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Patrono contra la relaja

Santo Patrono de la Iglesia

En su encíclica Quamquam pluries , del año 1889, el Papa León XIII hizo este señalamiento:

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«Todos los cristianos, sin importar su estado, tienen infinitas razones para confiarse y abandonarse a la tutela amorosa de San José».

Por tanto, aun cuando la Iglesia sólo ha declarado algunos cuantos patronazgos de san Jo sé, eso no quita que se le pueda tomar personalmente como Santo P atrón de muchas otras cosas a nivel personal, familiar o comunitario.

Aquí se enlistan los principales patronazgos de san José, oficiales o no oficiales:

1 Patrono de los moribundos o Patrono de la buena m uerte. San José murió antes de la vida pública de Jesús, y lo hizo del modo más bello: en los brazos del Señor y de la Virgen María. Por eso desde hace siglos los cristianos que están por fa llecer se encomiendan sabiamente a san José para pedir una buena muerte.

2 Patrono de la Iglesia Universal. El Papa Pío IX, a través del decreto Quemadmodum Deus, declaró oficalmente en 1870 a san José como Patrono de la Iglesia Universal. De todas las explicaciones dadas al respecto puede resumirse que si Jesu cristo fue puesto bajo el cuidado de san José, y si todos los bautizados se han convertido en hermanos de Jesús y forman la Iglesia, entonces todos ellos y, por tanto, la Iglesia universal, también pueden ponerse bajo su intercesión protectora del padre adoptivo del Señor.

3 Patrono contra el comunismo. Así fue declarado por el Papa Benedicto XV en 1920. Y Pío XI, en su encíclica de 1937, Divini Redemptoris, contra el comunismo, declara: «Ponemos la gran acción de la Iglesia católica contra el comunismo ateo mundial bajo la égida del poderoso protector de la Iglesia, san José».

4 Patrono contra el naturalismo religioso. Benedicto XV también le asignó este papel a san José. El naturalismo al que se refiere es el que considera la naturaleza como la única fuente original y fundamental de todo lo que existe, e intenta explicar todo en términos de

naturaleza, prescindiendo de Dios, lo cual contribuye, advierte este Papa, a debilitar «el deseo de los bienes celestiales».

5 Patrono contra la relajación moral. Es el tercero de los patronazgos de san José establecidos por Benedicto XV en 1920. Esta relajación moral se refiere especialmente a la falta de «fidelidad conyugal» y de «respeto a la patria potestad».

6 Patrono de las vírgenes. Así como protegió la pureza de María Santísima y la suya propia, san José es el intercesor por excelencia de la virginidad. Santa T eresa de Jesús lo llama «Padre y Protector de las vírgenes».

7 Patrono de los trabajadores. Ya que san José fue un trabajador manual, es el Patrono de la santificación mediante el trabajo corporal, y se recomienda que los trabajadores se pongan bajo su protección. El Observador de la actualidad Página 5

Modelo para padres y esposos: san José

Así como san José puede ser tomado como Santo Patrono de las vírgenes, también lo puede ser de las madres solas —por viudez, abandono, etc.—. Pero uno de los patronazgos más necesarios de san José en el mundo actual sería el de los esposos y padres de familia.

Juan Pablo II, en su exhortación apos tólica Redemptoris Custos, de 1989, dice que san José «posee ante todo las características propias del esposo». Hay que recordar que los santos no sólo son intercesores a los cuales se les puede pedir algo, sino que en primer lugar son modelos de vida cristiana. Y es por eso que san José es el mejor ejemplo a imitar por parte de los varones cabeza de familia. • San José fue reflejo de Dios Padre al adoptar a Jesús y dedicarle todo su amor y esfuerzo. Los papás actuales de ben esforzarse en imitar a san José a fin de conv ertirse en los mejores padres de familia que puedan ser. • San José se mantuvo fiel a su familia en todas las circunstancias; es decir, ni abandonó a Jesús y a María a pesar de las dificultades de la vida o sus gustos o deseos personales, ni se divorció nunca, ni fue infiel jamás a su unión esponsal con la Virgen. • San José hacía lo que tenía que ha cer, de inmediato y con toda decisión, pues no era un indeciso ni un pusilánime. Pero, al mismo tiempo, era tierno y silencioso. • San José combinó en su justa medida las cuestiones domésticas naturales —vivienda, alimentación, trabajo, vida familiar , etc.— con las cuestiones espirituales. De hecho, como escribió san Juan Pablo II, san José hizo «el sacrificio total» de «toda su e xistencia a las exigencias de la venida del Mesías a su propia casa». Y «esta sumisión a Dios, que es disponibilidad de ánimo para dedicarse a las cosas que se refieren a su ser vicio, ... constituye una de las expresiones de la virtud de la religión».

La sed de bien y de verdad Queridos hermanos y hermanas:

Nuestra reflexión de hoy nos lleva a considerar la bienaventuranza: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados», que no se refiere a un deseo genérico sino a una exigencia vital, cotidiana de todo ser humano: la necesidad de nutrirse para sobrevivir.

Pero aquí se habla de hambre y sed de justicia. ¿Qué quiere decir hambre y sed de justicia? No es la sed de venganza, tampoco es sólo el dolor de los pobres y de los oprimidos, que Dios conoce bien y que no le es indiferente. Es una justicia más grande, más grande que el derecho humano a la equidad, la verdad y la justicia social, más grande también que la perfección personal.

Se trata de la justicia que viene de Dios: de esa inquietud, de ese anhelo que está presente en lo más hondo del corazón, aún en el corazón del más corrupto y alejado del Señor.

Es la sed de bien, de verdad, que el mal no puede borrar. Es la sed de Dios, suscitada por el Espíritu Santo, que todos llevamos en lo más íntimo de nuestro ser, y que san Agustín nos recuerda cuando escribe: «para ti nos has hecho, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti».

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