Feffer*
l Su misión no se centró en Estados Unidos, sino más bien en transformar al mundo musulmán. Sin embargo, hace una década, éste no estaba escuchando
LOS ATAQUES del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos dejaron claro que el terrorismo era la gran amenaza internacional, a lo largo y ancho del mundo
entenderse las salidas del poder de Mubarak en Egipto, de Ben Ali en Túnez, y muy seguramente la de Gadafi en Libia. Esa estrategia por la renovación de elites políticas en el Medio Oriente pasa por la apuesta en Washington de gestar una nueva arquitectura mundial, en donde esta parte del mundo representa un soporte muy importante. Una región olvidada Para el caso de América Latina se puede extraer una cuarta tendencia. El 11-S concentró toda la atención y la prioridad estratégica estadounidense en el Asia y Europa, generando un olvido y menosprecio relativo en otras áreas geográficas que o bien se consideraban ya conquistadas o sin mayores proyecciones a futuro. En este escenario América Latina comenzó a vivir un una trayectoria política, económica y social propia, que estaban fuera de los mandatos de Washington. En este marco repunta en la zona un liderazgo populista en Venezuela y comienzan a llegar al poder toda serie de gobiernos de izquierda, con una variopinta de posturas que iban desde las más radicales hasta las más moderadas, lo cual fue llamado como el socialismo del siglo XXI. Momentos especiales de tensión se registraron en 2003, 2008 y 2009, en los cuales se profundizaron las distancias de los modelos económicos y políticos de Washington y algunos países de América Latina. Así, en el 2003 se rompe el liderazgo estadounidense en el proceso de integración económica, y aparecen voces como la de Brasil, en un intento de revisar los términos y las agendas de integración, secundado
por Venezuela, lo cual deja como consecuencias nuevos horizontes y foros de integración que ponen fuera a los Estados Unidos en la región, en el cual destacan Alca y Unasur. En el año 2008, la Operación Fénix inicia una tensión regional que evidencia que la lucha contra el terrorismo tiene sus límites y que la región no comparte por completo la visión sobre el terrorismo que manejaban Washington y Bogotá. Finalmente, en el año 2009, la salida de Estados Unidos de la Base de Manta en Ecuador pone de presente una nueva consideración de seguridad colectiva en el Hemisferio, en la cual la presencia estadounidense en la zona a través de su traslado a bases colombianas fue interpretada como una amenaza en la zona. Bajo estas tendencias, y a manera de conclusión, podemos decir que el 11-S deja un Estados Unidos más dinámico en la política internacional, con una fuerte convicción ciudadana y gubernamental de la necesidad de operar como policía mundial y el líder que disciplina las zonas que puedan amenazar sus valores. Sin embargo su fuerte dinámica en Europa y Asia, pasando por el Medio Oriente, conllevó a un olvido de su zona de influencia natural, el hemisferio americano, liderazgo que debe comenzar a asumir frente a los diferentes actores estatales externos que hoy pasan por América Latina. *Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Magister en Seguridad y Defensa Nacionales. Investigador del CESDAI y profesor universitario.
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L QAEDA perdió su batalla incluso antes del 11 de septiembre de 2001, fecha de los atentados terroristas que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington. El saudita Osama bin Laden no vivió para ver el décimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre. Y el fin de su organización -Al Qaeda- se acerca luego de su ejecución, el 1 de mayo, a manos de las fuerzas especiales de Estados Unidos, sostienen muchos funcionarios del gobierno de este país. El propio presidente Barack Obama manifestó el pasado viernes que “hemos desbaratado los complots de Al Qaida, eliminado a Osama Bin Laden y buena parte de los jefes de su organización, y hemos puesto a Al Qaida en el camino de la derrota”. Por su parte el secretario de Defensa observó “estamos cerca de vencer estratégicamente a Al Qaeda”. Sin embargo otros discrepan, señalando que Al Qaeda es fuerte en Yemen. Todos se equivocan. Al Qaeda perdió su batalla mucho antes. Pese a todo el dolor y sufrimiento que los ataques del 11 de septiembre causaron a los estadounidenses, la misión de Al Qaeda no se centró en Estados Unidos, sino más bien en transformar al mundo musulmán. Sin embargo, el mundo musulmán no estaba escuchando. Apenas 10 años después, con la crisis de la Primavera Árabe todavía en ebullición y con Estados Unidos intentando, lenta y dolorosamente, salir de los atolladeros en que se metió, finalmente podemos empezar a entender el significado más amplio del 11 de septiembre. Sin dudas Al Qaeda se dedicó a hacer retroceder la influencia de Estados Unidos en el mundo islámico,
particularmente en Arabia Saudita. Pero su audiencia principal fueron los musulmanes. Su objetivo radical de recrear un califato mundial fue parte de un debate sobre cómo participar en la modernidad que ganó terreno entre los musulmanes durante por lo menos 150 años. Exceptuando a unas pocas organizaciones marginales -el Talibán en Afganistán y algunos actores no estatales como Jamaate-Islami en Pakistán--, Al Qaeda perdió este debate antes del 11 de septiembre. El mundo musulmán, desde los conservadores wahhabíes de Arabia Saudita a los marxistas radicales del movimiento de liberación palestina, habían abrazado definitivamente los estados-nación y el sistema internacional. La fracción del mundo musulmán que abrazó medios violentos para reconstruir un mundo basado en la shariá (ley islámica) se fue volviendo cada vez más pequeña. El mundo musulmán no solamente rechazó a Al Qaeda; también abrazó a la antítesis de la organización terrorista. Incluso antes de los hechos drásticos y no violentos que derrocaron a líderes autoritarios en Túnez y Egipto, una destacable tradición gandhiana había surgido en el mundo musulmán, desde la desobediencia civil en Palestina hasta una transición ampliamente pacífica en Indonesia. Que Al Qaeda recurriera a un espectáculo dramático fue a la vez una táctica brillante y un esfuerzo desesperado por revivir su propia peripecia. Durante un breve periodo, una parte del mundo musulmán se congregó en torno a Al Qaeda, pero solamente para
protestar contra las políticas de ocupación de Estados Unidos. Según el Pew Global Attitudes Project, el apoyo de Osama bin Laden en el mundo musulmán cayó entre 2003 y 2011. El uso de atacantes suicidas para cumplir los objetivos de Al Qaeda, cual kamikazes japoneses, solamente puso de relieve la marginalidad del movimiento. Irónicamente, fue Estados Unidos y su mal concebida respuesta al 11 de septiembre lo que sostuvo la reputación de Al Qaeda. Bin Laden quería que Estados Unidos respondiera con una cruzada, y Estados Unidos le hizo el favor. A tal punto que esta cruzada continúa, por ejemplo, con la escalada de ataques teledirigidos contra un amplio sector del mundo musulmán por parte del gobierno de Barack Obama. Mientras, la acotada misión antiocupación de Al Qaeda mantiene cierta popularidad. Pero ha fracasado su razón de ser, el desafío al sistema internacional moderno. Diez años después del 11 de septiembre, el mundo continúa debatiendo sobre modelos económicos y políticos. Como ocurrió en los años 30, el capitalismo mundial se tambalea. La democracia luce esclerosada, corrupta o poco representativa en demasiados países. Incluso en este entorno caótico, Al Qaeda no ha logrado prosperar. Los manifestantes de la Primavera Árabe en Egipto, Túnez, Siria y otras partes quieren más democracia y más conexión con el mundo moderno, no menos. A muy pocos musulmanes les atrae la perspectiva de volver el tiempo atrás hasta el siglo VII después de Cristo. Al continuar luchando por una quimera llamada Islam radical, Estados Unidos ayuda a mantenerla. Sí, hay imanes y guerrilleros islámicos que quieren un califato mundial, pero, en términos generales, el mundo musulmán los ignora. Una década después del 11 de septiembre, no solo es tiempo de poner fin a las guerras en Afganistán e Iraq. También es tiempo de poner fin a la guerra con Al Qaeda y sus células autónomas, una guerra que perdieron incluso antes de que ingresáramos al campo de batalla. * Codirector de Foreign Policy In Focus en el Instituto de Estudios Políticos en Washington.
