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EDITORIAL Jugando con fuego

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La ballena

La ballena

La cuaresma ha iniciado en México con una marea color de rosa. Millones de personas han dicho NO al “Plan B” del presidente López Obrador y su partido político. La soberbia tiene consecuencias. Y descalificar, como se descalifica desde Palacio, a los “adversarios”, tildándolos de “corruptos”, tiene un precio. Pero no se mida ese precio solamente en las urnas o en las estadísticas de aprobación. Hay que medirlo (si eso es posible) en el deterioro al que somete al ya de por sí desgarrado tejido social de nuestro país.

manitaria que ha comenzado a llegar”, informó el sacerdote.

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El P. Esteban Dumot explicó que “lo que hacemos en Tarso durante los fines de semana, es recibir a los peregrinos que vienen a visitar el lugar donde nació San Pablo”.

El religioso asegura que la violencia del terremoto no llegó con gran fuerza a Tarso, por lo que no hubo derrumbes de edificios y la situación ahí es bastante tranquila. Sin embargo, sí hubo daños considerables en otras ciudades.

El presbítero, junto con otro sacerdote de su congregación, planean ir en su auto a Iskenderun para auxiliar a la comunidad de las hermanas de su congregación, así como a las demás personas que también han perdido sus hogares.

“No tienen agua, tenemos que llevarles agua, también linternas porque no tienen luz y, por supuesto, les llevaremos alimentos”, comentó el Padre Dumont.

El religioso afirma que en este momento el modo más efectivo de ayudar es con oración y con dinero, ya que eso permite comprar lo que se necesita. Se puede depositar en los bancos que están recibiendo donaciones o bien al Fondo para la Respuesta a Emergencias de Cáritas.

“En Iskenderun funciona Cáritas y se le está dando de comer a unas 100 personas todos los días”, dice el Padre Dumont.

En este tema electoral juegan con fuego. Lo han dicho tirios y troyanos. Arrinconar a la clase media bajo la teoría del “aspiracionismo fifí”, más que una ocurrencia simpática es un error gigantesco. De ella --de la clase media-- ha salido el impulso a la democracia en México. Es más, de ella salió el propio presidente para gobernar al país en las elecciones de 2018. A estas alturas del siglo XXI, azuzar conscientemente a la división en un país brutalmente asediado por la violencia (9 de las 10 ciudades más violentas del mundo son mexicanas) es una actitud diabólica. El diablo no dialoga: divide. Unir, reconocer los derechos y la voz del otro es lo que salva a un pueblo. Esto es historia, no ideología.

Por Rubicela Muñiz

Padre Toño, cuéntenos un poco sobre usted y díganos, ¿de dónde viene el mote de “mago”?

▶ R Soy el padre José Antonio Aceves y soy de la Arquidiócesis de Guadalajara (México). Soy sacerdote diocesano, pero ahora estoy de misión porque yo solicité salir a la misión. No es parte de mi trabajo, el obispo no me envía, sino que yo lo solicité.

Ahí en la diócesis de Guadalajara me conocen como “El padre mago Toño” porque antes de ser seminarista trabajé como mago, soy mago de espectáculo. Para no confundir los términos, no tiene nada que ver con brujería ni tengo poderes reales, solo soy un mago de entretenimiento como los conocemos en las fiestas infantiles en México.

¿Cuál fue su motivación para ir a anunciar el Evangelio a tierras tan lejanas?

▶ R Desde que yo estaba en el primer año de seminario (ahora tengo trece años de ser sacerdote, más diez del seminario), en octubre que se celebra el mes de las misiones siempre, el seminario diocesano invita a los misioneros a dar alguna conferencia o tener la hora santa con ellos. Y esa vez que nos visitaron, el padre que nos dio una charla presentó fotografías todavía en filminas, nos presentó muchas fotos de África y a mí me cautivaron. Me dio una punzada en el corazón, me dio un flechazo.

Y al final de su charla nos dijo: “Cuando ustedes sean sacerdotes, como sacerdotes diocesanos pueden ir prestados a la misión por un tiempo. Ustedes pueden tener esa experiencia”. Esa noche al ir a dormir, yo nunca batallo para dormir, pero esa vez me quedé pensando un ratito y le di muchas vueltas a eso que nos dijo el padre. Y en mi oración de ese momento dije: “Un día yo voy a ir. Yo quiero tener una experiencia en África”.

Gracias a Dios llegué a ser sacerdote, porque en ese momento era el inicio de la formación. Yo recordaba siempre la inquietud de poder venir a África.

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