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Las dos ranas
Dos ranas cayeron en un cubo de nata en una lechería.
--No podemos salir, estamos perdidas, no hay solución -- croó una de ellas, mientras intentaba salir en vano.
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--Sigue nadando --dijo la otra--, habrá una manera de escapar.
--Es inútil --gritó la primera--, es demasiado espeso para nadar, demasiado blando para saltar. Mejor morir de una vez.
Así que dejó de nadar y se ahogó.
Su amiga siguió nadando sin rendirse. Al anochecer se encontró sobre un bloque de
Al final el orante pone toda su confianza en Dios quien está en contra de los insolentes y altaneros.
La sinceridad ha de ser característica singular de los discípulos de Jesús (Mt 6,37).
Llama poderosamente la atención el deseo de ser santa que desde el momento mismo de ingresar al Carmelo guía todas ya cada una de las refl exiones de Teresita. Cada acción adquiere signifi cado; cada renuncia tiene, por decirlo así, un sentido previo contarse entre aquellos que Dios tiene a su vera, intercediendo por sus hermanos los hombres, en especial aquellos que sufren por la ausencia de fe. Así lo deja plasmado en el Manuscrito A (F69): mantequilla qu e ella misma había batido con sus incansables movimientos. Y entonces sin esfuerzo saltó fuera. En las mismas circunstancias unos se rinden y fracasan, otros resisten y triunfan. Unos dejan dormidos sus talentos y quedan raquíticos, otros los despiertan y se hacen héroes.
¡Lasilusiones!Diosme concediólagraciadeno llevar NINGUNA al entrar al Carmelo. Hallé la vida religiosatalycomola habíaimaginado.Ningún sacrificio me extrañó.
Dos puntos sobresalen de este breve texto. Primero, que la santidad ni es una ilusión ni es un objetivo para alcanzar por la propia fuerza de voluntad. Segundo, que el camino (el “caminito” de Teresita) está empedrado de renuncia, de sacrificio, de oblación. Y de alegría. Por ello San Francisco de Sales acuñó esta frase: “Un santo triste es un triste santo”.