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6C EL NUEVO SIGLO l DOMINGO 11 de septiembre de 2011 l www.elnuevosiglo.com.co Por Juan Carlos Eastman Arango*
l La imposición de la “Guerra Preventiva” introdujo la desconfianza como norma de relación entre los gobiernos y los países. Hoy el mundo es más inestable, volátil e incierto.
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A CONMEMORACIÓN de la primera década del atentado terrorista contra los símbolos del poder económico, militar y político de Estados Unidos, y el recuerdo tanto de sus víctimas como de sus victimarios, se desarrolla en un entorno muy desfavorable y pesimista a nivel internacional, si bien, en algunos regiones, como Asia Oriental y en países como la Federación de Rusia aún no se manifiesten dichas emociones. El componente más destacado es la profundización de la crisis económica de Estados Unidos, que sigue siendo una buena oportunidad para algunos países del lado asiático de la Cuenca del Pacífico; el segundo es la amenaza de colapso económico e institucional de la Unión Europea, una auténtica prueba de confianza y determinación sobre su proyecto histórico, hoy sometido a crisis después de recorrer un camino vertiginoso a lo largo de poco menos de 20 años. Y, como tercer componente, la evidencia de un sistema mundial cada vez más cerca del colapso colectivo, con dinámicas y consecuencias indeseables para la Humanidad. Después de dos décadas del final de la Guerra Fría, el orden que muchos creyeron que debía nacer alrededor y bajo una “hiperpotencia” no se dio y en su lugar, el desorden global se impuso dando vida y autonomía a los actores, problemas y resentimientos creados durante muchos años por la hegemonía bipolar en términos político-militares (1947 a 1990). Este 11 de septiembre de 2011, para millones de seres humanos, la conmemoración será un motivo para pensar en el futuro incierto de sus vidas, individuales y familiares, pues la sombra de la crisis económica global sustituirá otras emociones y pensamientos, a pesar de que muchas preguntas sobre aquel luctuoso momento de la historia reciente, sigan sin respuestas, y muchas explicaciones políticas oficiales ofrecidas, aún sean insatisfactorias.
Una tragedia nacional, una oportunidad global Hace pocos años, y cuando la certeza de que los efectos de la respuesta estadounidense habían dado el golpe de gracia a la “era de la incertidumbre”, asegurando con ello su profundización, me preguntaba qué nos encontraríamos cuando se cumpliera, con el despliegue mediático esperado, la primera década de aquel acontecimiento, reconocido como un acto extremo de la acción política. Viendo algunas de las imágenes y de los balances que se difunden por canales estadounidenses de cable, y su eco casi global, no hay sorpresas: poca autocrítica, desbordado patriotismo y la exhibición de una sociedad que se considera a sí misma víctima de atrocidades incomprensibles. A riesgo de parecer a nuestros amables lectores poco sensible a la aflicción estadounidense, y “políticamente incorrecto”, considero que estas conmemoraciones luctuosas deben servir para ampliar las perspectivas y las proyecciones sobre los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. En esencia, el entusiasmo antiterrorista de muchos gobiernos y organizaciones en el mundo, a partir de la simpatía pro-estadounidense, o de la identidad de intereses con su Gobierno y sus Corporaciones, o simplemente, como fruto de las presiones y amenazas de la administración republicana, ha dejado un pasivo muy grande, que a manera de herencia para la década que vivimos, carece de dueños. Entre convicciones y oportunismos, los gobiernos del 11 de septiembre, en el mundo, redefinieron posiciones y encontraron oportunidades. Para algunos de ellos, frente a las necesidades de Estados Unidos, se tradujo en una ocasión ideal para ofrecerse como “pivotes” de nuevos equilibrios regionales, mientras para otros, el uso indiscriminado de “terrorismo” y “amenaza terrorista” pareciera traducirse en la licencia para restringir libertades e imponer consensos a partir de agendas impuestas y de simple reconocimiento de opuestos. Es decir, el desorden global polarizado no ha despejado el camino. Al desorden se suma ahora la confusión y el desencanto. Las tres expresiones recogen, en mi concepto, las mejores emociones y actitudes individuales y colectivas frente al siglo XXI. Paradójicamente, el 11 de septiembre de 2001 no solamente derribó las Torres Gemelas. También derribó el sentido de seguridad y de confianza colectivas de
LA DÉCADA PERDIDA DE ESTADOS UNIDOS
¿Una herencia si
MILLONES DE personas en Estados Unidos y el mundo, apreciaron en vivo y en directo los atentados contra en el corazón fin al World Trade Center en un escenario apocalíptico
una sociedad. Su miedo se proyectó con arrogancia y revanchismo sobre varias regiones del mundo, mientras que, sobre otras, simplemente ejerció sus designios previamente establecidos. Las representaciones de la amenaza, años atrás Al despuntar el final de la guerra fría y del orden geopolítico bipolar, el primer trabajo de los asesores y diseñadores de políticas exteriores en los centros de poder mundial fue construir nuevas representaciones del devenir, en un esfuerzo renovado por imponer nuevas categorías, definiciones y escenarios que pudieran identificar las relaciones de poder emergentes, con sus consecuentes nuevas amenazas, desafíos, enemigos y conflictos. Así, mientras en una proyección Norte-Norte las relaciones privilegiaron lo económico y la pacificación y negociación de intereses y contradicciones, en una proyección
Norte-Sur se privilegió la dimensión militar, elaborando poco a poco, de forma sofisticada, una “securitización” de las contradicciones, los intereses enfrentados y las problemáticas. La necesidad de evitar un eventual regreso del comunismo apoyado en las desorientadas masas electorales del antiguo bloque soviético y en Rusia, concentró los esfuerzos económicos y políticos de Estados Unidos y algunos países de Europa Occidental. Adicionalmente, desde 1992, esta región del mundo se embarcaba en la Unión Europea. Por lo tanto, las prioridades económicas del llamado Occidente se concentraba en el Este, ampliando su campo de acción a las oportunidades que China ofrecía en las Zonas Económicas Especiales. Frente a las sociedades y gobiernos del llamado Sur, se marcaba la asimetría y se destacaba su proyección como la encarnación de los “nuevos bárbaros” que presio-
naban y amenazaban las fronteras de la civilización “triunfante” de la postguerra fría. Migrantes ilegales, narcotraficantes, terroristas y extremistas descubrieron que la ventaja más importante otorgada por la globalización eran las nuevas fronteras porosas. Fukuyama, Rufin, Huntington, Kaplan, Van Cleveland, Laïdi, entre otros, propusieron análisis y representaciones de orden que fundamentaban la securitización de los contenidos de la agenda Norte-Sur y una versión más altiva y ventajosa de monólogo. En la medida en que los desafíos aumentaban y las acciones de intervención y contención de las amenazas desde el Sur se diversificaban, se adoptó una caracterización de las tendencias de la conflictividad global equivocada: diferencias entre civilizaciones que podían conducir a una colisión que agregara más desestabilización a unas relaciones internacionales ya, de por sí, encaminadas a un desastre.
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in dueños? 2001 Año de las Naciones Unidas del Diálogo entre Civilizaciones”. El terrorismo, en particular, golpeaba en diferentes escenarios nacionales, inspirado en discursos laicos extremistas (incluso al interior de Estados Unidos) o lanzado desde fundamentalismos religiosos. Se fue construyendo un clima de violencia que encontró en 2001 un ambiente propicio, muchos de cuyos actores habían nacido bajo la dinámica de la segunda guerra fría, especialmente a partir de la aplicación de la guerra de baja intensidad en escenarios sociales radicalizados y descompuestos como Medio Oriente y Asia Central. Pero incluso, la perspectiva de esas fracturas ya habían sido contempladas por analistas y estrategas estadounidenses, como Zbigniew Brzezinski, que convocaban una vez más a enfrentar el “Gran Juego” geopolítico de la hegemonía en Asia Central, frontera de colisión y negociación entre poderes tradicionales y emergentes. Todo ello alimentado por las seductoras ganancias e influencia que vendrían con el acceso privilegiado a las ricas fuentes de energía de la región. Las inquietudes con el 11-S estadounidense
nanciero de Nueva York, transformando
“Paradójicamente el 11 de septiembre de 2001 no solamente derribó las Torres Gemelas. También derribó el sentido de seguridad y de confianza colectivas de una sociedad” Durante los últimos años de la década de 1990, el Secretario General de Naciones Unidas apoyó las iniciativas que promovían el Diálogo de Civilizaciones como un referente para desactivar las convocatorias desde organizaciones, gobiernos, dirigentes y analistas que anunciaban un conflicto entre algunas de esas civilizaciones, dos en realidad. En una de las sesiones de su 53º período de sesiones, la Asamblea General proclamó el 4 de noviembre de 1998, por medio de la Resolución A/RES/53/22, “el año
¿Estaba el mundo preparado para una manifestación de las contradicciones tan extrema y radical como el 11 de septiembre de 2001? ¿Fueron los dramáticos eventos de esa mañana estadounidense una expresión natural del proceso que se venía construyendo desde años atrás? Más allá de las tesis conspirativas y de la desconfianza que inherentemente siembra el ejercicio del poder, porque es su naturaleza, sí. ¿Dónde hubiera provocado menos traumatismo? Para los asesores del gobierno Bush, y su entorno académico, intelectual y religioso que luego se denominarían simplemente “Neocons”, los anuncios de ese futuro posible se habían hecho realidad. La respuesta fue equivocada, y los años que siguieron bien pueden ser calificados como “la década perdida de Estados Unidos”. Si algunos de nuestros queridos lectores creyeran que padezco de algún sentimiento visceral e irracional contra los estadounidenses, debo con amabilidad afirmar que no soy víctima de un militante y desorbitado antimperialismo. Mis reservas y críticas sobre su concep-
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ción de vida social y su modelo de economía no descansan sobre un adoctrinamiento de cartilla ni resulta funcional políticamente hablando, es decir, no expresa lo que se quiere leer y escuchar, en una coyuntura determinada; aquellas reservas y críticas, que compartimos con muchos estadounidenses, también, son producto de la historia y de concepciones encontradas sobre el ser humano y la responsabilidad frente al crecimiento de una conciencia que permita empoderar la Humanidad. Los costos del 11 de septiembre Las apuestas fueron riesgosas, y sus costos para Occidente y para la promoción de los valores de una civilización, en manos del gobierno estadounidense, en términos planetarios, enormes y de reparación eventualmente larga y difícil. Como pocas veces en su historia, Estados Unidos dilapidó y despreció la solidaridad internacional frente al 11 de septiembre y la cambió por desconfianza, rechazo y críticas de todo tipo y en todos los tonos reconocidos. O ¿cómo podemos llamar a la hipoteca de algunos de sus valores democráticos, que terminaron por ser sacrificados en aras de una seguridad que consumía de forma desproporcionada recursos económicos, tecnológicos y humanos? ¿O cómo llamar al desplazamiento de los ciudadanos por las Corporaciones que se atrincheraron en el poder de La Casa Blanca y del Pentágono para obtener jugosos contratos en su lucha contra el terror y las amenazas emergentes, y promover la formación de organizaciones privadas que participaran, a la manera de los viejos mercenarios, y con contratos corporativos, en esos escenarios bélicos y en algunos otros que sumaban la guerra contra las drogas a la guerra contra el terror? No podemos ser indiferentes a la fachada de legalidad que los miembros de la administración estadounidense dieron a la tortura en cárceles en un Irak invadido y ocupado, como en Abu Grahib, o al secuestro de sospechosos o activistas de Al Qaeda o del islamismo radical por parte de la CIA en otros países del mundo, o a sus vuelos secretos trasladando “presos de una guerra inédita” y secuestrados de un país a otro, que contaron con el apoyo de gobiernos de varios lugares del mundo. Pero, además, hay cada vez un mayor consenso alrededor de las causas de la crisis económica en aquel país, y de los inmensos pasivos que tendrá que afrontar cuando esas aventuras militares con resultados insatisfactorios, limitados e incompletos lleguen a su fin:
EN EL PAÍS de las libertades, la seguridad se volvió una obsesión.
el gasto militar de la guerra contra el terrorismo. Fue más demoledora la imposición de la “Guerra Preventiva” que introdujo la desconfianza como norma de relación entre los gobiernos y los países. Una cínica alusión a términos sagrados y morales, pretendió revestir de “justa” la “Guerra contra el Mal” que encarnaban organizaciones como Al-Qaeda, una red transnacional que a su vez abusaba de las convocatorias religiosas y sagradas, sin territorialidad expresa, sin gobierno visible, y gobiernos que descubrían en la debilidad que encubría la respuesta estadounidense, una oportunidad de fortalecer sus políticas, discursos anti-occidentales y convocatorias regionales y mundiales. Al atropello descomunal del derecho internacional, del multilateralismo y de las organizaciones más representativas del sistema mundial, Estados Unidos aportó el miedo y la inseguridad como recursos de la gestión política planetaria y del ejercicio del poder, y la división al interior de organizaciones regionales y vecinos. Las respuestas de los extremistas le daban la razón y su propia acción alimentaba el extremismo universal.
El 11 de septiembre de 2001 quedó opacado por la fracasada campaña internacional en Afganistán y la irresponsable y cruenta invasión de Irak. Y contra el parecer de millones de seres humanos, la muerte de Osama Bin Laden, en mi concepto, colocó una lápida a la imagen y los esfuerzos estadounidenses por mantener viva una ofensiva global inútil, costosa y autodestructiva. Hoy, después de 10 años, el mundo es más inseguro, inestable, volátil e incierto. La desconfianza ciudadana en el mundo ha aumentado, adicionalmente, gracias a la corrupción, el despilfarro y la incapacidad política y administrativa. El 11 de septiembre fue la expresión de una problemática; no fue el inicio ni el fin de algo, solamente su cara más terrorífica y cruel y, desafortunadamente, no será el único testimonio de la frustración, el resentimiento y la ausencia de sentido de futuro de miles de seres humanos en el planeta. *Historiador y Especialista en Geopolítica. Analista de asuntos internacionales. Catedrático del pregrado de Historia en el Departamento de Historia y Geografía, Pontifica Universidad Javeriana
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8C EL NUEVO SIGLO l DOMINGO 11 de septiembre de 2011 l www.elnuevosiglo.com.co LOS TRES FRENTES DE LA GUERRA PREVENTIVA
Irak, Afganistán y Pakistán: una década de caos
l Miles de víctimas mortales, otro tanto de heridos, ciudades arrasadas, millonarios costos económicos y un creciente sentimiento de rechazo hacia EU es el balance de diez años de ofensiva contra el terror
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AÑOS DE sangre, insurrecciones sin aplastar y una lejana pero tan lejana -que parece una utopía- transición a la democracia, es el balance común que se registra en los tres frentes de guerra que abrió Estados Unidos tras el fatídico 11-S. Una década después de los atentados perpetrados por Osama Bin Laden y Al Qaeda, el balance es preocupante para EU, ya que continúa involucrado en dos guerras, Afganistán e Irak, que le ha costado miles de muertos y ha afectado seriamente su economía. Las guerras también han cobrado la vida de cientos de efectivos de países aliados y decenas de miles de civiles afganos, paquistaníes e iraquíes, afectando seriamente la
imagen de Washington en el mundo entero. Aunque la potencia puede enarbolar la bandera de la eliminación del líder de la red terrorista y cerebro de los atentados en la operación realizada el pasado 1 de mayo en Pakistán, al hacer un balance sobre los resultados de esas ofensivas contra el terrorismo, la balanza podría inclinarse en su contra y no sólo por los elevados costos (en vidas y recursos) sino por los comprobados abusos que miembros de sus fuerzas cometieron contra ciudadanos de esos país, como en el caso comprobado de los excesos y torturas en la cárcel iraquí de Abu Graib. Afganistán Fue el primer frente de batalla abierto en la guerra contra el terrorismo. Tan sólo 27 días después de los ataques, Estados Unidos invadió Afganistán en busca del cerebro de los atentados Osama Bin Laden, fundador de Al Qaida, y con el objetivo de derrocar al régimen de los talibanes que se negaba a entregarlo. Los Talibán se hicieron al poder tras la guerra civil de Afganistán 1992-1996, llegando a controlar
casi todo el territorio. La Guerra de 2001 en ese país, denominada a por el mando estadounidense como “Operación Libertad Duradera”, se inició el 7 de octubre , ante la negativa del régimen talibán de entregar a Osama bin Laden, responsable directo de los atentados del 11 de septiembre. Por ello, Estados Unidos y la Otan como aliados procedieron a destruir las fuerzas talibán y ocupar el país para garantizar su tránsito hacia la democracia. Iniciando posteriormente las operaciones para estabilizar y reconstruir el país que el teocrático régimen talibán había gobernado. En los meses siguientes al 11 de septiembre, los pedidos de enrolamiento en el ejército estadounidense explotaron y todos, con la llaga abierta por los ataques decidieron “ir a destruir al enemigo”. Sin embargo, una década después las fuerzas armadas estadounidenses siguen enfrentando a los talibanes cuya insurrección se intensifica y se extiende. En este país en particular la guerra parece imposible de ganar ante la feroz resistencia talibán en vastas zonas del país y una ofensiva militar que se
complica por las condiciones geográficas. Ello ha costado vidas y cuantiosos recursos económicos. Recién posesionado, en 2009, el presidente Barack Obama quiso empezar una “ofensiva final” y desplegó 30 mil soldados más. Sin embargo ante la prolongada ofensiva y escasos resultados se vio obligado a replantear y así anunció que aunque el objetivo era alcanzable y parte de éste se había logrado, como era no permitir santuarios desde donde los Al Qaeda y sus afiliados pudieran atacar a su país y a los aliados, dio el toque de retirada. Hace pocos meses y argumentando que “no seguiremos patrullando las montañas de Afganistán indefinidamente” y de que hemos contribuido a la construcción de una nación estable pero “no vamos a dejar un Afganistán perfecto”, Obama anunció el fin de la guerra contra el terrorismo en ese país, no sin antes reiterar que EU apoyará las iniciativas para reconciliar a los afganos, incluidos los talibanes. Pakistán
Los ataques pusieron a Pakistán en la primera línea de la “guerra contra el terrorismo” y progresivamente hundieron a la única potencia nuclear musulmana en el caos y en un baño de sangre, al tiempo que crecía la sospecha de que apoyaba a Al Qaida. Un periodista especializado en la insurgencia talibán y en Al Waida recuerda que ese 11 de septiem-
bre y tras ver las imágenes de los atentados en televisión supo que Pakistán tendría problemas. “Mis temores se concretaron: el 11 de septiembre llevó a Pakistán a una crisis de seguridad sin precedentes (...)”, dice Imtiaz Gul. Islamabad era una de las pocas capitales que reconoció al régimen de los talibanes en Afganistán, que acogieron a Osama bin Laden y la red Al Qaida. Entonces, el presidente paquistaní, general Pervez Musharraf -quien aseguró en 2006 que Estados Unidos había amenazado con “bombardear” su país hasta “devolverlo a la edad de piedra”sólo tardó unos días en anunciar su alianza con Washington. Pero en unas semanas, Bin Laden, sus principales lugartenientes y un gran número de guerrilleros escaparon a las fuerzas estadounidenses en Afganistán y llegaron a las zonas tribales de Pakistán, tras cruzar una montañosa frontera imposible de controlar. Desde entonces, Al Qaida ha hecho de este cinturón tribal su principal santuario en el mundo, apoyada por los talibanes paquistaníes, hasta convertirlo en su bastión. Muchos responsables de Al Qaida han sido capturados y entregados al gobierno de Estados Unidos, mientras el ejército de Pakistán ha lanzado varias ofensivas en las zonas tribales, donde asegura haber perdido más de 3.000 soldados desde finales de 2001. Pero Washington, que envía mi-
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ESTA imagen dio la vuelta al mundo y fue cuando tras el derrocamiento de Hussein fueron derribadas todas las estatuas e imágenes que el dictador se había erigido en Bagdad
les de millones de dólares a su socio paquistaní en concepto de ayuda militar, ha acusado a Islamabad estos últimos años de doble juego, al rechazar atacar el principal bastión de Al Qaida y de los talibanes afganos de la red Haqani en el distrito tribal de Waziristán del Norte. La muerte de Bin Laden el pasado 2 de mayo a manos de un comando estadounidense que entró clandestinamente en Pakistán con un helicóptero hasta la ciudad de Abbottabad encendió la mecha entre ambos países. En esta localidad, situada a dos horas al norte de Islamabad, viven numerosos militares. Pakistán reprochó a Estados Unidos que actuara sin avisar, mientras altos responsables estadounidenses acusan al ejército paquistaní y a sus poderosos servicios de inteligencia (ISI) de haber escondido la presencia de Bin Laden, al tiempo que amenazan con cortar la ayuda económica a un país al borde de la bancarrota. Pero Pakistán ha pagado con creces la “guerra contra el terrorismo” en Estados Unidos. Islamabad asegura que más de 35.000 paquistaníes han fallecido desde que empezaron las represalias de los insurgentes aliados a Al Qaida a finales de 2001, y estima que la ola de atentados que tiene al país en un baño de sangre es una “guerra importada” por Estados Unidos desde que fallaron en la eliminación de la red en Afganistán. Durante el verano de 2007, Bin Laden llamó a los talibanes paquistaníes a declarar la yihad (guerra
santa) a Islamabad por su apoyo a Washington, lo que llevó a radicalizar su campaña de atentados, principalmente suicidas. Según un recuento de la AFP, en cuatro años unos 500 atentados han matado a cerca de 4.600 paquistaníes en todo el país. Desde que se anunció la muerte del líder de Al Qaida, las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán atraviesan un momento muy delicado, aunque la unión de estos aliados no puede separarse, según los expertos. Islamabad no puede renunciar al dinero estadounidense, mientras que Washington no puede abrir un nuevo frente militar en este amplio país que tiene la bomba atómica y más de 180 millones de habitantes, la mayoría en contra de Estados Unidos. Por lo pronto, Estados Unidos se contenta en mantener sus bombardeos contra el cinturón tribal de Pakistán con aviones no tripulados. Irak Después de la invasión de Afganistán, y dentro de la estrategia marcada por Estados Unidos, Iraq comenzó a situarse como un objetivo geoestratégico, por su situación política desfavorable para occidente y su ubicación geográfica en pleno corazón de Oriente Medio. Así y también como coletazo del 11-S, se registró la invasión a Irak, en 2003 , buscando liberar a ese país de un dictador y abrir la puerta a un futuro mejor. Sin embargo, ocho años después, y a pesar del maná del petróleo, la violencia, las luchas
políticas y la endémica corrupción socavan su reconstrucción. Desde que Sadam Husein fue derrocado por la coalición internacional encabezada por Estados Unidos, el país atravesó dos elecciones legislativas consideradas como democráticamente satisfactorias y la
producción petrolera se reanudó, lo que garantiza ingresos apreciables. Pero la violencia, a pesar de que decayó en los últimos cuatro años, dejó más de 100.000 muertos, y la clase política, insertada en un contexto marcado por las diferentes confesiones del islam, no deja de desgarrarse por la repartija de cargos ministeriales y la permanencia o no de las tropas estadounidenses. “Es una historia con dos caras: en cuanto a la política, está estancada; en cuanto a la economía, gracias al petróleo, el futuro se anuncia más bien prometedor”, analiza Ali al Safar, experto en el instituto Economist Intelligence Unit de Londres. La invasión de Irak, 18 meses después de los atentados en Estados Unidos, fue justificada por el ex presidente estadounidense George W. Bush por la presencia de armas de destrucción masiva. Justificación que resultó ser rápidamente fantasiosa. Y la guerra favoreció paradójicamente la implantación de Al Qaida, como lo confiesan los mismos oficiales. La violencia disminuyó claramente luego de alcanzar su cénit en 2006 y 2007, pero sigue siendo un desafío mayor, a pesar de que la influencia de Al Qaida parece haber disminuido. Entre 2005 y 2007 “Al Qaida representaba una amenaza fundamental para el Estado”, reconoce el
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general Jeffrey Buchanan, portavoz de las fuerzas estadounidenses en Irak, interrogado por la AFP. “Está presente. Pero no representa más la amenaza existencial que representaba antes”, añade. Cuatro meses antes del retiro previsto para fines de 2011 de las tropas estadounidenses, las fuerzas de seguridad iraquíes sumaron efectivos y competencias. Pero aún no pueden garantizar la seguridad del espacio aéreo ni de las fronteras terrestres y marítimas del país. El 3 de agosto los dirigentes iraquíes anunciaron que aceptaban negociar con Washington la permanencia de un contingente limitado de instructores estadounidenses luego de 2011, una decisión poco popular pero dictada por la necesidad. Según el ejército estadounidense, una de las principales amenazas proviene hoy de grupos chiitas armados por Irán. Pero gracias a esta relativa calma en el plano de la seguridad, las inversiones privadas empezaron a llegar. Para el periodo 2010-2014, la Comisión Nacional de Inversiones estima en 86.000 millones de dólares los capitales destinados a la construcción de viviendas e infraestructuras. No obstante, “la corrupción es un freno mayor a las inversiones, el crecimiento y la creación de empleo”, señala la ONU. Irak es el cuarto país más corrupto del mundo, según la ONG Transparency International. Otro de los desafíos es la gestión de los importantes yacimientos petrolíferos de la región de Kirkuk (norte), reivindicada por la provincia autónoma de Kurdistán, un tema considerado por Washington y responsables iraquíes como una de las más graves amenazas a largo plazo para la estabilidad del país. Según las estimaciones Irak dispone de las cuartas reservas mundiales de petróleo. La producción se reanudó y alcanza los 2,7 millones de barriles por día (mbd), lo que le garantiza al país una fuente de ingresos importante. Bagdad cree posible alcanzar los 12,5 mbd en 2017, un objetivo del que duda el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para Alí al Safar, la perspectiva del tardío despegue económico no logra borrar la decepción que siguió el fin del régimen en 2003. Cuando cayó Sadam, “había un optimismo general”, señala. “No sabíamos que habría atentados de Al Qaida, una guerra religiosa, y que los políticos, que parecían tan cercanos cuando estaban en la oposición, se desgarrarían como lo hacen”, explica.
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10C EL NUEVO SIGLO l DOMINGO 11 de septiembre de 2011 l www.elnuevosiglo.com.co Por Paula Bustamante
l Aunque no tienen un sólo rostro ni una percepción monolítica sobre los ataques que perpetró Al Qaida saben que el mayor villano de su niñez se llamó Osama Bin Laden
LA SEGURIDAD ES SU OBSESIÓN
Generación 9/11: niños con héroes y villanos reales
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UERRAS en el exterior y amenazas nucleares son parte de la idiosincrasia de Estados Unidos, pero quienes eran niños cuando unos extraños derribaron con aviones de pasajeros dos rascacielos en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, crecieron con héroes y villanos reales en su país. Hoy son jóvenes que desde que tienen uso de razón saben que hay que subir a un avión pasando por al menos dos detectores de metales, que conocen los colores que alertan los niveles de peligro terrorista al viajar y que estrenaron un paradigma de la ‘maldad’ con religión y rasgos étnicos, dejando atrás el comunismo, los Nazis o los rusos que encarnaron los ‘villanos’ de sus predecesores. “Mis padres crecieron a finales de la Guerra de Vietnam (1964-1975), por lo tanto creo que tuvieron un poco de ese sentido de cambio en su sociedad, pero para nosotros es mucho más personal porque fue un ataque en Estados Unidos, cerca de nuestra casa”, explicó Emilia Lispi, una joven de 20 años de Pensilvania, ahora estudiante de Biología en la Universidad de Miami. Como Lispi, eran niños de entre 8, 9 y 10 años cuando Estados Unidos fue atacado en centros emblemáticos de su sistema, y recuerdan con emoción aquel día en que sus clases fueron interrumpidas por maestras asustadas que les anunciaban que “algo malo” sucedía en el país. Muchos no entendieron muy bien aquel día, pero vendría una década en la que estaría al alcance de sus televisores, iPad, iPod y todo el universo web, la posibilidad de despejar sus dudas, año tras año, “gracias a todo lo que mostraron los medios”, afirman los propios jóvenes. La ‘Generación 9/11”, como la denominan expertos y medios, no tiene un sólo rostro ni una percepción monolítica sobre los ataques que perpetró la red terrorista Al Qaida contra el World Trade Cen-
LA GENERACION 9/11, al igual que el resto de los estadounidenses, rendirán por siempre tributo a las víctimas de los fatídicos atentados terroristas
ese 1 de mayo de 2011, cuando el líder de Al Qaida murió en una operación de las fuerzas especiales de Estados Unidos en Pakistán. “Me sentí agradecido. Pero creo que no debemos bajar la guardia sólo porque un terrorista muy poderoso y malvado ha muerto, eso no quiere decir que estamos a salvo”, dijo Henderson. Lispi admite que para ella Bin Laden “ni siquiera era una persona”, era prácticamente un mito y aunque sintió alivio el día de su captura, “no fue muy satisfactorio porque sé que hay mucha gente por ahí que cree exactamente lo que él creía e intentarán seguir sus pasos”. AUNQUE HAN crecido bajo la sombra de una era marcada por la guerra contra el terrorismo, los jóvenes norteamericanos no son ni más temerosos, ni más ansiosos o paranoicos que las generaciones anteriores.
ter en Nueva York y el Pentágono en Washington, pero tienen en común que el mayor villano de su niñez se llamó Osama Bin Laden, y que al contrario que sus padres y abuelos, saben que el ataque puede ser en su propia casa. “Cuando yo escuché que Osama bin Laden había muerto me
sorprendió. No sabía si serían capaces de capturarlo”, sostuvo Joshua Henderson, un niño de 14 años de Plainfield, Illinois. Con la madurez de la temprana adolescencia, esta primera generación de estadounidenses conscientes de que pueden ser atacados en su país, vivió con especial entrega
¿Una generación temerosa o traumada? Con una noción tan clara de la vulnerabilidad de su país al que también reconocen poderoso, surgen las dudas si la denominada Generación 9/11 es más temerosa, paranoica o ansiosa por haber crecido bajo la sombra de una era marcada por la Guerra contra el Terrorismo. Ni más ni menos miedos o ansiedades que otras generaciones,
dijeron dos psicólogos especializados en jóvenes. “Los datos muestran un aumento general de la ansiedad en los jóvenes que se remonta a varias décadas, pero no ha habido un aumento (de la ansiedad ni el miedo) identificado especialmente después de 11 de septiembre”, explicó Keith Campbell, Jefe del Departamento de Psicología de la Universidad de Georgia. Campbell se refiere a la población en general y a la juventud, obviamente no a quienes resultaron afectados de cerca por los ataques. “El miedo al terrorismo está sin duda en el ambiente, y sobre todo después del 11/9. Sin embargo, el temor de una guerra nuclear en el pasado era mucho más presente culturalmente para los jóvenes. Las escuelas tuvieron durante décadas que enseñar la orden ‘agacharse y cubrirse’”, ejemplificó Campbell. Para la sicóloga Jill Ehrenreich May, directora de un programa de tratamiento de la ansiedad y el carácter en niños y adolescentes de la Universidad de Miami, tampoco existen indicios que esta generación de jóvenes resulte más afectada que otras que crecieron bajo la sombra de la Guerra Fría, por ejemplo. “Sabemos que los niños que crecen en ambientes crónicamente estresantes están en mayor riesgo de psicopatologías más tarde en sus vidas, pero un sólo evento- por muy horrible que haya sido- probablemente no afecte a la mayoría de los niños de la misma forma”, dijo Ehrenreich. En un campus universitario, veinteañeros o un poco menores, expresan críticas a la Guerra contra el Terrorismo, su Gobierno, alaban a sus militares pero sin duda muestran huellas sociales que trajo ese 11 de septiembre. “Uy no, no quiero tocar ese tema”, dice Leila, una chica musulmana que se niega hablar sobre los ataques abiertamente cuando se le aborda sobre el tema. Después de los atentados “definitivamente noté un recelo más intenso de la gente, las personas estaban mucho más juzgadoras, mucho miedo. Todo fue muy confuso después de esos ataques”, concluyó Lispi.
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HOY, PRIMERA VUELTA PARA ELEGIR AL SUCESOR DE COLOM
La herencia en Guatemala: violencia, narcotráfico y pobreza
l Se da por descontado el triunfo del derechista Otto Pérez, pero no le alcanzará para proclamarse presidente. Segunda vuelta sería con Manuel Baldizón
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L NUEVO Dorado de los carteles de la droga, elige hoy un nuevo presidente que, heredará un erario en bancarrota y tendrá como inmediatos desafíos, además de combatir la pobreza y auxiliar a las víctimas de desastres naturales, hacer frente al crimen organizado que ya controla vastas porciones del país. Última frontera con México, antesala del gigantesco mercado estadounidense, Guatemala es núcleo de la llamada ruta centroamericana, por donde circula el 90% de la cocaína consumida en Estados Unidos, según datos de aquel país. Guatemala parece impotente ante el volumen del negocio que enfrenta, y que quintuplica con creces el presupuesto del gobierno de unos 6.000 millones de dólares, reconoció el presidente socialdemócrata Alvaro Colom en una entrevista con la France-Presse el mes pasado. “Es muy difícil calcular cuánta coca pasa por Guatemala, pero por lo que dice la DEA (agencia antinarcóticos de EEUU), las estimaciones nuestras y las incautaciones (...) vendría a ser 240.000 millones de quetzales”, unos 32.000 millones de dólares, dijo Colom. El narco es parte central de la violencia que azota Guatemala y que se traduce en casi 50 homicidios anuales por cada 100.000 habitantes, una de las mayores tasas del mundo. “La lucha contra el narcotráfico ha sido frontal. En nuestros registros figura la captura de importantes capos requeridos por Estados Unidos, cuyos procesos de extradición se están ventilando en los tribunales”, declaró por su parte Nery Morales, portavoz del ministerio del Interior.
OTTO PEREZ
El vocero enumera que este año fueron capturados más de un centenar de narcos, muchos mexicanos. Pero todo el mundo sabe que son pequeñas victorias, ya que sin colaboración internacional, lo único que se propicia son las fugas hacia el país vecino, un fenómeno que en América Central se conoce como “el efecto cucaracha”. En las ciudades los cárteles tienen a disposición la mano de obra barata de las pandillas, peores en el campo donde los narcos, con arsenales dignos de un ejército, muestran su mayor poder y llegan a tener zonas liberadas. El selvático y poco poblado norte guatemalteco ha sido tomado por los cárteles y al menos dos familias guatemaltecas, a las que se sumó el cártel mexicano de Los Zetas, controlan esas zonas, de fuerte población indígena y que hasta hace una década fueron escenario de una cruenta y larga guerra civil. En el departamento de Petén, en mayo, el gobierno decretó la suspensión de garantías constitucionales luego de que un comando narco ingresó en una finca un domingo de mañana buscando al propietario del campo, y ejecutó a todos los trabajadores (27), ex-
MANUEL BALDIZÓN
cepto a uno para que contara lo ocurrido. Meses antes en Alta Verapaz, también en el norte, el gobierno había decretado el estado de sitio y enviado fuerzas especiales para tratar de recuperar el control de ese territorio. Ambas zonas son además muy bien conocidas por los dos principales candidatos en estas elecciones. El derechista general Otto Pérez, del Partido Patriota, cuyo triunfo se da hoy por descontado aunque no con el porcentaje constitucional exigido para alzarse con la presidencia en la primera vuelta, estuvo al mando de unidades militares en la región durante la guerra civil (1960-1996). El candidato, de 60 años y cuyo simple y casi exclusivo lema de campaña ha sido “Mano dura”, quiere recurrir al ejército para sumarlo al combate antinarcóticos, y desarrollar la inteligencia civil, las escuchas y las entregas controladas. Por su lado, el también derechista Manuel Baldizón, que según las encuestas alcanzaría el 25% de los votos y que si se cumplen esas previsiones iría a un balotaje con Perez en noviembre,
es oriundo de Petén, y allí tiene todavía su domicilio. Baldizón es aún más parco y menos preciso que Pérez en su plan de lucha y se limita a proponer la “creación de una guardia nacional, en sustitución de la Policía Nacional Civil”, a la que considera infiltrada y corrompida. Pero reconoce que esa iniciativa --que aún no tiene como financiarse-- debería ser aprobada previamente en consulta popular, es decir demoraría años. Un país en quiebra El presidente Álvaro Colom, que entregará el 14 de enero próximo el sillón presidencial al ganador de los comicios, advirtió recientemente sobre los problemas que enfrentará el próximo gobierno por la falta de recursos y que a su entender le impidieron combatir la pobreza y la violencia. “Hemos llegado al período crítico. Muchas instituciones no podrán cumplir con sus obligaciones en un corto plazo de no ser aprobados los recursos” en el Congreso, destacó Colom el 16 de agosto. Guatemala sobrevive, igual que otros países centroamericanos, gracias a la ayuda extranjera, que cada año cubre parte del presupuesto nacional. Además, las remesas que envían emigrantes
guatemaltecos en Estados Unidos son vitales para el sustento de millares de familias pobres. Pese a la falta de recursos, ningún candidato presidencial incluyó en su programa una reforma fiscal, rechazada por la poderosa cúpula empresarial desde hace tres décadas. Por ello, parece difícil que pueda incrementarse la recaudación, que apenas alcanza 10,4% del Producto Interno Bruto, una de las tasas más bajas de América Latina. “No hablamos de nuevos impuestos ni de subir tasas” impositivas, afirmó Otto Pérez, quien ha prometido obtener recursos combatiendo el contrabando que, según la Cámara de Comercio, alcanza unos 260 millones de dólares anuales, un 6% de la recaudación tributaria. En tanto, Baldizón, dijo que aumentaría los impuestos únicamente si esta medida es apoyada por la ciudadanía en las urnas. La falta de nuevas fuentes de recursos llevó al gobierno de Colom a endeudarse: desde que asumió, en enero de 2008, la deuda externa subió de 4.226 millones de dólares a 5.662 millones, y la interna pasó de 3.140 millones de dólares a 4.775 millones, según el Banco de Guatemala (central). Guatemala cerrará este año con un déficit fiscal en torno a 3% y, para comprometer más el panorama, el ministerio de Finanzas envió al Parlamento el proyecto de presupuesto para 2012 por 7.570 millones de dólares, el más alto en la historia del país. Otra promesa incumplida que dejará Colom será el abatimiento de la violencia: Guatemala tiene uno de los mayores índices de homicidios del mundo, 48 por cada 100.000 habitantes, seis veces más alto que la media mundial. Las estadísticas oficiales indican en este país hay un promedio de 18 muertos al día, una de las mayores cifras de América Latina, el 42% relacionados con el narcotráfico. Estas cifras superan los niveles alcanzados durante la guerra civil guatemalteca (19601996)./EL NUEVO SIGLO – AFP
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12C EL NUEVO SIGLO l DOMINGO 11 de septiembre de 2011 l www.elnuevosiglo.com.co 1 1
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HORIZONTALES: Nicolás, político, escritor y filósofo italiano (Foto 1) – La primera mujer Francisco de…, escritor místico español – Mazorca de maíz tierno – Preposición No creyentes – Ciudad y puerto de Portugal Ciudad de Yugoslavia – Letra griega – Estado de Asia al N de la India, capital Katmandú El nobelio – Nota musical Jean Paul, político francés, asesinado por Charlotte Corday – Puerto de Antioquia – I, rey aquemenida de Persia Pueblo de Judá, patria de José el que enterró a Jesús – Rezaré – Punto cardinal – Río de Rusia Desembocadura del río – Mario, político portugués, presidente de la República de 1986 a 1996 (Foto 5) – Población del Paraguay – Uno de los nombres del pecarí Oxido de calcio – Julio, compositor francés autor de Manon, Thais, Werther, etc. – Orden menor Ciudad de Italia – Símbolo de la plata – Antiguo testamento – Un noble inglés Ciudad de Bolivia – Quite una cantidad de otra – Esposa de Abraham Iglesia sagrada – Amada de Juan Tenorio – Espadaña – Isla de Francia – Dos lo forman Empresa de energía de Bogotá – Arte teatral – Unir, confederar – Salvador, pintor español surrealista Cacique vallenato – Sentir rabia – El hogar – Batalla, lid San, uno de los discípulos de Cristo, murió desollado vivo – Caudal de agua corriente – El destino – En la antigua Roma, cada uno de los dioses protectores del hogar doméstico Indica un sitio – Quitar las arrugas – Andrea del…, pintor italiano Escudo ovalado o en forma de corazón – Suave, tenue Sitio en donde se pisan las uvas – Ciudad del Perú – Instrumento musical o ex moneda italiana Dios mahometano – Una monja – La misma Idumea Prenda femenina – El hacedor del Universo – Ser unicelular que vive en aguas dulces o saladas Ciudad de Siria – Letra consonante – Coger con la mano
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VERTICALES: Guillermo, físico italiano; premio Nobel de Física en 1909 (Foto 3) – Puerto del Japón Carlos Céleo, político hondureño, presidente de la República de 1872 a 1879; fue derrocado por Leiva – Yacimiento mochica en la costa norte del Perú Bello puente de Venecia – Río de España Arte moderno – Tomás de…, escritor español, autor de bellas fábulas (Foto 4) Antepasado epónimo de los moabitas – Yunque de plateros – Todavía – Esto tiene el tiburón Francis, físico británico, premio Nobel de Química en 1922 – Dios escandinavo de la Guerra – Esposa de Cronos, madre de Zeus y los dioses del Olimpo – Esposa de Tíndaro, amada por Zeus – Terminación etílica Batalla en la cual Filipo de Macedonia venció a los atenienses y tebanos en 338 a.C. – Cara – Convite de caridad entre los primeros cristianos Madre no hay sino… - Río de Suiza – Tarsilia do, pintora brasileña Ciudad de Rumania – Capital de Serbia Cuadros, pinturas – Hija de Midas Diosa romana del Hogar – Ciudad de Francia con santo cura – Batalla en la que Alejandro Magno venció a Darío III Antigua ciudad de Italia, cuna de Zenón y Parménides – Pez comestible, común en los ríos suramericanos – Joaquín, militar panameño; presidente de Colombia en 1867 Departamento de Francia, capital Cahors – Bella ciudad de Colombia en el departamento de Bolívar – Orden religiosa – Grito militar – Su fonema es equis Laguna de Risaralda – Condenadas, presas – Capital de Corea del Sur Político alemán, fue el primer presidente de la República en 1919 a 1925 – El demonio – Doctor de la ley musulmán; jurista y teólogo Arte plástico – Gaspar, jesuita, autor de un Catecismo de la doctrina cristiana – General y estadista ateniense, se cubrió de gloria en Maratón Cabo de la…, en la península de la Guajira - … Carlos de Borbón, rey de España desde 1975, nieto de Alfonso XIII (Foto 2) – Asistir a un lugar – Capital de Kenya Arte nacional – Padre de Ulises – Población de Venezuela Dios griego de la Vegetación, de origen frigio – Indica posesión Santo, personaje bíblico célebre por su piedad y resignación – Ciudad de Italia en Liguria Río de España – Raza, linaje Hoy Tailandia – Gran río del oriente colombiano
SOLUCION DEL CRUCIGRAMA ANTERIOR Horizontales: 1.- Túmulo. Otón. 2.- Ino. Isidoro. 3.- Barbacoas. 4.- Era. As. Cam. 5.- Red. Ir. Tana. 6.- Alá. Lena. 7.- Aisa. Sábato. 8.- De. Uro. El. 9.- Epiro. Sismo. 10.- Séneca. Deán. 11.- Rola. MAM Verticales: 1.- Tiberíades. 2.- Unare. Ieper. 3.- Moradas. Ino. 4.- Laurel. 5.- Lía. Ia. Roca. 6.- Oscar. So. 7.- Ios. La. 8.- Oda. Tebaida. 9.- Toscana. Sem. 10.- Or. Anatema. 11.- Norma. Olona